Capítulo 7
-Gracias señor!
-No olvides volver a fin de mes para los ajustes!
-Si~!
Sasori sonrió viendo al chiquillo alejarse con su último trabajo, la pequeña tabla infantil con decorados aniñados había representado todo un reto para él, hacía tiempo que la inocencia y sensibilidad a aquella candidez a la que estaba acostumbrado se había borrado de sus manos.
Suspiro recargado sobre aquella barra abierta directa a la playa, un pequeño local de madera rotulado con el mote "tablas", su fama se había expandido con rapidez, tenía mucho trabajo y no necesitaba más que ese modesto módulo , aquella vieja casa de verano antigua propiedad de su familia estaba a tan solo unos veinte minutos caminando por el malecón, muchas personas le admiraban por su labor y solía comer gratis cortesía de sus clientes y vecinos comerciantes, se sentía bien, dentro de lo que cabía sentía que su vida por fin había llegado a ese extraño punto de "retiro", sonrió con sorna ante el anticuado pensamiento, era joven , sí, pero la paz que le daba aquel lugar lograba mantenerlo un tanto cuerdo.
Miró sobre su espalda el reloj colgado en el muro a sus espaldas y suspiro consciente de que su jornada terminaba, los rayos anaranjados le llegaban directo a la cara y la enorme esfera astro luz se ocultaba en la inmensidad del mar, la mayoría de los bañistas se preparaban para volver a sus hogares u hoteles y el movimiento en la costa disminuía al paso de cada minuto, tomándose todo el tiempo del mundo salió por la puerta trasera y comenzó a guardar sus herramientas, dio la vuelta al local doblando el angulado anuncio de su comercio, lo echó por sobre la barra subiendo al despostillado escalón de concreto que separaba la arena del lugar, estiró la mano jalando la cadena que mantenía abierta la visera que servía como portezuela y sombra, esta se atoró y aunque insistió no cedió, bufó dejándose caer sobre la extensa barra al tiempo que escuchaba un par de pisadas tras él.
-Estoy cerrando, por favor vuelva mañana…
Una mano se extendió sobre su cabeza tirando con un movimiento curvo de la cadena dejando caer por fin la tabla abisagrada.
-Agradezco la hospitalidad pero no vengo precisamente en plan de negocios
Sasori suspiro, tenía meses sin escuchar aquella voz y aunque un tanto ajena por el tiempo le causó cierta ansiedad, terminó de ajustar el candado que cerraba por completo su negocio y sacudiéndose un poco la arena de la ropa se volvió contra el que le esperaba, la luz de frente le daba una imagen contra-iluminada de aquella persona pero aun entre las apenas formadas sombras pudo distinguir esa casi imperceptible y arrogante sonrisa que tanto conocía.
-Nunca fuiste un buen cliente después de todo-exhaló ruidosamente- venir sin invitación no es muy educado ¿sabes?
-Jamás he sido dado a la etiqueta…
El pelirrojo sonrió negando suavemente, miró el mar y al sol ocultándose en el horizonte, Itachi esperaba paciente con ambas manos en los bolsillos de su pantalón y una ligera mochila al hombro, se dio la vuelta andando lentamente hacia la calle.
-Vamos, he tenido un día muy largo y por lo que veo tú también…estaremos mejor en casa
El moreno asintió sintiendo un pequeño nudo en su estómago al escuchar a su amigo nombrar otro lugar como su hogar pero le siguió sin chistar, lo había encontrado, eso era suficiente.
…
Casi un año, eso era el tiempo que él y sus amigos habían estado buscando, parecía absurdo pero en tanto tiempo no habían tenido suerte, si no eran él y Kisame, eran Kakuzu y Hidan en alguno de sus viajes, Konan y Pain o Tobi con Zetsu, casi cada fin de semana creaban algún pretexto para salir y buscar, todos menos él.
Deidara comenzaba a retomar su "rutina", hacia las labores en casa – con las limitaciones que sus heridas implicaban- tenía poco de volver de hospital y aunque lento poco a poco las cosas volvían a su marcha, las lesiones no le molestaban ni las- seguramente -visibles cicatrices, tenía los cuidados que su doctora le había indicado y parecía mucho más centrado a lo que debía y no hacer.
Diariamente lo veía sonreír y aunque con un tinte nostálgico la mueca iba cargada de sinceridad, Deidara había aceptado la muerte de Sasori, algunas veces habían intentado hablar con él pero su reacción era tan serenamente contradictoria que los desarmaba por completo, el rubio sonreía, abrazaba al que tenía en frente y decía que todo estaba bien, quizás él se había rendido pero el resto no, no solo era Sasori, el novio y único amor de Deidara, era Sasori su amigo, su hermano.
Dos semanas atrás Hidan había salido de compras con su inseparable compañero, apenas llevaban un cuarto de hora fuera cuando volvieron completamente agitados, para su suerte Konan había llevado a Deidara al medico a su revisión mensual, iban por la carretera cuando un par de vacacionistas quedaron a su lado en un alto, el alvino –aburrido- pasaba su mirada sobre el carro contrario cuando su atención se detuvo en la tabla de surf sobre la canastilla atada al techo, un pequeño escorpión carmesí adornaba la parte baja, un inconfundible escorpión carmesí, la señal cambió a siga e ignorando el susto y las maldiciones de Kakuzu, Hidan había tirado del volante cerrándole el paso al otro auto.
Tras algunas disculpas, explicaciones y pláticas con ambos seguros no había resultado difícil obtener los datos de quien les había vendido la tabla, ya tenía una pista pero ahora la situación era quien iría y que haría al llegar.
Itachi había dado un paso adelante de inmediato, si era falso y resultaba que el pelirrojo pasaba de playa en playa seguiría buscando, pero si para su suerte Sasori se había establecido en algún sitio, bueno ya pensaría que hacer al tenerlo en frente.
Hacía años que lo conocía, más allá de lo que lograba recordar, la familia Akasuna era cercana a los Uchiha y aunque los padres del pelirrojo habían dejado este mundo desde que él era muy pequeño rápidamente se había adaptado a una vida con su abuela, asistían juntos a la escuela, juntos habían conocido al escandaloso rubio y al resto de sus amigos, juntos se habían graduado, emborrachado y vivido por varios años, no podía concebir que todo terminara ahí, los amigos se apoyaban en las buenas y en las malas ¿no?, no podía dejar las cosas así aun cuando a Sasori pareciera no importarle.
El trayecto había sido cansado y estresante, era temporada alta y aunque su destino no fuera del todo turístico las aerolíneas estaba a reventar, casi doce horas en autobús, dos transbordes, una larga caminata desde la estación hasta la playa y la ansiosa búsqueda de local en local, no sabía de donde tenía fuerzas para mantenerse en pie pero debía admitir que al menos ver la espalda de su amigo andando unos pasos delante de él lo tranquilizaba en gran medida, se podía decir que la mitad del trabajo estaba hecho.
No pasó mucho cuando estaban frente a una modesta vivienda de dos niveles, a simple vista se veía acogedora, su frente no rebasaba los siete metros pero un hermoso jardín daba vida a la fachada, Sasori subió los tres escalones que llevaban al pórtico, el piso de madera y las puertas corredizas acompañadas de un par de luminarias sencillas daban un imagen completamente tradicionalista en el modo de vida oriental al que ambos estaban acostumbrados, el candado que mantenía la puerta cerrada cedió y el pelirrojo entro invitando al otro a seguirle.
Itachi abrió los ojos con algo de sorpresa, la casa parecía pequeña por fuera pero en su interior los espacios estaban tan pulcros y ordenados que la hacían lucir enorme, apenas cruzó el corredor una pequeña estancia lo recibió a su izquierda, otro jardín adornado con un pequeño estanque al fondo refrescaba el ambiente que entraba por los enormes ventanales móviles, examinó el lugar, la sala, una comedor y una pequeña cocina era lo que tenía cerca, al fondo, del otro lado de la puerta principal unas escaleras llegaban al segundo nivel en donde seguramente estaban un par de habitaciones y algún baño, el sonido de la hornilla encendiendo lo sacó de su escrutinio y sacudió un poco la cabeza dejando por fin caer el peso de su mochila hacia el suelo.
-¿Té estaría bien, o prefieres una cerveza?
-Té…gracias
Pasaron algunos minutos en silencio mientras el agua se calentaba lo suficiente, durante ese tiempo Sasori se había limitado a darle la espalda y remover las repisas y alacenas buscando cualquier cosa, Itachi esperó, sabía que para su amigo debía representar una sorpresa algo incomoda su presencia, tendría muchas cosas que explicar y era claro que el moreno no se iría sin respuestas, con algo de pesadez se dejó caer en uno de los cojines frente a la pequeña mesilla, se distrajo observando el espanta ciervos subir y bajar con el movimiento del agua, el viento removía algunas hojas de los arboles llevándolas hasta la superficie cristalina dele estanque, un sapo saltó quedando cobre una de las rocas, Itachi sonrió, en verdad era un lugar muy tranquilo, completamente ajeno a la actividad en la playa a unos minutos de ahí.
-Tengo algo de pescado y arroz, no he podido ir a comprar víveres pero eso debe alcanzar al menos para la cena y el desayuno…no recibo muchas visitas
Itachi tomó un sorbo de la taza ignorando el comentario anterior, pensó que al tenerlo enfrente sabría que decirle, que hacer para convencerlo de que su vida estaba con ellos y no en un paraje alejado de una olvidada costa, no podía aludir a Deidara, el menor "lo había superado", no podía mencionar trabajo o familia, nada.
-He pensado…-su voz llamó la atención del pelirrojo- …desde que salí de casa, en el autobús, mientras caminaba, justo ahora mirándote a los ojos pero-suspiró con pesar- no sé qué decir.
Sasori soltó una ligera carcajada sentado a su lado, dejó caer su peso sobre su mano izquierda hacia atrás mirando hacia el jardín.
-Quizás no debas decir nada…
-Si no lo hago…¿Cómo haré que vuelvas?
-¿Por qué debería hacerlo?
El silencio los invadió una vez más, el pelirrojo lo miraba atento con una pequeña sonrisa en sus labios, Itachi pensaba, tal vez tenía razón y no había ningún motivo para que el menor volviera pero…se sentía tan mal, sentía haber fallado como amigo, Sasori pareció leer sus pensamientos y palmeó su hombro afablemente, le molestaba, le incomodaba en demasía ese deje de indiferencia tanto del Akasuna como del rubio que esperaba en aquel edificio de apartamentos que había dejado atrás hacía unas horas, suspiró frunciendo el seño
-Itachi…- le llamó perdiéndose en el líquido dentro de su taza- hace casi un año terminó una gran etapa de mi vida, no podía resistí un día más ahí… sé que quizás no lo entiendas y creas que me rendí pero no es así- el moreno no disipó atención- Deidara merece iniciar de nuevo, merece ser feliz
-¿Qué te hace pensar que lo es?-preguntó mordaz
-¿Él te envió?-espero respuesta pero tras no recibirla continuó- Deidara lo supero Itachi, lo ame demasiado, aun lo amo, eso no lo negaré y sé que él también me amó…pero esa etapa en la vida de ambos termino…
-¿No lo extrañas?-Sasori no contestó- dime, ¿no lo extrañas?...¿no extrañas sus discusiones, sus risas, su mirada?
Claro que lo hacía, cada día, todas la mañanas despertaba sintiendo que un largo sueño terminaba, abría los ojos perdiéndose largos minutos en el blanco techo de su ahora habitación, su despertador programado alzaba en volumen con una suave melodía, y él seguía recostado, los rayos del sol entraban por la ventana que procuraba dejar cada noche abierta y aquella luz dorada que bailaba entre los muros solo formaba la hermosas facciones del rubio que ahora solo estaba en sus recuerdos.
Salía a trabajar y a cada paso escuchaba otro par detrás de él, Deidara siempre le acompañaba, trabajaba arduamente y con cada martillada, cada trazo de brocha y pincel siempre pensaba en cómo le gustaría a "él" que quedara, usaba los colores que le recordaban su forma de ser, las formas que le recordaban su figura y al terminar pasaba suavemente sus dedos por cada tabla como si el tacto fuese el de su cálida y tersa piel.
Volvía a casa andando con nuevos pasos siguiéndole y al entrar volvía a estar solo, abría los ojos y veía la realidad, la cruda verdad, Deidara no estaba, claro que lo extrañaba.
-No tienes idea Itachi
-No, no la tengo- respondió rápidamente sorprendiendo un poco al otro- no sé porque ambos lo dejan así, no digo que lo acoses pero por dios!, es tu familia Sasori!
-¡Tú también lo eres!
-¡E igual me dejaste!
Sin darse cuenta las cosas habían subido de tono, ambas respiraciones estaban agitadas y los dos se miraban con molestia inclinados para verse de cerca, no lograban comprenderse el uno al otro, Sasori había perdido a su familia hacia tanto, sabía lidiar con ese sentimiento, sabía lo que era estar solo y depender de uno mismo, sabía lo que era tener gratos recuerdos con alguien y verse forzado a guardarlos como el más grande tesoro, sabía que la vida era dura, cruel, que te podía dar felicidad y arrebatártela en un parpadeo, era joven pero había vivido tanto, Itachi en cambio tenia familia, sus padres lo amaban, su hermano lo admiraba, no era por menospreciar al moreno pero él jamás había vivido realmente, había estudiado, trabajado, se divertía como todos y con todo el corazón le deseaba que las cosas siguieran así.
-Eres mi amigo Itachi- soltó acongojado- no te dejé…no los dejé solo…he tomado otro caminó y Deidara…-sonrió con amargura- puedo vivir solo con tu amistad… no me la quites, tu puedes darme lo que el ya no
Los ojos de Sasori se abrieron con sorpresa y sus pensamientos se cortaron de golpe, recorrió sus últimas palabras como una cinta en reversa y no tenía sentido, solo podía sentir la dura duela en su espalda, un gran peso sobre su cuerpo, una corriente eléctrica lo recorrió por completo desde la punta de sus pies hasta la base de su cabeza, los cálidos labios de Itachi estaba fuertemente unidos a los suyos, sin movimiento alguno pero tan familiar.
Sus parpados cedieron y aquella confortable caricia acrecentó sus sentidos, subió sus manos colocando las palmas sobre las mejillas del moreno, sintió la piel, el calor, la respiración chocando contra su cara.
Sus propios labios se movieron lentamente incrementando el calor entre ambos cuerpos, un mechón de cabello acariciaba sus pómulos e ignorando las cosquillas que estos le causaban dejó que resbalaran como palpando su piel, pasó sus manos a la larga cabellera mordisqueando los labios de su compañero quien gustoso los separó para darle paso a su escurridiza lengua.
Sus caricias bajaron por los desnudos hombros apretándolos en un mudo intento de acercarlo más, ese olor a vainilla le inundo por completo, dulce, suave, tan inconfundible, el beso se intensificó un poco de saliva escurría de entre los pequeños huecos que cada movimiento dejaba a momentos, unas piernas se posaron a ambos lados de su cadera y se permitió tocarlas con descaro, calidez, era todo lo que sentía, sus parpados permanecían apenas abiertos viendo los sombras de lo que ocurría, ese cuerpo sobre él, esa tez acanelada, esos rubios cabellos, esos brillantes ojos azules...
-Danna…
Lo empujó bruscamente, su pecho subía y bajaba desbocadamente, la imagen de el con su amado artista se difumino violentamente dejando a Itachi en su lugar, el moreno le miraba igualmente agitado y con una mueca indescifrable, sus mejillas estaban teñidas con suave tono carmín pero su cejas permanecían arqueadas con molestia casi tocándose entre sí.
Se sintió mareado y confundido, hacía tanto que esas sensaciones no circulaban por sus venas que sintió temor de él, cerró los ojos con fuerza golpeando su sudorosa frente, ¿Qué demonios había ocurrido?
-Lo ves…-declaró el mayor con convicción- ¿ahora lo entiendes?- el otro lo miro confuso- yo te quiero Sasori, mucho pero…jamás podré darte lo que Deidara…
El pelirrojo lo examinó unos segundos, aún estaba aturdido, sin ningún cuidado se dejó caer de espaldas cubriendo sus ojos con la palma de su mano, no necesitaba eso para entenderlo.
-Sé que no te haré cambiar de opinión-habló de nuevo el Uchiha- seguirás viviendo aquí, de no ser por los muchachos no te habría encontrado pero…no nos alejes- Sasori se irguió recargando su peso sobre sus codos- no me hagas pensar que nuestra amistad no vale nada para ti.
…
El clima pareció cambiar abruptamente, Itachi no se había quedado mucho tiempo y él no se había sentido con el derecho de pedirle algo de su tiempo, la lluvia cubría las calles cayendo con fuerza como si la partida del moreno se hubiese llevado su falsa tranquilidad, una extraña sensación de abandono le quemaba el pecho mientras observaba las gruesas gotas de agua de pie junto a la puerta corrediza del jardín, la brisa llevada por el aire le golpeó de lleno en la cara y suspiro sacando el objeto que con recelo empuñaba en el bolsillo de su pantalón.
Una tarjeta de presentación elegantemente diseñada, el color gris oxford de ambos lados le recordaba el tizne de aquellas explosiones controladas, la letra blanca resaltaba cada dato marcando en un rojo intenso pares intercalados del número telefónico al reverso, Itachi la había dejado en la mesilla junto a la puerta al salir, justo a un lado de sus llaves, no la necesitaba, se sabía el número de memoria, aquel nombre al frente.
No lo pensó, cruzó la estancia, tomó las llaves y salió cerrando suavemente la puerta, la lluvia lo mojó en segundos, sus pasos eran lentos y aunque empapado siguió andando por aquella desierta calle, pasaba poco más de las cinco de la mañana ni cayendo la noche había logrado salir de la estancia, el agua era cálida como traída de alguna corriente tropical permitiéndole "disfrutar" de su sufrimiento sin carga alguna.
Una tenue capa de neblina se levantaba brumosa en su camino cuando una brillante luz a unos metros a su diestra lo atrajo, una vieja cabina telefónica, una ligera sonrisa surcó sus labios, le agradaban esas cabinas, su tiente antiguo y descuidado, como sacado de una película vieja donde la tecnología crecía a pasos pequeños, el cubo acristalado con canceles monótonos cuadriculas de color rojizo deslavado, el letrero a medio borrar marcando su función, la tintineante luz amarillenta en el techo que parpadeaba rítmicamente sin llegar a apagarse por completo, esa era una de las principales causas por las que había elegido ese pequeño pueblo, el que tuviese una casa en la cual alojarse solo era un extra.
Las calles eran limpias y amplias, las casas rusticas pero conservadas, la gente amable y discreta, como un lugar perdido en el tiempo, no tardó mucho en tomar del borde de la portezuela plegadiza introduciendo su escurrido cuerpo al diminuto cubículo, cerro tras entrar y se dejó caer de espaldas contra el chirriante cancel, las gotas de lluvia chocaban contra el cristal tamborileando contra sus oídos, cerró los ojos inhalando con fuerza permitiendo que la humedad del ambiente le llenase los pulmones, amaba ese aroma, ese olor a tierra mojada, tan fresco y natural, tan vivo.
Su respiración era pausada y podía ver a centímetros de su rostro el vaho que su aliento creaba al salir de entre sus labios, inclinó la cabeza infantilmente notando apenas el roído directorio colgando de una gruesa cadena, lo tomó cuidadosamente como si al simple tacto las hojas se desmoronaran, hojeó distraído ignorando que no pasaba de la alfabetización "D", sonrió, no era un nombre común, un par de desconocidos en aquella infinita lista y ninguno el que buscaba, daba igual solo era curiosidad.
Soltó el libro dejando que se balanceara chocando estruendosamente contra uno de los muros, su atención pasó ahora l viejo teléfono de disco, los números estaba desgastados pero visibles, la carcasa era completamente negra y el cable metálico que unía la bocina con el control dejaba ver algunos cables y contactos, pasó su mano suavemente por el aparato sintiendo al instante la frialdad del metal, sonrió sabiendo que el material solo indicaba que aquella cabina era aún más antigua de lo que pensaba, el plástico solo había sido una revolución en el avance del diseño y aquel ínfimo detalle solo le hacía apreciar más el lugar, perfecto ante su estado de ánimo.
Llevó auricular a su oído y su sonrisa se ensanchó al escuchar la línea marcando, no necesito sacar la tarjeta, sus dedos se movieron agiles, monótonos con una perfecta familiaridad rodando cada número perfectamente aprendido, la llamada no tardó en entrar y sus pupilas pasearon el exterior de su refugio, era tan temprano y él llamando, una desconsideración total.
-¿Hola?
Aquel saludo al otro lado le sacó el aire, la voz se escuchaba cansada, adormilada, ¿Cómo mas podría ser a las cinco de la mañana?, no contestó, tan solo ambas respiraciones se escuchaban entre la señal, una sonrisa bobalicona surcó su rostro, era imposible superarlo, dos simples silabas y ya sentía su cuerpo temblar y su piel enchinarse.
-¿Hola?...qu-bostezo-¿quién es?
-Hola-contestó
Una vez más el silenció, Sasori escuchó movimiento, el rozar de las sabanas al salir de la cama,-pensó-algunos pasos y otro bostezo
-¿Quién es?- insistió
-¿Sabes?...estoy en una cabina telefónica, tratando de llamar a casa…1
-¿Casa?
-Es difícil recordar…las personas que solíamos ser…
-Si…-respondió a murmullo- pero…es más difícil imaginar que no estás aquí…a mi lado
El pelirrojo sonrió resbalando hasta quedar sentado con teléfono en mano, era complicado y aun así ambos lo entendían
-Es demasiado tarde…-continuó el mayor
-Muy tarde…
-Le diste la espalda al mañana…porque te olvidaste del ayer-una ligera risa recibió como respuesta- igual no espero que te importe-agregó con el mismo gesto
-Si el "felices por siempre" fuera real, yo aún estaría entre tus brazos
-Cariño, no me cuelgues ahora- se apresuró tras escuchar un movimiento más brusco- así podre decirte lo que necesitas saber…te suplico, no te vayas…
-¿Dónde quedaron los planes que hicimos para los dos?
Sasori suspiró riendo quedamente, la intensa luz de la luna le llegaba de frente frenado un juego de sombras con el cancel, líneas oscuras cruzaban su cuerpo haciéndolo sentir encarcelado, sería largó pero algún día podría salir de aquella jaula.
-Solo se aplazaron…
-¿Hasta cuándo?
-Cuando deba de ser….
-¿Por qué te fuiste?
-También tú lo hiciste…ambos dejamos este mundo hace tiempo- el rubio estaba por replicar pero se apresuró a cortarle la palabra-¿ves la luna?
-¿Qué tiene?
Risa.
-La ves… de pie en la ventana-Deidara arrugó la frente confuso- la esquina de la pared a tu lado sostiene tu peso en tu hombro, tu cabeza ladeada presiona el teléfono dejando tus manos libres para jugar con tu cabello-suspiro- es la misma luna que yo veo ahora…
-¿La veremos juntos?
-Cuando deba de ser…
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El clima era bastante agradable para ser inicio de otoño, las lluvias habían cedido un poco la frescura en el aire les permitía salir a pasear por ahí con un poco de regularidad, ese año habían empezado con una nueva etapa de remodelación, el grupo por fin se había decidido a hacer de aquel edifico un obra restaurada por completo.
La fachada estaba mucho más cuidada, algunos muros viejos habían sido tirados y remplazados, las escaleras reacondicionadas y los barandales modificados, los pasillos habían sido adaptados con algunas luminarias en piso que hacían la imagen mucho más agradable, se había decidido por cerrar los linderos del terreno y ahora no parecía el estacionamiento abierto a un motel, un pequeño murete con vegetación rodeaba como cerco dejando una entrada vehicular al costado y dos peatonales en cada una de las esquinas.
El jardín florecía como nunca y su "modesta" morada ahora era punto de envidias y admiración en el vecindario, nada comparaba aquel alegre conjunto juvenil, las risas y discusiones se escuchaban a diario, y ahora, justo después del entrometido clima por fin podían darle los últimos detalles, una enorme placa de acero inoxidable elegante y moderna que marcaba la entrada como el hogar de "Akatsuki".
La mañana había sido bastante tranquila, Hidan, Kisame y Pain habían salido a correr por el vecindario mientras Konan y Zetsu preparaba en desayuno, tenían planeada una tarde de parrillada y Madara en compañía de Kakuzu habían salido para comprar las ultimas cosas alegando que solo ellos sabrían administrar los gastos, nadie se quejó, lo cierto era que siempre que Deidara iba terminaba comprando montones de arcilla, Hidan infinidad de comida chatarra y- aunque odiara admitirlo- Itachi volvía con cajas de dangos que escondía en su habitación.
Justo en ese momento y escapándose un rato de la cocina el moreno bajaba tranquilamente las escaleras directo a enorme buzón frente a la entrada, era tarde y seguía en pijama, un pantalón deportivo gris holgado y una polera blanca de manga corta bastante delgada, su cabello estaba atado en una coleta alta malformada y aun en esas fachas lucía perfecto- malditos Uchiha-, al llegar al estacionamiento giró su atención a la última puerta del corredor, al fondo de todo, aquella con el impecable rótulos de "Taller", sonrió ligeramente Deidara se había autoimpuesto un riguroso horario de trabajo, no hacía mucho que había obtenido un puesto en una pequeña sala de exposiciones, estaba emocionado y pensaba no poder darse el lujo de fallar, sería su escalón para ser un gran artista.
Se inclinó abriendo la portezuela de cristal esmerilado del buzón y sacó algunas cuentas, cartas y paquetes, la mayoría recibía cosas frecuentemente y habían tenido la precaución de crear un contenedor de tamaño adecuado, estaba por volver en sus paso cuando escuchó la misma puerta que segundos atrás miraba abrirse de par en par con una ligera patada, Deidara salía con los auriculares puestos a todo volumen, tarareando alguna canción incomprensible para él y limpiando despreocupadamente sus manos con un viejo paño lleno de manchas de tinta y arcilla, Itachi sonrió de nuevo, realmente el rubio desprendía un aura de inocencia y tranquilidad que contradictoriamente lo alteraba, no podía ser que fuese tan "feliz".
Espero a que su distraído compañero se acercara un poco hasta notarlo, apenas lo hizo le devolvió la sonrisa y se sacó los audífonos dejándolos colgados alrededor de su cuello.
-Justo iba por el correo, ¿me ha llegado algo?, ¿un paquete tal ves?-preguntó ansioso mirando sobre el montón de correspondencia
-Mm…deja ver…si, esto un paquete con am…¿algo que escurre?
-Haaa! No! Mi arcilla!
-¿Arcilla?
-Es una prueba gratis, un tipo de arcilla sensible a la fricción-explicó apresurado subiendo las escaleras seguido del mayor- para explosiones controladas
-¿Tenias arcilla explosiva en el buzón?
-Claro que no!, eso sería estúpidamente riesgoso Uchiha- continuo ya dentro del de su departamento en donde sus compañeros cocinaban, se acercó al refrigerador y depositó el paquete dentro- necesita de varios químicos para servir pero el calor la deshace, por eso escurría-explicó
Itachi sonrió tomando asiento en el antecomedor, reviso el correo pasando cuentas, publicidad, revistas suscritas de Hidan y Kisame (suponía que a ellos pertenecían las NG2 de religión y naturaleza), finalmente llegó a otro paquete, una caja envuelta en papel de estraza, el color castaño y el cordón de hilo grueso con el que estaba sellado le daba un tinte anticuado que lo hizo identificarlo de inmediato, su mueca no se borró pero cambio a una con un tinte nostálgico.
Escuchaba a la única chica del grupo reír y platicar con el rubio que animadamente se ofrecía a preparar la mesa para cuando el resto llegase, las cosas habían cambiado bastante en ese tiempo pero al contrario de como pensó Sasori lo contactó poco después de su partida de aquella playa, le enviaba cartas con frecuencia y paquetes con algunas fotos, postres o curiosidades del apartado pueblo, jamás hablaba por teléfono o vía electrónica, el pelirrojo alegaba que esos medios restaban calidez y familiaridad a la comunicación, nada era mejor que algo hecho a puño y letra del remitente.
Aun cuando dicha correspondencia iba dirigida al moreno siempre mencionaba al resto de sus compañeros, dando consejos, pidiendo otros tantos, platicando anécdotas, sabía que el Uchiha compartía sus palabras con el resto, con la mayoría.
Itachi abrió el envoltorio descubriendo un montón de dulces de leche, la nota decía que pertenecían a un nuevo local que había abierto puertas cerca de su hogar, le habían gustado bastante y pensó en enviar un poco a sus amigos, sonrió, los dulces eran su perdición y Sasori lo sabía, ya se encargaría de agradecerle en la carta que siempre enviaba como respuesta.
-¿A que huele?
La voz de Hidan entrando lo sacó de su ensoñación, levanto el pequeño empaque mostrando el contenido y obteniendo al instante una sonrisa del alvino.
-Dulce! Wooo esta vez el bicho3 se lució- comentó tomando una pieza, al instante el resto se acercó imitando el gesto
-Son de tu amigo Itachi?
El rubio se acercó curioso pidiendo permiso para tomar una pieza, apenas se la echó a boca el moreno afirmó, la situación era un tanto absurda, irreal, para Deidara aquellas cartas y regalos venían de un amigo de Itachi, algún conocido que tenía tiempo sin ver y recientemente había reencontrado, las fotografías que llegaban no le eran mostradas, la caligrafía jamás cruzaba por sus ojos, tan solo escuchaba desinteresadamente cuando el moreno leía para el resto, el nombre del amigo… "bicho", un curioso apodo con el que lo habían calificado y que igualmente le despreocupaba por completo.
Un curioso y patológico autoengaño.
La condición de Deidara- para bien o para mal-no había cambiado, no mejoraba ni empeoraba, el caso de Sasori había quedado (en el aspecto médico y en relación a Tsunade) oficialmente cerrado, si Deidara no había podido volverlo a su memoria era claro que jamás lo haría, como un disco borrado, como una fotografía quemada, como algo que no había ocurrido.
Ahora lo entendía, Itachi comprendía la decisión tomada tanto por el rubio como por Sasori, habían vuelto la página, el capitulo en un libro inconcluso, la vida era corta pero inesperada y si ellos dos como personajes debían reencontrarse la tinta marcaría las hojas por si sola.
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EL bullicio era hasta cierto punto insoportable, no entendía como una pueblito tan solo hace algunos años olvidado por dios ahora tomaba tanto auge, la gente iba y venía, el comercio, la cultura y el turismo crecía a pasos agigantados, al parecer el gobierno había descubierto su encanto y para ayudar a los lugareños un poco de publicidad y recursos le habían sido enviados.
No era que le molestara, después de todo nunca antes había estado ahí y ese gran avance económico-social era lo que lo tenía hoy ahí, un museo había sido recientemente inaugurado, un edificio moderno y reconocido gracias al arquitecto encargado de su construcción, realmente no sabía mucho de esas cosas, un tal ¿Tadao?4, no importaba, la cosa era que la administración recién terminaba una especie de concurso para asignar las primeras obras que se presentarían para su apertura, Deidara había trabajado duro, hecho infinidad de prototipos y trabajos completos, llenado solicitudes he ido y venido de cualquier lugar al que el encargado el enviaba, después de mucho ahí estaba, siendo el orgulloso seleccionado para uso de la sala principal, no podía estar más feliz, solo restaba un pequeño problema, no tenía ni la más jodida idea de cómo llegara al museo.
El rubio suspiró con pesadez dejándose caer sobre una banca cercana, las personas pasaban apresuradas de un lado a otro sin prestar atención a su alrededor, suponía que era por las fechas pero le incomodaba un poco no ver un solo punto ciego en ese constante movimiento, después de tanto trabajo necesitaba algo de paz, resistiéndose a sí mismo a fallar sacó el pequeño papel con el croquis de ubicación, no entendía mucho y la multitud de en cada calle no le facilitaba las cosas, un nuevo suspiro salió de entre sus labios y se puso de pie dispuesto a seguir vagando, tarde o temprano llegaría, le calmaba un poco el saber que no tenía cita u hora acordada, solo serpia una visita de "reconocimiento".
Iba tan perdido entre las líneas de aquella hoja que no notó cuando un cuerpo un tanto más grande que él lo golpeaba de frente, apenas pudo reaccionar para mantener el equilibrio pero un par de fuertes brazos lo sostuvo lo suficiente para no caer con fuerza.
Rápidamente se inclinó apenado soltando un "lo siento" al aire, al no recibir respuesta levantó el rostro, un joven castaño5 de cabello largo atado y alborotado lo miraba fijamente, le parecí un segundo cuando este le sonrió extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse.
-¿Estás bien?
-Sí, lo siento, no me fije por donde iba
-No eres de por aquí-afirmó
-¿Se me nota mucho?- pregunto a broma sonriendo apenado
-Solo para el buen observador…¿que te trae a este lugar?
-Bueno yo…
-Disculpa no me conoces y te estoy preguntando cosas así, que descortés de mi parte
El rubio negó lentamente, la mirada de aquel chico le había resultado amigable y si de algo podía jactarse era de que siempre juzgaba muy bien a las personas, antes de decir algo, extendió el trozo de papel frente al extraño señalando el edificio dentro de un gran circulo de marcador rojo.
-Tengo que llegara aquí, el nuevo museo que se abrirá la próxima semana, pero me temo que me he perdido
-No estás muy lejos un par de cuadras cerca del centro, si no te importa esperar a que cierre- señaló un pequeño local a sus espaldas justo al borde del malecón- te puedo llevar hasta ahí
Deidara asintió alegre, era su primer día ahí sería buena idea hacerse de algún amigo cuando había dejado a los suyos en casa, el mayor le se dio vuelta haciendo un ademan para que le siguiera, el menor se fijó en su apariencia, era alto, delgado, su cabello cobrizo largo y alborotado le parecía gracioso, una pantaloneta corta a juego con una polera de lino beige y un par de sandalias le hacía apenas notar el calor que hacía, debería de cambiar sus jeans y botas de viaje apenas llegara al hotel, vio como el mayor bajaba una portezuela de madera y la sellaba para volver en sus pasos.
-Es tu am… ¿comercio?- el otro soltó una ligera risa
-Sí, construyo y reparo tablas de surf
-Wooo, suena interesante
-Lo es, se conoce a muchas personas… ¿sabes surfear?
-Un poco- sonrió- hace unos años tuve un accidente…no he vuelto a intentarlo
-Ya veo…disculpa mi insolencia, ¿de ahí es la cicatriz?-preguntó señalando un ligera marca recta en su mejilla, una línea que comenzaba unos centímetros bajo el ojo y terminaba otros tanto sobre la barbilla6, el rubio negó sonriente.
-Soy propenso a accidentes- rió- esta es la marca de la última- una mueca nostálgica iluminó su mirada- una última lagrima que derrame hace tiempo
-Entiendo…por cierto… soy Sasori, un gusto
El rubio se volvió mirándolo atentamente, ladeo la cabeza de un modo infantil y ensanchó su sonrisa tomando con fuerza la mano que el otro le ofrecía.
-Deidara, el gusto es mío.
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FIN
1. La llamada entre Saso y Dei está inspirada (y con líneas) y de la canción "payphone" de Maroon5
2. NG (National Geographic)
3. Aunque errado (ya que los escorpiones son arácnidos) es una referencia a su nombre, algo así como un nombre clave entre ellos para referirse a Sasori en presencia de Deidara, tomémoslo como una estúpida sugerencia de Hidan xD
4. Tadao Ando, es un maravilloso arquitecto japonés, personalmente es mi inspiración a seguir (karu-suna XD), vean su obra inspirada en el trabajo de otro gran arquitecto (Luis Barragan), mexicano por supuesto!
5. Castaño, bueno esto es algo un tanto sacado de la manga, dado que Saso pasa a vivir en la playa digamos que por factores naturales (exposición al sol, al agua salda, cloro en albercas y demás) su tono de cabello termina cobrizo, es un pretexto para hacer un tanto diferente su imagen ante Dei y el pretexto de "alguien nuevo" tenga un poco mas de credibilidad, NOTA! Pasen a mi DA (karu-suna/ está en mi perfil)para ver un dibu que hice de Saso y Dei en su reencuentro nwn
6. Quizá sea un poco contradictorio debido al capítulo anterior pero nos referimos a la cicatriz que queda después del accidente del vaso, después de ello Dei acepta la perdida de Saso y esa es como su "prueba" un especie de manda.
Karu-suna: ahora si!, por fin terminamos! TTwTT me hace muy feliz terminar esta historia, personalmente le agradezco mucho a vale-chan por trabajar en conjunto conmigo que como saben la idea central de la trama fue completamente suya y se fue desarrollando capi con capi, me alegra mucho la acogida que tuvo (aunque en amor yaoi paso completamente desapercibido ¬. ¬…raro….) Mary! El itasaso lo hicimos completamente por y para ti XD eres la mejor de las malas influencias!, bueno para no quitarle palabra a vale, muchas gracias por leer, (esperen una posible secuela ¬w¬), no olviden comentar y nos vemos en otros fics!
Valeria15: Y entro yo a escena! owo Se que soy su favorita (? ok no.. ._. Bueno.., QwQ ¡Mi no poder creerlo! *sniff* *sniff* Esperen.., *se limpia las lagrimas con su puño* Ya.., ¡Arigatô! x3 Son lo mejor, gracias por leer esta historia y apoyarla con sus comentarios lunes a lunes *w* Sempai~ ¡Congratulations! xD! Eres la mejor de las mejores :3 Gracias~ por apoyarme cuando me quedaba trabada y amh.., amhh.., bueno, un sueño echo realidad trabajar contigo =/w/= ¡Mi quererte! x3 Y.., y.., me despido de esta historia, espero nos sigan en las demás y hago provecho de esta situación para hacer un enorme pedido; por favor, anímense a escribir.., el SasoDei esta muriendo día a día aquí en FanFiction, quiero ver más acción owo Vamos~ Ustedes pueden, si yo pude.., ustedes también xD! Ya enserio, nadie va a hacer mas desastres que yo x3 Aporten con sus ideas que yo se que en sus cabecitas hay muchas :3
Sin más nos despedimos.., matta~ne =w=)/