Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, sino a su autor Hidekaz Himaruya-sama, este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene YAOI, AU, Lemon, fantasía, gore, tortura y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

Beta: Usarechan

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Los doce reinos

Capítulo 1.- Iniciando el viaje… bienvenidos a Tollan parte I

Hay doce reinos, doce reyes; los elohim (la representación física de cada reino) son los encargados de elegir al monarca que ha de gobernar. Entonces éste elegido tendrá vida inmortal mientras él mantenga el reino sano y su cabeza no se separe de su cuerpo.

Existen doce reinos: Eien, Pryan, Ariano, Tollan, Vallad, Armenia, Tanos, Lery, Yan, Lukedonia, Sunryu y Suviek; cada uno muy diferente al otro.

Tollan, era el más grande de los doce reinos; pero también el más estéril. Eran pocas las plantas y animales que podían vivir aquí a causa de la poca agua. Sin embargo, es uno de los más avanzados pues sus habitantes aprendieron a comenzar esta carencia con tecnología. En contraste, magos y alquimistas viven aquí, mezclando lo místico con la ciencia.

Su soberano había regido los últimos noventa años y se decía que gobernaba con mano dura, pero justa.

Iván acababa de llegar a Tollan. Éste era el reino más cercano a Pryan; desde que cruzó la frontera se dio cuenta del radical cambio entre ambas naciones, Tollan era desértico; además, para poder llegar, tubo que cruzar el gran río de lava que rodeaba gran parte del país.

—Hace mucho calor —dijo Nicola jadeando. Era muy difícil para él especialmente, pues estaba acostumbrado al fresco clima de los bosques de Pryan y el frío aire de los cielos.

—Debemos buscar un lugar donde posar la noche, da —Iván se sentía agobiado por el extremo calor.

Cuando llegaron a la ciudad de Chicunamictla, muchos habitantes los miraban curiosos; era tan raro ver a un ángel y un lobo por esos lugares. A Iván y a Nicola también le parecían extraños aquellos personajes, principalmente los Tiflin. Algunos ostentaban grandes cuernos, colas gruesas no prensiles, dientes afilados y puntiagudos; ojos que son orbes completamente negros, rojos, blancos, plateados o dorados. En algunos, el color de piel cubría todo el espectro humano, pero también incluyendo los rojos, desde un bronce rojizo al rojo ladrillo.

Iván sólo conocía unos cuantos mestizos de aquella raza; unos druidas muy hábiles pero extremadamente débiles en lugares cuya temperatura fuese fría.

—Quedémonos en una posada —sugirió Nicola, pues dudaba que pudiesen poder dormir a la intemperie, además, existía el rumor que las hostelerías contaban un extraño aparato que podía refrescar una habitación. Iván asintió con la cabeza, el calor era realmente insoportable.

Entraron a la primera posada que encontraron. Había humanos, tiflin, enanos y semi bestias desperdigados en las mesas o en la barra; comiendo, bebiendo y hablando entre ellos. Al ver entrar a Iván, el silencio se hizo presente.

El druida y el lobo se acercaron a la barra sin prestar atención a las miradas que de pronto se centraban en ellos. Iván se detuvo frente a la barra, detrás de ella se encontraba un anciano tiflin que lo observaba con el seño fruncido. A todos los presentes, les resultaba extraño ver a un ángel en Tollan ya que estos se creían superiores a las demás razas por el simple hecho de tener alas y parecerse a los elohim y difícilmente dejaban Pryan.

—Las mascotas están prohibidas, si quieres comer aquí; deberás dejar al perro afuera. Amárralo, no quiero que ataque a mis clientes —dijo el posadero con voz cavernosa mientras limpiaba con un sucio trapo. Nicola gruñó. Odiaba que lo compararan con una mascota o que lo creyeran un perro, ¿es que no se daban cuenta de la diferencia?

—Nicola es el compañero de Iván. No una mascota, da —dijo Iván con tono infantil, pero su semblante ocasionó un sobresalto en el tiflin.

—Así sea el mismo rey de Pryan. En mi taberna no se admiten animales. —dijo molesto.

—Los compañeros de los druidas no son simples animales —el tiflin lo meditó un poco y a regañadientes acepto permitir que Nicola se quedara en la habitación, siempre que éste no saliera de ella.

Iván no podía quejarse, la habitación era amplia y aquel extraño aparato en la pared, mantenía la habitación fresca. Había dos camas, una mesa, un par de sillas y un pequeño baño bien equipado.

—¿Cuánto tiempo nos quedaremos aquí? —preguntó Nicola mientras se acomodaba en una de las camas.

—Dos días. Iván quiere conocer esta ciudad, da —dijo Iván.

—Yo me quedaré aquí —Nicola dio un largo bostezo. —Será mejor que te cambies de ropa. Un ángel, ya de por sí llama mucho la atención y como druida lo hará más.

Iván miró sus ropas, que eran de cuero y pieles de animales; pero él, de ninguna manera quisiera cambiarse, pero Nicola tenía razón, ya de por sí llamaba mucho la atención y eso obstaculizaría su deseo. Pidió al tabernero que le comprara algo de ropa, obviamente, a cambio de una buena cantidad de dinero, claro.

Las calles estaban repletas de transeúntes que iban y venían; carruajes de apariencia extraña que no se movían a base de fuerza animal. Iván se detuvo en la esquina de una acera; un tiflin, casi tan alto como él y el doble de corpulento, le estaba tapando el paso.

—¿Acaso te caíste de tu nube "angelito"? —dijo el tiflin en tono burlón. Iván mantuvo su semblante serio; no se pensaba caer en provocaciones, de hacerlo, podría perjudicar la razón por la que se encontraba en Tollan.

Iván intentó seguir su camino, pero el tiflin le cerró el paso valiéndose de su cola. Tomó al druida por el cuello de sus ropas, levantándolo algunos centímetros, no estaba dispuesto a perder su diversión tan pronto.

Continuará…