My loves os traigo la conti de este capi que estabais esperando tan ansiosamente ;D cabe decir que me he concentrado un poco en Ren y Masato (no lo puedo evitar, son mi pareja favorita, me sale natural _ ) pero os prometo que en el próximo capi habrá más Natsuki y Syo, I promise ^^

Otra cosa que quería comentr es que el día 15 fue mi cumple y mi hermanita m hizo un regalo increíble: Un club de fans ^^ yo lo veo como una buena oportunidad para que estemos todas en contacto y avisar sobre las actualizaciones de los fics, consultar cosas, poner otros fics en común… en fin, aquí os dejo la dire, es de Facebook: groups/448748911814894/

Y bueno, para los que no tengais face y querais mantener el contacto, preguntar algo, amenazar de muerte... ok, esto último no XD aquí teneis mi correo: t.h.e_end_is_near (si me agregais mandadme un correo porque a mi no me llegan las solicitudes y así os agrego yo también)

Os dejo con el capi *_*


Nada, no había nada.

Volvió a mirar su cuerpo con detenimiento pero no había ni rastro, ni una sola marca, chupetón o mordida que evidenciase que el paso de él por su cuerpo, ahora ya solo quedaban los recuerdos y la sensación de dolor punzante en la parte baja de su cuerpo.
Se metió en la ducha con el agua fría, casi congelada, quería que su mente se espabilase, necesitaba agilidad mental para pensar en aquella situación.

Si, había dormido con Ren tal y como había deseado pero sabía muy bien que ese era el peor de sus problemas, ya que cuando hizo el amor con él estaba claro que estaba pensando en otra persona.
Por mucho que sus brazos lo hubiesen rodeado con fuerza, por mucho que sus cuerpos se hubiesen entrelazado convirtiéndose en uno solo, sus corazones no lo habían hecho. Aquello simplemente había sido un acto egoísta y consolador por ambas partes. No había amor, no había deseo, simplemente nada…

Aunque Masato se había sentido bien por unos instantes, todo había pasado a ser culpabilidad y dolor, pero no dolor físico, era aún peor, lo que le dolía era el corazón. Ren ni siquiera lo había besado, se había limitado a embestirlo una y otra vez en un vaivén salvaje del cual no estaba seguro de que alguno de los dos hubiese disfrutado, ya que más que por placer lo habían hecho por frustración personal.

Cerró el grifo y salió de la ducha con el cuerpo húmedo, tiritando de frío. Le gustaba eso, sentir su piel ponerse de gallina de forma dolorosa lo devolvía a la realidad, donde sabía que en cuanto saliese del cuarto debería afrontar a Ren, el chico con el que había dormido aquella noche, la persona de la cual estaba enamorado.

Cogió una toalla y secó su cuerpo y cabello, después se cubrió con un albornoz blanco y salió del cuarto de baño, quedando irremediablemente de cara con el rubio, que estaba sentado sobre su cama, mirando al vació.

Ren estaba medio vestido, con sus pantalones colocados, pero sin abotonar.

Alzó su cabeza, mirando directamente a Masato, que le observó con una expresión vacía.

No dijeron nada, tampoco es que pudiesen decir algo para mejorar la situación.

Masato se sentó en su cama, dispuesto a prepararse para salir ya que aunque fuese fin de semana no podía permitirse el lujo de vaguear, no debía olvidar sus objetivos personales a pesar de todo.

Su cuerpo dolía, estaba resentido por la rudeza con la que había sido tratado, pero ni de lejos eso lo iba a detener.

Abrió uno de los cajones de la mesilla que había junto a su cama y sacó su ropa interior. Deshizo el nudo de su albornoz y lo deslizó un poco por sus brazos, medio sacándolo, entonces hizo el ademán de levantar la pierna derecha para colocarse los boxers pero un dolor punzante en su trasero se lo impidió, torciendo un poco la boca con dolor para reprimir un quejido.

Ren, que había permanecido observándolo en silencio, chasqueó la lengua con fastidio y se levantó, acercándose hasta donde estaba Masato y se arrodilló ante él. El menor no quería mirarlo directamente, no era capaz de observar su rostro tan de cerca, al menos no de momento.

—Masato, mírame, quiero hablar contigo.

Lo miró, ¿Qué otra cosa podía hacer? Sentía que no era capaz de negarle nada a su compañero y menos cuando le hablaba con una voz tan cansada y dolida como aquella, una voz que jamás antes había escuchado en él.

—Quiero que me digas una cosa...

— Claro, ¿Qué quieres?

Trató de sonar lo más normal posible, pero sabía que no había sido así, su voz había temblado con nerviosismo y sus ojos no podían quedarse más de dos segundos fijos en los del contrario.

—Ayer... ya sabes... ¿Fue la primera vez que...?

—Por supuesto, ¿Crees que yo...?

— ¿Con chicas tampoco?

—Tampoco.

— ¿Quiere decir eso que soy la única persona con la que has estado?

Masato tomó una gran bocanada de aire para luego dejarla ir lentamente, con pesadez.

—Eres la primera persona con la que he tenido relaciones, incluso con la que he tenido esa clase de proximidad tan íntima, quiero decir...

—Ya, ya... ya entiendo...

Ren se levantó y dio un par de vueltas con nerviosismo mientras se cubría la boca, después volvió a arrodillarse frente Masato.

—Mira yo... sé que lo que te he hecho no está bien... por eso yo... te prometo que me voy a hacer responsable de mis actos, ya sabes, me gusta otra persona pero puedo intentar...

—No, no tienes que hacer eso.

— ¿Cómo?

Ren miró con confusión a Masato, con una sonrisa congelada en sus labios, Masato por su parte miraba al suelo, más concretamente a los pies de Ren.

—Jinguuji, sé que lo haces con buena intención pero... yo no soy una chica, no necesito que te hagas cargo de mi, ni tienes por qué proteger mi honor o algo por el estilo... simplemente olvídalo, estoy bien así.

— ¿Qué? ¿Entonces por qué te has acostado conmigo? ¿Solo querías echar un polvo?

Ren pareció un poco indignado ante esa idea. Masato negó lentamente.

—No, nada de eso, solo quiero que estés bien.

—No empieces de nuevo...

—No, Jinguuji yo...

—Por Dios, déjate de formalidades, he estado dentro de ti, creo que puedes ser capaz de llamarme Ren de una vez...

—...Está bien, Ren mira... Yo sé... que tú tienes interés en otra persona... Lo sabía perfectamente desde el principio, así que la culpa es mía, fui quien se ofreció después de todo.

—Pero fui yo quien te pidió que hicieses eso a pesar de todo.

Masato negó con fuerza mientras sentía que en su garganta se formaba un nudo, tenía ganas de llorar, a pesar de que se había dicho a sí mismo que no pasaba nada, que debía mantener la cabeza fría.

—Yo… podría haberme negado…—. Tragó saliva con pesadez a la vez que sentía que su labio inferior temblaba un poco.— Podría haberme negado y no lo hice… yo quería hacer esto, así que no te sientas culpable, por que yo fui quien buscó esto, soy el único culpable.

Ren bajó la mirada, le dolía la cabeza de tanto pensar. Ver a Masato de aquella forma delante de él lo rompía, le hacía darse cuenta de lo despreciable que llegaba a ser como persona, de lo poco que merecía reclamarle algo a Syo, y de la razón por la cual no lo había correspondido.

—Masato… deja de torturarte, de verdad… he sido yo el que me he aprovechado de la situación… sabía lo que sentías por mi y yo…

—No… no lo digas….

Ambos se quedaron en silencio, con la mirada perdida en algún punto de aquel suelo que parecía el sitio más interesante de aquel cuarto. No había que pudiese decirse para arreglar aquello, ambos la habían cagado y lo sabían perfectamente, ahora estaba todo jodido y difícilmente podrían hacer que todo volviese a ser como antes.

—Simplemente… si te hace sentir incómodo… olvídalo, haz ver que nunca pasó.

—Masato, ¿Me estás pidiendo que olvide que lo hice contigo? ¿A pesar de que fue tu primera vez?

El menor bajó la cabeza lentamente mientras asentía. Ahora ya no miraba su compañero, evitaba encontrarse con su mirada a toda costa.
Ren lo agarró repentinamente de los hombros, con fuerza, cosa que hizo que Masato alzase la cabeza de golpe, mirándolo con los ojos ampliamente abiertos. Estaban brillantes y acuosos.

—¿Sabes que no soy capaz de eso verdad?

Masato sintió que muy a pesar una lágrima traicionera escapaba, haciéndole torcer un poco la boca en un puchero.
En aquel momento Ren pensó que parecía estar justo delante del Masato que había conocido hace tantos años, aquel niño adorable e indefenso que trataba de hacerse el fuerte.

—Entonces… por favor, simplemente… no me apartes de tu lado…

Era una imagen rompedora, Masato, que era frío e impasible ante todo, tenía una expresión de dolor. Estaba herido en todos los aspectos, y su mascara por fin había caído sin poder hacer nada al respecto.

Ren lo abrazó cuidadosamente, tratando de reconfortarlo, todo y que sabía que el motivo de su dolor era él.

—Como si pudiese hacerlo después de tantos años… soy yo el que debería estar llorando y pidiendo eso… perdóname.

*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*

Syo no podía ser más feliz. Nada más despertarse había visto a Natsuki y habían hablado de cosas realmente sin importancia mientras desayunaban.
No podía creer que ese tipo de vida tan normal, que para él parecía imposible, estuviese ocurriendo.

—Syo-chan, hoy es sábado así que…. ¿Tienes algo planeado?

El pequeño, que andaba devorando como si no hubiese mañana una tostada con mermelada miró con sorpresa al otro.

—Es que… había pensado que… hace mucho tiempo que no tocamos juntos… ¡Me encantaría oír a Syo-chan tocar el violín de nuevo!

Syo tragó el bocado de pan rápidamente, casi atragantándose de la emoción.

—C-claro, ¿Por qué no? No me importa tocar algo para ti.

—Syo-chan es tan poco sincero… lo prefería llorando mientras decía que me quería.

El rubio se sonrojó completamente y casi salta por encima de la mesa para patear al otro.

— ¡I-idiota! ¡E-eso fue un momento de debilidad! ¡No era yo mismo!

Natsuki se quedó mirando con un puchero a Syo, mientras bajaba la cabeza lentamente, permaneciendo sentado al otro lado de la mesa.

—Eso quiere decir que… ¿Syo-chan estaba mintiendo cuando dijo que me quería?

— ¡¿Qué?! ¡N-no! Natsuki yo…—. Se acercó a su compañero con preocupación. —L-lo dije porque es verdad.

Sin previo aviso, el mayor lo abrazó, inmovilizándole los brazos mientras lo estrujaba contra él con ternura.

— ¡Realmente eres adorable!

— ¡Tramposo!

El pequeño forcejeaba y pataleaba protestando mientras que Natsuki aprovechó para apartar los cabellos de su frente con una mano y depositar un beso en ella.
Ante este gesto Syo paró su pequeña pataleta y volvió a sonrojarse, mirando avergonzado a Natsuki.

—De verdad me gustas Natsuki…

—Lo sé… tú a mí también Syo-chan.

Ambos se quedaron así, Natsuki espachurrando a Syo y el pequeño inmóvil con la mirada en el suelo.

— ¡Bueno! ¡Suéltame de una vez!

— ¡Aaaaaw! Tan lindo siendo tímido…

— ¡No soy tímido! ¡Suéltame!

Y así continuó la "pelea" de esos dos, Syo tratando de liberarse de las amorosas garras de Natsuki sin mucho éxito, pues a pesar de todo tenía mucha fuerza. Sin decir nada, el mayor se acercó mucho al pequeño, besando sus labios con suavidad, provocando que éste dejase de forcejear.
Fue Syo mismo el que entreabrió sus labios, buscando más contacto y Natsuki dejó de apretujarlo para pasar a sostenerlo delicadamente por la cadera.
Aquel podía decirse que no era un beso fogoso ni apasionado, pero era tierno y lleno de cariño, como los dos muchachos que en esos instantes se estaban profesando amor el uno al otro.

El pequeño estaba extasiado, rozando sus labios húmedamente con los del otro, notaba como su cuerpo entero cosquilleaba y hormigueaba en una sensación de felicidad y placer.
No podía ser, estaba empezando a reaccionar nuevamente ante el toque de su amigo, no es que le desagradase, de hecho se moría de ganas, pero no quería apresurar las cosas. Hacía apenas un día que se habían confesado mutuamente y también hacía muy poco desde su último encuentro con Satsuki, prefería esperar a que su cuerpo lo hubiese olvidado antes de intimar con Natsuki.

Todo eso era lo que pensaba, pero otra cosa muy diferente era lo que su cuerpo parecía estar en desacuerdo con aquello, puesto que su entrepierna empezaba a despertar y sus piernas fallaron.

— ¿Syo-chan?—. Natsuki tuvo que sujetarlo para evitar que cayese. — ¿Te encuentras bien?

El pequeño se apoyó un poco en él, preocupado de que pudiese llegar a notar su semi-erección por la cercanía entre ellos.

—S-si… no te preocupes, solo me he mareado un poco…

— ¿Eh? ¿Deberíamos ir a la enfermería?

—No, no te preocupes, estoy seguro de que se me pasará un poco, solo necesito aire fresco…

Syo se alejó rápidamente mientras se ponía de espaldas a Natsuki.

— ¿Qué hay sobre ir a tocar como dijiste?

— ¡Oh! Es cierto, vayamos al jardín, hace un día esplendido como para encerarnos.

Natsuki se levantó emocionado mientras se apresuraba a ponerse los zapatos y Syo hizo lo propio, poniéndose sus botas. Una vez estuvieron calzados el pequeño se dispuso a salir de la habitación a toda prisa, sin mirar al otro. Natsuki se puso a la altura de Syo.

— ¿Pasa algo? La cara de Syo-chan está toda roja.

Después de que Natsuki recibiese un puntapié siguieron su camino.

Realmente hacía un día demasiado bueno como para quedarse encerrado en casa, después de todo Natsuki había tenido una idea genial.
Se dirigieron hacia el césped, en una zona un poco apartada para no molestar, junto a la sombra de un árbol.
Natsuki se sentó, recostando la espalda contra el árbol y Syo sacó su violín de la funda, recargándolo sobre su hombro grácilmente.
Las notas empezaron a fluir en cuanto deslizó el arco sobre sus cuerdas, acariciando suaves melodías que parecían alumbrar más aquella soleada mañana.
El mayor observaba los ágiles movimientos del pequeño con absoluta fascinación, recordando los tiempos en los cuales eran pequeños y Syo intentaba aprender a tocar el violín, el cual acababa sonando como un gato apaleado.

El mayor sonrió y se puso en pie, sacando su viola de la funda y colocándose junto a Syo, acompañándolo en aquella hermosa melodía.
Las cuerdas de sus instrumentos se sincronizaban, fundiéndose en una sola, creando un único sonido, aquella era claramente una canción de amor.

Al acabar aquella pieza, Syo bajó lentamente el instrumento, totalmente satisfecho consigo mismo.

—Ha estado bien… hacía mucho que no… ¡Waah! ¡¿P-pero qué haces?!

Natsuki se había abalanzado sobre él, haciéndolo car al suelo y frotando su mejilla contra la de Syo.

— ¡I-idiota! ¡Casi rompes los instrumentos!

— ¡Pero es que no lo he podido evitar! Syo-chan es tan intenso cuando toca el violín, ¡Me dan ganas de comérmelo!

El pequeño se sonrojó ante esa idea y pataleó un poco intentando soltarse.
Natsuki cogió delicadamente el violín de Syo y lo colocó a un lado, junto con su viola. Entonces lo besó, lo besó tiernamente en la nariz y después sonrió.

— ¿Ves? Simplemente adorable…

—Idiota…

Ahora Natsuki besaba en los labios a Syo, muy tiernamente, tratándolo como si de cristal se tratase y en algún momento pudiese llegar a romperse si era demasiado brusco.
El pequeño lo correspondía, temblando levemente debajo del mayor, de verdad que Natsuki era un besucón.

Syo escuchó unos sonidos de pasos y tuvo un mini ataque de corazón, del susto rodó sobre su espalda, quedando encima de Natsuki mientras trataba de disimular sin darse cuenta de que conseguía el efecto contrario.

— ¡Kyaa! Syo-chan es tan apasionado…

Natsuki se cubría el rostro con las manos mientras movía la cabeza de un lado a otro, en un intento de desprender encanto.

— ¡N-no es momento para eso!

Syo peleaba con Natsuki, y mientras tanto dos personas se apresuraban en cruzar el jardín.

—E-ey Tokiya… ¿Esos no eran Syo y Natsuki?

Otoya se apresuraba a alcanzar a su compañero, que caminaba relajadamente pero con prisa.

—Eso parecía.

—Y-y… ¿No estaban besándose?

—Si, posiblemente.

— ¿No te sorprende Tokiya…?

El mayor paró en seco y miró al pelirrojo, que ladeaba la cabeza con confusión.

— ¿Por qué debería sorprenderme? De hecho creo que es más que natural que eso haya acabado pasando entre esos dos.

— ¡¿En serio?! ¿Tú te lo esperabas?

—… Otoya, de verdad que eres lento… posiblemente seas el único en toda la academia que no se haya dado cuenta de eso… bueno, tú y Haruka.

— ¡Eso es mentira! ¡Yo me doy cuenta de muchas cosas!

Tokiya agarró de la mano a Otoya y lo incitó a seguir andando, sin soltar su mano ni un momento.

—Justo así parecemos hermanos jejeje…

—…Lo que yo decía…

— ¿Eh? ¿A qué te refieres Tokiya?

—No… nada… déjalo…

— ¡¿Eh?! ¡No seas malo! Yo quiero saber…

—Si insistes… te lo explicaré con más detalle cuando lleguemos a la habitación.

Un feliz y complacido Otoya daba saltitos de alegría, ajeno a que una tercera persona había escuchado su conversación.

Ren estaba asomado a una de las ventanas que daban a los jardines, así que entre la tranquilidad de aquella mañana pudo explicar perfectamente la conversación entre Tokiya y Otoya.
A parte de pensar que el pelirrojo iba a ser violado nada más llegar a su cuarto, escuchó claramente que habían visto a Natsuki y Syo… besándose.
No podía negar que algo en su interior se había revuelto al escuchar eso, dejando claro que no había superado para nada el rechazo. Tenía que comprobar aquello por si mismo, por mucho que en su interior supiese que todo aquello era una de las peores ideas que se le habían ocurrido en su vida.

Caminó por aquel largo pasillo, sus pies parecían hechos de plomo, pero debía seguir avanzando por alguna extraña razón. Sentía que si lo veía con sus propios ojos sería capaz de aceptarlo de una vez por todas, sería capaz de entender que ya no tenía nada que hacer allí, Syo había elegido a otra persona y el debería retirarse.

Escuchó sus voces a lo lejos. Debía hacerlo, tenía que hacerlo, aquella era la única solución a aquella situación absurda en la cual se había metido el solito.
Se recostó contra la pared, respirando profundamente antes de dar el paso final. Sujetó el marco de la ventana y sin pensarlo más se asomó.

Allí estaban ambos, tendidos sobre el césped. Sus instrumentos dejados cuidadosamente a un lado mientras ellos se abrazaban y besaban sin importarles nada más, parecía que en aquellos momentos en el mundo solo existiesen ellos dos y nadie más. Se sonreían y se besaban tiernamente, ignorando que cualquiera podía verlos.

Ren se apartó de la ventana y sonrió para si mismo. Al parecer escocía un poco más de lo que había creído. Aunque estaba seguro de que no estaba enamorado de Syo si que podía confirmar que sentía una atracción inmensamente fuerte y estaba celoso, se lo comían los celos cada vez que lo veía cerca del otro, pero así eran las cosas y no podía hacer nada al respecto, solo le quedaba resignarse y olvidar lo más rápido que le fuese posible.

Caminó un poco abatido, ajeno a todo lo que le rodeaba, en aquellos momentos no deseaba ver a nadie, así que la única opción que le se ocurrió fue dirigirse hasta su habitación aunque sabía perfectamente que allí era muy posible encontrarse con Masato.
Abrió la puerta lentamente y entró. Para su suerte no había nadie, así que no tendría que preocuparse de momento por aquello.
Caminó hasta su cama y se sentó junto a ella, en el suelo, apoyando la espalda contra el colchón.

Permaneció así largo tiempo, sin moverse, no tenía ni los ánimos ni las ganas para hacer nada. Realmente sabía que estaba exagerando, pero es que cuando su orgullo era dañado difícilmente se reponía y aquella vez había sido herido profundamente, al haber sido rechazado de aquella manera por parte de la primera persona en la que había querido demostrar interés.

Escuchó el sonido de la puerta pero nose movió, sabía perfectamente quien era.
Masato por su parte se sobresaltó, ya que no se esperaba para nada que hubiese alguien y Ren estaba siendo especialmente discreto y silencioso.

—Jinguu… ¿Qué estás haciendo ahí tirado? Me has sorprendido…

—… ¿Qué más da?

El recién llegado se rascó la cabeza con confusión y se acercó temeroso a su compañero, agachándose hasta quedar a su altura.

—… ¿Ha pasado algo con…?

— ¿Necesitas preguntar algo tan obvio?

—…No, tienes razón…

Masato se quedó mirando a Ren durante un largo tiempo con gran preocupación, parecía más dolido que nunca.
Se levantó lentamente y se dirigió hasta en interruptor de la luz y dejó sin iluminación la sala. Ren miró con confusión a Masato, son lograr comprender que se proponía.

— ¿Qué haces?

Su compañero lo ignoró y se dirigió hasta la ventana de la habitación, agarrando las cortinas mientras se giraba lentamente hacia el otro.

—Yo… sé que no hay nada que realmente pueda hacer… pero quiero que estés bien, y esta es la única manera que conozco…

—Masato qué…

El chico corrió las cortinas, dejando la habitación en casi total oscuridad.
Casi no se podía ver nada, apenas unas siluetas si forzabas la vista un poco. Ren escuchó los ligeros pasos de Masato acercándose hasta él, después el sonido de la tela deslizándose por su suave piel.

—No Masato… no tienes que…

Unos suaves dedos acallaron sus palabras, poco después esos mismos dedos empezaron a desvestirlo, poco a poco, temblorosamente.
Ren podía escuchar la respiración agitada del otro a su lado, entrecortada y rápida, nerviosa. Se estaba poniendo duro, no lo podía negar, estar siendo desnudado en la oscuridad lo excitaba mucho.
Pronto aquellas suaves manos llegaron hasta su pantalón y lo desabrocharon quedando así su duricia expuesta. Masato lo acariciaba, lo acariciaba gentilmente, reconfortándolo.
Escuchó como el cajón de la mesita que había junto a su cama se abría y su compañero revolvía hasta dar con lo que andaba buscando.
Masato abrió la botella de lubricante y dejó que el líquido chorrease sobre su mano, cayendo e impregnando sus dedos y muslos. Dirigió su mano temblorosamente hasta su parte trasera y empezó a prepararse lentamente, emitiendo pequeños quejidos.

— ¿Qué es lo que estás…?

—N-no digas nada… solo espera, ¿De acuerdo? Solo espera…

Ren estaba confuso, no sabía exactamente que es lo que estaba ocurriendo justo delante de él y eso lo inquietaba, estaba muy cerca de su compañero y sin embargo era incapaz de verlo. Al poco rato sintió como la mano del otro le acariciaba el miembro, embadurnándolo de lubricante. Ahora ya no había duda de lo que pretendía Masato.

— ¡Ey! Masato, espera, lo has entendido mal yo no…

Su compañero se subió encima de él, obligándolo a recostarse sobre él suelo mientras él intentaba introducir el pene de Ren en su interior, tarea difícil puesto que dolía horrores pese al uso de todo aquel lubricante. Su miembro duro y erecto se deslizaba lentamente dentro de él, hinchándose y endureciéndose cada vez más al sentir aquella cálida sensación apretándolo y succionándolo.

Ren echó la cabeza hacia atrás mordiéndose el labio ante el placer que le proporcionaba sentir que era oprimido por tan estrecha cavidad, aferrándose con fuerza a los muslos de Masato, estrujándolos entre sus manos.
El menor consiguió introducir todo aquello en su interior dejando ir un quejido de dolor, teniendo que parar a respirar profundamente antes de poder empezar hacer nada.

— ¿E-estás bien?

No hubo respuesta, Masato se limitó a empezar a moverse lentamente arriba y abajo, provocando que Ren empezase a sentir un placer indescriptible que le impedía pensar con claridad sobre todo aquello.
Las caderas de Masato se movían a un ritmo constante, haciendo que su entrada absorbiese y succionase el miembro de su compañero, deslizándose y chapoteando en lubricante, que empezaba a chorrear, mojando toda aquella zona y provocando que sus cueros hiciesen un obsceno sonido húmedo al chocar.

El rubio agarró las caderas de su compañero, empezando a establecer su propio ritmo, fue entonces cuando se dio cuenta de que Masato no estaba emitiendo ningún sonido, estaba completamente callado y a excepción de unos leves jadeos, no podía escuchar su voz para nada.
Aquello lo mosqueó y agarró con fuerza al chico, obligándolo a levantarse y tirándolo contra la cama.
No podía ver nada, pero a tientas buscó sus piernas, abriéndolas todo lo que daban de si y recargándolas sobre sus hombros para volver a penetrarlo.
Se movía rápidamente, embistiendo con furia. Quería oírlo, quería hacerlo gemir de placer, oír su voz suplicante, pero nada, Masato seguía callado.

—Vamos, ¿Qué pasa? ¿No te gusta esto?

No hubo respuesta nuevamente, así que Ren aumentó el ritmo, tumbándose casi totalmente sobre Masato, obteniendo así un ángulo más profundo con el cual penetrarlo.
Aquello ya estaba cabreándolo de verdad, así que estiró la mano, alcanzando la lámpara que había en su mesita auxiliar, iluminando tenuemente la habitación.

— ¡No!—. Masato cubrió su rostro son sus manos.— ¡No me mires!

— ¿Cómo que no?

—Tú… n-no… no tienes que pensar en mí así que… así es… m-más fácil…

— ¡Deja de decir tonterías! ¡¿Cómo puedes siquiera…?!

El rubio agarró las manos de su compañero, apartándolas de su rostro, sus ojos estaban húmedos. Sujetó sus manos a cada lado de la cabeza, mientras empezaba a penetrarlo nuevamente.

—Estoy haciéndolo contigo, ¿No? Entonces quiero verte la cara a ti.

Masato miró a Ren y se mordió el labio, evitando que ningún sonido saliese de su boca.
Era difícil, extremadamente difícil, puesto que sentir como el pene duro del rubio lo penetraba salvajemente era demasiado para él, su cuerpo y su mente se enloquecían a cada furiosa estocada que recibía.
Mordió su labio aún con más fuerza al notar como había conseguido dar con algún punto en su interior que parecía detonar la locura en él, llegando a hacer que sangrase, pero no importaba, prefería ese dolor.

—Ey… no hagas eso…

Ren cogió delicadamente por la barbilla al chico, haciendo un poco de presión sobre su labio para evitar que siguiese mordiéndose.

—Si no quieres gemir para mi tengo un mejor remedio que ese…

Masato miró con confusión a Ren, sus ojos estaban turbios e inundados de lágrimas que caían hacia los lados, mojando su cabello.

— ¿Q-qué quieres hacerme…?

El rubio no dijo nada, simplemente se acercó furtivamente a él, apoderándose de su boca a la vez que se movía nuevamente.

— ¡No! Eso… ¡ah!

Ahora que la lengua de Ren invadía su boca y lo obligaba a mantenerla abierta una retahíla de gemidos y jadeos salían de la boca de Masato, quien gritaba y gritaba a cada estocada que recibía.

— ¡No…! Jinguuji… n-no puedo… yo…

—No… Ren… dilo…

— ¡R-Ren! M-me rompo, ¡Me voy a romper!

Masato se aferraba con desesperación a Ren, que cada vez se apegaba más a su cuerpo, haciendo que sus pechos y vientres se rozasen con frenesís, sin descanso.

—Masato… tu cuerpo es tan caliente… se siente tan… bien… joder…

El rubio empezó a penetrar más profundamente a su compañero, sintiendo que su clímax estaba por llegar.
Aceleró sus estocadas, aferrándose con fuerza al cuerpo del otro, respirando entrecortadamente, jadeando con desesperación contra la oreja de Masato. Pronto su cuerpo no dio más de si y dejó ir su esencia dentro de su compañero, tratando de recuperar el aliento mientras apretaba con fuerza las sabanas bajo sus puños.

—Te has corrido un montón…

Masato sentía todo su interior húmedo y caliente, lleno del semen de Ren, a la vez que el miembro de este se sacudía dentro de él.
El rubio alzó la vista, mirándolo a través sus cabellos dorados que caían sobre su frente y sonrió entre jadeos.

—Si pero… parece ser que no he tenido suficiente…—.Se movió un poco hacia delante, demostrando que su miembro aún estaba completamente erecto.—Además, creo que esto requiere mi atención…

Masato se sobresaltó cuando notó que Ren se apoderaba de su miembro, acariciándolo, haciendo que no pudiese reprimir sus gemidos nuevamente.
Se inclinó hacia delante, volviendo a embestir a su compañero a la vez que lo besaba apasionadamente.

—No… Ren… Ah… Y-yo no puedo…

El rubio acarició la mejilla del otro lentamente mientras introducía su lengua en el interior de su boca, Masato gimió de placer al sentir la lengua de Ren dando pequeños toques contra la suya, explorándolo.

—Claro que puedes… además…—. Apretó la punta del miembro de su compañero, jugueteando con el glande. — Has sido tú el que me ha provocado, ahora tienes que hacerte responsable…

Masato se aferraba con fuerza a la espalda de Ren mientras este lo enloquecía de placer.
Sus cuerpos chocaban una y otra vez mientras que sus voces se mezclaban entre jadeos y gemidos sin control.

— ¿Puedes sentirme Masato?

El chico miró a su compañero. Claro que podía sentirlo, debería de estar demente para no hacerlo, y era plenamente consciente de él y de que estaba en su interior, podía sentirlo llenándolo y destrozándolo placenteramente, como si fuese a partirlo en dos.
Ren agarró la mano de Masato y la dirigió hasta su entrada, posicionando dos de sus dedos a cada lado de su miembro.

—Siéntelo y… retenlo en tu… mhn… memoria, porque yo puedo sentirte claramente…

—Y-yo… Ah… Ren…

—Y no vuelvas a decir… que no piense en ti mientras hacemos esto…

Lo sentía, podía sentirlo, el miembro de Ren rozando sus dedos cada vez que de deslizaba hasta su interior. Tocando ese punto donde ellos dos estaban conectados, aquel punto tan cálido que casi quemaba, húmedo… palpitando.
Había dolor y había placer, había pena y había alegría, pero sobre todo y ante todo había deseo, habían ganas de devorase al uno al otro por completo y no dejar rastro. Querían reconfortarse el uno al otro, sostenerse hasta que ninguno de los dos sintiese pena alguna, aunque sabían que eso era imposible.

El rubio sacó su miembro del interior de Masato, haciendo que éste se colocase de lado en la cama, dándole la espalda.

— ¿R-Ren? ¿Qué haces? ¿Por qué paras?

—No te preocupes…

Ren pasó su brazo sobre el pecho de masato, sujetándolo y apretándolo contra su cuerpo, mientras que con la otra mano agarró su miembro y lo dirigió a la entrada de Masato, rozando la zona con ansia antes de volver a meterse en él.

—Tu cuerpo… es como el cielo… ah…

—N-no digas eso…

Masato se cubría el rostro mientras volvía a sentir como era llenado completamente.

—Pero es cierto… es cálido y estrecho… me absorbe y no me deja ir, me aprieta y no me quiere soltar…

Ren ronroneaba con voz seductora en la oreja de su compañero mientras iba moviéndose dentro y fuera, a un ritmo cada vez más y más rápido.

Era enloquecedor, se había corrido ya una vez, pero parecía que su cuerpo le pedía más y mas de aquello, sin descanso.

—Mierda… creo que… me voy a correr otra vez… ah…

Masato se aferró al brazo de Ren, buscando más contacto con su cuerpo.

—H-hoy… no importa lo que me hagas… córrete dentro… una y mil veces… n-no me importa…

Ren mordió el cuello de Masato con pasión, acelerando el ritmo mientras jadeaba contra él.

—Si dices esas cosas… no me hago responsable de lo que pueda hacerte…

Siguió embistiéndolo, sintiendo como una descarga eléctrica empezaba a invadir su cuerpo, concentrándose en su pubis y subiendo hasta su garganta.
Echó su cabeza hacia atrás a la vez que sus caderas empujaban una última vez hacia dentro, llenando nuevamente el interior del otro de aquella substancia blanquecina.
Se aferró al cuerpo de Masato mientras trataba de recuperar el aliento.

—Te lo advertí…

Sacó su miembro ya flácido del interior del otro, viendo como un poco de sangre mezclada con semen salía de la entrada del otro.

—Si te dolía podrías haber dicho algo—. Se posicionó encima de él, haciendo que lo mirase directamente a la cara.—No quiero que sea doloroso para ti.

—Está bien… porque no solo siento dolor…

Ren lo miró fijamente unos instantes y después empezó a bajar lentamente, hasta encontrarse con el miembro de su compañero, que permanecía erecto y tremuloso, demandante de atención. Sin pensárselo demasiado Ren se lo introdujo en la boca, empezando a succionar y moverse de arriba abajo.

— ¡Aaah! ¡No! R-Ren… no tienes que… aah… n-no hace falta.

—Cállate y estate quieto, tú también tienes que correrte… si haces algo para impedírmelo… voy a morderte…

Volvió a introducirse el miembro en la boca mientras subía y bajaba frenéticamente, dejando que su saliva se impregnase a borbotones en el duro miembro del otro.

— ¡No! R-Ren… yo…—. Agarró con fuerza los cabellos del rubio mientras trataba de apartarlo de allí.—N-no puedo… e-es demasiado… ah…

—Te lo advertí…

El rubio empezó a mordisquear suavemente la erección de Masato, jugueteando con el tronco para después pasar al glande, rozándolo con sus dientes para después ejercer un poco de presión.

— ¡No! ¡N-no me… muerdas! ¡Ren! A-aah…

Todo su cuerpo se contrajo y su espalda se arqueó, haciendo que su pelvis subiese en busca de más contacto con la boca del rubio.
Se corrió, y toda su esencia inundó la boca de Ren, llenándola por completo.
Masato cayó rendido, entre jadeos, tratando de respirar con normalidad mientras su cuerpo aún se sacudía levemente.

— ¿Cómo eras capaz de negarte estando a punto de explotar?

Masato miró a Ren con los ojos entrecerrados, sin muchas fuerzas para ser capaz de contestar nada.
El rubio no dijo nada y lo besó lenta y profundamente para después recostarse sobe él, apoyando su cabeza sobre el pecho de su compañero, sintiendo como subía y bajaba agitadamente.

Fue en ese momento en el cual se dio cuenta de que era solo cuando sentía el calor de ese cuerpo que podía evadirse de todo y por un momento olvidarse de Syo y de su orgullo, la única forma en que su mente se quedaba en blanco y dejaba de sufrir.
Aún sabiendo que eso lo convertía en una persona cruel.


Bueno, hasta aquí hemos llegado XD agradeced a mi hermanita ese lemon, porque yo al principio lo hice cortito y ella me exigió que lo continuase un poco más XDD

¡Os loveo mil!