Es bueno estar de vuelta.

Notas de autor al final.


Katrina ignoró por un momento el sonido. Pero volvieron a llamar a la puerta con insistencia. De seguro era Alice una vez más. A pesar de que Katrina no abría la puerta, ella pasaba por lo menos una vez al día para cerciorarse de que su amiga siguiera con vida. Escuchó una vez más los golpes en la puerta; Alice no solía ser tan insistente. Lentamente desdobló sus piernas y se levantó del sillón. No hizo ningún ruido y se acercó a la puerta, presionando su oreja lentamente contra la misma.

Al principio no escucho nada. Justo cuando estaba por retirarse de ahí, alegrándose de que la persona del otro lado se haya retirado sin más, escuchó una voz grave que provenía del otro lado.

–¿White…lock?

Escuchó pronunciar su apellido con dificultad, como si se tratase de un trabalenguas. Parpadeó. Decidió que no haría ningún ruido que delatara su presencia. Aunque jamás había visto a la persona que se encontraba del otro lado de la puerta, sabía perfectamente quién era. Lo escuchó pedir que abriera la puerta, pero ella permaneció en silencio. Sabia que tarde o temprano se cansaría.

Permaneció así durante un rato. Del otro lado, la persona suspiró y ella escuchó que se alejaba. No pudo más con la curiosidad y abrió la puerta lentamente, tratando de no hacer ruido y solo lo suficiente para ver por una rendija que estaba pasando.

Se encontró con un ojo azul que la miraba a través de la rendija.

Antes de que pudiera hacer algo, el hombre empujó la puerta sin ejercer mucha fuerza, pero fue suficiente para que Katrina no pudiera cerrarla nuevamente. Una vez que logró abrirla por completo, la midgardiana se encontró con el dios del trueno, quien curiosamente vestía ropas comunes y corrientes, diferente a lo que Lo… a lo que él le había dicho.

Thor sonrió apenado; ella pensó en que las descripciones del dios del engaño eran certeras. Thor parecía un niño pequeño a pesar de ser un hombre de casi dos metros de altura. Ella lo miró sin expresión alguna.

–Tengo algo para ti.

¿qué podría ser lo suficiente importante como para que el mismo dios del trueno se presentara en su departamento para hacer la entrega?

–…Y también te debo una explicación.

Sin decir una palabra, ella se hizo a un lado, permitiéndole la entrada a su departamento. El hombre sonrió y entró. Se dirigió al sillón favorito de Katrina y se sentó. Sonriendo, le indicó con un breve movimiento de cabeza que también ella tomara asiento. Whitelock sabi¡ía que no era la mejor manera de comportarse, pero en realidad no le importaba. Uno de los llamados "vengadores" se encontraba sentado en su sala, como si fuera lo más natural del mundo y ella no había cruzado palabra con el. Es más, lo había dejado esperando fuera de su casa durante un buen tiempo. Sabia que si abría la boca, las cosas no terminarían bien.

Tras cerrar la puerta, caminó de regreso a la sala y se sentó en el sillón donde, meses atrás, Loki había estado recostado mientras la fiebre hacia de las suyas. Thor se aclaró la garganta y abrió la boca, pero la volvió a cerrar inmediatamente. Frunció el ceño mientras buscaba algo en una de las bolsas de la chamarra que traía. Katrina lo observó sin expresión alguna.

Instantes después sacó de su bolsillo un rectángulo de metal con una cadena que ella conocía muy bien. Inmediatamente desvió la mirada. Thor se mordió el labio un tanto incomodo ante su reacción.

–Esto es para ti. Yo creo que ya sabes que no debes quitártelo en ningún momen…

No terminó la frase ya que Katrina lo había volteado a ver una vez más, sus ojos ahora demostraban todo el coraje y resentimiento que no había podido sacar desde que Loki había desaparecido. Estuvo a nada de gruñir algo similar a "no lo quiero" pero, una vez más, prefirió quedarse callada.

¿De qué le servía ahora el emblema, si lo que ella deseaba era ver a su dueño? Tener un recuerdo de él no le ayudaría en nada. Sabía perfectamente que tenía que dejarlo ir y tener un objeto suyo sólo lo haría más difícil. ¡Más aun si tenia que traerlo siempre consigo! No lo usaría, lo tiraría en el fondo de un cajón que jamás abriera. Lo enterraría, lo tiraría por una ventana. Es más, ni siquiera lo tomaría de manos de Thor. Que él dispusiera del emblema como mejor le conviniera.

Tan encerrada estaba en sus pensamientos que no notó que Thor había sacado su emblema. Similar en tamaño y forma que el de su hermano, el suyo tenia un león; un par de gemas azules hacían la función de sus ojos.

–Supongo que te contó que Odín nos lo regaló en alguna ocasión…-comenzó a decir mientras jugaba con ambos emblemas – siempre me gustó más el suyo… las serpientes siempre me han gustado–añadió con una sonrisa traviesa. Al ver que Katrina no respondió a su comentario, su sonrisa se esfumó y continuó hablando.

–No espero que entiendas qué fue lo que pasó ese día en el lago. Las cosas se salieron de control y… fue mi culpa. Le pedí a padre encargarme de esta situación pero no logré que las cosas salieran como yo esperaba. La presencia de… Byleistr no era algo que estuviera dentro de mis planes. Cuando pude intervenir, ya era demasiado tarde...

Loki jamás perdió su magia. Supongo que padre hizo algo similar a cuando me envió a mi y a Mjolnir a la tierra y yo no pude recuperarlo en un principio. Solo era un castigo, él siempre lo ha querido como su hijo y esperaba que lograra ser el mismo niño travieso que era antes. Pero yo me equivoqué. Quise recuperar a mi hermano y terminé lastimándolo más.

Me costó trabajo encontrar a Fenrir. Supuse que el reencontrarse con un viejo amigo le ayudaría. Pero él ya era incapaz de recuperar su forma habitual. Tantas vidas, tantas muertes y renacimientos en Midgard le habían pasado factura y ahora solo era un animal propio de este reino. Aun conservaba su memoria, pero era incapaz de expresarlo de alguna manera.

Junto con Fenrir apareciste tú, su protectora. Te estuve analizando por un par de días y supuse que si le hacías tanto bien a Fenrir, con mi hermano sería incluso mejor. Un movimiento arriesgado, ya que su concepto de los midgardianos no es para nada agradable.

Todo iba funcionando a la perfección, en verdad confiaba en que mi hermano volvería a ser el mismo. Verás, los emblemas están conectados, no sé como explicarlo, pero fue un pequeño truco que él hizo para que se pudiera sentir cuando el otro necesitaba ayuda. La primera vez no pude acudir y sé que ninguna excusa es suficiente, además sabía que estaba en buenas manos.

La segunda ocasión solo pude aparecer para llevarlos a otra área antes de que tu pudieras salir herida…

A pesar de que Thor seguía hablando, Katrina dejó de escucharlo por un momento. Tener a Thor sentado en su sala confirmaba todo lo que Loki había dicho y en su mente se aparecieron las imágenes que había visto hace ya casi un año en la televisión de los acontecimientos en Manhattan.

Por un momento le pareció increíble que el mismo individuo capaz de controlar una legión de extraterrestres hubiera aparecido en su hospital, en su piso, en una de las habitaciones donde había entrevistado a miles de pacientes y que más adelante el mismo personaje que les había dado tantos dolores de cabeza a los vengadores se encontrara en su sillón, delirando por la fiebre y totalmente a su merced.

Ni qué decir de los momentos que habían pasado, de las pláticas sobre algunos de los libros favoritos de ella, o de algunas cosas de medicina que podrían darle varios premios en investigación. Peor aun de las veces que lo había besado, que había sentido su aliento frio o sus labios presionarse tiernamente sobre su frente… pareciera que se trataba de dos personas diferentes.

Algo le decía que no lo vería más. Su lugar era Asgard y probablemente él se quedaría ahí. No volvería a la tierra por ninguna razón. Aunque una vocecilla en su cabeza le decía que podría regresar a la tierra por ella, él era un dios, era esperado que en cuanto pudiera deshacerse de su condición de mortal, lo haría. Y eso significaría que nada lo ataría más a esta tierra.

Suspiró. Thor seguía hablando y consideró de mala educación no poner atención a la tan elaborada explicación que le estaba dando.

–…En Asgard sus heridas sanaron con la rapidez habitual. Afortunadamente Byleistr no logró causarle alguna herida de gravedad, pero a ti sí… y es aquí donde te ofrezco una disculpa. Padre tiene muy claras las reglas y no podemos permitir la presencia de midgardianos en Asgard, por eso te dejé en el lago. Sabía que tu compañera te encontraría, aunque no haya sido la acción digna de un caballero.

Thor sonrió a modo de excusa. Katrina siguió inexpresiva.

-Él está bien. Una sentencia previa le retiene en Asgard, en una de las celdas principales, pero supongo que sabes lo que eso significa. Me pidió que tuvieras esto–le extendió nuevamente el emblema, ella lo miró pero no hizo ademán de tomarlo. Thor lo dejó en la mesita de centro–No me dijo nada más. Solo dijo que tú lo entenderías. Y… te ofrezco una disculpa. Por tratar de ayudar a mi hermano te terminé perjudicando a ti.

Un par de lagrimas rodaron por las mejillas de Katrina y ella desvió la mirada. Él tenía razón. No estaba dentro de sus planes enamorarse del terror que había azotado Manhattan meses atrás. Ni estaba dentro de sus planes que su novio previo fuera hermano de éste mismo y le hubiera causado todo el daño que le causó. Las heridas psicológicas le pesaban más que las físicas y no sabía cuanto tiempo le tomaría recuperar la confianza en sí misma. Dudaba volver a involucrarse con alguien más.

Se sentía vacía. Utilizada por todas las partes involucradas. Por Thor, como modo de "recuperar" a su estúpido hermano, por byleistr para "eliminar" a su estúpido hermano… y por el "estúpido hermano" por jugar con sus sentimientos a pesar de ser una simple midgardiana.

Tenia coraje, sí, pero principalmente con ella misma. Por confiar en la gente, por abrirle las puertas a un desconocido, no solo de su casa, sino de su alma. Si bien era cierto que jamás había sentido algo similar, esa especie de conexión extraña, sabia que no lo volvería a sentir por alguien más. Y tal vez eso era lo mejor. Caleb, (bueno, Byleistr) la había herido en muchas formas y dudaba recuperarse del todo en algún momento.

Respiró profundo y miró a Thor una vez más. Un millón de preguntas se agolparon en su mente. Un nudo en la garganta le impidió expresar por lo menos una de ellas y estuvo de acuerdo en que así fuera. No se sentía capaz de afrontar la respuesta a sus preguntas, aunque en el fondo ella ya las sabia.

Sabia que no volvería. Sabia que no lo volvería a ver nunca. Lo suyo no podía ser, su vida efímera no se podía comparar con la de un dios. Su vida pasaría en un suspiro suyo y no le veía sentido a que alguien como él desarrollara sentimientos por algo que duraría tan poco. Si ella estuviera en su lugar, no lo haría. O al menos de eso intentó convencerse.

No se dio cuenta de que Thor había dejado de hablar hasta que se movió, buscando que ella volteara a verlo. No sabía que era lo último que había dicho el dios del trueno y no le interesaba en lo más mínimo. Por mero reflejo, le devolvió una sonrisa incómoda que duró un segundo. Ahora fue el turno de Thor de mirarla sin expresión.

Permanecieron así durante una eternidad o, de acuerdo al reloj de pared, un par de minutos. Thor sonrió una vez más, incomodo y volvió a desviar la mirada hacia donde estaba el emblema. Los ojos verdes de la serpiente emitieron un tenue brillo por una fracción de segundo, tiempo suficiente para que llamara la atención de Katrina Whitelock.

–Thor…–murmuró y con eso disipó las dudas del dios del trueno sobre si era capaz de hablar – no puedo aceptarlo.

Sus ojos se llenaron de lagrimas. El asgardiano mostró preocupación y se removió, inquieto, en el sillón, no muy seguro sobre como actuar. Loki le había contado de ella lo suficiente como para encontrarla y cumplir su encargo. Pero, cuando la mirada de Loki se perdía en el vacío mientras hablaba de ella, le daba a entender a su hermano muchísimas cosas más y sabía que tenía que hacer algo al respecto. Se aclaró la garganta y esbozó su mejor sonrisa.

–A él ya no le pertenece.

Se levantó bruscamente del sillón y se dirigió a donde estaba Katrina. Posó su mano en el hombro derecho de la doctora y la miró fijamente a los ojos. Ella le sostuvo la mirada, un tanto sorprendida.

–Recuerda traerlo siempre contigo–puntualizó y se dirigió hacia la puerta con un par de zancadas.

Katrina se quedo sola una vez más en su departamento y fijó su mirada en la mesita de noche. Antes de que pudiera hacer algo, un trueno se escuchó a lo lejos y supo que ya era tarde para devolver el regalo.


Hola, queridos lectores! :)

Después de mil años reviví para subir el penúltimo capítulo de esta historia.

No hay justificación, solo disculpas. La depresión es una cosa peligrosa y las recaidas a la orden del día. Cambios, fracasos, éxitos, corazones rotos, sueños rotos y giros en mi vida hicieron que esto quedara muy, muy atrás en mi lista de prioridades. Por el momento ya me encuentro mejor y decidí por fin subir el capítulo que tenia un rato sentado esperando en el escritorio de mi fiel computadora.

Dudas, preguntas y comentarios serán recibidos y respondidos a la brevedad.

Agradezco de antemano a quienes vuelvan conmigo a terminar esta historia, y a los que apenas empezaron a leerla y llegaron hasta aquí, les agradezco.

...Ah! Y está por demás decir que esta historia se sitúa en una línea de tiempo donde no sucede nada de lo de las otras películas, solo de la primera de Avengers.

Aloine~