Aclaración:

1-Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo los tomo prestado para poder adaptar esta historia.

2-La historia es una adaptación a NaruHina, ya que la original fue escrita por Barbara Hannay y se titula "Un descubrimiento sorprendente", a mi parecer esta historia es muy buena, por eso quise compartirla con ustedes adaptándola a mi segunda pareja favorita.

3-La narración esta de parte de Naruto tanto como de Hinata, al igual que sus pensamientos.

Advertencias:

CATEGORÍA: "T".

AU- LENGUAJE UN POQUITO VULGAR…

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CAPÍTULO 11

Naruto nadó hasta el extremo más lejano de Florence Bay, donde los peñascos de basalto se juntaban con la arena. El sol ya estaba comenzando a declinar. Decidió cruzar la cala una vez más. De repente, se oyó un chillido y una gaviota salió volando.

Pensó que algo o alguien había asustado al pájaro y miró hacia la orilla. Pero no había nadie.

Sin embargo, habría jurado que alguien había estado allí. Siguió nadando para cruzar la cala, como había estado haciendo las seis semanas anteriores.

Se sentía libre de hacer lo que le daba la gana y cuando le daba la gana. Era el tipo de libertad que había deseado cuando trabajaba en Namikaze & Uzumaki. Pero en ese momento, su libertad tenía un lado amargo. No era lo que él había imaginado. Claro que con el tiempo, se sentiría mejor.

Cuando dejara de pensar en Hinata y Jiraiya.

Después de esa última vuelta le dolían los músculos. Le gustaba nadar hasta quedar exhausto. Eso lo ayudaba a dormir. Dejó que las olas lo arrastraran hacia la orilla, se puso en pie y se dirigió hacia su toalla. Se sacudió un alga que le colgaba del pecho y por el rabillo del ojo pudo ver que caía sobre una botella que estaba medio enterrada en la arena.

Se secó y vistió. Al agacharse a recoger sus cosas, volvió a ver la botella y, por un momento, pensó que tenía algo dentro.

Algo como papel.

Pensó que en la vida real no ocurrían esas coincidencias y, sin pensarlo más, se dirigió hacia el coche.

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Hinata había alquilado un bungalow en Magnetic Rendezvous. Estaba mucho mejor desde que había regresado. Su casita de Sunshine Coast le gustaba, pero desde que Naruto había decidido quedarse un tiempo en Australia, sentía como una fuerza que la atraía hacia el norte.

A pesar de los nervios de ella, esa noche Jiraiya se había dormido enseguida. Lo tapó con una mantita de algodón y salió hacia el cuarto de baño. Se miró al espejo. Aparte de que tenía los senos más grande, si es que era posible tenerlos de un tamaño mayor del que ya los tenía, apenas se notaba que había dado a luz hacía poco. Ya podía ponerse la ropa anterior al embarazo. Se retocó el pelo y el lápiz de labios y se puso unas gotas de perfume.

En la cocina, todo estaba preparado y en horno se asaba un pollo. Miró el reloj. Si su plan había funcionado, Naruto estaría llamando a su puerta al cabo de unos minutos.

Examinó la mesa otra vez. El vino estaba frío y las orquídeas se veían preciosas. La luz era tenue y acogedora. Puso la televisión para que no pareciera que estaba esperándolo ansiosa. No podía concentrarse en ningún programa. Solo podía pensar en Naruto y en lo que le diría cuando llegara.

Pasó un cuarto de hora y Hinata empezó a dudar. ¿Habría visto la botella? La había dejado cerca de su toalla, pero podía ser que pasara de largo sin verla.

O también que la viera, leyera el mensaje y no hiciera caso. Esa última idea era insoportable.

Pensó que esperaría cinco minutos más y que si no llegaba, llamaría a la nueva recepcionista de acento americano. Se llamaba Sakura y era muy amable.

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En la ducha, Naruto dejó que el agua caliente se deslizara por su espalda. Era muy relajante.

De pronto, recordó la botella en la arena y le vino a la mente una idea extraña.

Cuando él había llegado a la playa, la arena estaba limpia y la botella no estaba allí.

Trató de calmarse. Mientras nadaba, le había parecido ver a alguien. La gaviota había volado asustada. Estaba seguro que alguien había estado allí.

Y quienquiera que fuese, había dejado la botella cerca de su toalla.

Se secó apresuradamente y se vistió. Buscó una linterna. Quizá estaba loco, pero le parecía muy importante volver a la playa y encontrar la botella.

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-Lo siento –le dijo la recepcionista a Hinata-. El señor Namikaze no está. Lo he llamado, pero no contesta.

-Muchas gracias. Lo intentaré de nuevo más tarde.

Pensó que era una idiota. ¡Se había dejado llevar por una fantasía romántica! Durante las seis semanas anteriores, sus sentimientos hacia Naruto se habían hecho tan fuertes, tan irresistibles, que no podía aguantar más. Había llegado al punto en que tenía que hacer algo para recuperarlo.

Fue cuando se le ocurrió enviarle un mensaje dentro de la botella. Era una idea romántica y le gustó. Decidió ponerla en práctica.

Pero él no llegaba, y Hinata pensó que había sido una idea estúpida, una idea patética. Quizá su instinto maternal le había secado el cerebro.

Sacó del horno la cacerola con el pollo y dos lagrimones le rodearon por las mejillas. Se sentía vacía, deprimida.

Desde que tomó el avión en Brisbane, y luego el ferry hasta la isla, estaba como flotando, llena de esperanzas. Preparó la cena, corrió a la playa a colocar la botella. Se arregló. Pero no había servido de nada. Había hecho el ridículo. Naruto no había venido.

Desconsolada y decepcionada, había perdido el apetito y no quiso cenar. Tampoco se molestó en quitarse el maquillaje. Solo quería acurrucarse en la cama y desaparecer.

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-Sakura, ¿me ha llamado alguien? –preguntó Naruto sin aliento cuando entró corriendo en el vestíbulo. Al llegar a la bahía, la marea había subido y la playa estaba cubierta por el agua. No había podido encontrar la botella.

Estaba desesperado.

La recepcionista lo miró sorprendida.

-Sí, Naruto. Una chica ha preguntado varias veces por ti.

-¿Una joven? –repitió. Se había quedado sin aliento por la emoción.

-Hinata Hyuga –aclaró Sakura. Sus ojos lo decían todo-. ¿No sabías que se ha registrado en el bungalow dieciséis?

-¿Ah, sí? –respondió Naruto, intentando aparentar indiferencia mientras que en realidad estaba asombrado y emocionado. El corazón le retumbaba en el pecho. ¡Hinata estaba en la isla! Miró el reloj-. Supongo que a estas horas ya estará dormida. Si es que quiere algo, seguro que volverá a llamar mañana.

Consiguió salir del vestíbulo con paso tranquilo, pero en cuanto estuvo afuera, echó a correr.

El bungalow dieciséis estaba en total oscuridad.

Se quedó mirando la ventana con las cortinas cerradas y gimió. ¡Hinata estaba dentro! Había intentado encontrarlo. Sabiendo eso, ¿cómo iba a poder esperar toda la noche? Iba a llamar a la puerta, pero pensó que despertaría al bebé. Suspiró y decidió marcharse.

Pero no podía darse por vencido, sabiendo que Hinata estaba dentro. Llamó a la puerta.

-Hinata, ¿estás ahí?

Se oyó como alguien se acercaba a la puerta dando tumbos en la oscuridad.

Se encendió una luz. Naruto intentó calmar su respiración.

Al abrirse, apareció Hinata con los ojos rojos e hinchados y el maquillaje corrido.

-¿Naruto? –susurró- ¿Eres tú?

-Sí. Me han dicho que intentaste hablar conmigo.

-Sí, te llamé –estaba sorprendida y le temblaba la voz.

-Temía que le hubiera pasado algo a Jiraiya. ¿Está bien?

-Sí, está bien. Ya no esperaba que vinieras. Es tarde –con una mano intentó arreglarse el cabello y con la otra se estiró el camisón.

A pesar de estar recién levantada, Hinata se veía elegante y sensual.

-Siento mucho haberte despertado.

-No me has despertado –vaciló un momento-. ¿Quieres entrar?

-Claro.

Hinata se sintió confusa, pero se apartó de la puerta para dejarlo pasar.

-Caramba –murmuró entre dientes-, debo estar horrible –se volvió y le sonrió con timidez-. ¿Me dejas un minuto para que me lave la cara?

-Claro.

Hinata desapareció y Naruto se quedó dando zancadas por la sala. Estaba nervioso e inquieto, como si lo fueran a examinar. No tenía ni idea de por qué Hinata estaba en la isla. Era obvio que había estado llorando.

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Hinata se frotó la cara con decisión. Qué desastre, estoy horrible, pensó. Deseaba tanto estar guapa para Naruto… Lo había planeado todo para que fuera perfecto: la comida, el vino, las flores, la ropa… Se secó la cara y se cepilló el cabello. Estaba pálida y ojerosa, pero al menos tenía la cara limpia. Intentó sonreír delante del espejo. No quería hacer esperar a Naruto.

En la sala, él estaba nervioso y cariacontecido. Ella que lo había planeado todo para una velada relajada y placentera, no para más tensiones y preocupaciones. Le indicó que se sentara y ella también se sentó.

Qué guapo estaba. Cómo chisporroteaba el azul de sus ojos y cómo le brillaba el pelo rubio. Y qué manos tan bonitas tenía. Estaba bronceado y muy en forma. Le sentaba bien vivir en la isla.

-Supongo que te sorprende verme aquí –le dijo con timidez.

Él asintió. Ella nos sabía por dónde empezar.

-¿Cómo está Jiraiya? –preguntó Naruto.

-Está muy bien.

-¿Ha crecido mucho?

-Un montón. ¿Quieres verlo?

-Sí, me gustaría mucho.

Hinata se levantó y lo acompañó al dormitorio. A la luz de la lamparita, el pequeño Jiraiya dormía con el puño regordete junto a la boca. Ella lo miró embelesada.

Miró a Naruto.

-Está mucho más gordo –observó este.

-Sabe muy bien cuáles son sus prioridades –convino Hinata-. Lo que más le interesa es la comida.

-Ese es el truco, compañero –murmuró-. No dejes que se te complique la vida.

Los dos se sonrieron y salieron de puntillas de la habitación.

Una vez más, se sentaron el uno frente al otro y se miraron, incómodos.

Hinata miró hacía la cocina.

-Había hecho cena, pero ya estará fría.

-¿Hiciste cena? ¿Me esperabas a cenar?

Ella suspiró.

-En realidad fue una idea estúpida. Puse un mensaje en una botella y la dejé en la playa cerca de tu toalla. Supongo que no la viste.

-O sea, que había un mensaje en la botella… -dijo en voz baja, casi para sí.

-Ya te lo dije. Fue una idea estúpida. Una de esas ocurrencias que parecen brillantes cuando las piensas, pero…

-Cuando se me ocurrió que podía haber un mensaje, la marea ya había subido y no pude encontrar la botella.

-¿Volviste a la playa para buscarla? ¡Pues sí que enredé las cosas!

Naruto se inclinó un poco y le dedico una de sus sonrisas cautivadoras.

-Quizá las cosas no estén tan enredadas. Ahora estoy aquí. Dime lo que me querías decir.

Ella tragó saliva.

-Me pasé horas escribiendo esa nota, buscando las palabras exactas. Quería explicarte tantas cosas…

-Soy un buen oyente.

Ahora o nunca, pensó Hinata, pensó Hinata, pero su estómago daba saltos.

-Bueno, quería explicarte que tal vez estaba arrepentida de hacer que te marcharas pronto -mientras la escuchaba, él no decía nada. Hinata se humedeció los labios. Estaba muy nerviosa y se sentías enferma. Solo deseaba que Naruto la abrazara-. Debí haberte dado la oportunidad de decirme lo que tú sentías. Estaba demasiado ocupada pensando en mí misma. Pero, Naruto, lo que hiciste por Jiraiya y por mí la noche del parto fue tan… tan especial… -estaba satisfecha porque había conseguido no llorar, pero la forma en que Naruto la miraba la hacía desfallecer. Se puso a dar vueltas-. He estado reflexionando sobre lo que tú dijiste acerca de que no habíamos seguido el camino usual para conocernos. Todo pasó muy deprisa y no nos dimos la oportunidad de comprendernos. Necesitamos cumplir esa etapa de nuestra relación –él arqueó las cejas-. Por eso he pensando mientras estés en la isla… -hizo una pausa y le preguntó, extrañada- ¿Por qué estás aún aquí, Naruto? ¿No tendrías ya que estar en Seattle?

-Ya hablaremos de eso luego. Cuéntame más sobre tus planes para nuestra relación.

-¿O sea, que te interesa el tema?

-Ligeramente.

-Ya veo –a Hinata se le encendieron las mejillas y se le secó la garganta. Naruto se puso en pie y la miró de una manera extraña.

-Lo siento, Hinata. Te estaba tomando el pelo. La verdad es que me interesa muchísimo todo lo que tengas que decir sobre nosotros –ella tragó saliva-. ¿Qué es lo que has pensado? –le preguntó con voz muy seria.

-Creo que sería muy buena idea que intentara conocer mejor al padre de mi hijo –él sonrió con ternura y se acercó a ella. Sus ojos se clavaron en los de Hinata-. Un día me dijiste que tu forma de conocer mejor a alguien era cara a cara –su voz no era más que un susurro-. Por eso he venido.

Naruto le tomó la mano.

-Y tú me contestaste que aún era mejor boca a boca.

La atrajo hacia sí y le alzó la barbilla, mientras acercaba su boca a la de ella.

-Solo para probar el sabor –murmuró mientras le mordisqueaba un labio.

-Prueba todo lo que quieras –le contestó ella.

-No te preocupes. Esa es mi intención –volvió a tomarle la mano-. Pero primero, cuéntame algo más de por qué has venido.

Hinata volvió a tragar saliva.

-Así han sido las cosas entre nosotros. Hemos pasado juntos algunos momentos increíbles –sintió que se ruborizaba-. Fabricando bebés, trayéndolos al mundo… Parece que lo que se nos da bien son los momentos importantes.

-Es que somos estupendos en los momentos importantes. Hinata.

-Pensé que también se nos podrían dar bien las cosas insignificantes.

-¿Cómo ser amigos?

-Sí. Si quieres podemos ir paso a paso y con poca intensidad.

-Paso a paso y con poca intensidad –repitió él, y su voz temblaba de emoción. La miró con un gesto displicente-. ¿No querrás que repasemos todas aquellas reglas…?

-¿Reglas?

-Seguro que no te has olvidado.

-No, en realidad no. A decir verdad, no quiero nada de baja intensidad.

-¡Qué alivio!

Ella respiró hondo.

-La verdad es que –volvió a tomar aliento- tenía muchas razones para permanecer alejada de ti, pero se han evaporado. Mi corazón ha ganado. Te amo, Naruto.

-¿Estás segura?

-El año pasado creía que estaba segura, pero desde hace seis semanas, sé que estoy segura –la emoción no la dejaba hablar y, en un instante, las lágrimas le rodeaban las mejillas-. He llegado al punto en que te necesito tanto que no puedo pensar en nada más.

-¡Oh, cariño…!

La estrechó fuertemente entre sus brazos mientras ella sollozaba sobre su pecho.

-Pues ya lo sabes. Lo expresaba mucho mejor en mi carta.

-Hinata, no podías haberlo dicho mejo. En todo el mundo, no hay mejores palabras –sus labios ardientes la besaron en la frente, las mejillas y los párpados.

Hinata lo miró con una sonrisa tímida y le dijo:

-Hice que te fueras y aquí estoy ahora, echándome a tus pies.

-Sigue haciéndolo. Se te da muy bien.

Hinata se sentía más valiente y lo besó varias veces.

-Antes de que me eche demasiado lejos, quizá debería hacer algo para conocerte mejor.

-¿Qué es lo que quieres hacer?

-¿Cuánto tiempo piensas quedarte en la isla?

-Me quedaré aquí por mucho tiempo. ¿Sabes? –le sonrió con picardía-, he comprado este lugar.

-¿Has comprado el Magnetic Rendezvous?

-Sí.

-¿Estás de broma? –estaba desconcertada- ¿Por qué?

-Por dos razones –le beso la punta de la nariz-. Tú eres una –le beso la barbilla-. Y Jiraiya la otra.

El corazón de Hinata empezó a latir como loco.

-Pero, Naruto… Yo creía que eras un gran hombre de negocios. No creo que este lugar sea una buena inversión. Danzo no ganaba mucho dinero. ¿Hiciste averiguaciones?

-Hice un estudio completo y será un éxito. Tengo planes para convertirlo en un complejo de turismo ecológico. Un centro de estudios marinos. Es el tipo de negocios que siempre he deseado.

-Suena muy bien. Pero ¿y qué hay de Namikaze & Uzumaki?

-Lo vendimos.

-¡Caramba! –Hinata estaba anonadada.

-Ya te lo explicaré luego –susurró abrazándola de nuevo-. Ahora tenemos cosas más importantes en qué pensar.

-¿Querías…?

-Solo quiero pensar en nosotros. Tú, Jiraiya y yo. Mírame, Hinata –ella lo miró y vio que el azul de sus ojos estaba lleno de emoción. Pensó que se iba a desmayar-. De momento, me voy a concentrar en ti –sus labios entreabiertos acariciaron la boca de ella-. Quiero decirte una y otra vez lo mucho que te amo.

-Oh, Naruto…

-Me su cuenta la noche en que nació Jiraiya. Esa noche supe que estaba enamorado de ti desde hacía meses. Posiblemente, desde el momento en que te conocí, pero es que soy algo lento… Casi me muero cuando tuve que separarme de ti en el hospital.

Ella hizo un gesto.

-Sí, pero lo hiciste…

-Lo hice porque te amaba y eso era lo que tú querías. Cuando me di cuenta de que anteponía tus deseos a los míos, supe que estaba perdido. Pero no volveré a perderte. Te necesito en mi vida, Hinata, todos los días.

A ella no le cabía el corazón en el pecho. No podía ni hablar.

Pero no importaba. Los fuertes brazos de Naruto la alzaron y la trasportaron hacia el sofá. La sentó sobre sus rodillas y Hinata no pudo resistir la tentación de acariciar sus hombros. Se besaron.

-¿Te casarás conmigo, Hinata? -le susurró al oído.

¡Sí! Quería gritar, pero estaba tan henchida de felicidad que no pudo pronunciar palabra. Pero no importaba. Miró a Naruto y sus ojos se lo dijeron todo.

El resto de lo que tenían que decir, se lo dijeron boca contra boca.

FIN…

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Epílogo

Cuando Naruto Namikaze atravesó el salón de su casa, había tanto silencio que se preguntó dónde estaría su familia. Al ver a Hinata sentada en la terraza junto a Haru, sonrió. Estaban disfrutando del atardecer u recibiendo la brisa de la bahía. Corrió las puertas de cristal y salió a verlas.

Se oían voces infantiles.

-Ya regresan nuestras buscadoras de caracolas –comentó Haru cuando él se inclinó a besarle en la mejilla.

-Hola –le dijo Hinata sonriendo, y se besaron. Como siempre que Naruto la besaba, el corazón le dio un brinco de alegría.

Las voces se acercaron.

-Abuelita Haru, mira que caracola tan bonita he encontrado.

-Yo también tengo una.

Naruto miró en dirección a las voces. Solo se veían dos sombreros de paja detrás de las dunas, pero él sabía que debajo, estaban sus dos hijas mellizas de seis años, Kazumi y Himawari.

Las dos hermanas eran muy diferentes. La que llegaba como un torbellino era Kazumi, de cara redonda y cabellos rubios. Detrás, más pausada, iba Himawari, agarrando su preciado tesoro. Sus ojos eran blancos y tenía el pelo azul oscuro.

Naruto se sentó y abrazó a Hinata por los hombros.

-La mía es una caracola con pintas –anunció Kazumi, dejándola en el regazo de Haru.

-Es preciosa –exclamó su abuela sonriendo. Era asombroso verla tan tiesa y alerta a sus noventa años-. ¿Y tú que has encontrado, Himawari? –la otra niña le dio una caracola rosada perfecta-. Esta también es preciosa. Y tan delicada… Sois unas buscadoras de caracolas muy listas.

-Son para ti –le dijo Kazumi.

-Muchísimas gracias. Les buscaré un sitio especial cuando vuelva a casa –les sonrió-. Tal vez queráis regalárselas a Jiraiya para su cumpleaños.

-El dice que las caracolas son para niñas –explicó Himawari-. Jiraiya solo colecciona erizos.

-Ya entiendo –les guiñó un ojo a Hinata y a Naruto.

-Por su cumpleaños le han regalado un traje de buceo, un cinturón con lastre y una linterna subacuática para que pueda ir a bucear con papá.

-¡Diez años! Parece mentira que sea tan mayor –dijo Haru.

-Eso es lo que mamá estaba diciendo esta mañana. Ella y papá estaban hablando de cuando Jiraiya nació – dijo Himawari. Hinata y Naruto se sonrieron.

Kazumi añadió:

-Pero entonces papá empezó a besar a mamá, en medio del desayuno. Pero no le dio un beso normal, sino uno muy largo.

-¡Eh! ¿Qué es eso de contar chismes? –se rio Naruto. Por suerte las niñas ni sabían todo lo que habían estado haciendo Hinata y él esa mañana.

-No me están contando nada que yo no sepa –dijo Haru.

-¿Qué os parece si vais a buscar a vuestro hermano? –intervino Hinata-. Es casi la hora de la merienda de cumpleaños. Recordadle que hay tarta de chocolate.

-Lo vi en el acuario de los caballitos de mar –les dijo Naruto mientras se alejaban-. Ahora los empleados lo llaman "el aprendiz" –añadió, mirando a Hinata-, porque cuando viene del colegio se pasa horas en la zona de investigación.

-Los caballitos de mar le encantan .respondió Hinata.

Haru los miró a los dos.

-Lo que dije antes lo dije enserio. Estoy muy contenta de ver que tenéis un matrimonio muy especial –sonrió y los ojos se le pusieron ligeramente nublados-. Sé que parece una tontería, pero se lo he dicho a mi Jiraiya y sé que él también está contento.

-Oh, Haru –Hinata se acercó y le agarró la mano-. Le estamos tan agradecidos a tu Jiraiya… Naruto y yo no nos habríamos conocido si no hubiera sido por él. Estoy segura de que cuando lanzó la botella al mar, sabía que, pasara lo que pasara, algún día llevaría la felicidad a alguna parte.

-Yo también lo creo, cariño.

Naruto miró hacia el horizonte, al mar de Coral, adonde Jiraiya había zarpado y del que no había regresado. Siempre lo entristecía pensar que su abuelo no había podido disfrutar del matrimonio. ¡Él estaba tan feliz y satisfecho del suyo! Incluso su trabajo era muy satisfactorio. Hacía algo que de verdad le gustaba, y además, ganaba dinero.

La voz de Haru interrumpió sus pensamientos.

-Me siento tan feliz de haber podido conocer a vuestros pequeños…

-Y podrás di frutar de ellos durante diez años más por lo menos. Estarás aquí cuando cumplas cien años, Haru –le garantizo Naruto-. Ahora voy a abrir una botella de champán. Señoras, ¿me harán el honor de acompañarme en esta celebración?

-Naturalmente –contestaron al unísono.

Instantes después, había descorchado la botella y estaba llenando las copas.

Hinata ayudó a Haru a levantarse y los tres miraron al mar.

Naruto alzó su copa y brindó:

-Por Jiraiya Namikaze, el mayor, marido de Haru y abuelo mío, un brillante escritor de cartas –entrechocaron las copas y dieron un sorbo. Miro a Hinata con una sonrisa y la besó en los labios. Sabía a champán, a risas y a amor-. Y por Jiraiya Namikaze, el pequeño, nuestro hijo y nieto –terminó.

En ese momento se oyeron las pisadas de los niños que llegaban corriendo. El primero era Jiraiya, con su pelo rubio despeinado y los ojos azules chispeando. Detrás iban sus hermanas.

-¿Es verdad que vamos a tomar tarta de chocolate? –gritó sin aliento.

Los adultos rieron. Naruto abrazó a su hijo.

-Como iba diciendo… Por Jiraiya Namikaze. El pequeño, un chico que desde el mismo momento en que nació, siempre tuvo mucho sentido de la oportunidad.

Volvieron a reír, entrechocaron las copas, brindaron y bebieron el champán.

Hinata y Naruto se miraron.

-¡Uy… uy…uy! –Kazumi le dijo a Humawari-. Me parece que están pensando en volver a besarse.

La niña era adivina.

Fin del epílogo…

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Hola!

Cómo prometí le traje rápido el final. Espero que esta maravillosa historia les gustara tanto como a mí.

Sin más me despido y aunque dejaré de subir historias por bastante tiempo, siempre estaré por aquí leyendo fics y mordiendo mis uñas con cada intriga que me produzcan.

En verdad los/as quiero.

Saludos y espero que siempre tengan un motivo por el cual sonreír.

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Gracias a todos aquellos que me apoyaron y siguieron a lo largo de la historia =)

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LES AGRADEZCO A TODOS LOS QUE DEJARON SUS COMENTARIOS O QUE SÓLO LEYERON, Y QUE TAMBIÉN PUSIERON ESTA HISTORIA EN SUS FAVORITOS Y ALERTAS…¡MUCHAS GRACIAS!... =)

*Anael1510*

*SunnyNara*

*daniela hervar*

*MusaSpinelli*

*AkimeMaxwell*

*MelyAn-3*

*Candice Saint-Just*

*Uzumaki Tsuki-Chan*

*Koneworld*

*Akane Uzumaki-chan*

*Noelialuna*(Muchas gracias por tu comentario, jajaja a mí también me dieron ganas de matar a Hinata al final del capi anterior. Espero que esté también te gustara, saludos)

*Elaine Haruno de Uchiha*

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Por favor dejen sus "REVIEWS", positivos o negativos, ONEGAI… :) no necesitan tener una cuenta para poder comentar. Hasta pronto.

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"…SaKu-14…"