Aclaración:

1-Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo los tomo prestado para poder adaptar esta historia.

2-La historia es una adaptación a NaruHina, ya que la original esta escrita por Barbara Hannay y se titula "Un descubrimiento sorprendente", a mi parecer esta historia es muy buena, por eso quise compartirla con ustedes adaptándola a mi segunda pareja favorita.

3-La narración esta de parte de Naruto tanto como de Hinata, al igual que sus pensamientos.

Espero que sea de su agrado, si no lo es, quisiera que me lo hicieran saber con sus opiniones ya que en verdad sería importante para mí saber lo que piensan.

Advertencias:

CATEGORÍA: "T".

AU- LENGUAJE UN POQUITO BULGAR…

Nombre de los personajes originales:

Sam Kirby y Meg Bennet.

Argumento:

Naruto Namikaze se quedó asombrado cuando encontró a Hinata Hyuga ocho meses después de se breve idilio. ¡Su embarazo estaba muy adelantado, y el bebé era de él!

Después de la forma en que terminó todo, Hinata no estaba exactamente deseando que aquel playboy millonario volviera a su vida. Así que hicieron un trato. Naruto sólo se quedaría hasta que el bebé naciera. Pero un vez que había conseguido recuperar a Hinata, ¿dejaría que ella se le escapara otra vez?

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PRÓLOGO

Faltó poco para que Hinata no viera la antigua botella medio enterrada en la arena húmeda.

Casi todas las tardes, durante sus paseos solitarios por la playa de Magnetic Island, hallaba caracolas, trozos de coral y ramas que había traído la marea. A veces, había también flotadores de pesca, maderos de algún naufrago ocurrido en la Gran Barrera de Coral, y… botellas.

Aquella tarde, al pasar cerca de la vieja botella, un rayo de sol del crepúsculo se reflejaba sobre el vidrio. Parecía que parpadeaba. Hinata se detuvo picada por la curiosidad. La parte que se veía era el cuello y estaba precintado. Un presentimiento hizo que desenterrara la botella de la arena.

A primera vista estaba vacía, pero cuando la miró a contraluz, vio que contenía un pequeño rollo de papel envejecido. Se quedó sin respiración.

Una carta.

Una carta dentro de una botella.

Su primera reacción fue d entusiasmo. Sentía una agitación algo infantil y se le ocurrían mil preguntas. De pronto, sintió como una premonición y se le aceleró el corazón. Era como si ella y la botella tuvieran algo en común, una conexión leve pero importante. Intentó descartar la idea, pero no lo consiguió.

La noche tropical se estaba cerrando y sólo quedaba un leve resplandor rosado coronando las colinas de la isla. El agua de la bahía estaba oscura y las olas golpeaban con suavidad la arena.

El resto del mundo iba a sus quehaceres, como todas las noches, pero Hinata se sentía diferente, como si una mano invisible hubiera tocado su vida.

Apretó la botella contra su pecho, y se apresuró a volver a lo largo de la playa y por el caminal hasta donde estaba su coche. La envolvió con cuidado en una toalla y la colocó debajo del asiento de su Mini. Pensó que esperaría a llegar a casa para abrir la botella con sumo cuidado y leer la carta con calma.

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CAPÍTULO 1

Lo último que Naruto Namikaze necesitaba era otra mujer bonita en su vida.

Ya se lo había dicho muchas veces a su asistente personal, quien se pasaba el día haciendo malabarismos para poder encajar la apretada agenda social de Naruto con su frenética agenda de trabajo.

Por eso, al entrar en su despacho del centro de Seattle, después de su última refriega empresarial, no esperaba encontrar encima de todo los papeles para su atención inmediata, la foto de una hermosa chica en bikini.

-Sakura, ¿qué es esto? –se giró tan súbito que casi chocó con su asistente.

-Llegó esta mañana en un envió urgente desde Australia –dijo Sakura, tomando unos papeles de la mea-. Un empresario hotelero de una isla lo envió junto con un recorte de periódico y una carta.

Naruto frunció el ceño.

-Si se trata de otra estratagema publicitaria, tíralo a la basura. Tal como están las cosas no podré tomarme vacaciones en diez años.

-No es publicidad, Naruto. Me temo que es algo más.

Con una mueca de desesperación, él tomó el recorte que Sakura le daba. La foto era de una pelimorada encantadora, en medio de una playa tropical perfecta, sujetando una vieja botella. Su nombre, escrito al pie, era Hinata Hyuga.

Naruto miró la foto más tiempo del que era necesario.

La chica lucía un top de bikini y un sarong de distintos tonos de azul atado alrededor de sus delgadas caderas. Tenía la cintura blanca como las rosas de ese color y el pelo era una cascada liza y brillante.

Pero no era sólo otra chica bonita más.

Lo que a Naruto le pareció interesante fueron sus ojos, que lo miraban, casi magnéticos, desde el papel.

Le molestaba no poder determinar el color exacto de esos ojos, y por un segundo pensó en que le gustaría verlos de cerca, justo antes de besarla.

-Naruto, tu agenda social está llena hasta el mes próximo –comentó con dureza la asistente-. Además, esa chica vive al otro lado del océano Pacífico.

-Qué lástima –respondió él con una sonrisa pícara, antes de concentrarse en el recorte del periódico australiano-. Una carta de amor en una botella, encontrada en una isla tropical –leyó en voz alta, y luego el resto en silencio.

Al terminar, miró a Sakura intrigado.

-No entiendo por qué nos mandan esto. Un aviador estadounidense le escribió una carta a su esposa en 1942 y la metió en una botella. Ahora, sesenta años más tarde, ha aparecido en la Gran Bretaña de Coral. ¿Y qué más da?

-Tal vez estuviste demasiado distraído por la foto para date cuenta –contestó Sakura-. La historia también menciona que trataban de encontrar al estadounidense que escribió la carta, o a sus descendientes.

-¿Y eso qué tiene que ver con nosotros, Namikaze & Uzumaki?

Sakura se estiró la chaqueta de su impecable traje y Naruto se sintió alarmado.

-¿Sakura, qué pasa?

Ella sonrió con dulzura.

-Según esta carta del director del complejo turístico de la isla, ya se ha identificado al hombre que escribió la carta y a sus descendientes.

-¿Y?

-Y su nombre era Jiraiya Namikaze.

-Mi abuelo… -añadió Naruto con un suspiro de incredulidad.

-Sí.

-¡Uf! –Naruto cerró los ojos durante un par de segundos. Luego miró a Sakura de nuevo- Jiraiya Namikaze murió durante la guerra. Mi padre ni siquiera lo llegó a conocer –volvió a mirar la foto y a la botella que sostenía la muchacha-. ¿Quién iba a pensarlo? –tendió la mano para que Sakura le diera la carta-. ¿Qué más dice ese australiano?

-Toma.

A medida que iba leyendo se le iba haciendo un nudo en el estómago.

-¿A qué juega? Dice que había un testamento nuevo en la botella, y que no develará los detalles hasta que un miembro de mi familia vaya allí.

-Tu padre no podría hacer ese viaje.

-Claro que no. Está demasiado débil. ¿Pero como pretende ese hombre que yo lo dejé todo y me vaya a una isla tropical en las antípodas? ¡No tengo tiempo para dedicarle a esto!

Sakura miró a su jefe por encima de las gafas.

-Hay mucho en juego. Namikaze & Uzumaki a pertenecido a tu familia durante cuatro generaciones.

-Lo sé, lo sé. Hay algo sospechoso en todo esto. No me gusta la forma en que el australiano se niega a darnos la carta a menos que vayamos en persona. Tendré que pensarlo.

Sakura asintió y volvió a su despacho en la oficina contigua.

Naruto dejó la foto y los papeles sobre la mesa y con las manos en los bolsillos se dirigió hacia un ventanal desde el que se veía la costa de Seattle y el muelle de Bell Street.

La inesperada noticia sobre su abuelo lo había pillado desprevenido.

Era lo último que necesitaba. Desde que su padre tuvo el ataque al corazón, Naruto era el único responsable de dirigir la enorme y multimillonaria empresa de construcción de la familia. Desde hacía tres años, había estado trabajando a un ritmo abrumador que no parecía que fuera a disminuir.

Y justo entonces, un antepasado al que ni siquiera conocía y en quien rara vez pensaba, iba y le ponía una zancadilla.

Respiró hondo para aliviar la tremenda tensión que sentía.

Apesadumbrado, miró hacia afuera. Esa tarde, todo Seattle parecía desprovisto de color. Aunque la primavera estaba avanzada, el cielo plomizo y los edificios grises se reflejaban sobre un mar oscuro. Incluso las islas del litoral eran como borrones cenicientos flotando sobre un agua plomiza.

La idea de escaparse hacia el sol y el calor lo atraía. Pensó que podría ir a recoger la carta y robar un par de días para zambullirse junto a los arrecifes de coral y para oler los franchipanes. Y… para comprobar el color de los ojos de Hinata Hyuga.

Volvió a su mesa enfrascado en un dilema. Necesitaba saber si el testamento hallado en Australia era legítimo y si contenía alguna disposición que cuestionara que la propiedad de Namikaze y Uzumaki fuera legal. Pensó, además, que debía evitar que sus competidores se enteraran del asunto del testamento.

-Naruto –la voz de Sakura era vacilante y llena de comprensión-, acabo de recibir una llamada de un periodista del Seattle Times. Quiere hablar contigo. Al parecer ya sabe lo de la botella –Naruto masculló algún improperio-. Va a ser un verdadero festín para la prensa, sobre todo desde que ese columnista de los ecos de sociedad te nombró como el soltero más apetecible de Seattle.

Naruto se pasó la mano con furia por el espeso y claro cabello.

-Me parece que ya no tengo muchas alternativas. Tendré que ir a Australia y aclarar este asunto de la botella cuanto antes.

-Puedo hacerte una reserva –dijo Sakura.

-Sí, gracias. Y quiero que avises a mis abogados para que tengan a alguien disponible todo el tiempo, por si el tipo ese quiere hacerme alguna jugada –hizo una pausa y se quedó pensativo mirando la foto de la chica con la botella.

Al ver su mirada, Sakura suspiró y exclamó:

-Pobre Hinata Hyuga.

-¿Por qué dices eso?

-Parece una chica dulce. Pienso que si das un salto hasta su tranquila islita para pasar unos días y luego das otro salto de regreso, deberías llevar las luces de precaución.

-No soy un peligro para las mujeres –contestó Naruto ofendido-. Tan solo me atraen.

-Claro –replicó Sakura y se alejó murmurando algo sobre los peligros de ser encantador y de que algún día deberían cambiarse las tornas.

Naruto volvió a posar la mirada sobre la foto de la enigmática Hinata Hyuga. Le parecía que su linda cara reflejaba una inteligencia y honradez que sugerían que no iba a dejar que ningún hombre se aprovechara de ella a menos que ella así lo quisiera.

Dejó de pensar en ello. Iba a Australia por el testamento, el mensaje que su abuelo había puesto en la botella, y no por la hermosa chica que lo había encontrado por casualidad.

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Hinata se alegró de ver que el arrecife estaba mejor que nunca esa mañana. Cuando buceaba de regreso a la playa de la Bahía Florence, lucía el sol y no hacía ni pizca de viento. El agua estaba templada y transparente. La visibilidad era perfecta para que su grupo de turistas pudiera disfrutar del fantástico espectáculo submarino.

Debajo de ellos, peces mariposa dorados exploraban con sus hocicos alargados por entre las ramas de rojo coral. Cerca de allí, bosques de corales azules, con puntas rosadas resplandecían como árboles de Navidad.

Una raya manchada, camuflada en la arena, desplazó de repente una nube de arena blanca, ondeando su cuerpo mientras se alejaba.

Había pasado toda la mañana guiando a los huéspedes a través de un tesoro de belleza natural. Le gustaba mucho compartir la emoción que sentían los primerizos al descubrir los increíbles secretos del mar tropical.

Al llegar a la playa, se quitó las aletas, la máscara y el tubo y esperó a que fueran saliendo los del grupo.

El estadounidense, que estaba más cerca de ella, se quitó la máscara y exclamó:

-Ha sido fantástico. No esperaba ver tantas variedades de peces doncellas en un mismo lugar.

-¿Conoces a los peces doncella? Parece que investigaste un poco antes de venir de vacaciones –sugirió Hinata mientras se acercaban al cerco de arena de la bahía.

-No he tenido nada de tiempo para investigar, pero los peces tropicales me han interesado desde que era así de pequeño –acercó la mano a su rodilla, sonriendo burlón.

¡Ay, ay, ay!, pensó Hinata, al recibir el impacto de la sonrisa. Era mejor que la mayoría de los artistas de cine.

Tenía los ojos de un azul turbio. Se sintió incómoda al notar que solo de mirarlo se le aceleraba la respiración. No era la sensación cómoda y amigable que sentía con otros clientes.

Agarró la toalla para secarse el cabello. ¿Qué le pasaba? Ese estadounidense no era el primer turista atractivo al que había acompañado a bucear.

No iba a reaccionar más así. El tipo ese ya podía sonreír lo que quisiera, que ella no iba a dejar que la afectara. Alguna compañera de trabajo lo había pasado muy mal después de enamorarse de un turista. No valía la pena.

Saludó con la mano al grupo de alemanes que salían del agua, mientras pensaba que el atractivo especial del chico de los ojos azules solo se debía al entusiasmo que había mostrado por el arrecife.

Aun así, se sintió azorada al abrir la cremallera del traje de lycra de cuerpo entero que llevaba para protegerse contra posibles arañazos.

Su acompañante se quitó el traje y Hinata no pudo evitar mirar de reojo sus anchos hombros y su cuerpo alto y musculoso. Hinata no tenía más alternativa que quitarse el traje también, pero evitó en todo momento la mirada de él.

Estaba muy contrariada por sentirse tan molesta por algo que hacía todos los días.

Se sintió mejor cuando ambos se pusieron una camiseta, pero todavía se notaba una cierta turbación en su voz al decir:

-Ahora volveremos al hotel. Tendrán tiempo para ducharse antes del almuerzo.

Los alemanes se marcharon en los coches que habían alquilado mientras el estadounidense la ayudaba a meter todo el equipo de buceo dentro del Mini del hotel.

-Muchas gracias por una mañana magnífica –dijo Naruto, dedicándole una de sus sonrisas arrobadoras.

-Ha sido un placer –murmuró ella.

Ambos entraron en el coche y mientras ella conducía por el canal de la playa, él le preguntó:

-Entonces, señorita Responsable de Entretenimientos, ¿qué plan hay previsto para esta tarde?

Ella se quedó sorprendida, pero le contestó sonriendo.

-¡Vosotros los estadounidenses tenéis tanta energía cuando venís de vacaciones…! ¡Queréis estar haciendo algo a todas horas!

-¿Es eso tan raro? –dijo él arqueando las cejas.

-Supongo que no –admitió ella-, pero como no tenemos muchos huéspedes ahora y la mayoría son bastante independientes, no había previsto anda para esta tarde.

-Tenía la esperanza de que me pudieras guiar en un tour por los paseos de la isla.

Hinata frunció los labios. ¿Estaba haciéndole la corte? Nada más comenzar su empleo en el hotel, descubrió que demasiados de los turistas que llegaban la isla daban por supuesto que las mujeres que trabajaban allí estaban incluidas en el servicio de habitaciones, como el té y el café. Por eso ya había aprendido algunas tácticas útiles para quitárselos de encima.

-Mira en la guantera, ahí hay un folleto con un plano de todos los paseos. Ya eres un chico grande y no necesitas guía. De todos modos –añadió una mentirijilla como medida adicional de protección-, estaré ocupada toda la tarde. Va a venir un VIP.

-¿Alguien muy importante?

-No, solo un millonario –Hinata hizo un gesto con los ojos.

-No tienes un buen concepto de los millonarios, ¿verdad?

Ella los despreciaba por principio. Cinco años antes, había visto cómo la carrera y la salud de su padre sufrían en manos de un magnate ambicioso, y como resultado tenía muy mala opinión sobre los ricos.

-Esos tipos están tan ocupados contando su dinero, protegiéndolo y haciendo que aumente, que no tienen tiempo para las cosas importantes de la vida.

-Estoy seguro de que tienes razón –replicó Naruto en un tono prudente que hizo que Hinata lo mirara.

En ese momento llegaron a una cima donde se podía contemplar una vista magnifica. Se veía una serie de pequeñas calas azules que brillaban al sol como zafiros.

Mientras el estadounidense admiraba el paisaje, dijo sin darle importancia:

-He oído decir que en una de esas playas encontraron una botella con un mensaje.

-Así es –asintió Hinata con un estremecimiento-. La encontré yo.

Naruto se sintió culpable al ver la cara de Hinata. Debía armarse de valor que él era el mismísimo millonario que ella había mencionado. Debía hacerlo en ese mismo instante.

Pero un instinto igual de fuerte hizo que no lo confesara. Ella ya estaba la defensiva y algo así la haría cerrarse más y él perdería la oportunidad de averiguar en directo algo sobre la botella y el mensaje antes de enfrentarse al jefe de ella.

Llegaron al hotel Magnetic Rendezvous. Hinata estacionó el coche y apagó el motor. Naruto tuvo la impresión de que le agradaba hablar con alguien sobre la botella.

Se volvió a mirarlo y Naruto recibió el impacto de sus ojos aperlados. Eran como un par de perlas, decidió, y estaban enmarcados en unas pestañas largas y oscuras. Se sintió incómodo al notar que había en ellos un cierto brillo de desconfianza.

-No sé qué fue lo que me hizo levantar la botella del suelo-murmuró Hinata-. No hago más que peguntármelo. Ya sé que suena raro, pero sentí como si estuviera allí para que yo la encontrara –sus facciones se suavizaron con una sonrisa evocadora que le produjo a Naruto un nudo en la garganta. En persona, Hinata era aún más bonita de lo que parecía en la foto, en la foto, no se veía su forma de moverse, ligera y graciosa, ni el suave y sensual balanceo de sus caderas. Ni se adivinaba la deliciosa calidez de su voz ni cómo se le diluía la sonrisa cando se ponía a pensar. En ese momento se puso muy seria-. Esa botella llevaba sesenta años flotando en el océano. Yo tengo… bueno, eso más del doble de mi edad.

-O sea que tienes… ¿cuántos años?

-Eso no es asunto tuyo.

-Vale –Naruto sonrió. Le había calculado entre veinticuatro y veinticinco años. Pensó que era demasiado joven para él, puesto que él tenía treinta y dos. Aunque, claro, no estaba pensando en ella de ese modo. Pero… Hinata estaba de perfil y se mordía el labio inferior. A él también le habría gustado tener la oportunidad de morderlo algún día.

La voz de Hinata interrumpió sus fantasías.

-Supongo que estoy viendo todo esto de una manera demasiado romántica –le dedicó una enorme sonrisa.

-¿Qué tiene de malo ser romántica? –durante un instante sus miradas se encontraron y hubo un silencio cargado de contenido.

Naruto apenas pudo resistir el impulso de inclinarse y probar esa boca tan apetitosa. No estaba seguro de quién había apartado la vista primero, pero de pronto ambos estaban mirando hacia el prado salpicado de palmeras. Se obligó a recordar que el negocio de su familia estaba en juego, y que era por eso que él se encontraba en esa isla tropical y estaba engañando a esa linda muchacha. Pensó que no debía aumentar su falta, añadiendo la seducción al engaño. Se aclaró la garganta.

-¿Entonces, el mensaje de la botella, era una carta de amor?

-Sí y muy hermosa –asintió Hinata-. El que la escribió amaba mucho a la mujer a la que se la dirigió.

-Le estaba escribiendo a su mujer, ¿no es cierto?

-Si, pero no puede leerse su nombre. La carta está algo dañada, supongo que por estar expuesta a la luz –Naruto se sintió contrariado. Si la esposa de Jiraiya Namikaze no estaba mencionada, podría haber complicaciones. Eran malísimas noticias-. Mejor será que no me preguntes más –exclamó Hinata con brusquedad-. No puedo decir nada más, puesto que el nieto de Jiraiya Namikaze, el hombre que escribió el mensaje, va a venir pronto. Creo que mañana –a Naruto se le encogió el estómago al sentirse culpable-. Ese es el VIP estadounidense que te decía –añadió Hinata.

-¿De veras? –murmuró, apartando la vista y prometiéndose a sí mismo decir la verdad cuanto antes-. ¿O sea que ese tipo viene desde tan lejos solo para recoger una carta de hace sesenta años? ¿Por qué no se la enviasteis por correo urgente?

-Eso habría sido demasiado fácil –suspiró Hinata-. Mi jefe no quiso ni hablar de ello. Quiere conseguir tanta publicidad como sea posible.

-¿Qué tipo de publicidad?

-El piensa que es una gran oportunidad para llamar la atención de los medios hacia este centro turístico. Magnetic Rendezvous no va demasiado bien. La competencia para conseguir turistas es muy dura.

-Tu jefe es un poco caradura, ¿no?

-Sí, Danzo es bastante caradura. Quiere que aparezcan fotos del millonario conmigo y la botella en todos los periódicos y en todas las pantallas de televisión del país. No es algo que me agrade –dijo con otro suspiro.

-Ese hombre… ese millonario…

-¿Sí?

-Puede que… -Naruto titubeaba al darse cuenta de que si seguía hablando en tercera persona estaba llevando el engaño demasiado lejos.

Hinata no lo dejó terminar. Saltó del coche sonriendo y se puso a ordenar las aletas y trastos de buceo.

-Prefiero no pensar en él hasta que no tenga más remedio. ¡Venga! Si no te mueves, te perderás el almuerzo.

Él bajo del coche también.

-Hay algo que debería explicarte.

-¿El que?

Los ojos de Naruto se posaron sobre ella. Era tan bella y tan natural como la propia isla. Una voz interior le decía que hablara, que le confesara todo.

-Hay algo que debo decirte… algo que quiero aclarar sobre la razón de que esté aquí, en la isla.

De repente, Hinata dejó de ordenar aletas y lo miró.

-Ahora sí que me tienes intrigada –posó la mano sobre la muñeca de Naruto-. Tendrás que explicarme… ¡Cielos! Estoy charlando contigo y ni siquiera recuerdo tu nombre. ¿Cómo dijiste que te llamas?

-Naruto.

-Naruto –lo miró directo a los ojos-. Desahógate.

Le sostuvo la mirada y de nuevo sintió que había una comunicación entre ellos.

La mano tibia de ella seguía posada sobre su muñeca.

Los dos permanecieron inmóviles.

La química podía hacerle malas jugadas. A Naruto le hubiera gustado controlar mejor la situación. Llegar a conocer a una mujer era un juego agradable en el que solía llevar las riendas. Muchos lo consideraban un experto.

Pero en ese momento, no tenía ni idea de hacia donde iba. Sobre todo cuando no lo abandonaba la idea de besarla.

Como si una fuera magnética lo arrastrara, inclinó la cabeza hacia la de Hinata y se quedó sorprendido de que ella no la retirara sino, por el contrario, la alzara un poco más.

Sus bocas se encontraron.

Fue más bien un beso de saludo. Algo más que amistoso, pero no el de unos amantes. Sus cuerpos no llegaron a tocarse. Solo los labios y la mano de ella sobre la de él. Naruto le sonrió y ella correspondió con otra sonrisa. A Naruto se le aceleró el pulso al recordar la tibieza y suavidad de sus labios.

Hinata lo miraba con expresión de alarma. Se echó hacia atrás y le espetó temblando:

-Una de mis reglas es no besar nunca a los huéspedes –dijo con vos entrecortada y azarada, y sonaba tan sexy que Naruto también retrocedió, no fuera a ser que volviera a caer en la tentación.

-No se lo diré a nadie.

Hinata agarró un montón de aletas como para mantenerlo a distancia.

-Dijiste que querías decirme algo importante sobre el porqué de haber venido aquí –le recordó cortante-. ¿Qué tipo de trabajo dijiste que hacías?

-Mmm. No te preocupes por mi trabajo. Es muy aburrido –repuso Naruto-. Pero soy aficionado a las ciencias marinas. No las he estudiado a fondo, pero me gustaría aprender más sobre la vida que hay en los arrecifes, la fotografía submarina, los acuarios de agua salada y todas esas cosas. Podríamos formar un buen equipo. Tú podrías ser mi maestra.

-No es buena idea –contestó cortante-. Sugiero que vayas a ducharte y a tomar tu almuerzo –añadió como si lo regañara.

Parecía tan enfadada que a Naruto le pareció ridículo confesar su identidad. Pero al mismo tiempo, sentía explicarse la razón, pero le importaba lo que ella pensara sobre él.

Una de las aletas se cayó del montón y Naruto se agachó a recogerla. Se quedó con ella en la mano.

-Hinata, lo que quería decirte es que ese VIP que mencionaste…

Podía sentirse la agresividad que Hinata despedía y su mirada gris se oscureció.

-No me digas que eres tú –susurró.

-me temo que sí –las mejillas de Hinata enrojecieron y Naruto no supo si era por estar abochornada o furiosa con él-. Lo siento. Quería decírtelo antes.

-Pues nadie te lo impidió –saltó ella.

-Tal vez no, pero pensé que no debía darte una razón perfecta para odiarme.

-Si, pero…

-Y me diste una excelente oportunidad para comprobar que había gato encerrado. No pienso bailar al son que toque tu jefe. Después de todo, hay mucho en juego.

-Mucho dinero.

-Mucho más que dinero. Es complicado –se acercó un poco a ella y le sonrió para tranquilizarla-, pero tengo una excusa mejor –Hinata no correspondió a su sonrisa. Seguía abrazando con firmeza el montón de aletas-. Me gustó mucho ver el arrecife como lo vi esta mañana, como un simple turista. Disfruté mucho. Muchas gracias. Por lo que me has dicho, deduzco que mañana esto estará lleno de periodistas y las cosas serán distintas –volvió a sonreír.

El esfuerzo fue en vano porque Hinata alzó la cabeza mientras lo miraba con altanería.

-Las cosas serán muy distintas –dijo ella-. Para empezar, ni siquiera se te ocurrirá penar en intentar besarme.

-En ese caso, creo que ninguno de los dos estará deseando que llegue mañana.

Pasando por alto la cara de asombro que ella puso, Naruto colocó en el montón la aleta que aún tenía en la mano y se dirigió hacia su bungalow. Mientras se alejaba, pensó en lo prudente que había sido al no hacer ningún comentario sobre las pocas posibilidades que Hinata tenía de controlar lo que él pensaba.

En concreto, lo de volver a besarla.

¿CONTINUARA?...

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NOTA: Hola! =)

Bueno aquí les traigo una nueva historia. Si lo se extraño que yo adapte una historia que no sea SasuSaku, pero tenía ganas de cambiar un poco, sin mencionar que les pregunte de cual pareja querían que hiciera una nueva adaptación y obtuvo más votos esta pareja.

Cambiando de tema, espero que les haya gustado este primer capi :D Y que me digan que opinan… es que como ya dije es la primera vez que adapto una historia a otra pareja y no se como habrá quedado T_T

Me despido, cuídense, SAYO!... xD

P.D.: lamento si hay alguna falta ortografía o algún error gramatical, GOMEN.

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Por favor dejen sus "REVIEWS", positivos o negativos, esa es mi forma de saber si continuo o no… ONEGAI… :) no necesitan tener una cuenta para poder comentar. Hasta pronto.

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"…SaKu-14…"