DISCLAIMER: Ni Bleach ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de Tite-Baka-Troll-sama Kubo, menos el fic, que fue creado por esta cabeza que ya ha pasado por terapia.

Peleando por la vida

Epílogo: Y colorín colorado…

Siete años después de la despedida, las puertas se volvieron a abrir y los primeros en salir del Sereitei fueron Renji, Tatsuki y Eiji, con quien parecía que Raye jamás se llevaría bien. Durante esos años habían logrado acordar un trabajo parecido a los de larga distancia, salvando alguna emergencia, Renji se haría cargo de todo desde su lugar en el Mundo Humano, ya que su mujer no quería seguir entre almas altaneras con costumbres viejas y algo extrañas. Además de que vivir en los dormitorios del escuadrón no había sido muy cómodo.

Orihime y Uryu los habían recibido con tanta efusividad que el pequeño Eiji, acostumbrado a la tranquilidad de un lugar lleno mayormente de adultos (aunque eso iba cambiando gradualmente), se había sentido fuera de lugar frente a su nueva tía y madrina. Lo bueno de esa reunión y las que siguieron, era que Kirei Ishida le había caído bien y ya tenía un amigo con quien iniciar en ese lugar. La segunda hija de los Ishida, Himeko, ya era algo más parecida a su madre en optimismo y alegría, pero no podían negar que seguía muchísimo más tranquila de lo que la propia Orihime era.

También, apenas habían podido, Rukia e Ichigo fueron a dar una visita por los escuadrones, especialmente por la necesidad de la primera de ponerse al tanto de la situación de su escuadrón, ya que era una teniente completamente desinformada. Para entonces, Jushiro aún vivía, solo que más débil de lo que había estado cuando se fueron y, su relación con Raye, volvió a crecer como si no los hubiesen distanciado siete años.

Al regresar, lo habían hecho con su segundo hijo: Michio Sojun Kurosaki Kuchiki. Había heredado las expresiones faciales de su padre, pero en color de pelo, ojos y carácter era todo el orgullo de Byakuya, el nuevo Capitán Comandante, que había permitido la apertura de guarderías y niñeras dando vueltas en los alrededores.

Porque cuando entraron al Gotei 13, todo fue una visión distinta. No solo los dos hijos de Hitsugaya y Momo les dieron la bienvenida. Habían llegado para la boda de Hanataro con Yachiru, quien ya era toda una estilizada jovencita muy enamorada y llena de ilusiones. Sentaro y Kiyone habían tenido hacia poquísimo tiempo un bebé al que llamaron como a su tan amado capitán.

Gina había alcanzado los doce años, mientras que Tetsu y Retsu los diez y, los tres (que al ser mayores preferían jugar entre ellos que con alguien más), eran acosados por una niña de siete que en seguida reconocieron, pues había sido la primera en nacer sin leyes que impidieran su nacimiento: Hitomi Hisagi. Quien, a su vez, era perseguido por un jovencito de piernas más cortas, su hermano menor: Daichi. No dejaba de parecer extraño que aquellos niños fuesen hijos de Shuhei y Soi Fong, aunque a fin de cuentas tenían sus similitudes con sus padres y no podía negarse de ninguna manera (además la habían visto embarazada cuando se fueron).

Ryosuke y Daisuke se habían vuelto los expertos en causar problemas, dándole dolores de cabeza a su madre. Shinji e Hiyori tenían un niño de cuatro años, Hizashi, que no tenía problemas en mostrarse como el calco en miniatura de su padre. Y entre todos los que habían llegado, había un bullicio y un ambiente renovador en aquel lugar que siempre había sido de gente grande para provocar temor.

Ahora era opacado por las rabietas y pucheros de Hitomi al ser rechazada por los mayores, por las travesuras de los conocidos gemelos Kyoraku, las celebraciones de fiestas de cumpleaños, las ganas de los tres mayores de volverse shinigamis fuertes como los superiores a su alrededor. Incluso habían mencionado, a los recién llegados visitantes, sobre las visitas que hacían a la casa en el Rukongai, donde se había retirado Yamamoto, ya que el viejo había pedido por su cuenta las visitas de los jóvenes (en especial después de haberse visto picado de ternura por Momoko Hitsugaya).

Mientras que en el Mundo Humano, también se había puesto de moda tener una casa con niños. Durante el año post pelea, Urahara y Yoruichi habían tenido mellizas, quienes se habían vuelto las amistades más cercanas a Raye. Después habían estado sus primos, de los cuales, el mayor, no había quedado tan lejos de ella luego del embarazo a temprana edad de Karin. Taro Yasutora era dos años menor que su prima, y se parecía mucho a Chad, a diferencia de su hermano tres años más joven que, a su vez, había nacido casi al mismo tiempo que la primera hija de Jinta y Yuzu.

Había resultado, con el pasar de los años, porque incluso muchos de los compañeros de clase de Ichigo se habían hecho de familia.

..

Eiji tragó saliva, incómodo. Se rascó la cabeza en un intento de procesar mejor la historia de su padre. La que consistía en todo lo que había hecho, sentido y vuelto a hacer por él. Si alguna vez creyó no llegar a sentir jamás algún sentimiento de niña hacia el hombre que tenía en frente, estaba equivocado, porque ahora mismo se notaba con las manos sudorosas y con el pecho un poquito oprimido.

—Me di cuenta de que tu madre era la mujer para mí en un solo día, pero todos esos años en que dejó su mundo por quedarse conmigo, fueron la prueba de oro.

—¡Ya cállate, ahora me pones al triple de incómodo! —le retó el joven, poniéndose en pie exaltado y volviéndose a sentar en el suelo, con un rubor cubriendo sus mejillas y cruzándose de brazos. Renji carcajeó sonoramente ante su reacción.

A trece años de esa despedida, y a catorce de haber dado vuelta la Sociedad de Almas, seguía siendo un niño malcriado.

Pero bueno, no había tenido más hijos después, a diferencia de Ichigo y Toshiro. Lo de hacer las cosas mal no era un hábito de ninguno, ni de él ni de Tatsuki, como para creer que necesitarían otro en quien volcar sus enseñanzas (además de que, el haberlo tenido solo a él, había sido un supremo acto de valentía para ambos), tampoco vieron en Eiji la necesidad de que tuviera un compañero. Él ya tenía muchos hermanos adoptivos y de corazón.

Aunque, probablemente para el jovencito, su hermano siempre había sido su propio padre. De quien acababa de comprender muchas cosas, porque era obvio que el trato que le tenía no era el mismo que otros padres les tenían a sus propios hijos, también se notaba la diferencia de tratos que Ichigo tenía con Raye y Michio. Era como si todavía temiesen que algo se los quitara, como si el temor de cuando los esperaban aún no hubiera caducado del todo.

Y ahora Eiji también comprendía por qué siempre se sintió bien estar junto a su progenitor. Era posible que no se hayan llevado bien hasta el día en que él, siendo solo un bebé, sintiera un calor conocido y volviera a tener paz, la cual nunca se fue desde entonces. Claro que con su madre también se estaba tranquilo y podía tratarla con confianza, pero no era lo mismo. Ante algún problema, ante la idea de sentirse sofocado o asustado con algo, desde niño, había preferido recurrir a Renji.

Sí, ahora comprendía muchas cosas.

El mayor ya se encontraba otra vez sumergido en su trabajo, notó como el muchacho de catorce años se ponía en pie y se disponía a irse, prestó atención únicamente cuando le escuchó detener los pasos en la puerta (donde lo había cachado hacía un rato, antes que preguntase por la historia).

—Voy con Raye —avisó, golpeteando sus dedos inseguro contra el marco de la puerta, antes de hablar otra vez—. Gracias, papá.

..

—Eso es todo —concluyó Toshiro, volviendo mecánicamente a hacer su trabajo. Daiki tenía la mejilla roja de tanto recargar la cabeza en su mano, posición que dejó ante las palabras finales de su padre. El niño golpeó las manos en la mesa estrepitosamente.

—¡¿Cómo…?! —Su hermana lo calló de golpe, sujetándolo por la camiseta y arrojándolo hacia atrás para que se volviera a sentar.

—¿Entonces Hitomi-chan fue la primera en nacer legalmente? —preguntó la mayor, a lo que su hermano prefirió guardar silencio por el momento.

—Así es. Aunque no creo que haya sido concebida siendo legal… —se murmuró a sí mismo la última frase, descuidándose lo suficiente como para tomarse por sorpresa el abrazo de su hija mayor, dado con fuerza y ganas. Daiki solo los observaba desde su puesto, incluso él se veía bastante meditador en aquel momento. No era una historia simple. Podía ser que Momoko lo entendiera, pero a él le quedaría por meditarlo bastante tiempo más.

—¡Muchas gracias, papi! De no ser por ti, no tendrías una excelente y prodigio hija —Una gota de sudor resbaló por la nuca de Hitsugaya ante las palabras de su hija. Tan humildes. Ante ellas, el castaño más atrás se terminó por poner en pie para señalar a su hermana con el dedo índice, acusador.

—¡No me hagas inferior, hermana!

—¡Demuéstrame entonces que no lo eres, torpe!

Pronto, ambos salieron corriendo de la casa, supuso Toshiro que para hacer cosas indebidas que terminarían metiéndolos en problemas. Sacudió la cabeza ante ellos, pensando entonces en cómo la culpa lo había abandonado después de pasar un solo día en familia con aquella niña. Había sido muy difícil para él, en un principio, razonar el hecho de que era guiador de una vida completamente nueva.

Él era entonces un mocoso aún, como un adolescente que, según Ichigo, no llegaría a pasar de los diecisiete años. Ante el embarazo de su querida amada, no había resultado ser más que un niño asustado, que se echaba la culpa constantemente de los sufrimientos de ésta.

Pero, después de todo lo ocurrido, ¿quién podría no aceptarlo, aunque fuese a la mala? Al final, su familia se había agrandado aún más después y todo lo que temió no saber tratar, había aprendido cómo hacerlo y ahora ya le era natural.

Dio un respingo cuando Momo entró a los trompicones a la casa, arrugando el entrecejo preocupada en su dirección y sujetando su vientre enorme, delator de siete meses de embarazo.

—¡¿Tú los dejaste lanzarse kido?!

..

—¡No te creo! ¡¿Fue por esa razón lo de los siete años?! ¡Con razón no pude conocer el Sereitei hasta que tuve ocho! —exclamó Raye, terminando de sacar la cuenta con sus dedos.

Ichigo sonrió a su hija mayor, concluyendo la historia al explicar cómo fue que siguieron algunas cosas hasta el presente. La jovencita no hizo muchas otras preguntas, en nada pasó de la curiosidad a la consternación. Había sido una historia con un final feliz, después de todo, pero no quitaba las maluras que debieron pasar siendo todos tan jóvenes e inexpertos, perseguidos para ser apresados.

Habían sido jóvenes, pero aun así pelearon por sus vidas. Era quizá, la historia con menos batallas y menos chistes que otras que su padre contaba sobre su juventud (extrañamente, todas ellas siendo acompañado por su madre), pero probablemente la más emotiva y difícil de cruzar. Ya no tenía que preguntarse a sí misma si sus padres la amaban, de eso no había duda absoluta, menos debería preguntarse si alguna vez estarían ahí para ayudarla en sus propias historias futuras.

Porque siempre estarían ahí en todas ellas.

—Lamento ser el problema que ocasionó la historia… —murmuró, siendo escuchada igualmente—. Haber sido el conflicto principal de ella, me hace sentir un poco culpable de todos los males que pasaron…

—No, Raye —Ichigo sacudió la cabeza, mirando a los ojos de idéntico color al suyo—. Si no hubiera sido por ti, no habríamos sido felices de la forma en que lo somos hoy.

—Entonces… —empezó a decir, trabándose por la dificultad de expresarse—, entonces…

La puerta de la casa abriéndose, la enmudeció completamente.

—¡Ya estamos en casa! —Rukia y Michio aparecieron en la sala en pocos segundos, éste último comiendo frituras directamente de la bolsa, llevando una cara de aburrimiento total.

—Odio ir de compras, no me vuelvas a llevar —alegó a su madre.

—¡Pero si te compré las papas!

—¡Solo para que no me terminara de irritar! —retrucó el chico, arrugando el entrecejo y pareciendo, solo por un momento, un Ichigo con pelo negro y ojos violáceos. Rukia dejó escapar un quejido al verse descubierta, el Kurosaki mayor rió levemente y Raye seguía mirándolo como si tuviera ganas de decir algo, pero no se animase a hacerlo.

Unos toques al timbre, característicos, la hicieron saltar en su silla y ponerse en pie.

—Me voy con Eiji —dijo, saliendo de su lugar para correr hacia la salida, ante las caras de sorpresas por parte de su familia. No era muy normal verla sin poder hablar o hacerse entender de alguna forma—. ¡Vuelvo más tarde!

Salió de la casa sin escuchar las sugerencias de su madre en lo absoluto, notándose nerviosa y llena de ansiedad. No era buena con las palabras, nunca lo había sido. Los Kurosaki, además de su abuelo y tía Yuzu, no servían tanto para ello. Eiji la esperaba con una sonrisa característica, que lo hacía parecerse todavía más a su padre. Comenzaron a caminar en una dirección incierta, hasta que surgió la pregunta.

—¿Qué tal la historia? —El muchacho observó a su ahora mejor amiga, que recordaba haber detestado en gran parte cuando niños, ya que él se sentía superior a ella y solía remarcárselo constantemente. Eso hasta que la niña que era Raye lo salvó de un hollow, al lanzar su primer kido sin miramientos.

Pero esa era otra historia más.

—Fue bastante interesante…

Raye detuvo su andar entonces, llamándole la atención a su amigo por el gesto extraño. La jovencita empuñó sus manos, antes de girarse sobre sus talones y rodear su boca con sus manos para hacerse escuchar más alto.

—¡MUCHAS, MUCHAS, MUCHAS GRACIAS, PAPÁ!

Los perros de los vecinos empezaron a ladrar y Eiji la sujetó del brazo para llevársela lo más rápido que pudiera, antes de que alguien saliese a espantarlos. Pero ya la dueña de la cabellera naranja sonreía satisfecha, no le importaba haber armado un revuelo en todo el vecindario, porque sabía que su padre la había escuchado.

Y así era.

..

No pude publicar antes de fin de año, así que esta historia va a estar marcada como iniciada el 1-05-12 y terminada el 4-01-16. ¡Casi cuatro años de fic! Lo peor: ¡de un fic que YA estaba TERMINADO! XDD

Bueno, ¿qué se le va a hacer? La calidad requiere tiempo (en especial si se te borran todas las ideas que tenías recelosamente guardadas y tenés que empezar de CERO, JUSTO cuando acababas de iniciar a reescribir el fic X'''D).

Pero bueno, quedé cien millones de veces más satisfecha con esta versión que con la vieja. A mis muchachos fieles les he agradecido en el capítulo anterior por su misma fidelidad (¿no les parece raro que yo tenga únicamente dos lectores hombres siendo que casi todos en efe efe no llegan a tener ni uno? XD Me siento importante).

Ahora mismo voy a recomendar fics que están relacionados a esta historia, los pueden encontrar en mi perfil y todos, exceptuando uno, han sido reescritos también, a lo largo de estos años. Los fics mismos son los siguientes:

- La primera palabra.

- Feliz día, papá.

- De Las Sombras.

- Feliz cumpleaños, Yachiru.

- Bendición, urgente bendición.

- Otra vez.

- Noticia de última.

- El primogénito varón.

- Presentación familiar.

- Comienzos. "Ésta es, ciertamente, la historia más relacionada de todas las demás, cuenta cómo cada pareja vio su iluminación y decidió estar con quien, futuramente, sería su compañero de vida".

Allí arriba tienen más variedad y especificaciones sobre parejas más secundarias e incluso terciarias. Quizá les interese, qué sé yo. XD

¡Mil gracias por leer! Espero que en este final reciba más vítores que en el anterior XD, aunque me sobra con aquellos que me fueron fieles desde el inicio. Muchas gracias por acompañarme hasta el final y, disculpen, pero no puedo evitar hacer un drama así cada que termino un fic largo (y este duró publicándose casi cuatro años).

¡Mucha suerte a todos! Ciao~