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Advertencias: Posibles spoilers.


El albedrío de los condenados

Capítulo 1: La grieta

Lo que había pasado había sido tan jodidamente estúpido que le daban ganas de reírse, de hecho, eso es lo que había estado haciendo durante las primeras horas que había pasado allí. Reírse. Carcajearse como un puñetero maniaco con aquella risa sin alegría que ponía los pelos de punta. Incluso en sus oídos sonaba desquiciante, pero le era imposible parar. La ridiculez del asunto le superaba.

Con ojos aburridos enfocó la pequeña grieta que había en el techo. Que esa fisura en la piedra fuera lo más interesante que había a su alrededor daba una idea del lugar en el que se encontraba. No era gracioso, ni remotamente. Tampoco es que le hubiera parecido gracioso cuando se reía, pero según fueron pasando las horas y después los días, todo se tornó previsiblemente irritante.

Sólo esperaba que la estúpida grieta no fuera una gotera pues estaba justo sobre el catre en el que dormía, el cual estaba atornillado a la pared, así que no había muchas opciones para trasladarlo. Tampoco es que aquella celda fuera lo suficientemente espaciosa como para mover nada.

Cerró los ojos e hizo una mueca de disgusto al recordar cómo había acabado allí, a merced de los lerdos de la Alianza ninja. Humillante. ¿En qué puñetero y retorcido universo, él, con todo su inconmensurable poder había sido atrapado por esos inútiles? Ah, sí. ¡En este!

Recordaba que había estado lloviendo —Otra razón más para odiar la lluvia, algo que ya de por si no soportaba—. El simple hecho de ver el cielo goteante a través de una ventana bastaba para asquearle, y no digamos estar bajo ella.

Pero aquel día, incluso el hecho de estar empapado le resultaba indiferente. Con todo ese poder recorriendo sus venas y esos nuevos ojos controlando cada detalle, poco podía importarle algo tan mundano como la lluvia. De cualquier modo, aquellas molestas gotas no podían extinguir su fuego, como bien habían comprobado esos Zetsus ardiendo en el Amaterasu.

Podría haber dejado con vida a aquellos engendros de Tobi, pero verlos consumirse le había proporcionado un sádico placer, además de una oportunidad para probar su nueva vista. Por otro lado, al matarlos esperaba poner en evidencia que él no estaba con Akatsuki en aquella guerra. No estaba con nadie, él tenía un bando propio y su única meta era aniquilar a los otros dos, tanto daba Akatsuki que Konoha, no pensaba dejar nada con vida.

Se había encaminado hacia ese lugar que había mencionado el Zetsu que había capturado. Ese en el que Naruto y sus compañeros se estaban reuniendo. Una sonrisa maniaca apareció en su rostro ante la idea de la inminente masacre. Todos iban a pagar. Vivían a costa del sufrimiento de los Uchiha, siempre habían odiado a su familia, tal vez no ellos, sino sus padres, o los padres de sus padres. Puede que no fuera justo que ellos tuvieran que purgar los pecados de sus predecesores, pero aquella no era una historia de justicia, sino de venganza.

El poder de sus nuevos ojos le extasiaba, hacía que quisiera gritar que iba a matarlos a todos para que su hermano pudiera oírle desde el mundo de los muertos, para que supiera que su sufrimiento sería compensado mil veces con la sangre de aquellos que lo provocaron. Y Naruto sería el primero en caer.

No muy lejos de allí comenzaba un bosque. Sasuke se detuvo cuando los sonidos de lucha llegaron a sus oídos, algo atenuados por el incesante repiqueteo de la lluvia a su alrededor. Por fin había llegado el momento. Un escalofrío de anticipación recorrió su columna ante la idea de la batalla. Reconoció el chakra de Naruto brillante como mirar directamente al sol, y también el de Tobi, mucho más poderoso de lo que lo recordaba.

Y justo en el momento en el que iba a internarse en el bosque para irrumpir en el campo de batalla y convertirlo en un río de sangre, vio cómo una inmensa esfera de chakra negro crecía descomunalmente para explotar un segundo después. Lo último que recordaba era la fuerza brutal de la onda expansiva que le había lanzado hacia atrás sin que tan siquiera tuviera tiempo de usar el Susanoo para protegerse.

Después de aquello había despertado dolorido, sin saber cuánto tiempo había estado inconsciente. Lo que sí supo enseguida fue que no estaba sólo, un par de ninjas le arrastraban aferrándole cada uno de un brazo y a su alrededor parecía haber más. Sólo necesitó un rápido vistazo a sus estúpidas bandas para cerciorarse de que se trataba de ninjas de la Alianza.

Trató de liberarse de un tirón y se dio cuenta de que unas pesadas esposas encadenaban sus muñecas. Iba a matar a esos desgraciados que se habían atrevido a tocarle. Un inesperado gemido de dolor se escapó de sus labios cuando intentó soportar su peso sobre sus piernas, la izquierda estaba rota, eso seguro. Y debía tener una herida en la frente ya que no paraba de caerle sangre sobre el ojo izquierdo empañándole la vista por ese lado.

Al notar que estaba consciente, sus guardianes le dedicaron una mirada de advertencia y cautela. Uno de ellos incluso sacó un kunai, como si eso fuera a detenerle de alguna manera. Sasuke le dedicó una mirada de indiferente desprecio y activó su Mangekyou… sus ojos siguieron tan negros como la noche y una especie de calambre paralizante le recorrió el cuerpo haciendo que luchara por mantener dentro el contenido de su estómago. Anonadado observó que en los antebrazos, por encima de las esposas, tenía dos barritas negras de un tamaño similar a un lápiz clavadas en la carne.

No podía hacer nada. Era tan absurdo que parecía un mal chiste. Realmente, aquellos inútiles le habían capturado. Cuando a lo lejos, vio a Kakashi con aspecto magullado mirarle con seriedad, no pudo hacer otra cosa que reír como un loco ante la situación tan estúpida en la que había caído. Y así, carcajeándose como un perturbado fue cómo finalmente lo dejaron en aquella celda.

Tendido sobre el catre de la celda frunció el ceño ante el recuerdo y levantó una mano para rascarse la sangre seca de la cara. Por supuesto, nadie se había molestado en curarle así que seguía con la pierna rota, múltiples magulladuras y el corte de la frente, que afortunadamente había dejado de sangrar.

De reojo vio la barra negra que atravesaba su antebrazo. La había reconocido al instante. Era una de esas gilipolleces que usaba Pain para controlar a sus otros cuerpos, seguramente alguno de los lerdos de la Alianza había aprendido para qué servían y se los había colocado mientras estaba inconsciente. Había tratado de quitárselos sin éxito, lo único que había conseguido era arañarse la piel de alrededor con las uñas hasta hacerse sangre. Humillante de nuevo.

Con un gesto de hastío volvió a cubrirse el antebrazo con la media manga negra que solía usar.

También había comprobado por las malas, que las rejas de su celda no eran de hierro normal cuando, al tratar de arrancarlas, le habían lanzado para atrás dejándolo un par de horas inconsciente, al igual que había ocurrido cuando trató de hacer un agujero en la pared. Había llegado a la conclusión de que una red de algún tipo de chakra las recorría.

En definitiva, no había encontrado ninguna manera de escapar —Por el momento—. Estaba seguro de que encontraría algo, sólo tenía que esperar su oportunidad. Abrió los ojos enfocándolos en la pequeña fisura del techo… Una grieta, pensó cerrando nuevamente los párpados, únicamente necesitaba una grieta en aquella situación y esos imbéciles ni siguiera sabrían qué les había golpeado.

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Sakura escuchaba el sonido que hacían los tacones de sus botas sobre el suelo de piedra, mientras atravesaba los vacíos pasillos con paso rápido. Trataba de sincronizar su respiración con el rítmico "toc-toc" de su andar, tal vez así conseguiría disminuir la velocidad a la que latía su pulso antes de que le diera un ataque de nervios.

Echó una rápida mirada de reojo al ANBU que la acompañaba cubierto de pies a cabeza con capa y máscara, y apretó un poco el grueso sobre que llevaba escondido bajo su propia capa. No debía cometer ningún error o aquello sería un desastre inmenso.

—Alto —Un par de ninjas custodiaban la puerta de acceso al pasillo y les detuvieron—. El acceso a esta área es restringido.

Sakura asintió conteniendo los nervios y le tendió un papel aparentando total normalidad.

—Soy Haruno Sakura, vengo por orden de la Quinta Hokage de Konoha Tsunade-sama —dijo la pelirrosa, mientras uno de los guardias examinaba el documento certificado con el sello de Konoha.

—El prisionero no puede recibir visitas, está en régimen de alta seguridad —apuntó el otro que parecía más joven, dándole mandándole una mirada de disculpa.

—No es una visita —contestó Sakura obligándose a mantener la calma—. El prisionero es originario de Konoha, usuario del Sharingan, un Kekkei Genkai que siempre ha pertenecido a nuestra villa. Hokage-sama me envía para determinar qué cambios potencialmente peligrosos para la seguridad de la aldea puede ocultar. Después de todo, cada villa protege sus propios secretos.

—Tiene razón. Según esto, está autorizada a pasar —concluyó el otro guardia devolviéndole el papel.

Sakura lo tomó con un leve asentimiento de cabeza como agradecimiento, esperando que no notara lo sudadas que tenía las manos por la tensión. Avanzó un par de pasos con intención de atravesar la puerta, a la que el guardia estaba quitando múltiples cerrojos, cuando el otro la detuvo con una mano sobre su hombro. Con los nervios te punta Sakura se giró incapaz de hablar.

—Haruno-san, tenga mucho cuidado —dijo el ninja joven con sincera preocupación—. El prisionero es extremadamente peligroso.

El alivio que sintió la pelirrosa le permitió incluso esbozar una leve sonrisa de agradecimiento.

—No se preocupe. Por algo llevo escolta —señaló mirando al ANBU que la acompañaba como un guardián silencioso.

—Cuando queráis salir, tocad la puerta —pidió finalmente el guardia abriendo la pesada puerta.

Y sin más, cogió aire y entró con decisión seguida del ANBU. No habían dado ni un par de pasos dentro cuando la puerta se cerró tras ellos con un fuerte chasquido que sobresaltó a la pelirrosa.

Se encontraban en una habitación amplia aunque no excesivamente grande, tal vez parecía más grande porque a excepción de una silla no había ningún otro mueble. Las paredes eran de un gris poco alentador y las únicas ventanas apenas merecían ese nombre, más bien se trataba de pequeños tragaluces rectangulares en lo alto, por los que entraba la luz atravesada por la sombra de unos barrotes. Pero lo que sin duda acaparaba la atención de la habitación era la reja que separaba el fondo de la estancia del resto. Eso y lo que había tras ella. Allí, indolentemente recostado en el catre, como si nada fuera capaz de alterar su mundo, estaba el peligroso prisionero del que le habían advertido los guardias. Allí estaba Sasuke.

El ANBU se retiró silenciosamente a una esquina oscura mientras Sakura tomaba aire y reunía la determinación necesaria para avanzar y hacer lo que había ido a hacer allí. Su interior era un cúmulo de emociones contradictorias. Por un lado quería ver a Sasuke, pero por otro le daba miedo lo que iba a encontrar. No sería un niño arisco y callado el que la miraría a través de los barrotes, sino un despiadado asesino que deseaba destruir todo lo que le era querido.

Lentamente, se acercó a las rejas que delimitaban la celda y se detuvo a pocos pasos de ellas con los ojos clavados en los pozos oscuros que le devolvían una mirada vacía e indiferente. Por fin Sasuke había abierto los ojos.

—Sa-ku-ra, eh —dijo con su grave voz resonando en la silenciosa estancia, mientras se incorporaba lentamente sentándose en el catre.

La pelirrosa lo observó en silencio durante unos segundos, realmente no quedaba nada del muchacho al que ella había querido. La mirada de Sasuke siempre había sido fría y distante, pero en aquel momento sus ojos eran tan vacios, eran los ojos de una persona a la que ya no le importa ni se cuestiona nada. Y eso era más aterrador que cualquier cosa, puede que tuviera media cara llena de sangre seca y también las manos, que junto al pelo revuelto le daban un aire de psicópata, pero eran sus ojos lo que realmente daba miedo.

—Sasuke… —la voz de Sakura se apagó incapaz de pronunciar el "kun".

Si él lo notó no hizo nada por demostrarlo ya que su expresión no cambió un ápice.

—¿No has traído a Naruto y Kakashi para convencerme de mi bondad interior? —se burló el Uchiha con desdén.

—No —contestó parcamente la pelirrosa sin dejarse afectar por la provocación.

—No —repitió él con una mueca de disgusto mientras ladeaba la cabeza y estrechaba los ojos con aburrimiento.

Casi desafiante, Sakura lanzó el grueso sobre, que había estado escondiendo bajo su capa, entre los barrotes de la celda, y este aterrizó en el suelo con un golpe sordo deslizándose hasta quedar a los pies del Uchiha.

—Pensé que podría interesarte —dijo Sakura secamente, mientras él se inclinaba para recoger el sobre con aire escéptico. Nada de lo que ella o Konoha tuviera podía interesarle. Sin embargo, sus manos se paralizaron cuando lo primero que salió de aquel sobre fue una foto de su familia.

Con mayor atención, ojeó los papeles que venían detrás, eran órdenes de ejecución firmadas y selladas por el Consejo. Una por una, estaban las condenas a muerte de su familia, la verdadera causa de su muerte. Estaba su padre y su madre, incluso había una para él, ilustrada con una foto de cuando tenía ocho años. La única diferencia es que sobre su ficha había un "cancelado" en grandes letras rojas que sin duda había salvado su vida gracias al sacrificio de su hermano.

—Sé muy bien cómo y porqué murió mi familia —espetó Sasuke fulminándola con una oscura mirada de desprecio—. Lo que me pregunto es cómo lo sabes tú, Konoha oculta muy bien su mierda para que no apeste en sus perfectas calles.

—Obligué a Kakashi a que me lo contara después de oír lo que dijiste la última vez que nos encontramos —Hizo una tensa pausa, ambos recordaban esa ocasión pues habían tratado de matarse mutuamente—. Después investigué por mi cuenta. Ser la alumna de la Hokage te ayuda a saber dónde buscar algo y a quién hay que sobornar para conseguirlo.

—¿Y por qué me lo das a mí?

—Porque tú quieres vengarte de las personas que ordenaron esas atrocidades —contestó Sakura seriamente.

—Atrocidades de las que tú y los tuyos os habéis beneficiado —escupió Sasuke con desdén—. Vuestra sucia paz fue comprada con la sangre de mi clan.

—¿Y debemos pagar el precio de pecados que no cometimos al igual que lo hiciste tú? —cortó Sakura alzando la voz— Yo no maté a tu familia, ni Kakashi, ni Naruto, ninguno de nosotros. Ellos lo hicieron, las personas que estamparon su firma en esas órdenes, y yo te estoy ofreciendo sus cabezas en una bandeja. Esos son sólo una pequeña parte de los documentos que tengo, sácalos a la luz y darás una puñalada directa al corazón de Konoha.

Sasuke permaneció en silencio mirándola y ella se dio cuenta de que por primera vez había conseguido captar toda su atención.

—Los consejeros que ordenaron la muerte de los Uchiha, son viejos, de cualquier modo no les queda mucho tiempo de vida, intervengas tú o no. Lo que realmente tiene valor para ellos no es el futuro que tienen por delante sino lo que dejan atrás, su reputación, cómo serán recordados. Si todo lo que han hecho se hace público no serán respetados consejeros sino genocidas dispuestos a asesinar niños. ¿Crees que la gente de Konoha estará dispuesta a protegerlos entonces?

Era realmente una propuesta interesante, podía destruirlos de ese modo antes de matarlos, así todo el mundo sabría lo podrida que estaba Konoha antes de que él la borrara del mapa. Lo que realmente le intrigaba es por qué Sakura le ofrecía tal arma contra la villa que había jurado proteger. A esas alturas ya había quedado claro que la pelirrosa actuaba al margen de Konoha y esto podría ser tranquilamente considerado como traición. ¿Qué motivos movían los actos de la pelirrosa para arriesgarse a algo así?

—¿Qué quieres? —preguntó Sasuke levantándose tras unos segundos en silencio.

—¿Qué? —espetó Sakura.

—Todos quieren algo —explicó el Uchiha acercándose cojeando lentamente—. Mi cuerpo, mi vista, mi poder. ¿Qué quieres tú?... ¿Mi corazón? —preguntó con burla deteniéndose a un par de pasos de las rejas justo frente a ella.

Sakura le sostuvo la mirada. El momento por el que había entrado en esa prisión había llegado. No podía vacilar ahora.

—A Naruto —pronunció con rotundidad.

Por un segundo Sasuke la miró casi sorprendido, cómo si su petición le hubiera pillado desprevenido.

—¿Estás rogándome por su vida? —siseó el Uchiha casi con ofensa.

—No. Te estoy pidiendo que me ayudes a encontrarle —respondió la pelirrosa aferrándose a los barrotes para acercarse todavía más.

Sasuke casi esperó que el campo de fuerza la rechazara violentamente cuando tocó las rejas, pero al parecer sólo funcionaba desde dentro.

—Naruto estaba peleando con ese tipo enmascarado, Tobi. Había muchos bijus y él los utilizó para formar una gran bola de energía. Naruto trató de contrarrestarla formando otra, y al chocar hubo una gran explosión —explicó Sakura.

Así que eso había originado la jodida explosión que había permitido que le atraparan esos ineptos, pensó Sasuke. Malditos estúpidos.

—Los que estábamos más cerca sobrevivimos gracias a la protección de Killer Bee, el jinchuriki del Hachibi, pero cuando todo se despejó no encontramos ni rastro de Tobi ni de Naruto —finalizó Sakura.

—Está muerto —sentenció Sasuke con tono impersonal, como si estuviera comentando lo grises que son las paredes en lugar de la muerte del que había sido su mejor amigo.

—No lo está —contradijo Sakura con tozudez—. El chakra del Kyuubi le protege de la misma manera que el del Hachibi a Killer Bee, de modo que la explosión no pudo matarlo.

—No me refiero a la explosión —replicó el Uchiha—. Si Naruto desapareció junto a Tobi solo puede significar que él se lo llevó. No te engañes, a estas alturas ya lo habrá matado.

—Eso no lo sabes —espetó la pelirrosa frunciendo el ceño.

Sasuke la miró en silencio unos segundos sin que nada en su rostro pudiera dar una pista sobre lo que estaba pensando.

—Entonces supongo, que todo eso quiere decir lo que quieres a cambio es información ¿no? —dijo finalmente enarcando una ceja—. Quieres que te diga dónde está la guarida de Akatsuki para que puedas ir corriendo a rescatar a ese idiota de Naruto.

La mirada de Sakura se tornó dura y decidida.

—Todo eso quiere decir que voy a ir a por Naruto y quiero que tú vengas conmigo —pronunció claramente la pelirrosa—. Todo eso quiere decir que puedo sacarte de aquí.

Un destello surcó los ojos de Sasuke y la comisura de su boca se elevó formando una leve pero nada agradable sonrisa. Ahí estaba, por fin. La grieta.


Hola, hola queridos lectores, bueno creo que ya era hora de que me decidiera a comenzar algo nuevo después de retrasarlo hasta el infinito, y qué mejor que el comienzo de un mes (que además cae en un asco de martes) y que coincide con una nueva etapa en mi vida (con la que no os voy a aburrir). Así que he pensado ¡de perdidos al río!

El caso es que aquí estoy de nuevo, tras muchos meses en barbecho sin decidirme a publicar por no tener del todo las ideas claras. De hecho, este fic se cruzó en mi mente desplazando a otro en el cual estaba trabajando desde hacía tiempo y que se me atascó horriblemente… bla…bla…

Así que a pesar de este nuevo fic no me olvido de mis compromisos con "RIC" y "Letras: Hijos de Canaán"

Sin más, espero que os guste y hasta el próximo martes. Ya sabéis que para cualquier cosa estoy a un review de distancia :P

Besos Ela.