CAPITULO 12: Una Luna para volverlos locos a todos
En la torre de Gryffindor, Harry y Ron estaban un poco preocupados. No habían visto a Ginny prácticamente en todo el día.
La escena empeoró mucho más cuando la vieron entrar con una amplia sonrisa en su rostro.
-¿Dónde diablos has estado metida todo el santo día?- le gritó Ron haciéndola saltar nada más cruzar el cuadro de la Señora Gorda.
-¡En Hogsmeade!- Repuso ella, un poco alterada por el sobresalto.
-¿Tú sola? -Insistió su hermano furioso.
-No tengo por que darte explicaciones, pero no, no estaba sola... -Ginny se había puesto de mal humor de golpe.- Me encontré con Zabini en el pasillo tras lo de la biblioteca y me invitó a almorzar en Las tres escobas.
El silencio que hubo fue sepulcral.
-¿Has comido con una serpiente? ¿Pero tú eres tonta? ¿Tú sabes lo que te podría haber hecho?- Ron estaba rojo de furia e indignación.
-No, pero sí sé lo que ha hecho- Repuso Ginny un tanto divertida por la explosión temperamental de su hermano mayor. -Me ha invitado a almorzar, estuvimos hablando, luego compró bocadillos y bebidas y pasamos una tarde agradable charlando en bosque. Y después hemos ido a nadar al lago y hemos comido allí. Nos distrajimos de la hora y nos saltamos la hora de comer, así que Zabini saqueó algo en la cocina y cenamos en el jardín...
-Tú...-comenzó a gritarle nuevamente Ron, pero Ginny salió corriendo hacia las escaleras que llevaban al cuarto de chicas.
-Ya. Me gritas mañana. Ha sido un día divertido y no tengo ganas de que me amargues. Además estoy cansada y me voy a dormir. ¡Buenas noches, chicos!
Dicho eso, subió los peldaños de dos en dos, y lo último que vieron Harry y Ron fue su cabellera roja como el fuego girar por el recodo.
-¡Habrase visto!- Comenzó a lloriquear el pelirrojo. -¡No sé que tiene en la cabeza esa idiota! Podría haberle pasado cualquier cosa...
Harry no daba crédito. Boqueó. Su expresión de sorpresa se veía increíblemente acrecentada por el hecho de no tener cejas. Estaba siendo un día de lo más raro. Y no sabía ni la mitad.
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El lunes llegó antes de lo que a Hermione le hubiese gustado.
Vale que, por un lado, odiaba la idea de perderse un sólo día de clases, pero al final, el fin de semana del cual debería regresar descansada, la dejó con más preguntas, incertidumbres y nervios.
La noche del domingo había recibido una carta de Dumbledore, recordándole algo que en realidad tenía sumamente presente: que al otro día tendría que volver a Hogwarts. También le informaba que a primera hora la Red Flú ya estaría abierta para que pudiese aparecerse sin problemas en su despacho.
Ahora se encontraba ya fuera de éste. Con la espalda apoyada en la piedra de las paredes y atacando su labio inferior con sus dientes. Tenía demasiadas cosas a las que enfrentarse y debía hacer una evaluación sobre cual era la menos terrible.
Irónico que un dragón y su grupo de mejores amigos estuviesen teniendo el mismo peso en ese momento.
No por una elección personal, sino porque debía pasar obligadamente por su cuarto a ponerse el uniforme y recoger sus libros para comenzar las clases, terminó decantando por enfrentar a sus amigos. Dudaba tener la suerte de no encontrarlos en la Sala Común.
Y a pesar de ser tan poco ducha en adivinación, su pensamiento no estaba errado.
Los tres la esperaban sentados en el sillón frente a la chimenea. Ron parecía echar humo por los oídos, Ginny la miraba con esa mirada marca Molly Weasley que hacía temblar a cualquiera y Harry tenía una mueca que iba entre la tristeza y la confusión, bastante difícil de descifrar teniendo en cuenta su "des-cejamiento"… detalle para nada pequeño, que por supuesto Hermione no pasó por alto.
-¿Qué diablos…? -preguntó mientras se acercaba a grandes zancadas hasta Harry. Pero Ron se levantó, interponiéndose en el camino.
-¡No tienes derecho a venir y hacer preguntas! -gritó- Has desaparecido todo el fin de semana, creo que antes de cualquier cosa, nos debes un par de explicaciones...
-¿Les debo explicaciones? -Repitió perpleja- ¿Es que acaso son mis padres? Oh, no, porque acabo de pasar el fin de semana con ellos y no se parecían mucho a ustedes…
-Hermione… -Intentó intervenir Ginny.
-No. -Repuso firme. -Hermione nada… Si no les he dicho nada antes es precisamente porque quería evitar todos los cuestionamientos. ¿Me he ido sin avisar? Sí. ¿Fui egoísta? Sí, lo he sido. ¿Me arrepiento? En lo más mínimo.
-¿Cómo puedes…? -volvió a atacar Ron. Pero Hermione lo silenció con el sólo levantar la palma de su mano.
-Detente ahí. -advirtió- He visto como un compañero ha sido transformado en dragón a causa de un espejo hechizado. Fui aplastada por él y mágicamente sólo conseguí un par de huesos rotos. La jodida bestia ha creado una especie de relación de dependencia hacia mi vaya a saber porqué. Y no sé si porque presencié todo o por mi manía de ayudar a la gente, pero estoy preocupada, estoy metida en esto e intentaré ayudarlo en lo que sea posible. -Tomó una respiración profunda.- Así que espero que entiendan que tras toda esta presión, lo último que necesito es tener que aguantar sus reclamos, reproches y pedidos de explicaciones… que venga al caso, tampoco se las voy a dar.
Los tres chicos la miraban con los ojos abiertos y hasta parecían contener el aire. Cualquier cosa que pudieran hacer parecía un potencial detonador para que la bomba terminase de estallar. Suavemente, con movimientos lentos, sacudieron sus cabezas de arriba a abajo en lo que pretendía ser un gesto afirmativo. Hermione hubiese sonreído con orgullo si no hubiese estado tan cabreada.
-Bien. -Dijo- Ahora, ¿vas a explicarme que demonios le pasó a tu cara? -se dirigió directamente a Harry. Éste suspiró…
-¿Recuerdas que hace un instante nombraste a una jodida bestia…?
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Cuando Theo salió esa mañana de la Sala Común de Slytherins y se encontró con una Luna Lovegood exageradamente sonriente pero con el profundo surco de unas ojeras bajo sus ojos, tembló.
No sabía si adjudicárselo a la emoción que le producía ver a esa muchachita que hacía días venía alborotándole los pensamientos, o el temor a lo que su inocente, pero muy, muuuy extravagante mente podría haber planeado.
-Buenos días, Theodore. -Le saludó manteniendo la sonrisa. -¿Has tenido una buena noche?
-Hola, Luna. Sí, gracias. -Cuando se ponía idiota se volvía por poco monosílabo. -¿Qué tal la tuya?
-Oh, muy productiva. -Su sonrisa se amplió más si eso era posible. -¿Está Zabini dentro? -Theo no pudo evitar fruncir el ceño ante la pregunta.
-Claro.
-¡Genial! -Dio un pequeño saltito- ¿Crees que puedas volver a entrar y avisarle que estoy organizando una reunión para la hora libre que tenemos antes de la cena?
-Claro… -Dijo con la misma extrañeza.
-¡Bien! Los espero en los lindes del Bosque Prohibido.
-Luna, ¿no crees que sería más sensato reunirnos en otro sitio? -Intentó persuadirla, pero Luna no escuchaba. Ya estaba dándole la espalda y alejándose de él dando saltitos. Antes de salir el mismo hacia el Comedor la escuchó canturrear a lo lejos.
-¡Tengo regalos para darles!
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Hermione tomó un par de frutas del Gran Comedor y salió disparando de allí. Después de la charla con sus amigos y de arreglar las cejas de Harry, decidió que debería ver a Draco antes del comienzo de clases. El chico dragón estaba siendo un tanto posesivo en cuanto a ella, y no quería siquiera pensar en como podía reaccionar si llegaba a encontrarlo directamente en clases… Lo peor era que en parte sería su culpa, dado que ella le aseguró que volvería por él.
Así que se saltó la oportunidad de tomar un buen desayuno, y salió a su encuentro.
Cuando llegó a la cueva, no pudo evitar pensar en que parecía que estaba esperándola. Tragó grueso.
-Hola. -dijo tímidamente. Él mantuvo sus ojos fijos en ella, sin mutar ni un poquitito su expresión. Hermione comenzaba a sentirse inquieta cuando finalmente Draco levantó sus garras y comenzó a golpear y rasquetear el suelo.
Punto-punto-punto-raya… raya-raya-raya… punto-raya-punto-punto… punto-punto-punto-raya… punto-punto… punto-punto-punto… raya…. Punto.
-Sí, Malfoy, volví. -Dijo casi con diversión.
La bestia se acercó varios pasos hacia ella. Su hocico casi tocando su cara. Sus garras volvieron a sonar.
Por mi.
-¿Es una pregunta o una afirmación?
La mirada acerada fija sobre ella no le dio lugar a bromear mucho. Hermione soltó un suspiro.
-Si, por ti. Te dije que lo haría. -Para Hermione ya era fácil identificar la gestualidad de Draco. Y el muy maldito ahora estaba sonriendo satisfactoriamente. De lo que no fue consciente fue de su propio cuerpo, cuando su mano por cuenta propia decidió que era bueno alzarse y acariciarle la cara. Él cerró los ojos ante el contacto.
"¿Qué haces, imbécil! No eres su mascota. Demuestra tu poder. Reclama tu poder sobre ella y sobre todos. ¡Te comportas como un perro amaestrado sumiso y dependiente de su dueña! Sólo te falta mover la cola… -se mofó la voz de su cabeza sonando rechinante e indignada. -Te destruirá. No puedes ser débil, y menos con ella. Ella no puede saber el poder que tiene sobre ti. Ella no debe saber lo que puede hacer de ti. Ella no debe controlarnos, ni..".
Draco sólo suspiró mentalmente disfrutando de la caricia y con increíble hastío respondió a su bestia interior, interrumpiendo su perorata.
-Cállate. Se siente bien.
-Eres la criatura más poderosa de este mundo, no un niño mimado que precisa las caricias de su madre para dormir. Aléjate. Aléjala. Ya no eres un débil humano. Déjame a mi. Dame el control, yo haré que dejes de ser débil. Tienes que destruirla, tienes que seducirla, tienes que hacerla nuestra para poder alcanzar el destino que nos aguarda.
-Ella es mía. -Zanjó Draco abriendo de golpe los ojos y mirando fijamente a Hermione, que sólo lo miraba sorprendida al ver lo tenso que se había vuelto el dragón blanco y plateado, sin comprender el motivo, ajena a la tensión que se creaba en el interior de la mente de Malfoy.
-Nuestra- Gruñó la voz interior al percatarse que Draco estaba haciendo serpentear su lengua bifurcada acariciando las mejillas de Hermione y que sus garras delanteras se arrastraban por el suelo rodeando la cintura de la chica, quien cada vez estaba más nerviosa.
-Eh… Malfoy, ¿hay algún problema? -Susurró ella un tanto ansiosa
-¡MÍA! -gritó Draco- Tú no eres más que un parásito en mi mente. Yo tengo el poder. Lo has dicho tú mismo, puedo tener lo que quiera. La quiero a ella. Para mi. ¡Y tu no puedes más que balbucear en mi cabeza!
-¡Nos destruirá! -Aulló la criatura de su psique -¡Insensato y malcriado humano! Siempre fuiste débil, y aún con todo el poder del mundo sigues siendo débil. Tu mente no concibe la perspectiva que se te presenta...
-Para ser tan poderoso como dices, tienes bastante miedo de una simple sangresucia…
-No es una simple muchacha, niño ingrato. Te falta tanto que aprender… ¡Y yo puedo enseñarte!
-¿Malfoy? -preguntó otra vez Hermione, esta vez con voz mas firme, sacándolo de la discusión con su alter-ego dentro de su cabeza. Había notado una cierta agitación en él que no le había dado buena espina. -¿Estás bien? El dragón sacudió la cabeza a forma de asentimiento. Había logrado volver a serenarse. La voz se había apagado por el momento. -Yo… creí… bueno, ¿te parece bien si vamos juntos a clases?
La sonrisa de la bestia creció inconmensurablemente.
-Entiendo si no quieres… fue un pensa… AAAAAHHHH -El grito de Hermione resonó en toda la cueva cuando Draco la tomó con una de sus garras por la capucha de su túnica y la montó detrás de su propia cabeza. -¿Qué demo…? ¡Malfoy, por favor, ni se te ocurra!
Tarde.
Ya se le había ocurrido.
La sonrisa serpentil se mantenía como congelada. Hermione supo que no iba a ganar esa batalla y que lo mejor que podía hacer en ese momento era sujetarse donde pudiera.
Draco podía ser un idiota, pero era un idiota medianamente considerado , y esperó sentir su agarre e afianzado antes de emprender vuelo.
Malfoy no fue directamente hacia la torre donde se daría la clase de Encantamientos. Cuando Hermione dejó de gritar y sintió como su pequeño cuerpo se relajaba contra el suyo quiso perpetuar esa sensación que provocó en él y dio unas vueltas más surcando los cielos. Se había dado cuenta que era con esa sensación que lograba apagar a la molesta voz en su cabeza. Era estresante. Y Hermione era la única que podía conseguir llevarlo a ese nirvana.
Bastante contra su voluntad, dio por finalizado el paseo y asomó la cabeza por el aula designada lo suficiente como para que Hermione pudiera bajarse de él sin problemas. Sin embargo, y para su sorpresa, ella pareció aferrarse más a él. Su sonrisa retorcida reptiliana se ensancho. El miedo a volar de Granger la volvía… dependiente. Interesante descubrimiento. Tenía que llevarla de paseo aéreo más a menudo.
-Señorita Granger, Señor Malfoy, bienvenidos a la clase. -Dijo el profesor Flitwick con notoria molestia por su retraso. -Señorita Granger, ya que ha interrumpido la clase con su tardanza, ¿podría al menos apresurarse a bajarse de… de ahí, y tomar lugar en su asiento?. -Ella se crispó ante el tono de sus palabras.
-Tomaré la clase aquí. Gracias.- Hermione aún tenía las rodillas gelatinosas y paralizadas por el miedo. Si intentaba bajar haría un ridículo espantoso. Y por alguna razón, sentir a Malfoy tan relajado y tranquilo por su cercanía física parecía… correcto. Así que como pudo se acomodó sobre la cabeza del dragón y abrió su bolso para sacar el pergamino y el tintero, usando la curva de la nuca de Malfoy como mesa.
-No creo que sea prudente que…
-Si un alumno tiene que mantenerse en el aire durante dos horas con la cabeza asomada por una ventana casi diminuta para poder tomar la clase, no veo nada de malo en hacerle un poco de compañía. -A esta altura todo el curso tenía los ojos puestos en ella con notoria sorpresa. Por primera vez no era el terrible dragón el centro de atención.
-Como prefiera… -Concedió el pequeño hombre, sabiendo que de seguir discutiendo llevaría las de perder y no ganaría más que ser avergonzado frente a todo sus estudiantes.
Draco no cabía en sí de gozo. Hermione había enfrentado a un profesor por defenderlo a él. Y no hubiese sido para tanto si no fuese porque estaban hablando de Hermione Granger, por supuesto.
La clase pasó sin penas ni glorias. Pronto cada alumno se centró en sus propias tareas y dejó de lado la particular pareja que se asomaba al otro lado de la ventana. Hermione hizo todo lo posible en concentrarse en su trabajo, pero el miedo a las alturas no colaboraba mucho con la tarea.
-¡No te muevas! -chilló por quincuagésima vez. Draco hubiese reído, pero estaba demasiado cansado. Aferrarse a los muros exteriores de la torre no era nada cómodo, y menos mantener el cuello torcido en una posición incómoda. No paraba de removerse y reajustar su postura. Así que solamente soltó un bufido hastiado que sonó como un atronador retumbar de truenos. La castaña supo leerlo perfectamente. -Lo sé. Sé que estás cansado. ¡es una barbaridad lo que están haciendo contigo! ¡Tenerte colgado de una torre por horas...! ¿Quieres que baje? Debo ser pesada… -Pero Draco sacudió fervientemente la cabeza para negarlo provocando un nuevo grito por parte de la castaña y que volviese a aferrarse a él con fuerza. -¡Está bien, pero no te muevas!
Lo siguiente fue lo más parecido a una risa. Pero claro, salvo para Hermione que era parte de la situación, para todos los demás alumnos sonó como un aterrador rugido. Por alguna razón, eso la hizo sonreír. No era tan malo tener a un temido dragón de aliado, o al menos algo parecido… tener la cuasi seguridad que no va a dañarte mientras todo el mundo está aterrorizado ante su presencia. Sobre todo cuando eres Hermione Granger y pasaste toda tu vida siendo el hazme reír o el centro de burlas de los demás.
Quizás el estar juntándose tanto con Malfoy le estaba pegando un poco de su característico orgullo.
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No es que les interesara lo que Luna tenía para decir. No es tampoco que creyeran que en realidad diría algo de utilidad. Pero tenían intriga. Nunca sabían que podían esperar cuando se trataba de aquella muchachita Ravenclaw, lo que provocaba esa cosa tentadora que atrae del peligro. Esa curiosidad, que mató al pobre gato muggle.
Así que, aunque la mayoría se desentendiera o se hiciera el superado, ahí estaban todos los alumnos que Luna había citado. A la hora acordada en el lugar propuesto.
Ron protestaba y se mostraba aburrido. Harry y Ginny estaban verdaderamente intrigados. Zabini derrochaba entusiasmo. Neville todavía no entendía que hacía allí. Y Theo… Theo estaba completamente aterrado.
Luna parecía ignorar dichos estados de ánimo y sólo se limitaba a mirarlos con una sonrisa pintada en su rostro. Ginny fue la única que se atrevió a romper con el incómodo momento.
-Ehhh… Luna. ¿Para que nos has echo venir? No es que me moleste ni nada, pero llevamos un rato aquí y pronto se servirá la cena…
-Oh, sí, lo siento. -Se disculpó sacudiéndose de repente, como si verdaderamente hubiese sido sacada de alguna especie de trance. -Sólo estaba pensando… -Se disculpó, pero pronto su cara volvió a mostrar que su mente había vuelto a irse más allá.
-Entonces… -Apremió Ginny, notándolo. Luna volvió a sonreír.
-¡Les he hecho regalos! -aplaudió entusiasmada- ¡Por eso los he hecho venir!
-Regalos… me gusta eso -sonrió Blaise y extendió sus manos hacia Luna. Ella lo miró por unos segundos antes de entender su indirecta. Entonces exclamó y rebuscó en sus bolsillos hasta sacar una pequeña bolsita de tela. La abrió y de adentro sacó un anillo. Era dorado y su grosor bastante considerable.
-No son de oro pero… ¡los he hecho yo misma! -Había hecho uno para cada uno y los repartió con una sonrisa, ignorando las caras de sorpresa e intriga.
-Luna, ¿qué dicen los grabados del interior? No reconozco el idioma… -Inquirió Theo mirando con una ceja enarcada al anillo.
-Oh, es élfico. Su significado es "Un anillo para gobernarlos a todos, un anillo para encontrarlos, un anillo para atraerlos y atarlos a las tinieblas." -recitó.
-Que… simpático -ironizó Blaise soltando una carcajada.
-¿Todo eso dice aquí dentro? -Preguntó Ron mirando la inscripción con sospecha. Luna asintió.
-Espero haber copiado bien los símbolos de su escritura… -reflexionó pensativa.
-Seguro dice pene en en vez de anillo… ¡Nos harás llevar anillos que hablan de penes! -chilló Blaise teatralmente. Theo revoleó los ojos y todos rieron. Menos Ron. Ron frunció todavía más su ceño en desconfianza.
-Copié la idea que Hermione usó con los Galeones del ED. Así podremos comunicarnos y citarnos cuando tengamos novedades sobre nuestro plan.
-¿Qué plan? -preguntó Ron.
-Para salvar a Draco…
-¿Tenemos un plan? -se sorprendió Blaise.
-¡Claro que lo tenemos!
-Creo que deberemos reunirnos para revisarlo… -Dijo Ginny tratando de llegar a un punto.
-¡Yo no ayudaré a Malfoy! -chilló Ronald.
-¡Sí que lo harás! -Gritó Luna sorprendiendo a todos. Pero pronto volvió a su serena y habitual compostura. -Ya sabes el plan. Si sabes el plan no puedes no participar.
-No recuerdo ningún plan…
-Sí lo haces.
-¡Puedes borrarme la memoria!… bueno, no tú… pero alguien.
-¡RONALD WEASLEY NO DEJARÁS LA COMUNIDAD DEL ANILLO! -Estalló. Ron se encogió dentro de sus hombros. El silencio perpetuó. -Ahora, ya que estamos todos de acuerdo, podemos ir a cenar.
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Hermione se extrañó cuando se dirigió al Gran Comedor para la cena, luego de terminar algunas redacciones en la biblioteca, y no encontró a ninguno de sus amigos allí.
Ya había comenzado a dar cuenta de la comida, cuando todos juntos, hicieron su ingreso al lugar. Por supuesto, ver siete alumnos, cuatro Gryffindors, un Ravenclaw, y dos Slytherins, entrando todos juntos de sopetón, llamó la atención de todo el mundo. Todos, menos Blaise y Theo, que se apresuraron a su propia mesa, se sentaron rodeándola.
-¡Hola. Mione! -la saludó Luna sonriente, agitando la mano.
-¡Hola, Luna! -respondió. -¿Dónde se habían metido?
-Los reuní para darles unos regalos -explicó mostrándole el anillo en su propia mano. Ginny se quitó el suyo y se lo tendió. -Tengo este para ti -le sonrió y sacó de su bolsillo un prendedor con forma de hoja color verde brillante. -Lo hice yo misma.
-Es hermoso, Luna, pero… ¿acaso estuviste leyendo El señor de los anillos? -preguntó enarcando una ceja con sospecha mientras se ponía el prendedor atando su túnica, al cual había reconocido como el prendedor de hoja de los elfos, de dicha historia.
-Si, lo he hecho.
-Entiendo…
-¿Por qué el de ella es distinto? -se quejó Ron. Luna se encogió de hombros. -Claro, ella no tiene que andar con un anillo que probablemente hable de penes alrededor de su dedo… -bufó. Hermione no entendía nada y lo hizo saber con una simple mirada, a la que los demás respondieron sacudiendo la cabeza, restándole importancia.
-Y he hecho este para Draco… ¿crees que podrás dárselo de mi parte? -Le tendió un collar con una especie de frasquito como colgante, dentro de éste parecía haber chispitas de luz.
-Claro Luna, aunque no puedo asegurarte que lo use…
-Oh, no importa. De todos modos creo que tendrás que hacerle un encantamiento agrandador…
Después de eso todos se dedicaron a comer. Sobre todo Ron. Y menos Hermione, que ahora se dedicaba a darle vueltas a la comida en su plato, con demasiadas preguntas en su cabeza. ¿Qué rayos había pasado en su ausencia?
-Luna… -la llamó, sin poder aguantar la duda. -¿De qué se trata todo esto? Tú leyendo Tolkien, los regalos… no puedo evitar pensar en que hay algo que no me estás contando. -Todos tragaron en seco, más Luna respondió con tranquilidad y naturalmente.
-La verdad es que he encontrado el libro casualmente, y me ha gustado tanto que lo terminé en un día. No pude evitar relacionar algunas cosas de la historia con lo que le está sucediendo a Draco Malfoy, así que creí que era una especie de señal y que allí está la forma de salvarlo. Así que armé un grupo de rescate. Pero no te preocupes, no debes hacer nada, ya demasiado involucrada estás… nosotros, la Comunidad del Anillo, nos ocuparemos. -Le sonrió.
-Claro… -respondió la castaña sin saber muy bien que decir en realidad. Lo lamentaba por sus amigos que se habían visto envueltos en las extravagancias de esa muchachita, pero ¿qué podía hacer? Tampoco es que le haría mal a nadie, pensó inocentemente. -Nunca hubiese vinculado lo de Malfoy a El señor de los Anillos… -pensó en voz alta. -Suena más similar a la historia de La Bella y la Bestia. -se rió por su propio chiste. Los ojos de Luna se agrandaron.
-¿Es eso otra historia muggle?
-Si, un cuento infantil…
-¿Está en a biblioteca?
-Puede ser, nunca lo he busca…
-¡Nos vemos, chicos! -gritó sin dejarla terminar de hablar mientras corría fuera del Gran Salón. Sus cuatro amigos la miraron fijamente y bastante serios. Ella se encogió de hombros fingiendo inocencia.
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Hermione estaba molesta. Sabía que era idiota enojarse por la conducta de un dragón temperamental, pero no podía evitarlo.
Se sentía bastante idiota por ir a verlo después de la cena. Todavía no podía explicar de donde es que había salido esa necesidad por hacerlo, pero lo había hecho. Había utilizado en un principio la excusa de llevarle el collar que Luna le había dado para él, pero era demasiado inteligente como para auto-justificarse con eso... tranquilamente podría habérselo dado al otro día.
Pero si fue el bendito colgante por lo que habían peleado. Hermione había insistido con que debía usarlo, como muestra de gratitud a Luna, incluso mostrándole su propio prendedor, y contándole brevemente la historia del frasco de Galadriel y la luz de Eärendil, pero él se había negado, alegando que no era un perro para usar collar, y que no le debía agradecimiento a nadie.
Se maldecía por haberle enseñado el maldito código morse. Hablaba demasiado. Ahora sentía golpecitos resonando en su cabeza.
Bufó.
Había terminado tirándole el colgate y dándole con el frasquito en un ojo. Cabrón.
Se había ido inmediatamente de la cueva. Con la frente en alto y los talones golpeando con fuerza el piso al marchar… todavía lo hacía. No le había dado tiempo a Malfoy a reaccionar, y ahora, que tomaba consciencia de sus actos, se alegraba por ello. Lo había hecho enfadar… y las palabras enfadado y dragón en una misma oración nunca significaban algo bueno.
Un sonido cercano frenó sus pensamientos en seco. Felicitaciones, Hermione, caminando por los lindes del Bosque Prohibido y con la cabeza en las nubes. Bueno, no precisamente nubes…
Previsora, tomó su varita en una mano. Impulsiva, se acercó a la zona de donde provenía el ruido.
Al hacerlo lo suficiente, aquél ruido fue transmutando a voces. Trató de esconderse lo mejor posible y concentrarse en lo que decían. Era un grupo de tres personas con túnicas negras. Cómo no.
-Como si el idiota creyera que podía mantener el secreto guardado -dijo uno de ellos.
-¡Es un jodido Dragón! ¡Todo Hogwarts lo sabe! Lucius está subestimando al Señor Tenebroso y eso le va a traer problemas -rió otro de ellos.
-Espera a que se entere… -concordó el primero.
-No puedo creer que el culo estirado de Malfoy sea un dragón -comentó el tercero.- Todavía no defino si es genial o terrible…
-Genial va a ser la recompensa que nos darán por la noticia.
Hermione se cubrió la boca ahogando un grito al procesar lo que acababa de escuchar y su significado. ¡Tenía que avisarle a Draco! ¡O a Dumbledore! ¡Sí, primero a Dumbledore!
Pero cuando fue a girarse para salir corriendo de allí rumbo a la oficina del Director, notó algo clavándose justo debajo de sus costillas. Y maldita sea, no era una rama.
-Bueno, bueno… miren a quién tenemos aquí.
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Bonus Track: Detrás de las cámaras (Ilwen And Promethea Productions presents: The Pottengers)
-Promethea, ¿estás segura de esto? -Masculló Theo, un tanto incómodo. Y porqué no decirlo, celoso.
-Que sí, que sí... tú confía en mi.-La autora rubia se llevó el megáfono a los labios y gritó -¡ACCIÓN!
Mientras las cámaras rodaban, Blaise vestido con la armadura de Iron Man miraba a Draco.
-¿Seguro que no quieres un trago?-Le preguntó con una sonrisa socarrona
-¡No tienen posibilidades de ganar, yo tengo un ejército! -Draco se colocó otra vez el casco de Loki, con larguísimos cuernos, que le quedaba un poco grande.
-¡Y nosotros un Hulk! -Respondió Blaise
-¿Me llamaban? -Preguntó una Luna pintada de verde -¿En esta escena salgo yo, no?
-¡CORTEN! -Promethea se talló por enésima vez el puente de la nariz. -Luna, te adoro, pero ¿podrías por favor leerte el guion? Ya es la octava vez que te cuelas en una escena que no es tuya.
-Ya te lo dije… -Comentó Theo por lo bajo, todavía cabreado porque no le hubieran dado el papel de Loki. -Tendrías que haber dejado que Hagrid hiciera de Hulk, le va mucho mejor el papel.
-Pero yo lo que quiero ver es el contraste Banner-Hulk, ¡la inocencia y la brutalidad de la rabia desatada! -Protestó Promethea, harta de discutir lo mismo una y otra vez con el misántropo.
-Pero yo no tengo furia que desatar… -Se defendió Luna rascándose la pintura verde de los brazos que le volvía a picar.
-¡Tú tendrás lo que yo diga que tienes! -Le bufó airada, sin querer dar su brazo a torcer.
-¿Ilwen esta de acuerdo con esto? -Pregunto dulcemente Theo, con una sonrisita de superioridad
-¡Claro que si!- Promethea sonrió radiante e inocentemente… pero también claramente nerviosa. -¡Ilwen confía plenamente en mi capacidad creativa!
-¿Y no ha puesto pega alguna en que te vuelvas a distraer con un crossover fuera de contexto? -Theo alzó las cejas con socarronería.
-No, para nada -Promethea, en su arrebato creativo no se dio cuenta del silencio que reinaba en el plató, como algunos de los personajes empezaban a retroceder lentamente. Tampoco se percató de que la temperatura había bajado unos cuantos grados más de lo que era normal.
-¿Seguro de eso, corazón? -Preguntó la dulce y melosa voz de Ilwen a sus espaldas. Theo empezó a retroceder para que no le salpicara la sangre.
El escalofrío de Promethea lo vieron todos, al igual que como se fue dando la vuelta lentamente.
-Antes de que digas nada… -Se apresuró a decir la española, - Le he dado el papel de Viuda Negra a Ron y lo obligo a ir con un traje de cuero negro ceñido y un sujetador con relleno talla plus.
Hubo un momento tenso en el que nadie supo que decir, pero la cara de Ilwen paso por varios estados emocionales a una velocidad pasmosa… y acabó con una mueca sádica pintada en sus facciones.
-Muéstrame lo que filmaste...
-Mierda… -Masculló Theo a cierta distancia. Miró a Promethea sacudir un brazo triunfal en el aire. -Buena jugada, Promethea, buena jugada.. esta batalla la has ganado, pero la guerra sólo acaba de comenzar...
-¿A quién estás amenazando? -Preguntó Harry con el pelo teñido de rubio y una armadura asgardiana. Por lo visto Promethea había encontrado hilarante "oxigenarle" el pelo, para variar.
-¡Tú callate!- Theo salió a grandes zancadas del plató, seguido por una verde y preocupada Luna, mientras en las pantallas de post-producción, Ilwen y Promethea eran felices viendo ciertas tomas falsas de cierto pelirrojo travestido.
