Buenas, antes de iniciar con esta historia me gustaría hablarles un poco sobre ella. Los personajes son todos del manga, es decir que encontraran aqui al Naruto, Ichigo, Luffy y Natsu más poderosos hasta el momento; les inventaremos algunos ataques a algunos personajes tal vez, por la falta de variedad que no han mostrado hasta el momento.
Esta es una historia escrita por 2 escritores, una soy yo (kamissama) y el otro es mgts0090. Ambos escribimos compartiendo ideas y nos turnamos para escribir un capítulo a la semana, para hacer mas ligera la escritura y refrescar el estilo de cada capitulo semanal. Publicaremos un capitulo cada miercoles, ya que escribimos uno cada semana, y actualmente tenemos escrito hasta el capítulo 5.
Ambos autores hemos visto las 4 series, por lo que no encontraran inconsistencias en esta historia. Nos gusta poner algunas palabras en japones o ataques, para que conserven su estilo y efecto, si lo consideramos apropiado, al lado tendrán su traducción al español. Disfruten esta historia, esperamos sus comentarios con gusto =P.
El tiempo ha pasado, como suele hacer, sin mostrar ningún tipo de piedad, arrastrando heridas, sucesos, momentos y emociones con él, y así lo que en su tiempo había sido un incidente, sucumbió bajo su propio peso y fue olvidado, esto es lo que ocurre, después de la tempestad, la calma, que no es nada más, que el momento para reponerse y olvidar.
El mundo se había vuelto mucho más tranquilo desde ese incidente. Todos se encontraban mejor, pensando en una mejoría indiscutible; aunque no unánime, porque había un cierto hombre, bastante sombrío, cuyo rostro ya no se digna a mostrar, no por el suspenso que eso ocasiona, sino por la vergüenza que esto le provoca, ocultándose a sí mismo de los demás en una oscura caverna. Sus ojos evocaban cierta ira y decepción, al igual que su cuerpo, sin lugar a dudas, Tobi, el exjefe de akatsuki, perdió todo lo que en algún momento le dio fuerzas, convicción.
-No lo puedo permitir –se dijo para si mismo, no había ninguna otra posibilidad, se encontraba solo en ese momento-. Si espero más tiempo, al paso de los años, me olvidarán… Y cuando eso ocurra, no tendré ninguna otra opción…
Mientras aquel hombre reflexionaba se veía seriamente afectado, molesto y preocupado; como si tuviese el tiempo encima. Pero más que eso, se notaba sumamente afligido, como si fuese un niño a quien se le niega su juguete favorito y no tiene más que sentirse frustrado.
-No tengo más opciones aquí, fui completamente superado… ¡ESE MALDITO NARUTO! –Gritó con un terrible estruendo, golpeando una roca y destrozándola en el acto; aunque nadie probablemente lo notaría, estando solo en aquella caverna-. Tengo que hacer algo, sin lugar a dudas, esta supuesta ''paz'' no durara nada… ¡¿Por qué no lo ven? Es sólo cuestión de tiempo. Las guerras son inherentes del ser humano, es algo que jamás desaparecerá; y tal vez durante esta era, persista esta falsa paz… pero dentro de una o dos generaciones, todo volverá a ser igual –se decía para si mismo, como si alguien más lo escuchase, tratándose de convencerse, como motivo principal-. Pero… ya lo intenté y no lo logré. No puedo derrotarlos… Simplemente yo no puedo… –cambiando su tono de voz, dejo notar de inmediato como una idea cruzó por su mente. Sonrió entre dientes y empezó a formular escenarios ficticios. Era lo único que podía hacer en ese momento. Hasta la más mínima chispa puede encender la muerta esperanza.
En aquel mundo Shinobi, la vida seguía igual, y qué decir de Konoha, de donde era el gran héroe Naruto, quien tuvo un gran papel en la derrota de akatsuki. Pero no solo él era vanagloriado, sino todos sus compañeros que fueron valerosamente a la guerra, eran héroes, pero un tipo especial de ellos, ya que estaban vivos.
Tras un par de semanas, aquella tan terrible guerra donde hubieron tantos muertos, había sido casi olvidada, como una simple llovizna, y aunque suene inverosímil, más de la mitad de la población vivía como siempre, incluso antes de la destrucción de Konoha. Lo que sólo demuestra el poder del tan increíble tiempo.
Naruto seguía de manera rutinaria yendo a Ichiraku Ramen. Tsunade atareada, pero trabajando como puede con las nuevas heridas que trajo de la guerra. Konohamaru y Lee, seguían entrenando exhaustivamente, para así poder alcanzar finalmente sus sueños. Mientras que otros como Shikamaru, habían alcanzado un nuevo rango y empezado un nuevo estilo de vida, cuidando a un pequeño niño, el heredero de la voluntad del fuego: El hijo de Kurenai y Asuma.
Aunque nadie lo sospechaba, un suceso estaba a punto de suscitarse de manera tan repentina, que dejaría en total pánico a aquella aldea y tal vez cambiaria el rumbo de la historia de ese mundo. Todo para un mal sumamente perverso.
-Si todo sale como lo acabo de prever, puedo lograrlo… Estoy seguro; aunque me parece un poco patético, tengo que hacerlo… La colaboración es muy importante… Supongo que como Orochimaru, siempre debes tener un plan B. –en ese momento, Tobi desapareció sin dejar rastro, en completo silencio, y sin haber ningún testigo de su partida. Es como si nunca hubiese estado vivo.
El espacio… Es tan relativo. Uno piensa que la realidad es tan única, pero se equivoca tanto, porque para lo que unos es realidad, para otros es una enorme mentira, y esto es lo que experimentaran varios personajes en este viaje de experiencias, conocerán lo que es:
Round 1:
~~Verdad
Y
Realidad~~
-Entonces… ¿Por qué demonios yo estaría interesado en ayudarte? –Exclamó un hombre en uniforme, en una habitación bastante quemada, a punto de derrumbarse a vista de cualquier persona-. Es decir, yo soy la justicia… Y tú, bueno, no sé ni quién eres ni cómo demonios lograste llegar aquí, ni de que truco te estás valiendo… Pero te lo advierto, no tendré mucha más paciencia.
-Ha ha, no te impacientes… –mencionó el sujeto enmascarado adoptando una pose de seguridad-. Ya te lo dije. Mi nombre es Tobi, y necesito tu ayuda… La cual me servirá para poder realizar mi plan… –hizo una pequeña pausa, como si se quedase pensando por un momento, para luego volver a hablar-. Piénsalo… Tú me ayudas a destruir a mis enemigos, y los tuyos desaparecerán… Te lo aseguro –dijo entre risas.
-Suena interesante… Pero, ¿por qué debería tratar de ayudarte a ti?Un simple criminal… Te aseguro que tengo suficiente fuerza para derrotar a mis enemigos por mi mismo… ¡No necesito la ayuda de nadie! –gritó exasperado, como si lo hubiese ofendido, pero de cierta manera, dando entender que no toleraba esa forma de pensar de Tobi.
-Almirante Akainu. Yo no soy un criminal, solamente entiéndalo… La paz real no existe, en su ambiente. Siempre habrá gente estúpida que se opone a la ley, y esos idiotas siempre arrastraran a otros consigo. Pero, si los eliminamos, todo sería muchísimo más fácil, te lo aseguro -lo miró fijamente con ese ojo rojo que tenia a la vista, para al instante responderle-. Respecto que tú puedes hacerlo… Bueno… ¿Qué esperas? – dijo sarcásticamente tratando de incitar el enojo de Akainu.
Por varios momentos, el silencio gobernó la sala. Al parecer Akainu lo empezó a considerar enserio, pero realmente duro bastante, frunciendo el seño, como si estuviese a punto de gritar sumamente molesto, pero, no sucedía nada… por lo que Tobi le dio la espalda y se dirigió a la salida, solamente para ser detenido por una sola palabra
-Acepto –dijo únicamente el orgulloso almirante proseguido de un silencio sepulcral-. Pero… solo te haré caso a ti… Me da igual a quienes más les pidas ayuda. Sólo a ti te apoyare… ¿Entendido? – tras terminar la oración, bebió un vaso de agua, mientras lo miraba, y de una manera increíble, se veía el agua de aquel vaso en ebullición, al parecer estaba algo enojado.
-Entiendo… Toma –mencionó al tiempo que lanzaba una hoja a su escritorio-. Esto es lo que tu deberás hacer… Yo haré el resto Bwa ja ja -se rió de una manera perversa para sí mismo, mientras de nuevo, desaparecía del lugar, dejando la habitación como si no hubiera pasado en lo absoluto el tiempo, y justo al desaparecer, la puerta sonó. Sin previo aviso entraron soldados apuntando a todos sitios con sus armas, parecían preocupados.
-Llegan en buen momento –mencionó el almirante mientras desde lejos releía la hoja; la cual, en un instante ardió en llamas-. Alerten a todo el cuartel sobre esta misión de inmediato – dijo de manera fulminante e inflexiva. Ese día, las olas del mar estaban completamente serenas, eran la calma antes de la tormenta.
No había pasado ni un solo segundo desde su partida; pero, Tobi ya se encontraba en otro lugar, en uno muy lejano, aunque con un nombre bastante conocido, al menos para él, quien había buscado por tantos mundos a los aliados perfectos para su plan y para ello solo tenía que encontrarse con él, el mago oscuro Zeref, quien se encontraba perdido desde hace más de 7 años, pero que el enmascarado sabía perfectamente donde se encontraba, al parecer, Tobi, era un ser bastante curioso.
En algún rincón de ese reino, se encontraba en un bosque moribundo, aquel mago tan enigmático, oculto del mundo, por tiempo limitado ya que se notaba que planeaba algo, meditando, mientras que alrededor suyo, irradiaba un aura de muerte tan nauseabunda, que se podía sentir el hedor de la muerte desde muy lejos.
-Vaya, nunca pensé que un mago tan fuerte como tú, desperdicie sus habilidades mágicas de tal manera –dijo el ex akatsuki mientras lo miraba de reojo con esos ojos tan analíticos como siempre.
-Tú… –mencionó Zeref, el cual estaba recargado en el cadáver de un viejo roble. Ni siquiera se tomó la molestia en mirar a Tobi-. No eres como los demás… Deberías estar muerto ahora mismo… ¿Por qué te puedes acercar tan fácilmente…? Ni si quiera detecto poder mágico en ti… Es como si… No existieras –dijo pensativo con un tono tan serio, que era difícil tomarlo a la ligera
-Yo te he observado por mucho tiempo y no sé ¿Por qué no has usado ese poder mágico letal que tienes en mucho tiempo? Se me hace triste, tal poder desperdiciado –hizo una pausa para observar el rostro de Zeref, quien se veía bastante molesto, por lo que por un momento, Tobi se dio la vuelta, dándole la espalda a Zeref-. Por eso he venido a pedirte tu ayuda… No estoy muy seguro de tus metas, pero podría ayudarte… Desapareciendo a ese gremio… Fairy Tail... –
-¿¡FAIRY TAIL! ¡Pero…! ¡Ellos deberían estar muertos! Yo lo vi. Acnología… Es increíble… Sería bastante interesante, enemigos que hayas sobrevivido a su poder, serian dignos oponentes, pero… ¿Tú que deseas? –dijo Zeref mientras miraba a Tobi de manera indistinta
-Lo único que deseo es la paz… Sea cual sea su costo –al decir esto, se dio la vuelta bruscamente y se acercó a Zeref para extenderle la mano-. Tú… ¿Me apoyaras? –aunque en ese momento, el mago oscuro no lo entendía, ese apretón de manos tenía un gran significado para Tobi, significaba vulnerabilidad. Tal vez el único ser que podría matar a Tobi de manera definitiva seria él, el mago de la muerte, y para poderlo tocar, tendría que materializarse, exponiéndose al aura maligna de Zeref, pero como si todo estuviese planeado, al instante esta desapareció y Zeref le extendió la mano
-Estoy… Interesado –terminó mientras con una sonrisa de par en par, desaparecían ambos de ese bosque grisáceo, careciente de vida, sin ser notados, o sin provocar un cambio significativo en ese mundo.
Pasaron un par de días, aunque parecieran segundos para algunos, pero Tobi no aparecía por ningún otro lugar, era como si hubiera desaparecido completamente con su nuevo cómplice, pero eso no sería por mucho tiempo, su próximo golpe, probablemente sería el más grande movimiento que haría antes de que todo iniciara.
El lugar, al que se dirigían ahora, al parecer era mucho más difícil de accesar, no sólo por la cantidad de energía requerida, sino porque ahora, viajaban 2 personas y no solo una, pero el llegar no era todo, sino también el sortear los obstáculos, después de todo, habría muchas personas resguardando ese sitio.
Justo en aquella noche, aquel lugar conocido como Seireitei seria invadido de una manera tan sigilosa y precavida, que pocos se darían cuenta hasta muy tarde; era tan peculiar el hecho, el lugar al que se dirigían era una cárcel, donde los guardias serian muy fuertes, para evitar escapes, pero al parecer, aquel enmascarado lo tenía tan bien planeado, que no tendrían muchas dificultades.
-Hemos cruzado las primeras barreras –comentó Tobi mientras ambos caminaban por un estrecho pasillo-. Se que el hombre que buscamos está en el último piso, su nombre es Aizen y tiene una increíble peculiaridad, por así decirlo, nos ayudara de sobremanera para nuestra misión. Lo único que tienes que hacer por el momento Zeref, es matar a todo ser que nos intente impedir el paso… No te preocupes. La compasión no es necesaria, todos aquí ya están de alguna manera muertos –tras decir esto, se volvió intangible, dejando de lado al mago, en unas celdas con poca iluminación, con un piso empedrado, por lo que el sonido de los pasos era notorio y repetitivo, como una gota cayendo incisivamente desde el techo hasta el suelo.
El camino fue largo y tortuoso, donde lo esperaban un sinnúmero de trampas, pero ninguna si quiera alcanzaba a tocarlo. Todo objeto que se le acercaba se volvía polvo, y los criminales de las celdas solamente se retorcían del dolor, uno tan grande que provocaba que las orbitas de sus ojos se volviesen locas, la sangre empezara a brotar por sus poros, y simplemente morir, callados, en un instante, ahogando gritos desgarrantes como si no fuesen nada.
Los guardias seguían y seguían llegando, por todos lados, envueltos en el anonimato, no porque se ocultaran de una manera, sino que todos morían por igual, de la misma manera, llegaban corriendo a su muerte, casi sin saber lo que sucedía. Tras varias horas de bajar niveles en el subsuelo, encontraron que no había más camino, y solamente se encontraron con dos hombres, resguardando, lo que a primera instancia, parecía nada.
-Espera Zeref, no los mates, déjamelos a mí –dijo en susurros Tobi, mientras se acercaba a esos hombres, quienes se encontraban totalmente exaltados, ya que durante bastante tiempo, escucharon los gritos de sus compañeros, desvaneciéndose incansablemente-. Vaya… Que par de trabajadores… Haciendo su labor de cuidar esta pared, pero como no somos idiotas, les daré dos opciones… Nos abren el camino para llegar con Aizen Sosuke y conservan sus vidas, ó me encargaré de abrirme paso yo mismo –dijo ceremonialmente, con una risa sádica imperceptible, debido a su máscara.
- A-Aunque nos ma-maten, nno diremos nnada… –dijo tartamudeando una mujer, de mediana edad, sin estar muy segura de sus palabras-. Así que váyanse… ¡A-ahora! –gritó con un soplo de valentía.
-Claro, nos iremos ahora…–terminó Tobi mientras desapareció en un instante, el cual parecía una eternidad, pero fue tan rápido, que no pudieron entender lo que sucedía. El enmascarado perforó completamente el corazón del compañero de esa mujer asesinándolo en el acto, sólo para volver a envainar su espada envuelta en sangre y ocultarla dentro de su traje oscuro-. Ahora… No te lo preguntaré, te lo ordenó –dijo quitándose su máscara y mirándola directamente a los ojos, unos ojos temerosos, de color marrón-. ¡Abre la entrada hacia la celda de Sosuke Aizen! –y como si de una mala broma se tratara, la chica abrió el camino de inmediato, pisando ciertas rocas del suelo en cierto orden, sin rechistar ni sin dudar-. Ya no tengo más uso para ella, así que puedes eliminarla, Zeref –tras decir aquellas palabras, el ex akatsuki siguió avanzando, mientras escuchó por unos segundos, los gritos agudos femeninos, similares a los de una señora en labor de parto, pero con un tono de desesperación notable.
-Llegamos –dijo rápidamente Zeref, quien se quedó observando al hombre que estaba ante él, postrado, atado con cadenas de Sekkiseki, que limitaban su Reiatsu, y por lo que se mostraba impotente a hacer nada.
-Ustedes… ¿Qué quieren? –dijo de inmediato, sin dudar un momento, aunque la pregunta apropiada en ese momento hubiera sido preguntar por su identidad. Aizen simplemente no le importaban esas trivialidades, por lo que fue de inmediato al grano-. Vienen a liberarme… ¿No es así?
-Correcto, supongo que debe ser fácil de asumirlo, ya que aun no estás muerto, como la mayoría en esta patética mazmorra… –exclamó con desprecio Tobi, mientras miraba a su alrededor-. Necesito que me sirvas en mi propósito Aizen, es un papel hecho para ti, lo sé –mientras decía aquello, se notaba un brillo especial en sus ojos, el deseo, la avaricia, esas emociones o sentimientos se quedaban cortas con lo que sentía en ese momento.
-Ha ha ha ha ha, no me hagas reír… ¿Yo? ¿Trabajando para ti? Imposible, ¡De ninguna manera! –aunque comprendía la situación, quien estaba hablando en ese momento, no era Aizen ni su intelecto, era meramente su orgullo al volante.
-No pasamos por todo esto, solamente para que nos rechaces… Mira, es tu katana… Kyoka Suigetsu… ¿Verdad? – Dijo Zeref mostrándole su espada a Aizen, sacándola de su vestimenta-. ¿La quieres? Ven con nosotros…
-Antes de que respondas Aizen… solo piénsalo… estas prisionero aquí… es quedarte y pudrirte aquí, durante toda tu vida… o venir con nosotros, y cumplir tus objetivos y mis objetivos – Decía Tobi haciendo especial énfasis en el momento de referirse a sus deseos, después de todo, ese era el motivo por el que había iniciado todo.
-Supongo que no tengo opción… ¿Verdad? –dijo Aizen contemplando sus ataduras-. Después de todo estoy cautivo… ¡Acepto! –gritó con gran emoción, para lo cual, de inmediato, Tobi lo tomó del hombro y lo absorbió dentro de si, junto a Zeref y en un pequeño momento, desaparecieron.
Todo sucedió tan rápido… ahora, 4 hombres poderosos con intereses diferentes, estaban planeando algo… malévolo, no, probablemente esa palabra quedaría muy corta, demasiado, después de todo, cada uno era capaz de lograr cosas tan terribles, que su plan solamente podía ser peor que eso.
En algún momento en el tiempo, Tobi, junto con Zeref y Aizen llegaron a una habitación previamente habitada, por nadie menos que Akainu, quien los esperaba impaciente en una mesa redonda; no se sentaron de inmediato, al parecer liberaron primero a Aizen de parte de sus ataduras de Sekkiseki, y quedándoselas para tal vez utilizarlas después, pero tras hacer esto, tanto Zeref como Aizen tomaron asiento, como si ya superan lo que iba a suceder, solamente esperando las palabras de Tobi, o quien sea que fuese ese hombre.
-Muy bien, caballeros, nos tomara unos días establecerlo correctamente; pero antes que nada, quiero hablarles sobre algo muy importante –dijo Tobi parado frente a su silla, en la mesa redonda. - Es sobre un asunto que nos interesa a los cuatro, pero sobre todo a mí… Les había hablado de esto antes, pero ahora se los diré completamente claro… Es sobre mi plan Necrogénesis utópica–y estas últimas palabras, resonaron por unos instantes, al unísono que las violentas olas del mar chocando con la costa de la isla. Se aproximaba una gran tormenta.