¡Hola a todos!... Espero que estén muy bien, como pueden notar, comienzo una nueva historia… La verdad me emociona mucho, traté de publicar la semana pasada, pero tuve problemas técnicos que me atrasaron y otros personales que me abrumaron. El caso es que finalmente saqué tiempo para publicarles este nuevo fic, la verdad no estaba muy segura de sacarlo ya, estaba tratando de darle cuerpo y saber a donde quiero llegar con él, pero decidí que saliera a la luz y ver como avanzan las cosas. Bueno, creo que estoy hablando (Como siempre =D) de más, así les dejo el primer capítulo, espero lo disfruten…
ES SOLO UNA SIMPLE HISTORIA DE AMOR
BY: Kagome-Inu1982
Summary: Una simple historia de amor, eso es lo que es, un relato, un viaje por las vidas de dos personajes, que aprenderán lecciones que sólo la vida puede enseñar; cómo luchar con los miedos, decepciones, engaños, como aprender del amor, de las tristezas y de las alegrías, como entender que la vida no es siempre como queremos que sea, pero que muchas veces puede ser aún mejor.
Cáp. 1: Desconocida
La música estridente del lugar, combinado con el humo y las luces de colores, que venían de quien sabe dónde, lo tenían absolutamente mareado; su cabeza punzaba una y otra vez. ¿Qué demonios estaba haciendo allá?, en una fiesta a la que ni siquiera había querido asistir, con personas que no le caían nada bien y en un lugar que claramente no era el suyo.
Si había asistido, en primer lugar, había sido porque no quería permanecer en casa y en segundo lugar, porque su amigo Miroku había insistido en que debían integrarse un poco; socializar con las personas de su Universidad y así intentar ser aceptados.
¿Pero a quien quería engañar?, él no pertenecía a esa gente, él no había nacido para asistir a ese lugar, ni para ir a esas fiestas inundadas de alcohol y drogas; él era mucho más diferente.
Camino por entre las personas hasta llegar al pasillo que conducía al baño, como ya esperaba el lugar estaba atestado; afortunadamente el ruido se veía amortiguado, pero aún percibía el humo que pronto afectaría su sistema. La gente estaba loca, buscaba liberarse con sustancias ajenas a su sistema. Dio la vuelta al final del pasillo, encontrando finalmente el baño de hombres, tomó el pomo para abrir, pero ésta no cedió.
- Esto debe ser una broma – masculló para él mismo, mientras insistía una vez más - ¡Oigan, alguien más debe entrar! – Golpeó con el puño un par de veces y espero - ¡Oigan!... Abran la maldita… - la frase quedó entre sus dientes, cuando la puerta finalmente se abrió.
- ¡Hola becado! - le saludó uno de los dos que aparecieron en la puerta.
Viró sus ojos ante la expresión, ¿qué era lo que esperaban con ello?, ¿ponerlo a llorar sobre el regazo de su madre?, todos eran unos malcriados, pero sobre todo ese par, Naraku y Bankotsu.
- Todo tuyo becado - ambos se movieron a cada lado para permitirle pasar.
Sin decir una palabra atravesó la puerta, la cual se cerró a sus espaldas.
- Imbéciles – musitó para él mismo, mientras se acercaba al lavabo.
Abrió la llave y el agua comenzó a bajar, mojó sus manos, luego su rostro y cabeza, el dolor que punzaba en ella lo iba a matar; lo sentía por Miroku, pero de allí iba directo a su casa y a su cama. Cerró la llave y se movió para ir al baño. Una vez estuvo de pie frente al retrete empotrado a la pared y con las manos listas para aflojar su pantalón, el espejo frente a su rostro, le llevó a captar una imagen tras él; en el cuarto de baño, en el suelo, una figura acurrucada e inmóvil, yacía contra una de las paredes del cubículo.
Sorprendido se abrochó lo poco, y nada que había soltado de su jean y se dio la vuelta. La puerta del baño estaba entreabierta, lo suficiente para ver la pequeña figura inmóvil, acurrucada contra la pared de metal del cubículo.
Se acercó un poco más, sin hacer mucho ruido; la persona estaba sentada, con sus manos alrededor de sus piernas y su cabeza enterrada en ese lugar. Unos cabellos revueltos y azabaches, impedían ver su rostro. Pero era más que obvio que era una chica y no estaba en las mejores condiciones.
- Oye... ¿Estás bien? – La joven se sobresaltó al escuchar su voz y él lo hizo a la misma vez – Tranquila, tranquila… Yo… ¿Necesitas ayuda?
Ella no contestó nada, la incomodidad en el ambiente era más que insoportable para él. ¿Y ahora que hacia?... Tal vez si llamaba a su amigo… Miroku tenía más experiencia con las mujeres. Decidió acercarse un poco más al cubículo, la joven soltó un gemido temerosa y se encogió más en su sitio.
- Tranquila, no te haré nada – la joven pareció relajar levemente sus músculos – Mi… Me llamo Inuyasha, yo…
Finalmente la joven se movió y levantó su rostro un poco, sólo dejando entrever sus ojos, unos ojos castaños y asustados. Se acercó más, entrando finalmente al cubículo, colocándose frente a ella y poniéndose en cuclillas. Ella en todo momento lo siguió con su mirada a la par que su cuerpo volvía a ponerse tenso.
- Tranquila… Yo no te haré nada ¿estás bien?
De inmediato, el rostro de ella se movió de un lado a otro, y él pudo notar como sus ojos se llenaron de lágrimas, antes de volver a enterrarlo en sus piernas. La apariencia de la chica daba lástima, su ropa estaba desaliñada y podía notar un par de cardenales en sus brazos.
- Yo… - una inaudible palabra salió de los labios de ella, mas él no dijo nada y espero – No quería… Yo… dije… No…
Una chispa y un intenso calor recorrieron el cuerpo de Inuyasha, sus puños se apretaron contra sus muslos y deseó con todas sus fuerzas tener al par de imbéciles frente él y así descargar la ira que sentía.
- Yo dije no y ellos… - un sollozo se escapó de los labios de ella y él estiró una mano con rapidez y la posó sobre una de sus manos empuñadas – ¡Yo no quería! – levantó su cabeza y lo miró fijamente, sus mejillas estaban sonrojadas, una más que otra, debido a un cardenal, estaban empapadas y sus ojos comenzaron a ponerse rojizos.
- Todo está bien ahora – se acercó más a ella y dejó que sus manos reposaran en sus hombros – Tranquila… ¿Quieres que llame a alguien?
- No… Yo, no…
- Bien, no lo haremos… ¿Necesitas algo?
- Quiero ir a casa… - musitó en medio de un sollozo – Quiero irme…
- Entonces… Yo, voy a buscar un taxi o algo y…
- No, no me dejes – las manos de la joven se aferraron a sus brazos, mientras lo miraba con esos ojos castaños – No quiero quedarme aquí sola…
- Entonces… ¿Puedes… ¿Crees que puedas… - ¡Argg! No sabía cómo preguntarlo, apestaba.
- Sí… - ella se levantó con ayuda de él, quien luego abrió la puerta del cubículo para dejarla salir – Gracias…
La joven se soltó de él y fue hasta el lavabo, sin mirarse al espejo, abrió una de las llaves y se mojó su rostro. Inuyasha la miró y vio su camisa hecha jirones; de nuevo una oleada de rencor e ira lo recorrieron, rápidamente se quitó su chaqueta negra y la dejó sobre los hombros de ella.
- Gracias – ella se giró y cerró la chaqueta mas sobre su pecho – Eres muy amable… Me… Me llamo Kagome… Kagome Higurashi…
¿Higurashi?... Había escuchado ese nombre en algún lado, pero no estaba muy seguro de donde, restándole importancia le dijo:- Llamaré a mi amigo y le diré que me preste su auto y te llevaré a casa… ¿Te parece bien?... – Kagome asintió y él se apresuró a sacar su teléfono del bolsillo del pantalón – Miroku… - se tapó su otro oído con la mano, tratando de captar las palabras de su amigo – Necesito que me prestes tu auto, puedes venir al baño… Deja de hablar idioteces y ven – masculló, al escuchar la insinuación pervertida de su amigo; él no estaba en ningún tipo de salida lujuriosa ni mucho menos – Bien… - guardó el teléfono en su bolsillo y miró a la joven que no apartaba sus ojos de él.
El silencio se hizo largo e incomodo, él no sabía que decir y al parecer ella parecía bastante interesada en él.
- Eres, Inuyasha Taisho – musitó ella, luego de unos segundos.
- ¿Eres de la Universidad que hizo la fiesta? – preguntó, la verdad nunca había conocido a la chica que tenía enfrente de él, bueno la verdad no conocía a muchas personas de la universidad en que estudiaba, esa no era su idea cuando asistía al lugar.
- Sí… Yo…
- ¡Inuyasha! – un golpe en la puerta, seguido por un gritó con su nombre los alertó, la joven se movió hacia un costado asustada; pensó en ir hasta ella y decirle que se calmara pero decidió ir con su amigo - ¿Pensabas dejarme aquí?... mira las llaves y mas te vale cuidar a mi bebé…
- Gracias… Te debo una – tomó las llaves, dispuesto a cerrarle en la cara la puerta, pero Miroku lo detuvo.
- ¿Con quién estas? – preguntó tratando de asomar la cabeza por entre la puerta, cosa que Inuyasha le impidió.
- Nada que te incumba, ahora lárgate… - cerró la puerta y se giró hacia la joven, quien ya se veía más calmada – Ya tengo las llaves – dijo balanceándolas en sus manos - ¿A dónde te llevo?
El viaje en auto fue aun mucho más silencioso, luego de salir por una de las puertas traseras del lugar y de ubicar el auto de Miroku, ambos subieron al auto y ella le indicó en un murmullo que camino tocar. No hablaban, no suspiraban, podría casi decir que no respiraban; ella solo miraba por la ventana, observando las luces de las farolas, y él solo conducía con la vista al frente. La realidad era que él no sabía que decir, ¿qué le decías a alguien que acaba de pasar por una experiencia no tan buena?, estaba dicho que él no servía para tratar con las personas, por eso estudiaba Administración y Finanzas y no Psicología.
Para cuando llevaban media hora en el auto, Inuyasha entró en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, las casas eran enormes, grandes jardines y portones adornaban las entradas. Desvió la mirada hacia la joven, quien al parecer se había quedado dormida.
- Genial… ¿Y ahora donde es? – estacionó el auto mas no lo apagó, se inclinó sobre ella para verificar si estaba o no dormida. Cuando vio que si lo estaba, trató llamándola – Oye… llegamos… Oye – movió un poco su hombro pero nada – Oye… - tomó una de sus manos y en el acto ella saltó en su asiento – Tranquila… tranquila… Es que llegamos y no sé donde es tu casa – le dijo y ella miró a su alrededor corroborando sus palabras.
- Es esa… - Apuntó a una casa un par de cuadras mas allá, de inmediato Inuyasha presionó el acelerador y la llevó hasta el lugar.
Finalmente apagó el auto y salió a abrirle la puerta, la joven se levantó, con sus manos agarrando su chaqueta.
- Gra…Gracias por todo – le dijo ella y el asintió.
- No te preocupes… Quieres que vaya contigo y le explique a tus padres… Tal vez es más fácil si…
- ¡No!... Yo, quiero descansar…
- Está bien… entonces ve y descansa… Adiós – rodeó el auto y volvió a subirse, Kagome miró la casa y luego de dos segundos caminó hasta ella. Buscó en sus bolsillo y abrió una puerta lateral y entró, luego finalmente se perdió al interior de una casa, mas al fondo.
Inuyasha prendió el auto y dio la vuelta, era hora de regresar a casa. Había sido una larga noche y también debía descansar.
- ¡Hijo! – La voz de su madre lo recibió en cuanto entró en la casa - ¿Qué haces aquí?...
- ¿Qué haces despierta mamá? – le preguntó mientras iba y se sentaba en la barra de la cocina.
- Tu amigo Miroku llamó, me dijo que tú te quedarías en su casa… Pero veo que no… - Inuyasha soltó un suspiró y dejó caer su cabeza sobre la mesa, unos segundos después, sintió el tintineó de tazas y platos.
- ¿Un té?, te calmara – le dijo su madre con una sonrisa, mientras dejaba la bebida humeante frente a él – Quieres hablar…
- No – sacudió su cabeza y le dio un sorbo a la bebida – Estoy bien, ve y duerme…
- Bien… Buenas noches cariño – la mujer salió de la cocina y antes de irse rodeó la barra y le dio un beso.
- Buenas noches – cuando terminó el té o mejor dicho lo lanzó por el lavabo, subió a su habitación con una lata de cerveza. En el camino hasta su cama se sacó la camiseta negra y aflojó sus jeans, hasta dejarse caer en la cama.
Estaba cansado, se sentía como si hubiera corrido hasta la casa en lugar de venir en auto. Su cuerpo estaba agarrotado y sabia que se debía a la tensión de hace un rato. Pero aun así el sueño, al parecer, se le escaparía.
- Demonios… - masculló con la cabeza enterrada en la almohada.
Con un suspiró se levantó y fue hasta al baño, terminó de quitarse la ropa y abrió la llave de la ducha. El calor del agua lo relajó un poco, el agua sobre sus hombros tensionados lo alivió. Para cuando salió se sentía muchísimo mejor.
-.-.-.-
Vacía, esa era la palabra que la describía mejor, se sentía absolutamente vacía, eso, y sucia; nunca se había visto más repugnante como esa noche.
El agua ya estaba fría y su piel comenzaba a ponerse arrugada como una pasa, pero no le importaba, estaba esperando a que él agua limpiara su suciedad, esperando que con el agua se fueran los recuerdos. Pero era imposible estos rondaban una y otra vez su cabeza.
Luego de un largo tiempo, cuando vio que no funcionaría, se levantó, envolvió su cuerpo en una toalla y salió a su cuarto; uno amplio, pintado en colores pasteles; así estaba desde que era una niña, con una gran cama de sabanas blancas y miles de cosas por aquí y por allá, un escritorio con sus libros y una laptop sobre la mesa. Tenía todo y sentía como si nada fuera de ella.
Se acostó en la cama, acurrucándose en uno de los lados, cerró sus ojos y cuando ciertas imágenes pasaron por su cabeza, los volvió a abrir. En el suelo y al alcance de su mano, reposaba una prenda, una chaqueta de cuero color negro descansaba sobre el piso de mármol. Estiró su mano y la tomó envolviéndose en ella. Su nariz y sistema se inundó con un aroma fresco, un olor a bosque, viril, un aroma a libertad; que la inundó y por el cual se dejó llevar.
-.-.-.-.-
Quería dormir, quería seguir hundido con la cabeza en la almohada y cubierto con las frazadas, pero quien fuera que estuviera haciendo sonar un maldito timbre no lo dejaba. Se revolvió tratando de mantener el sueño que le rehuía, para cuando estuvo despierto se dio cuenta que el timbre, era su maldito teléfono celular. Lo buscó a tientas hasta encontrarlo sobre la mesa, al lado de su cama.
- Diga… - su voz ronca y matutina hizo la aparición - ¿Qué quieres Miroku, sabes la hora que es?...
- Sí, son las dos de la tarde, ¿qué haces durmiendo a esta hora? – alarmado se sentó en la cama y miró el reloj sobre su escritorio – No me digas que...
- No, claro que no Miroku – respondió sabiendo a que se refería – Mejor dime qué quieres…
- Oh nada, solo llamaba a preguntar dónde estabas…
- En mi casa – retiró las sabanas que cubrían su cuerpo y fue al baño.
- Bueno eso era… ¿Qué es ese ruido?... ¡Ahh! No me digas que estas en el baño
- Está bien, no lo diré
- ¡Por favor!... Hablamos mañana, pasa por mí en el auto… Adiós…
- Buenas tardes hijo, ¿Descansaste? – preguntó su madre, mientras seguía barriendo la entrada de la casa.
- Está muy tarde… ¿Por qué no me despertaste? – preguntó, mientras iba a la cocina y sacaba el cartón de jugo de naranja.
- Pues ayer te veías muy cansado, así que creí que querías descansar, además es domingo, no tienes que ir a clases…
- Voy a salir a correr – dijo, mientras dejaba el vaso limpio sobre el mesón – Vendré en un par de horas…
- Está bien… Adiós cariño – su madre se despidió desde el pórtico, antes de continuar barriendo.
Vivía en un vecindario normal, nada del otro mundo; con casas una después de la otra, con pequeños jardines, dos plantas, ni grandes ni pequeñas. No les faltaba nada, tenían lo necesario para vivir. Mas tener lo necesario, no era suficiente en el mundo en que vivían. Era algo así como la selección natural de Darwin, el fuerte sobre el más débil, si no tenías dinero estabas destinado a desaparecer.
-.-.-.-.-
- Yo abro – dijo su madre, mientras iba hasta la puerta - ¡Hola Miroku!
- Señora Taisho, tan bella como siempre – dijo galantemente, mientras le daba un beso en el dorso de la mano.
- ¡Oh, que caballeroso eres!... Vamos pasa, pasa, Inuyasha aun no termina su desayuno. ¿Quieres comer algo?
- No, gracias señora…
- ¿Qué haces aquí? – Preguntó, mientras dejaba los platos vacios dentro del lavabo – Pensé que pasaría por ti.
- Mi despertador se averío y me desperté temprano, así que vine hasta acá, mi padre me trajo en su auto…
- Claro… Voy por mis libros y ya bajo… ¡Tú conduces! – gritó desde la planta de arriba.
- ¿Por qué tengo que ser tu chofer? – Preguntó Miroku, mientras conducía – Hoy era tu día…
- Pensé que amabas a tu carro – dijo Inuyasha, mientras ojeaba el periódico que Miroku, tan amablemente había robado de su casa.
- Lo amo, pero no quiero ser tu chofer, solo el de una chica sexy… ¿Y por qué lees mi periódico?
- Es el mío, lo dejaron en la puerta de mi casa – le recordó, siguió pasando las hojas, buscando algo interesante; en deportes su equipo había perdido otra vez, la bolsa había caído un pequeño margen y un cantante estaba en un escándalo de drogas, los ricos seguían siendo más ricos y las elecciones se acercaban pronto; finalmente entre la larga lista de cosas que habían allí un titulo captó su nombre.
"El capitán general Higurashi, gran perfilado a la cúpula militar de la nación".
- Oye… ¿Qué sabes de este tipo? – preguntó acercando el periódico a Miroku.
- Mmmm… Higurashi, es un político y militar por lo que veo… La verdad no sé mucho… Creo que dirige el ministerio de defensa ¿Por qué?...
- ¿Hay alguien en nuestra Universidad de su familia?
- Mmmm... No lo sé… ¿Por qué la pregunta?
- Nada… Olvídalo – cerró la prensa y la dejó en la parte de atrás del auto. Finalmente llegaron a las puertas de la Universidad, Miroku estacionó en el lugar de siempre y ambos bajaron.
- Voy a mi clase, nos vemos en el receso de las nueve… - le dijo Miroku, mientras salía hacia su bloque de estudio, el bloque de Economía, mientras el salía hacia el bloque de Administración a su primera clase.
- ¡Pero miren quien viene ahí!... Si es nuestro amigo el becado – siguió su camino, ignorando las risitas y las palabras del grupo donde estaban Bankotsu y Naraku, no quería pelear ahora y estaba seguro de que lo haría – Oye… ¿Por qué tan serio? – ambos se pararon frente a él, impidiéndole atravesar las puertas para entrar al salón - ¿Acaso no te divertiste en la fiesta del sábado?
- Déjame pasar – le dijo a Naraku y luego miró a Bankotsu, no estaba de humor y menos para ese par de desgraciados – Muévete
- ¿Y si no qué? – Dijo Naraku parándose más frente a él - ¿Qué es lo qué…
Inuyasha soltó un suspiro y finalmente tomó a Naraku de las solapas de su camisa y lo empujó contra una pared.
- No estoy para tus jueguitos imbéciles – musitó, contra el rostro asustado de Naraku – No me provoquen o les juro que no mantendré mi boca cerrada… - el rostro de ambos empalideció y Naraku hizo una seña a Bankotsu para que se moviera – Así me gusta – le dio una palmadita en el rostro y entró al salón dejando a los espectadores alrededor con ganas de mas.
- ¡Inuyasha! – un grupo de chicas lo saludó y el solo asintió con la cabeza, a lo que ellas soltaron un montón de risitas.
- ¿Eso pasó?... Vaya me hubiera encantado ver al tonto de Naraku, haciéndose en sus pantalones – Miroku continuó riendo – Hubiera sido gracioso…
Las primeras clases por fin habían pasado, no se había concentrado demasiado en ellas, pero afortunadamente no le iba tan mal con los temas, por lo que no era un problema, ahora simplemente quería un buen refresco y una charla con su amigo.
- A veces no aguanto a ese par de idiotas…
- Ah… Les caes mal solo porque las chicas te prestan atención, entonces tratan de mostrar que no perteneces a su misma escala social, no les funciona muy bien… Viene Kikyo… Yo me voy…
- Oye no, no me dejes… - masculló enfadado.
- Hola Inuyasha – la joven mujer se sentó frente a él con una sonrisa plasmada en su rostro – Escuché el pequeño problemita con Naraku y Bankotsu, debiste haber hecho eso hace mucho tiempo…
- Hola… - ¿Qué más decía? Kikyo era de las mujeres que solo necesitaban a un oyente.
- No te vi en la fiesta del sábado… ¿Dónde te metiste?
- Fui a casa temprano…
- Ya veo, fue una lástima, te esperé y no te vi; bueno, tengo una clase y debo irme… Adiós… - Kikyo se levantó y siguió su camino.
Kikyo era una mujer hermosa, demasiado, los chicos la seguían a todas partes, mas sin embargo el no entendía por qué, a él no le interesaba tanto. Siguió con su mirada a Kikyo, quien saludaba a diferentes personas en las mesas, mas adelante un joven la interceptó, e Inuyasha casi se ahoga con su bebida. Era ella…
Kikyo habló un momento con la chica y luego apuntó hacia un lugar atrás de él, la joven asintió y miró hacia el sitio; por azares de la vida, ella bajó su mirada y se topó con la de él. Las mejillas de la chica se arrebolaron y un par de libros que sostenía, cayeron de sus manos; Kikyo rió, mientras ella los recogía. Luego de despedirse, cada una tomó por direcciones diferentes, Kikyo siguió su camino y la joven caminó con la cabeza gacha hasta el edifico atrás de él, sin siquiera mirarlo.
- Con que así están las cosas – musitó Inuyasha, mientras seguía la figura con su mirada, de inmediato dejó la lata con su bebida en la mesa, cogió sus libros y fue por el mismo camino que ella.
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Bueno, ese fue el primer capítulo. La verdad no sé muy bien aún el cuerpo y los caminos que vayan a tomar esta historia, pero tengo la idea de que sea algo fresco y diferente. Una historia en la que me pueda divertir escribiendo y con la que ustedes se sientan identificados leyendo. Jajaja! Muy bien, creo que esto es todo por el momento, dejen sus comentarios, sugerencias y demás! Les mando un abrazo y un beso! NOS LEEMOS! =D