I'm uke and I know it
Minutos antes…
Dio un manotazo en la mesa y le miró fijamente.
-¡Lo he decidido! – afirmó algo avergonzado y con las cejas casi chocándose.
Usami se tumbó en el sofá y se desaflojó la corbata.
-Entonces ven, demuéstramelo.
Misaki se apresuró y se sentó ágilmente encima de Usami.
Ambos se miraron fijamente y Misaki comenzó a ruborizarse (algo típico de él). El escritor alzó la mano y acarició suavemente la mejilla del estudiante.
-No tienes por qué hacer esto para demostrarme algo que ya se.
Misaki apartó el rostro e intentó relajar su agitada respiración.
-Además ambos sabemos que nunca lo harás tan bien como yo.
-¡Baka! – Misaki le aporreó con un cojín.
Usami-san sonrió mientras miraba con cierto cariño a Misaki.
-Si tan frustrado estas, quizá pueda ayudarte.
En directo…
… Girl look at that body, I work out …
La luz procedente del techo hizo brillar el apretado calzoncillo que lucía Misaki, a juego con sus ojos esmeralda. Usami aplaudía animadamente al ritmo de la música.
.. I got passion in my pants and I ain't afraid to show it …
"Argh, viejo pervertido… " pensó para sus adentros " con que esta es tu gran idea, ¿no? "
… I'm sexy and I know it …
Misaki empezó a sacudir la cadera de un lado a otro. Usami no supo si reir o llevárselo directamente a la cama.
-¿De verdad quieres seducirme, Misaki?
-S-si, ¿por qué? – preguntó algo confuso mientras seguía bailando.
-Esos botones aun siguen abrochados – le animó mientras le señalaba la camisa.
Misaki parecía disfrutar llevando la camisa blanca que tan bien le quedaba a su pareja y que aún olía a él.
Por lo demás, aquello estaba siendo más vergonzoso de lo que pensó, pero esa vez quiso dárselas de duro… con todo lo que ello implicaba.
Bajó de la mesa, de la que por poco se cae de cabeza, y se sentó en las piernas de Usami, quedando uno en frente del otro. El joven poso sus labios en el cuello de su espectador y le mordió.
-Hmm… - levantó la comisura de los labios- quizá no valgas para actor porno, pero no está mal.
Apenas le dio tiempo a reaccionar cuando Usami deslizó sus frías manos por debajo de la camisa… recorriendo su espalda. Misaki sintió un escalofrío que poco a poco fue cambiando por algo cálido y agradable.
Antes de que las manos de Usami llegasen más lejos, la música dejó de sonar en el cuarto y ambos desaparecieron de la silla que ocupaban. Una puerta anunció su cierre y Misaki supo que una vez más había caído en manos, (y nunca mejor dicho), del que siempre sería su seme.