Nueva entrada sin publicar

Como siempre, aviso: un fic simple, no tiene trama, es solo un intento de expresar lo que siente John tras la Caída.


Si supieras lo difícil que está siendo, Sherlock… y al principio no tenía ni puñetera idea de por qué. Sabía que no era normal estar sufriendo tanto, echarte tanto de menos. Pensaba que tenía que ser un fallo en mi cerebro, que había personalizado en ti todas mis frustraciones, mis deseos, mis esperanzas, mis miedos, mis fantasías, todo lo que nunca había tenido en mi vida y todo lo que nunca tendré, todo lo que duele y, sin embargo, no puedo dejar atrás porque si lo perdiera perdería todo lo que hace diferente mi estúpida y patética vida. Probablemente ha sido así y he proyectado en ti todo lo que da sentido a mi vida, pero yo mismo me daba cuenta de que tenía que haber algo más, que esto no era normal por un amigo, por muy especial que fuera. Porque lo cierto es que no soy capaz de seguir adelante. No soy capaz de pasar página. El dolor no se va haciendo más llevadero sino todo lo contrario. Y hoy, sentado ante mi portátil después de meses escribiendo lo que siento en lugar de nuestras aventuras, tratando de poner en palabras lo inexpresable, creo que por fin he llegado a aceptar lo que me pasa. Tú lo habías deducido desde hace mucho. De hecho, lo dedujiste desde que nos conocimos, aunque entonces no estuve de acuerdo. Ahora que ya no estás y no puedes reírte de mí, te puedo decir sin miedo que estabas en lo cierto. Tú y todo el mundo teníais razón y no me había percatado. Te he querido durante todo este puto tiempo y por eso te echo de menos como un condenado. No me había dado cuenta hasta que te has ido. Qué historia tan típica. Pero es exactamente lo que ha ocurrido.

Puede sonar ridículo que me sienta así por alguien con quien nunca llegué a compartir nada íntimo en el plano físico, pero lo cierto es que tu simple presencia me bastaba para sentirme unido a ti en cuerpo y alma. Te aseguro, Sherlock, que si en realidad hubiera sido tu novio como todo el mundo parecía y quería creer, no lo estaría pasando peor de lo que lo estoy pasando. Porque tu ausencia me duele, físicamente, como si me hubieran arrancado un brazo, como si estuviera dejando esas drogas que tanto parecían fascinarte. Formabas parte de mí mucho más de lo que pudieras imaginarte, mucho más de lo que yo mismo era consciente. Y solo ahora que no estás me doy cuenta de la falta que me haces y de cuánto desearía tocarte. Y ya no me bastaría con solo abrazarte como un amigo, porque querría tenerte mucho más cerca de lo que nunca te he tenido. He pasado mucho tiempo sin querer admitirlo, pero ya no tengo otro remedio.

Antes de conocerte, pensaba que mi vida estaba vacía. Qué equivocado estaba. Ahora sí lo está de verdad, porque he tenido el cielo al alcance de la mano y lo he perdido. Ojalá pudiera volver atrás en el tiempo y tenerte aquí de nuevo, recuperar la vida que teníamos, porque ahora sé lo que es ser feliz y ser feliz era estar contigo. Porque tengo miedo de no volver a verte nunca más, pero también tengo miedo de volver a verte y que las cosas no vuelvan a ser como antes. Que hayas cambiado, que ya no me necesites; que yo haya cambiado y no sea capaz de perdonarte. Porque, ya lo ves, incluso años después de lo que ha pasado, sigo teniendo la esperanza de que todo esto haya sido un mal sueño y tengas una explicación para todo este dolor.

Sherlock, odio mi vida porque ya no estás en ella. El mundo parece diferente desde que no estás. No, ES diferente. Y peor. Estoy harto de añorarte. Por favor, vuelve ya a mi vida, me da igual la forma en que sea. Tu recuerdo es como un parásito que me está devorando desde dentro, y pronto no habrá más que devorar.


En cuanto terminó la última frase, John apretó el botón de Guardar. Otra entrada más para la larga colección de borradores sin publicar que atesoraba desde aquel día. Escribir había sido casi lo único que le había mantenido cuerdo (o algo similar) hasta entonces. Si no escribía, la marabunta de sentimientos que le inundaba amenazaba con ahogarlo, le impelía a gritar, romper algo o echar a correr: hacer algo, cualquier cosa, por evitar que le avasallase. Cuando escribía tenía que concentrarse en buscar las palabras adecuadas, las que mejor definieran cada uno de los puñales que se clavaban en su alma. Aunque le hacía daño recrearse en diseccionar lo que sentía, gracias a ello todo se ordenaba, se hacía comprensible, inteligible. En cierta forma, era como aplicar la lógica. Era lo que Sherlock habría hecho. Sherlock nunca había estado enamorado. Pero si lo hubiera estado, habría analizado cada sentimiento hasta dejarlo inservible, desprendiéndolo de su poder para herirle, como hacía con cada emoción que amenazaba con nacer en él. Es lo que John intentaba hacer.

John Watson nunca se había considerado una persona compleja. Disfrutaba de las cosas sencillas de la vida, hacía lo que consideraba correcto en cada situación de acuerdo a su sistema de valores y no le daba demasiadas vueltas a las cosas. No estaba sorprendido por que pudiera experimentar a la vez tantas y tan variadas sensaciones. Había estado enamorado, había sido traicionado, había perdido a personas queridas. Lo que le sorprendía era la intensidad. Hasta sentirse vapuleado. Y a sus años. Y por alguien por quien nunca lo habría esperado. Intensidad. Si algo le había enseñado Sherlock era el significado de esta palabra. Era la forma en que hacía todo, la forma en que hacía sentir a todos los que le rodeaban. Solo que hasta que él apareció, el único intenso sentimiento que generaba en los demás era el rechazo. En su caso había sido distinto: admiración, fascinación, atracción. Necesidad, dependencia. Respeto, confianza.

Ojalá eliminar estos sentimientos fuera tan fácil como darle al botón de Eliminar de su blog. Como médico, conocía perfectamente las fases del duelo y, sin embargo, todo su conocimiento, su racionalidad, no podían evitar que doliese. Sí, había aceptado que le quería. Pero seguía sin aceptar que no estuviera, seguía sin aceptar que no fuera a volver. Era como si dos personas vivieran dentro de él. Una de ellas seguía haciendo lo correcto, como siempre había hecho. Sabía que no podía hacer nada por cambiar lo que había ocurrido. Pero otra parte seguía pensando que no era justo, seguía pensando en esperarle. En apariencia, se mantenía calmado y seguía adelante, pero solo él sabía lo que escondía. Solo él sabía que por dentro lloraba continuamente aunque nunca llorase. Solo él sabía que algo se había roto y no se iba a arreglar nunca por mucho que lo intentase, aunque siguiera sonriendo para el mundo.

A veces se consolaba pensando que quizá algún día Sherlock pudiese leer todo lo que había escrito en este tiempo y entendiese cómo se había sentido. Otras veces se atormentaba convenciéndose de que no sería así. Demasiadas se castigaba aún más reconociendo que nunca le dejaría leerlo porque no podría soportar su cortés rechazo. Esta vez no.


Muchas gracias por leerlo y si tenéis sugerencias de mejora os lo agradeceré un montón. Hasta pronto!