De verdad que no veo cómo es que mi advertencia se podía interpretar como que Peeta iba a morir. En realidad, con ese comentario, sembraron la duda en mi si sería mejor que acabara así… pero no soy lo suficientemente cruel y, pese a todo, si soy una romántica empedernida.
Este es el final. No escribiré más. Con este fic experimente con muchas cosas: lemmons, temas más adultos y un final abierto. Me parece que no logre todo lo que quería y el resultado no es tan satisfactorio, pero bueno, hice lo que pude.
Así que, sin más preámbulos, les presento el capítulo final.
Los Juegos del Hambre, sus personajes y todo lo relacionado son propiedad de Suzanne Collins.
Capítulo 38
¿El fin?
Katniss' POV
Tardo varios segundos en reaccionar, pero cuando finalmente lo hago, un grito desgarra mi garganta mientras me abalanzo ciegamente entre la multitud buscando a Peeta. Los Agentes de la Paz ya lo han encontrado y lo escoltan hacia el podio, pero pronto los alcanzo y me abalanzo sobre uno de ellos. Ante lo sorpresivo de mi ataque, no reacciona y puedo arrebatarle el arma. Lo golpeo con ésta en la cabeza y otro de los Agentes de la Paz se gira para enfrentarme. Soy consciente de que Peeta está gritándome algo, pero no pongo atención. Forcejeo con el Agente de la Paz y logro golpearle en el estómago, haciéndolo doblarse de dolor. Hay muchos gritos a mi alrededor, algunos apoyándome, otros horrorizados. Entre 2 agentes han sujetado a Peeta y otros 2 se acercan a mí a toda velocidad, apuntándome con sus armas. Enloquecida por la furia y el miedo, no atino a apuntar mi propia arma y tengo que defenderme a golpes cuando llegan a mi lado.
Finalmente, alguien se me acerca por atrás y me sujeta por la cintura, apretando mis brazos contra mis costados. Grito y trato de zafarme, sin éxito. Los Agentes de la Paz observan a mi captor con evidente desconfianza, pero yo apenas y lo noto. – ¡Suéltame!- le grito a Gale, removiéndome entre sus brazos, pero él me ignora.
-Tranquila Catnip- me dice- solo empeoraras las cosas.
Un nuevo grito de dolor e impotencia escapa de mis labios y es entonces cuando miro a Peeta, quien me sonríe y sacude la cabeza. Gruesas lágrimas recorren mis mejillas, mientras gemidos de impotencia se sacuden, pero dejo de forcejear y permito que Gale me abrace mientras los Agentes de la Paz se llevan a Peeta.
El tiempo de luchar ha pasado. Y he perdido.
Mi mirada se cruza con la de la mujer del Capitolio y ésta me sonríe con crueldad. Furiosa, incapaz de concentrarme en algo que no sea el dolor que siento, silbo la melodía que hemos usado con los rebeldes para identificarnos. La mujer abre los ojos, sorprendida y hace una mueca de disgusto. Segundos después, Gale me arrastra entre la multitud para alejarme de la plaza principal.
Pero una parte de mí se ha quedado atrás. Una parte de mi ha muerto.
Y cuando veo a mi hermana, rompo en llanto. Porque ahora sé lo que ella sintió hace un año.
No sé cómo pudo soportarlo.
-No puedes ir.
-¡Tengo que!
-¡Te arrestaran!
-¡No me importa!
Gale me pega una bofetada y le lanzo una mirada asesina. –No digas tonterías, Katniss. Piensa en Prim.
Un nuevo grito de frustración escapa de mi ya lastimada garganta y comienzo a pasearme por la pequeña sala de mi casa. Mi madre y Prim están sentadas a la mesa, ambas observándome con preocupación. Sé que no debí silbar. Me he delatado y probablemente es solo cuestión de tiempo antes de que la mujer del Capitolio averigüe quien soy y mande a arrestarme. Gale tiene razón, no puedo ir al Palacio de Justicia para despedirme de Peeta porque jamás saldré de ahí.
Me siento como un animal enjaulado.
-¿Entonces qué hago?- pregunto, desesperada y derrotada.
-Debemos irnos- me dice Gale- prepara algunas cosas y vámonos ya. Sobreviviremos en el bosque como mejor podamos.
-No puedo dejarlo.
-Tienes que. ¿O estas dispuesta a sacrificar a tu hermana?
Miro a Prim, quien me observa muy atenta y asustada. Me muerdo los labios. No puedo arriesgarla. Por no arriesgarla es que me metí en todo este embrollo. –Váyanse ustedes- le digo.
-¿Qué?
-Ya me oíste Gale. Toma a mi madre y a mi hermana y llévalas contigo.
-Katniss… -comienza a protestar Prim, pero la silenció con una mirada. Mi hermana aprieta la mandíbula pero asiente. Mi madre también mueve la cabeza en un gesto afirmativo y Gale me observa con atención.
-¿De verdad estas dispuesta a morir con él?
-Lo amo.
Gale suspira.- Katniss… ven con nosotros. Huyamos. Empecemos de nuevo.
-No puedo.
-¡No puedes dejar a tu familia!
Sacudo la cabeza.- Él también es mi familia.
Gale está furioso conmigo, pero sabe que he tomado una decisión y no cambiare de opinión. Vuelve a suspirar y luego me abraza con fuerza. –Te quiero, Catnip- me dice, besándome en la coronilla.
-Yo también te quiero- le digo, acariciándole la mejilla- ¿cuidaras a Prim y a mi madre?
-Las protegeré con mi vida, de ser necesario.
-Gracias.
Prim me abraza y puedo ver las gruesas lágrimas que ruedan por sus mejillas. –Volverás con nosotras, ¿verdad Katniss? Promete que volverás.
-Lo intentare.
Es todo lo que puedo prometer.
Llamo a la puerta de Haymitch, aunque sé que no lo encontrare. Probablemente a él lo hayan arrestado mucho antes de la Cosecha. Sin embargo, para mi sorpresa, segundos después él abre la puerta.
-Ah… así que se han llevado a Peeta.
Asiento. Haymitch suspira. -¿Qué haces aquí, Haymitch?- le pregunto, súbitamente desconfiando de él. Estoy segura que el que Peeta haya sido cosechado no es casual, pero si han descubierto la rebelión… ¿Por qué Haymitch sigue aquí?
-Llegaron anoche- me dice- el teléfono sonó y cuando fui a contestar, lo único que escuche fue a Effie gritando. Fue entonces cuando supe que nos habían descubierto y que todo estaba perdido. Segundos después, unos Agentes de la Paz entraron. Me golpearon hasta dejarme inconsciente. Supongo que vendrán más tarde por mí.
-¿Por qué no te llevaron con ellos de una vez?
Se encoge de hombros. –Supongo que pensaron que podrían venir por mi más tarde. No es como que tengan muchas celdas en el Palacio de Justicia.
-¿Y si escapas?
Suelta una risita sarcástica.- ¿A dónde iría? Los otros Recolectores probablemente ya estén muertos. Además, solo yendo con ellos volveré a ver a Effie- vuelve a reír- aunque claro, quizás ella ya esté muerta. Pero no lo creeré hasta ver su cadáver con mis propios ojos.
-¿Te molesta si espero contigo?- Haymitch arquea las cejas, interrogante- es la única forma de que vuelva a ver a Peeta.
Haymitch hace una mueca y luego me invita a pasar. Me indica que tome asiento y después desaparece en la cocina. Regresa minutos después, una botella de whisky en mano. Extiendo la mano hacia él, pero él aleja la botella de mí. –No. Tú necesitas estar sobria.
-¿Por qué?
-Sería mejor emprender una misión de rescate sobria.
-¿Qué?
Se sienta y busca en los bolsillos de su saco. Me extiende un papel muy maltratado, el cual me apresuro a desdoblar y descubro que es un mapa.
Un mapa de un pasaje bajo el Palacio de Justicia.
-Haymitch…
-Vete ya, preciosa. No tienes mucho tiempo.
Las lágrimas de agradecimiento saltan de mis ojos y lo abrazo. Haymitch me da unas palmaditas en la espalda. –Suerte, preciosa. La necesitaras.
-Ven conmigo- le digo, tomándole de la mano- ayúdame a rescatar a Peeta y después huyamos juntos.
Haymitch sacude la cabeza. –No hay nada allá afuera para mí. Mantente viva, preciosa.
Sigo llorando, ahora por la tristeza, pero asiento. Abrazo a Haymitch una vez más y después salgo.
Debo rescatar a Peeta.
El mapa está muy gastado, pero es detallado. Encuentro la entrada oculta con facilidad y me deslizo por los oscuros corredores en silencio. Es obvio que este camino no se ha usado en años: hay telarañas y animales por todos lados. Hace frio y la oscuridad crece entre más me adentro. El silencio es pesado y escalofriante, pero me obligo a seguir con paso firme. No puedo detenerme.
La adrenalina corre por mis venas, mientras mis sentidos luchan desesperadamente por percibir cualquier señal que me indique que he llegado a mi destino. En la oscuridad, me valgo de mis manos para seguir la pared. El camino se angosta en algunas partes y se ensancha en otras, pero yo continuo, apenas notándolo. Siento miedo, mas no permito que eso me detenga.
Peeta no se detendría ante nada para salvarme. Yo tampoco lo hare.
Finalmente llego a una pared falsa y la empujo ligeramente. He llegado a uno de los salones del Palacio, inutilizado y por lo tanto completamente abandonado. A partir de aquí tendré que andarme con cuidado, evitar a los Agentes de la Paz y escabullirme hasta las celdas en el piso inferior.
Será una tarea difícil.
Salgo y me pego a la pared, tratando de fundirme con ella. Me deslizo por los solitarios pasillos: no sé dónde este la gente del Capitolio y espero no averiguarlo. Entre más rápido encuentre a Peeta y nos vayamos de aquí, mejor.
Finalmente doy con lo que parece ser la entrada a las celdas bajo el Palacio de Justicia y me apresuro a bajar las escaleras. La falta de guardias me pone nerviosa. ¿Dónde están todos? ¿Es esto una trampa? ¿Me ha traicionado Haymitch?
-¿Katniss?
La voz de Peeta me saca de mis oscuros pensamientos y pronto me encuentro frente a su celda. -¿Qué haces aquí?- me pregunta, preocupado, pero lo ignoro mientras siento como una furia helada me recorre las venas. No tiene más que un par de horas desde la última vez que nos vimos, pero pareciera que han pasado siglos. Lo han golpeado y tiene un ojo completamente cerrado a causa de la hinchazón. Hay sangre en sus ropas y un desagradable corte en la parte superior de la cabeza. Lloro de indignación, pero pronto me recuerdo a mí misma que no hay tiempo para esto. Tenemos que salir de aquí.
-Voy a tratar de abrir la cerradura- le digo y dirijo toda mi atención a ésta. Es antigua y corroída por los años; quizás pueda forzarla. Busco algo para abrirla, sin éxito. Peeta está diciéndome algo, pero sigo sin poner atención. Me está tratando de convencer de huir, pero no lo hare. No sin él.
Encuentro una piedra grande y pesada. Quizás si golpeo la cerradura varias veces y con fuerza, logre abrirla. Aunque probablemente eso haga mucho ruido, pero debo arriesgarme.
-Katniss…
-Voy a sacarte de aquí- le digo, mirándolo. Peeta sacude la cabeza, pero yo vuelvo a concentrarme en la cerradura. Tres golpes y logro romperla. Estas celdas no se han usado en años y todo esta viejo y desgastado.
Es una fortuna que el Capitolio ponga tan poca atención a nuestro distrito.
-Katniss…
-Vámonos- digo, abriendo la puerta. Lo tomo de la mano y Peeta me observa.
-¿De verdad estas aquí?- me pregunta, acercándome a él y acariciando mi mejilla- ¿no es un sueño?
-Estoy aquí, Peeta- le digo, colocando mi mano sobre su mejilla- tenemos que irnos- murmuro, besándolo muy rápidamente y él sonríe, asintiendo.
Juntos, emprendemos el camino. Debemos salir del Palacio de Justicia y dirigirnos al bosque. Después buscare a Gale y a mi familia; probablemente estén esperándome. Y si no, no importa. Quizás algún día los vuelva a ver: por el momento me conformare con creerlos sanos y salvos.
Por ahora tengo a Peeta y, mientras abandonamos las celdas tomados de las manos, pienso que estaremos bien.
Nos tenemos el uno al otro y eso es lo importante.