Stein se permite descansar con Marie y de paso, provocarle un par de sonrojos y proponerle el clàsico cambio de miembros. Vaya par. Se habìan tardado en demostrarse cuànto se extrañaban.


Marie ayudò a Stein a llegar a una cama de la enfermería de Shibusen. Acababa de traerlo de vuelta de con Medusa y estaba satisfecha de un trabajo bien cumplido. El problema ahora era convencerlo de que descansara un poco. Justo como un desobediente resorte, Marie lo acostaba, se daba vuelta para llamar a Nygus y el científico ya estaba sentado y evidenciando el daño recibido.

-¿Qué pretendía Medusa?- dijo sin pensar - Seguíamos esperando por ti, aunque… ella te…- Marie se cortó en seco. Tenía ganas de saber, pero no era la pregunta adecuada. ¡Vaya torpe era a la hora de hablar! ¡Primero falsos castigos a sus estudiantes y ahora sal en la herida fresca de su compañero!

Stein no necesitaba sus regaños. No podía amenazarlo o castigarlo con notas bajas.

-Buscaba una salida –declaró Stein con aplomo. Miró a Marie, triste. Se permitió descansar su agotada alma en la tranquilidad y calidez que ofrecían las vibraciones del alma de su compañera.

-¿Una salida? – se sentó en el borde de la cama, interesada de verdad en la mente compleja de su compañero.

-No te preocupes, ya no la buscaré más.

Marie se sintió aliviada, pero no por completo. Stein estaba herido y cansado. Buscó algo con qué envolver a Stein del frío que hacía, ya estaba bien, estaban juntos. Volvían a confiar en el otro.

Stein buscó el brazo de Marie torpemente, tanteando su delgado cuerpo y equivocándose de lugar varias veces – Marie, muy roja, hizo como si no hubiera pasado nada – y cuando lo encontró, lo sujetó como si fuera su anclaje a la realidad. A las claras, no quería que se fuera lejos de él ni a ninguna parte.

-No quiero una salida si puedo quedarme aquí - dijo en voz baja. Se acomodó mejor en la cama, tratando de arrastrar a Marie consigo – No necesito una salida si me dejas quedarme contigo.

Marie sonrió olvidando todas las penas pasadas. La mirada suplicante de Stein le imploró consuelo, sobra decir que no pudo resistirse. Soltó un soplo cansado, pero feliz. Necesitaba descansar, pero fue bastante lenta en buscar sitio en los brazos de Stein, que la habían esperado desde hace tiempo. Él la estrechó sin reparar en la fuerza. ¿Desde cuàndo era tan cariñoso?

-Ne, Stein, que me duele la cabeza por culpa de tus golpes – soltó Marie sobándose el coco.

-¿Quieres que te ponga otra nueva?

Marie tragó duro, siempre parecía que lo decía en serio.

-Me gusta ésta – respondió.

-¿Quieres un tornillo como el mío? – Stein abrió un poco sus brazos para verla. Parecía divertido.

-No, gracias. Sólo te queda bien a ti.

-Podemos hacer el intento…

-¡No, Stein, que no! – Marie se revolvió mientras Stein reía a carcajada limpia, feliz.

Desde su puesto detrás de la cortina, Nygus sólo puso sonreír al mirarlos. Vaya par. Ya se habían tardado.


Awwww... Imaginen que esto hubiera pasado:)