CAPÍTULO EDITADO & REVISADO

Sumario: ¿Cómo sería la historia si Hinata hubiera sido la hermana gemela de Shisui Uchiha, hija de un Uchiha y una Uzumaki? ¿Qué pasaría si Naruto e Hinata fueran primos y si Sasuke no fuera el último Uchiha? ¿Qué habría pasado si Hinata, Shisui e Itachi fueran los tres prodigios? El resultado, la Hinata fuerte que la mayoría deseamos.

Disclaimer: Naruto no me pertenece.


Epílogo - Todo lo que pudo desear.

Hinata suspiró de cansancio sentándose en el sofá de su casa. Habían pasado casi 7 años desde que se casó con Itachi con 16 años. Su luna de miel, que duró cerca de 2 meses, fue espectacular. Viajaron por varios países y visitaron, como turistas esta vez, los muchos parajes espectaculares y aldeas interesantes. Aunque claro, también le había gustado su nueva intimidad con su marido. Itachi la sorprendía incluso a ella, quién mejor le conocía de todo el mundo. Nunca hubiera imaginado lo romántico que llegaba a ser Itachi. Cerró los ojos recordando como Itachi la había llevado a ver unos fuegos artificiales en lo alto de una colina solitaria a la cual solo habían accedido gracias a sus habilidades shinobi. El baño de esa misma noche en un lago cercano había sido la guinda del pastel.

Les sorprendió a ambos que sus familias hubieran utilizado su tiempo sin ellos para arreglarle una amplia casa de 2 plantas en el complejo Uchiha. Incluso la habían pintado, gracias a Shisui, quién sabía perfectamente los gustos de su hermana y su primo. Decorar juntos había sido divertido. Muchas de las cosas de casados no las había experimentado con su antiguo matrimonio, y es que la guerra les había impedido que tuvieran aunque sea más de una semana de luna de miel; ni siquiera habían podido buscar una casa donde vivir porque Hinata había sido enviada a varias misiones sin demora alguna mientras Darui se había quedado guardando al Raikage. En realidad, ahora que lo pensaba, su matrimonio había sido uno muy extraño, nada tenía que ver al suyo con Itachi.

"Mmmm…", había murmurado Itachi, cuando vio la única habitación vacía. Ni estaba pintada ni tenía cortinas ni muebles. Tenía un sospechoso presentimiento de cuál era esa habitación, "Esta tendremos que pintarla nosotros, parece".

Hinata rodeó a Itachi por la espalda con sus brazos, "Así que esta habitación es para el primer futuro hijo, ¿eh?"

Rio cuando las manos de Itachi cogieron las suyas, entrelazando sus dedos. Sabía que Itachi quería tener una familia pero ambos habían decidido esperar unos cuantos años, en realidad 4 años, hasta llegar a la veintena.

"¿Te imaginas que dirá tío Minato si de repente su equipo de escoltas se queda sin uno de sus miembros por una baja de maternidad?", dijo risueño y sarcástico a la vez Shisui, una noche que Hana les acompañaba a una doble cita en uno de los restaurantes de la aldea.

Hana sonrió al ver los rostros en blanco de los recién casados, "¿Y cuándo pensáis tener hijos?"

Hinata sonrió suprimiendo una risa, "Ya lo hemos hablado y seguramente será dentro de unos cuantos años. Todavía queremos disfrutar de nuestro trabajo y de estar solos".

Itachi no abrió la boca pero lo cierto era que quería tener a Hinata, sin más preocupaciones, para sí solo durante unos años. Dio gracias a Minato mentalmente por haberle dado un trabajo tan flexible, debido a eso podía ver más seguido a su esposa.

Hinata se sobre saltó. Había estado tan ensimismada en sus recuerdos que ni siquiera se había dado cuenta que Itachi había llegado a casa después de todo el día escoltando a Minato. Su marido apareció por la puerta del salón con una sonrisa en el rostro; era una expresión que siempre mostraba cuando estaban a solas. Le contempló sentada todavía en el sofá. Ahora Itachi medía casi 1.90 y seguía siendo igual de esbelto y atlético que siempre. Su cabello negro y lacio le llegaba a los codos y solo cuando estaban solos se lo dejaba suelto. Sus ojos negros la miraban libres de ceguera con un color azabache penetrante, y fogosos. Su mirada, como desde hacía meses, pasó de su rostro a su estómago. Estaba embarazada.

"¡Itachi!", saludó felizmente desde el sofá, su barriga abultada de 8 meses y medio no le dejaba moverse. Yoru levantó la cabeza desde su lado para mirar al marido de su anfitriona.

Itachi se le acercó con largas zancadas y la rodeó con un suspiro aliviado entre sus brazos, como para cerciorarse que Hinata y su bebé estaban sanos y salvos, "Mi amor".

E irremediablemente cogió el cabello suelto de su esposa y guio sus labios hasta que se dieron un apasionado beso de saludo. Hinata sonrió, sus labios juntos todavía, cuando la mano libre de Itachi fue a parar, para su poca sorpresa, a su estómago. Sintió unas patadas y movimiento dentro de sí e Itachi rio calladamente al ver que su primogénito, que ambos pensaban que era niño, le daba la bienvenida a casa. Cuando se separaron Itachi se arrodilló entre sus piernas, alzando su camiseta para dejar su barriga desnuda, posando su cabeza con los ojos cerrados y expresión beatífica, como cada día, en su estómago, escuchando como su hijo, o hija, se movía dentro de su querida esposa.

Itachi, como cada día, había cerrado los ojos para evitar que Hinata viera como se le humedecían. Aunque ambos sabían que siempre se emocionaba al llegar a casa y ver como Hinata le esperaba despierta, su barriga cada día más grande. Cada noche, antes de dormirse, cuando tenía a su esposa entre los brazos y su rostro enterrado en su cabello, daba las gracias mentalmente a Shisui por haber cometido semejante estupidez años antes. Todo lo que había querido ahora lo tenía y se lo debía a su cuñado: un trabajo tranquilo y sin muchas muertes, la unión definitiva del clan y su aldea, una familia con Hinata,… ¡Oh, cómo deseaba ser padre! Nunca habría imaginado sentirse tan ansioso de conocer a alguien pero, con algo de estupefacción, se dio cuenta que estaba preparado para aumentar su familia.

Aun así, Shisui e Itachi, junto con Naruto, Sasuke, Yuu, Menma y Gaara entrenaban cada día durante horas. Todos tenían una conexión especial con Hinata y, ahora que no se podía mover debido a su embarazo, tenían miedo de que no se pudiera defender en caso de ser atacada. Hinata, mucho tiempo atrás, se habría sentido exasperada y enfadada pero tenía ya 38 años, al menos mentalmente, y sabía que solo tenían miedo de perderla, tal y como habría sentido ella de estar sus roles intercambiados. Les dejaba, con paciencia, que la visitaran a todas horas del día y, sino podían, Shisui enviaba en un momento a Arufa para comprobar que no le pasaba nada.

"No le va a pasar nada", rodó los ojos Kushina, que siendo la esposa del Hokage era uno de los blancos de todos los países y, por lo tanto, solía quedarse en Konoha la mayor parte del tiempo, "vamos a estar juntas todos los días, ya verás como Hinata me va a repudiar en menos de un mes".

Todos los padres y tíos, y amigos de la familia que habían llegado esa noche para escuchar las noticias de la pareja, se rieron al ver la expresión poco decidida de Itachi y los demás. Gaara, que había decidido a los 12 años ir a conocer a sus hermanos biológicos en la Arena, era uno de los que menos se separaba de su hermana adoptiva, siendo él el nuevo Kazekage y habiéndose mudado permanentemente a la Arena. No había sido una sorpresa, para los gemelos e Itachi, pero sí para los demás, cuando decidió conocer su lugar natal y, sin comerlo ni beberlo, el consejo quiso que Gaara viviera allí con ellos. Decir que todos, incluso el mencionado, estaban furiosos era un eufemismo. Por suerte, siendo el País del Viento el aliado más fuerte del País del Fuego, Gaara viajaba constantemente para ver a su familia, acompañado de su escolta, Temari, Kankuro y Matsuri.

Naruto y Menma habían desaparecido durante 3 años a estudiar con Jiraiya, y Sasuke y Yuu habían sido entrenados por Itachi en la aldea con la ayuda de Shisui e Hinata, los prodigios del clan, así como Kakashi durante el mismo período de tiempo. Yuu, no obstante, también había estado un año entero en Uzushiogakure con tal de aprender las tradiciones del clan, viendo que los gemelos no tenían la intención de liderarlo.

"Hoy te he echado de menos", le comentó Hinata e Itachi alzó ligeramente la cabeza desde su sitio para mirar a su bella esposa. Cada día estaba un poco más enamorado de ella, "y me duele la espalda".

El puchero que hizo Hinata le indicó que las hormonas habían vuelto, aun así, suprimió una sonrisa divertida y ayudó a su mujer a levantarse. Sin embargo, nada más ponerse de pie Hinata jadeó. Vio un líquido correr por las piernas de su esposa y ambos se quedaron mirando en silencio el uno al otro, atónitos, hasta que un dolor intenso provocó que Hinata se cogiera el estómago, gimiendo.

"¡Itachi!", la voz frenética de Hinata llamó y él tomó un par de respiraciones profundas al ver a su esposa encogida de dolor.

"Nos vamos al hospital Hinata", le dijo con voz firme y supo en seguida que debía de dolerle mucho porque ni siquiera habló cuando la cogió en brazos.

Creó un solo clon antes de partir y se transportó en un remolino de hojas. Sabía que pronto llegarían los demás al ser avisados. Tsunade, que todavía seguía siendo la Directora del hospital, se presentó nada más sentir la presencia de Hinata.

"Ven, por aquí", llamó.

Itachi recorrió los pasillos a grandes zancadas y en menos de 5 minutos Hinata ya estaba apoyada en una cama, con sus ropas dobladas y su batín blanco del hospital puesto. Nunca había visto el rostro de su esposa mostrar tanto dolor. Tampoco se había sentido tan inútil que en ese momento, mirando como Hinata cogía fuertemente las barras metálicas (tan fuerte que las abolló irremediablemente), solo tocándole el cabello y murmurando palabras de aliento en su oído.

"¡Vamos, Hinata, un empujón más!",

"¡AAAAAH!",

Itachi estaba blanco como la leche, aterrorizado, pero observó como Tsunade cogía al bebé del cuerpo de su esposa y respiró, dándose cuenta que había dejado de tomar aire, cuando escuchó los sollozos de un bebé recién nacido.

"¡Felicidades! ¡Es niño!", le informó la voz curiosamente jovial de Tsunade, que no había querido que otro llevara el parto de su sobrina.

Observó en silencio a su primogénito, en brazos de su madre que le arrullaba calladamente hasta que dejó de llorar. Los ojos negros del bebé miraron fijamente los ojos violetas de su madre e Itachi contempló como ambos se miraban intensamente. Itachi sintió lágrimas recorrer su rostro y se secó la cara con una mano, observando con adoración a su familia. Hinata sonrió viéndole por el rabillo del ojo pero con su mirada afilada puesta en su hijo.

"¿Cuál es su nombre?", escuchó una voz algo distante preguntar, centrado totalmente en su hijo como estaba.

"Masaru Uchiha".

Tsunade sonrió. Así que victoria, eh… Suponía que, en cierto modo, Hinata e Itachi Uchiha sí que habían ganado la partida al destino. Sabía que, pasara lo que pasara, estarían juntos para siempre.


¡TOTALMENTE EDITADO! Por fin.

R & R.