¡Hola lectores! Hacía mucho que no me pasaba por el fandom de Inuyasha, pero se podría decir que "estoy de regreso" y decidí publicar esta historia que es bastante vieja (creo que tiene más de un año) y que en su momento me encantaba escribirla por lo que le dedicaba mucho tiempo. Espero que me vuelva la inspiración con este longfic porque no está completo xD y porque también ando muy metida en el mundo Bleach y podría ser una mezcla peligrosa (?).

Ojalá les guste, y si les parece dejen una review así puedo continuar con otro capítulo :D

Disclaimer: Inuyasha y demás personajes son propiedad de Takahashi Rumiko-san.


Un futuro sin ti

por Suri Vizard


Un futuro sin ti, es un futuro sin sentido. No quiero volver a separarme de ti.

El mundo que he visto contigo, nunca lo he visto antes.

Capítulo I: Despedida de cumpleaños

Había sido un día normal para ellos, mañana sería el cumpleaños de la pequeña, no tan pequeña Rin; cumplía 17 años. Ella, alegre como siempre, se paseaba por los alrededores en busca de flores para armarse un tocado en el cabello. Sesshomaru se había ido en una de las ausencias fugaces que tenía regularmente, mientras que Jaken luchaba con un gusano, que luego se convirtió en su tentempié de la tarde. No eran las comodidades del palacio, pero por lo menos a la humana le encantaba "acampar" durante algunos días, y eso era lo que justamente estaban haciendo los tres.

–¿Dónde está el seño… digo, Sesshomaru? –preguntó la joven.

–No lo sé niña, ¿acaso no sabes que el señor Sesshomaru no necesita permiso de nadie, que puede ir donde se le antoja? Siempre tan curiosa, me sacas de quicio Rin –se quejó el youkai verde, como siempre, adulando a su amo.

–Que grosero, señor Jaken. Lo mío fue una simple pregunta.

–Si si, como digas. Igual deberías tratarlo con más respeto, ¡Dile Señor! ¿Por qué ya no lo estás haciendo? –dijo afilando sus enormes ojos y acercándose a la hermosa joven.

–Pues… el me pidió, el me pidió que ya no lo llamara señor, simplemente Sesshomaru.

–¿¡Quéee! –gritó asombradísimo, cayendo al suelo como si le hubiesen dado un golpe.– No me estas mintiendo, ¿verdad?

–Jamás le mentiría señor Jaken –dijo ella ofendida– las palabras de Sesshomaru fueron: "Ya no digas señor, tú no eres mi esclava."

La sentencia de la humana dejó atónito al pequeño demonio, y por un momento sintió celos, no porque él sí fuese el súbdito del gran youkai Sesshomaru, sino porque la joven siempre estaba un paso adelante que él, que tantos años había permanecido fielmente con su amo.

La tarde pasó, y el señor Sesshomaru aún no regresaba. Eso no parecía importarle a Jaken, pero si a Rin, que se entristeció al pensar que tal vez no regresaría hasta dentro de unos días, es decir, que no estaría para el día de su cumpleaños. Prefirió no pensar más en eso, fue en busca de más flores, antes de que anocheciese.

La fogata ya estaba armada, el fuego que expulsaba el báculo de dos cabezas era singular, hacía que la carne del pescado se cocinara perfectamente y que, luego de comer, mantuviera el lugar a una temperatura estable, para poder dormir cómodamente y sin frío.

Rin sintió uno bocanada de viento que rozó por su cara, eso la despertó y entonces creyó ver a distancia la silueta de Sesshomaru ¡Qué alegre se puso! Significaba que había vuelto, sano y salvo, y que estaría para su cumpleaños. Se levantó y dirigió hacia donde estaba.

–Seño… Sesshomaru –aún no se acostumbraba a dejar atrás la palabra "señor".

–Rin –dijo él, con su voz fría como el hielo y seca como el desierto.

–¿Puedo… puedo –dudó un momento, tal vez él no quería estar con ella– quedarme?

–Haz lo que quieras –sentenció, mirándola de reojo.

Ella se aproximó un poco más, hasta quedar sentada a la misma altura que él, pero a una distancia considerable. Sesshomaru estaba ahí, con su semblante alto y orgulloso mirando la Luna Llena. "Está más hermosa que otras veces" pensó la joven, contemplándola también, y eso mismo dijo pero el youkai solo respondió con un gruñido suave y delicado, como queriendo afirmar lo que ella había dicho. La muchacha le sonrió y se quedó observándolo, siempre rodeado de un halo de misterio. Nunca se sabía lo que podía estar pensando Sesshomaru.

La noche avanzaba en silencio y el frío crecía aún más. Rin había perdido el sueño, o por lo menos era lo que ella pensaba, pero no podía evitar los escalofríos.

–Ve a la fogata –le dijo finalmente– morirás de frío.

–Pero yo quiero estar con usted –sentenció ella impulsivamente, a lo que el apuesto hombre de largos cabellos no dijo nada.

Pasaron algunos minutos hasta que Sesshomaru dijo:

–Acércate, si es que no quieres congelarte.

Rin sin dudarlo, obedeció, y se posó casi a su lado. Entonces vio como la estola crecía en tamaño para tratar de acobijarla. Se rodeó con ella, no podía explicar lo confortable que era esa extraña tela felpuda, más suave que el algodón y más sofisticada que la más cara de las sedas. Rin nunca había estado tan cerca de Sesshomaru tanto tiempo, en parte se sentía avergonzada, pero en otra muy feliz, sabía que él era una persona que siempre la protegería de todo mal, y en todas esas situaciones en las que Sesshomaru le había salvado la vida (y devuelto) se quedó pensando hasta quedarse profundamente dormida. Le debía todo a Sesshomaru, y como lo había sentenciado años atrás, ella estaría por siempre con él.

Cuando sintió que la respiración de la joven se había vuelto más lenta, Sesshomaru sacó la mirada de esa gigante y sublime luna, para entrar al rostro pacíficamente dormido de la mujer. Era hermosa, de eso no había duda y lo había aceptado ya hacía tiempo. Pero una nueva duda entraba a su mente, eso no era normal. Hacía bastante tiempo que se sentía más cercano afectuosamente a Rin que antes, por decirlo de alguna manera. No podía explicar exactamente a qué se debía eso, pero era muy extraño que, más allá de todo lo que la conocía, su trato afectuoso estaba cambiando gradualmente. Él, Sesshomaru, el youkai más poderoso, hijo del gran daiyoukai Inu no Taisho ¿Estaba confundido? ¿Cómo podía ser eso posible? ¿Confundido gracias a una… débil humana? Era inconcebible, los humanos siempre han sido seres inferiores, ni merecían ser nombrados en sus pensamientos. Pero Rin no era una humana ordinaria… No, ¿por qué? Era hija de humanos, no tenía ningún poder, y estaba destinada a vivir un corto lapso, como todos los humanos, ¿Qué hacía a Rin especial? Divagó en lo más interior de su fría mente hasta que a duras penas encontró la respuesta: Rin era, simplemente, especial para él. Le costaba mucho admitirlo, sentía como su orgullo caía desde el más alto pedestal… pero era cierto. Había hecho muchas cosas por la niña que nunca imaginó que haría en su larga vida; si, aunque ya no fuese precisamente una niña, para él siempre lo sería. Era un youkai de mucho más de 200 años, no era nada contra los casi 17 de la pelinegra. "Siempre será una niña para mi, aún cuando llegue a los 80 años" pensó, casi con ternura. Tampoco quiso admitir que eso era con cariño. Su corazón era, y siempre iba a ser duro como acero, no podía permitir que se ablandase. Sabía muy bien que el afecto, el cariño, el amor y todo ese tipo de sentimientos acababan con uno, siempre lo hacían. Tan solo recordar a su padre, que murió por culpa de enamorarse de una humana, e incluso su medio hermano Inuyasha, quién fue sellado 50 años por la mujer que amaba, ambos dejándose llevar por sentimientos intensos, que no servían para nada, solo para conducir a uno a la ruina. Él no podía permitirse eso, no podía dejar que el afecto que tenía hacia Rin lo llevara a su fin, él era el más poderoso ser que habitaba en la tierra, en toda su vida, nunca había demostrado debilidad alguna, y no lo haría ahora tampoco.

Rin, abrigada por la estola, pronunció unas palabras inentendibles en sueños y se acobijó más sobre su pecho; él la miró, pero en seguida volvió su mirada a la luna, que de a poco descendía. La estrechó más entre sus brazos y con la punta de sus dedos acarició su mejilla. La estaba abrazando y acariciando. La piel de Rin era suave, cálida, prácticamente perfecta, al igual que el resto de su ser. Le agradaba tanto, disfrutaba tanto de su compañía, y se sentía dichoso en ese momento, que la tenía junto a él, irradiándole un calor inexplicable. Una especie de alegría, e incluso atracción.

"Ya basta, no puedo desviar mis pensamientos a eso" se dijo, pero no podía culparla por lo que le pasaba, él se dejó encariñar por la joven y viceversa. Había sido él quién le devolvió la vida cuando la atacaron los lobos, había sido él quién la salvó de Naraku varias veces… había sido él quién descendió al mismísimo infierno en busca de la pequeña niña. Las imágenes de la muerte de Rin aquella vez de pronto invadieron su cabeza, no podía tolerarlas, de verdad esa vez había sufrido mucho al conocer lo que era el miedo y la desesperación. Después de eso, se juró a si mismo que protegería a Rin cueste lo que cueste.

Años después, el juramente seguía en pie, nunca la abandonaría. Pero su mente estaba al límite, ya estaba demostrado que sentía una gran afecto hacía ella, pero… ¿Qué clase de afecto? Esa era una materia totalmente nueva para él, quién nunca había apreciado nada, más que a él mismo, por lo tanto, discernir entre "qué tipo" de cariño sentía era el quíntuple de difícil.

Ya amanecía. Sin darse cuenta, había estado toda la noche pensando y aún no encontraba respuesta. Se sintió el más grande de los cobardes, pero definitivamente tenía cosas que resolver en su cabeza, y no podía hacerlo estando con Rin, su simple presencia, el simple sonido de su voz lo haría perder la cabeza como lo había hecho cuando fijó sus ojos en su pacífico rostro dormido. No vio otra alternativa más que abandonarla por unos días. "Este será el secreto más grande, seré un cobarde por primera vez" se dijo, y claro que era un cobarde. Estaba huyendo de sus problemas, nunca abandonó una batalla, pero ahora abandonaba a una niña… por una confusión en sus sentimientos. Acostó en el suelo a la joven, llevó su mano a la frente, no podía creer lo que estaba haciendo. ¿Desde cuándo era así de impulsivo? Ah sí, desde que Rin apareció en su vida.


Bueno, como la historia está escrita hace bastante (y porqueme da japa cambiarlo todo xD) no reemplacé el "señor" por el sujifo -sama cada vez que Rin y Jaken se refieren a Sesshoumaru, y con lo que dice ella de ser una "esclava" capaz que pierde un poco de sentido. Ignoren eso, la verdad no es taaaaaan importante :B