Sinceramente pen´se que esté fic ya lo había subido completo y no sólo no lo había hecho sino que me faltó un pedazo del primer capítulo. :S
Éste es el faltante del capítulo, espero que les guste y no se confundan mucho con los tiempos.
¡No olviden un review sobre todo porque ya casi es mi cumpleaños!
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Cuando abres la ventana una fuerte brisa de viento frió te golpea el rostro. Sientes el tímido sol del invierno sobre la frente y todo cuanto alcanzas a distinguir puede compararse con uno de esos cuadros de arte moderno que tanto odias. Manchas de colores pálidos, difusas y sin significado alguno. Dejas la ventana abierta pero cierras la persiana.
Después de mes y medio de vivir encerrado en cuatro paredes, el hastío te obligó empezar a contar los pasos de la recámara al baño, a la cocina, a la puerta. Tonterías que haces por distracción. Sólo por eso. El bastón te resultó práctico los primeros días, pero luego de un par de caídas empiezas a guardarle rencor y a verlo como a un trasto inútil al que no vale la pena acostumbrarse. Ya les probaste a todos lo bien que lo estabas haciendo cuando los visitaste apenas un par de días después de dejar el hospital. Volverás a hacerlo cuando te recuperes totalmente. Porque lo harás; volverás a ver. ¿Qué diablos saben esos curanderos con corbata de lo que eres o no capaz de hacer? No importa si aseguran que lo que tienes ahora es todo cuanto tendrás. Los harás tragarse sus palabras.
Por un momento, mientras tratas de concentrarte en un punto especifico del parque fuera de la ventana, te parece encontrar un rojo profundo. Un rápido vistazo del azul intenso del cielo. El timbre del teléfono te distrae y giras el rostro hacia la oscuridad profunda del interior. No es Parker, hablas con él cada noche y a través de la bocina todo parece normal y cotidiano. Evades el tema de las visitas; lo extrañas, pero pronto podrás estar con él y verlo. Pronto podrás ver a cualquiera sin que el ambiente se cargue con una fastidiosa conmiseración.
El timbre suena de nuevo. Por la hora sabes que se trata de ella. Suspiras con cansancio mientras la máquina contestadora funciona y empieza a grabar el mensaje. Ella llamará más tarde. Por supuesto sabe que estás ahí. ¿Cómo podrías no estar?
Cuando te tumbas en la cama sabes que más tarde tampoco contestarás. No has hablado con ella por más de una semana. No desde que trató de llevarte a una escuela para invidentes. No desde que se esforzó tanto por convencerte de que todas las mejoras en tu visión no eran más que trampas de tu mente. La quieres, lo sabes desde hace mucho. Pero eso no evita que te saque de tus casillas de vez en vez. En un par de semanas, ya recuperado, la buscarás y tendrás el placer de decirle "Te lo dije". Volverás a esperar por ella, como esperas a que una fruta caiga del árbol para saborearla en su mejor momento.
En un par de semanas…
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Las excelentes razones con las que convenciste a todo mundo de estar ocupada ese fin de semana estuvieron tan bien fundadas que incluso te engañaron a ti. El viernes por la tarde estabas segura de la necesidad de terminar el nuevo capítulo de tu novela y enviarlo a tu editora al día siguiente. A las ocho en punto recibes una llamada de Ángela, quien hace un desesperado último intento por convencerte de ir al departamento de Booth. Repite muchas veces más "Es tu amigo, deberías despedirte", pero tú alegas tener trabajo y prometes llamarlo por la mañana antes de la salida de su vuelo.
Te resulta absurda la idea de organizar una fiesta de despedida, pero para Ángela, el motivo es lo de menos. Su espíritu festivo la obliga a inventar los motivos más absurdos para festejar.
De nada sirvieron tus explicaciones. Todos están convencidos de que la partida de Booth es algo definitivo. Tú, sin embargo, sigues creyendo firmemente en el poderoso vínculo que lo une a Parker. No resistiría por mucho tiempo la idea de estar lejos de su hijo. En unas cuantas semanas lo entenderá y regresará.
No te engañas, sabes muy bien que jamás volverán a trabajar juntos. No más persecuciones por las calles ni comida tailandesa de madrugada a la mitad de algún reporte. Han asignado ya un nuevo agente y cooperas con él de forma profesional, pero sin entusiasmo. A pesar de todo, saber a Booth cerca te produce una sensación de alivio tan profunda como recibir un anestésico cuando un dolor de muelas ya te impide pensar con claridad.
Él volverá; y aun de no ser así, seguirás con la vida de siempre. Exististe antes de él y lo seguirás haciendo después.
No puedes dormir, pasas gran parte de la noche frente a la computadora tecleando y borrando, o simplemente mirando la pantalla de forma ausente.
Por la mañana marcas su número y le deseas suerte. Te escuchas sincera y él animado. Prometen estar en contacto, hace un chiste y ríes. Cortas la llamada y media hora más tarde, a la hora indicada para el inicio de su vuelo, tontamente clavas la vista en la venta como si fueras capaz de encontrar su rostro a la mitad del cielo.
Sabes que volverá.
Sabes que de no ser así, puedes seguir sin él.
Sabes que estarás bien…