Lo acepto tengo un maldito defecto... Si me retan en literatura, no descansaré hasta demostrar que sí puedo, jajaja!

En otro foro en el que subo mis fics, una de mis lectoras me sugirió incluir un extra muy singular... con una temática que no me gusta...

Asumí el reto, muy en contra de mi voluntad... Pero en el camino (entre ayer y hoy), me di cuenta de que podía hacerlo, sí, pero muy a mi estilo...

Y el resultado es este...

Espero que les guste. Mi opinión muy personal es que quizás una parte del escrito es imposible en el mundo real, pero, me pareció que era románticamente posible...

Acepto tomatazos...


Esos días complicados…

- ¿Y por qué tienes que ir a recogerla…?

- Porque pese a no haberla visto en todos estos años, sigue siendo mi mejor amiga…

- Tu mejor amiga, ¿eh? ¿Y yo que soy? – colocó ambas manos en su cintura, como una esposa celosa que reclamaba a su marido el que hubiese olvidado su aniversario. Sonriendo divertido, aún sin voltear, Asahina contestó.

- La persona a la que voy a hacerle el amor en este momento si no deja de sugerir tonterías… – el pobre Ryuuichirou relajó los brazos y sintió que el piso empezaba a temblar… aunque en realidad quien parecía una gelatina humana era él…

- Esteee… creo que se nos hace tarde, mejor voy por nuestros abrigos…

Salió huyendo, mientras el otro lo seguía hasta que ya sus ojos cafés lo perdieron de vista. Tres años de feliz matrimonio… que en verdad habían sido un suplicio. Era increíble cómo ese papel pudiera pesar tanto incluso para dos personas que habían estado juntas desde su niñez… Pero siendo el vestigio de un compromiso real, incluía el asumir responsabilidades para con el otro, y la más importante, la obligación de soportarse incluso en sus días difíciles (aunque como hombres no pudiesen justificarlo con cierto asunto hormonal de frecuencia mensual…). Y si una pareja heterosexual podía vivir un infierno los tres primeros años de total convivencia… El pobre Asahina en verdad estaba a veces durmiendo con el mismísimo rabudo de cuernos largos, versión ojitos violetas.

Mientras caminaba hacia la sala, con cuidado, mirando bien donde pisaba (le había quedado un trauma desde su bendita caída), no pudo evitar recordar a la Midori-chan de su época escolar, la misma que regresaba ese día de Japón, con su esposo. Sospechaba que ella siempre había intuido su amor por Isaka, pero temía que los rechazara al saberlos… "unidos". Sin embargo, algo en su "Kaoru-kun, espero que el sábado me vayas a recoger junto con Isaka-kun, hace mucho que no los veo", escrito por mail, le sugería que tal vez, sólo tal vez, no iban a sentirse heridos.

Por ello, sin mediar palabras ni explicaciones, cerró la puerta de calle y tomó de la mano a su esposo. Y luego de besar su frente, caminaron hacia el ascensor, sonriendo con inocencia.

X.X

El avión llegó en el tiempo estimado, y, luego de saludarse efusivamente (demasiado para el gusto del celoso hombre de los ojos violetas), decidieron comer algo, ya que era media mañana, y de paso conocer un poco al desconocido esposo de su amiga… Y contarle… sobre su nueva condición… y estado civil...

- No puedo creer que pensaras que iba a juzgarlos… ¿tan poco me conoces…? – sentados en una mesita para cuatro, en el aeropuerto, Midori golpeó su nariz. Isaka-san frenó el deseo de asesinarla, más cuando cierta mano traviesa, con disimulo, se paseó por cierta parte de su cuerpo en señal de advertencia, sonrojándolo – ¿Eh…? ¿Isaka-kun, te sientes bien…?

- S… sí… Hace mucho calor en esta época del año, ¡jajaja! – fuera estaba nevando.

- Ah… seguramente… Bueno, hay una razón muy importante para que Takeshi y yo estemos aquí – su esposo la abrazó con dulzura – Yo… quiero que ambos sean los padrinos de mi futuro bebé – los señores Asahina se quedaron estáticos medio minuto. Y luego armaron tal escándalo que las mesas vecinas los callaron un "SHUUU" muy fuerte.

- Perdón, perdón… ¡Ah, Midori-chan, esto es maravilloso! – contrario a lo esperado, fue Ryuuichirou quien la abrazó, sorprendiendo incluso a su esposo – No sabes lo feliz que me siento por ambos, ¡es una verdadera bendición!

- ¡Gracias, Isaka-kun! Es un sueño hecho realidad. Recuerdo que cuando estábamos en la secundaria, Asahina-kun y yo prometimos que seríamos los padrinos de nuestros hijos. Por eso cuando me enteré que estaba embarazada, yo – calló. Horrorizada, miró los ojos violetas que habían perdido abruptamente el brillo que los había colmado un segundo antes. Asahina sintió que el universo se detenía – Yo… Isaka-kun…

- Ah, jajaja, Asahina siempre ha amado a los niños, no me extraña que tenga pensado adoptar diez, jajaja… Ah, pero, ¡miren qué tarde es! Había olvidado que Aikawa me pidió ayudarla con Akihiko. Midori-chan, Takeshi-san, fue un gusto ver que llegaran con bien. Nos honrarían si mañana van a casa a almorzar, he aprendido a cocinar delicioso…

- Ryuuichirou…

- Llegaré a casa tarde, no te vayas a desvelar – abrazó a los otros dos, pero a él sólo le acarició el hombro. Y se fue, sin voltear.

- ¡Qué bruta fui! Lo lamento mucho – se puso a llorar. Takeshi la abrazó, y ambos hombres se miraron. Sin lugar a dudas, sus esposas estaban sufriendo.

Obviamente, la dichosa reunión había sido un engaño. Como pudo, logró llegar a su oficina de Marukawa sin llorar, sonriendo a los agentes de seguridad y a la única recepcionista de los sábados…

Sábado… La caída de Asahina también había sido en fin de semana… ¿por qué todo lo doloroso le pasaba en el día en que se suponía podía pasarla con su amado en tranquilidad, amándose o simplemente descansando…

- En momentos como estos… me arrepiento de haberte atado a mí – empezó a llorar con verdadero dolor sin contener sus sollozos – Yo nunca… he podido cumplirte todos tus sueños… Y mucho menos el más importante… ¿En qué estuve pensando cuando me casé contigo… soy un verdadero idiota…?

Lloró probablemente unas cinco horas sin detenerse, hasta que sus ojos le dolieron como si alguien se los hubiera golpeado con fiereza. A eso de las ocho de la noche, uno de los trabajadores tocó su puerta para preguntarle si necesitaba algo, pero él, intentando hablar con naturalidad, le agradeció, pero solicitó que regresara a su puesto.

Continuó sollozando, con los brazos sobre el escritorio, y su rostro oculto en ellos. Se sentía terrible, más deprimido que en cualquier otro momento de su vida. Tan enfrascado estaba en su dolor, que no se percató, hasta que alzó su rostro con delicadeza, que Asahina acababa de llegar. Peses a la oscuridad, pudo percibir que los ojos cafés lo estaban escudriñando amorosamente.

- ¿Qué haces aquí y sin luz…? Hace mucho frío…

- Quería dormir un poco…

- Mientes… Ryuuichirou, cuando somos niños… hombres y mujeres tenemos ese sueño…

- Yo nunca lo tuve – lo sorprendió – No me gustan los bebés…

- Porque eras hijo único, y

- Tú también…

- Lo era, sí, pero mis primos eran menores que yo, y de vez en cuando jugábamos en la casa de mis abuelos…

- Da lo mismo…

- Yo lo único que quiero ahora… a mi edad… es estar contigo…

- Es un sueño que tuviste… Los sueños que no podemos realizar, tarde o temprano nos carcomen el alma y el corazón…

A Asahina se le escapó un sollozo, y con ello ocasionó que el llanto de Isaka-san se hiciera una vez más presente. Pero, en lugar de dejarlo llorar, lo besó, como sólo él solía hacerlo. Y para cuando se dio cuenta, toda la ira que había ido acumulando, Ryuuichirou la fue perdiendo de a pocos, sobre todo cuando, sin pedir permiso, cierta boca traviesa capturó la parte de su anatomía que adoraba engreír, con sus labios, manos y besos.

- Ka… Kaoru…

- ¿Quieres saber por qué no me desesperaré por no tener hijos contigo…? Porque eres mi primer amor, mi primer beso, mi primera vez… Y te quiero sólo para mí – repartió otra tanda de sensuales y asfixiantes besos que hicieron al otro retorcerse, entre gemidos – Sin embargo – como si se tratara de una almohada de plumas, lo depositó sobre el escritorio, de espaldas, y, para aumentarle el ritmo cardiaco y los nervios, empezó a casi reptar sobre su cuerpo, repartiendo besos desde su entrepierna hasta llegar a sus labios, cuidando de mantener ambos cuerpos pegados, bien pegados. Ye elevó sus piernas por encima de sus propios hombros.

- Ka… Kaoru, basta, es la oficina…

- Es sábado por la noche… Hagamos algo fuera de lo normal, ¿te parece? – sin darle tiempo a responder, bajó pantalón y ropa interior, sin cambiarle de posición. Y de una sola y certera invasión… alcanzó el puntito de máxima alteración para el otro, obligándolo a arquearse hacia su cuerpo – Te amo, te deseo… Si Kami-sama quiere en algún momento darnos esa maravillosa felicidad – por un instante Ryuuichirou parpadeó, confundido por su comentario antinatural – amaré a nuestro hijo o hija con toda el alma… Pero por ahora – sus movimientos hicieron que el otro perdiera nuevamente la cordura y el sentido del aquí y ahora – déjame amarte a ti con mi cuerpo por entero…

Al día siguiente de ese sábado lleno de placer (el mismo que aún con sólo recordarlo lo había hecho caer de bruces varias veces en los siguientes días, al ponerle las piernas como gelatinas), Isaka-san había cocinado tan delicioso, que Asahina hasta se había puesto celoso al pensar, estúpidamente, que estaba enamorado de Takeshi. Pero un beso cargado de… ejem… todo… en plena mesa, durante el almuerzo, había logrado tranquilizar sus pensamientos… y alterar su cuerpo…

El caso es que, un mes después, fueron a despedirse nuevamente de los futuros padres, y decidieron ir a pasear luego a un parque de atracciones. Todo iba muy bien, hasta que Asahina decidió sugerir que subieran a la montaña rusa. Isaka-san siempre había salido victorioso de ese tipo de juegos, y ya que estaban vestidos informalmente, no vio inconveniente alguno en ello. Al final de cuentas era también sábado…

Debió tomar nota de ese pequeño detallito…

Porque en cuanto bajaron del susodicho juego, Kaoru tuvo que sostenerlo con fuerza mientras devolvía todo lo que su pobre estómago rechazó por culpa de las vueltas infernales. Cuando se calmó, pensaron que la cosa no pasaría de ser un susto. Sin embargo, luego de dar cinco pasos, sostenido afortunadamente por Asahina, Isaka-san se desmayó, aterrándolo, obligándolo a cargarlo cual novia delante de los cientos de personas que ese día visitaban el lugar.

Acordándose de lo mucho que Kusama-sensei los había ayudado cuando estuvo dormido… fue directamente en taxi a ese hospital. El buen Nowaki movilizó a casi toda la Sección de Emergencias y en menos de lo que tardó en llamar a Hiro-san por teléfono, ya Ryuuichirou estaba en una habitación… durmiendo. Asahina se sintió en medio de un dejavú, pero se mantuvo lo suficientemente sereno como para firmar todas las autorizaciones de exámenes y chequeos. Y extremadamente crédulo… y paciente… como para comprender… la razón de dichos padecimientos…

- Despertaste – parpadeando, aturdido, giró la cabeza hacia el lado del que provenía su voz. Y en medio de su turbación, le sonrió – Me alegra que hayas descansado lo suficiente…

- Aún me duele la cabeza…

- Lo sé. Yo estoy aquí, no te preocupes, ¿sí, amor? – Asahina era un hombre dulce y tierno por naturaleza. Es más, Ryuuichirou cuando era niño había creído que si le hacía una pequeña herida, en lugar de sangre saldría azúcar rosadita, más dulce que cualquier otra en el mundo. Pero la forma tan devota en que le estaba hablando, mirando, acariciando, lo asustó, en verdad que lo asustó. Pero al intentar incorporarse, un nuevo vahído lo derrumbó sobre la cama, aumentando la preocupación del otro – ¡Amor, ¿estás bien, qué tienes, te duele algo?, ENFERMERA! – alertadas por su grito desesperado, dos jóvenes de blanco entraron corriendo, con el terror reflejado en sus caras.

Definitivamente ese era el peor sábado de su vida…

- Todo está bien, Asahina-sama. Por favor, no deje que se mueva, ¿sí? – salieron, luego de acariciar dulcemente su cabellera.

- Kaoru… a… acaso… ¿me estoy muriendo? – el asustado era él, pero al escuchar sus palabras el pobre Asahina se echó a llorar sobre su vientre, abrazándolo con gentileza – Oye, ya basta, dime lo que pasa… Me estás… me estás – empezó a llorar como un niño.

- No, no, amor, no llores… Claro que no te estás muriendo, al contrario – se incorporó y tomó su rostro con ambas manos, y lo besó dulcemente – Ha… ha pasado algo… que no puedo explicar… pero… es algo que… definitivamente es un milagro…

- ¿Eh? – lo ayudó a sentarse, acomodando una almohada en su espalda. Y luego, le alcanzó un sobre blanco, que contenía el diagnóstico de los últimos análisis.

Isaka-san los abrió lentamente, y al leer el encabezado, le lanzó una mirada de incredulidad que rayaba en la incomprensión. Pero su amor sólo le sonrió, así es que se limitó a leer con detenimiento.

- Un mes… Un mes de…

- Sé… que parece cosa de ciencia ficción… pero la hicieron cinco veces… Y en las cinco, pues…

- Pero yo… yo soy…

- La persona que me ha hecho el hombre más feliz del mundo – volvió abrazarlo, pegando su cabeza en su vientre. Y su llanto de alegría lo contagió, por lo que pegó su rostro sobre su cabellera castaña. Y así, sin decir nada más, se arrullaron mutuamente, imaginando por su cuenta cómo sería esa nueva vida…

Por alguna razón… Isaka lo imaginó con unos hermosos ojos azules… y un cabello tan negro como la noche… Tal vez la influencia de Kusama-sensei, pensó… Pero para cuando se dio cuenta, la emoción terminó por vencerlo. Y, aún abrazado por él, se quedó dormido.

X.X

- ¡PAPÁ, RYUUI-CHICHI NO ME QUIERE DAR HELADO!

- ¿Me pregunto por qué será… considerando que tienes todo el pecho manchado de rosado…?

El pequeño le lanzó una mirada traviesa y sacó su lengua, haciéndolo reír. Para tener cinco años, el pequeño Asahina-kun era una de esas criaturas que muchos decían pertenecía a una especie nueva de ser humano, por lo despierto, sabio, inteligente, creativo y hábil. Pero lo cierto era, que lo único que de extraordinario tenía ese niño, era la forma en que había llegado a sus vidas…

Probablemente un caso único…

- Ufff, supongo que estás nuevamente indisponiéndome…

- ¡Jamás! – padre e hijo hablaron al mismo tiempo, alzando sus manos derechas, como haciendo un juramento.

- Tú lo malcrías…

- Pero al final quien lo engríe eres tú – se besaron, haciendo que el niño aplaudiera emocionado, según él cerrando los ojos con fuerza para no verlos – Jajaja, ¡haces trampa!

- ¡No vi nada!

- ¿Y entonces por qué aplaudes? – vencido por la tierna expresión de inocencia fingida de su hijo, Isaka-san lo alzó en brazos y besó su mejilla durante quince segundos, sonrojándolo – Ve con tus abuelos, deben estar ya listos para que vayan de compras – el pequeño, luego de besarlos en señal de despedida, se fue corriendo, rumbo a la sala, dejando a sus padres enfrascados en el intento número diez de encender la condenada parrilla.

- Siempre gana… Como tú – Asahina lo abrazó por la espalda y él se acurrucó, disfrutando el gesto.

- Supongo que se debe a que comparte mi sangre…

- Tal vez… Aunque, debes aceptar que yo también soy un vencedor innato…

- Eres un tramposo innato, en realidad… Voy a traer el abanico de mamá, tal vez si te ayudo de esa manera logremos encenderla antes de Navidad – le dio un beso en los labios, y siguió el camino de su hijo.

Una vez más… recordando…

Si alguien me hubiera dicho… que fue un sueño premonitorio y no una pesadilla… lo habría matado… Pero fue tan real… tan maravillosamente real… que aún ahora, cinco años después… hay momentos en los que siento esa cálida sensación de llevar dentro de mi ser a ese pequeño angelito…

Supongo… que todo lo que dijo Midori ese día… me dejó en la mente la idea de lo fantástico que sería convertir por mí mismo a Kaoru en padre… Pero, jajaja, soy hombre. Igual que él… Y creo, que Kami-sama aún no tiene pensado otorgarnos ese honor…

Sin embargo… fue muy benevolente…

Recuerdo, que Asahina me cuidó los siguientes cinco meses en que viví efectivamente un embarazo psicológico, según el amigo de Kusama-sensei… Náuseas, vómitos, desmayos, todo lo que mi sueño me hizo vivir en esos cortos minutos o segundos luego de que Asahina me hiciera el amor en la oficina, se hicieron realidad en ese tiempo… Incluso engordé, jajaja. Pobre, mi amor, todo lo que tuviste que sufrir conmigo, pero creo que esa situación nos unió mucho más… Y te hizo plenamente feliz, aunque eras consciente de que a los nueve meses… no tendrías a nadie en tus brazos…

Incluso papá tuvo que asumir una vez más la Gerencia, con Asahina-chichi como su Secretario… mientras nuestras madres te ayudaban en todo lo necesario, principalmente cuando mis antojos te mandaban a buscar marimo o alguna comida exótica en China o la India…

Pero, al sexto mes… todo cambio…

Midori y Takeshi debían venir para que ella pudiera pasar los últimos meses de su embarazo con nosotros. Bromeando con lo divertido que sería que me vieran "embarazado" de ti, fuimos de la mano al aeropuerto. Como yo no lo estaba, pude tomar algunas medicinas que el amigo de sensei me recetó, y me sentía medianamente saludable… Pero enfermé… poco después del aterrizaje…

Sólo tengo en mi mente la enorme bola de fuego en que se convirtió el avión cuando su piloto perdió el control en el último segundo… Tú me soltaste, y corrimos en diferentes direcciones intentando llegar a la pista. Creo que en ese momento perdí todos los kilos que había ganado en esos meses, y tú envejeciste unos cinco años…

Todo fue en vano… para Takeshi…

Pero… la vida aún latía… para Midori y el bebé…

Vivimos los siguientes dos meses en el hospital… orando por una mejoría.

Pero ésta no llegó…

Cuando entendieron que no regresaría, los padres de Midori autorizaron que salvaran al bebé, que cumplía en ese mes los nueve meses… Sabíamos, que ella no iba a resistir… Pero aún así, me atreví a hacer algo a espaldas de Asahina: ya no tomaba las pastillas, de modo que mi sangre desde hacía dos meses era nuevamente sana… Y doné por tanto yo solo las dos existencias requeridas…

Asahina se enteró de eso luego de que el bebé nació y yo sufrí un colapso general… Dividido entre nuestro ahijado y yo, sé que no dejó de llorar ni un minuto ese día. Cuando el bebé estuvo estable, lo llevaron, increíblemente, a mi habitación, donde yo dormía… Por alguna razón que nunca llegaré a saber… mi cuerpo había generado muchas hormonas femeninas en esos meses… Y… por eso… comprobaron que no iban a necesitar, al menos por unos días… alimentarlo con productos químicos…

Sé que debí ser un espectáculo antinatural y repudiable para algunos, pero una proeza de Kami-sama para otros, cuando amamantaba al niño… Jajaja, incluso sus abuelos verdaderos no podían evitar sonreír tiernamente al vernos así, conectados en esos mágicos momentos por nuestras miradas… Sus ojos azules, como los de Takeshi, me miraban con la misma dulzura de los cafés de Kaoru… Y sonreía cuando él le acariciaba los mechones de pelusita negra…

- ¿Por qué sonríes? – lo extrajo de sus pensamientos, haciéndolo sonreír aún más ampliamente.

- Recordaba el nacimiento de Take-kun… Kaoru – el otro acomodó sus cabellos – Yo… ¿de veras puedo asumir que es mío…? – su voz sonó adorablemente infantil.

- Claro que sí. Midori no habría podido desear una madre más dulce, buena, responsable y hermosa que tú… Además, como dijiste… comparten la misma sangre…

- ¿Aún estás molesto por eso…?

¿Cómo podría estarlo…?

Esa noche en la oficina, cuando te hablé de Kami-sama… de verdad… aunque era absurdo… le rogué que te diera la oportunidad de vivir esa experiencia…

Dicen que a veces nuestras decisiones y súplicas traen consecuencias a otros…

Durante estos años, me he reprochado el que quizás ellos murieran para que tú fueras feliz…

Pero, cuando recuerdo la sonrisa de Midori… al decirme aquello, entre lágrimas, luego que te fuiste…

"Aunque nunca me cayó bien en el colegio… siempre he sabido que es la única persona en el mundo que te haría verdaderamente feliz… Por eso… por eso, Kaoru-kun… No podría pensar en otra familia… además de ustedes… como padres sustitutos de mi hijo…"

…entiendo que no tuve la culpa…

Kami-sama, probablemente, entendió que la paternidad y la maternidad no son una cuestión de género…

Son un derecho del alma… Y una manifestación del corazón…

Las dos cosas… que compartiremos hasta el final de nuestras vidas…

Y por siempre.


Creo que no he escrito hasta ahora algo más raro que esto... Pero me encantó el final... pese a la trama de este extra...

Oyasumi!