Capítulo 2
La luna se alzaba imponente en medio del cielo cubierto de nubes. Fue lo primero que le llamó la atención a Takashi nada más salir por la puerta de su casa. No estaba convencido de que Kohta le hubiera entendido porque parecía algo atontado cuando le contó lo que sucedía pero no podía perder el tiempo.
En cuanto cerró con cuidado la puerta tras él, sintió como se volvía a abrir y alguien lo agarraba con fuerza del brazo impidiendo que se marchase. Se giró al instante encontrándose con los ojos suplicantes de su amiga de la infancia. Pudo observar las grandes ojeras y sus ojos rojos de dormir poco. Después, inevitablemente, su mirada bajó hasta encontrarse con su vestido corto que mostraba más de lo necesario, dando poco lugar a la imaginación.
Rei agarró su mano con fuerza enlazando sus dedos con los de él. Después, se acercó aún más a su cuerpo.
-Takashi, por favor, no te vayas.- le pidió. Su tono de voz parecía desesperado, estaba dispuesta a todo con tal de conseguir que se quedara con ellos. Le sorprendió que estuviera despierta a aquellas horas, quizás no había conseguido conciliar el sueño.
-Tengo que encontrar a Saeko, ha salido en busca de Alice ella sola- Rei cambió su rostro a uno más serio en cuanto pronunció el nombre de su sempai. Era evidente que la mera mención de ella no le hacía ninguna gracia y aún menos que estuviera tan preocupado por ella. -Volveré enseguida.
-¿Y si ocurre algo? ¿Y si debemos irnos de la casa?- siguió intentando detenerlo de alguna manera. Le preocupaba que se alejara de su lado y no poder volver a verlo. Takashi la sujetó con fuerza de los hombros tratando de tranquilizarla, aquella conversación se estaba alargando demasiado y ambos sabían que no cambiaría de opinión.
-Rei, escúchame bien. Mientras yo esté ausente serás tú quien esté al mando. Si os veis obligados a huir, entonces nos dejarás alguna señal fuera de la casa y nos reuniremos en el gran parque al este de aquí.- a ella no le quedó más remedio que asentir y memorizar cada una de sus palabras. Siendo de noche, las posibilidades de que Saeko y Takashi no volvieran aumentaban considerablemente, pero eran aún más altas para la pequeña Alice. Sin embargo, buscarlas todos juntos sería aún más arriesgado, ya que Shizuka y Saya no tenían experiencia en combate y Kohta necesitaba cierta distancia con el enemigo para poder deshacerse de él.
Finalmente, llegando a un acuerdo, Takashi se dispuso a darse la vuelta y correr en dirección al lugar donde todo había ocurrido aquella tarde. Pero antes de eso, se dejó retener por el fuerte abrazo que Rei le había dado por la espalda.
-Vuelve sano y salvo ¿vale? y encuentra a Saeko y a Alice. Yo… te estaré esperando. –Takashi notó un golpe de calor recorriendo todo su rostro, su amiga de la infancia estaba demasiado pegada a él y aquellas palabras comenzaban a desconcentrarlo. Se volvió a girar una última vez mirándola directamente a los ojos dándole a entender que no tenía intención de dejarse vencer. Después, inconscientemente se acercó lentamente a ella para darle un beso fugaz en los labios.
Recorrió varias calles abajo retrocediendo sobre los pasos que habían dado. A pesar de esquivar a varios de "ellos", tenía pistas evidentes de que Saeko había recorrido aquel lugar: Cada pocos metros se encontraba con algún que otro cadáver putrefacto tendido en el suelo sin cabeza. Eso le animó porque estaba seguro de estar yendo en la dirección correcta.
Cuando llegó a los alrededores de la tienda de la que habían recogido provisiones, se asustó al ver tan enorme cantidad de muertos vivientes. Le pareció increíble cómo era posible que se apilaran en un espacio tan pequeño. Se dio la vuelta de inmediato tratando de elegir una nueva dirección, su compañera debía haber elegido otro camino antes de llegar hasta allí.
Optó por el lado derecho, en el cual había un enorme cartel verde que apenas podía verse por la poca luz. Le pareció leer las palabras "parque natural" y pensando que quizás tendría suerte se introdujo en el estrecho camino. Por allí no se escuchaba nada ni tampoco había indicios de que hubiera algunos de "ellos". Quizás la pequeña Alice se había refugiado en aquel lugar pensando que podría estar a salvo.
El revoloteo de varias aves le asustó provocando que su corazón comenzara a latir con mucha fuerza. No lograba escuchar nada más que sus propios pasos y respiración. Anduvo durante un buen rato hasta dar con un pequeño lago en medio de un montón de plantas. Los enormes árboles tenían sus raíces ocultas bajo el agua; era un paisaje precioso que le habría gustado contemplar en otros tiempos. Sin embargo, las cosas habían cambiado demasiado y bastante rápido como pararse a admirar más de lo necesario aquel lugar.
Entonces, la sensación de unas nuevas pisadas que no eran las suyas le hizo pararse en seco. Quiso escucharlas y cerciorarse de que realmente estaba solo y nadie se le acercaba, pero por mucho que esperó impaciente, agudizando sus oídos, nadie se acercó. Continuó andando hasta poder divisar a lo lejos la salida de aquel lugar, aunque según había averiguado, también se trataba de otra entrada. Además, a medio camino desde su posición actual y la segunda entrada había una especie de parquecillo con columpios y un tobogán de madera.
Se levantó una pequeña brisa que acarició su pelo y refrescó cada parte de su cuerpo. Los columpios se balancearon suavemente, probablemente habría pasado muchísimo tiempo desde la última vez que un niño se había montado en ellos. Entonces, volvió a recordar la enorme sonrisa de la pequeña Alice. Seguro que a ella le habría encantado jugar allí. Desde el primer momento en que la encontraron junto a su padre supo que debía ayudarla. Era una niña valiente y fuerte, a pesar de todo lo que había vivido con ellos y antes de que se uniera al pequeño e íntimo grupo de estudiantes, había logrado adaptarse inmediatamente a la situación que vivía. Se había amoldado, y si ya de por si era difícil para un adulto, debía serlo más para un crío. Pero ella lo había logrado. Era eso lo que mantenía viva su esperanza de poder encontrarla, y seguramente Saeko pensaba exactamente igual que él.
Takashi sujetó con una de sus manos una de las cadenas que sujetaba el columpio. Ambos chirriaron bajo su amarre y a causa del balanceo. Estaban algo oxidadas. Entonces, un leve gemido atrajo su atención hacia la parte de abajo del tobogán. Bajo la rampa, una figura que no lograba reconocer se movía con cuidado. Era pequeña y balbuceaba. Por un momento, pensó que podría tratarse de la pequeña, pero tampoco lograba ver a Zeke por ninguna parte, y seguramente habría reconocido su olor en la distancia. No podía ser ella.
Dejó que la figura se arrastrara lentamente hasta él para poder asegurarse de que estaba en lo cierto. Era uno de "ellos" y le faltaban varias partes del cuerpo como sus piernas y uno de los brazos. De ahí que tuviera que arrastrarse y que lo hiciera tan despacio. Debía impulsar todo su cuerpo con su única mano, sus ganas de ingerir carne humana eran tan grandes y fuertes que el tener a una nueva víctima ante él era suficiente razón para tratar de hacer lo que fuera para alcanzarlo.
Takashi se acercó a la figura y con su bate le propinó un duro golpe en la cabeza acabando con cualquier movimiento. Después, continuó hasta la salida del parque. Sentía que se estaba alejando demasiado sin tener nuevas pistas de la posición de Saeko o de Alice y aquello empezaba a ponerle nervioso.
Miró a ambos lados, le tocaba elegir si seguir a la izquierda y alejarse más aún o volver a la derecha y seguir en la zona en la que estaba buscando. Dudó unos instantes pero finalmente escogió de nuevo el lado derecho. Siempre alerta, sintió que cada paso que daba era más firme que el anterior, y entonces, cuando se quiso dar cuenta sus piernas corrían con urgencia. Su cuerpo había reaccionado a la llamada de un montón de gemidos martirizantes más delante de donde él se encontraba. Si él podía escucharlos desde donde estaba, entonces todos los muertos de los alrededores no tardarían en llegar también hasta el núcleo del ruido.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca le pareció distinguir el sonido de una hoja entre los diversos ruidos y el brote de esperanza afloró en cuanto en unos segundos pudo distinguir la melena lisa y azulada de su compañera moverse al compás de sus ataques. Tan elegante como siempre.
-¡Saeko!- gritó llamando su atención. La joven miró en su dirección desconcentrándose por un momento, y estuvo a punto de ser mordida por uno de sus enemigos, pero logró esquivar el mordisco lanzándose al suelo y rodando por él.
Una hora antes…
Saeko Busujima, la chica solitaria, seria y poco social perteneciente a la conocida familia Busujima, se adentraba en la oscuridad más densa de la ciudad, impulsada por un sentimiento de culpabilidad que conocía muy bien. Se parecía mucho al rechazo que sentía por su persona. Eran diferentes, por supuesto, pero de alguna manera le daba la sensación de que ambos sentimientos negativos partían de una misma base.
Ella, a diferencia de sus compañeros, tenía muchísima experiencia en combate cuerpo a cuerpo y ya lo había demostrado en diversas ocasiones. Era capaz de enfrentarse a un montón de aquellos seres sola, podía pasar a través de ellos sin ser escuchada. Podía encontrar a la pequeña Alice sin poner en peligro a nadie más.
Al fin y al cabo, ella había sido la causante de su desaparición. Quizás estaba siendo demasiado dura consigo misma, ya que había sido la pequeña quien había tomado el camino equivocado. Pero ella fue quien la dejó a su suerte, convencida de que todo saldría bien. Ignorando el posible peligro de que un imprevisto como aquel pudiera suceder. Era por eso que quería arreglarlo todo lo más rápido posible. Quería que el grupo volviera a estar igual que antes. A pesar de que no estaba acostumbrada a mostrar abiertamente sus sentimientos, se sentía realmente bien cuando estaba con ellos. Y la pequeña Alice era una pieza fundamental para crear aquellos buenos sentimientos en el grupo. Era su fuerza y sus ganas de querer sobrevivir y encontrar un lugar mejor junto a todos ellos lo que motivaba a la pequeña.
Envuelta en sus pensamientos, llegó en unos minutos hasta el lugar en el que la habían perdido. Por el camino apartó de forma automática a varios obstáculos que le dificultaban el paso, pero no tuvo que hacer esfuerzo alguno. Era consciente de que habían buscado por los alrededores un buen rato sin éxito, así que Alice debía estar algo más lejos de allí, pero posiblemente dentro de la zona.
Dejó de lado la enorme masa de cuerpos putrefactos y giró a la derecha sin adentrarse en el parque. No creía prudente entrar en un lugar tan estrecho y poco iluminado, por lo que decidió aventurarse a unas calles más adelante. Se introdujo en varias casas que parecían abandonadas y apropiadas para esconderse, pero no la encontró en ninguna de ellas. Por un momento, cuando comenzó a introducirse en una zona donde la cantidad de muertos andantes aumentaba a medida que se acercaba, pensó en la posibilidad de poder encontrarse a Alice convertida en uno de aquellos monstruos. Claramente ese sería un duro golpe para todos, pero era aún peor tener que presenciarlo.
Por otra parte, evitó que los nervios la envolvieran, aunque la cantidad de cuerpos que se iba encontrando no ayudaba en absoluto. Debía haber algo que los estuvieran atrayendo hasta allí. Se asomó a la esquina siguiendo los pasos de los muertos, quizás fueran otros supervivientes que se encontraban en un apuro.
A lo lejos, dos figuras fuertes y armadas con escopetas y rifles de asalto se abrían paso hasta su vehículo reforzado. Saeko, inmediatamente pensó que tenían muchísima suerte de que aquel trasto siguiera funcionando. A pesar de su armamento, no utilizaban ninguna de sus armas para defenderse, solo emplearon armas de combate cuerpo a cuerpo para minimizar el alboroto.
-Bien, ya hemos acabado aquí. Vámonos cuanto antes.- dijo uno de ellos asqueado. Dejó que su compañero se introdujese en el vehículo junto a un tercero que esperaba en el asiento del conductor.
Entonces, ese mismo hombre que había hablado se paró unos instantes señalando hacia la dirección en la que ella se encontraba escondida. Por un momento creyó que la podrían haber visto pero se tranquilizó en cuanto el coche se fue de allí siguiendo su propio camino.
Ya habían tenido experiencias previas con otros grupos de supervivientes y algunas de ellas no habían sido nada agradables. En aquellos tiempos difíciles donde sobrevivir a toda costa se había vuelto el deseo más importante para quienes aún luchaban contra la muerte, podían encontrarse con gente peligrosa. Personas que no dudarían en sacrificar a quien se pusiera en su camino. Por eso mismo, todos habían llegado a un acuerdo tras la última vez que coincidieron con un grupo de diez personas en un gran almacén: Antes de interactuar con otros grupos de personas, deberían tomar una decisión juntos y asegurarse de que no podían suponer un nuevo peligro.
Volvió a su posición y caminó a lo largo de unas pocas calles más, hasta que un nuevo sonido conocido atrajo su atención. Parecía el ladrido de un perro. Pero Saeko sabía que no era cualquier perro, era uno pequeño y de color blanco, uno fiel a sus compañeros. Zeke.
Corrió con todas sus fuerzas esperando encontrarse a Alice junto a Zeke, y deseando que no la hubieran atrapado o herido. Cuando la vio a lo lejos sus ojos brillaron de alegría, por fin la había encontrado y podría llevarla con los demás. Sin embargo, estaba rodeada. Se encontraba dentro de una cabina de teléfono vieja y polvorienta con los cristales aún intactos.
Zeke ladraba en su interior atrayendo aún más la atención de aquellos seres, mientras Alice trataba de tranquilizarlo para que parara. Entonces, su mirada dulce y asustada se posó en la figura de su One-chan. Sus ojos parecían soltar chiribitas y su cara instantáneamente mostró una enorme sonrisa. Por fin estaba salvada, su hermana mayor la ayudaría y los sacaría de allí. Confiaba plenamente en Saeko, sabía que era muy buena con su Katana y que era muy fuerte.
-Alice…- Saeko trató de acercarse poco a poco mientras se deshacía de los diversos sujetos que trataban de darle caza a la pequeña. No habría más de dos docenas pero si se quedaban allí demasiado tiempo el número podría duplicarse o triplicarse sin problemas y aquello sí que dificultaría demasiado las cosas.
Sin darse cuenta, mientras estaba totalmente absorta en la pequeña, uno de ellos se acercó peligrosamente desde su costado. Saeko utilizó el largo de su Katana para evitar que la mordiera y utilizar la hoja para detener el mordisco. La arrinconó en la pared mientras hacía fuerza para cortar limpiamente su mandíbula pero no lograba hacerlo. Le pareció escuchar un pequeño gritito alarmado de Alice a espaldas de su atacante.
Aquella situación era demasiado parecida, demasiado. Hacía cinco años que un hombre trató de obligarla a hacer cosas en contra de su voluntad. La arrinconó en la pared, justo como ahora. Pero ella no estaba asustada, no lo estuvo desde un primer momento. Sólo quería parecer indefensa y débil para poder propinarle un buen golpe. La excusa perfecta para dejar salir a aquel demonio que ella creía llevar dentro y que nunca se saciaba. La verdadera Saeko que desde que todo había comenzado se mostraba más de lo habitual y que disfrutaba con cada pedazo de carne que cortaba, y con cada gota de sangre que derramaba.
Recordar aquello activó algo en su interior, una fuerza que la mayoría de las veces se mostraba por voluntad propia para eliminar todo ante ella. Agarró con fuerza ambos extremos de la Katana cortándose la mano izquierda en el proceso. Su mano apretó con fuerza la hoja hasta atravesar la mandíbula y cortar por la mitad el cráneo del sujeto. Este cayó al suelo con un ruido seco. Y entonces, los demás que se encontraban cerca de Alice comenzaron a interesarse en ella.
Peleó, cortó y rebanó a más de quince muertos vivientes, estaba abriéndose camino y asegurando la salida de la pequeña aunque aún se encontraba un poco lejos de ella. Entonces, alguien que conocía a la perfección gritó su nombre. Su voz era como una melodía para sus oídos, la reconocería hasta en el mismísimo infierno, aunque aquello no era muy diferente.
No dudó en dirigirle una mirada para asegurarse de que realmente era él, pero entonces tuvo que lanzarse al suelo para evitar que unas manos la agarraran.
-¡Saeko!, ¡cuidado!- gritó cuando la vio caer. Pero se recuperó en seguida volviendo a levantarse y retomando su pelea. Tenía la ropa manchada de sangre y parecía algo cansada. Entonces recordó que aquella noche ninguno de los dos había dormido y además debía llevar peleando un buen rato.
-¡Takashi! Rápido, ¡en la cabina!- le indicó sin parar de lanzar diversos golpes.
A él le costó darse cuenta de lo que quería decir pero en cuanto los ladridos se hicieron paso hasta sus oídos comprendió de inmediato la razón por la que su compañera hacía tan arduos esfuerzos en defender su posición. En cuanto se puso en marcha hasta la pequeña, Saeko comenzó a alejarse poco a poco de ellos dos atrayendo consigo la atención de "Ellos".
-¡Hermanito!- gritó contenta lanzándose a sus brazos y por poco provocando que se cayera hacia atrás.
Takashi suspiró aliviado de volver a tenerla entre sus brazos y la estrechó con fuerza. Después le echó un vistazo rápido para asegurarse de que no estaba herida.
-Alice, menos mal que estás bien. Estábamos muy preocupados por ti.
-Tranquilo, hermanito. Alice ha cuidado muy bien de Zeke y Zeke ha cuidado a Alice también.- comentó sonriente.
-Ahora tenemos que irnos de aquí cuanto antes y volver con los demás.- ella asintió con firmeza acomodándose en la espalda de Takashi. De aquel modo, podrían escapar con mayor rapidez. La situación se volvía cada vez más peligrosa. Alzó la vista con intención de encontrarse a su compañera tal y como estaba hacía unos segundos. Sin embargo, se quedó perplejo ante la escena que tenía frente a él.
En tan solo unos segundos, la mayoría de los muertos que trataban de atraparlos se habían reducido, probablemente a causa de Saeko que propinaba patadas y golpes en sus cabezas a una velocidad admirable. Pero cuando todo parecía ir sobre ruedas el sonido de los frenos de un coche y el olor a goma quemada los inundó.
Takashi vio como unos hombres de aspecto amenazante se acercaban imponentes en su coche reforzado. Entonces, antes de que se detuvieran a tiempo, aminoraron la velocidad para impactar contra Saeko que se encontraba de espalda a ellos y acababa de deshacerse del último de "ellos". El impacto sobre su cuerpo no fue muy fuerte pero lograron que saliera disparada unos metros hacia delante y que cayera al suelo quedando indefensa e inconsciente.
Takashi ahogó un grito. No acababa de creerse lo que sucedía, no entendía nada. Su visión comenzaba a nublarse ante un escenario que no lograba asimilar. Los gritos y sollozos de Alice solo le causaban más desconcierto y Zeke ladraba sin parar a aquellos hombres.
Se estaban bajando del coche con paso acelerado acercándose al cuerpo de Saeko. Takashi estaba a bastantes metros de ella pero desde aquella distancia podía ver un hilillo de sangre cayendo de su nariz. Verla tan débil e indefensa le provocaba malestar. La Saeko que él conocía jamás se hubiera dejado ver de aquella forma.
Trató de acercarse a su cuerpo para despertarla, aunque sabía que aún lográndolo no podría caminar por su cuenta y tendría que llevarla en brazos. Sin embargo, los hombres fueron muchísimo más rápidos en recogerla del suelo. Entre dos, la cogieron de los brazos y piernas y la situaron en los asientos traseros del coche.
-¡No! ¡Parad!- gritó con rostro desencajado tratando de que le hicieran caso pero apenas se dignaron a mirarlo. Se acercó a paso ligero hasta ellos, aunque no consiguió detenerlos.
-¿Y esos de allí?- preguntó el conductor quitándole importancia a los continuos gritos de Takashi.
-Déjalos, son solo un pobre chico y una cría pequeña. Unicamente nos interesa la chica. Además, si siguen gritando así no aguantarán mucho.- dijo el copiloto. El tercero de ellos que se situaba en los asientos traseros sujetando a Saeko se rio a carcajadas.
-Entonces nos vamos- con Saeko en su poder, el coche desapareció en la negrura de la calle, y a pesar de que Takashi trató de correr tras ellos durante un par de minutos, acabó dejándolos marchar.
Había encontrado a la pequeña pero le habían quitado a Saeko. Debía pensar en positivo, al menos, estaba convencido de que con aquellos hombres no estaría en peligro de ser mordida por ninguno de "ellos". Pero no dejaba de lado el hecho de que la habían atropellado para poder llevársela y que debía estar herida. Además, aquellos tipos eran muy peligrosos y no quería ni imaginarse las cosas que le podrían llegar a hacer.
Aquella noche, algo en su interior se rompió al sentir la impotencia de no poder salvar a una persona importante para él. Saeko era fuerte e independiente. No necesitaba ayuda de nadie cuando se trataba de peleas, pero ella también era humana, no era perfecta. Y en aquel momento, cuando la observó tendida en el suelo pudo ver su lado más humano e imperfecto.
Tratando de reprimir las lágrimas y las ganas de sollozar en voz alta, siguió el camino de vuelta a su casa. Al menos había recuperado a la pequeña y la regresaría al grupo. Seguro que todos se alegrarían por aquello. Pero la pérdida de Saeko no solo significaba perder a uno de sus miembros, sino a alguien poderosa que tenía un papel vital en la defensa y el ataque del grupo. Sin ella, les sería mucho más difícil hacerle frente a las situaciones que se fueran a encontrar.
Además, no era como cuando ella se había abierto paso por los callejones, en ellos había dejado pistas de su paso, pero en aquella ocasión, no tenían ni idea de quienes eran aquellas personas ni de donde podrían ocultarse. Pero la salvaría, de eso estaba convencido. No la abandonaría a su suerte. A Saeko no.
En cuanto giró la esquina retrocedió de inmediato tapándose la boca para no emitir ningún ruido. Ante él, toda la calle en la que estaba su casa se encontraba repleta de "Ellos". No comprendía qué podía haber sucedido para llegar a aquello pero sus amigos debían estar en peligro. Se preguntaba si aún seguirían dentro de la casa.
Entonces buscó nervioso con la mirada algún tipo de señal que le indicara lo contrario, sin que tuviera la necesidad de acercarse y adentrarse él mismo en su hogar para averiguar si aún seguían allí. No encontró nada.
-Mira, hermanito. Allí arriba.- Alice señaló desde su espalda al balcón del segundo piso. Takashi se fijó bien, parecía un sujetador rosado de una talla realmente grande. Aquello solo podía pertenecer a Shizuka sensei. Aquella debía ser la señal que buscaba, estaba convencido.
Con aquello asegurado, era momento de poner rumbo al lugar en el que le dijo a Rei que se uniría con ellos. También les explicaría el incidente de Saeko y trazarían un nuevo plan para tratar de encontrarla cuanto antes.
Hasta aquí el segundo capítulo. Antes de nada, quiero pedir mil veces perdón por todo este tiempo. Han pasado, si no me equivoco, tres años más o menos desde que subí el primer capítulo. Hasta ahora no lo había continuado, quizás porque perdí la motivación hace mucho tiempo y llegué a olvidar cual era la idea principal de este fic.
Seguramente, los que aún seguís interesados en leer y comentar (comprendo perfectamente que la mayoría o todos los lectores de este fic lo dejaran de lado hace tiempo) os habréis dado cuenta de que hasta mi forma de escribir ha cambiado bastante. Eso se debe a todo el tiempo transcurrido.
Tras las disculpas, también quiero decir que es gracias a vosotros que me he animado a querer acabarlo. Hasta día de hoy me han seguido llegando algunos favoritos y bastantes visitas a esta historia, incluso algún comentario. Es por eso, que decidí volver a verme todo el anime otra vez y leerme el manga para seguir escribiendo y terminar este fic. Por eso mismo, gracias por vuestra insistencia, ¡habéis conseguido que vuelva a este fic para acabarlo de una vez!
Dicho esto, no recuerdo cuales eran mis intenciones iniciales al empezar el fic, ya que por aquel entonces no apuntaba las diversas ideas de mi cabeza. Pero estamos hablando de una historia de "zombis" que tanto me gustan y de mi cabeza que puede idear un montón de ideas diferentes. Creo que me he quedado satisfecha con este capítulo, aunque me gustaría saber también vuestra opinión. Aceptaré cualquier reproche por la enorme tardanza xD
Espero que no os haya decepcionado la continuación, además ya tengo ideado más o menos qué es lo que ocurrirá en el siguiente. Como habréis leído, el grupo se ha separado y de momento las cosas están bastante feas. No parece que vayan a mejorar con facilidad, veremos qué es lo que pasa.
Con esto, espero actualizar pronto y a todos aquellos que habéis tenido tantísima paciencia conmigo y que aún queréis leerme y comentar, os estaré eternamente agradecida. ¡Un saludo! :D