Señores, señoras, Jan di ha vuelto. ¡SSSIII! ¿Eso lo he oído yo o he sido yo quien lo ha dicho?

Después de años de espera, os dedico, a todos los que teniáis esperanza por mí, este capítulo Naruhina que espero sea de vuestro agrado.

Resumen: Es como si estuviéramos leyendo la mente de Naruto, que en estos momentos se encuentra pensando mientras espera a que su chica esté lista para su cita.

¡A leer!


Capítulo 28

Complejos

.

.

.

Complejo.

Ahora comprendía Naruto esa palabra.

El complejo era algo que todo el mundo tenía. Desde los niños de doce años hasta los adultos, sin especificar una edad concreta.

Y conocía un buen ejemplo de complejo de edad. Tsunade.

Pero dejando rápidamente eso, por si acaso, el complejo era algo como que… un día te levantas y ves los dedos meñiques de los pies feos, te das cuenta que eres demasiado alto y flacucho, o que estás muy gordo. Que eres bajito, que tienes granos, mucho pelo por el cuerpo, calvo…e incluso te preocupa hasta el tamaño del pene. Gran preocupación de los hombres desde hace siglos.

Ahí debía reconocer que él a veces, pero sólo a veces, comprobaba que fuera el tamaño correcto. No tenía ni rematada idea de cuál era el tamaño "correcto", "perfecto" o "adecuado", ahora, que estaba en su justa medida, eso era seguro. No le preguntéis como lo sabía, porque lo sabía. Un hombre siempre sabe esas cosas.

Precisamente por eso, Naruto no comprendía porque las personas se complicaban tanto con temas relacionados al físico. A su parecer, cada uno era como era; con sus defectos o virtudes. Eso era lo que hacía diferentes y únicas a las personas.

No era por sonar egocéntrico, pero su parte, no tenía ninguno. Era de estatura media aceptable, fuerte, unos abdominales trabajados tras años de duro entrenamiento con su equipo. Una sonrisa con dientes perfectos, ojos grandes y azules –unos decían que se parecían al cielo, otros, simplemente decían ver la fortaleza de su padre- también un pelo bien rubio, casi siempre desordenado -¿Qué más daba?- y corto. Lo de dejarlo largo…ya se vería con el tiempo.

En general, no era un mal partido. Quizá sí era algo "llamativo" por vestir con esas ropas, quizá su piel si era un poco más morena, quizá esas marcas de bigotes en sus mejillas lo hacían diferente de los demás, pero… ¿No era eso lo mejor? Ser diferente hacía autentica a una persona.

Y él era diferente en todos los sentidos. Sí, más diferente que los demás por poseer el Kyuubi en su interior, tal vez; sin embargo, y por tener a ese demonio de nueve colas dentro, había personas le querían.

Cierto era que desde pequeño se había ganado sus buenos enemigos y el odio de todo el que le rodeaba, pero el tiempo cambiaba las cosas, cambiaba las circunstancias y le cambiaba a él. Él cambió, tanto física como mentalmente. Se había convertido en un chico fuerte que se desvivía por proteger a su aldea, a su gente, a las personas que quería y a las que le habían hecho cambiar. Tanto enemigos como seres queridos.

Y lo haría hasta el fin de sus tiempos.

Y toda esta parrafada, que por cierto, no sabía que podía pensar tanto y tan seguido, venía por el simple hecho de los complejos de su Hinata. Que era débil, tímida, bajita, tenía más formas "voluptuosas" que una chica de su edad, pálida, que si las venas de los ojos Hyuuga asustaban a los chicos… ¡No! ¡Estaba total y absolutamente equivocada!

Hinata era la chica más guapa de toda Konoha. Tenía la piel fina, muy suave y tan blanca como la nieve, confiriéndole así un aire de pureza absoluto. Los ojos eran…puff ¡Maravillosos! ¡Perfectos! De un color lila clarito que, dependiendo del día, podían verse gris o azul. El cabello era largo, y muy liso, de otro azul muy, muy oscuro que podría confundirse con negro.

Luego estaba esa naricita respingona y esas mejillas que siempre se coloreaban. Además de esos labios que cuando se pintaba con un leve rosado brillante a él le entraban ganas de…bueno, de besarla hasta dejarla sin aliento.

Bueno, era bajita ¿Y qué? A él le gustaba porque encajaba perfectamente entre sus brazos y podía alzarla del suelo con facilidad porque tampoco pesaba mucho. Le gustaban sus pies, sus piernas…aah, benditas piernas. Sus caderas, su vientre y sus esplendorosos, magníficos, rebosante, plenos, hermosos y…ehmm…había más adjetivos, seguro, pero nunca daba con el que pudiera describir tal perfección. Sus tetas. Quería decir, sus pechos, sus pechos…

¿Grandes? ¡¿Por todo el ramen del mundo, cómo podía decir eso?! Si eran…eso, perfectos.

Cualquier hombre como él soñaría con ellos; si se enteraba que alguien lo hacía, lo mataba. Cualquiera con dos dedos de frente, y unas hormonas del copón, se daría cuenta de que eso no era grande, sino…maravilloso.

Si supiera la gente lo que disfrutaba cuando… ¡Ep! ¡Espera! ¡No! No, no, no, no. Esas cosas no podía decirlas por aquí, era algo privado y…bueno…algo que no todo el mundo debería saber.

Sencillamente por eso, se abstendría de hablar de las placenteras noches que pasaba junto su preciada novia. –También porque si ella se enteraba, podría dejarle, y eso era lo que menos quería –

.

.

Resumiendo, que todo eso del complejo le parecía una verdadera tontería. Gordo o flaco, fuerte o débil, con demonio o no, siempre habrá alguien que verá algo especial en ti y te quiera por cómo eres. Naruto veía especial a Hinata y ella veía lo especial que era él, así que…

¿Por qué no cambiar los complejos por único, diferente y especial?


Y como he dicho arriba, ¡He vuelto! No sé durante cuanto tiempo, pero después de escribir este, creo que seguiré subiendo más.

Este capitulo me ha gustado. No tanto el final, pero estar en la mente de Naruto ha sido divertido. Adoro como siempre a este rubio, tan pervertido e inocente a la vez. En este capi tiene...como unos 19 años. Todo un sexappeal para todas nosotras.

Espero que a vosotros también os haya gustado este capitulo con mi llegada y que, sabiendo que pido demasiado, me dejéis vuestros comentarios y opiniones. ¡Quiero saber todo lo que pensais! ¡TODO!

¡Nos vemos en el próximo!