Resumen: Si había algo para lo que Severus Snape no estaba preparado era para hacerse cargo de un niño, mucho menos del niño-que-vivió, aun así lo defenderá a capa y espada de quien sea... ¿Quién dijo que ser padre era sencillo?... lo bueno… ya no estará solo…

Notas de autora:

Primero que nada, gracias a quienes me han enviado mensajes, a pesar del tiempo que llevo sin actualizar, aún hay quienes me alientan a terminar la historia, debo admitir que muchas cosas han pasado en mi vida, cosas buenas, cosas malas, en fin, cosas de la vida, y aunque lento sigo dándole forma a mi entorno procurando de a poco avanzar, lento pero seguro. Hace unas semanas comencé a releer la historia y decidí que era hora de seguirla, lamentablemente sigo teniendo poco tiempo para dedicarle, pero la seguiré y la terminaré. En fin, nuevamente gracias y mil disculpas por la espera. Les envío muchos cariños y espero que les guste el capitulo; como siempre digo:

¡Nos estamos leyendo!

Categoría: Harry Potter

Personajes: Harry Potter; Severus Snape.

Géneros: Drama, angustia

Clasificación: T

Capitulo: 4

Completa: No

Disclaimers: Los personajes de este fic pertenecen a J.K. Rowling yo solo los utilizo por mera diversión.

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En el capítulo anterior…

-A partir de hoy el niño que duerme en la habitación de invitados es mi hijo, Harry Severus Snape Prince- con voz serena y firme pronunció por primera vez el nombre de su, ahora, hijo, terminando de aceptar su propia elección a medida que el nombre de Harry aparecía mágicamente en el papel de adopción, trazando con ello un nuevo e incierto futuro para ambos…

Capítulo 4: Conociéndonos… o cuando el silencio ya no es sinónimo de soledad

Nuevamente se hallaba solo en el living, la elfina había desaparecido al instante para cumplir con su pedido, suspiró exhalando toda la preocupación que sentía por dentro.

-Maldición, ¿qué se supone que haga con un niño? - se preguntó por enésima vez.

-Yo me porto bien, señor- una pequeña y temblorosa voz se escuchó desde las escaleras. Harry envuelto en una frazada avanzaba a paso lento y dubitativo con la mirada clavada al piso -Seré un buen niño, haré la limpieza, y no como mucho, así que… así que… - no pudo terminar de hablar porque la tristeza y el dolor ante la idea de ser abandonado por quién él creía era su papi era más de lo que podía soportar.

Severus observaba la pequeña figura caminar tan desoladamente que rompía su corazón, ni siquiera él durante su dura infancia recordaba haber mostrado ese tipo de tristeza y dolor en su rostro.

Con renovada confianza el pocionista caminó hasta quedar frente a Harry, se inclinó y lo levantó en sus brazos, asegurando bien que la frazada lo envolviera.

-A partir de hoy Harry, yo Severus Tobias Snape Prince seré tu padre, y eso, pequeño, te convierte en mi hijo- le habló lento y claro al oído mientras lo apretaba en un fuerte abrazo transmitiendo todo lo que sentía.

Harry tembló en sus brazos, llorando audiblemente, -tenía razón, eres mi papi- le susurró entre lágrimas, pero esta vez no era el único afectado.

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Con el menor ruido posible, Severus se encontraba preparando un desayuno en la cocina, su pequeño se encontraba nuevamente dormido, esta vez sobre el sillón envuelto en la frazada. Le ardían los ojos, pero por extraño que pareciera, su corazón se sentía más ligero. Tal vez no sabía mucho sobre niños, pero si recordaba como su madre lo cuidaba y lo mucho que amó esos detalles que ella solía tener con él. Preparó una taza de té con leche, y untó unas tostadas con mermelada de durazno, también hizo un jugo de naranja y unos huevos revueltos.

Si había algo que tenía en claro era, que ese niño… su niño, necesitaba ponerse al día con los alimentos, se encontraba muy bajo de peso y aunque la poción reconstituyente ayudaba, nada remplazaba una buena alimentación.

Mientras terminada con los arreglos del desayuno, su elfina hizo acto de presencia.

-Amo, Tifa ha cumplido con lo solicitado, ¿Qué más puede hacer Tifa por usted? - su elfina siempre había sido complaciente y en gran parte su única compañera, al menos hasta ahora.

-Buen trabajo Tifa, te encargo que acomodes el cuarto de invitados con las cosas que obtuviste, y a partir de ahora ese cuarto pasará a ser el cuarto de Harry- le dijo señalando al pequeño durmiente.

La elfina se acercó lentamente al sillón donde dormitaba su nuevo amito, mirándolo con curiosidad. -Él amito está durmiendo, ¿desea que Tifa lo lleve a la cama? – susurró para evitar despertar al pequeño. -El amito es tan pequeñito, Tifa jura cuidar, proteger y servir al amito, hasta el fin de sus días. - dijo solemnemente la elfina mientras lo acariciaba por encima de la frazada.

Severus sonrió, sintiéndose más relajado, con Tifa ayudándolo las cosas iban a ser un poco más sencillas, o al menos eso esperaba.

-Déjalo allí Tifa, en cuanto termine de hacer mi té lo despertaré para que desayunemos. - le respondió en tono bajo mientras colocaba las hebras de té y el agua dentro de una tetera.

La elfina asintió y con su acostumbrada y exagerada reverencia desapareció.

-¿Quién era la ancianita? ¿Y es maga? ¿y va a aparecer de nuevo con un conejo y un sombrero? – Harry había despertado justo para presenciar la reverencia de la elfina y su desaparición, lo cual le pareció genial, nunca había visto un mago en vivo, solo cuando pispeaba los programas de tele mientras limpiaba la casa de sus tíos.

De repente Harry se dio cuenta que había hablado sin permiso, así que se encogió en su frazada y guardo silencio, no quería que su papi le golpeara por ser un mal niño.

Severus observó cada uno de los gestos y movimientos de Harry y suspiró, el proceso para que Harry se sintiera seguro y superara los años de maltrato, sería muy lento, y requeriría de toda su paciencia.

-Ven Harry, vamos a desayunar- le habló con su vos seria, pero en tono calmado.

Harry asintió sin hablar y se bajó del sillón, dejando la frazada doblada lo mejor que pudo porque era grande y pesada.

Cuando llegó a la mesa, en lugar de buscar sentarse se colocó al lado de la cocina con sus manitos al costado y allí permaneció en silencio y quieto. El pocionista lo observaba con horror, ¿es que acaso esos asquerosos muggles lo obligaban a mirar mientras ellos comían?

Su rostro se llenó de ira, ¿Qué clase de seres humanos hacían esas atrocidades? Con fuerza apretó sus puños tragándose un gruñido, sin notar que aun así el pequeño había notado su cambio de humor.

-Por favor papi, no te enojes, no me pegues, ¿cómo tengo que parame? No quiero ser un niño malo- sollozó nuevamente, pero sin mover sus brazos ni cambiar su posición.

Severus respiró profundo ante estas palabras y contando hasta 10 mientras se masajeaba el puente de la nariz, exhaló e inspiró un par de veces. -Harry, no estoy enojado contigo, sino con tus tíos- suspiró finalmente, -ahora, ven y siéntate en la mesa a desayunar a mi lado. – finalizó mientras corría la silla señalándole a Harry que se acercara.

El pequeño, dubitativo se acercó, él nunca, jamás había comido en la mesa, a lo sumo le daban lo que sobraba y debía comer sentado en el piso.

Cuando estuvo al lado de la silla, sintió a su papi acercarse y por instinto cerró los ojos y se encogió nuevamente esperando algún golpe, pero al igual que en la habitación este nunca llegó, esta vez fue alzado por las axilas y sentado suavemente en la silla.

-Te preparé un té con leche, unos huevos, un jugo de naranja y unas tostadas con dulce de durazno, acomódate y come- le dijo su papi mientras se sentaba en la silla de al lado y se servía un té.

Harry abrió los ojos tanto como le fue posible, su papi le había preparado comida, y mucha, había tanto para comer, que Harry no estaba seguro de poder acabar con todo sin que le doliera su pancita, pero por su papi haría el intento. -Gracias papi por el desyuno- le dijo despacito mientras tomada un trago del jugo de naranja.

-De nada Harry, y se dice de-sa-yu-no- le corrigió sin darse cuenta, el ser profesor le traía aparejado este tipo de respuestas automáticas.

-Des-yu… de-sa-yu-no- repitió Harry en vos bajita primero y luego varias veces en su cabeza. Mientras mordía su tostada, la cual para su sorpresa estaba calentita, y sabía tan rica que le dio otro mordisco más grande, sonriendo contento.

Severus observó la felicidad en el rostro de Harry ante algo tan sencillo como sentarse a comer un desayuno que él le había preparado y no pudo evitar una tenue sonrisa en su rostro, el pequeño era adorable y algo dentro de él le decía que no tardaría mucho en volverse el centro de su mundo.

-Tifa acabó de ordenar el cuarto del amito- dijo la elfina apareciendo al lado del pocionista. -Oh, el amito ha despertado, Tifa se pregunta si el amito durmió bien anoche- le preguntó a Harry mientras se acercaba a él.

-Harry, ella es Tifa, una elfa doméstica y es quien cuida y limpia la casa, y también es parte de nuestra familia- le comentó su papi, mientras tomaba un sorbo de té. -Oh, el amo es tan bondadoso al considerar a Tifa parte de la familia- lloriqueó la extraña abuelita secándose las lágrimas con su remera blanca.

-No llores Tifa, a papi no le gusta la gente que llora- le dijo acariciándole el rostro con su manita, -me llamo Harry, ¿quieres desyu… quieres desayunar? -le preguntó acercándole su plato donde todavía le quedaba una tostada con mermelada.

-El amito es tan bueno- lloró aún más Tifa conmovida por la amabilidad de su amito al compartirle su desayuno.

Un gruñido se escuchó en la cocina, proveniente del pocionista. -Ya Tifa, deja de hacer un escándalo y siéntate a desayunar,- gruñó Severus y luego miró a Harry y suspiró al notarlo temblar -Harry, no estoy enojado, termina tu desayuno, y no es necesario que comas todo, solo hasta que te sientas lleno ¿entendido? – que difícil se le hacía controlar su temperamento, era realmente una tarea titánica.

Harry, asintió sin hablar y siguió con su desayuno, la elfina lo miró y le guiñó un ojo, acto que le hizo volver a sonreír, al parecer su papi era gruñón, pero no malo.

Luego del desayuno, Harry había intentado levantar la mesa, pero la elfina no se lo permitió diciéndole que eso era trabajo de Tifa y de nadie más, miró a su papi, quería estar seguro que no estaba haciendo nada mal, así que cuando su papi simplemente le hizo un gesto para que se acercara a él, así lo hizo.

Suavemente su papi lo levantó y lo sentó sobre sus piernas, Harry estaba tan feliz, su papi le estaba haciendo upa, sonrió contento y se apoyó contra el cálido pecho cerrando sus ojitos y suspirando tranquilo.

Severus lo observó y no supo que hacer, cuando lo había sentado en sus piernas había sido para poder revisarle los vendajes, pero el pequeño se había acomodado y el pocionista no tuvo el corazón para moverlo al ver la tranquilidad y la felicidad en su pequeño rostro. Suspiró frustrado, con el niño en brazos se dirigió al sillón, si iba a ser usado como cama al menos quería estar cómodo también.

-Accio libro de herbalismo- conjuró luego de haber sacado la barita de su túnica, observó a Harry en sus brazos y supo que el niño estaba despierto y observando con curiosidad lo que estaba haciendo, si tienes sueño duerme, yo voy a leer- le dijo a Harry.

-Papi, ¿po… podrías leer… leer para mí, por favor? - preguntó con vos tembloroso, no sabiendo si su pedido era algo que tuviese permitido.

-Es un libro de plantas Harry, es algo aburrido para un niño- respondió y sintió como una manito apretaba con un poco más de fuerza su túnica, suspiró y comenzó a leer en voz alta desde el principio. -Capítulo uno, plantas de raíces venenosas…- Severus no tenía idea cuánto era lo que un niño de 5 años podía llegar a entender de lo que le estaba leyendo, pero aun así continuó, con vos suave y pausada observando como a medida que pasaba el tiempo los párpados de Harry se iban cerrando hasta que inevitablemente quedó profundamente dormido.

Para evitar despertarlo siguió su lectura en silencio, a su lado Tifa le alcanzó la frazada para tapar a Harry y de paso cubrirse también él. Al cabo de una hora, cerró el libro y observó a Harry, la casa nuevamente estaba sumida en un profundo silencio, pero a diferencia de las demás ocasiones esta vez, el cálido y pequeño cuerpo que se apretujada en su pecho le transmitía algo que pensaba jamás recuperar, paz y tranquilidad.

Y siguiendo el ejemplo de su hijo, sin la necesidad de beber o leer hasta el cansancio, Severus se durmió, en plena mañana abrazando a su pequeño.

La soledad por primera vez en años ya no estaba ni estaría presente en sus vidas.

Continuará…