Acto uno

Era una noche larga, tormentosa; la noche más negra de la historia; con vientos que azotaban a una casa blanca, geométrica, de estructuras rectas; asuntando a una pequeña niña que miraba como la lluvia había empapado el vidrio.

Sus ojos cafés como el chocolate liquido, se reflejaban en el cristal, mirando como su preciso jardín de rosas eran devastados por la madre naturaleza, preocupada por la tardanza de su padre y hermano.

Suspirando, el aire caliente de su aliento empaño el vidrio frio, aplastando su rostro para nivelar su temperatura con el frio helado de afuera.

-Bella- una dulce voz hizo que volteara su rostro, azotando sus rizos castaños en su cara; sonrió mostrando sus dientes de leche por falta de uno que se le había caído la semana pasada.

-Bella querida- se acerco su madre con su impecable vestido verde jade, peinado en un moño apretado, sin que ningún mechón saliera de sus horquillas- ya es hora de dormir

Disgustada como cualquier niño de su edad, Bella protesto hasta ser vencida por el cariño y suspicacia de su madre.

Acostada sobre su pecho, se había quedado dormida antes del final del cuento; sintiendo en su subconsciente la ultima leve caricia de aquellas suaves manos aterciopeladas en sus rizos castaños.

Un ruido le levanto de su mundo de ensueño, escuchando gritos de su propia madre e insultos de una voz desconocida, que el momento que ceso, la puerta de su habitación se abrió mostrando al mejor amigo de su padre arañado en la cara por las propias manos de su madre.

El aura oscura de Billy Black era tan parecida a un demonio con su ropa desalineada y húmeda acercándose lentamente a la cama mientras la pequeña miraba con horror el arma que sostenía sus gruesas manos.

Asustada salió corriendo de la habitación, rozando con el hombre que miraba fijamente la habitación de su madre como si le estuviera mandando un mensaje silencioso.

Sin saber que hacer, se escondió en el armario; sintiendo como el palpitar de su corazón eran amortiguados por los forcejeos de la puerta, escondiéndose mas entre los abrigos.

Indefensa, cayó al suelo abrazando sus piernas desnudas mientras rezaba por su alma, por la de su madre, mientras cada vez los golpes en la puerta se hacían más insistentes.

Hasta que solo una patada basto para que la puerta cediera mostrándole su verdugo que sonreía complacido al ver el miedo en sus ojos.

-Bella- dijo con su voz repugnante acercándose más a ella, mostrándole en su mano derecha el revolver.

-aléjate de ella- dijo con rabia su madre levantando el revolver de su padre a la altura de sus ojos.

Bella observo que la ropa de su madre caía gotas de agua cristalinas de lluvia, que había estropeado su peinado, caminando hacia su agresor que se había dado vuelta para encararla.

-¿Qué vas a hacer Rene?- dijo con burla, extendiendo una sonrisa burlona en sus labios.

Rene temblando con la arma en sus manos, disparo, fallando la dirección de su objetivo para dar al foco que exploto haciendo que Bella soltara un chillido cubriéndose de los cristales que llovían, al mismo tiempo que la tubería de gas había sido perforada.

Aprovechando la oportunidad Rene se acerco a ella poniendo sus gélidas manos a cada lado de su rostro para mirar fijamente sus ojos llenos de terror y pánico, el mismo espejo que reflejaba sus ojos.

-huye Bella- dijo en susurro - ¡huye!

Le empujo hacia la salida, que tambaleando logro mantener el equilibrio para pasar por el hombre que trato de cogerle fallando.

Con rabia, giro los talones hacia la mujer que le miraba con odio, retándole a matarla mientras sabía que su hija estaba a salvo. Soltó un par de insultos antes de caminar hacia Rene que le miraba como si fuera la muerte, con aquella postura digna de ella que le sorprendió por un momento antes de formar una sonrisa.

Fuera de vista de su madre y su agresor, Bella solo logro llegar a un teléfono, marcando rápidamente los números de emergencia que había aprendido en su corta edad, hablando con su voz infantil lleno de miedo a un oficial hasta ser silenciada por un disparo, soltando el teléfono…

OoooOOoooo

Los flash de las cámaras que se disparaban cada segundo tratando de capturar las mejores imágenes de cada persona importante que se encontraba en aquel evento, sintiendo la adrenalina y la excitación, que se mezclaban cada vez que su ojo miraba a las exuberantes modelos pasearse por la pasarela.

Hasta que todo aquello llego a un clímax, cuando Kate Deli salió como un ángel enfundado un diminuto vestido de lentejuelas color vino, agitando su rubio cabello que parecía la seda mas fina.

Sus largas piernas que parecían que no tenía fin, hacia que pareciera que flotara hipnotizando al espectador que sin ninguna vergüenza llegaran a un orgasmo glorioso que hizo que la mujer sonriera mostrando una dentadura perfecta.

Triunfante la mujer salió de ahí, encontrándose con un grupo de paparazis sonriéndole como una gata golosa, con un doble sentido cuando sus ojos verdes brillaban de malicia, coqueteando con las cámaras como si fuera su amante.

Pero todos aquellos mimos pasaron a segundo plano, dejando como actor principal la pequeña figura que se escondía en un mugriento callejón cruzando la calle, ensancho mas su sonrisa ganando gritos de admiración y mas flashes de cámaras mientras ella se deleitaba con la forma de su verdugo, ensanchando las aletas de su nariz para captar el aroma dulzón que se mezclaba con lo rancio de la basura.

Sin perder tiempo mas de lo que necesitaba, Kate subió a la limosina negra que le espera encontrándose con su agente, una mujer joven y ambiciosa que había puesto primer lugar la avaricia, algo que a ella le gustaba encontrar y empaparse como un puerco.

-lo has hecho bien-dijo la mujer satisfecha colocando sus dedos largos en su copa de champagne

Kate solo le sonrió dejando que la mujer parloteara a su gusto mientras el aroma agrio inundaba la cabina secando su garganta para darle una agonía que le complacía como una masoquista.

El auto entro por el camino empedrado que daba a acceso a la mansión barroca que aunque, su agente había visto, siempre soltaba un silbido de admiración que hizo a la rubia rodar los ojos antes que uno de sus sirvientes abriera la puerta.

-uno de estos días deberías dejarme entrar- dijo la mujer agitando su melena negra en signo de coquetería

-quizás uno de estos días- dijo despreocupada encogiéndose de hombros

Se acerco a la mujer para darle un leve beso en sus labios, sonriendo cuando sintió su pulso acelerarse, tentándole a retorcerle el cuello sin misericordia. Pero su autocontrol le domino enderezándose como si no hubiera pasado nada, tomando la mano de su sirviente para dejar a su agente aun en estado de shock.

Al entrar a la mansión, el estilo renacentista, no muy común en aquel estilo de vivienda, le daba la bienvenida con su cúpula llena de fresnos que relataban una actividad sexual que hasta ahora escandalizaba a los mortales.

Sus ojos como jades se posaron en el hombre calvo pasando ya sus cincuenta años, con su pulcro traje negro haciendo una pequeña reverencia cuando sus diminutos ojos se centraron en su figura.

-¿como a estado su noche, mi Lady?-dijo su mayordomo Félix retirándole su abrigo

-aburrida- dijo la mujer caminando hacia el estárter donde se encontraba los licores-aunque mi intuición me dice que esta noche será muy movida

-¿supone usted que ya han averiguado?-dijo Félix situándose en un lugar prudente

-podemos suponer que si-dijo Kate sirviéndose una cantidad generosa de un liquido rojo viscoso que parecía un coñac ligero dejando pequeñas manchas grasientas en las paredes del cristal

-entonces ¿será conveniente que alerte?-Félix esperaba la respuesta de la mujer que se tomaba su tiempo para responder

-no- dijo pasando la lengua por sus labios para sentir el sabor de la bebida que había quedado ahí- no haremos nada mientras ellos estén aquí-dijo estirando levemente sus labios al escuchar el sonido irregular de los latidos del hombre

-como diga, mi Lady- dijo Félix no muy a gusto con la respuesta de su señora aunque lo disimulo bien con su voz neutra.

-será mejor que te encierres en tu habitación Félix- dijo Kate mirándole- ahora me retiro a mis aposentos.

Félix le hizo una reverencia mientras ella se retiraba al ala que le correspondía, llegando a una enorme habitación ricamente decorada con tonos pasteles y dorados, como si fuera la habitación de una duquesa victoriana.

Dejo la copa en una pequeña mesa central con manteles florales mientras ella se deslizaba hacia la ventana para correr las cortinas de terciopelo azul oscuro para que la luz plateada del sol llenara la habitación.

Suspiro hasta percatarse que su respiración se congelaba, como si toda su ser comenzara a enfriarse. Desesperada, cerró los ojos tratando de tranquilizarse, hasta que sintió que la calidez comenzaba a calentar su corazón muerto.

Miro vagamente su joyero, inundando su cerebro de recuerdos humanos, recuerdos que le hacían humana cuando se olvidaba quien era.

Lentamente se acercó, acariciando tímidamente la caja hasta abrirlo para encontrar la única joya que poseía; un pedazo de tela negra que colgaba un cuarto de rubí rojo en forma de roza.

Era algo insignificante para los ojos humanos, pero para ella era un suicidio colocarse; hasta el peso que sostenía en la palma de su mano advertía el valor de su vida.

-hoy no-dijo en un susurro al viento colocándose el collar como si fueran unas manos estrangulando su fino cuello de cisne-hoy no tengo miedo de morir

El estallido de vidrios en su mansión no le altero, era como música para sus oídos especialmente el palpitar de los corazones que se encontraban en la planta baja y algunas alas de la mansión.

Un caos completo, los gritos y el sonido de armas disparándose; el aroma rancio de carne quemándose. Si fuera humana lloraría por la perdida de sus hijos…si fuera humana tuviera sentimientos ante la vida.

Sonrió ante el espejo que mostraba su imagen sin importar las vidas que se derramaban en su suelo, ya no era tiempo de huir, ya había pasado siglos cuando ella huía, ahora era más fuerte y sabia.

Jasper Hale estaba unos segundos en tener a su presa bajo su arma; había sido un arduo trabajo infiltrarse en aquella mansión que era mas parecido a un catillo medieval, pero todo valía la pena para matar aquel ser depravado, el asesino de su pequeña hermana.

Sigilosamente entro en la habitación principal, quedando hechizado por la belleza que desprendía aquella diosa floreciendo sus instintos más primitivos; todo su entrenamiento se fue al traste mientras seguía acercándose aquella hembra que le sonreía a través del espejo.

-pueden ser bonitas Jasper…peor por dentro están podridas

La infantil voz de su hermana fue como una bofetada al centrar sus ojos en el collar que llevaba en la garganta como si fuera una ventana para ver la alma podrida de aquella mujer, volviéndose a poner en guardia sin dejar de apuntarle con su revolver de 45mm.

Kate rio como si fuera divertido que le apuntaran directamente al corazón con balas de plata, la ironía de la vida le había puesto justo con el hermano de la chiquilla que hacia años se había cruzado en su camino.

-Jasper Hale-dijo sintiendo un cosquilleo en su bajo vientre cuando el aroma dulzón igual que la chiquilla inundo sus fosas nasales-o mejor dicho Jasper Swan

Jasper apretó los dientes, odiaba con todo su corazón aquellos seres de la noche; pero odiaba más aquella mujer, la asesina de su hermana.

-interesante saber que tu serias mi verdugo- dijo Kate evaluándole con la mirada-lastima, hubieras sido un mejor semental

Kate dio unos pasos adelante antes de situarse atrás de Jasper, sin que el pudiera detectar su velocidad, colocando sus petras manos como garras en su cuello, cerrando la entrada del oxigeno.

-¿ay Jasper, por que me odias tanto?-dijo con una voz teatral que erizo los bellos de la nuca del rubio-¿realmente valía la pena la vida de aquella chiquilla?-dijo con una mezcla de ira, resentimiento y…¿celos?

Jasper apretó los dedos en un puño hasta que sus nudillos se volvieron blancos presos de la ira que bullía en su interior divirtiendo a Kate que pasó su fría lengua por el lóbulo de su oreja pinchándole donde mas le dolía.

-¿acaso vale el tiempo que pierdes por un muerto?

-¡basta!-bramo el rubio retorciéndose en vano del agarre de la rubia-tu no sabes nada lo que es amar

Los rasgos de Kate se escurecieron, ella si sabía lo que era amar y perder, pero eran sentimientos tan humanos que le asqueaban a ella y cualquiera de su especie; aunque también había una parte de aquella oscuridad que era llevadera y era ahí donde la mocosa de Isabela se encontraba.

Como si le quemara la piel de aquel hermano, Kate le aparto sin antes clavar sus afiladas uñas en su cuello creando un rastro de sangre que trato el rubio de retener en vano.

-siempre me fascino la sangre de los Swan-dijo relamiendo su mano ensangrentada

-hija de tu puta madre-dijo Jasper sintiendo el quemazón en la herida-pagaras con tu vida la muerte de mi hermana

Kate le miro aburrida ocultando sus sentimientos, en años había tenido los mismos amenazas, aun peores que aquella; pero esta le hacia hervir la sangre hasta un punto de arrancarle la cabeza y tirarle a los perros.

Tan centrada estaba en sus sentimientos que no se fijo cuando el rubio se dirigía hacia ella hundiendo en su carne una navaja de plata. Horrorizada le empujo contra una pared que se partió por el impacto llamando la atención de uno de sus hijos que corrió hacia ella.

La delicada joven de cabellos azabache atravesó la habitación descalza hasta arrodillarse ante su señora tratando de parar la hemorragia que salía en sus costillas.

-María-dijo colocando una de sus manos en el hombro desnudo de la joven.

La joven levanto su rostro lleno de sus lágrimas y la sangre negra de su señora mostrando su temor y tristeza.

-no es hora de ser débil- le regaño Kate-levántate y atiende a ese humano.

María giro el rostro para encontrar un bulto entre los escombros haciendo una mueca de ira y maldiciendo al humano por la herida que había sufrido su señora.

-no es bueno desear la muerte-le reprendió Kate leyendo su mente

La pelinegra bajo la vista como un acto sumiso sin poder comprender la compasión de su señora por su asesino.

-no es necesario que comprendas-dijo Kate fijando su vista en el cuerpo de Jasper-solo tu obligación será protegerlo de cualquier estupidez que se cruce en su camino

María asintió, como una de los pupilos obedientes de su señora, aunque no era de su agrado su tarea especialmente la tentación de la sangre que fluía del humano

Kate miro el horizonte, solo faltaba pocas horas que el cielo se despejara para mostrar el sol y pocas horas para que la profecía de Zafrina se volviera realidad.

-es hora de partir-dijo acariciando el rostro de la pequeña vampira-solo cuídalo

Kate no espero respuesta, dejo que su cuerpo se transformara en el mostro que era; saliendo de su espalda unas alas como murciélago que le daban aspecto de una gárgola, una habilidad que su sangre le limitaba por su origen bastardo.

Agito sus alas y salió por la misma ventaba que había entrado Jasper perdiéndose en al espesura de la noche para llegar al único refugio que era fiable en este tiempo…Forks.