¿Excusa? No t.t terrible bloqueo... sigh, pero ya no! Lean! n.n
Stage 4: El mundo no se detendrá
Britannia
Marianne no estaba tan sorprendida de la aparición de Charles, aunque debía admitir que juntaba algo de mérito que el hombre hubiese aparecido por su cuenta y no porque ella se lo hubiese exigido después. Teniendo en cuenta la vasta familia que el Emperador de Britannia había formado, nunca se había esperado mayor atención por parte de él como un esposo o padre.
Jamás.
Porque cada Emperatriz sabía cuál había sido su función al convertirse en esposa, y cada hijo nacido era entrenado desde pequeño para orientarlo mínimamente en lo que se esperaba de él o ella. Seguro no era una vida difícil donde el dinero fuese un problema, pero todo era cuestión del ambiente en que cualquier heredero creciera, para formar algo de su carácter.
Una figura paterna no era algo que tendrían. Eso era definitivo.
Todos sabían quién era su padre y lo veían en solo en ocasiones indicadas. En veces en un anuncio de prensa, otras tantas en ceremonias necesarias o simplemente cuando eran convocados. No más ni menos de lo necesario, era una relación de conocidos y trabajo, como estar dentro de una empresa. Hasta el momento nadie se había quejado de ello. Pero no lo harían, tenían lo que necesitaban.
Aprender a montar a caballo, tener un logro en la escuela de Nobles o tocar cerca de la perfección un instrumento eran cosas que cada uno tendría que reconocerse a sí mismo, o con algo de suerte, sus madres intervendrían. Las Emperatrices solían hacer lo mismo que el Emperador, quizás a excepción de Marianne. Ellas conseguían lo que querían y sus hijos eran criados dentro del mundo de los Nobles por institutrices bien pagadas o maestros privados que comenzaban a formarlos apenas y podían hablar.
No andar tras ellos en el jardín, no curarles la rodilla si se caían.
Era: Suerte hijo, ya te di una posición privilegiada. Aprovéchala.
Además del siempre presente pensamiento de competencia entre todos, no había mucho que decir.
Así que era un hecho, que el Emperador de Britannia se presentara frente a Marianne poco después del incidente sufrido, era algo inusual. Que pasara su mirada una y otra vez por su esposa, dando con la venda del tobillo era otro bono extra.
Ella quizás si le importaba más.
-¿Qué fue lo que pasó?- preguntó, ligera pero genuinamente interesado en un hecho de la vida diaria. Marianne enarcó una ceja divertida, claramente sorprendida.
-¿Realmente quieres saber?- apareció una pícara sonrisa en el rostro de la Emperatriz, disfrutaría el momento.
-Marianne…-
Ella rodó los ojos ante el ultimátum. Siempre era difícil sacarlo de su faceta de Emperador-polígamo-desinteresado según palabras de Marianne, cada vez que Charles se ausentaba algún tiempo y dejaba de visitarla.
Pero no se daría por vencida. Con gracia apuntó al sofá frente a ella esperando ser obedecida, lo cual pasó sin tanta resistencia. Una vez frente a frente las bromas estaban de lado y una no tan contenta Emperatriz buscaba retribución.
-Fue un ataque terrorista según todo indica, o es lo que Schneizel ha logrado averiguar -comentó.
Charles no se sorprendió tanto al ser mencionado el nombre del Segundo Príncipe tan rápido en los hechos. Reconocía la destreza en unos cuantos de sus hijos, y si estaba ahí era porque el mismo príncipe se había tomado la molestia de dejar un mensaje en el Palacio Imperial por lo ocurrido. De ser otra la situación, seguro se hubiese enterado por murmullos de su corte o porque Marianne se lo reprimiera después con una de sus nada calmadas escenas, cualquiera de las dos opciones, agradecía un poco la sagacidad de Schneizel.
Sin embargo…
-¿Crees que fue un ataque terrorista, Marianne?-
El Emperador podía ver el claro deseo de venganza en su esposa. Algo que ella nunca dirigía mal pero tampoco dejaría pasar y se escondería debajo de la cama. Si deseaba venganza era porque debía tener algún sospechoso, así que era más fácil saberlo que después enfrentar los escándalos de la corte.
Para su sorpresa, Marianne negó.
-Ninguno-
Era una derrota que no hubiese querido admitir. Aunque se reservó sus comentarios de su agenda de esa noche, la reunión con V.V. era un asunto apartado. Una vez que ella aclarara eso, quizás podría decírselo a Charles. Porque sabía que si lo hacía ahora, era apuntar directamente a su hermano y no era la opción más sensata, no cuando entre esos dos había un pacto.
Además debía estar segura cuando pusiera su dedo en él. Hasta ahora no tenía absolutamente nada en su contra pero no era una opción descartada y eso lo hablarían después.
-Schneizel entonces encontrará a los culpables- habló el Emperador después de unos segundos bastante convencido de lo que decía, pero Marianne negó con la cabeza de inmediato.
-Yo seré quien los encuentre- declaró. Quien fuese el culpable, ya era algo personal.
Charles no podía ir en contra de ese deseo y Marianne tenía las suficientes conexiones para lograr hacer lo que se proponía, aunque le era extraño lidiar con una esposa que era tan autosuficiente y decidida como ella. Eso era exactamente lo que la diferenciaba de las demás. Y no hubiese esperado menos de ella, porque bajar la cabeza y acostumbrarse no era parte de su ser, incluso actuar de víctima ante la situación era inconcebible.
-Como sea, no salgas de la Villa aún- él seguía siendo el Emperador. Marianne abrió su boca de inmediato en protesta y Charles solo levantó la mano para que lo dejara terminar –Si eras el blanco absoluto de los culpables, podrían atacar de nuevo- aunque meterse con Marianne era un infierno –Y dejarás a Nunnally sola en la villa, si le hacen algo no quiero que destruyas Pendragón-
Charles comenzó a masajear el puente de su nariz –Al menos espera que Lelouch esté de vuelta y así consigues la suficiente protección para los dos aunque salgas. En vista de que aprecias tanto a tus hijos-
Marianne se permitió enarcar una ceja de nuevo pero esta vez a manera de reto. Siempre era interesante ver a Charles negar a todos sus hijos como algo más que herramientas, pero se sabía los nombres de sus hijos con ella. Un punto.
Los ponía en consideración recordándoselo a Marianne. Dos puntos.
¿Y sugería protección? Bingo.
-Te sorprenderás, Charles- musitó con una sonrisa –Sé que Lelouch y Nunnally te sorprenderán un día de estos, en especial Lelouch- estaba bastante segura de lo que decía.
El Emperador se levantó de su lugar habiendo tratado el tema que quería y se dirigió a la puerta sin más preámbulo. Solo con la mano en la perilla y antes de salir se detuvo.
-Son tus hijos Marianne- aseguró –Es lo mínimo que espero-
Se retiraba de nuevo de Villa Aries sintiéndose como un simple hombre en el mundo. Pensando por unos segundos si acaso eso no era lo que en un principio había buscado. Alguien que le dijera todo a la cara sin vergüenza alguna, un par de hijos, y todo estaba bien.
Era muy tarde para eso, ya.
Pero Marianne no dejaba de intentarlo.
El mundo siempre ha sido complicado, sin importar lo que alguien pueda hacer. Porque no importaba el estatus o la inteligencia de cada individuo, las cosas pasaban. Por algún motivo, o porque estuvieran planeadas, pero pasaban. La mayoría del tiempo sin que nadie lo espere, pero ¿Quién podría hacer algo para que no fuera así? Nadie, porque así son las reglas.
Eso era lo impredecible de la vida.
Lo cual no significaba que dejara de ser un maldito dolor de cabeza para algunos.
Como Lelouch.
Si, Lelouch gustaba de lo impredecible de la vida porque así todos los días no se convertían en algo monótono y de eterna tortura. Porque así tenía algo diferente que hacer a diario sin importar que solo existieran siete nombres distintos para los días. En su opinión debía haber quince nombres distintos. Sería más divertido una semana de quince ¿No? La eterna espera del día 1 al 13 para el fin de semana sería inigualable. Aunque era solo un decir, se estaba desviando del tema.
Volviendo a lo impredecible de la vida, él ya estaba acostumbrado a lo que podía ser su vida en manos del destino. Lo mucho que podía cambiar de un día a otro o incluso en unos segundos. Había sido bastante difícil comprender que las cosas no siempre salían como él quería, pero de comprenderlo a tener que pasar por ello de nuevo era muy diferente.
Debía estar maldito o algo.
Su mente era un desastre cuando despertó. Mirar a todos lados y encontrar paredes blancas, un pitido insistente y el fuerte aroma a alcohol que lo hizo encoger la nariz, no fue tan bienvenido como debía. ¿Quién le daría la bienvenida a algo así? No recordaba mucho y el abrir los ojos en un lugar así solo le decía que lo anterior era un sueño.
Al menos hasta que se levantó de un rápido movimiento y quedó sentado. Levemente sintió que algo lo jaló.
-¡Lelouch!-
Y miró curiosamente en dirección a la voz. Abrió la boca para decir algo, pero no sabía qué.
-¡Lelouch!- Cornelia sin embargo lo continuó reprimiendo con ambas manos en la cintura y el entrecejo junto en una combinación de enojo, preocupación y una pizca de alivio.
Ella siempre había sido intimidante. Pero el joven príncipe la miró sin decir palabra alguna. Estaba enfocado en ella pero al mismo tiempo no, contraponiendo la imagen de Cornelia… ¿Qué sería? ¿Unos 10 años mayor? Notando las similitudes y diferencias entre ambas, preguntándose por qué rayos tenía una Cornelia tan joven frente a él, y sin querer asesinarlo.
Todo volvía a caer en su lugar. Al mismo tiempo sintió que una especie de manto frío lo cubría y se dejó caer hacia atrás sin fuerza alguna. Cornelia frenética le comenzó a gritar algo, pero Lelouch no escuchaba nada de lo que decía. Solo la veía mover los labios con fuerza y mirarlo a él y luego por encima de él, haciendo señas. Pero eso no era lo importante.
Sino por qué estaba pasando. Desde que abrió los ojos en Villa Aries.
Una explicación a cómo había regresado a ese punto de su vida, porque lo demás no había sido un sueño. No, esa idea estaba más que descartada. Habiendo comprobado su teoría de que sabía lo que iba pasar, habiéndose interpuesto en el destino de su madre y en el de Nunnally. De haber sido un sueño entonces todo lo demás era erróneo, pero si era correcto que su madre iba a morir esa noche, entonces lo demás también.
O lo era…
No era un experto o un crédulo. Pero Lelouch consideraba que todo el futuro que él conocía y consideraba su vida, había sido borrado por la simple acción de interponerse en el suceso que desencadenaría lo demás. Aunque en ningún momento se arrepentía de que Nunnally estuviera sana y a salvo, hasta ahora podía pensar en el resto de las consecuencias de sus acciones. Lo mucho que quizás había metido la pata.
Y lo que pasaría de ahora en adelante.
No más ventajas, porque las cosas no pasarían igual dos veces.
El futuro era impredecible de nuevo.
-¿Príncipe Lelouch… puede escucharme?-
Parpadeó un par de veces ante el llamado y otro par de veces ante la cegadora luz tan cerca de sus pupilas que se paseaba de un lado a otro. No pudo evitar levantar la mano para apartar el objeto y enfocar bien a quien lo llamaba. Era un hombre de cabellera escaza y grisácea, ojos color miel e indudablemente un doctor, si su bata blanca le decía algo. El hombre sonrió ante su molestia por la luz.
¿Qué tenía de divertido eso?
-No hay nada de qué preocuparse, Princesa Cornelia. Solo fue una reacción natural de su mente…-
Lelouch desvió su atención de nuevo hacia el costado donde estaba su media hermana de pie y con ambos brazos cruzados sobre su pecho. El entrecejo fruncido de ella no desaparecía y le mandaba miradas furtivas una vez que se dio cuenta de que era observada. Oh si, le llevaría algo de tiempo acostumbrarse a eso, al menos ya que no podía hacer nada para remediar el pasado y por el momento se encontraba incapacitado para pensar racionalmente, o lo suficiente.
Situación actual: Más que resignado.
-Respecto a sacarlo de aquí…-
-Con los cuidados necesarios, por supuesto-
Eso si lo escuchó. Lelouch se concentró en alejar de su mente todo pensamiento inútil ante la posibilidad de salir de un lugar donde no tenía nada de control y no recibiría la información que quería. Incluso sus ojos se iluminaron por la idea, lo cual no fue pasado desapercibido por Cornelia que ya con permiso del doctor, buscaba su celular seguro para hacer sus trámites.
O eso deseaba Lelouch.
Mientras Cornelia hablaba, comenzó a caminar de un lado al otro de la habitación y Lelouch trataba de escuchar lo que decía, pero ella hablaba en un tono bajo y suave, aterrador e imposible según sus experiencias pasadas, y el hombre que se hacía llamar Doctor no contribuía a su espionaje al estar haciendo tantas preguntas que en opinión de Lelouch ¿No se supone que el doctor ya debía de saber? Así que no tenía sentido que le preguntaran.
Aunque de una u otra forma no le gustaba ser interrogado.
Lo único que quería por el momento era un lugar que pudiera reconocer y que apoyara sus teorías para no volverse loco pensando. Tenía que basarse en-
-Nos iremos de aquí en media hora- Lelouch levantó su vista en dirección a Cornelia, su media hermana sonreía. –De vuelta a la Villa, Lelouch-
Cornelia suspiró de alivio una vez que todo estaba arreglado. Habían sido largos tres días desde el incidente y ya era hora de comenzar a moverse y no estar a la expectativa por Lelouch. Pero no debía malinterpretarse, la verdad era que antes de poder salir tras los culpables sin restricción alguna, debían asegurarse que Lelouch estuviera a salvo y en la Villa de preferencia, junto a Nunnally. Porque Cornelia sabía muy bien que la Emperatriz Marianne también esperaba eso.
Lo único que las había detenido por tanto tiempo.
Así que estaba aliviada de que al menos esa parte tan delicada hubiese acabado. Se comunicó primero con la Emperatriz para informarle de las buenas noticias y la sonrisa de Marianne casi se podía escuchar por el celular. Era comprensible, después del atentado no había visto a Lelouch de nuevo, por motivos que Cornelia no comprendía, pero sabía que no era su lugar preguntar. La Emperatriz solo vivía por sus hijos, así que cualquier razón que tuviera para permanecer en la villa, debía ser importante.
Además, demostraba la gran confianza que tenía en Cornelia para manejar la situación, ya que ella había sido la única que se había quedado todo el tiempo junto a Lelouch y tomaba todas las decisiones respecto a su salud. Sin mencionar que la guardia alrededor el edificio estaba a su cargo y los tenía apostados donde ella creía importante, y no más personas de las necesarias.
Por otro lado, tal y como había predicho, Clovis se había ido mientras amanecía en la misma noche del atentado. Cornelia solo lo había visto marcharse en silencio, pero el rubio le había pedido que si pasaba algo más, esta vez sí lo llamaran.
Así que cuando Cornelia terminó de hablar con la Emperatriz Marianne, el segundo en su lista había sido Clovis. Las noticias fueron recibidas con alegría por parte del segundo príncipe, que prometió pasarse ese mismo día por la Villa de ser posible. Cornelia le daría el beneficio de la duda, Clovis hacía su mejor esfuerzo por mantener su vida social y su vida privada separadas, sumamente importante para él, así que lo dejaría tranquilo.
La última llamada que Cornelia hizo, pero no menos importante, fue para Schneizel. Ella habría podido organizar el regreso a la villa por su cuenta, pero entre ambos habían estado llevando todo lo que pasó en los últimos días, así que dejarlo fuera de algo así sería una falta de respeto. No tan sorprendida, cuando lo llamó, Schneizel le informó que ya estaba dentro del edificio. Cuando se giró, su hermano incluso ya estaba en el marco de la puerta.
-Buenos días, Cornelia- saludó el oji-azul con una de sus características sonrisas.
-Ani-ue- la segunda princesa asintió, pero el otro ya enfocaba su atención en el tercer príncipe en la habitación.
Schneizel se acercó a la base de la cama cuidadosamente, temiendo de sus propios movimientos aunque no fuera en lo absoluto una persona brusca. Sin embargo el ambiente en cualquier hospital hacía a las personas sentirse más cuidadosas en lo que hacían, así fueran príncipes o personas normales, como una especie de requisito predeterminado.
-Lelouch, es bueno ver que estés bien- habló finalmente con una nueva sonrisa satisfecha.
No esperaba ser respondido con una mirada sumamente confundida.
-El doctor dijo que son efectos temporales de los medicamentos y el shock sufrido- explicó Cornelia de inmediato ante la mirada preocupada de su hermano mayor. Schneizel asintió vagamente mirando valorativamente a Lelouch.
-Era de esperarse, es solo un niño- el tono resignado en su voz fue muy claro. Para sorpresa de ambos, una joven voz indignada respondió de inmediato a tal acusación.
-No soy un niño- con la cara de un muy indignado Lelouch. Cornelia le reprimió con la mirada, pero Schneizel se encontró sonriendo.
-Mis disculpas, Lelouch- incluso hizo una leve reverencia –Era solo una prueba- admitió el rubio.
Cornelia mandó otra de sus miradas a Schneizel antes de suspirar de nuevo, puso ambas manos en su cadera y habló claramente para ambos.
-No es momento de competencias, Ani-ue, Lelouch- esperaba dejárselo más claro al último. –La Emperatriz Marianne nos espera en la villa-
-Muy cierto- comentó de inmediato Schneizel.
Aunque al final de todo, Cornelia sonreía en su interior. Había temido por un momento lo que el atentado de la villa había causado en la Familia Vi Britannia, y no solo se refería al exterior. Mirando a Lelouch un poco más de cerca, quizás todavía era temprano para decir que todo estaba bien. La mirada llena de conflictos de su hermano menor no era algo normal. Tampoco que sus ojos parecieran los de alguien de mayor edad. Pero por el momento solo debía importar que había podido sobrevivir, y que lo demás podría tratarse más adelante.
.:Japón:.
Suzaku suspiró de nuevo habiendo perdido la cuenta hacía más de tres horas. Todo el tema dándole vueltas en la cabeza. Incluso miró a su costado confirmando por enésima vez que C.C. estaba ahí y que no se había vuelto loco por un sueño que había desaparecido. Pero todo era tan difícil. Pensar en lo que había pasado, hacía varios años atrás y ahora.
Incluso que las cosas no cayeran en su lugar.
-Solo acéptalo, Kururugi- reprimió C.C. enviando una fastidiada mirada. Una de las principales razones era que la pizza no era un alimento disponible en el templo japonés y los fideos solo se escapaban entre sus palillos cada vez que intentaba levantarlos.
Dejó el tazón sobre la mesa sin admitir la derrota todavía, pero se concentró en el motivo que la había llevado hasta ahí.
Suzaku enarcó una ceja y se levantó de la cama impulsado por ambos brazos.
-¡Si, porque todo suena coherente!- escandalizó, y comenzó a pasear de un lado a otro mientras daba rienda suelta a sus pensamientos -¡De una forma que nadie sabe, terminé en el pasado sabiendo el futuro! ¡Y no solo yo! No… además de ti existe la posibilidad de que Lelouch también lo sabe- se detuvo a mirar a C.C.
La bruja lo miró sin mayor expresión que la de siempre –Es un hecho que lo sabe, no debes preocuparte por eso- comentó con toda casualidad. Suzaku solo bufó para sí mismo, odiaba no tener el control. Odiaba ese sentimiento que oprimía su pecho y que le decía que había algo más detrás de ese milagro.
Estaba harto de milagros ya. Siempre debía ocurrir primero una desgracia.
Así que no, la situación no le cuadraba en lo absoluto por mucho que hubiese deseado antes el poder volver al pasado para arreglar ciertas cosas. Quizás como la muerte de su padre, remontándose a la edad que tenía. Pero no ahora, no cuando vívidamente recordaba haber logrado la paz que personas -con más visión que él- querían. Y especialmente, no de esa forma.
No sabía qué era lo que hacía peor la actual situación. Si había arruinado todo por lo que habían luchado y para lo cual no había una segunda oportunidad, o que ya no podían sacar nada de provecho, o no mucho, de ello.
Suzaku detuvo su andar. Seguro y no servía de nada, ya lo tenía claro. Y lo único que quedaba era… ¿Volver a empezar?
Miró a C.C. de manera pensativa. Al menos no estaba solo, o se habría vuelto loco con tantas cosas chocando en su cabeza. Pero la realidad que le planteaba la bruja tampoco era fácil de creer.
-¿Listo para planear?- preguntó ella una vez que lo vio calmarse, pero sin duda había elegido mal la pregunta. Suzaku corrió y se tiró sobre la cama con un gran y frustrado gruñido.
Planear.
También estaba harto de planear.
-Sabes que no podrás evitarlo. No si quieres sacar algo bueno de esto- presionó la bruja, tentada a terminar de explotarle la mente. Suzaku no cooperaba para nada. Pero había sido su única elección de ser correcta su suposición y tenía que aguantar cada desdén del niño.
El ojiverde levantó la cara e inhaló profundamente. Perfectamente resignado. Y se sentó de nuevo con una mente más abierta y preparada a propuestas.
-¿Qué hay de Lelouch?- eso, seguía siendo una gran incógnita. Un pensamiento insistente que lo taladraba ya que la palabra plan era mencionada, porque había tenido suficiente de Lelouch y sus planes, en serio. Pero no podía ignorar el hecho de que también estaba envuelto en lo que pasaba y que quizás él ya tenía el resto de su vida planeada.
C.C. sin embargo no contestó como esperaba.
-¿Qué hay de él? ¿Por qué no haces una llamada por cobrar a Pendragón y que te conecten a Villa Aries?- sarcasmo nunca había sido la primer arma de C.C., solo la cruda verdad pero el sarcasmo demostraba lo perdida que ella estaba también y la incertidumbre que le causaba la situación.
Suzaku lo entendió perfectamente y se frustró más. Aunque sus sentimientos estaban de acuerdo, lo único de acuerdo en lo que podrían estar él y C.C.
No eran enemigos ni tampoco tenían motivos para odiarse, pero para el ojiverde, C.C. era una réplica exacta de Lelouch a estas alturas, solo que sin la parte donde podría creerle mínimamente que las cosas saldrían bien. No, C.C. era tan pesimista como él de acuerdo a finales felices y este inicio que les habían dado no pintaba para soluciones simples.
Así que tenía todo el derecho de sentirse inseguro. Y más aún sabiendo que Lelouch también se encontraba en la misma situación, solo que quizás aquel bastardo manipulador ya estaba moviéndose solo y sin ayuda de nadie, disfrutando la situación…
Momento. Pensándolo mejor.
Suzaku sabía que Lelouch no era adepto a los pensamientos de Britannia. Ni siquiera reconocía al 90% de su familia, así solo fueran medios hermanos. Tampoco tenía un amor por su título, derechos y obligaciones, Lelouch no quería saber nada de Britannia.
Lelouch odiaba a Britannia, o mejor dicho, al hombre que la regía y la tenía en ese momento como la potencia número uno en el mundo. Que los arrojaría a él y a Nunnally como simple material de negociación. Que no apreciaría la vida tan simple como era. Sin mencionar a su madre, la persona que siempre debió protegerlos pero que mostró al final su verdadero pensamiento respecto a ellos.
Eso no era una oportunidad de oro para Lelouch.
No en su totalidad. Si significaba que tenía que enfrentarlos de nuevo.
Suzaku se sintió pesado por un momento.
-Todos ellos siguen estando en el futuro de ambos- dijo C.C. interrumpiendo sus pensamientos pero aclarando al menos la silenciosa pregunta. Su voz sin embargo demostraba plena seguridad de lo que decía y desconcertaba a Suzaku que comenzaba a ver el verdadero lío que enfrentaban –Las cosas podrán haber cambiado con la decisión de Lelouch, pero eso no significa que las personas que ambos conocen o conocieron, cambiaron de ideales-
Seguía habiendo guerreros. Seguía habiendo traidores, mentirosos, héroes, idealistas, seguía existiendo Britannia y Japón.
Suzaku antes creía que sabiendo todo podría controlar el futuro, que era más fácil predecir errores y así no cometería el mismo dos veces. Pero eso era antes de que Lelouch interviniera, indirectamente para él. Antes de que Lelouch decidiera que ni él ni Nunnally serán arrojados a Japón. Que el Emperador decidiera atacar el país del sol naciente en unos meses, que se convirtiera en el Área 11 y que tuviera que asesinar a su padre por eso.
Ese futuro había desaparecido por completo. Solo por un movimiento.
Pero no era algo que Suzaku había decidido y sin embargo aceptaba perfectamente aunque ya corrieran con desventaja. Saber nada del futuro lo dejaba como antes, y de todas maneras llegaría un momento en la historia que conocían que debían hacer un movimiento para cambiar algo que querían prevenir que pasara o que estaba mal.
Quizás tenía en mente un hecho muy marcado para utilizar esa oportunidad.
Euphy.
Comparado con la culpa que lo comía por haber asesinado a su padre. Sin embargo la muerte de Euphy, así como había sido un error, no había podido retrocederse. Pero Suzaku comprendía que para llegar a evitar eso, tenía que dejar pasar muchas más cosas, otros tipos de masacres y penas a personas que no lo merecían.
Lelouch hizo el movimiento para salvar a Nunnally. Si C.C. estaba en lo correcto, entonces tampoco la Emperatriz Marianne había sido asesinada.
Y el futuro era tan desconocido como siempre.
Aunque si ya habían logrado borrar el camino hacia la masacre de Euphy dentro del mismo movimiento, lo que quedaba era asegurarse de que continuara así y utilizar la información veraz que conservaban.
Britannia todavía tenía planes de invadir Japón.
El Emperador todavía buscaba a C.C.
Y ellos no se daban por vencidos.
-¿Qué tienes planeado, niño?- la bruja vio el momento en que a los ojos de Suzaku llegó la determinación y el entendimiento de que lo que el futuro les traía.
-Hasta poder hablar con Lelouch…- Suzaku se giró levemente y la miró directamente a los ojos –Japón debe resistir-
C.C. sonrió levemente. Eso era un plan, dadas las circunstancias.
-Así que tú también piensas aprovechar esto- comentó, un poco más para sí misma, pero escuchada perfectamente por el Knight of Zero de diez años.
Lo aceptaba, todos querían mejor para su futuro.
-¿No es más fácil liberar al mundo, si no hay que liberar el Área 11 primero?- comentó.
Una batalla menos.
Britannia
Lelouch maldijo. Por quinta vez, mentalmente. Porque la segunda vez que lo había hecho verbalmente, Cornelia lo miró con ojos de reto a decirlo una vez más, porque ese no era el vocabulario de un príncipe, y menos de uno de diez años.
El de ojos violáceos debía admitir que su apariencia no era autoritaria, confiable, o cualquier otro tipo de cualidad que a los diecisiete quizás y comenzó a explotar. Pero ser tratado como niño cuando su mente casi igualaba la edad que tenía Cornelia en ese momento no era para nada satisfactorio. No cuando podía revelar cientos de cosas que dejarían a Schneizel y a su hermana lo suficientemente sorprendidos como para casi creerle.
Porque nadie le creería, siendo un niño. Saliendo de un trauma por herida de bala.
Ni siquiera por ser príncipe.
Así que tenía que optar por mantener todos sus pensamientos dentro de su cabeza mientras encontraba la manera de ordenarlos. Mandando al diablo a Cornelia porque sabía que aunque no era un vocabulario que debía estar en su boca, era algo que su hermana escuchaba a diario en el ejército. Esa pequeña satisfacción debía tener.
Y trataba de prepararse lo mejor posible para afrontar las consecuencias de sus actos. Incluso si en su opinión la puerta del auto se abría muy lentamente, casi como si le dieran la oportunidad de fingir inconsciencia. Aunque ya era tarde.
Los rayos del sol penetraron de inmediato al interior del vehículo y Cornelia fue la primera en bajar. Lelouch podía notar mejor sus cansadas facciones a la exposición de la luz natural. ¿Había sido por él? Pero se quedó tanto tiempo pensando en eso que no notó que la puerta del otro lado se abría, la más cercana a él, y un par de brazos querían sacarlo del auto con suma delicadeza.
-¿En qué tanto haz estado pensando, Lelouch?- Schneizel comentó mientras trataba de acomodarse de la mejor manera. Entonces el joven príncipe entendió y rechazó el desvío del tema.
-No hay forma alguna en que me bajen de este auto así, Ani-ue- se cruzó de brazos en protesta y recalcando la posición de Schneizel para ver si así lo hacía retroceder un poco.
Completamente equivocado.
Era la voz de un desobediente príncipe de diez años y no de Zero.
Schneizel solo sonrió como si lo hiciera con un lindo cachorro tierno y rejego.
-Vamos Lelouch…- continuó y el intercambio de palabras se comenzó a escuchar.
Cornelia se había adelantado a las puertas de la Villa, aunque ya sabía que eran más que esperados. No tardó en subir los escalones cuando una cansada pero aliviada Emperatriz la recibía con una gran sonrisa. De su mano izquierda colgando la pequeña mano de Nunnally y de la derecha…
-¡Onee-sama!- Euphy comenzó a brincar de alegría sin soltar a la Emperatriz y permitiéndole llegar hasta su lado donde la pudo saludar por primera vez en unos días. Nunnally se le unió a Euphy entre ambas no permitiéndole levantarse de su acuclillada posición.
-Bienvenida a casa, Cornelia- sonrió abiertamente la Emperatriz dándole un cariñoso abrazo –Pero mírate, te ves exhausta-
La segunda princesa recorrió un mechón de cabello detrás de su oreja, un poco avergonzada por lo notorio de su situación y otro poco restándole importancia.
-La buena noticia es que estamos de regreso-
Pero Cornelia sabía que ese era solo el inicio de todo, y quería evitar que ese pensamiento llegara por completo cuando deberían estar aliviados de haber superado esa difícil situación. Sin embargo cuando su mirada se cruzó de nuevo con la de la Emperatriz, a pesar de que Marianne vigilaba con ojos de halcón el auto de donde Lelouch era bajado y que tuvieran cerca de diez guardias apostados en la puerta en ese preciso momento, la venganza no era algo que dejaría pasar.
Cornelia había pensado en externar esa opinión después, pero al parecer la Emperatriz ya estaba más que preparada.
De todas formas, un ataque contra la Familia Imperial no era algo que quedaba impune, y de una u otra forma los responsables pagarían.
La pregunta seguía siendo, ¿Quiénes?
La reputación de un príncipe de diez años no existía, pero ser cargado por el Segundo Príncipe hasta su habitación dentro de la Villa ciertamente no apoyaba en lo absoluto. Los ojos suaves con los que las sirvientas alrededor de la Villa los veían tampoco lo era. Sobre todo porque Lelouch conocía el verdadero ser de Schneizel y sus metas, por lo cual no era nada lindo o algo parecido.
Incluso si sus intenciones del momento eran buenas.
Lelouch estaba seguro de que a pesar de que las cosas ya estaban tomando un rumbo diferente, como si ver a Nunnally correr tras él no fuera suficiente, el mundo tenía sus planes. Y nadie los cambiaría por la desaparición, o no, de dos príncipes y una Emperatriz. Ahora había ganado su lugar prolongado dentro de la Familia Imperial con todos sus privilegios y obligaciones, conocía a la mitad de sus adversarios, y sabía el enfrentamiento al que se dirigía el mundo.
Lamentaba no poder evitarlo por completo, pero sí confiaba en poder prepararse en todo sentido para ello y quizás terminarlo antes de que sea demasiado grande.
A una edad en la que no tenía geass y lo más probable era que Suzaku no lo conociera, tendría que arreglárselas solo.
Solo esperaba que el conocimiento que tenía bastara, y poder proteger lo que antes no tuvo tanta importancia en su vida.
La Familia Imperial sabría lo que era una verdadera mentira.
Cumpliría el Réquiem de una nueva manera.
Ohhhh! Ahora resulta que debo decir: "Denle like :3 " ? jajaja se escucha raro, pero como puedes dejar review loggeado de facebook, Sras. y Sres. creo que nos conoceremos mejor jajaja. Solo bromeaba, pero ahora dejar review es mucho más fácil, vamos , animo! Si te gusta, comparte! :3 jajajaja ya ya... no lo pude evitar n.n
Espero que les haya gustado y mmm tengo planeado ya pasar a la línea de tiempo verdadera de Code Geass, no más chibiSuzu o chibiLulu pero n.n puedo poner flashbacks n.n no me quiero estancar en este tiempo así que esperen más el próximo capítulo :3
Lamento la espera, pero ya me pongo al corriente con las otras también, ¿Ya leyeron Shadows Game? Los invito n.n nuevo AU en mi profile de Code Geass.
TQM panda :3
Nos vemos pronto n.n review y like? XD
anypotter (en serio, review!)