Isabella volvió a secar el sudor que caía por su frente, y siguió trotando.

La pantalla digital de la cinta mecánica indicaba que la menuda muchacha de 23 años llevaba corriendo por 3hs y 26 minutos.

Cuando el reloj marcó las 10, las luces del gigantesco gimnasio comenzaron a apagarse, una por una…

Hasta que al marcar las 11, la única luz que continuaba prendida era la que iluminaba a una joven castaña, que resoplaba del cansancio, pero a pesar de todo, seguía corriendo como si la vida se le fuera en ello.

-Cariño, ya son las 11 de la noche, no has comido nada hace 8 horas, y llevas corriendo 4. Terminaras lastimándote. Vamos, es hora de terminar-Un chico de unos 25 años, apuesto y musculoso, le hablaba cariñosamente a la joven, mientras apretaba el pequeño botón rojo en el tablero de la cinta mecánica.

Esta redujo la velocidad gradualmente, hasta que la joven castaña quedó parada allí, respirando agitadamente, y mirando fijo a su compañero.

Isabella cerró los ojos con fuerza, y se bajó de la cinta con las piernas temblorosas.

Jacob, el muchacho de piel oscura y sonrisa brillante, pasó un brazo por su cintura y la guió por el gigantesco edificio de vidrios blindados, hasta dar con una salida a un parque gigantesco, que comunicaba con dos torres altísimas.

Los dormitorios.

Cuando llegaron al departamento de la castaña, el joven le indicó que se bañara, y se largó con la promesa de volver con comida para ambos.

La muchacha soltó un largo suspiro mientras se sumergía en una bañera llena de agua caliente.

Sintió como sus músculos se relajaban, como todo el estrés de su última misión se evaporaba.

Luego de media hora, Isabella y Jacob se encontraban cenando tacos en la barra de la cocina, mientras hablaban, y hablaban…Como hacían siempre.

Amaban hablar. Ya sea sobre cosas sin sentido, triviales, o sobre problemas y soluciones.

-No lo entiendes, Jacob. Yo sé que fue mi culpa. Si tan solo me hubiera concentrado en Marcus y no en su ayudante, me habría dado cuenta de lo que sucedía…-Isabella estaba abatida, y Jacob lo notaba. Se culpaba por la muerte de Genni, una niña de 16 años que ella debía rescatar, y en el intento, casi las matan a ambas.

-Isabella, Dios, porque eres tan terca. ¡Hubiera sido imposible rescatarla en esa situación! Ni tú, ni nadie lo hubieran logrado. Deja de culparte, cariño. Eres una agente increíble, inteligente, rápida, ágil, e... increíblemente sexi- termino Jacob guiñando un ojo y logrando una risa de parte de Isa.

Ese era su apodo. Isa.

Ella lo odiaba, pensaba que era demasiado tierno y le quitaba toda su pinta de fría y cínica agente de la CIA.

Vamos, cuando te ganas la vida pateando traseros de chicos malos, y siendo "la maldita princesa de hielo" para todas las asociaciones criminales del planeta, que tus conocidos te llamen "Isa" es una blasfemia.

Pero por más que Isa se quejara, las personas más allegadas a ella la seguirían llamando así.

-Eso me gusta. Hace mucho que no veo esa hermosa sonrisa-señalo Jacob con suficiencia, mientras Isa se sonrojaba.

-Eres un tonto- le dijo Isa entre risas mientras fregaba los platos.

-Sí, lo soy- Jacob no se inmuto-Creo que ya es hora de irme, nena. Cindy debe de estar buscándome como loca.

-Ve a por tu dulce princesa, Jake. ¿Te veo mañana en la iniciación de los de primero?

-Cuenta con ello-la sonrisa traviesa de Jacob, le indicó que iba a disfrutar al ver las caras asustadas de los principiantes, y luego de estampar un beso en la mejilla de Isa, se fue, dejándola un poco más feliz que esa mañana.

Jacob siempre lograba eso, y por eso Isa lo adoraba.

….

….

A la mañana siguiente, Isabella se puso su típico atuendo de día de entrenamiento.

Un short Nike deportivo, una remera sin mangas, muy pegada al cuerpo, y unos tenis bien cómodos.

Ató su cabello en una coleta, y salió a trotar por Langley, Virginia.

Para ser las 6.30 de la mañana, el cielo se encontraba muy oscuro y encapotado.

Los alrededores de la sede central de la CIA estaban rodeados de bosques y caminos serpenteantes que Isa adoraba explorar.

Estaba lejos de la civilización, y a la castaña le había costado adaptarse, siendo que estaba tan acostumbrada al constante ruido y movimiento de Brooklyn, pero con el tiempo, la tranquilidad del lugar comenzaba a agradarle.

Cuando se hicieron las 8, Isa dirigió su trote hacia el gigantesco edificio de vidrio, y camino con decisión hasta el gimnasio del 3 piso, mientras notaba como las miradas deseosas de los chicos se posaban en su cuerpo.

Isa amaba eso, esa sensación de superioridad, el ser deseada por todo ojo que se posaba en su escultural cuerpo. Vamos, cualquier chica que diga que no le gusta esa sensación, miente.

Luego de pasar 3 o 4 horas haciendo su rutina de ejercicio, se dio una rápida ducha en los cambiadores, y luego de vestirse con un top y un short, caminó hasta la sala "O" del 4 piso.

Allí se llevaría a cabo la bienvenida a los jóvenes que habían pasado el test de prueba y que deseaban formar parte de la Agencia.

Isa, junto con Jacob eran los encargados de explicarles cuál era la cruda realidad de la CIA, y si al final de la charla, alguno desistía en su decisión, podría retirarse sin miramientos.

Cuando la castaña ingresó a la sala, la mirada de 20 jóvenes de 16 a 18 años se clavaron en sus bubis, y ella le sonrió a Jacob con complicidad.

Cuando se paró en el centro de la sala, junto a Jake, notó con disgusto que se repetía lo mismo que el año anterior, y el anterior…

A pesar de las formas de la sociedad moderna, a la CIA le costaba adaptarse a la igualdad de sexo, y muchos de sus integrantes seguían con esa estúpida forma de pensar, que definía a la mujer como el sexo débil.

Isa había logrado demostrarles cuanto se equivocaban, al lograr, con solo 23 años, ser una de las agentes más proclamadas y exitosas de la agencia.

Pero siempre había un grupo de idiotas que la definían como una pequeña y simple "excepción".

El grupo de novatos estaba integrado por 28 jóvenes, de los cuales 20 eran hombres.

Patético, pensó Isa, mientras escuchaba como Jacob empezaba con el discurso.

-Como bien ya saben, la CIA, es la agencia encargada de proteger al país de cualquier amenaza, mediante el espionaje en el exterior, y el interior de los Estados Unidos. Ustedes están aquí, para convertirse en los agentes especiales de la CIA, pero antes que nada, quiero que escuchen la experiencia de una de nuestras más experimentadas agentes. Les presento a la agente Isabella Swan.-Jacob le dio paso a Isa, mientras sonaba un tímido aplauso.

Isa los miró detenidamente, uno por uno, antes de comenzar a hablar.

-Muchos de ustedes estarán aquí con la idea de llegar a ser héroes algún día, otros, porque buscan dejar una huella admirable, otros quizás, porque ven las noticias cada día, y se preguntan que pueden hacer para cambiar las cosas, y muchos otros, por sed de venganza. Yo me incluyo en el último grupo. Quizás esto ya se lo han contado, pero yo sólo ingrese a la CIA, con la idea de vengar la muerte de mi padre, y terminé encontrándome con algo mucho más grande de lo que yo imaginaba. Muchos de ustedes, tendrán la misma idea tonta que yo tenía al ingresar aquí. Pensaba que, me enseñarían a pegar, a matar, y me enviarían a acabar con los "malos". Luego de pasar dos semanas aquí, comprendí que estaba completamente equivocada. La CIA, no es solo un trabajo, es un estilo de vida, porque créanme, de ahora en adelante, ustedes deberán cambiar completamente su estilo de vida. Deberán acostumbrarse al dolor, a la fatiga y al cansancio de entrenar 24 horas seguidas, sin pegar un ojo. Deberán acostumbrarse, a las humillaciones, a las lágrimas, y a ver morir frente a tus ojos a tus mejores amigos.-El público parecía hipnotizado por la suave, y a la vez sexi voz de Isa, mientras ella les hablaba mirándolos a los ojos- Tampoco piensen que todo irá tan mal. En la agencia, ustedes tendrán la oportunidad de crecer, de volverse independientes, y de conocer a las personas más increíbles que puedan imaginarse. Ganarán amigos increíbles, y tendrán el placer de formar parte de esta gran comunidad, en donde, a pesar de las exigencias, los reproches y las bromas, siempre nos apoyamos los unos a los otros.-Isa respiro hondo, mientras el público esperaba ansioso su próxima palabra- En la CIA, no solo aprenderán a defenderse y a patear traseros, aprenderán a ser la persona más sigilosa del mundo cuando es necesario, aprenderán cómo manejar situaciones en las que cualquiera se volvería loco, aprenderán a sobrevivir 30 días en la intemperie, y a actuar mejor que cualquier actor de Hollywood. En la CIA, obtendrán las mejores, y a la vez las peores, experiencias de sus vidas…-Cuando Isa terminó de hablar, los aplauso resonaron durante varios minutos, mientras Jacob sonreía orgulloso.

Isa siempre generaba ese efecto en los nuevos.

Era admirada por todos, aunque de vez en cuando su actitud rebelde le ganaba uno que otro problema con los directores.

Luego de una charla de 1 hora y media, Isa caminaba con determinación hacía el comedor. Se moría de hambre.

-¡Isabella!-Una voz nerviosa y agitada la llamaba a gritos, mientras corría detrás de ella.

Isa se detuvo de mala gana y se gro para encontrarse con Ángela, la secretaría de su "jefe".

-El Sr. Smith solicita que se presente en la sala de locución.

John Smith. Ese era el nombre de su jefe, el director de la CIA, o uno de ellos.

John había conocido a Isabella cuando ella sólo tenía 16 años y estaba sumida en el dolor de la muerte de su padre. Fue él quien le explico cómo serían las cosas si se unía a la CIA, y la incitó a correr el riesgo.

Muchos lo consideraban un hijo de perra por haberse aprovechado del dolor de una niña, para obtener beneficios personales. Y era cierto.

Pero a Isa no le importaba.

Para ella, John le había dado la oportunidad de su vida, y era una de las pocas personas por las que ella profesaba un respeto tan grande.

En sus momentos de rebeldía y locura, John era el único capaz de controlarla. Bueno…John, y alguien a quien Isa no le gustaba mencionar.

Le dio las gracias a Ángela, y camino cansinamente hasta el 3er piso.

La sala de locución era una habitación, redondeada, llena de pantallas, en donde generalmente se monitoreaban las misiones, y se contactaba con el agente en acción.

Cuando Isa llegó, John, estaba apoyado sobre la mesa circular que ocupaba el centro de la sala.

John era un hombre de unos 45 años, algo canoso y con pequeñas arruguitas alrededor de los ojos, pero a pesar de todo, su atractivo natural no se podía borrar.

Siempre había sido un hombre apuesto, y se rumorea que cuando era más joven, se dedicó a romper el corazón de todas las mujeres de la agencia. Hasta que conoció a Lyla, una mujer dulce y de actitud fuerte, que puso en su lugar y lo enamoró con su gran sonrisa.

-¿Me buscabas?-preguntó Isa, dejando toda actitud profesional de lado. Con John siempre se tuteaban, ya que él la consideraba más parte de la familia que una agente más.

-Sí, Isa. Ven- Le indicó que se acercara y cuando ella se apoyó en el marco de la puerta, John respiro hondo-tengo que darte una noticia…Que de seguro no te va a encantar-Isa se puso tensa mientras esperaba las siguientes palabras del hombre- Los directores de la CIA, hemos estado debatiendo el tema desde hace mucho tiempo. Y recién ahora nos hemos animado a lanzar la campaña-Isa lo miró, levantando una ceja, una clara expresión de "ve al punto de una puta vez"- Se trata de la incorporación de compañeros. Es decir, a cada agente se le asignará un compañero. Tendrán que trabajar con este compañero tanto en los entrenamientos, y las investigaciones como en las misiones.

-John, sabes que trabajo sola-Isa lo miraba como si le fuera a arrancar la cabeza en cualquier segundo.

-Lose, sé que ese es tu estilo, pero la agencia cree que será mejor de esta manera. Se lo comunicaré a todos esta noche en la cena. Tener un compañero no solo implicará más seguridad, sino que ayudará a mantener intacta su salud mental. Sabes que es difícil para muchos manejar algunas situaciones fuertes que se pueden presentar. Creemos que con un compañero, todo se haría más ameno para ambos.

-¿Y cada uno podrá decidir quién será su compañero?-preguntó Isa, algo resignada.

-Pues…no. Seremos nosotros quienes decidan que compañero le conviene a cada agente- Isa cerró los ojos mientras se masajeaba las sienes.

- ¿Y se puede saber quién crees tú que será "conveniente" para mí?-preguntó irónica.

-Ese es otro problema…-John lo dijo en voz baja pero Isa lo escucho.

-¡John!-exclamó frustrada.

-Lose, lose, lo siento, ¿sí?- John se enderezó y la miró suplicante- es que la agencia decidió que tú, junto con Cullen serían un dúo explosivo…

-¿¡Cullen!-exclamó histérica- ¿Acaso se volvieron locos? ¡No puedo ver a Cullen sin desear cortarle el cuello y tú quieres que trabaje con él! No lo haré, me niego. Me niego a trabajar con Edward Cullen- Isa se cruzó de brazos, mientras miraba fijamente a John.

-¿Alguien me llamó?-Una seductora voz sonó detrás de Isa, justo junto a su oído.

Ella no tardó ni medio segundo en girarse son fuerza y empujar fuertemente al joven cobrizo que tenía pegado a su espalda.

-Siempre tan cariñosa-murmuro irónicamente el joven para luego pasar junto a ella y estrechar la mano de John-Asique, cariño, dime ¿Por qué exclamabas tan imperiosamente mi nombre?-Edward dirigió su mirada de topacio hacia la castaña, haciendo que ella se estremeciera.

Isa odiaba las sensaciones que el cobrizo generaba en su cuerpo.

Porque, no podía negarlo. A pesar de odiarlo con todo su ser, Isabella lo deseaba más que a nada.

Es que era imposible no desear a Edward Cullen. Con su cuerpo perfectamente torneado, sus rebeldes cabellos dorados y sus ojos topacio que se clavaban en los suyos con dureza.

Y, ¿Porqué lo odiaba? Se preguntarán. Pues porque era un arrogante, cínico, imbécil, mujeriego y estúpido pendejo, que se tomaba todo como un juego. Y, sobre todo, porque era la única persona a la que Isa nunca había podido vencer.

Por más que le costara aceptarlo, Edward era el mejor agente de la CIA, y luego, seguía ella.

A Isa le fastidiaba que semejante idiota pudiera vencerla, siendo que ella se pasaba horas entrenando como una maniática, mientras él nunca se dignó a siquiera aparecer en los entrenamientos de la CIA.

Edward entrenaba duro, todos lo sabían porque lo veían llegar todo sudado y muerto de cansancio a las 8 de la noche todos los días, pero nadie sabía a dónde diablos se dirigía.

-¡John tubo la estúpida idea de que debíamos ser compañeros!-Edward sonreía al notar a Isa tan histérica. Le encantaba cuando ella se ponía toda colorada de rabia.

-No fue mi idea, en realidad, fue idea del resto de los directores-Acotó John por lo bajo, sin querer formar parte de la competencia de miradas que se llevaba a cabo entre la castaña y el cobrizo en ese mismo momento.

Que sus dos mejores agentes se llevaran tan mal era frustrante, pero a la vez le agregaba sal al asunto.

Para todos era una diversión observar a Isa y Edward mientras luchaban en alguna de las salas de pruebas.

Todo comenzaba con algún comentario irónico de Edward, que llevaba a las típicas respuestas afiladas de Isa, y luego, todo terminaba en una pelea.

No se golpeaban en serio, obviamente, pero siempre se debatían por ver quién era el mejor agente.

-¿¡Puedes creerlo!-Preguntó la castaña ya fuera de sí, al mirar al inmutable cobrizo.

-Si-fue la única respuesta del chico.

-¿Cómo que "sí? ¿Ya lo sabías?- Edward asintió con una sonrisa de oreja a oreja- ¿Y estás de acuerdo con eso? ¡Carajo! ¿Qué mierda les pasa a todos? ¿Se han vuelto locos o qué?-Isa no entendía como Edward podía estar tan tranquilo sabiendo que debería trabajar con ella. ¡Se odiaban!

-Creo, que deberías tranquilizarte.-Edward se acercó peligrosamente a Isa- Date un baño, acuéstate y descansa un poco. Te vez muy estresada, amor-El cobrizo acomodó un mechón de cabello caoba detrás de la castaña, y ella le apartó la mano de un golpe.

-No me toques-farfullo molesta.

Edward rodó los ojos y soltó un suspiro, mientras la miraba fijamente.

-No entiendo porque te pones tan mal. No puedes negar que haremos un buen equipo, bebé. Tómate un tiempo para pensarlo, y verás que no será tan malo ¿Sí?-Isa lo miro con resentimiento- Te veré esta noche, "Bella"-Edward susurró esto último en su oído, antes de saludar a John, y marcharse tal como había entrado, sin aviso alguno.

"Bella". Si había algo que Isa odiaba más que a Edward Cullen, era el estúpido apodo que él le había puesto. Ya demasiado tenía con "Isa" para que el estúpido de su "compañero" la llamara "Bella".

Dios, sonaba a una niña tierna y dulce. A un caramelito.

La hacía recordar a su padre. Su padre la llamaba Bella, porque ella solía ser una niña tierna y dulce. Pero eso había quedado en el pasado.

En ella no quedaba nada de una niña tierna y dulce.

Ella era una agente hecha y derecha, una perra que adoraba patear traseros, y siempre llevaba un revolver calibre 42 en su cinturón.

Isa dirigió una mirada asesina a John, y salió de allí a paso firme.

Cuando llegó a su piso, un chico rubio de unos 19 años se apresuro a alcanzarla, y cuando ella le dedico una mirada de "quítate de en medio, imbécil" el chico se corrió a un lado, algo temeroso.

Parecía que se la llevaba el diablo cuando entró en su departamento y cerró la puerta con todas sus fuerzas.

¡Mierda, mierda, mierda!

-"Tómate un tiempo para pensarlo y verás que no es tan malo ¿Sí?-Isa hizo una muy mala imitación del hombre de sus pesadillas mientras habrá el grifo de la bañera con más fuerza de la necesaria- Imbécil. Jódete, Edward. Jódete tú, y John y todos los imbéciles a los que se les ocurrió esa patética idea de los compañeros-Isa siguió maldiciendo, mientras, sin darse cuenta, cumplía con lo que Edward le había indicado.

Tomó un bañó, y luego se acostó, mientras penaba en la idea de trabajar con Edward Cullen.

Y sin pensárselo, se quedó dormida, mientras se imaginaba cómo luciría el cuerpo de Edward sin ropa…

Bueno bueeeno :D acá les dejó otra idea de una noche de desvelo :B

Enrealidad, pensaba hacerlo como un oneshoot, pero se me ocurrió que me quedaría demasiado largo, y no me podría explayar tanto como quiero, asique será un fanfic :D

Los personajes son bastante diferentes a como los suelo imaginar. Ya saben, la Bella frágil, suave y tierna no está, y es remplazada por esta perra que le encanta ser deseada y patear traseros de los chicos malos, mientras que Eward no es el novio caballeroso y dulce que siempre creo, sino un idiota mujeriego que le encanta mojar las pantis de Bella :B

Espero que les guste y dentro de poco subiré el próximo cap. Junto con los de mis historias, a las cuales tengo taaan abandonadas

Besoootes

Emma