Puf! *aparece* un poco tarde pero aquí traigo el siguiente capitulo de la historia. Muchas gracias a todas por sus porras, almohadas, trajes protectores y cuerpos-escudo xD Los agradezco desde el fondo de mi corazón de pasita (L) Para ustedes va esto con todo cariño, espero les siga gustando n_n
Disclaimer:Esta historia llega a ustedes gracias a que Hidekaz no tiene pensado -aun- cruzar medio mundo para demandarme por el uso indiscriminado de sus personajes y al auspicio de google traductor
Advertencias: Soy un fiasco para el lime-lemon, en serio .-. Tio Francis en modo Kirkland (?) Esto sigue siendo un shota, por cierto xP
Sin mas que agregar, les dejo con la lectura
Gracias por leer
Un día común como cualquier otro en ese pequeño vecindario estadounidense. Cielo despejado… clima templado… brisa suave… pájaros cantando que de repente echaban a volar espantados por los gritos y estruendos provenientes de la casa del joven Jones…
Si, un día normal en su totalidad.
-E-espera Francis, déjame explic…- esquiva lámpara- no es lo que parece!- esquiva portarretrato-bueno quizás si pero-esquiva cenicero- que diablos hace un cenicero en mi casa si yo no fumo? –Esquiva jarrón de la abuela – Ups, lo siento abuela. Oye eso no! - Atrapa en volada una figura en resina del capitán américa- podrías dejar de lanzarme cosas y escucharme? - Francis bajó la mesa de centro, que era el próximo objeto a arrojar.
- No creo que nada de lo que tengas que decir pueda interesarme! Te encuentro a ti, bestia obesa, aplastando a mon petit contra un horrendo sofá de mal gusto y tocándolo con tus gordos dedos de salchicha! Como pretendes justificar eso pervertido de mierda, maldito pedófilo, puto abusador, maricón cobarde?
Normalmente era una persona de modales refinados y educada al hablar, pero cuando Francis se enfadaba, le salía su "lado Kirkland"
-Quieres dejarme hablar de una vez? Y yo no estoy gordo, maldición! - dijo mientras sostenía las manos de Francis que se lanzó sobre él dispuesto a romper su cuello.
Arthur, quien ya había terminado de acomodarse la ropa, salió en defensa de Alfred rodeando la cintura de Francis tirando de él para separarlos.
-Con un demonio barbudo, tranquilízate!- trató de llamar su atención pero parecía imposible.
-Me tranquilizare tan pronto este malheureux deje de respirar! – dijo queriendo abalanzarse sobre Jones otra vez.
El menor resopló fastidiado. Viendo que no había otra manera, decidió usar su movimiento ultra secreto y súper especial.
-S'il vous plaít clamer l'oncle Francis, estas haciendo mucho ruido y me estoy poniendo nervioso - ante estas palabras los movimientos del mayor cesaron de golpe, el rostro le cambio completamente, su sedoso cabello se movió en cámara lenta mientras volteaba a ver a Arthur, sus ojos azules brillando a la vez que una corona de flores imaginaria aparecía a su alrededor. El tío Francis alucinaba cuando Arthur le decía algo en francés y más si era con ese gesto tan adorable. Incluso Alfred se quedo mirándolo con cara de idiota. Al ojiverde se le helaron hasta los huesos.
-Q-Que fue lo dijiste, querido sobrino? - dijo Francis olvidando temporalmente su furia.
-Que cierres la puta boca de una vez. Maldición, me estas colmando la paciencia – El mayor cayó al suelo de rodillas con un aura negra rodeándole, viendo su fantasía destruida.
-Mon cher Arthur – gimoteaba Francis desde el suelo
- No tienes por qué hacer uno de tus dramas, esto es algo perfectamente normal. Alfred me gusta, lo que estábamos haciendo es por mi gusto, punto, por cierto que diablos haces aquí? Nos estas interrumpiendo, molestas, estorbas, lárgate- le dijo de lo mas tranquilo cruzándose de brazos mientras que Alfred cambiaba de colores cual semáforo.
-Err… Arthur, no creo que sea la manera de… -
-Tú cállate también, déjame esto a mí-
-Si señor-
Francis se abrazó lloriqueando a la cintura del menor que comenzó a forcejear para quitárselo de encima.
-Como puedes decir esa clase de cosas mon petit si parece que fue ayer cuando le pedias a tío Francis que te leyera cuentos y yo te contaba lo que hacían el príncipe y la princesa en su felices y calien… que diga, en su felices por siempre, te hable sobre el engaño de la cigüeña y te advertí de las verdaderas intenciones de tu amigo el unicornio! -
Alfred tenía los ojos en blanco. Ya iba comprendiendo de donde sacaba Arthur esas ideas tan pervertidas. Habían destruido su niñez.
-Como pudiste hablarle de esas cosas a un niño pequeño? Es que todos en tu familia son tan... así?- preguntó Alfred entrecerrando sus ojos
Francis se giró hacia el con cara de zombi – Oh claro y tu decidiste que era mejor pasar directamente a la practica, sacrebleu! - se puso de pie encarándolo – lo que hice fue darle la información necesaria para que no cayera en los enredos de sujetos como tu!-
Esta vez Alfred no retrocedió – Lo que Arthur necesita es que cuiden de él, no que pongan esa clase de ideas en su cabeza!-
-Tu que diablos vas a saber de cuidar a mon petit? – le dijo mientras picoteaba su pecho con el dedo – a él le gusta tomar su té a las 8:45, 2:30 y 7:15 exactamente; té negro con medio limón y una cucharada pequeña de miel ni mas ni menos. Le gustan los scones con mermelada de frambuesa, quedarse en la ventana viendo el atardecer hasta que aparece la primera estrella y que acaricien su cabello hasta que se queda dormido!-
El joven ojiazul no pensaba quedarse atrás -Ah si? Pues para tu información también le gusta el jugo de naranja mezclado con mango; aunque diga que odia el café puede tomarlo sin cesar si hay crema irlandesa en el, le pone salsa inglesa y limón a las papas fritas, detesta que toquen su nariz y esconde un peluche que tiene una camiseta estampada con una letra A bajo la cama que abraza cuando no puede conciliar el sueño!-
Ambos "adultos" chocaron sus frentes forcejeando un momento para después voltear al mismo tiempo
-Arthur!- exclamaron ambos – Dile a este sujeto que yo tengo la razón!- replicaron señalándose mutuamente.
El menor los miraba con los ojos en blanco, una vena saltando en su sien y su rostro debatiéndose entre la vergüenza y la ira – Ustedes… Los dos son unos idiotas!- gritó el ojiverde con la cara completamente roja para luego salir del lugar azotando la puerta.
Los hombres permanecieron inmóviles por unos momentos viendo la puerta cerrada, hasta que Francis volteo la mirada hacia Alfred quien rápidamente se colocó en posición defensiva - V-vas a seguir atacándome? Te advierto que soy muy fuerte-
El -ejem- "francés" lo miró con cara de aburrimiento - En realidad no. Ya que Arthur se fue no tiene caso seguir, aunque aun tengo deseos de matarte, castrarte por lo menos.
A Alfred le resbaló una gota por la sien, mientras veía al otro rubio encaminarse a la cocina regresando en unos instantes con una taza del té que Arthur le hizo comprar, sacó un pañuelo bordado del bolsillo y lo colocó sobre el sofá antes de sentarse en el cruzando las piernas.
-Oye creo que estas poniéndote demasiado cómodo, acaso pretendes quedarte aquí? Que ustedes no conocen lo que es el respeto a la propiedad ajena? Mi casa no es un hotel – le dijo con un tic asomando en su ojo izquierdo.
-Tu crees que es por gusto? Como están las cosas petit Arthur no va a dejarme entrar a la casa y no pienso alejarme de ti para asegurarme que no trates de pasarte de listo con él otra vez – respondió entrecerrando los ojos.
Alfred desvió la mirada apenado – O-oye sobre lo que viste… yo, yo no pretendo aprovecharme de él en serio, quizá no esta bien por que la diferencia de edad es mucha, pero aun así… bueno, Arthur es importante para mi, yo… en verdad lo quiero – dijo esto ultimo con voz firme a pesar de su evidente nerviosismo – Y no es que me justifique, pero es que él es realmente impulsivo! Trato de contenerlo pero es que es tan… tan… aargh! – comenzó a desordenarse el cabello con ambas manos – en verdad no se como manejar esto – suspiró dejándose caer en el sofá enfrente del otro rubio.
Francis lo observó unos instantes para luego relajar un poco su expresión mirando al chico casi con pena.
-Arthur es un Kirkland al fin y al cabo, sabe como cuidarse solo – hizo una pequeña pausa - pero si hablamos de sentimientos ya es otra cosa, él es una personita inexperta y muy sensible aunque no lo aparente, espero que estés consiente de ello. Se supone que tu eres el adulto aquí, no? Deberías ser mas firme o tu debilidad acabará lastimándolos, sobre todo al corazón de mon petit – se interrumpió un momento para darle un sorbo a su té. Alfred lo miraba en silencio.
-Así que déjame ponerte en claro algo: comprendo que signifiques mucho para él, lo conozco bien y se que no se comportaría de esa manera si fuera lo contrario y por sobre todas las cosas lo mas importante para mi es la felicidad de mon cher Arthur, pero si tu llegas a representar un peligro haré lo que sea para alejarlo de ti... como por ejemplo llevarlo a vivir conmigo.
Alfred se puso de pie de un salto, con las palabras atoradas en su garganta mientras Francis le sostenía la mirada desafiante, acercando nuevamente la taza a sus labios.
El chico lo miró seriamente por unos instantes, deliberando que debía responder.
-Sabes, tu forma de sostener la taza es muy inglesa- dijo finalmente haciendo que Francis cayera de rodillas golpeando el suelo con un puño.
Mientras que Alfred mantenía una pequeña batalla interna.
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-"Arthur, responde" "Arthur contesta" "Arthur por que me abandonaste con tu tío pervertido? Podría hacerme algo! T_T " "Dice que el azul entallado hace ver gordo a superman, pero son sus músculos, igual que los míos" "Arthur estas dormido? -_- " "Arthur estas enojado? .-." "Arthur, Arthur, Arthur, Arthur, Arthur"-… y hasta después de 45 mensajes de texto, el celular de Alfred vibró
-"Quise esperar a que se te pasara un poco la estupidez pero veo que si hago eso me volveré viejo"
-"Ey, yo no soy estúpido! Te crecerán mas las cejas por decir mentiras!"
-"Te mataré, idiota"
-"Porque no regresas y lo intentas, enano?"-
-"Y el barbudo?"-
-"Durmiendo, en tu cama por cierto"-
-"Entonces ven tu acá"-
Alfred se tomó unos instantes para responder, pensando que tal vez sería una buena idea para hablar con Arthur sin interrupciones. Las solas insinuaciones del otro hombre sobre alejar al menor de su lado le habían dislocado por completo. Quería demostrarle a Arthur, a su tío rarito y a si mismo que sus sentimientos eran verdaderos y que iba totalmente en serio. Hacer algo para impedir que pudieran separarlos.
-"Solo no vayas a dejarme esperando en la puerta, hace mucho frio!"- tecleó al fin.
Salió de puntitas de su habitación mirando cuidadosamente a ambos lados con los zapatos en la mano.
Mientras que Francis le veía atravesar la puerta de entrada oculto en las sombras
-Ces enfants d'aujourd'hui - murmuró cansado.
Apenas si tocó la puerta una vez cuando el menor ya le había abierto, indicándole con una seña que pasara. Alfred nunca antes había entrado a la casa de los Kirkland y a pesar de que las luces estaban apagadas pudo distinguir que el lugar se encontraba pulcramente arreglado. Arthur pudo notar su gesto de sorpresa gracias a la claridad de la farola que se colaba entre las cortinas.
-Ey, mis hermanos podrán ser unos bastardos pero son buenos en sus trabajos lo que nos ha dejado vivir bien y sobre todo nos gusta el orden y la limpieza, a diferencia de otros- le dijo mordazmente
-Porque tienes las luces apagadas?- cuestionó el ojiazul ignorando a propósito el comentario anterior
-Mejor dime de que hablaste con el barbudo. Supongo que no te fue tan mal considerando que sigues… entero… - frunció un poco el ceño bajando su vista para después tocar con su mano la entrepierna del mayor. Alfred se lanzó hacia atrás abrazándose a si mismo.
-Q-que crees que estas haciendo, enano pervertido?- le reclamó con la cara completamente roja
-Solo estaba comprobando que todo siguiera en su lugar- respondió Arthur con una sonrisa alzándose de hombros –pensé que tío Francis te habría amenazado con castrarte para que te alejaras de mi o algo - Dirigió su mirada a los ojos azules del mayor encontrándolos inusualmente serios. Esa mirada lo hacia sentir que no tendría control de la situación, sea lo que sea que fuera a decirle y le preocupó.
-Alfred?-
El mencionado se acercó a él, abrazándolo con fuerza.
-Solo si tú no lo quieres así... nada ni nadie logrará que lo haga- le respondió haciendo sonrojar al ojiverde hasta las orejas.
Lo besó lenta y profundamente, recorriendo la boca del menor por completo mientras su mano iba de arriba a abajo por su espalda, Arthur se aferró a los hombros del americano enredando de vez en cuando los dedos en sus cabellos, gimiendo dentro del beso y pegándose al más alto todo lo que pudo. Cuando se separaron, pudo ver ese gesto adulto en los ojos azules frente a él provocándole unos escalofríos que subieron por su columna y debilitaron sus piernas. Arthur retiró los lentes de su rostro y los arrojó sobre el sofá.
-Quieres conocer mi habitación?- dijo soplando en su oído, abrazándose fuertemente al torso del otro, sintiendo el acelerado latir de su corazón.
-Si…-
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La casa seguía a obscuras, ellos se encontraban ahora en el pasillo que daba a la habitación de Arthur con el cuerpo del menor aprisionado entre la pared y Alfred quien recorría su cuello con la lengua, besando y mordiendo de vez en cuando. Se separó un poco de él permitiéndole a Arthur tomarlo de la mano para guiarlo hasta la segunda puerta del costado izquierdo, sentándose ambos en la cama sin soltarse.
Alfred abrió la boca tratando de decir algo pero fue callado por la mano de Arthur, para luego ser jalado hacia él quedando recostado sobre su cuerpo mirándose a los ojos por unos momentos.
Arthur tomó el rostro del mayor atrayéndolo a un beso suave que luego comenzó a cobrar fuerza. Las manos del americano desabrocharon la camisa del piyama que llevaba puesto el menor tocando todo a su paso y ahogando sus gemidos con su propia boca.
Cuando terminó el beso, Alfred se colocó en cuatro sobre el cuerpo de Arthur devorándolo con los ojos. El ojiverde al sentirse tan lascivamente observado apartó el rostro cerrando los ojos fuertemente mientras su pecho subía y bajaba agitado.
-Tan lindo…- susurró Alfred en su oído para trazar un camino con su boca desde la oreja, bajando por su cuello, su pecho, su estomago, haciendo una pausa para jugar en su ombligo mientras el menor se aferraba a sus cabellos.
Un leve temblor recorrió el cuerpo de Arthur cuando el mayor retiró sus pantalones junto a su ropa interior recorriendo sus piernas con manos y boca, deteniéndose antes de llegar a su entrepierna que se veía necesitada.
-A-Alfred… bastardo…- gruñó avergonzado, pero dejó de quejarse cuando los labios del ojiazul se posaron en los suyos nuevamente y su mano comenzó a atenderlo.
Acarició de arriba abajo el miembro del menor separando sus bocas para poder dedicarse a obsérvalo bien, sus ojos cerrados, su rostro jadeante en busca de aire, sus manos aferrándose a las sabanas, una escena tan excitante que acabó con todo rastro de cordura en él. Usando lo que ya había secretado, dirigió sus dedos al sur de su cuerpo acariciando ligeramente la zona, los brazos de Arthur rodeando su espalda en cuanto lo sintió dentro. Los jadeos del menor contra su oído estaban enloqueciendolo y esas uñas clavándose en su espalda no hacían si no excitarlo mas. Al primer dedo le siguieron otros dos mientras Arthur se mordía los labios para no gritar, era incomodo e incluso doloroso pero esto era lo que quería, algo que lo uniera a Alfred para siempre y no lo dejara apartarse de el, debía ser fuerte y resistir... aun cuando todavía no comenzaban en realidad. Entonces lo sintió. Alfred sacó los dedos de su interior y dirigía su miembro al sitio entre sus piernas. Cerró los ojos y apretó los dientes, esperando.
Alfred no escuchaba ni sus propios pensamientos, porque lo único que existía para él en esos momentos eran los deliciosos gemidos de Arthur mas el calor dentro de su cuerpo que poco a poco iba envolviéndolo. Así que tampoco pudo ver las lágrimas de dolor que escapaban de esos ojos verdes que tanto amaba. Echó las caderas hacia atrás para después volver a entrar de golpe, gruñendo de gusto.
-A-Alfred…ah, m-me…mph…me duele! Sa- sácalo, sácalo… por favor!- no pudo resistirlo mas.
El grito por fin lo hizo reaccionar, rápida pero cuidadosamente retiró su miembro y Arthur se giró quedando de costado con las piernas encogidas, apretando una almohada contra su pecho temblando ligeramente.
Alfred se cubrió la cara con las manos, mortificado. Que mierda había hecho? Deslizó las sabanas sobre el cuerpo de Arthur y se dispuso a salir de ahí cuando una mano en su brazo lo detuvo – No Alfred, por favor… - los ojos verdes le miraban suplicantes - Y-yo solo me puse un poco nervioso, lo siento… yo, yo quiero… de verdad… - fue callado por un beso del mayor sobre su frente – Por ahora solo debes descansar. Duerme, ya hablaremos en la mañana – le dijo mientras pasaba su mano todavía temblorosa por los cabellos del menor –P-pero…- mañana Arthur, mañana- repitió el ojiazul severamente. Este ya no dijo nada más, solo rodeó los hombros de Alfred y le dio un beso que el otro respondió suavemente. Lo separó de si y le recostó en la cama arropándolo, acariciando su cabello hasta que se durmió para después salir de la habitación en silencio.
-Nunca volveré a lastimarte Arthur, lo prometo- era su pensamiento mientras caminaba a obscuras por el pasillo.
*puede verse a Orochi en el suelo en medio de un charco de lagrimas* se que algunas querrán golpearme por esto, pero entiendanme! Por muy sexoso, masticable y comestible que sea Arthur es un niño, Alfred no puede simplemente *censurado, censurado* con tanta facilidad T_T Pero no os preocupeis damiselas, pueden bajar los tridentes y apagar vuestras antorchas por que si habrá lemon, así muera en el intento de escribir .-. Debería cambiar el rating?
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