Firework… o de como volver a sentir lo mismo era tan fácil

-Hola Rosie, sigues tan distraída como siempre- le dijo y sí, el muy cabrón tuvo el descaro de sonreírle como si no hubiera nada mejor en el mundo.

Se quedó tildada. Su imaginación estaba volando muy lejos. Hasta era capaz de sentir su peculiar aroma envolviéndola, haciéndola sentir segura, en casa.

Scorpius (o lo que parecía pero no podía ser Scorpius) la agarró del hombro y una corriente eléctrica la recorrió de pies a cabeza. Pestaño rápidamente y lo miró como hacía años no lo hacía. Era él, tenía que ser él, porque sino estaba para salir de ahí e internarse directamente en el área de personas con problemas mentales de San Mungo. Y si bien estaba segura de que era él también tenía que reconocer que estaba distinto. Algo en su cara denotaba una madurez que antes no tenía. Las facciones de su cara habían abandonado todo razgo de la niñez. Ahora realmente era un hombre y, aunque a ella no le gustara reconocerlo, se había convertido en uno muy elegante, como todos los Malfoy.

-¿Qué haces aquí?- le espetó

-Vine con Lorcan, me arrastró hasta acá en cuanto supo que estaba en el país. Insistió con que debíamos celebrarlo y no se que otra cosa más- explicó el rubio mientras, sin que ella se diera cuenta, la tomaba de la mano y la arrastraba hacia un lugar más tranquilo.- Llegué hace unas semanas al país. Creí que Albus te lo había dicho.

-Ya sabía yo que me estaba ocultando algo. Pero jamás pensé… bueno… no me imaginaba… que… estabas en el país y menos que te iba a encontrar acá.

-Lo se, tu cara lo dice todo… siempre lo dice todo.

Rose lo miró con mala cara ¿Acaso Scorpius esperaba que todo fuera como antes? ¿Que ella fuera la misma que él había dejado años atrás? Ella no se sentía capaz de ser su amiga en este momento, ni siquiera pensaba que podía ser amigable con él. A pesar del tiempo las heridas seguían abiertas y ella no estaba dispuesta a hacer como si nada hubiese pasado entre ellos. Necesitaba escapar de esa situación como sea y abrío la boca con inteción de decir lo primero que se le vino a la cabeza para poder huir de ahí y aunque lo intentó no pudo hacer nada porque Scorpius fue quién habló primero.

-El verde te sienta bien- dijo el rubio, claramente hablando de su vestido y tratando de cambiar de tema, sin darse cuenta de que se la estaba haciendo peor.

-Gracias... bueno Scorpius me alegro de haberte visto, pero tengo que ir a buscar a Lily o alguna de mis primas porque deben estar preocupándose- intentó sonreírle pero aparentemente no pudo hacer más que una mueca y se dio vuelta con toda la intención de perderlo de vista definitivamente. Sin embargo, los planes de Scorpius eran completamente distintos puesto que la retuvo agarrándola de un brazo.

-Te acompaño Rosie.

-Realmente no es necesario, se donde está Lily y...- sabía que tenía que encontrar un argumento mejor, las cosas siempre eran así con el rubio ¡Era tan terco! Lograba sacarla de quicio completamente. Tomó aire y suspiró sonoramente al ver su cara. Definitivamente él no iba a ceder esta vez- Como quieras.

La tomó de la mano entrelazando sus dedos mientras caminaban para no perderla y Rose, sin poder evitarlo, sintió como de pronto su estómago se llenaba de mariposas y se odió a si misma ¿Por qué seguía teniendo ese mismo efecto sobre ella sin importar los años que pasaban? "Porque te sigue importando, por supuesto" dijo una molesta voz en su cabeza que sonaba exáctamente como la de su madre, como si Hermione Granger volviera a sermonearla hacerca de la importancia de los TIMOS o algo así. Respiró hondó y siguió caminando tratando de que sus pensamientos se fueran hacia otro lado y deseando con toda su alma un whisky de fuego bien cargado.


Encontraron a Lily al poco tiempo. La cara sorprendida de su prima al verla era absolutamente graciosa. Parecía que los ojos se le iban a salir de sus cuencas y tenía la boca abierta de una manera que a Rose le había recordar a su propio padre cuando escuchaba algo para lo que no estaba preparado.

- ¡No puedo creerlo!- chilló la pelirroja cuando salió de su estado de estupor- ¡Scorpius! Siempre apareces en el lugar y el momento indicado, parece que hasta lo hicieras a propósito- dijo mientras le daba un abrazo y se ponía a sonsacarle hasta el más mínimo detalle de su vida.

Lo único que pudo hacer fue mirarla con mala cara y reproche centellando en sus ojos azules. Lo que menos necesitaba en estos momentos era que su prima tratara de sacarle conversación al rubio para después poder crear uno de sus locos planes de "Rose y Scorpius tienen que estar juntos para toda la eternidad" con toda la información obtenida. De toda su familia, Lily era quien siempre había apostado más por esa relación. Para ella Rose y Scorpius eran perfectos el uno para el otro, sin importar que ella fuera una Weasley y el un Malfoy, y la única forma en la que podían ser felices era estando juntos. Había estado tan decepcionada cuando se enteró que el rubio se iba del país y Rose lo dejaba ir sin luchar realmente por él.

Rose era conciente de que Lily jamás lo entendería, pero ella sabía en el fondo de su corazón que aunque lo había hecho por las razones equivocadas, al fin y al cabo, había hecho lo correcto. Tal vez sí, se había escudado bajo su cobardía, pero eso no significaba que estuviera equivocada al dejar ir a Scorpius. No estaba ni nunca estaría preparada para una relación a distancia y menos aún para irse a vivir lejos de su familia. También sabía que si Scorpius se hubiese quedado con ella en Inglaterra siempre se hubiese preguntado "Y si..." y eso era lo que Rose menos quería en la vida. Ella no quería ser la causa de que él abandonase sus sueños. No era correcto, no se sentía correcto.

La mano de Scorpius aún estaba en la suya y Rose no podía evitar pensar en la cantidad de recuerdos que le traía su tacto sobre su mano. Miles de tardes en los jardines estudiando para los EXTASIS, cenas en el Gran Comedor, largas caminatas por Londres muggle o el callejón Diagon. Incluso Rose recordaba como la mano de él se había posado sobre la suya por debajo de la mesa la primera vez que había sido invitada a cenar con los Malfoy. En aquel momento se había sentido tan reconfortada con ese simple gesto, pero ahora... ahora todo era distinto. Se sentía incómoda, completamente incómoda, por el simple hecho de que las cosas habían cambiado y él ya no era su novio y ella no podía estar sientiendo lo mismo que sentía antes. Los años habían pasado, ella había crecido y madurado y no podía volver a sentirse como una tonta sólo porque la había tomado de la mano. En ocasiones como estas maldecía el poder que Scorpius tenía sobre ella.

-¿Rose? ¿Estás bien Rose?- le dijo Lily pasando la mano sobre sus ojos y despertándola de su letargo- Últimamente vive perdiéndose en sus pensamientos, a veces hasta pienso que estoy hablando con tía Hermione.

-Sí, si, estoy bien. Simplemente estaba... pensando.

-Bueno, ahora que Rose va a unirse a nuestra conversación, como te decía Scorpius...- Lily seguía parloteando incansablemente, gritando para hacerse oír a travez de la música.

En ese momento, Rose tuvo la suerte de ver pasar a Albus a su lado y lo tomó del brazo, apartándolo de sus compañeros de trabajo. Le hizo un gesto con la cabeza para que viera quien la acompañaba y lo miró fieramente, indicándole que después ambos iban a tener una interesantísima charla. Luego lo soltó y le hizo un gesto para que se fuera con sus compañeros. Lo que menos necesitaba era echar más leña al fuego.

-Creo que es momento de que me vaya a casa. Ya es muy tarde y me duele terriblemente la cabeza. Despídanme de las chicas- dijo Rose una vez que ya Albus se encontraba lejos e intentando zafarse del agarre de Scorpius. Se acercó a darle un beso en la mejilla a Lily y una mirada de advertencia. Cuando llegó el turno de saludar a Scorpius lo miró insegura de que hacer. Finalmente le dio un beso en la mejilla y se soltó de su mano, alejándose de él y por fin sintiendo que un poco de ansiada cordura regresaba a su cuerpo.


Salió del local y empezó a caminar. Todavía era de noche, no debían pasar de las cuatro de la madrugada. Era conciente de que lo que estaba haciendo era completamente inseguro y a su padre auror no le gustaría para nada enterarse que su nenita andaba sola por la noche caminando por las calles de Londres, pero como decía el dicho "Ojos que no ven, corazón que no siente" y mientras tuviera su varita bien aferrada a la mano nada podía sucederle.

Tan sólo había hecho una cuadra cuando una mano se posó en su hombro. Su primer instinto fue darse vuelta y atacar al desconocido. Pero, en cuanto viró, se dio cuenta de que no había a nadie a quien atacar. Era Scorpius, sólo Scorpius. Aunque pensándolo bien, un ataque podía ser una buena medida para sacárselo de encima ¿Tanto le costaba comprender que lo único que quería era estar sola y llegar a su casa lo antes posible para poder dexintoxicarse de él? ¿No era un poco obvio que ya no se snetía capaz de tolerar su presencia?

Y a pesar de toda su frustración, por segunda vez en una misma noche, decidió no decirle nada, porque conocía bastante bien la terquedad del rubio. Lo único que pudo hacer para no perder la poca dignidad que le quedaba fue darse vuelta como si nada y seguir caminando. Era conciente de que él caminaba a su lado haciéndose el desentendido pero con una estúpida sonrisa en su cara, como sabiendo que había ganado una contienda que ni siquiera se había llevado a cabo. Rose creía que esta noche su paciencia ya estaba llegando al límite y para no tener que soportarlo ni un segundo más podría haberse desaparecido, pero teniendo en cuenta sus antecedentes con la aparición no valía la pena intentarlo. Había sufrido una despartición hace algunos años y todavía seguía un poco resentida después de semejante dolor. Pensar en aparecerse le causaba nauseas. Sacudió la cabeza para despejarse. Volver a su casa de la forma muggle era su única opción en estos momentos y si tenía que soportar a Malfoy durante el camino lo haría.

Miró hacia el cielo y no se sorprendió al verlo repleto de numerosas y grandes nubes negras. Había demasiada humedad en el aire y eso podía significar una sola cosa: la lluvia se acercaba y esta vez iba a ser una tormenta de las grandes. Rose amaba la lluvia y por eso siempre le había parecido que había nacido en el lugar perfecto. Le encantaba caminar y mojarse, olvidándose de todos los problemas. Sin embargo, ahora estaba molesta y lo último que quería era que lloviera. La lluvia le traía demasiados recuerdos de su adolescencia y uno de los más importantes era su perfecto primer beso bajo la lluvia. Sí, era un cliché, pero cada vez que lo recordaba no podía evitar que una sonrisa tonta se postrara en sus labios.

Sintió la mirada de Scorpius sobre ella. Trató de no mirarlo, realmente lo intentó, pero nunca había podido resistirse. Lo miró a los ojos y sus pies se quedaron estancados en la vereda; no creía que después de esa mirada tan intensa pudiera seguir caminando. El rubió levantó la mano y corrió uno de sus rizos pelirrojos de la cara. La tomó del mentón y Rose ya sabía lo que venía a continuación. No había forma de que no lo supiera y menos aún de que pudiera negarse. Su cuerpo temblaba de anticipación. Todo lo que había anhelado durante tanto tiempo estaba ahí, frente a ella. Sus labios se unieron y los fuegos artificiales que Rose tanto había extrañado volvieron a aparecer en su cabeza, mientras que su estómago parecía estar lleno de mariposas.

Cuando se separaron, Rose aún seguía con los ojos cerrados viendo esos maravillosos fuegos artificiales de muchos colores, haciendo todo muchísimo más especial. Scorpius apoyó su frente en la suya e inevitablemente tuvo que abrir los ojos para encontrarse con dos obres grises que la observaban fijamente. Se sorprendió al darse cuenta de que estaba empapada y no se había dado cuenta. La tormenta había comenzado mientras ellos se besaban.

Scorpius pareció ver algo en su rostro, porque la tomó de la mano y soltando una carcajada, se echó a correr, arrastrándola a ella en el camino. Definitivamente la tormenta recién había comenzado y Rose Weasley no sabía como iba a salir de ella.