Aclaración:
1-Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo los tomo prestado para poder adaptar esta historia.
2-La historia es una adaptación a SasuSaku, ya que la original esta escrita por Margaret Mayo y se titula "Sentimientos Robados", a mi parecer esta historia es muy buena, por eso quise compartirla con ustedes adaptándola a mi pareja favorita.
3-La narración esta de parte de Sakura, al igual que los pensamientos.
Espero que sea de su agrado, si no lo es, quisiera que me lo hicieran saber con sus opiniones ya que en verdad sería importante para mí saber lo que piensan.
Advertencias:
CATEGORÍA: "T".
AU- LENGUAJE UN POQUITO BULGAR… (POR AHORA SOLO ESO, PERO MÁS ADELANTE HABRA ESCENAS UN POCO FUERTES).
Nombre de los personajes originales:
Cameron Storm y Julie Drummond.
Argumento:
Aquel podría haber sido el trabajo de su vida, pero cuando Sakura se encontró en una isla del Pacífico, trabajando para Sasuke Uchiha descubrió que aquello no tenía nada que ver con el paraíso.
Sasuke era irresistible, y lo sabía, así que la única forma que tenía Sakura de protegerse para que ningún hombre volviera a destrozarle el corazón era fingir que estaba casada. Pero aquella mentira tenía un precio… y Sasuke iba a encargarse personalmente de que lo pagara. Para empezar, la alianza de matrimonio no le había impedido besarla.
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Capitulo uno:
Sakura estaba llegando al límite de su paciencia. ¿Dónde demonios estaba Naruto? Había prometido reunirse allí con ella, pero llevaba ya casi media hora bajo un sol abrasador y, aparte de la media docena de personas que trabajaban allí, el puerto estaba desierto.
Oyó el jeep antes de verlo. Sonaba como si lo estuvieran conduciendo a toda velocidad, como si la persona que lo llevaba estuviera terriblemente enfadada. Sakura observó con el ceño fruncido cómo se abalanzaba hacia ella y oyó chirriar de forma estridente los frenos.
El hombre que salió del coche era mucho más alto y fuerte que su hermano. Tenía unos músculos increíbles, la piel pálida y el pelo alborotado pero con dos mechones cayendo a cada lado de su cara. Le dirigió a Sakura una mirada penetrante e interrogante, como si no estuviera completamente seguro de que fuera la persona que había ido a recoger.
-¿Sakura Uzumaki?
Había algo en su tono de voz que resultaba extraño; la dureza de su expresión sugería que no había hecho muy a gusto aquel viaje.
A pesar de que Sakura era una mujer alta, tuvo que levantar la cabeza para mirarlo a la cara.
-Sí, soy yo –dijo con firmeza.
-Entonces vamos –agarró la maleta de Sakura y la arrojó sin ningún tipo de ceremonia en la parte de atrás del jeep. Esperó con evidente impaciencia a que se metiera ella y salió a toda velocidad.
-Me gustaría llegar de una pieza –le dijo Sakura irritada.
Un par de ojos profundamente negros se volvieron hacia ella. Eran lo más bonito de su rostro, decidió Sakura. El resto de sus facciones era muy duro, reflejaba un carácter intransigente.
-Está completamente a salvo –le contestó fríamente.
-¿Pero a qué se debe tanta prisa?
-Tengo otras cosas más importantes que hacer –fue su dura respuesta.
-Y le molesta haber tenido que venir a buscarme, ¿verdad? –le preguntó Sakura-. ¿Dónde está Naruto? Pensaba que iba a venir él.
-Su marido está encallado en Pinzón –le dijo-. Debería haber vuelto esta noche, pero el motor del barco ha tenido algún problema. Esperamos que consiga volver a última hora del día.
A Sakura no le gustó el énfasis que puso en la palabra marido, casi como si supiera que se estaba haciendo pasar por la esposa de Naruto. No había forma de que lo supiera, por supuesto, a no ser que Naruto le hubiera ducho algo, cosa que le parecía bastante improbable. Tocó la alianza que se había comprado para dar mayor credibilidad a su historia, y con la que todavía se sentía incómoda.
Cuando su hermano mellizo había solicitado el trabajo de ayudante de investigación de Sasuke Uchiha en las Islas Galápagos, no sabía que aquel importante ecologista estaba buscando un matrimonio que pudiera formar un equipo de trabajo.
-Por lo visto necesita a alguien que mecanografíe sus notas a diario –le había explicado Naruto al volver de la entrevista-. Y que se encargue también de la cocina.
-¿De la cocina? –había preguntado Sakura sin poder dar crédito a lo que estaba oyendo-. ¿Me estás pidiendo que vaya contigo para convertirme en la cocinera de Sasuke Uchiha? Dios mío, Naruto, eso no tiene nada que ver con mi trabajo.
-Pero estas buscando empleo; sabes que no soportas estar en paro y no tienes ningún problema para mecanografiar. Esto significa tanto para mí…
Su hermano, interesado también en la ecología, pero lejos de tener la experiencia y los conocimientos de Sasuke Uchiha, había soñado con poder ir a las Galápagos desde que, cuando era niño, había leído el diario de viaje de Charles Darwin a aquellas islas.
Aunque eran mellizos no tenían la misma altura, ella era un poco más baja, Naruto tenía el pelo rubio y ella de un tono rosa, ella tenía el rostro más redondo y con forma de corazón y él no era tan delgado como ella. No parecían hermanos, y mucho menos mellizos.
-Hay tantas cosas que descubrir allí –le había dicho a Sakura-. Pasar sólo unas vacaciones no me serviría de nada. Necesito vivir allí.
Sakura y su hermano vivían juntos en Barlaston, un pueblo de Staffordshire en el que estaba situada la fábrica de cerámica de los Wedgwood. Los Wedgwood y los Darwin siempre habían sido grandes amigos, y había habido matrimonio entre las dos familias durante años; Charles Darwin se había casado con su prima, Emma Wedgwood, en 1830.
Aquella remota relación de Charles Darwin con Barlaston había hecho creer el interés de Naruto por el importante biólogo desde que era un niño.
-Nunca tendré otra oportunidad de trabajar con alguien con tanta experiencia como Sasuke Uchiha. ¡Podré aprender tantas cosas! Por favor, Sakura, por favor… ¡Dime que vendrás conmigo!
-Supongo que puede ser lo que necesito –había contestado Sakura. De hecho, era la forma perfecta de escapar, aunque todavía no quería decírselo a Naruto. Sumergirse en un trabajo y un entorno nuevo podría ayudarla a olvidar su amarga ruptura con Sasori. Pero lo que le preocupaba era la mentira de la que tenía que servirse para conseguir el trabajo: fingirse casada. No le gustaba nada en absoluto.
-¿No le has dicho a Sasuke Uchiha que tú y Sakura os habéis separado? –le había preguntado a Naruto. A pesar de la confusión que a veces ocasionaba el hecho de que se llamara igual que su cuñada, en aquella ocasión podía ser muy conveniente para Naruto, si tenía que fingir que estaba casada con ella.
-¡Claro que no! –había exclamado Naruto-. Para ese hombre el matrimonio es algo sagrado. Piensa que es para toda la vida.
-¿Él no está casado?
Naruto había sacudido la cabeza.
-¿Por qué? ¿Es tan feo que nadie lo quiere?
-En absoluto –Naruto había soltado una carcajada-. Es un hombre muy atractivo, pero está completamente dedicado a su trabajo. Por eso no quiere complicarse la vida llevando a una mujer soltera en el equipo.
-¿Entonces por qué no contrata a un secretario y a un cocinero?
-No lo sé –había contestado Naruto, empezando a irritarse-. Lo único que sé es que me ha dicho que el trabajo es mío si viene mi esposa conmigo, y como Sakura no puede venir, quiero que tú ocupes su lugar –le había dirigido una de sus más arrebatadoras sonrisas-. Nadie se enterará, sabes que nosotros podemos guardar cualquier secreto.
Y era cierto. Sakura e Naruto estaban muy unidos; siempre lo habían estado, pero sobre todo desde que sus padres se habían separado quince años atrás, cuando ellos sólo tenían once años. Hasta ese momento, no había habido nada en el matrimonio de sus padres que indicara que las cosas no andaban bien, ni peleas. Pero un buen día su padre se había ido de casa para siempre.
Aquella separación era todo un misterio. Su madre siempre había mantenido un estricto silencio sobre aquel asunto, pero Sakura se imaginaba que su padre se había marchado con otra mujer. Y sólo recientemente, ya que Naruto estaba pasando por una situación parecida y ella estaba intentando superar la ruptura de su relación con Sasori, había empezado a darse cuenta de lo mucho que debía de haber sufrido su madre.
-¿Y qué pasará si Sasuke Uchiha averigua que no soy tu esposa?
-¿Cómo va a hacerlo? Las dos tenéis el mismo nombre, así que no hay ninguna posibilidad de que cometa ningún error con eso, y él no conoce a Sakura. No puede averiguarlo. Por favor, Sakura, mi vida depende de ese trabajo.
Sabía que estaba dramatizando, pero Sakura había estado muy preocupada por su hermano desde que se había separado de su esposa. Realmente, nunca le había parecido que Sakura fuera la mujer indicada para él, pero Naruto se había enamorado perdidamente de ella, y a los tres meses de conocerse se habían casado.
Naruto nunca había dejado de quererla, sólo tenía ojos para ella, pero su esposa no sentía lo mismo. Un día, al volver a casa del trabajo, Naruto se la había encontrado con su mejor amigo. No había pasado ni ocho meses desde el día de la boda.
Destrozado y bañando en lágrimas, había ido a ver a su hermana. A pesar de todo, desde el primer momento había estado dispuesto a perdonar a su esposa, pero ella no había tardado en anunciarle que su matrimonio había terminado, le había dicho que ya no estaba enamorada de él y que quería el divorcio.
Desde entonces, era la primera vez que Sakura veía a su hermano apasionado con algo, pero aunque compartía su entusiasmo ante la idea de ir a las Galápagos, no estaba muy convencida de que el hacerse pasar por su esposa fuera una buena idea.
-Sólo tienes que pensar que serán como unas largas vacaciones .la había urgido Naruto-. Podrás relajarte totalmente mientras nosotros estemos en el campamento, y no creo que Sasuke se pase el día dándote notas. Podrás tomar el sol, nadar…
Al final, Sakura había olvidado sus reticencias y había aceptado. De modo que allí estaba, sentada al lado de aquel hombre tan irritante.
-¿Y quién es usted? –le preguntó, esperando que el resto del equipo no fuera tan hostil con ella.
El hombre arqueó las cejas.
-Lo siento, no me he presentado –esbozó una sonrisa burlona-. Soy Sasuke Uchiha.
-¡Oh! –Sakura tragó saliva-. No lo sabía.
-Es evidente.
Sakura recordó desesperada todo lo que le había dicho, deseado no haber puesto en peligro el trabajo de su hermano.
-Naruto no me había dicho que fuera una mujer a la que le gusta polemizar. Tengo un buen equipo, señora Uzumaki, y espero que no empiece a causarnos molestias por culpa de su mal carácter.
Ahí estaba otra vez, otra velada referencia a su condición de casada. Sakura empezaba a estar preocupada, pero no podía demostrarlo bajo ningún concepto; antes tenía que hablar con Naruto.
-No tengo mal carácter –se echó a reír-, pero estar esperando alguien casi media hora con este calor no tiene nada que ver con lo que entiendo por diversión. Empezaba a pensar que Naruto se había olvidado de que venía hoy.
-Naruto no lo ha olvidado –le aseguró-. Estaba desesperadamente preocupado por no poder venir a buscarla. Tiene usted suerte de estar casada con un hombre que la quiere tanto –la miró a los ojos-. Tenemos un sistema de radio para poder estar en contacto, y me pidió que viniera a buscarla.
-No hacía falta que viniera usted personalmente.
-Era la única persona disponible del campamento.
-En ese caso siento haberle causado tantas molestias.
Sakura posó en él sus hermosos ojos jades. Así que aquel era Sasuke Uchiha, el hombre al que tanto admiraba y respetaba su hermano. Naruto había dicho que era muy atractivo, y ella no podía negarlo, pero se había olvidado de comentar que también era un hombre impaciente, que no le gustaba que interrumpieran su rutina y que, obviamente, no se alegraba mucho de haber tenido que ir a buscarla.
-Olvídelo, señora Uzumaki, ya está hecho.
-Por favor, puede llamarme Sakura –comentó, cada vez más decepcionada con su nueva situación.
-Ya hemos llegado –llevó el jeep hacia el pequeño montículo en el que estaban acampados, situado detrás de una playa de blanca arena.
Sakura observó las tiendas de lona con desmayo.
-¿Esto es? ¿Aquí es donde vamos a vivir? –era incapaz de disimular su consternación. Naruto podía habérselo dicho. Había dejado que fuera hacía allí sin tener idea de lo que le esperaba durante los próximos doce meses.
-¿Qué esperaba, algo como el Ritz? –la recorrió de pies a cabeza, observando con atención su vestido blanco y las sandalias de tacón.
-Nadie me avisó –repuso Sakura, fulminándolo con la mirada.
-Entonces échele la culpa a Naruto, no a mí –repuso-. Déjeme enseñarle su tienda.
La mayoría de ellas eran tiendas abiertas, pero Sasuke la condujo hacia una que estaba cerrada y situada en el extremo del campamento, lo que podría brindarle cierta intimidad… o por lo menos eso pensaba hasta que asomó la cabeza y vio que dentro estaban todas las pertenencias de Naruto. En ese momento, estuvo a punto de estallar y decir que ella e Naruto no estaban casados, pero al imaginarse el enfado de su hermano se contuvo. Ya le había hecho suficiente daño al hablarle a Sasuke Uchiha como si fuera un don nadie.
-La dejaré sola para que vaya instalándose.
Sakura observo el intenso negro de sus ojos y, para su asombro, sintió una débil punzada de deseo. "Dios mío, pensó en silencio, ¿qué le estaba pasando?; una cosa así podría arruinar por completo todas las oportunidades de su hermano".
Además, había ido hasta allí para olvidar a Sasori, no para empezar una nueva relación sentimental. Levantó la barbilla.
-¿Y después, qué? –preguntó, sin darse cuenta de lo agresiva que sonaba su voz.
-Por hoy, no mucho más. Le enseñare la tienda que utilizo como oficina y cuando Chouji, nuestro actual cocinero, vuelva, podrá demostrarnos cómo se las arregla en la cocina.
Sakura frunció el ceño.
-¿Para cuántas personas se supone que tengo que cocinar?
-Para todos nosotros –parecía sorprendido por su pregunta.
-¿Y cuánto somos todos nosotros?
-En este momento, unas veinte personas.
-¿Veinte? –repitió-. Eso no lo sabía. La verdad es que, aunque le parezca ingenuo, yo pensaba que usted había alquilado una casa y que necesitaba una secretaria que se hiciera cargo de la comida.
Sasuke soltó una carcajada y las líneas de su rostro se suavizaron, dándole un aspecto mucho más humano.
-En realidad, tiene parte de razón. Usted, Naruto y yo vamos a ir a la Isla Fragata o Vulcan Island, como casi todo el mundo la llama.
-¿Sólo nosotros tres?
-Sí. Es un lugar interesante, desde muchos puntos de vista. Naruto aprende rápido, pero –endureció la voz- su éxito depende de usted.
-¿De mí? –preguntó, frunciendo el ceño-. ¿Qué quiere decir?
-¿Está al tanto de lo que dejé estipulado en el contrato?
-¿Se refiere a que no lo habría incluido en su equipo si yo hubiera venido?
-Exacto.
-No puedo entender por qué –repuso Sakura-. Si tanto miedo le da que le persigan las chicas solteras, podría haber contratado un hombre.
-¿Miedo yo, señora Uzumaki? –parecía muy divertido.
Sakura se encogió de hombros.
-Naruto me dijo que esa era la razón.
Sasuke tensó los labios.
-Supongo que es natural que lo pensara, pero me temo que está completamente equivocado. La verdad es que no me parecía justo separarlo de su esposa durante doce meses; eso podría poner… su matrimonio en peligro.
Se detuvo un momento, como si esperara que Sakura dijera algo. Pero Sakura permaneció en silencio, intentando disimular su incomodidad. Sasuke no podía saber que no era la esposa e Naruto, se dijo una vez más, estaba siendo demasiado susceptible.
-Además, necesitaba a alguien con sus aptitudes. Presumo que sabe mecanografiar…
Sakura inclinó la cabeza y lo miró con los ojos brillantes de indignación por aquella pregunta.
-Usted no es exactamente lo que esperaba –añadió Sasuke-. No se por qué, pero pensaba que la esposa de Naruto era castaña –sonrió abiertamente, mostrando una línea de dientes perfectos.
Sakura no podía creer lo que estaba oyendo. Aquel hombre la estaba confundiendo, necesitaba alejarse de él cuanto antes y hablar con Naruto. Tenía que preguntarle qué demonios le había dicho.
-Lo único que le pido –continuó Sasuke, sin ningún rastro de humor en la voz- es que no permita que su marido se hunda.
-¿Y qué se supone que significa eso?
-Creo que ya lo sabe –le dirigió una mirada que la hizo estremecerse.
E inmediatamente la asaltó una nueva inquietud. Era imposible que se hubiera dado cuenta de la débil atracción que había despertado antes en ella. Porque si se había dado cuenta, quizá estuviera pensando que se comportaba así con todos los hombres que conocía. "¿Sería eso lo que estaba insinuando?", se preguntó aterrada.
-Si no puede enfrentarse a esto –le dijo claramente-, dígamelo ahora y así podrá volver con Naruto a Inglaterra antes de que empecemos el trabajo.
Sakura lo malinterpretó deliberadamente.
-Estoy convencida de que podré asumir este trabajo.
-¿Y todo lo demás? –insistió Sasuke, para que aquella vez no quedara ninguna duda de lo que quería decir.
-También puedo asumir todo lo demás –le sostuvo la mirada.
-Y me gustaría decirle que hiciera algo con su pelo –recorrió con los ojos su larga melena-. Recójaselo o córteselo. Con este calor, es muy poco práctico llevarlo así.
Sakura inclinó la cabeza.
-No es necesario que me lo diga. Ya he podido darme cuenta. Tengo intención de recogerme el pelo en cuanto haya podido ducharme y cambiarme de ropa.
-¿Ducharse? –la miró como si pensara que se había vuelto loca-. Aquí no tenemos ese tipo de lujos.
Sakura se sentía ligeramente estúpida, pero no pensaba reconocerlo. Levantó la barbilla con expresión desafiante y dijo:
-Entonces me bañaré como sea.
Una vez en la intimidad de su tienda, Sakura se dejó caer desesperada en una de las camas. Pese a que era consciente de la dificultad que iba a suponer para ella involucrarse en aquella farsa, nunca se había imaginado nada parecido. ¿Sabría Naruto que iban a tener que dormir en una tienda y se lo habría ocultado deliberadamente? ¿O quizás él también pensaba que todo iba a ser diferente?
Durante el viaje hasta Ecuador, Sakura había intentado imaginarse cómo sería la vida en las Galápagos. Pero no estaba en absoluto preparada para vivir en una tienda.
Cuando eran niños, solían ir de camping con sus padres, y en una ocasión, una violenta tormenta les había derrumbado la tienda en medio de la noche. Una docena de vacas que estaban en el campo cercano, habían salido corriendo despavoridas, consiguiendo asustarla mucho más que la tormenta. Desde entonces, nadie había podido convencerla de que volviera a dormir en una tienda de campaña.
Era una pena, se dijo Sakura, que no hubiera podido llegar con Naruto al campamento. Habían tenido problemas para conseguir el billete y al final Naruto había salido una semana antes que ella.
Sakura había pasado una noche en un hotel de Quito, y, de alguna manera, esperaba que las islas, si no tan urbanizadas, al menos disfrutaran de un grado de civilización similar. Quizá, reconoció, debería haberse dado cuenta de que vivir en una tienda era lo más práctico cuando había que estar trasladando los campamentos de una isla a otra… ¡Pero ella no sabía que iban a tener que estar moviéndose!
Dentro de la tienda hacia un calor insoportable, y no corría ni una pizca de aire. Era fácil comprender por qué la mayor parte de las tiendas no tenía lonas laterales. Evidentemente, Sasuke había pensado que ella e Naruto necesitaban cierta intimidad.
Al cabo de un rato, se sentó y miró a su alrededor. No era una tienda muy grande y prácticamente no había sitio para guardar la ropa. Se había llevado demasiada, casi toda muy poco práctica. ¿Cuándo iba a poder ponerse los vestidos, por ejemplo? ¿Y los zapatos de tacón? Se había imaginado que saldrían de vez en cuando a cenar, que no todo sería trabajo. Desde luego, ya no pensaba lo mismo.
Sabía que Santa Cruz era la segunda isla más grande, y el principal centro turístico, allí estaba también el Centro de Investigación de Charles Darwin, pero no se había imaginado que el campamento estuviera tan lejos. Y ni siquiera se atrevía a imaginarse lo que iba a pasar cuando se fueran a Vulcan Island. La tensión sería insoportable.
Sakura se quitó el vestido y pensó en ir a darse un baño en el mar. Pero entonces se le ocurrió que Sasuke podía estar fuera observándola y cambió inmediatamente de opinión. De momento podría prescindir el baño.
Abrió la maleta y sacó una camiseta y unos pantalones cortos. Después, buscó el cepillo en el bolso, se lo pasó por el pelo y se lo recogió en un moño.
Cuando se aventuró a salir, descubrió con placer que no había señales de Sasuke por ninguna parte y fue a dar una vuelta por el campamento. Encontró la tienda de la cocina y observó la cocina de gas que iba que tener que aprender a usar.
Se desató en su interior una oleada de furia. Desde luego, no era la mejor cocinera del mundo, y cocinar tampoco era algo que le gustara de forma especial.
-Me alegro que haya hecho lo que le dije.
Sakura se volvió rápidamente al oír la voz de Sasuke.
-Estoy hablando de su pelo.
Involuntariamente, Sakura se llevó la mano a la cabeza, y estuvo a punto de volver a decirle que lo habría hecho sin necesidad de que él se lo dijera, pero decidió que no era sensato continuar provocándolo. Era preferible que procurara mantener una relación mínimamente respetuosa.
Pero Sasuke la recorrió de pies a cabeza con la mirada, deteniéndose un momento en sus senos antes de volver a enfrentarse a los furiosos ojos de Sakura.
-Está condenadamente bonita –gruñó, evitando que pudiera tomar sus palabras como un cumplido-. No creo que haya sido una bonita idea contratarla; creo que puede convertirse en una fuente de distracciones.
Sakura sabía que no hablaba por sí mismo. Durante el poco tiempo que había pasado en compañía de Sasuke, había llegado a la conclusión de que era un hombre que tenía todos los aspectos de su vida bajo control, y que no permitiría que ninguna mujer, por atractiva que fuera, se inmiscuyera en ella.
-Siento que no nos conociéramos la última vez que estuve en Inglaterra –le dijo.
-En aquella ocasión no tuvo ningún interés en que acompañara a Naruto, ¿verdad? –le preguntó Sakura-. Creo que está siendo muy ofensivo, señor Uchiha. Puedo asegurarle que a mí no se me van los ojos detrás de ningún hombre ideal. Soy muy feliz tal como estoy.
Sasori había sido el único novio formal de Sakura. Después de lo que le había ocurrido a su madre, se había jurado que nunca se casaría. Pero a pesar de sus juramentos, había terminado enamorándose de Sasori, al que consideraba el hombre ideal… hasta que había tenido que enfrentarse a sus celos.
Sasori no era capaz de soportar que hablara con otros hombres. Al principio, incluso se había sentido halagada por ello, sus celos eran una demostración lo mucho que la quería, pero cuando la había sido capaz de creerse que Neji Hyuga era un amigo de la infancia y que había salido a comer con él porque hacía mucho tiempo que no se veían, Sakura había decidido dar por terminada su relación.
Sasori había sido muy duro con ella; sus acusaciones la habían herido profundamente y le habían ocasionado muchas noches de insomnio.
-¿De verdad? –Sasuke arqueo burlonamente las cejas-. ¿Es usted feliz con Naruto?
-Sí, muy feliz –contestó Sakura furiosa, sin comprender qué motivos podía tener Sasuke para haberse formado aquella opinión de ella-. ¿Se puede saber que he hecho, señor Uchiha, para merecer comentarios tan ofensivos?
-No ha hecho nada… todavía –contestó Sasuke divertido.
-¿Pero quiere estar preparado?
-Algo así.
Sakura levantó la barbilla.
-Pues descubrirá que lo único que he venido a hacer es mi trabajo. ¿Le parece suficiente?
-Supongo que tendrá que serlo –le dirigió una mirada desafiante, pero cambió repentinamente de tema-. Naruto es justo la persona que necesito como ayudante. Actualmente, estoy estudiando la vida de las focas. Supongo que ya le habrá comentado Naruto que es una especie en peligro.
-La verdad es que no –contestó Sakura-. No tengo ni idea de la clase de trabajo que hace.
Sasuke la miró sorprendido e inmediatamente se lanzó a darle explicaciones.
-El problema es la corriente de El Niño –le dijo-, una corriente caliente que suele llegar alrededor de la Navidad. Normalmente no produce ningún efecto en especial, pero una vez cada seis o siete años la corriente es excepcionalmente grande; las temperaturas y las precipitaciones aumentan y los peces se alejan. Las consecuencias son catastróficas para los animales que viven en el mar.
-Como las focas.
-Exacto. Y también los pájaros marinos, las iguanas… Una gran parte de los más jóvenes mueren porque no tienen alimento…
Sasuke se transformaba en un hombre completamente distinto cuando hablaba de su trabajo; desaparecían de sus rasgos la burla y la dureza. En ese momento, parecía estar sinceramente preocupado por la vida salvaje.
Sakura sonrió, sintiéndose más relajada.
-Le apasiona realmente su trabajo, señor Uchiha.
-Es lo único que me importa –admitió, y volvió a cambiar bruscamente de tema-. Realmente me sorprendió descubrir que Naruto estaba casado. Pensaba que era un joven al que sólo le interesaba profundizar en sus estudios. Cuando lo conocí hace dos años, no había ninguna mujer en su vida. Fue entonces cuando me habló de venir conmigo aquí.
-Todo ocurrió bastante rápido.
-Parecía muy seguro de que vendría con él. ¿Le costó mucho convencerla? –tenía los ojos fijos en ella, haciéndola sentirse muy incómoda.
-La verdad es que me costó aceptar –admitió.
-¿Por qué no quería renunciar a su trabajo?
-La verdad es que estaba en paro, hace unos meses hicieron una reducción de plantilla en mi empresa.
-¿Así que decidió ser leal a su marido? –preguntó con cinismo.
-Por supuesto.
-¿Pero no comparte su interés por la ecología?
-No, ¿le importa?
-No, mientras no esté todo el tiempo quejándose. Este no es un lugar para alguien que…
Pero Sakura no oyó nada más. Todo empezó a girar a su alrededor, cada vez más rápido, hasta que al final perdió el equilibrio.
…¿CONTINUARA?...
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"ESCENAS DEL PRÓXIMO CÁPITULO":
Sakura sintió que la sostenían unos brazos fuertes, con una delicadeza sorprendente (…)
Una vez dentro del coche, Sakura volvió a ser consiente del poderoso magnetismo que emanaba de aquel hombre (…)
-¿Entonces qué vamos a hacer?, ¿vamos a decírselo? (…) –Definitivamente no. Sasuke es un hombre muy estricto, y odia las mentiras. Es capaz de enviarnos a casa por haber conseguido el trabajo de forma engañosa. (…)
-Siempre termina sacándome de mis casillas (…) Si este hombre cree que puede darme órdenes, se equivoca (…)
No conseguía olvidar a aquel hombre que había conseguido impactarla con una fuerza extraordinaria en tan poco tiempo (…) Caminó hasta la orilladle la playa, y allí permaneció escuchando el sonido de las olas, y observando el reflejo plateado de la luna en el agua (…) estaba desprevenida cuando oyó una voz saliendo de la oscuridad –Señora Uzumaki, ¿qué demonios cree que está haciendo? (…)
O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O-o_O
N/A: Holaa! Estoy aquí con otra adaptación =) como El día de los enamorados tengo un examen =( quería subirles este regalo antes… Espero que les haya gustado y que me dejen sus comentarios (ONEGAI), y si no los gustó déjenme uno igual así se si borro la historia… Bueno los dejo y nos leemos pronto en mi otra adaptación "Mascarada de Amor", que intentaré subir la semana que viene…
Cuídense, SAYO!... xD
P.D: Lamento si hay faltas de ortografía, pero es que ya son la seis menos veinte de la mañana y tengo mucho sueño, pero no quería dejarlos sin el principio de esta nueva historia… =)
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Por favor dejen sus "REVIEWS", positivos o negativos, esa es mi forma de saber si continuo o no… ONEGAI… :) no necesitan tener una cuenta para poder comentar. Hasta pronto.
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"…SaKu-14…"