Hola! Les traigo esta pequeña historia que debo decir que se ha ido transformando bastante en mi cabeza, seguro ya no tiene nada que ver con lo que pensé al principio pero espero que así les guste… ^_^

Disclaimer: Bleach y todos sus personajes son de Tite Kubo, la historia sí es mía.

6:30 am.

Todavía me quedan 10 minutos más. — Pensaba un chico de cabello naranja mientras le daba la espalda a la mesa de noche donde estaba el despertador para disfrutar del mejor sueño proporcionado por esos minutos extra.

Al fin las cosas estaban en orden en su vida. Había recuperado sus poderes de Shinigami y con ellos la capacidad de proteger a la gente que quería, podía ver de nuevo a sus amigos de la Sociedad de Almas y el asunto de Ginjo y los Fullbringers había terminado. Ahora, sólo se encargaba de algunos Hollows que llegaran a dar problemas en la ciudad, pero en general su vida estaba muy tranquila y como cualquier lunes, debía levantarse temprano para ir al instituto. De pronto, una voz bastante familiar a esta hora del día apareció acompañada de una patada que iba directo a su rostro.

— ¡Good Morning, Ichigo!— Gritó Isshin con una sonrisa en el rostro, al tiempo que su pie descendía para caer directo en la cara de su hijo. Sin embargo, como ya era costumbre, Ichigo desvió el curso de la patada haciendo que su padre se estrellara contra la pared. Con un poco de pereza se dirigió al baño para arreglarse y sin siquiera mirar a su padre le dijo:

—Buenos días viejo loco.

— ¡Ese es mi hijo!— Dijo el doctor, más orgulloso de que su hijo hubiera logrado esquivar su ataque que preocupado por la posición en que lo había dejado.

Una vez que el joven Kurosaki logró salir de su casa, se dirigió al instituto caminando con su mochila en la espalda y despacio, pues gracias a su padre ahora tenía más tiempo para llegar. Miró el reloj y notó que aún tenía veinte minutos, cuando sólo le tomaría diez más llegar a la escuela, así que decidió dar vuelta en una calle que resultó estar llena de comercios que comenzaban a vender sus productos. Caminó frente a un puesto donde vendían jugos, un restaurante de comida rápida, alguna papelería donde se veía a varios estudiantes haciendo compras de último minuto, pero ningún lugar llamó tanto su atención como uno en cuyo aparador se veían unas deliciosas donas de todos los colores y sabores.

Sin darse cuenta de cómo había llegado hasta ahí, se encontraba justo frente al aparador con la mirada fija en una apetitosa y reluciente dona con cobertura rosa y pequeños puntitos naranjas y azules como adorno. De inmediato esa combinación de colores le hizo recordar a cierta chica de cabello naranja y pasadores azules, que casualmente adoraba las donas; cuando pensó en la cara de felicidad que seguro pondría no dudo en acercarse a la vendedora.

— ¡Buenos días! ¿Qué vas a llevar? —Le dijo una chica muy amable del otro lado del mostrador, que usaba una camisa de color vino y un delantal blanco con el nombre de la tienda y el suyo.

—Hola, ¿Me puedes dar la dona con cobertura rosa y puntos de colores, por favor?—Respondió el chico un poco nervioso y sorprendido por lo que estaba haciendo. Esta no era la primera vez que al ver algún objeto recordaba a alguno de sus amigos, pero definitivamente sí era la primera en que lo compraba y eso lo hacía sentir un poco extraño, pero ya estaba ahí y no podía arrepentirse. Mientras pensaba en todo esto, perdió de vista a la chica vendedora y ni siquiera prestó atención a lo que ella estaba haciendo. Cuando regresó, le entregó una pequeña cajita azul cielo con el nombre de la tienda y un pequeño moño rosado.

—Espero que a tu novia le guste el color que elegí, creo que combina con la dona. — Le dijo la chica con una linda sonrisa mientras el chico recibía el pequeño paquete. Un momento. ¿Había dicho novia? Él jamás había mencionado que esa dona fuera para "su novia", es más ni siquiera había dicho que era para una chica o para alguien más, en cualquier caso. Sin embargo, un intenso sonrojo apareció en su cara y las palabras salieron torpemente de su boca.

—Y-yo nunca d-dije que fuera para mi novia—Dijo rascándose la cabeza y mirando hacia otro lado para ocultar el sonrojo.

—Ya veo… pues si aún no es tu novia, seguro que con esto ganarás muchos puntos. Son 175 yenes por favor—Con esas palabras el sonrojo creció mucho más, al grado de que parecía un tomate. Sacó el dinero de su bolsillo y se lo entregó a la "adivina" que tenía enfrente, tomó su paquete y salió de la tienda aún avergonzado.

Su pequeña parada había consumido casi todo el tiempo extra que tenía así que comenzó a caminar más aprisa, sin contar que varias chicas que pasaban a su lado lo miraban con ternura al verlo caminar con su cajita, pues todas se imaginaban que era para una chica; algunas incluso lo señalaban soltando un "Mira ese chico, lleva un regalo para su novia, ¡Qué tierno!" Todo ese asunto estaba empezando a sacarlo de sus casillas obligándolo a meter el paquete a su mochila, cosa que quedó descartada pues si lo guardaba seguro se estropearía y tampoco quería que llegara todo aplastado a esas pequeñas manos. Así que no tuvo más remedio que aguantar la vergüenza y darse prisa para no escuchar a esas chicas entrometidas.

XoXoXo

En otra parte, Orihime terminaba de desayunar mientras se despedía de su hermano; tomó su mochila, le dedicó una última mirada cariñosa a la foto y salió con destino a la escuela. La chica caminaba con una mirada soñadora pero decidida y una enorme y hermosa sonrisa, lo que hizo que más de uno se detuviera a mirarla. Como de costumbre, la chica iba tarareando alguna canción que se le ocurría y no se daba cuenta de todo el alboroto que causaba.

Sin darse cuenta de cómo, llegó a la puerta de la escuela donde Tatsuki ya la estaba esperando.

— ¡Hola Orihime! ¿Cómo estás?— saludó la chica mientras comenzaba a caminar junto a ella.

—¡Muy bien Tatsuki-chan!— Le contestó con una gran sonrisa.

—Hoy te ves muy contenta, ¿Pasó algo?

—¡Para nada! Es sólo que… no sé, hice todos mis deberes, vi una película muy divertida anoche, tomé un desayuno delicioso— Con esto su amiga hizo una mueca, pues ya se imaginaba la clase de "desayuno delicioso" que había tomado—y creo que hoy será un buen día.

—Eso espero, amiga. Vayamos adentro que las clases ya casi comienzan.

Por fin, Ichigo había logrado llegar a la escuela sin más percances con chicas mironas, con algo de tiempo y con la dona intacta. Ahora sólo le faltaba encontrar a Inoue para poder entregársela. Corrió directo al salón, pues supuso que ella ya estaría ahí pero no fue así; sus cosas estaban en su pupitre pero de ella, ni rastro. Acomodó sus cosas en su lugar y escuchó la voz de la chica por el corredor, cuando la vio entrar, levantó su mano para llamarla, pero la profesora venía justo detrás de ella.

—¡Buenos días Kurosaki-kun!— Le dijo ella al pasar a su lado y sentarse en su sitio. El chico intentó decir algo, pero ya la profesora había iniciado la clase.

El día pasó muy rápido y la hora de salida había llegado. Ichigo aún no entregaba su regalo pues pensó que por su bien, el descanso no era un buen momento; todos sus amigos y compañeros estarían mirando y no quería que malinterpretaran las cosas. Finalmente, sólo era una dona para su amiga; no había nada más oculto en ese gesto amistoso, porque eso eran, sólo amigos, él sólo la veía como una amiga. ¿O no?

Por segunda vez en el día, sus pensamientos lo habían distraído de lo que pasaba a su alrededor y ni siquiera notó que todos se habían ido, dejándolo completamente solo. Genial, incluso Orihime se había ido y ahora no sabía dónde encontrarla. Tomó la cajita entre sus manos y con una mirada resignada pensó que quizá no había sido una buena idea comprarla después de todo.

—¡K-Kurosaki-kun! ¿Qué haces aquí?— La puerta del salón se abrió de golpe dejando ver a una agitada y sonrojada Orihime, que no esperaba encontrar al chico de sus sueños en el salón.

—¡Inoue, qué bueno que estás aquí!— El chico la miró muy contento y le dedicó una sonrisa, pequeña, pero cálida que provocó que se sonrojara un poco más. —Pensé que ya te habías ido.

— Pues ya me iba pero recordé que había olvidado un cuaderno y tuve que regresar por él. —Dijo sonriendo y tocándose la cabeza. —Pero, ¿Pasa algo? ¿Necesitas que te ayude?—De inmediato la mirada de la chica se volvió preocupada al tiempo que se acercaba a Ichigo para escucharlo mejor. Él no pudo evitar alejarse un poco pues el tenerla tan cerca lo ponía nervioso, pero al ver que Inoue ponía una cara aún más preocupada de inmediato le dijo:

—¡No es nada Inoue, estoy bien! Es sólo que… —El chico se rascó la parte trasera de la cabeza con una mano, mientras que con la otra sostenía la dichosa cajita detrás de su espalda. El momento que había buscado todo el día había llegado, pero no se imaginó que sería tan difícil. ¿Por qué le costaba tanto decir: "Mira lo que te compré Inoue, en cuanto la vi sólo pude pensar en ti, ¡Espero que la disfrutes!"? Ya bastante tenía con sus propios pensamientos cuando la chica cambió su expresión a una más relajada y serena, acompañada de esa sonrisa que hacía brillar hasta el rincón más oscuro o que incluso (por difícil que fuera) lograba que su ceño se relajara un poco.

—Tranquilo Kurosaki-kun, lo que sea que te preocupe puedes contar conmigo, te prometo que te ayudaré.— Por su parte, Orihime pensó que si Ichigo necesitaba ayuda con algo, lo que fuera, podía contar con ella y para eso tenía que dejar sus nervios y preocupaciones a un lado para poder transmitirle tranquilidad al joven, aunque eso fuera fácil de decir pero difícil de hacer, pues el hecho de que estuviera frente a frente con el amor de su vida, solos los dos en el salón de clases sin nadie que los interrumpiera no ayudaba mucho. Además su mente estaba comenzando a divagar y a imaginarse a Ichigo y a ella jugando y divirtiéndose en el parque, poco a poco se acercaban más y más y más hasta que…

—¡Basta Orihime! no es hora de que te dejes llevar, ¡Tienes que escuchar a Kurosaki-kun!—Se regañó mentalmente la chica mientras sacudía la cabeza para despejarla. Ahora era ella la que se había perdido de algo, pues cuando volvió a la realidad, el pelinaranja tenía una pequeña cajita azul con un moño rosa extendida hacia ella y con la cara fija en un punto del salón que casi estaba a su espalda le dijo:

—Toma, e-espero que la disfrutes. Yo sé que te gustan mucho, a-así que no pude evitar comprarla esta mañana cuando la vi en la tienda.—Ichigo seguía sin observar a la chica, ya bastante había hecho con lograr decirle semejante discurso (eso le parecía a él) como para tener que verla ahora. ¿Qué tal que no le gustaba? ¿Y si la molestaba por haber hecho algo como eso?

Orihime no cabía de la sorpresa y la emoción. ¿Kurosaki-kun se había tomado la molestia de comprarle algo? Ya sabía que él era amable pero esto no se lo esperaba; Su cara adquirió un rubor que la hizo lucir muy linda y su corazón latía muy rápido por la emoción que sentía, tanto que al parecer había logrado que los demás músculos de su cuerpo dejaran de moverse.

Había pasado un tiempo que a él le pareció demasiado, cuando sintió el cálido roce de las manos de ella al tomar la caja; su piel era suave y cremosa, justo como se veía. De inmediato volteó a verla y se sonrojó por lo bonita que se veía, además de notar que estaba sorprendida por el regalo.

—¡Mu-muchas gracias, K-Kurosaki-kun!— Por fin había podido moverse y decir algo, sólo que ahora se debatía entre guardar ese pequeño obsequio para el resto de la eternidad o abrirlo de inmediato y saber qué era, aunque pareciera una niña impaciente. Al parecer el lado infantil hizo equipo con la curiosidad y con cuidado quitó el moño rosado, abriendo la caja que dejó ver una deliciosa dona rosa con puntos azules y naranjas.

De pronto la expresión de su cara cambió y como si la dona la hipnotizara se quedó mirándola fijamente comenzando a salivar. Ichigo soltó una risita por ver el estado de la chica, justo como se lo imaginó cuando vio la dona en el aparador.

—¿Y bien? ¿No vas a probarla?— Le dijo sacándola del trance, aún con la mirada divertida en su rostro.

—¿Eh? ¡Oh, claro que sí!— Orihime la sacó de su empaque y sin dudarlo le dio una mordida que disfrutó con cada papila gustativa. — ¡Mmmm, está deliciosa! —Dijo sonriendo de nuevo.

—Me alegra que te haya gustado—Dijo Ichigo con un nuevo pero más pequeño sonrojo que lo hizo mirar por la ventana.

—¿Quieres probarla?—Le dijo Orihime extendiendo la dona hacia él, sosteniéndola con ambas manos y sonriendo ampliamente hacia el chico.

Cuando Ichigo volteó a verla ahora fue él quien entró en trance, pero no por el pan, sino por la muchacha frente a él. Se veía tan hermosa sosteniendo la dona, que sin pensarlo se acercó más y tomando entre sus manos las de ella, probó lo que le ofrecía.

—No está mal. —Dijo recuperando la compostura y el ceño fruncido que lo caracterizaba, aunque se sentía muy contento de haber esperado hasta la salida para entregar su regalo, pues el momento y la reacción de Orihime habían valido la pena todo lo que había tenido que pasar.

—B-bueno Kurosaki-kun, ya tengo que irme—Dijo Orihime con una mirada un poco triste y agarrándose el brazo izquierdo con la mano derecha como si se abrazara, deseando con todo su corazón que el momento no terminara nunca y odiándose por haber sido ella quien lo acabara. Tomó su mochila y la envoltura del pan (esa seguro que sí la guardaría como su tesoro más preciado) y caminó hacia la puerta. Se detuvo una vez más y mirando a Ichigo le sonrió y dijo: —¡Hasta mañana!

Ichigo se quedó un rato mirando a la puerta pensando en lo bien que se había sentido al estar con ella. De pronto tomó sus cosas y salió corriendo esperando alcanzarla. Cuando lo logró la vio caminando justo en la salida del instituto.

—¡Inoue!— La llamó.—Te acompaño a tu casa.—Dijo caminando junto a ella.

La chica lo miró emocionada y sorprendida por la suerte que tenía y sin decir nada asintió con un leve movimiento de cabeza. Habían avanzado unos cuantos pasos cuando sintió que algo le faltaba.

—¿¡Qué haces, Kurosaki-kun! ¡Está muy pesada!—Exclamó al darse cuenta que Ichigo había tomado su mochila; ahora cargaba ambas mochilas con su mano derecha apoyada en su hombro.

—No te preocupes, para eso hice tantas series de 100 lagartijas—Dijo mirando hacia el frente con un tono sarcástico y una mueca de dolor al recordar ese horrible entrenamiento con Ginjo que lo había dejado prácticamente incapaz de levantar siquiera un lápiz durante tres días.

Orihime sonrió y se sonrojó al recordar todo lo que Ichigo había entrenado. Después de eso no volvieron a hablar durante el camino, pues ninguno de los dos sabía qué decir pero sin duda Orihime se sentía muy feliz de poder caminar al lado de su amor, así que eso no la molestó en absoluto. Lo que sí la enojó fue que el camino a su casa se le hizo más corto que nunca y en un abrir y cerrar de ojos estaban en la puerta de entrada.

—Pues ya estamos aquí—Dijo Ichigo mirando el cuarto de la chica.

—Muchas gracias por acompañarme Kurosaki-kun no debiste molestarte.—Contestó la joven un tanto apenada.

—No fue ninguna molestia, ahora entra que ya se hace tarde y comienza a hacer frío; no quiero que te enfermes.—Dijo el chico devolviéndole la mochila. Por su parte, Orihime estaba muy sonrojada por la preocupación del chico por su salud. Tomó su mochila y le sonrió como agradecimiento.

—¡Hasta mañana Kurosaki-kun! Ve con cuidado.

Ichigo se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia las escaleras pensando en lo bien que la había pasado en ese poco rato que estuvo con ella; sin pensarlo volvió a dar vuelta y cuando Orihime estaba a punto de cerrar la puerta el chico puso su mano para detenerla mientras decía:

—Inoue, ¿Te gustaría salir conmigo el sábado?

El corazón de Orihime comenzó a latir muy rápido y parecía que un ejército de mariposas se había desatado en su estómago. No podía creer lo que estaba pasando; Kurosaki-kun le había pedido salir con ella en una… ¿Cita? Su mente y corazón parecían estar luchando por que la muchacha hiciera su voluntad, pues mientras la mente le decía que contestara educada y tranquilamente, el corazón la empujaba a gritar y saltar de la emoción.

Ichigo seguía esperando una respuesta, pues al parecer la chica estaba petrificada. Por un momento creyó que la respuesta sería "no" y un miedo comenzó a invadirlo; sin embargo, poco le duró el temor pues Orihime reaccionó y con una sonrisa y un rubor en las mejillas le contestó:

—Claro que sí.

—Bien. Entonces paso por ti al medio día.—Respondió el chico con una sonrisa mientras, ahora sí, daba la vuelta para irse a su casa con una expresión de tonta felicidad.

Orihime cerró la puerta y se quedó recargada en ella meditando y repasando todo lo que había sucedido; quizá había sido un sueño y ella ni siquiera lo había notado. Metió la mano en su mochila y encontró la prueba de que todo era real: la caja de la dona. La tomó entre sus manos y con una sonrisa se la llevó al pecho mientras recordaba las palabras de su amor "¿Te gustaría salir conmigo el sábado?"

Ahora que estaba sola, sí que podía gritar y saltar de la emoción; corrió a contárselo a su hermano y después se fue directo a su cuarto dando saltos para anotarlo en su calendario, no fuera que se le olvidara (como si fuera posible, pero quería estar segura) y cuando estuvo frente a él, dudó un poco y anotó el gran evento: "Paseo con Kurosaki-kun." Aun no estaba segura de que fuera una cita, así que mejor decidió dejarlo en un "paseo" aunque no titubeó en adornar su escritura con miles de corazones, estrellas, caras felices y todo lo que se le ocurriera. Al final, ya casi ni se distinguía la fecha ni el evento. Miró una vez más el calendario con una sonrisa emocionada y salió directo al comedor cerrando la puerta.

Pegado en su pared, el calendario mostraba una fecha marcada por la felicidad y la ilusión de la chica que acababa de salir. Sin embargo, esa fecha no solo sería importante para ella, sino para muchas personas más, cosa que ni notó y que sin duda le traería nuevas y más grandes sorpresas.

XoXoXo

¿Qué tal quedó? El plan (nuevamente) es que fuera un one-shot, pero me surgió la idea de la cita y no quería que fuera tan apresurado, aprovechando la fecha de los enamorados que ya viene… Ojalá les guste y espero sus reviews! ^_^