Primero quiero disculparme con todos ustedes por haberme demorado casi un año en actualizar ésta historia. Y no es por que la haya olvidado, sino que éste ha sido el lemon que más me ha costado escribir en mi vida XD hasta el momento sigo sin sentirme segura de él, pero creo que es tiempo de continuar. Sólo espero que no les parezca desagradable, ni molesto ni traumático, por que no es mi intención.

Segundo. Gracias, a todos los que me leen, los que me apoyan en ésta hermosa locura de escribir.

Por último gracias a mi fuente de inspiración, mi amada Haruka. Que sin ella ninguna de éstas escenas serían posibles de describir.

No los aburro más, ahora que lo difícil pasó, continuaremos con ésta historia más seguido.


Capitulo 4

Entrega

- Cualquier comienzo mientras sea contigo será correcto – respondió volviendo a besarla.

Haruka sonríe. Se acomodó a su lado quedando con su torso encima del de ella.

- Eres sensacional - le susurra. La profesora le devuelve el cumplido con una sonrisa y le envuelve el cuello con sus brazos. A partir de ese momento las palabras sobran. Haruka observa sus ojos chispeantes, está ansiosa por fundirse con ella. Comienza a quitarle el vestido con delicadeza empujándolo hacia abajo. Dejando al desnudo sus hombros y parte de sus pechos, continua con su labor al dejar su cuerpo despojado de la ropa. Se queda observándola unos momentos. Sin duda su nívea piel es su mejor vestido. Ella le sonríe y recorre su cuerpo con la yema de sus dedos con lentitud desde su pecho izquierdo hasta su entrepierna.

- ¿Cuánto más vas a demorarte? - preguntó con una provocativa sonrisa – Hace mucho tiempo estoy esperando por esto. - Haruka sonrió ante el comentario y antes de que pudiera reaccionar Michiru se incorporó para acostarla boca arriba y subirse encima suyo. Con ansias difíciles de controlar, hace a un lado la chaqueta, le desprende la camisa y con su ayuda se la quita. Se queda inmóvil sentada sobre sus caderas dejando a la rubia contemplar el perfecto físico de la violinista. Levanta sus manos y acaricia su cuerpo desde los pechos hasta las perfectamente torneadas piernas. Ella se inclina hacia adelante y apoyando sus brazos a un costado comienza a besarla suavemente. Con tranquilidad, aunque ninguna de las dos se sintiera de esa forma. La rubia le acaricia la espalda y desabrocha en un arrebato de impaciencia el sostén mientras ella con sus manos alborota su cabello dorado. Comienzan a acelerase sus respiraciones y sus ansias se acrecientan. Nunca nadie había logrado encenderla de la manera en la que esa mujer lo hacía. De un instante al otro, sus manos se entremezclan, sus caricias se chocan entre sí y sus pieles quedan al fin al descubierto. Recorren con deseo el cuerpo de la otra intentando grabar en sus sentidos aquel maravilloso momento.

El incesante latido entre sus piernas comienza a nublar los sentidos de Michiru. - Haruka.. - susurra al sentir su boca deslizándose desde su cuello hasta sus hombros – te deseo tanto... - Toma el rostro de la rubia entre sus manos y la detiene, fija sus ojos en ella, el azul profundo de su mirada barrió su cordura como una marejada. Se unieron en un ardiente beso, explorando su boca con creciente ansiedad mientras sus manos recorrían su espalda. Haruka acariciaba el contorno de sus caderas provocando un cosquilleo abrasador en la violinista. Los gemidos se le escapaban sin darse cuenta, la boca de la corredora recorría uno de sus pechos mientras con una de sus manos acariciaba el muslo interior de ella. - Eres cruel – dijo entrecortadamente sin poder disimular su excitación. Revolvía con una de sus manos el cabello de la rubia mientras con la otra intentaba llegar a su centro de placer. Haruka se sobresalta al sentir la mano de ella acariciando su punto sensible. Michiru le sonríe. Y la empuja para dejarla recostada sobre la cama. - Después te dejaré hacer lo que quieras conmigo. - le dijo acomodándose sobre ella. - Ahora déjame disfrutarte como siempre lo soñé. - Haruka tragó saliva con dificultad. Había estado con muchas mujeres antes pero jamás la habían cautivado de aquel modo. Sin intención de contradecirla se tendió observándola y entregándose a su voluntad. Michiru al notar su aceptación se acercó a su cuello. Y comenzó a respirar sensualmente al oído de la rubia, con su lengua jugueteó con el lóbulo de su oreja, comenzó a recorrer su cuello saboreando su piel, bajando por el arco de sus delicadas clavículas, iba descendiendo con su boca acompañando de caricias en su cintura y torso. Sus manos dibujaban en su mente el contorno de su cuerpo mientras su sentido del gusto disfrutaba de uno de sus pechos, circundó juguetonamente uno de sus pezones para luego intercambiar posición con una de sus manos y continuar con el otro. Haruka intentaba ahogar sus leves gemidos al sentir pequeños y suaves mordiscos de parte de su compañera. Michiru bajó su mano libre, lentamente abrió camino con sus dedos a través de sus labios, recorrió con ellos aquella zona embriagándose con la humedad desprendida de su preciada corredora. Ella suspiró y le dedicó una satisfactoria Mirada. Michiru sonrió, se sentó nuevamente sobre sus caderas y se introdujo en la boca los dos dedos impregnados de su delicioso elixir. Haruka sintió como su cuerpo se tensaba. Ése gesto extremadamente sexy la había desesperado aún más, apoyó sus codos en la cama atinando a levantarse para tomarla pero ella se negó. - Todavía no – la miró de reojo y nuevamente se inclinó sobre ella. Haruka sentía que si seguía así terminaría volviéndose loca. Deseaba tomarla en sus brazos y poseerla de una vez pero ella pretendía hacerla sufrir de placer. Le era extraño someterse a una de sus amantes, siempre era ella quien llevaba las riendas de la situación.

- oh – soltó sin darse cuenta al sentir su cálido aliento entre sus piernas. Michiru recorría con su boca los muslos interiores de la corredora deleitándose con su tonicidad. Eran exactamente como los había imaginado, tan firmes, tan suaves y femeninos. Aspiró profundamente para inundarse de su aroma natural y no pudo contenerse más. Se acercó lentamente y con la punta de su lengua buscó el tan delicado centro de placer. No se le hizo difícil. La satisfacía el hecho de notar la excitación que provocaba en ella. Se movió con suavidad alrededor de el provocándole espasmos sistemáticos a lo largo y ancho de su cuerpo. Subió y bajó por su intimidad disfrutando de su delicioso sabor. Volvió a su punto y comenzó a enfocarse en propinarle placer. Comenzó con lentos movimientos circulares, y caricias suaves en sus fornidos glúteos, los gemidos de su compañera la extasiaban aún más y le indicaban que estaba cumpliendo su propósito. Aceleró los movimientos y con una de sus manos comenzó a acariciar el contorno de su entrada introduciendo suavemente la punta de uno de sus dedos en ella con el fin de torturarla. -

- Michiru por favor – murmuró la rubia aferrándose al cobertor de la cama. Ella continuaba con su tarea haciendo caso omiso a las súplicas de la rubia. - Sigue, por favor sigue así. Un poco más. - Su lengua acariciaba su centro con vehemencia, cada vez con movimientos mas rápidos. Sus jadeos se dejaban oír inconteniblemente haciendo llegar a la violinista al borde del delirio, bruscamente se detuvo y se volvió para verla, levantó la cabeza levemente y fijó su mirada en la de la rubia que la observaba suplicante y relamiéndose le dedicó una lasciva sonrisa. Comenzó a subir sobre su cuerpo con felinos movimientos hasta llegar a la altura de su boca. -

- Eres deliciosa – le dijo para luego pasar su lengua desde una de las comisuras de sus labios hasta la otra. - Me encantas Haruka. - subió su mano acariciando el contorno de la cadera y terminó por posarla sobre su pecho. - Te deseo en mi. Y quiero poseerte, como nunca nadie lo ha hecho antes. - su tono de voz sensual y grave alteraba por completo la cordura de la rubia. El ver a aquella mujer de ésa manera, habiéndola dejado en el estado en el que estaba, la deseaba, la deseaba como si hubiera esperado toda la vida por respirar su aire. Aquella mujer había borrado el resto del mundo a su alrededor, haciendo que solo pensara en ella y en sus indomables y oceánicos ojos. Ella movió la cabeza para correr de su rostro uno de los mechones de cabello haciendo un gesto que dejó a la rubia aun más idiotizada. Michiru comenzó a saborear nuevamente su piel, el sabor salado de su sudor le provocaba una sed desesperante de ella. - No te imaginas... - decía subiendo hacia su rostro entre húmedos besos. - Cuántas veces lo imaginé. - Se detuvo para clavar su mirada sobre la de ella. - Puedo asegurarte que ésto es mucho más fantástico que en el mejor de mis sueños. - Haruka inhaló por última vez el aire que desprendió de su boca y se unió a ella tomándola con fuerza con ambas manos. Michiru apoyó sus codos a los costados de la cabeza de la rubia y profundizó frenéticamente aquel beso que la invadía poco a poco, oscureciendo lo que le quedaba de consciencia. Colocó una de sus piernas a un lado de las de Haruka y la otra entre las de ella. Lentamente se dejó vencer por su peso comenzando a rozar su intimidad con el muslo de ella. Haruka al sentir aquella húmeda tibieza sintió cómo su cuerpo correspondía al ferviente deseo que las estaba consumiendo, Haruka esparcía caricias desesperadas por la espalda de la profesora, mientras ella se mecía sobre ella presionando inconscientemente. Cortaron el beso para poder tomar aire volviendo a encontrarse sus miradas, Michiru sonrió con los ojos delirantes de pasión y Haruka le correspondió rodeando su cintura con uno de sus brazos para tomarla con fuerza.

- Serás mía – murmuró con la voz ronca de deseo presionándola contra su cuerpo. Michiru lanzó un leve gemido de placer ante el gesto dominante de su compañera y suspiró intentando llenar sus pulmones del aire que tanto le faltaba.

- Lo soy – dijo uniéndo sus labios con los suyos en un roce suave que ella misma interrumpió. - Mi alma siempre te ha pertenecido. Pero ésta vez, quiero que te apoderes de mi cuerpo, de todo lo que ves en mi – susurraba con la respiración entrecortada – quiero que te hagas dueña de todo lo que tus manos puedan sentir, todo lo que tus ojos sean capaces de vislumbrar, todo lo que tu boca logre degustar, todo lo que tus oídos consigan escuchar. Y en ése momento, cuando te des cuenta de que todo lo que llevo dentro va más alla de los sentidos, seré tuya Haruka, completamente tuya por que habrás llegado a la cima de mi entrega personal. - Sus palabras retumbaron en su mente haciendola despertar del embriagador ensueño que le había provocado la tibieza de su voz, se apoderó de su boca nuevamente infundida por aquellas palabras. La tomó fuertemente teniendo ésta vez las riendas de la situación. Michiru se entregaba a su voluntad gustosa, estaba ansiosa por sentirla, su sangre se agolpaba entre sus piernas con tanta fuerza que llegaba a producirle un delicioso dolor. - Hazlo – le ordenó – Lo que tu quieras. - Haruka sonrió. Con suavidad la impulsó a recostarse, volvió a barrer su cuerpo con la mirada antes de dedicarse a su misión. Aquel maravilloso cuerpo estaba dispuesto debajo del suyo permitiendole deleitarse con él, su boca se encargó de memorizar el contorno de sus senos, agudizando su deseo que exigía por más, saboreaba los pechos de la profesora. Mientras que su mano se acercaba lentamente al núcleo de placer, los incesantes gemidos de Michiru se interrumpieron cuando con su grácil dedo acarició el borde de aquel delicado punto. Ella estaba tan sensible que el simple roce le provocaba una mezcla indescifrable entre dolor y placer. Haruka bordeó su centro suavemente contrastando los movimientos con el incesable disfrute de sus pezones erectos. Cuando por fin se atrevió a invadir aquel lugar Michiru se sobresaltó. -¡Ah! - era lo único que lograba modular al sentir los movimientos rotatorios de la corredora en ella. - Haruka... eres... ¡ah!- Apretaba los ojos con fuerza intentando contenerse para que todo aquello durase mucho más. No podía permitir el perder lo que había deseado tanto por tan poco. Era casi nulo el poder de razonar que poseía en aquel momento cuando su preciada rubia estaba a punto de llevarla a la cima. Detuvo el jugueteo en sus pechos para volver a verla con una complaciente sonrisa. La mente de la violinista giraba en torno a un sólo deseo, su cuerpo la necesitaba, necesitaba que calmara aquellas ansias desesperadas. - Más... Haruka... quiero... -

- Dilo - ordenó ella haciendo que la profesora se volviera a verla. -

- Hazlo – suplicó – Quiero sentirte dentro de mi. - La rubia cumplió con lo que edeseaba desde hacia tanto. Michiru abrió un poco más sus piernas instintivamente invitándola a apoderarse de ella. La corredora sin pensarlo más, detuvo sus movimientos para acariciar el contorno de aquella puerta de la satisfacción. Michiru deseosa intentaba contener su respiración al saber que se cumpliría aquello que tanto había esperado. Haruka se acercó más a su cuerpo y sin perder la mirada de sus ojos, introdujo dos dedos en ella. La violinista sintió aquel delicioso y aliviante tirón que provocó un espasmo completo en todo su ser, los movimientos primeramente suaves se fueron convirtiendo en envestidas cada vez más fuertes de parte de la rubia que se extasiaba con aquella acción, la sensación de que ella se entregaba, que le pertenecía, que disfrutaba de ella , la excitaba aún más. El hecho de que Michiru se aferrara a ella abrazándola con fuerza, hundiendo su rostro en su cuello, clavandole las uñas en su espalda desesperada no hacían otra cosa que aumentar esa ferviente necesidad de ella. La violinista apenas podía respirar, con su brazo intentaba contenerla mientras con la otra mano buscaba inútilmente el centro de placer de la rubia. Haruka no se dejo contrariar, estaba dispuesta a elevar a aquella mujer al paraíso del que había huído. Exploraba su interior con deseo, con esas ansias locas de quien no ha probado fruto más delicioso en el mundo. Los gemidos incesantes de Michiru, sus constantes espasmos, estaban indicándole que llegaría al puerto.

- No. - empezó a decir. - No Haruka. - La rubia se detuvo contrariada y volvió la vista a ella. Michiru sonrió aún sintiéndola dentro suyo. E intentó incorporarse junto a ella. Sólo se sentía su respiración sincronizada a la de ella. La violinista volvió a explorar su boca con frenesí, Haruka se retiró suavemente y comenzó a incorporarse. Michiru se acomodó perdiendo el contacto con sus labios, cuando estuvo sentada entrecruzó su pierna con la de ella quedando así el centro de placer de la rubia unido al suyo. La profesora se meció levemente causándole un pequeño y placentero grito a su acompañante. Haruka la tomó con su mano derecha por la cintura y ella hizo lo mismo aferrándose a su cuello, se unieron nuevamente en un beso que comenzó a incrementar las ansias mutuas. Sus cuerpos comenzaron a mecerse por si solos. Haciéndose dueños de la situación por completo. Los movimientos de ambas se tornaron más rápidos y desenfrenados. Estaban perdiendo por completo el control. Frenéticamente intentaban fundirse la una en la otra mientras sus sentidos se perdían en aquellas oscilaciones que tornaban paulatinamente su mente en blanco, las ansias de Haruka le hacían sentir insuficiente el disfrutar de sus labios, necesitaba su cuello, sus pechos, su vientre, toda, necesitaba sentirla completa para equiparar aquel momento de apasionada locura que estaba viviendo, Michiru se encontraba al límite, aquel delicioso roce, junto con los gemidos de ella que se anidaban en sus oídos como la más bella sinfonía, estaban haciendo que perdiera la consciencia. Ambas equipararon el ritmo, el calor que desprendían sus cuerpos se estaba volviendo uno, los movimientos se acrecentaron aún más, se fundieron en un abrazo desesperado, sus respiraciones se detuvieron, sintieron cómo sus mentes desaparecían y aquellas ansias, aquel deseo contenido, aquella apasionada sed comenzaba a saciarse cuando el estallido en el centro de sus almas se hizo presente. Un silencio interrumpido solo por sus respiraciones se hizo presente en el cuarto. Se mantuvieron abrazadas unos instantes al perder la postura, cuando Haruka se acomodó, Michiru se dejó caer sobre su cuerpo. Una enorme sonrisa se dibujaba en sus labios. Rió levemente llamando la atención de su compañera que se esforzaba por recuperar la respiración.

- wow – soltó inesperadamente para la rubia. Levantó la mirada para verla y le dedicó su mas sincera sonrisa. - ésto fue... - empezó a decir volviendo hacia su rostro. - lo mejor que me ha pasado en la vida. - Haruka le devolvió la sonrisa y recibió gustosa el beso más calmado que le ofreció su compañera. Michiru repartió cariñosos besitos desde su boca a su cuello antes de quedarse rendida a su lado con el rostro escondido en su cabello. La rubia se volteó levemente y pasó su brazo por debajo de ella, envolviéndola con el otro en un protector abrazo. - Siento algo pero... - empezó a decir la violinista recuperando ya lel aliento. - temo asustarte si lo hago. - Haruka se extrañó ante el comentario.

- ¿Qué podrías decir? No, no te preocupes por eso. - la profesora hizo caso omiso a sus palabras. - Puedes decirme lo que quieras. –

- No lo haré. - sonrió – No lo haré hasta que tu lo hagas. - Haruka se extrañó y prefirió no comentar nada al respecto. Se quedaron en silencio unos instantes hasta que la corredora se atrevió a hablar.

- ¿Quieres que nos pongamos más cómodas? - propuso la rubia al notar que se encontraban cubriendo el diagonal de la cama por encima del cobertor. Michiru sonrió y asintió. Haruka se hizo a un lado abrió las sabanas y la invitó a acomodarse dentro. La profesora obedeció y esperó a que ella se volviera a ubicar en la misma posición.

- Me gusta que me abraces – comentó acurrucándose a su lado. Haruka le besó el cabello con una sonrisa. -

- A mi me gusta abrazarte. - Michiru suspiró. Cayendo en cuenta que aquello acababa de terminar y con eso, se había cumplido su sueño, pero también, quizás la perdiera de ahora en adelante. No quiso comentarle nada de momento. Prefirió disfrutar de aquel hermoso refugio que eran sus brazos, de las dulces y suaves caricias que estaba regalandole a su cabello. No quería pensar en nada más que aquel hermoso instante en que se había entregado a ella. Total y absolutamente. - Fue maravilloso. - comentó ella sacándola de sus cavilaciones. - De verdad, fue algo muy bonito, pero, ¿te soy sincera? - Michiru elevó la vista a ella. Sorprendida y un poco asustada de lo que podría decirle. - Éste momento, lo estoy disfrutando aún más. - dijo volviendo a embargarla de felicidad tan fácilmente.

- Yo igual– coincidió con sinceridad. - Nada se compara con ésto que estoy sintiendo ahora. - Haruka sonrió y tomando su rostro suavemente volvió a besarla con ternura.

- Quiero volver a verte – susurró al separarse de ella acariciando su mejilla. Michiru cerró sus ojos sin borrar la sonrisa de sus labios.

- Yo también. - respondió apenada - Me has atrapado Haruka. - Ella se quedó en silencio sin comprender a que se refería. - Para serte sincera. Pensé que quizás, si ésto se daba entre nosotras, podría encantarme o desencantarme de ti. Y me temo que, ha sido la primera de las opciones. -

- ¿Por qué me temo? - preguntó desorientada. -

- Por que sé que no sientes lo mismo que yo. - volvió a verla a los ojos sonriendo tristemente. - Sé que para ti esto fue ocasional. Fue algo que surgió sin que lo planearas o que desearas realmente. Sólo fue el resultado de un plan. Y no me quejo – se apresuró a decir antes de que ella hablara. - Lo disfruté y si, era esto lo que yo quería pero... me temo que es mucho más fuerte de lo que pensaba y... creo que ya no seré capaz de controlarlo como hasta ahora.- Haruka se quedó en silencio un tanto contrariada. - No te preocupes. No quiero que te sientas obligada a llamarme. Puedo comprenderlo perfectamente. -

- Michiru. Sería una completa idiota si luego de ésto no volviera a buscarte. - le sonrió y volvió a besarla suavemente. - Es cierto, me gustas, mucho, pues eres una mujer muy hermosa, sensual y además talentosa e inteligente. ¿Quien no se interesaría en ti? - hizo una pausa - Quiero seguir conociéndote. Y verte más seguido si es posible. -

- ¿En verdad lo dices? No quiero que te sientas obligada a hacerlo, y prefiero que no me ilusiones y me digas ahora que mejor tomemos distan... -

- ¿Por qué te cuesta tanto creer que me gustas? ¿Que me interesas? - la interrumpió desconcertandola. -

- Es que... tu eres Haruka Tenoh y yo... -

- Eres fabulosa, una gran violinista, una mujer amorosa que adora a los niños. De corazón sensible y muy sincera. Decidida. De gran intelecto. Eres fantástica. Tienes mucho más que yo para ofrecer. -

- No es así. - volteó la vista hacia otro lado.

- Oye – la tomó por el mentón. - déjame a mi opinar, decir y sentir lo que quiera por ti. ¿Te parece? - preguntó con una galante sonrisa. -

- ¿Cómo podría decirte que no? Me tienes completamente en tus manos. - respondió resignada. Haruka rió y volvió a besarla. Le parecía que jamás podría cansarse de aquel delicioso sabor. Aquella dulzura y suavidad en sus labios. No. Ella la quería, no sólo para aquel momento, se había dado cuenta que éste acontecimiento había abierto las puertas a muchas posibilidades. Entre ellas, la de encontrar de una vez una verdadera compañera. Algo le decía que en sus brazos estaba descansando la mujer de su vida. - Descansemos un rato. - propuso suavemente acariciando delicadamente el brazo de ella que asintió en silencio. Había sido un día muy largo. Eran cerca de las diez y media. Debía volver con las niñas pero, no quería romper con aquel maravilloso momento.

Estaba comenzando a dormirse cuando la alarma sutil de su reloj pulsera le avisó que eran las once de la noche. Michiru dormía apaciblemente utilizando su brazo de almohada. Con suavidad intentó quitarlo de debajo suyo y fracasando en su propósito ella despertó abriendo los ojos lentamente. -

- ¿Debemos irnos? - preguntó un tanto confundida. -

- Es tarde y debo volver con las niñas. - respondió apenada la rubia. Michiru le sonrió y se sentó en la cama a su lado. -

- Bañemonos y vuelves pronto con ellas. - Haruka sonrió y confirmó una vez más los pensamientos que había tenido momentos atrás.

- ¿Te ducharás conmigo? - los ojos de la profesora se iluminaron ante semejante propuesta. -

- Por supuesto. No pensarías que me perdería la oportunidad de ver el agua corriendo por tu cuerpo. - Haruka le extendió la mano y la ayudó a levantarse.

- Calienta el baño mientras busco las toallas – Michiru asintió y se acercó a la ducha, se sorprendió al ver el tamaño de la tina y sonrió al imaginarse ideas para un próximo encuentro. Levantó el pie con cuidado de no resbalar y se metió en ella para poder abrir la llave. Poco a poco comenzó a sentirse más tibia. Haruka ingresó al cuarto y sonrió al verla entretenida colando el agua entre sus dedos.

- Me encanta éste cuarto. - comentó con gran entusiasmo - ¿Me traerás de nuevo? -

- Si así lo deseas. - respondió uniéndose a ella e ingresando en la tina. - Si no tuviera que ir por las niñas, te juro que se me ocurren otras cosas para hacer aquí. - la tomó por la cintura provocando una leve risa en su compañera. -

- Parece que hemos pensado en lo mismo. - le besó la nariz – pero debemos irnos. Bueno, tu debes ir. - Haruka sonrió y de una vez se decidió a colocarse debajo de la intensa y cálida lluvia. Michiru por mientras se enjabonaba, observaba como las gotas curiosas resbalaban por la tersa piel de la corredora que la dejaba ver su espalda perfectamente bien trabajada. Inconscientemente se encontró acariciándola, rosando con la yema de sus dedos aquella fisonomía que parecía trabajada por los mismos dioses. Que maravilla de mujer. - permiso – dijo tomando la esponjilla para comenzar a frotarla delicadamente. Haruka complacida se dejó mimar por ella. Volteó levemente a verla. Su cabello aguamarina completamente mojado caía sobre sus pechos cubriéndolos parcialmente. Sus ojos tranquilos y una sonrisa simple esbozada en su boca. Volvió a darle la espalda sin dejar de pensar en lo afortunada que se sentía.

Terminaron de enjuagarse, Haruka salió primera para alcanzarle la toalla con la que se cubrió el cuerpo y ayudarla a salir extendiéndole su mano. Michiru agradecida sonrió. La acompañó a sentarse en la cama y la vio secarse el cabello por unos instantes para luego comenzar a vestirse.

- Son casi las doce - dijo Haruka un tanto preocupada. -

- Llama a Set y pregúntale como están. - sugirió abrazándola por la cintura.

- No, mejor nos apresuramos a ir. - respondió.

- De acuerdo, pero primero permiteme secarte un poco. Está frío y no es bueno que salgas con el cabello mojado. Haruka se negó un momento pero la mirada insistente de la profesora la hizo ceder. Al concluir, tomaron sus cosas y se dispusieron a volver a la casona.

- Ya puedo escuchar todas las bromas, comentarios y preguntas que hará Set cuando lleguemos. -

- ¡Si! - coincidió entre risas. - Aunque lo más probable, es que hoy no nos pregunte nada. Pero después, no creo que nos salvemos. -

- Encima mira la hora. - rió Haruka. -

- Lo sé. El tiempo pasó sin darme cuenta mientras estuve contigo. La corredora le respondió con una sonrisa. Al llegar guardó el auto en la cochera. Ayudó a su acompañante a descender del vehículo y se dirigieron juntas hacia la casa. Abre la puerta cuidadosamente y al entrar a la sala se encuentran a Setsuna.

- ¡Vaya! - exclamó al verlas – no les preguntaré como la han pasado, lo veo en sus caras. - Michiru sonríe ante el comentario y Haruka se rasca la cabeza nerviosamente al sentir la mirada penetrante de su amiga.

- Bien bien, aunque les de pena ya después cada una me contará su versión. - advirtió divertida.

- ¿Cómo han estado las niñas? - preguntó Michiru.

- Como siempre que están conmigo. Como dos ángeles. Se quedaron dormidas, están en tu cama. - dijo dirigiéndose a Haruka.

- Muchas gracias Set. - La pelinegra hizo un gesto con la mano y sonrió. -

- Son mis sobrinas de corazón así que no hay nada que agradecer. Ahora Michiru y yo debemos irnos. -

- ¿Cómo? - se sorprendió la rubia desanimada. -

- Así es, mañana tenemos un compromiso en la mañana. -

- ¿Compromiso? ¿Qué compromiso? - se extrañó Michiru. -

- Aquel compromiso en el que quedamos hace mucho. - respondió Setsuna en tono amenazante.

- ¡Oh! ¡Ah si! ¡Ah! Aquel si, cierto. Lo siento. Créeme que me encantaría quedarme contigo .- comentó acariciando el brazo de la corredora que la veía decepcionada. -

- Ya tórtolas, Si mañana volveremos a vernos, las dejo tranquilas para que se despidan. ¡Hasta mañana Ruka! -

- A mi también me gustaría que te quedaras. - comentó con sinceridad mientras acariciaba su rostro suavemente. Michiru apoyó una de sus manos en su pecho. - ¿Nos vemos mañana? - preguntó sonriendo. -

- Por supuesto que si. - volvieron a fundirse en un beso que se vio interrumpido por un leve bocinazo del auto de Setsuna. Ambas rieron ante la desubicacion de su amiga y se dispusieron a despedirse. - Ha sido maravilloso. Todo. -

- Lo mismo digo. Avísenme cuando lleguen - asintió y volvió a darle un fugaz beso en los labios y la acompañó hasta la puerta. Setsuna se despidió desde el auto que ya estaba en marcha y Michiru volvió a saludarla antes de entrar. Las vio alejarse y se dispuso a volver a su cuarto para ver a las pequeñas.

Comenzaba a subir la escalera cuando noto que un par de ojitos la estaban observando sentada en los escalones. - ¡Haruhi! - exclamó sorprendida. -

- ¡Mi plan funcionó tía! - dijo poniéndose de pie para caminar hacia ella extendiéndole los brazos. Haruka la tomo y le apretó la nariz cariñosamente. -

- ¿Qué haces despierta? - preguntó cambiando de tema. - Deberías estar durmiendo. -

- Quería saber como te había ido con Mademoiselle Michiru. - Haruka sintió como su rostro comenzaba a acalorarse. - Pero vi que la besaste así que supongo que te fue bien. Los ojos de la corredora se quedaron en blanco sorprendida por el comentario de su sobrina mayor. - No supo qué contestar así que se limito a besarle la cabeza para luego acostarla. -

- Mañana conversaremos si quieres, ahora duerme. - Haruhi sonrió complacida ante su triunfo y se acomodo al lado de su hermana. Haruka buscó su pijama y se acostó junto a las niñas. Luego de darle un beso a cada una y arroparlas se dispuso a descansar. Esperando encontrar en sus sueños a su preciosa violinista.


Bien, espero haya sido de su agrado. Y si no lo fue, mil disculpas, intentaré mejorar para la próxima.

Gracias por su apoyo.

Mariel Kaioh