– ¿Qué es lo que temes Sherlock? - La voz seductora de la mujer, acariciándole el cabello, hacía que se sintiera demasiado vulnerable, y no sabía qué hacer, ni que responderle.

– No lo sé.

Hacía un mes, había encontrado a Sebastián, el último que necesitaba encontrar, este había huido a América, a enmarañar sus planes desde allá. Pero Sherlock Holmes lo había previsto, ¿Quién si no él?, Además, en parte tuvo mucho que ver Irene Adler. Ella le debía una, cuando la salvo de ser decapitada, así que se la devolvió, ayudándolo a encontrar al último.

Le habían tendido una trampa, ella se había citado con él en un hotel de NY, cuando entonces, comenzaron a hablar de los planes que tenía, él estaba hablando de encontrar millones de dólares, y utilizarlos para una máquina de terrorismo, de América contra Londres, era lo último que quería hacer Moriarty, incitar una guerra entre los más grandes y poderosos países.

Pero ella lo estaba grabando, todas las palabras y cada una de las conjeturas que hacía el hombre, estaban siendo escuchadas por Sherlock, y varios policías. Al momento que él sintió que ella le estaba traicionando, estuvo a punto de dispararle, cuando Sherlock y la manada de policías, entraban para capturarlo por fin. Esté reconoció en segundos a Sherlock, mirándolo con odio y profundo desprecio, al ver que en realidad, él no estaba muerto, y Moriarty, al parecer sí.

Sherlock solo sonrió, y les señaló que se lo llevarán. Todo el peso que había cargado estos años, se desvanecía poco a poco de su espalda, pero ahora, ¿Cómo regresaría a reconciliarse con John?, Cómo si ahora se enteraba que con la novia que tenía… la tal "Mary", Si iba en serio.

Regresando a la escena que habíamos dejado, Sherlock estaba recostado en el regazo de Irene, Estaban en la habitación de hotel de la mujer, Ahí Sherlock había desahogado aquellos deseos que sentía, aquellas pasiones carnales que nunca habían sido saciadas… Lo que más desesperaba a Sherlock, es que cada vez que la tocaba, y cerraba sus ojos, su mente traía a John, Su rostro, sus labios, sus mejillas, su cuello… Todo.

Entonces cerró los ojos con mucho coraje, y dejó salir un largo gemido de desesperación.

– Pequeño… Tienes que aclarar tus sentimientos, ya te has quedado conmigo demasiado tiempo, ¿No es hora ya que regreses?

– No quiero.

– ¿Por qué?, El Dr. Watson te debe de extrañar.

– "Extrañar", "El Dr. Watson" – Dijo con sarcasmo, y enojo. – Él está bien. Muy bien, con aquella mujer que lo besa, y lo mima y todas esas estúpidas cosas.

– ¿Acaso, Sherlock Holmes… - Lo miró con curiosidad y algo de diversión. – Estás celoso?

– ¿¡Celoso, Yo! Jajaja – rió para levantarse de donde estaba, mirarla y tumbarla en la cama, colocándose encima de ella - ¿Por qué habría de estar celoso? – Comenzó a besarla furiosamente y sin cuidado en el cuello de la mujer.

– Sherlock, Tranquilo… - Esta sintió el dolor que el pelinegro le estaba causando, e intento zafarse de él, pero este le aprisiono con las manos, y comenzó a hacerlo más profundo, y con un violento movimiento hizo que abriera las piernas. – Sherlock!, es en serio!- esta lo pateó lejos y Holmes cayó al suelo, en el piso. Agacho la cabeza y la mujer pudo observar, como el cuerpo flacucho y pálido del joven ahí caído, comenzaba a temblar, sollozando en silencio.

Sintió mucha pena sobre el pelinegro y se levanto, colocándose la bata en su desnudo cuerpo, para pasar a abrazarlo y acariciarlo protectoramente, proporcionándole de igual manera un beso en la nuca.

– Él… John, me ha olvidado.

– ¿Qué esperabas Sherlock?, ¿Qué te esperara toda la vida?

– No… Es solo que, no sé qué hacer sin él… Es mi mejor amigo, y… ahora no tengo donde ir.

– Puedes quedarte conmigo.

– No es que no te quiera… Pero…

– Lo amas… - Sonrió ella, en realidad ya lo sabía, pero quería que él por fin se diera cuenta.

– Sí.

– Sherlock, lo primero que debes hacer, es regresar a Londres. Ya casi es navidad, y en realidad, sería un bonito regalo de navidad.

– ¿Y… Si esta con ella? ¿Qué tal que se mudaron juntos…? ¿Qué tal que hasta se casarón?

– Sherlock, de buena fuente sé, que él termino con ella hace unos… 6 meses aproximadamente.

– ¡¿Qué!, ¿¡Y por qué nadie me lo dijo! – Se levanto con demasiada prisa, buscando su ropa y demás cosas, ella solo rió con diversión y se levantó igualmente ayudándolo a empacar. – Tenías que terminar con Sebastián, pero ahora, no hay nada que te detenga aquí… – Enfatizo con un toque de melancolía en su voz, mientras repasaba con sus ojos una camisa que tenía en la mano del pelinegro.

– Irene… - Este volteó a verla y se acerco a ella abrazándola. – Lo siento mucho, pero tú sabes que yo lo amo, como jamás he amado a nadie en realidad. Ni siquiera yo sé que pasa conmigo, pero en este tiempo, no dejo de pensar en John y lo que me duele estar separado de él…

– Lo sé, y les deseo lo mejor. –Sonrió mientras correspondía el abrazo.


Los copos de nieve caían lentamente sobre Baker Street, la sala de estar estaba adornada muy bonita, y un pequeño árbol de navidad estaba siendo colocado a un lado de la chimenea, siendo adornado por un rubio, algo desanimado por pasársela solo, pero estaba feliz de estar en su antiguo departamento.

Después de haber recibido la carta de Sherlock, él había tenido muchos problemas con Mary, le contaba todo el tiempo sobre Holmes y sus casos, sobre lo que sintió y sentía acerca de su muerte, y ella no lo pudo soportar. Amaba con todo su corazón a John, pero era tan obvio que él amaba a Sherlock, que parecía que nunca lo iba a olvidar, y eso la lastimaba mucho.

Suspiró bajando los hombros, y una pequeña campanilla en la cocina sonó, allí se acerco rápidamente, para sacar una pequeña cena que había preparado para él y Mrs Hudson, sonrió ampliamente al ver que todo ya estaba servido y bonito.

Caminó unos pasos al refrigerador y lo abrió, estaba lleno de comida, y suspiró, ya no había solo algunas latas de soda o alcohol… o una cabeza decapitada, no. Ahora que él vivía solo ahí, cada semana compraba comida, aun que en realidad no se la acababa muchas veces; ya estaba repleto de alimentos, este no dejaba de comprar para dos o más personas.

Escuchó unos pasos subir por las escaleras y se asomó.

– Con permiso querido. – La voz dulce y amable de Mrs Hudson irrumpía en el lugar.

– Adelante, adelante ya está servido.

– Muchas gracias… ¡Wow!, todo está espléndidamente hermoso!.

– Gracias Mrs Hudson – Le acerco una silla, y esta se sentó.

Así pasó hasta que ambos terminaron de comer, ella hablaba de muchas cosas, no muy importantes, como sobre su cadera nueva, que ya le habían cambiado hacía unos meses, o un hombre muy apuesto que había visto, una pareja que estaba buscando donde vivir, pero que el otro departamento era aún muy húmedo para rentar. Y cosas así, hasta que se terminó la agradable cena.

Entonces ella se levantó y camino hacia su casa, no sin antes darle un pequeño presente a John, al igual que él a ella, se abrazaron dulcemente y entonces se fue.

Ahí quedó John, nuevamente solo. Dejó en la mesita de centro, en la sala aquel pequeño presente, y se encamino a la cocina. Comenzó a dejar todos los platos sucios en el lavabo, a la mañana siguiente los lavaría, ahora estaba cansado y demasiado deprimido como para hacerlo ahora.

Pensaba en Sherlock, pensaba en sus amigos, pensaba en la última navidad que habían pasado todos juntos, y cuando hablo de todos, era también refiriéndome a Holmes. Se acomodó en el sofá de Sherlock, y tomó el paquete. Era un libro, No leyó ni el titulo ni el autor, simplemente lo observó un segundo y lo abrió, repasando las letras, impregnando las palabras en su mente.

Lentamente sus ojos, comenzaban a sucumbir ante el sueño, parpadeo unos segundos, ante ver una sombra que cruzaba el umbral de las escaleras, reconocía la figura, y susurró su nombre, pero pensó que solo las alucinaciones de su mente era lo que estaba viendo, tendría demasiado sueño y era verdad, así que cerró los ojos y se hecho a dormir.

Una tonada melancólica comenzó a escucharse lejana en sus sueños, el estaba solo en la oscuridad, esperando por Sherlock, y gritando su nombre, muchos muñecos de él comenzaron a car al suelo, y el sintió como revivía aquel día una y otra, y otra vez. Entonces su cuerpo comenzaba a sentir miedo, y temblar de frio. Cuando de repente, ahora la tonalidad comenzaba a cambiar, ahora era cálida y llena de amor, entonces su cuerpo dejó de temblar, y sintió muy cálido, el sueño también se había transformado, ahora se encontraba al lado de Sherlock, en la sala, uno leyendo un libro, y el otro el periódico. Ambos al mismo tiempo bajaban su lectura y miraron sus ojos, sonriéndose el uno al otro. Una lagrima comenzó a brotar de su ojo, y sintió el liquido salado recorrerle causándole un pequeño cosquilleo en su recorrido, por lo cual abrió los ojos. Se encontraba en la habitación de Sherlock…

– Espera… ¿La habitación de Sherlock? – Se dijo para sí mismo, Seguramente en su sonambulismo se había ido subconscientemente a la cama de su amigo.

Pero entonces el calor atrás de él, le llamó la atención. Fue cuando se dio cuenta, que una respiración se encontraba amenazadoramente detrás de su cuello. Tuvo miedo, mucho miedo al tener que voltear, no sabría realmente que se encontraría, comenzó a voltear lentamente el cuello, y lo que vio le sorprendió aún más; Era un pelinegro, abrazado a él por detrás, como si buscara protegerlo de sus pesadillas, estaba vestido, ni siquiera parecía haberse cambiado la pijama, pues traía la ropa puesta y un saco que aún estaba mojado de haber estado debajo de los húmedos y fríos copos de nieve.

– Sh-Sherlock?... – Susurró con temor a que eso fuese solo su alucinación.

– Shh, John, quiero dormir, el vuelo estuvo muy pesado y… - No termino de decir, cuando John ya lo había tirado de la cama. – ¡¿Qué te ocurre!

– ¿¡C-Como que, qué me ocurre! Yo.. Tú… Tú estás muerto! – Le aventó una almohada para cerciorarse nuevamente de que él era real

– John, en serio, no estoy muerto… -Se sobó un poco la cabeza pues el impacto de la almohada si le había dolido un poco, se levanto y se sentó en la cama. – Te mentí, sí. Pero no era para lastimarte John. Hace unos meses terminé con toda la mafia de Moriarty.

– ¿"Hace unos meses"?, ¿Dónde habías estado?

– Yo… -Sintió un nudo en la garganta – Con Irene.

– Ah! Pues bien! Regrésate con ella, Muy Bien Sherlock! Ve con ella en vez de ir con tu Maldito mejor amigo! – Se enojo de sobremanera, levantándose de la cama, pero Sherlock, por instinto y desesperación lo tomo por la espalda atrayéndolo hacia él – Suéltame, idiota, ¿Qué te pasa?, me largo de aquí, no te quiero volver a ver!

– La carta, John… La carta!

– ¿Qué?

– La carta que te envié… La leíste y Lloraste.

– Como lo… ¿Me has espiado?, ¿¡Me espiaste y ni siquiera me pudiste decir que estabas vivo!, ¡Mas grandioso aún! – Se enfureció más.

– No John!, Recuerda lo que puse! "Soy tuyo" es lo que dije.

– ¿Y eso a mí qué?

– Tú, en tu carta, me dijiste que me amabas… ¿Aún lo haces?

– Sherlock.. Erg.. Yo, eso fue hace mucho tiempo, yo no…

– ¿Me amas, o no John?

– Yo…

– John!

– Sí, Sherlock! Maldita sea… Sí te amo, Siempre te he amado… Maldito seas… – Bajó la cabeza, con tremenda furia guardada. Y como no, se sentía herido, traicionado y sentía que en la cara tenía grabado la palabra "Te mintieron".

– Yo también.

– No me vengas con eso, tú mismo lo dijiste, estuviste con Irene. Entonces vete con ella Sherlock, ahora que sé que estás vivo, puedo regresar con Mary, tengo que disculparme, por tu culpa me comporte como un patán…

– No, No John. No! – Negó varias veces el pelinegro, abrazándolo aún más, para después soltarlo y hacer que volteara a verlo. – Yo quiero que te quedes conmigo!, no quiero a Irene, no quiero a Molly, No quiero a Lestrade, No quiero a nadie. Más que a ti… – Lo miró con profundo dolor, a lo que el rubio solo pudo atinar a darle un golpe en la cara, Sherlock parpadeó varias veces y se tocó la mejilla, que ahora se tornaba de un color rojizo.

– Eres, un maldito idiota… -Este le miró con ira, pero después al aflojar su mirada, y suspirar, tratando de encajar todas las piezas, se le acerco, colocando su diestra arriba de la mano con la que se protegía la mejilla Sherlock, para después acercarse y besarlo. – Eres, un idiota.

– Yo… – Este bajo la cabeza. – Lo sé… – Lo abrazó con un impulso y cayeron al piso.

– Sherlock, Tranquilízate!

– Lo siento John, pero no puedo! –Sonrió – Es tan aburrido estar sin ti. Que necesito quitarme ya este aburrimiento.

– De que estás… – No pudo decir más cuando sintió las manos de Sherlock invadirle dentro del pantalón, dejando salir gemidos, y sonrojarse a todo su ser. – S-Sherlock!

– Shh, John. Mrs Hudson nos puede escuchar. – Sonrió seductoramente, a lo que solo el rubio negó con la cabeza riendo ligeramente, sintiéndose cómplice de lo que estaban a punto de hacer. Y lo rodeó con los brazos alrededor de los hombros del pelinegro, y se besaron. – Feliz Navidad, John.

Feliz Navidad… Sherlock

Ahí, de regreso en Baker Street, en la nevada del 24 de Diciembre, Sherlock Holmes y John Watson, se encontraron de nuevo.


Esperoooo les haya gustado este último cap :3 lalala~ y am, insisto en darle las gracias por leer mis historias, son el motor que me hace continuar chicas TwT! Danke!

Mañana subo el otro cap de "Un caso en común", Por que ya me dio sueño y mi mente no da para más xD

Les invito a leer mi fic que hize, de LOTR n/n, ahora de otra pareja, yeei!

XD jajajaja Bueno.. ¿Que más?

Ah si!, ¿Ustedes opinan que haga más caps de Fetus in fetus? ¿Si, es así, Cuantos quieren?, hago los que me pidan :3 para que vean que soy buena(?)... hahaha xDD bueno ya me voy :3

Gracias de nuevo! :3