Dámelo. Bella/Jasper
Sumario: Bella se queda en casa de los Cullen mientras Edward y el resto de la familia van a Volterra a ver a los Vulturis. Jasper se queda con ella para cuidarla. Al principio Bella se aburría encerrada en aquella lujosa casa hasta que comienza a ver a Jasper con otros ojos.
Las partes escritas en cursiva son los pensamientos de Bella.
Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Stephanie Meyer.
Advertencia: Lemon desde el primer capítulo.
Capitulo 1.
El tiempo pasaba lento y en silencio. Afuera llovía a cántaros; así comenzaba la primavera en Forks. Pequeños cúmulos de nieve caían desde lo alto de la copa de los árboles más altos derritiéndose al tocar el suelo. Bella estaba ante el gran ventanal intentando ver algo a través de aquella cortina de agua. Miró su reloj de pulsera y suspiró. Edward se había ido a Volterra a ver a los Vulturis. Lo habían convocado para hablar sobre la inminente incorporación de Bella al aquelarre. Junto a él, Alice, Carlise y Esme lo acompañaban en su visita. Ella lo echaba de menos, sentía su ausencia y se sentía un poquito desprotegida. Se rodeó así misma con sus brazos y pronto comenzó a sentirse mejor, en calma y a gusto. Jasper. El rubio vampiro intervino eficazmente proyectando su poder sobre ella. Bella se volvió y observó a su compañero de encierro. Él permanecía sentado, leyendo un grueso libro en uno de los sillones que Esme había rescatado de un anticuario en Seattle y había restaurado magníficamente. Bella caminó perezosamente por la estancia buscando qué hacer. Ya había leído, hecho crucigramas, navegado por Internet... Se dejó caé en el sofá cerca de Jasper. O al menos todo lo cerca que ella consideraba apropiado, pues tenía la sensación de que con Jasper lo mejor era mantener las distancias. Eso no la molestaba, al contrario, siempre se sentía agobiada cuando alguien invadía su espacio interpersonal. Su relación con su "cuñadísimo" se había estrechado últimamente desde que él le había contado su historia. De todos modos Jasper era el Cullen más difícil, aparte de Rosalie, su "gemela". Menudos eran los Hale!. Rosalie y Emmet se encontraban en Alaska, visitando a sus primos del Clan Denali. Ahora que Victoria había desaparecido por completo de la faz de la Tierra los Cullen se permitían estar más relajados, por eso continuaron con sus hábitos.
"La Pintura en la España del Siglo XVII" -leyó ella con una ligera sorpresa en su rostro- Vaya...
Jasper continuó su lectura sin inmutarse. Pero Bella se giró hacia él haciéndose un ovillo en el sofá abrazándose las piernas.
No sabía que te interesara el arte -continuó ella.
Hmmm -fue toda contestación por parte del vampiro.
Creí que era otro de tus libros sobre... -continuó ella.
¿La Guerra Civil? -dijo él sin ni siquiera levantar la mirada.
Pues sí -Bella se sentía un poco cohibida. Estaba intentando entablar conversación con su cuñado pero él no parecía ponérselo muy fácil.
Tengo otros intereses, y la Historia es más amplia que la Guerra Civil -contestó con amabilidad.
Bella asintió en silencio y decidió volver la vista a la ventana otra vez.
Si Edward estuviera aquí me llevaría en brazos a lo alto de la montaña, más alto que las nubes, y quizás allí no lloviera... En lugar de eso me toca aburrirme todo el fin de semana, sin poder salir, sin mi Edward, sin la pizpireta Alice, sin el gracioso Emmet, ni el interesante Carlise, la cariñosa Esme... hasta echo de menos a la temible Rosalie.
Jasper... -ella volvió a la carga- ¿Cuándo vuelven Emmet y Rose?
Mañana... supongo -dijo el rubio dejando la lectura de lado. Se levantó y fue a colocar el libro en su lugar de la estantería. Luego caminó por la estancia y se puso frente al ventanal contemplando como arreciaba el temporal.
Bella se sintió un poco intimidada por su compañía.
Si alguien me vuelve a regalar otro libro sobre la Guerra Civil, le muerdo -dijo seriamente sin apartar la vista de afuera. Luego se giró hacia la pobre Bella que estaba literalmente temblando y le dedicó una sonrisa y un guiño.
¿Había hecho una broma?¿Jasper?... Inaudito.
Es bueno saberlo... ya sabes... para la próxima Navidad -dijo ella devolviéndole la sonrisa.
Qué frío
Bella se frotó los brazos y caminó junto a Jasper. La casa de los Cullen estaba fabulosamente construía y totalmente aislada de la humedad pero se echaba en falta el calor...¿humano?.
Podríamos encender la calefacción -dijo ella- Tengo un poco de frío.
No tenemos -Jasper se movió un poco, metiéndose las manos en los bolsillos del elegante pantalón- no la instalamos porque nunca la necesitamos. Será mejor que vaya a buscarte algo de Alice.
¿Y la chimenea? -señaló Bella a la elegante chimenea situada en una esquina del salón- Si la encendemos caldearíamos un poco...
Pero Jasper negó con la cabeza.
No hay leña, y afuera está lloviendo -dijo- Nunca la hemos usado. Y la verdad, a los vampiros no nos entusiasma el fuego.
Comprendo -dijo ella- Creo que voy a subir a ver que encuentro en el vestidor de Alice.
La chica subió las escaleras medio arrastrando los pies y se dirigió hacia el dormitorio de Alice y Jasper.
Bella nunca había estado a solas en aquel dormitorio. Todo permanecía en perfecto orden y limpieza, como el resto de la casa. Sin perder más tiempo entró en el enorme vestidor que ocupaba otra habitación anexa a aquella. Había que admitir que Alice era una auténtica artista. Todo aquello había sido obra suya. Deslizó la puerta corredera de madera lacada en blanco para abrirla y se adentró en el que sería el paraíso de cualquier fashionista. Abrió otra puerta, pero por equivocación se encontró con la parte del vestuario de Jasper.
Hmm... qué bonita chaqueta... Armani?... Vaya elegancia. ¿Y esto?... woww... muy estilo sureño, pero me gusta. Pero... vamos al grano... necesito una chaqueta, algo abrigoso...
Cerró y pasó a la siguiente puerta. Ese espacio era bastante más amplio que el anterior y ante ella apareció la impresionante colección de moda de su amiga. Si fuese otra chica, gritaría de emoción y se probaría absolutamente todo, pero era Bella, un bicho raro, una especie nueva de insecto. Lástima, podría haber pasado horas y horas entretenida entre trapitos. No pudo remediar pasar la mano por las suaves y ricas telas.
Céntrate Bella... lana... busca lana!. Esto es precioso, pero no es tu estilo. ¿Y los zapatos? Madre mía, ¡qué tacones! Mis pies duelen solo de verlos!. Yo estoy hecha para deportivas y jeans.
La verdad, tenía que admitir que le divertía ver los impresionantes modelitos de Alice. La mayoría nunca se los había visto puestos. Se dirigió a una hilera de cajones y abrió uno al azar. Guantes. De todos los colores, tipos y tejidos. Abrió otro. Cinturones. ¿Cuántos había?¿Cien? Todos ordenados pulcramente. Otro cajón. Lencería. Bella miró boquiabierta las delicadas prendas. Tomó una en sus manos. Un sujetador negro de seda con delicados encajes, casi tan ligero como el aire. Cogió otra prenda, unas braguitas a juego, y luego otro conjunto color perla, tan transparente que era como si no se llevara nada. Se le vino a la cabeza la imagen de su amiga con el conjunto que en aquel momento tenía en su manos, negro y malva.
Madre mía, Alice... -murmuró sonrojada entre risitas ahogadas- ¡Qué sexy!
A su mente llegó una imagen que la sonrojaría aún más. Unas manos rodearon a la vampira desde atrás y la figura de Jasper apareció junto a su esposa. Con una mano acariciaba sus pechos por encima del sujetador y con la otra acariciaba su vientre, deslizándola hacia abajo dentro de sus braguitas.
Ahh! ¿qué me pasa? Basta! Bórrate de mi cabeza!
Bella soltó el sujetador de vuelta al cajón y lo cerró de golpe. Avergonzada resopló y se agitó el pelo con ambas manos. Se miró al espejo de cuerpo entero del vestidor y comprobó que toda su cara lucía roja como la grana. Pero luego sintió algo diferente. ¿Envidia?. Abrió el cajón otra vez y dobló bien la ropa que había estado cotilleando. Le hubiese gustado poder sentirse así de sexy y deseada también. Le apetecía que un hombre la besase y tocase de aquella manera. Ya tenía 18 años y llevaba con las hormonas revolucionadas desde que conoció a Edward. Su dulce y gentil Edward. Tan caballeroso, tan formal, tan perfecto... Pero ella quería más. Quería lo que tenía su amiga, un amante.
Medio mareada salió del vestidor y se sentó en la inmensa cama. Con los codos sobre sus rodillas apoyó su cabeza en sus manos. Se quedó pensativa. Un poco triste, avergonzada de nuevo. Pero no podía evitar que los pensamientos volvieran a su cabeza. Alice, en la cama con Jasper. Él cubriéndola de besos mientras le hace el amor. Ternura y pasión. Las caderas de él embistiéndola a ritmo frenético, penetrándola más profundo, arrancándole los jadeos y gemidos más desesperados. Haciéndole rogar más.
Noooooo. Vete de mi cabeza. Soy una maldita pervertida. Eso no se hace. Alice y Jasper son como mis hermanos. Son los hermanos de Edward... o casi. Maldita sea!¿qué me pasa?.
Hundió sus cara en sus manos y de repente quiso gritar. ¿Estaba frustrada sexualmente? ¿Podría estarlo aun siendo virgen? Pero... ¿por qué demonios aún seguía siendo virgen?. De pronto se sintió enfadada con Edward por negarle lo que su cuerpo más le pedía. Sexo. Sexo, puro y duro.
Acarició el edredón de la cama de sus amigos y volvió a sentirse excitada.
Una cama... claro, en la habitación de Edward no hay cama, ¿para qué la iba a necesitar?Los vampiros no duermen, ni descansan nunca.
A su cabeza volvieron los pensamientos calenturientos. Pero esta vez en vez de ver a Alice, era a ella a quien Jasper se estaba follando, lamiéndole los pezones y haciéndola gritar de gusto. Apretó fuerte las piernas y sintió un espasmo en su vagina seguido de una oleada de placentero calor. Acto seguido le invadió un sentimiento de culpa y de añoranza hacia su amado.
Se abanicó con ambas manos y de pronto se dio cuenta de que había olvidado a qué había ido allí. Buscó con la mirada rápidamente algo en vestidor y se fijó en una prenda verde a rayas moradas que estaba doblada en una estantería. La agarró y comprobó que era justo lo que andaba buscando. Una bonita sudadera con capucha y cremallera. Espaciosa y muy calentita.
Salió con ella en la mano y la vistió mientras bajaba las escaleras de vuelta al salón. Algo había cambiado. Sintió primero un ligero olor a humo y luego un crepitar de llamas en la madera seca. Bajó el último tramo de escalera despacio y sintiendo como la habitación comenzaba a caldearse. La chimenea estaba encendida. Pero, ¿cómo?.
Los cambios no quedaron ahí. Vio que el televisor estaba encendido también y sobre la mesita había una bandeja con sándwiches recién hechos.
Jasper seguía mirando por la ventana, hacia el bosque a través de la lluvia. En la misma posición en la que estaba la última vez antes de subir a por la prenda de abrigo.