Hola a todas! como hay poquito de esta pareja he reecrito este fic que hice hace tiempo y le he dado un segundo capitulo. Espero que os guste a todas ^^


Pensó que era excesivamente joven cuando le vio aparecer en el puesto de mando y que era demasiado flaco cuando al sentarse a su lado en el cuadro de controles y toqueteó botones para familiarizarse con ellos.
Que su acento era demasiado gracioso para tomarle en serio y que su perfil suave, su nariz larga y sus ojos fijos le hacían parecer una estatua romana.
Entonces él recién llegado volvió su rostro, y se presentó con una sonrisa nerviosa.

Y pensó en que le quería para él solo.

Hikaru tuvo que golpearse la cabeza mentalmente. Basta.

Había estado demasiado ocupado mirando al nuevo alférez; tanto que no se preocupó de hacer bien su primer trabajo como piloto en funciones de la federación y fue el vulcano quien le corrigió ante la atenta mirada del capitán Pike.

Viaje inaugural de la Enterprise, nave estrella de la flota y había sido incapaz de arrancarla a la primera.

Mierda.

Pike le había llamado"niño prodigio ruso", y por dios que lo era.

Lo había tenido claro desde el momento en que casi se había matado junto a Kirk en aquella maldita caída caída desde la estratosfera de Vulcano. Era imposible salvarlos. Demasiado rápido para centrar las coordenadas del teletransporte. Sulu lo sabía mientras sentía como su cuerpo ganaba velocidad al acercarse más y más al planeta. Rezó a algo. No supo a que.
Después un golpe y calma, no había tierra...solo metal.
El metal de una base transportadora.

Y al abrir los ojos y verse materializado en la nave después de la energización allí estaba él, casi sobre el panel de control con un grito de alegría llenándole la boca.

Le habría besado.
Si no hubiesen estado en un maldito contraataque galáctico le habría besado allí mismo.

Llevaba varias semanas viéndole corretear por la nave sin atreverse nada mas que a frases reglamentarias, conversaciones sobre el tiempo y miradas cómplices cuando algo de trabajo en equipo les salía bien.

Por eso se sorprendió al abrir la puerta de su habitación y verle allí plantado, a punto de llamar.

-¿Te ibas tu?- el piloto dudó un instante.

-Iba a acercarme al invernadero a ver unas semillas que han llegado- los ojos del alférez se apagaron y quedaron fijos en el suelo. Llevaba todavía el uniforme de la condecoración ocurrida hacía unas horas en la que la federación les había llenado de halagos por haber salvado el planeta. Era la primera vez que le veía vistiendo un color que no era el reglamentario de la nave y eso le hizo dudar. ¿Que más podía decir?
No soportaba que aquellos ojos grises dejaran de mirarle- ¿me acompaña?

Y los ojos volvieron con un gesto de camaradería inesperado y un asentimiento dudoso por algo que el japonés no podia describir, o sí podia, pero no quiso autoengañarse.
No de aquel modo tan cruel.

Y después el joven ruso se puso a su lado en silencio para avanzar juntos.

-Filicidades por el reconocimiento- era nervioso, se frotaba las manos al hablar y sonreía bajo.

-El reconocimiento también se lo han dado a usted- tenía 8 años menos que él; algo que le revolvió la conciencia al piloto- es más; el plan de atacar desde detrás de Saturno y sus lunas fue suyo- sonrió hacía el frente, evitando volverse hacia su acompañante, para que este no viese como sus mejillas se encendían ligeramente- y volver invisible a todos los scanners a una nave de la federación entera no es fácil.

El joven rubio le miró y boqueó, como no encontrando las palabras para responderle.

-Solo confié en el piloto.

El invernadero era un sitio tranquilo, silencioso y con unos olores que transportaban a los bosques de la Tierra y por eso Hikaru Sulu estaba enamorado de él.
Le gustaba pasar sus horas muertas y descansos en aquel pedacito de Tierra que cruzaba con ellos el espacio profundo.

-Es extrania la Enterprise tan vacía- murmuró el menor sacándole de sus pensamientos; parecía ser la primera vez que pisaba aquella sala.

-Bueno, de normal por este ala ya viene poca gente- suspiró- y teniendo en cuenta que ahora mismo todos deben estar en el bar bebiendo de lo lindo para celebrar todo lo acumulado…-silencio; se miraron un segundo como lo hacían en el puente de mando cuando lograban hacer algo bien juntos sin ni siquiera hablarse y después estallaron a reír. El niño prodigio tenia una forma especial de mirar, bajando la cabeza para entrecerrar los ojos con gesto despistado- pues…creo que nos hemos quedado solos.

-Solos- repitió Pavel pensativo. Y Sulu se dio cuenta de lo inmensa que sonaba esa palabra en boca de su acompañante. Silencio.
Porque ahora algo apretaba el pecho del mayor; todo era como aquella vez en que confundió las atenciones de otro estudiante con algo más y el precio a pagar habia sido perder a aquel pedazo de estúpido para siempre; y la amistad...y la intimidad...y todo.
Se repitió un par de veces que el ruso solo era su compañero, su colega, que sus manos huesudas estaban prohibidas.
Prohibidas hasta en sueños.
Pero seguro que eran frías, y secas...suaves.
Igual que la piel de su cuello; Dios, como le gustaba verle ladearlo cuando pensaba en coordenadas espaciales, en triangulación o leyendo alguno de sus manuales de astrofísica.

Le sentía trastear tímidamente cosas tras de él
Ojos en su nueva adquisición botánica pensando en que tal vez alguien entraría para acabar con aquel ambiente que se había enrarecido de golpe.
Tenía la imperiosa necesidad de decir algo. Ni siquiera apartó los ojos de sus semillas esparcidas por la mesa, aunque en aquel momento le importasen un carajo.

-¿Ud no bebe?

-Oh….Io bebo vodka…pero no consigo incontrarlo en la estación ispacial- Hikaru había probado el vodka un par de veces y en cada ocasión había acabado lo suficientemente perjudicado como para no volver a querer saber de esa maldita bebida en una temporada; vodka. Se giró a mirarle con una sonrisa mientras el pecho del menor se llenaba de orgullo- es un invento Ruso…-de nuevo y ligeramente más distendidos, rieron los dos.

-¿No es muy niño para esas bebidas?- no pregunto con malicia, pero al instante los ojos del rubio se entrecerraron con gesto cansado.

-Tengo diesiciete anios, señor. Io soy bastante mayor para haber participado en una bataia.

-Perdone alférez- dudó el piloto- no lo decía con esa intención.

-Pero todos lo hacen- prácticamente se desplomó derrotado en uno de los taburetes cercanos al tiempo que suspiraba- todos dicen que io niño, io gracioso- hablaba tranquilo, pero era obvio que no lo estaba. - pero la gente siempre olvida que io soy físico espacial y mejor con los números que nadie de mi promoción….y que io gané varios concursos de las universidades mas prestigiosas de matemáticas puras, coordenadas ispaciales… todo el mundo si olvida de eso...ya no sé que hacer para que la gente me tome en serio...- dudó un segundo, como si acabara de darse cuenta de algo antes de clavar sus ojos claros en los del piloto.-Lo siento. No pretendía recitarle mi curriculum, solo quería que …- un encogimiento de hombros-viera que io soy bueno.

-Creo que es Ud. muy bueno- Sulu se acercó lentamente a él, como quien se acerca a un animal y teme asustarlo.

-Io creo que Ud. es fantástico-ni siquiera apartó la mirada al decirlo; solo sonrió de medio lado apretando los labio, como avergonzado ante la sorpresa del mayor- me dijo el keptan Kurk que derrotó a los romulanos con una espada- su tono de voz reflejó algo entre admiración y alegría al decir aquella frase, como si de repente acabase de recordar las andanzas de un súper héroe- me dijo que le salvó.

-Y usted nos salvó a los dos- y de repente estaban muy juntos.

Chekov sentado y Sulu frente a él.

Tan cerca que la cabeza del oficial ruso casi podía tocar el pecho del asiatico.

-Io solo puse números en una pantalla- se encogió de hombros un momento- es mi único que sé hacer...

-Si no fuera por usted el capitán y yo estaríamos muertos y no habría Tierra, ni agradecimiento ni nada- sonrió ante la cara cada vez mas colorada que el alférez intentaba esconder-así que me retracto y espero que acepte mis disculpas: puede beber todo el vodka que quiera.

No lo esperó. Ni sus largos años de entrenamiento de combate le habían preparado para lo que vino tras esa frase; un segundo y el niño ruso estaba sentado en el taburete. Al segundo siguiente colgaba de su cuello y había estampado los labios contra los suyos sin moverlos. Como si hubiese tropezado, solo que no.
Y eran fríos y carnosos y secos.
Y habían saboreado algo dulce hacía muy poco.

Retrocedió unos pasos con el joven colgado de sus hombros hasta que este pareció recordar algo y le soltó dudando.

-Disculpe …io…-ahora su cara estaba tan roja que debía dolerle y miraba a todos lados menos al rostro del mayor, que, apoyándose en una mesa cercana si que era incapaz de apatar los ojos de él- no si enfade …ha sido una istupidez.

Pero Hikaru Sulu no estaba enfadado, ni avergonzado; solo sorprendido.
Y la sorpresa desapareció dando paso a un hormigueo en el estómago que crecía y crecía a medida que Pavel buscaba mas y mas excusas para disculpar lo que él había considerado una locura.

-Sirá mejor qui mi marche- no llegó a dar un paso.

En un instante vio sus muñecas atrapadas y como el mayor lo acorralaba contra una mesa.
Cerró los ojos por reflejo esperando un golpe; pero tras un segundo solo se encontró con la boca del piloto contra la suya de nuevo, forzandole a abrirla para buscar su lengua, para tratar de saber que era lo que sabía dulce en él, para humedecer aquellos labios inexpertos que le respondían con todas las dudas del mundo.
Soltó las muñecas para poder entrelazar las manos; huesudas, finas...entre las suyas callosas y solo se separó para que pudiese tomar aire, aprovechando para mirarle, para encontrarlo aún mas encendido y con los ojos hinchados.

-No te marchas- no fue una petición, pero el alférez asintió con rapidez aún algo aturdido; se metió entre sus piernas, sujetándole el rostro, obligándolo a mirarle- eres lo mas increíble de toda la federación y no voy a dejar que te marches.

Y ahí empezó una pelea de besos apresurados y profundos, caricias intensas que apartaban y movían la molesta ropa, mordiscos y susurros.
Chekov,respondía a los ataques mejor de lo que el piloto había imaginado en ningún sueño, apartándo todo lo que le separaba de la piel del mayor y haciéndole jadear mientras con sus manos frías acariciaba cualquier marca o pliegue de su cuerpo.
El piloto comenzaba a perder la cabeza y abandonó los labios para bajar hasta aquel cuello largo y blanco que latía enrojeciéndose a cada caricia y vibraba de forma deliciosa a cada palabra que el más joven pronunciaba en un idioma que Sulu no entendía.

La luz volvió a su mente un segundo y antes de no poder, definitivamente, parar, el japonés acercó la boca a la oreja del ruso y susurró:-creo que sé donde conseguir vodka. Te apetece que probemos? Podemos ir a mi habitación y seguir con esta fiesta con mas calma.

-Pretende emborracharme, siñor?- respondió susurrante el otro con un tono divertido- le advierto que puedo beber mucho.

-Eso a sonado a un "sí"- sonrió.