Hey, hey ya estoy aquí. A ver todavía no he terminado mis exámenes, aún me quedan dos por desgracia, pero estoy mega saturada y necesito despejarme, os prometo que lo estoy pasando mal. Pero ¿cómo de mal? Mal de haber perdido peso en dos semanas, así de mal… Pero bueno, el caso es que como he dicho necesito desconectar un poco y por eso he decidido empezar otro fic. Creo recordar que me estaba planteando hacer un fic lleno de música hasta los topes… pues aquí lo tenéis . Llevaba bastante con esta idea en la cabeza y por fin la voy a sacar a la luz. Va a ser un poco tirando a bastante OOC, pero bueno, espero que no os importe que cambie un tanto las cosas y que disfrutéis con esta historia.
Y, como siempre, iCarly no me pertenece.
Sam. Ese es mi nombre. Sam a secas. No, no soy un chico, soy una chica. Rubia, ojos azules, ni muy alta ni muy bajita… Soy delgada pero no excesivamente, tengo curvas no soy un palo. No soy como todas las chicas, soy peleona, adoro la lucha libre y comer. Cuando como soy peor que una jauría de lobos hambrientos. No soy buena estudiante. Tengo la habilidad o el defecto de encontrarle el doble sentido sexual a todo. No fumo, no bebo y no me drogo. Bueno… si a estar todo el día escuchando música se le considera drogarse… entonces soy una drogadicta de las peores.
Sí, adoro la música. Toco la guitarra de forma aceptable, aunque todavía me queda mucho por delante. Pero lo que de verdad me gusta es cantar, estoy todo el día cantando. TODO. Me sé infinidad de canciones, es poco probable que me digan el nombre de una canción y no la conozca. Sin duda mi estilo es el rock, no le hago ascos al resto de géneros, pero donde esté una guitarra atronadora, un bajo que haga temblar los cimientos de un edificio, una batería de infarto y una buena voz… que se quite todo lo demás.
¿Qué más…? Ah sí. Chicos. La relación más larga que he tenido ha durado un mes. Todos los chicos con los que he estado me han dejado a las dos semanas o antes. ¿Por qué? Pues porque al ser rubia de ojos azules todos se creen que voy a ser como todas las rubias de ojos azules… ya sabéis… que sobreviviría a un holocausto de zombis come cerebros. Pero luego se dan cuenta de cómo soy y me dejan por nada más y nada menos que…
Mi Mejor Amiga. Carly Shay.
Sí. Carly es el prototipo de chica perfecta para todo tío que se precie. Alta, delgada, morena, ojos negros, labios carnosos, una media de matrícula de honor en sus notas, dulce, finolis… Vamos que es todo lo contrario a mí.
Y ahora diréis, si no hace más que robarte los novios… ¿por qué la sigues llamando mejor amiga? Pues porque la quiero… aunque secretamente me lo he preguntado más de mil veces. El caso es que ya no lo va a hacer nunca más, primero porque estoy soltera y ahora mismo paso un poco de los chicos; y segundo porque está que no caga con su novio Gibby.
Os lo describo. Le saca como dos cabezas a Carly, está regordete, se pasa la mayor parte del tiempo sin camiseta, suelta frases sin sentido en momentos inoportunos. Si alguna vez dice algo, te aseguro que no tendrá nada que ver con el tema del que se está hablando. Raras veces dice cosas coherentes. No es mal estudiante, pero tampoco es nada fuera de lo común. Y tampoco es el chico más guapo del mundo, ni el que mejor cuerpo tiene. ¿Os hacéis una idea de cómo viene a ser el príncipe azul de mi mejor amiga? ¿Sí? Muy bien, ahora me podéis hacer las preguntas que queráis.
…
¡Exacto! Yo también me pregunto seriamente que hacen esos dos juntos. ¿Verdad que son raros? Una princesa con un príncipe a medio camino entre el sapo y el hombre. Pero qué le vamos a hacer. La chica está enamorada.
Y bueno, esa soy yo. Una chica poco común que ahora mismo está sentada en el sillón del salón de Carly viendo una peli, mientras ella y Gibby se comen la boca sin cortarse un pelo.
-Os podríais cortar un poquito ¿no? – Dije algo incomoda después de haberme callado durante media hora.
-No seas corta rollos Sam – Se quejó Gibby.
-El rollo me lo estáis cortando vosotros a mí. Enrollaros cuando yo no esté delante, os lo he dicho mil veces. No me resulta agradable escuchar esto durante todo el día – Empecé a imitar los sonidos de succión que hacían ellos dos.
-Para Sam, eso es asqueroso – Se quejó ahora Carly.
-¿¡Ahora entiendes a lo qué me refiero? – Solté algo exasperada, golpeando los reposabrazos del sillón con las palmas de las manos.
-Nosotros no exageramos tanto.
-¿Quieres que lo grabe y verás si exagero o no?
-Sam, eres mi amiga y te quiero pero… Cállate – Sentenció Carly volviendo a girarse hacia su novio para seguir a lo suyo.
Sin poder aguantarlo, saqué mi iPod del bolsillo, me puse los auriculares de los cuales ya salía música y me fui a la cocina. Abrí uno de los armarios, cogí el bore de Nutella y una cuchara y empecé a comer.
Sí, me gusta la Nutella, ¿se nota? También me encanta el jamón, el bacon, la carne en general.
Miré de nuevo hacia el comedor y comprobé que los dos tórtolos habían pasado de estar sentados a estar uno encima del otro, así que saqué la peli del DVD y me subí al último piso para poder acabar de verla con tranquilidad.
La habitación del tercer piso era una especie de estudio completamente vacío. A pesar de eso Spencer, el hermano mayor de Carly que era artista, lo había decorado poniendo monos de plástico en la pared, medio coche que había encontrado en el desguace hacía de sofá… Las mil y una locuras. Me encantaba ese sofá, pero la mente pensante de Spencer lo había puesto debajo de la tele, así que no lo podíamos gastar para sentarnos a no ser que no quisiéramos mirar hacia la pantalla; por eso habíamos puestos unos pufs para poder sentarnos.
Puse la peli, cogí el mando y me dejé caer en uno de los asientos sin dejar de devorar aquel manjar de lecha, cacao, avellanas y azúcar.
-Hablamos de grupos de rock. ¡Led-Zeppelin! – Dije a la vez que Jack Black.
Estaba viendo escuela de rock. Era una de mis películas favoritas y Jack Black es también uno de mis actores favoritos. Jack Black y bandas de rock clásico… una combinación perfecta. Había visto tantas veces la película que ya me sabía hasta los diálogos de memoria.
Cuando llegó el momento de la canción final, cogí una de las guitarras eléctricas que había en el estudio y me puse a saltar y correr por toda la habitación, como si yo misma estuviera en ese escenario. Estar en un grupo de rock, subir a un escenario y tocar y cantar delante de cientos de personas. Eso es como un sueño para mí.
Un sueño imposible debido a los pocos grupos de música que hay en la ciudad. No tengo pánico escénico, la vergüenza no está en mi vocabulario la verdad, así que eso no sería un impedimento para mí a la hora de volverme loca delante de la gente. Pero como ya he dicho, no hay muchos grupos en Seattle, y si los hay, no buscan otro miembro.
Intento no frustrarme mucho con eso y pienso que si mi destino es subir a un escenario, algún día lo conseguiré. Estoy segura de ello.
La película terminó. Dejé todo como estaba al principio y bajé de nuevo al salón. Carly y Gibby no estaban allí. Seguramente el ambiente se ha caldeado y han decidido trasladar la diversión al dormitorio de Carly. Desde luego, esos dos parecen conejos.
Cogí mi chaqueta y, con el bote de Nutella todavía en la mano, salí del apartamento en dirección a mi casa.
Ya se había escondido el sol, por lo que hacía más frío que aquella mañana de enero. Me encasqueté bien el gorro en la cabeza, me puse los mitones, me subí la cremallera de la chaqueta hasta arriba, me puse los auriculares y empecé mi caminata de media hora hasta llegar a mi casa.
Soy una persona algo… vaga por naturaleza, pero andar no me suele disgustar, me despeja la cabeza de todo. Hace bastante frío, pero prefiero aguantarme a tener que pagar una fortuna por subir a un autobús maloliente lleno de gente que no hace más que quejarse. Iba pensando en mil cosas. En el futuro, en el verano, en el buen tiempo, en mi amistad con Carly… en todo un poco. Y tan sumida iba en mis pensamientos que no vi el folleto que una fuerte ráfaga de viento arrastraba hacia mí hasta que se me estampó directamente en la cara.
-Típico de una escena de una película de comedia barata – Gruñí quitándome el folio de la cara.
Lo solté y al hacerlo me arrepentí, pues me pareció ver de refilón una guitarra eléctrica y una batería. Así que, sin pensármelo dos veces, salí corriendo detrás del papel arrastrado por el viento con tanto ímpetu que parecía que fuera persiguiendo un billete de 500 dólares.
Cuando por fin conseguí alcanzarlo, lo abrí y, efectivamente, había una guitarra eléctrica y una batería. No solo eso, se veía a una banda de rock encima de un escenario y en letras enormes se podía leer:
SE BUSCA CANTANTE. ENTRE 18 Y 21 AÑOS. NO IMPORTA QUE SEA HOMBRE O MUJER.
AUDICIONES EL SÁBADO 21 A LAS 12 DE LA MAÑANA. POLÍGONO INDUSTRIAL JUNTO AL PUERTO.
NO PODÉIS DEJAR PASAR ESTA OPORTUNIDAD. OS ESPERAMOS.
No me lo podía creer. Leí aquello un millón de veces para asegurarme de que no estaba alucinando por culpa de la Nutella, incluso me pellizqué para comprobar que era verdad. Al sentir el dolor en mi brazo, la pregunta del millón vino a mi cabeza:
-¿Me presento?
Hasta aquí. ¿Qué tal? ¿Os gusta? ¿La corto y no la sigo?
Siento si hay alguna rubia de ojos azules a la que le ha sentado mal lo del holocausto zombi, pero es una expresión que siempre me ha hecho mucha gracia. Si alguna se ha sentido ofendida lo siento. Después no sé si en Seattle hay puerto, pero como no se me ocurría un buen nombre para una calle y me ha parecido que lo del puerto está bien jejejeje.
Cambiando de tema… me parece fatal que hayan cerrado Megavideo, muy fuerte. El mundo está loco. Repito. LOCO.
Y bueno, nada más que decir salvo que, como siempre, dejéis vuestros reviews con lo que queráis, estamos en un mundo libre.
Nos vemos en el siguiente capítulo.
Besos ^^