DESTINOS ENCONTRADOS

Los personajes pertenecen a S. Meyer. La historia es de mi autoría y está registrada bajo derechos de autor. La copia y/o distribución de la misma se consideraría plagio. Código de la historia 1206121797990

RESUMEN

Bella, una chica rellenita y con complejos, huye de Forks tras una experiencia traumática, humillada y avergonzaday repudiada por sus padre. Cinco años después no queda rastro de esa Bella, guapa, deseada y adinerada se encuentra con el epicentro de sus males y temores: Edward. Una mezcla de drama y romance. M por futuros lemmons.

PRÓLOGO

¿Cómo pude ser tan tonta? ¿Cómo me pude creer todas esas mentiras y engaños? Como una maldita imbécil caí en la trampa y lo peor de todo es que todos se enteraron de mi error. Fui estúpida. ¿Cómo pude llegar a pensar que él podía sentir algo por mi? Por su culpa tuve que marcharme lejos, perdí todo lo que tenía. Intenté olvidarle, crear una nueva vida lejos de todo...Lo que nunca me imaginé era que le iba a tener tan cerca después de tanto tiempo...

CAPITULO 1 NUEVA VIDA

Me despertó el teléfono, aunque no lo cogí de inmediato; tenía la vaga esperanza de que, quienquiera que fuese, se calsase y colgase. Pero no tuve tanta suerte. El maldito aparato siguió sonando hasta que no me quedó más remedio que alargar la mano hacia la mesilla. Al mirar la pantalla de mi móvil ahogué un improperio en mayúsculas. Rose. ¿Cómo no me lo había imaginado? Siempre me hacía lo mismo, trabajaba como mi despertador personal...Sabía que llegaba tardisimo a casa que aprovechaba las mañanas para dormir, aunque eso a ella parecía darle lo mismo. Siempre era ella la que me despertaba. Apreté la tecla verde de descolgar con más fuerza de la necesaria.

- ¿Qué tripa se te ha roto? - espeté.

- ¿Tienes ese humor de perros todas las mañanas o simplemente es que hace mucho tiempo que no echas un casquete? - rodé los ojos. Rose, tan fina como siempre.

- No, sólo me levanto de mal humor cuando amigas toca pelotas me despiertan en mitad de un lindo y reparador sueño. Y en cuanto al casquete...tampoco hace tanto. Un par de semanas.

- Una eternidad – murmuró mi amiga – En fin, te llamo para invitarte a desayunar, a ver si se te suaviza un poquito el carácter.

- Está bien – dije mientras me levantaba de la cama - ¿Dónde siempre?

- ¡Claro! ¡Hasta ahora!

Colgué el teléfono y no pude evotar sonreir. Rose era imposible, pero era muy buena amiga.

Rosalie Hale era hija de uno de los hombres más ricos de Florida; era dueño de varios hoteles de cinco estrellas y de varios restaurantes. De echo era dueño de la urbanización de lujo en la que yo vivía. Rose trabajaba con su padre ayudándole en la administración, se encargaba de todo tipo de papeleo, desde las nóminas de la multitud de empleados que tenían, hasta de los contratos de los alquileres. Tenía tantas propiedades y hoteles que administrar que necesitaba una plantilla al completo para ayudarla.

Era increíble a simple vista que Rose se dedicase a ese trabajo. Su físico hacía volar la imaginación. Parecía más una modelo de ropa de baño que una administrativa responsable. Era alta, rubia y con los ojos azules, y era un encanto moentras no le tocases mucho las pelotas.

A regañadientes me metí en la ducha y me arrglé. Me puse un vestido blanco ligero y unas sandalias bajas de diseñador; apenas había dormido un par de horas y no estaba de humor para lidiar con unos tacones a estas alturas de la mañana. Me peiné con una coleta y me maquillé ligeramente. Me puse mis gafas de Channel y cogí las llaves de mi coche.

Ah, mi coche...Mi BMW m3 descapotable. Me volvía literalmente loca. Cuando fui a comprarlo Rose insistió en que lo eligiera rojo, pero descarté la idea rápidamente. Mi anterior coche, la camioneta que me regaló mi padre hacía mil años, era roja, o al menos lo fue en sus años espléndidos. No quería nada que me recordase a mi anterior vida. Así que decidí comprarlo en un brillante y magnífico color negro onix.

Una vez me puse en marcha no tardé mucho en llegar al Hotel Luxor. Era uno de los muchos hoteles del padre de Rose y nuestro lugar preferido donde solíamos quedar para comer. Me bajé de mi coche y le tendí las llaves a Tyler, el aparcacoches. De las veces que le veía a la semana podíamos ser amigos íntimos.

Entré al restaurante del hotel y divisé la cabellera rubia de mi amiga. Estaba sentada en nuestra mesa habitual y en cuanto me vio me agitó la mano para hacerse notar.

- Necesito una dosis de cafeína con urgencia – dije sin apenas saludar mientras me quitaba las gafas.

- Buenos días, qué tal querida amiga, yo bien...- dijo Rose de manera irónica mientras yo rodaba los ojos. Pedimos al camarero lo de siempre y miré atentamente a Rosalie.

- ¿Para qué demonios me has llamado tan pronto? Sabes perfectamente que a partir del jueves trabajo hasta tarde.

- Lo se, lo se...- me miró pidiéndome disculpas – Pero es que...no sé...me apetecía estar contigo y eso – puso cara de niña buena, aunque no se lo creía ni ella.

- Suéltalo – dije mientras untaba mermelada a mi tostada.

- Vale – botó dos veces en su silla, lo cual quería decir que iba a soltar una bomba de las suyas. Prepárate, Bella – El otro día cerré un contrato para un piso de su bloque – la miré con cara de no entender - ¡El chico! ¡Estaba buenisimo! - gritó haciendo que varias personas con ademanes finos se giraran y nos miraran mal - ¡Es genial! ¿No?

- ¿Me has hecho madrugar para decirme que va a venir un tío bueno a mi edificio? - le pregunté con una ceja alzada.

- ¡Sí! - dijo dando botes de nuevo en su silla haciendo que las ondas de su pelo rebotaran de manera infantil.

- Increíble – musité.

- ¿Qué? - preguntó ofendida.

- Que esto mismo pasó hace tres meses con Nick, el del edificio de al lado, y hace dos meses con Brian y hace un mes te pasó con Kevin...¡Joder! Sólo te faltan dos para tener a los Backstreet Boys al completo – dije de forma irónica mientras seguía ocupándome de mi tostada.

- Bah, este tío no es igual...a su lado los demás eran los enanitos de Blancanieves...- dijo con ojos soñadores.

- ¿Y cómo es el Don Juan, si puede saberse?

- Oh, es alto, fuerte...demasiado fuerte. Tiene unos brazos enormes, ufff...como lo tenga todo igual...- no pude evitar que una sonora carcajada saliera de mi boca – Y tiene un culo...además – me miró y sonrió – No venía sólo, iba con un chico rubio bastante atractivo. Quizás te guste, podríamos quedar en plan parejas...

- ¿A qué piso vienen? - pregunté ignorando por completo la indirecta de mi amiga.

- Los tendrás cerquita – dijo con una sonrisa pícara – al tercero C, a dos puertas de tu casa.

- Sólo espero que no líen muchas juergas...yo duermo y esas cosas, ¿sabes? - dije mientras cogía mi taza.

- Seguro que Emmet sabe comportarse.

Dejé la taza sobre la mesa con un poco más de fuerza de la necesaria. Emmet. Hacía demasiado tiempo que no escuchaba ese nombre...Y definitivamente Emmet no era un nombre muy común en los tiempos de ahora y menos en un chico jóven. ¿Podría ser él...? Noté que una gota de sudor me recorría la nuca hasta perderse por mi espalda. Y aunque lo achaqué al calor de Miami en el fondo sabía que no tenía nada que ver con el clima. No, definitivamente no vayas por ahí Bella. Emmet en el mundo puede haber muchos, sería mucha casualidad y...

- ¿Estás bien? - me preguntó mi amiga interrumpiendo mi debate mental. Cuando alcé los ojos me encontré con su mirada preocupada.

- ¿Dices que venía con otro chico?

- ¿Emmet? - asentí – Sí, ya te digo un rubio muy guapo de ojos azules – suspiré levemente ante la mención del color de sus ojos.

- ¿Sabes cómo se llama?

- Mmm, Casper o algo por el estilo...¿Por qué? ¿Pasa algo? - preguntó frunciendo el ceño.

- No, no es que...bueno, una vez conocí a un chico que se llamaba...da igual – batí la mano entre nosotras para restarle importancia.

- Estás un poco pálida, Bella...¿estás bien? - preguntó Rose.

- Sí...supongo que he dormido muy poco...

- Bueno, como te iba diciendo...Creo que voy a entrarle. Total...¿qué puedo perder? Además vi perfectamente como me miraba las tetas – sonreí ante las palabras de mi amiga – Y si a ti no te gusta el rubio podemos probar con el otro.

- ¿Otro?

- El otro chico que va a vivir con ellos. Son tres amigos.

- ¿Sabes cómo...es? - pregunté algo nerviosa.

- No, no lo sé, no le he visto...pero como sea como los otros dos, nena...me tendrás a cada rato en ti casa para poder verles – intenté sonreir. Quizás sólo me estaba poniendo un poco paranoica – Bueno, dime...¿cómo es que hace dos semanas que no echas un polvete? - sonreí ante el cambio de tema de mi amiga. Lo agradecía.

- No se va a acabar el mundo por ese pequeño detalle, Rose – dije sonriendo.

- Vamos...el sexo es muy bueno para la piel...¿Pero qué pasó con John? Ese chico estaba como un tren – dijo mi amiga mordiendo su tostada.

- Bueno...estaría como un tren, pero tampoco era para tanto...- dije quitando importancia al tema.

- ¿Era un picha floja? - de nuevo las señoras de la mesa de al lado nos miraron mal.

- No, más bien era un picha pequeña – Rose se atragantó con el café debido a las carcajadas – Además...no quiero nada serio con nadie...

- Eso es, así se habla. ¿Por qué conformarte con un tío cuando puedes tener a varios?

Estuve tentada a tirarle a la cara parte de mi desayudo, pero descarté en seguida la idea; estábamos en un sitio fino y elegante, así que me comportaría como la señorita que era. Dejaría para más tarde la venganza.

Rose y yo alargamos tanto nuestro desayuno que cuando quisimos darnos cuenta era casi a hora de la comida...así que comimos juntas. Pasamos parte del día bromeando y riendonos de todo y de nada. Agradecía estos momentos con mi amiga.

Después de comer hice acopio de toda mi fuerza de voluntad y me levanté de la mesa. Necesitaba descansar un poco esta tarde antes de irme a trabajar esta noche...a saber a qué hora terminaríamos.

Si hace algunos años me hubieran dicho en lo que trabajaría sin duda me hubiera reído a carcajadas. Sinceramente era una de las cosas que no veía para mi futuro, pero en fin...la gente cambia. Era increñible como en algunas personas podía obrarse el cambio. Pasé de ser una don nadie a la que todos humillaban e insultaban a ser la maldita dueña de la noche de Miami.

Cuando llegué a casa simplemente me tiré sobre la cama para intentar dormir un rato antes del trabajo, pero al parecer este era el día de las malditas llamadas de teléfono. Por segunda vez en menos de doce horas el puto aparato me despertaba de mi fantástico y reparador sueño.

Así que me levanté tremendamente enfadada de la siesta. Sólo esperaba que no volviera a ser Rose porque si era ella esta vez su manicura francesa no sobreviviría. Pero no. Era Sam, mi jefe/amigo.

- ¿Sí?

- Bella, soy yo...¿Te he despertado? - preguntó con miedo.

- No importa – dije mientras rebuscaba en mi bolso el paquete de tabaco – Dime.

- ¿Te podrías pasar por aquí un poquito antes? Me gustaría hablar contigo de algo.

- Claro...¿te viene bien sobre las nueve y media? - dije mientras me encendía un cigarro.

- Me viene perfecto...y Bella...sabes que fumar es malo para la salud – sonreí. San me conocía tan bien que a veces me daba miedo.

- Sam, algún día serás un padre perfecto – oí como se tosía a través de la línea - ¿Estás bien?

- Sí...bueno...te veo en un rato.

Tenía el tiempo justo para arreglarme. Tras salir de la ducha me peiné mi parga melena marrón en perfectos rizos dejando que cayeran libremente por la espalda. Maquillé mis ojos dando profundidad a la mirada y me pinté los labios de rojo. Dudé ante el armario vestida con tan sólo mi bata de seda mirando los dos vestidos que tenía ante mi; dudaba entre un vestido negro de palabra de honor de Dios o un vestido ajustado rojo de tirantes de D&G. Finalmente me decanté por el segundo. La ropa que llevaba me iba a durar bien poco puesta, pero de todos modos tenía que tener siempre una imagen super cuidada. Terminé de rematar el modelo con unos maravillosos peep toe Loubutin negros con plataforma. Me perfumé, cogí mi bolso y salí hacia mi trabajo.

¿Que donde trabajaba? Pues ni más ni menos en el Forbidden Paradise, el local más de moda de todo Miami. La gente hacía colas interminables para tomarse una copa y ver el espectáculo. ¿Que en qué consistía? Muy sencillo, yo bailaba al son de la música...mientras me desnudaba. Algo así como una gogo caliente al más puro estilo pin up, con corsets super ajustados y medias de encaje. Sí, eso hacía de jueves a domingo por las noches. Después de completar mi número bajaba con la gente, me relacinaba con ellos, me dejaba fotografiar...una especie de relaciones públicas. Y he de decir que mi trabajo estaba muy bien pagado. Sam me ingresaba todos los meses una pequeña fortuna ya que el negocio iba viento en popa. Gracias a ese sueldo mantenía el altísimo novel de vida que llevaba.

¡Y pensar que en un principio había entrado allí como camarera! Abandoné mis pensamientos cuando me bajé del coche y vi a Jacob. Jacob era un chico enorme, un armario de tres puertas que trabajaba como gorila. La verdad es que no le pegaba nada el traje negro que llevaba para trabajar; parecía un mafioso. Sonrió cuando me vio.

- Hola, mademoisselle – y me hizo una cómica reverencia.

- Monsieur – le devolví el gesto.

- Muy guapa, como siempre – miró el reloj y frunció el ceño - ¿Qué haces aquí tan temprano?

- El jefe quiere verme...a ver qué tripa se le ha roto – bromeé.

- Grita si necesitas mi ayuda, siempre estoy dispuesto a salvar a una bella dama – bromeó de vuelta mientras entraba al recinto.

El Forbidden parecía un sitio completamente diferente sin la gente, sin la música y sin las luces. El lugar era enorme, y contaba con dos plantas. Abajo estaba la pista y el escenario en el que los go gos y yo trabajábamos además de dos barras de bar. En el piso de arriba Sam había mandado instalar unos privados bastante peculiares; constaban de unos divanes blancos al más puro estilo chill out con muchos cojines que estaban separados del resto por medio de finas cortinas blancas. Por fuera parecía una cama con dosel. A mi al principio me había parecido de lo más raro, pero la verdad es que a la gente le gustaba y le daba morbo ese rollo ibicenco.

Era arriba a donde me dirigía ya que el despacho de Sam estaba allí. Llamé a la puerta y entré. El despacho era muy grande y estaba exquisitamente decorado. La mesa de caoba sostenía un ordenador último modelo y en las paredes había estanterías con los tomos de las cuentas y de la administración del local.

Sam estaba tras su silla, como siempre, Lo que me sorprendió fue ver a Emily, su mujer.

- Hola – saludé a Emily dándole dos besos en la cara y le pegué un codazo a Sam a modo de saludo – Aquí me tienes.

- Hola, Bella. Siéntate, por favor – miré a Emily cuando se puso de nuevo al lado de Sam y le pasó el brazo por los hombros – Bueno...tengo varias cosas que decirte.

- Adelante – le animé sonriendo.

- Bueno...- se le notaba a la legua que estaba nervioso – Verás...Emily y yo estamos embarazados.

Embarazados...vaya. Por unos momentos mi corazón dolió, no es que no me alegrara, todo lo contrario. Emily y Sam eran unos amigos muy buenos y me querían como yo a ellos...pero...

- Me alegro mucho – dije sinceramente – De verdad.

- Gracias – sonrió – Vale...ahora viene lo difícil...

- Oh, venga...no creo que te resulte muy complicado cambiar pañales y preparar biberones...- intenté bromear.

- No...supongo – se rascó la cabeza – el caso es que ahora que Emily está embarazada no quiero que pase mucho tiempo sola...ya me entiendes...Este trabajo es muy sacrificado y pasamos prácticamente toda la noche aquí. No quiero que a Emily le pase nada por no estar a su lado...

- Es un exagerado – dijo Emily – Sólo estoy de tres meses...¡Ni que fuera a nacer ya!

- No, Emily...Sam tiene razón...debería de trabajar un poco menos para estar más tiempo contigo – la sonreí.

- Es por eso por lo que quiero delegar mi trabajo. Por al menos un año necesito un encargado para el Forbidden – le miré con cara de no entender – Quiero que seas tu – abrí mucho los ojos.

- ¿Yo? Pero...¿por qué?

- Bella, la gente te adora. Vienen a verte actuar, a estar contigo...y tu eres amable con ellos. Eres muy conocida y la gente te quiere. Además, el trato con tus compañeros es impecable. Se que eres la mejor para ser la encargada. Todos te respetan mucho y yo confío plenamente en ti.

- Ufff, me siento un poco abrumada...¿Qué se supone que tengo que hacer?

- Bueno...para empezar me gustaría que siguieras actuando. Sin ti no sería el Forbidden – dijo sonriendo – Tendrías que hacerte cargo de los pedidos, de cuadrar los turnos de los chicos, además de hacer caja y encargarte del dinero. Del papeleo no tienes que preocuparte porque de ello ya se encarga el señor Banner.

- No se...es demasiada responsabilidad...

- Puedes pedirle ayuda a Jake si ves que lo necesitas...Vamos, Bells – oh, me llamaba por mi diminutivo, estaba perdida...- Sólo sería un día más a la semana...y el doble de tu sueldo actual – casi me atraganto yo sola. Si ya me pagaba una fortuna, el doble...

- ¡Joder! - exclamé haciendo que Emily se riera - ¿Estás seguro?

- Completamente.

- Pues...acepto – ambos sonrieron satisfechos.

- Perfecto, tengo tu nuevo ontrato preparado – dijo Sam visiblemente más relajado – Bueno, una última cosa...

- ¿Hay más? - dije haciendo que ambos rieran.

- Sí...nuevos chicos...

¿Nuevos chicos? - pregunté alzando una ceja.

- Sí, un camarero, un dj y un gorila – que necesitábamos camareros no era una novedad y otro gorila, como decia Sam, no nos venia nada mal para reforzar la seguridad ahora que venía la temporada alta, pero...

- ¿Un dj? ¿Y Eric?

- Eric está como una puta cabra. Dice que ha sentido la llamada de la naturaleza y que se va a ir de viaje por el Amazonas...con la de mosquitos que tiene que haber allí, no me jodas – Emily y yo nos reímos – Así que si quieres te los presento, están aquí para hablar sobre el contrato. Empiezan mañana.

- Por mi vale.

Me despedí de Emily y bajé con Sam al sótano. En un lado estaba el almacén y en el otro lado había una enorme sala donde estaban las taquillas donde los empleados dejaban sus cosas.

En plantilla había quince camareros, dos dj y diez gorilas, contando a los chicos nuevos. Oh, y a parte los gogos que animaban el cotarro. Éramos un equipo grande y el murmurllo de voces se iba acrecentando mientras íbamos bajando las escaleras.

Todos estaban hablando entre si en pequeños grupos, como siempre. Paseé mi vista mientras terminaba de bajar las escaleras...hasta que oñi un par de risotadas que me resultaron familiares. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que escuché esas risas...aún así eran inconfundibles.

Allí, a menos de tres metros de mi, estaba ellos. Los que me destrozaron la vida.

Aquí estoy con mi nuevo fic. Espero de corazón que os guste. Aviso que en este fic los personajes son un poco mal hablados...y creo que odiaremos a algunos personajes, al menos por el momento...Los tres primeros capitulos serán un poquito más largos hasta que nos metamos un poquito más en la historia...Dicho esto, espero que os guste!

Actualizaré los lunes y los miércoles, un besote!

EN EL PRÓXIMO CAPITULO

Bella Swan me fulminó con la mirada. Realmente no tenía nada que ver con la tímida, sumisa y fea chica rellenita que vivía en Forks. Todo rastro de Isabella había desaparecido para convertirse en esta belleza de hielo. Y si las miradas matasen, en estos momentos yo ya estaría en el infierno.

- No puede ser – susurró Emmet.

- Sí, sí puede ser. Soy yo, Swan la Gorda con mayúsculas – nos miró fijamente a los dos de arriba abajo – No sabeis cuanto lamento tener que soportaros. Ahora si me disculpais me voy a trabajar...