Interludio: Lo que ellas dejan atrás.


Ikuko Tsukino no es, ni nunca ha sido, una mujer tonta, siempre ha sido de la clase de persona con los pies en la tierra, de las que se mueven mientras los demás se sientan aterrados en sus lugares pero ahora mismo esa capacidad parece haberse evaporado.

Se habían marchado de la ciudad unos pocos días (¿Qué podía pasar en tan poco tiempo? Recordaba a ver pensado) dejando a buen recaudo sus hijos, en manos de su sobrino; un joven tan correcto como los puede haber.

No había contado con alguna situación que sobrepasara a Kazuo.

– ¿Mama? – La voz de su hijo suena débil, tan diferente a su acostumbrada actitud altiva – Serena… está bien ¿verdad? –Ella lo mira y abre la boca para asegurar algo que ella misma no sabe en ese momento.

El televisor esta encendido y en la pantalla un par de periodistas detallan el ataque a gran escala que ocurrió a tan solo unas calles de su casa, el ataque donde, posiblemente, su hija…

Mira a los ojos de Sammy y trata de pronunciar palabra pero no sale nada – ¿Mama? –el niño repito con voz tenue y ella ve el momento exacto en el que parece comprender sus temores.

–No– murmura después de unos segundo y su voz suena ligeramente ronca –No no no no–Su voz suena como un sollozo y ella puede sentir las lagrimas picar en sus ojos mientras intenta sujetar su hijo entre sus brazos.

Sammy se sacude y se echa hacia atrás, sus manos tratando de borrar el más mínimo rastro de lágrimas en su rostro – ¿Cómo puedes creerlo? – Espeta con rabia – ¡Serena está bien! ¡Tiene que estarlo! – su boca se cierra con la última palabra y un sollozo débil escapa por su garganta y si acaso el niño luce aun mas furioso consigo mismo por tal muestra de debilidad.

Mira hacia el suelo y luego desaparece por las escaleras, ella escucha el sonido de la puerta al ser lanzada.

Se lleva la mano hacia la cara y trata de deshacerse de sus propias lagrimas, pero el nudo en la garganta no se afloja ni un ápice.

El sonido de pasos llama su atención y con un último toque de esperanza mira a su esposo.

Kenji abre la boca una y otra vez, como si no pudiera pronunciar las palabras, finalmente niega con la cabeza.

Ella puede sentir su mundo derrumbarse y sus piernas de repente parecen estar hechas de gelatina; incapaces de sostener su peso y ella misma cae.

De repente Kenji la esta sujetando y murmura palabras que ella no alcanza a comprender.

Ella solloza abiertamente y su voz se escucha rota ante sus propios oídos –Mi hija… mi niña– repite las palabras una y otra vez.

¿Por qué no pude ser yo?


Andrew Furuhata estaba, comprensiblemente, sacudido después de haber atrincherado en el game center con tantas personas como las fue posible dejar entrar antes de tener que cerrar las puertas o enfrentarse a la misma suerte de los que habían dejado afuera.

Trago la bilis en su garganta el recordar no poder haber hecho otra cosa que mirar mientras un adolescente no mayor que el hermano de Serena era transformado en… algo.

Estaba francamente aterrorizado y tan pronto como la situación se había calmado había empezado a llamar compulsivamente a todos y cada uno de sus amigos, para asegurar su bienestar.

Por un momento todo parecía estar bien y luego había recibido la llamada de los Tsukino, Kenji-san con voz temblorosa le había preguntado por su hija y Andrew se había congelado; había atinado a negar antes de entrar en pánico; hasta el punto en que uno de los oficiales que rondaban el área había tenido que calmarlo.

Había tratado de recordar la mayoría de las amigas de Serena; era Rei de la única que tenía ninguna información pero cuando había llamado la sacerdotisa había negado con voz temblorosa, quizás por el miedo, saber nada de la chica rubia.

Ese había sido el momento en que se acordó de Darien, su mejor amigo al que él no debería haber olvidado llamar. Lo había recordado como una nota al margen una sombra oscura que siempre observaba a Serena con expresión amorosa mal disimulada.

Así que había llamado a Darien para ser enviado a la contestadora una y otra vez.

Es solo Darien siendo antisocial, se había dicho pero el mismo sabía que ni siquiera Darien estaba tan desconectado del mundo para no saber lo que pasaba y mucho menos era tan cruel como para no contestar sabiendo que Andrew debía estar en pánico.

Darien había estado desaparecido así que tal vez ni siquiera estaba en la ciudad, excepto que el pelinegro había estado allí antes; aunque fuera usando un nombre falso, quizás en venganza porque el cerebro de Andrew se negara a reconocerlos de momento.

Luego había visto la sangre cerca de la entrada del complejo de apartamentos y había hecho lo imposible para no empezar a imaginar mil y un escenarios que determinaran que la sangre derramada era de su amigo.

Había entrado al departamento para encontrarlo vacio, apenas recordando llamar a sus padres había decidido esperar allí a que Darien regresara.

Solo cuando la luna estuvo en su máximo punto y el reloj marco las doce, Andrew finalmente cedió.

Enterró sus manos en su cara y una imagen repentinamente invadió su mente; había estado imaginando como serian los hijos de dos personas tan diferente como lo eran Darien y Serena, y había acabado imaginando un par de niños que seguramente acabarían por envolver a su mejor amigo en su dedo meñique antes que pronunciaran palabra.

Eso ya nunca podría pasar, pensó sintiéndose ligeramente hueco; ni Darien, ni Serena parecían haber vivido lo suficiente para terminar tan juntos como Andrew sabia, merecían estar.

Apretó los dientes y se retrajo sus piernas y sintió sus brazos envolverse a su alrededor mientras enterraba su cara en sus piernas.

Y lloro, por la niña que había querido como si fuera su propia hermana; por el hombre solitario que había admitido que él era su familia.

Lloro por lo que había querido para ellos y por lo que ya nunca seria.


Lo primero que hizo la Dra. Mizuno cuando llego a su casa fue buscar casi desesperadamente por su hija, sabía de antemano que no la encontraría, pero nadie podría culparla por tratar.

Era ya casi media noche y había estado en el hospital hasta tarde tratando de salvar a todo aquel que no había tenido ya un destino fatal.

Había tratado de llamar a casa más de una vez, ya no recordaba ni cuantas veces había llamado, para que solo le respondiera el sonido de la mecanizada voz de la computadora.

Cuando no encontró a su hija, tomo un soplo de aire y luego procedió a sentarse al lado del teléfono y proceder a llamar a cualquier clínica, ambulatorio o hospital en la cercanía; describiendo a su hija.

–Lo siento mucho– repitió la decima voz y ella apretó el auricular contra su oreja.

Esa había sido su respuesta "Lo siento mucho" porque sabían lo que probablemente significaba el no poder encontrar a su hija después de aquel desastre.

Saeko Mizuno se recostó contra el respaldo del sofá mientras analizaba las posibilidades, de repente deseo haber prestado más atención a las amigas de su hija; al menos así tendría alguna idea de por dónde empezar a buscar.

Quizás su hija se había entretenido y…

Resoplo, eran las una de la mañana, si de verdad Amy se hubiera entretenido ya habría llamado cuando mínimo…

Tomo aire una vez mas y se obligo a calmarse, no había porque desesperarse su hija podría estar bien.

Se dijo eso a si misma y luego procedió a realizar una acción que demostró cuan desesperada estaba; hablar con alguien con quien no se comunicaba desde que Amy tenía seis y fue capaz de llamar su propio padre, sin la necesidad de que la misma Saeko interviniera.

– ¿Ken? Es Saeko –dijo nada más el otro contesto –Se trata de Amy…–


–Minako si estas en alguna cita, tu y yo vamos a tener un problema –hizo una pausa y agrego– en realidad, si estas en una cita puede que esté tan feliz como para no matar al idiota que puso sus ojos en ti–

Su teléfono soltó un pitido y una voz mecanizada le informo que se había alcanzado el límite en la memoria.

Akira Aino frunció el ceño a su teléfono celular y luego se volvió hacia su asistente – ¿Para cuándo mi vuelo? –

–En dos horas, señor– y debió encontrar algo en su mirada, porque se apresuro a añadir– Fue lo más pronto que pude encontrar–

Dos horas de espera, once más en el vuelo y el no tenía noticias de su hija.

Ninguno de sus amigos en Japón parecían capaces de ubicarla y con las inquietantes noticias de Azuba…

Se sentó y trato de quitarse el sudor de la cara, podía sentir su pie moverse sin su permiso en un gesto nervioso.

Sus dientes se apretaron y el trato inútilmente de contener las lagrimas que amenazaban con empezar a derramarse, no quería llorar, no quería admitir lo que su mente le susurraba, la idea de que su única hija, su princesa estuviera…

Soltó una risa hueca que logro que la mujer que actuaba como su asistente lo mirara con preocupación – ¿Señor Aino? –

Un sentimiento familiar broto en su interior y su estomago se revolvió cuando pronuncio las palabras en un tono casi tranquilo – ¿Sabes porque Mina esta en Japón?–se rio una vez más– Yo la mande allí porque me pareció que Inglaterra empezaba a ser peligroso para ella–

El vacio en su pecho pareció crecer; Minako era la única familia que tenia, lo único que le quedaba.

Sintió la humedad en su rostro y se dio cuenta de que estaba llorando.

–Mi culpa– sollozo– Dios Mina, por favor ella no–


Muy bien gente, aqui estamos con este pequeño interludio que no podía dejar de escribir, un poco corto pero también pronto :D

Muchas gracias por comentar:

Saori-luna: A mi tambien me gusto esa parte, de allí este pequeño agregado.

Faby Amy Mizuno: gracias por leer :D

Diana patricia535: que bueno que lo hayas disfrutado, disfruto haciendo emocionar gente aunque rara vez lo logro :D

Emilia Tsukino: Bienvenida a mi historia y muchas gracias por agregar a favoritos, de verdad agradezco el comentario; me gustan las criticas constructivas dicho esto tengo que estar en desacuerdo contigo; acabo de releer el capitulo para asegurarme de no haberlo sobrecargado con información y en esencia se presentan tres hecho básicos para y no parecen presentarse muy bruscamente, quizás el ritmo podrá ser rápido pero dada la situación se entiende; ninguno de ellos tiene mucho mas tiempo para tratar de realmente distraerse de la situación o están en el estado de animo para hacerlo. Sin embargo mi percepcion puede estar comprometida por tratarse de mi propia historia y si puedes explicarme el porque no lo entiendes mejor te lo agradecería aun mas.

Nos leemos :D