Disclaimer: Todos los PERSONAJES/LUGARES/NOMBRES de la serie HARRY POTTER son propiedad de Joanne K. Rowling, Warner Bros, etc.

Hola gente! Esta historia es una de las historias que me viene dando vuelta en la cabeza hace años y me decidi a hacer el primer capitulo. Ojala tengan ganas de leer otro Harry y Ginny! Sigue el canon menos lo que pasó en el sexto libro con la relación entre ellos, con esto quiero decir que esa relación nunca existió, por lo menos para este fic jaja. Sin nada más que agregar los dejo con el primer capítulo.


Por eso te quiero

Sinopsis:

Harry Potter es un buscador estrella de Quidditch. No le falta absolutamente nada: tiene dinero, fama y hasta alguien a quién querer. Pero un pequeño detalle de su pasado puede estropearlo todo. HG

Capitulo 1

La conferencia

What the hell am I doing here? I don't belong here.

El reloj indicaba las ocho y cuarto de la mañana. La enorme alcoba estaba apenas iluminada por un hilito de luz solar, que era uno de los primeros del amanecer. El cuerpo inusualmente bronceado de un joven se movió entre las sábanas, murmurando cosas ininteligibles, en alguna parte de los sueños. Se podía decir que era habitación realmente lujosa. Los pisos eran de un espejado mosaico color crema. La cama amplia, de dos plazas y media tenía un elegante respaldar negro. A los costados, dos vidriadas mesitas de luz con grandes lámparas color bronce. En frente de la cama, había un televisor enorme pantalla plana. Alrededor de él, varios portarretratos con fotos que se movían. Otras fotos eran estáticas y quienes estaban en ellas sonreían ampliamente. En una estaba con Ron y Hermione, otras Molly y Arthur y otras los gemelos.

El reloj sonó con una melodía y Harry lo apagó de un manotazo, farfullando. En eso, un elfo entró en la habitación. Harry alcanzó a distinguirlo con un ojo entreabierto.

-Stinky vino a despertar al Señor Potter – dijo el elfo, incómodo por tener que despertarlo- Debería levantarse ya, señor Potter. Stinky debe recordarle que debe reunirse con los fabricantes de escobas y más tarde tiene una conferencia de prensa en el Ministerio- Harry se sentó en la cama, en boxers, pero no dijo nada. Odiaba hablar apenas se levantaba. Siempre estaba de malhumor en ese momento del día. Y la exhaustiva manera de expresarse de ese elfo doméstico, lo exasperaba de manera alarmante. – Stinky quiere informarle que el señor Potter tendrá el desayuno en la cocina, cuando lo desee.- Stinky hizo una pronunciada reverencia, esperando que Harry diga algo.

-Muy bien- sólo contestó con voz ronca- Iré a darme una ducha, no me interrumpas ni aunque se caiga el cielo, Stinky.

-Stinky no sería capaz de eso. Ni se le ocurriría molestarlo, señor Potter, quédese tranquilo. – Contestó el elfo haciendo otra vez una reverencia.

Harry se duchaba mientras sus tripas rugían de hambre. Él si que había sabido aprovechar su fama. Multiplicó con creces la fortuna que heredó de sus padres, invirtiendo en negocios de escobas. A sus veinticuatro años era el dueño de FLY, la cadena de escobas más importante del mundo mágico. Al principio no fue nada fácil y perdió mucho capital. Pero después de gratos esfuerzos los frutos aparecieron y el negocio empezó a funcionar. En FLY vendían escobas, alfombras voladoras, elementos de Quidditch y demás accesorios para otros deportes mágicos. Por último y no por ello menos importante, Harry era buscador del equipo de Puddlemere United. Lo habían transferido por una cifra descomunal de varios millones, dinero del cual el había cobrado una buen porcentaje.

Su vida amorosa había sido bastante turbulenta. Harry había estado con muchísimas mujeres aprovechando su fama. No podemos descontar el hecho de que el ya era famoso por haber destruido al más temible de todos los magos: Lord Voldemort. Es por eso que capitalizó su fama para tener las primeras experiencias sexuales… Harry había perdido la cuenta de la cantidad de mujeres con las que se había acostado desde sus quince años. Las recordaba como relaciones ocasionales donde se acostaba con mujeres hermosas luego de hablar dos palabras, después fiestas u otro tipo de eventos; al otro día, se iba antes de que ellas despierten. Harry supo ser un mujeriego empedernido. Pero esa etapa había terminado.

Ahora estaba felizmente de novio con una modelo muy famosa del mundo mágico, llamada Kristen Dashwood. Era una chica de cabello rubio, alta y bastante tranquila. Harry la amaba, ella le permitía salir las veces que quisiera con sus amigos, festejar sus jugadas y vivir a su antojo. Además, era una mujer ubicada. Se sentaba en las gradas para verlo atrapar la Snitch, y sonreír ante las cámaras. No era como esas mujeres que pretendían cosas de propias de un "príncipe azul". No, Kristen era una mujer bastante permisiva, que no invadía su privacidad en lo absoluto y lo dejaba ser él mismo. Y esa cualidad era lo que Harry más amaba de ella. Él nunca había conocido una mujer así…

Salió entró a su habitación con el torso mojado y una toalla anudada en la cintura. La cama ya estaba hecha nuevamente y sobre ella había ropa envuelta en papel transparente. Una chomba blanca y un pantalón deportivo. Ambas prendas eran nuevas. Harry vestía prendas recién sacadas de fábrica para una ocasión como la conferencia de prensa, porque la marca era su sponsors. Se vistió rápidamente y luego tomó un frasquito de perfume francés, de los cuales se consideraba todo un fanático, y se hecho generosamente. Al olerlo, temió haberse confundido de frasquito, pero no, era el que usaba siempre: Issey Miyake

Bajaba las enormes escaleras de su mansión dispuesto a desayunar. Los elfos que estaban limpiando lo saludaron con una enorme reverencia que el descartó con un cortante movimiento de manos. Cuando entró en el comedor, el desayuno estaba servido. Su mejor amigo, Ronald Weasley, engullía leche con cereales con una vehemencia arrolladora.

-¡Ronald! – Lo saludó Harry, sorprendido.- ¿Qué haces aquí?

-Soy tu socio, ¿no?

-Deberías estar trabajando – dijo Harry sentándose.- ¿Dejaste la sucursal sola?

-No, se quedó el encargado, no seas pesador Potter. Además, no pretenderás que desayune en mi casa – Harry lo miró.- Hermione ya partió al ministerio… y sabes que odio cocinar.

-Me imagino – dijo Harry, apurando el café de un sorbo.- ¿Está nevando? – tomó una tostada y la mordió.

-Aún no – contestó Ron - ¿En qué vamos a ir?

-En alguno de los autos. – dijo Harry tragando la tostada.-¿Entregaste la lista que preparé ayer a los periodistas?

-¡Esa no es mi labor! – Saltó enseguida Ron ligeramente colorado- ¡Que lo haga tu secretaria!

-Sabes que ella no…

-Eso es porque te acostaste con ella en tus épocas de… - hizo un gesto grosero- ¡Y ahora yo debo pagarle con los favores que te hacía! Podrías haberle aumentado la paga o…

-Ronald, por favor – dijo Harry- Ahora los periodistas me preguntarán cualquier estupidez- bufó.- Odio la falta de organización en…

-Harry, te acompaño a las conferencias por pura amistad – el otro lo miró escéptico.- Está bien, también para desayunar aquí. –Sonrió - Stinky hace unos desayunos de maravilla. Pero mi trabajo está en la organización de Fly – Ron era el jefe de la sucursal en Hogsmeade.- No en hacer de adorno tuyo para impedir que los periodistas molesten al grandioso buscador Harry Potter…

-No digas estupideces – dijo Harry mirando el reloj- ¡Las nueve! No llegaré a firmar autógrafos… -Ron le hizo una burla- Sí, claro, pero quisiera verte a ti cuando te encuentran por la calle y no le has firmado los autógrafos… ¡se ponen locos! - Ron torció los ojos.

-¿Dónde está tu representante? – preguntó.

-A Owen lo encontraremos allí.

Llegaron al ministerio bastante más rápido de lo que habían pensado. Entraron en la sala de Quidditch, en donde se realizaban las conferencias con los jugadores. Miles de flashes fotografiaron a Harry al entrar. Diferente de cómo habría reaccionado antes, a él le encantaba la fama que experimentaba en ese momento. Harry se sentía el dueño del mundo, porque la gente que lo halagaba tenía una poderosa razón para hacerlo: era una jugador estrella. No se debía a una cicatriz en la frente, ni a un simple nombre, ni siquiera a haber destruido a Voldemort. Harry quiso dejar ese pasado atrás y su habilidad en el Quidditch fue lo mejor que encontró. Ser buscador era algo que realmente lo apasionaba…

El saludó a los periodistas y reporteros con una amplia sonrisa. Ron estaba a un costado y le hizo un saludo burlón que el ignoró. Harry tenía una gorra blanca con el logo de Fly, que era una Snitch color dorado.

-Bueno- empezó hablando Anthony Owen el representante de Harry.- Empezaremos por orden para las preguntas al señor Potter…a ver tú…- señaló un reportero.

-Buenos días, Harry. Mark Stiller, Para la revista Snitch Dorada, - dijo Stiller- ¿creyó que podría atrapar la Snitch a sólo cinco minutos de haber empezado el partido, teniendo en cuenta la lesión en la mano derecha, que lo mantuvo afuera de los campos durante un mes?

-La verdad es que si creí que fuera posible. – Hubo onomatopeyas- Ya lo había logrado en otro tipo de partidos, mi lesión es un tema aparte. –Levantó la mano derecha y la abrió y la cerró varios veces- ¿Ven que estoy bien? De todas maneras señor Stiller, le recuerdo que puedo atrapar la snitch con las dos… - los periodistas rieron.

-Señor Potter, para el "El profeta", los rumores afirman que usted tuvo un problema con su compañero de equipo, Oliver Wood, por una diferencia en cuando a tácticas de juego, ¿cuánto tiene de eso cierto?

-Entre Oliver y yo no hay nada más que buena predisposición y compañerismo.- afirmó Harry, y Ron le hizo una sonrisa irónica, que nadie más que él vio- Lo esencial para que el Puddlemere United gane es la unidad en el equipo… los rumores que afirman que nuestra relación tiene algún tipo de problema, son falsos… ¿alguna otra pregunta? – miró la hora, impaciente y nervioso.

-Soy April Bones Para la revista Corazón de Bruja… - se apresuró a decir una reportera. Harry giró la cabeza para mirarla. Tenía lentes y cierta insolencia que recordaba a Rita Skeeter. – ¿Es cierto que engañó a su novia Kristen Dashwood con una admiradora suya que se presentó en su casa hace pocas noches?

Todos se taparon la boca con las manos. Harry torció los ojos. Siempre el sensacionalismo iba a aprovecharse de él. Ser famoso tenía sus beneficios, pero también a veces solía ser algo engorroso. ¡Owen no había entregado la lista de preguntas permitidas y ahora los periodistas no dudaban en avergonzarlo! Maldito Owen, cortaré tus pelotas y se las daré a los perros que vigilan mi mansión, pensó Harry.

-No pienso dar información sobre mi vida privada.- Harry se levantó.- No quiero a esta señorita en una conferencia de prensa mía nuevamente.

Mientras Harry se retiraba, los hombres de seguridad tomaron a April de cada brazo.

-¡Vete al diablo, cabrón! –Repuso mirando a Harry- ¡Suélteme, me voy sola! – le dijo a la seguridad. Y se fue con paso decidido.

Cuando los periodistas se dispersaron, Ron se acercó a Harry y a Owen. Empezaron a caminar a la salida de esa sala, rodeados por guardaespaldas.

-¡Qué conferencia tan escandalosa! Parecía esas que le hacen a Kristen… - bromeó.

-¡Si hubieras llevado la lista anoche, esto no hubiese pasado! - rezongó Harry, aunque no se sabía si le hablaba a Owen o a Ron.

-Lo siento Harry, tuve cosas que hacer anoche – dijo Owen, guiñando un ojo.- Demasiado me ocupo de tu imagen como para tener que controlar a los periodistas…

-Eres la estrella- dijo Ron- Ellos intentarán buscarte alguna falla, cualquier cosa referida a ti es noticia… ¡qué digo! – Chascó la lengua- Desde que naciste eres noticia…

-Todo empezó con la noche de Halloween – murmuró Owen, moviendo las manos exageradamente- Cuando la cicatriz en forma de rayo…

Ron largó una carcajada. Era común que Owen empezara a contar la vida de Harry como si fuera una telenovela tragicómica. Ellos se divertían con el fastidio de Harry.

-… entonces destruyeron uno por uno los Horrcruxxes del innombrable… y todos fueron felices…

-Oh basta ya, Anthony…

-No me digas Anthony.- A él todos lo llamaban por su apellido.

-Es tu nombre – dijo Ron encogiéndose de hombros.

-Si bueno.- dijo Harry pensando en que lo alegraba mucho más ser famoso por ser una estrella de Quidditch que por todo lo referido a Voldemort.- el caso es que no quiero que se entrometan en mi vida… y para eso contraté un representante…- lo miró severo.

-Para que se rasque las pelotas… - aportó Ron

-¡Más respeto ustedes dos! – Abrió la boca Owen, ofendido- ¡Podría ser su padre!

-Gracias a Dios no lo eres- repuso Harry haciendo un movimiento de mano- Me voy a hablar con los inversionistas. Tú, debes venir conmigo Ron, no vas a faltar otra vez- su amigo sonrió pícaramente. - ¿Dónde está Hermione?

-Hoy no nos acompaña- dijo Ron. Harry bufó: Hermione era buena en matemáticas y eso lo ayudaba bastante.- Tiene horas extras en el ministerio. Ya sabes, las leyes mágicas son un tanto complicadas…

-¿Qué caso tomó?

-Robos- contestó Ron escuetamente- No se mucho del tema. Dicen que los casos deben ser confidenciales. – Llegaron al parquímetro del ministerio. Owen fue directamente hacia el suyo.

-Hasta luego chicos- los saludó, sonriendo– ¡Mañana te llamaré para arreglar números, Potter!

-¡Quedamos en una cifra, Owen! – Exclamó Harry abriendo la puerta de su auto y gritándole con vehemencia, para que su representante lo oyera fuerte y claro.- ¡No pienso cambiar de opinión! – Ron largó una carcajada. En eso se acercó una fanática; traía un papel y una lapicera en la mano. Harry no pudo dejar de notar lo hermosa que era. No habrá tenido más que veinte años.

-Harry Potter – dijo con emoción la muchacha, tirando el pelo castaño hacia atrás.- ¿Me firmas un autógrafo? ¡Mi hermana tiene pósters tuyos en su habitación! – Harry sonrió tomando el papel y el lápiz.- ¡Te amamos! ¡Somos fanáticos de Puddlemere!

-Gracias…- la muchacha se le tiró encima y lo abrazo. Enseguida, la seguridad apareció para sacarla.

-Está bien, está bien- dijo Harry, parándolos.

-Eres mi ídolo, eres tan hermoso… - aseguraba la chica. Ron soltó una carcajada.

-Gracias, pero tengo que irme – dijo Harry, que parecía encantado con todos esos halagos. La muchacha lo soltó y se fue rápidamente, sonriendo y saltando de emoción.

Harry y Ron se subieron a un auto muy lujoso, que era propiedad del primero.

-No te escuché quejarte por la pendeja que se te tiró arriba – comentó Ron.- Casi siempre llamas a los de seguridad con típica soberbia… - Harry bufó.- ¡Es la verdad!

-No menciones más lo de recién…

-Te encanta que te adulen. – Harry hizo una media sonrisa arrogante- ¿Te la vas a tirar? – preguntó su amigo.

-Tengo novia, Ron.

-Una muy cornuda…

-¡Cállate! – sacó unas cervezas de manteca de una pequeño refrigerador que había en la guantera y le entregó una. Era santo remedio para que Ronald no se burle de él.

-Amo que seas millonario, Potter. – Tomó un sorbo de cerveza.

-Eres de lo peor – encendió el auto.- Aunque a decir verdad… yo también amo ser quién soy.- Ambos sonrieron.

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Ginny caminaba por la calle con sus gafas de sol y un tapado muy abrigado para protegerse el frío. Ella vivía en Liverpool desde hacía alrededor de seis años. Decidió abandonar Londres luego de su graduación en Hogwarts, cuando le propusieron trabajar en el Hospital de Liverpool. Luego de eso Ginny siguió la carrera de sanadora y quedó con un puesto fijo allí. Vivía en un modesto, pero muy acogedor, departamento que rentaba. Ginny era una mujer bastante solitaria e independiente. No le gustaba estar demasiado tiempo con las personas, ni que se entrometan en su vida. Desde que se radicó en Liverpool, su relación su familia era casi nula. Su madre siempre cuestionó determinadas elecciones de vida de Ginny y ella nunca lo toleró. Eso no significaba que no tenga relación su familia, solía escribirse con alguno de sus hermanos, pero Ginny no pasaba las fiestas con ellos, ni los cumpleaños. El contacto se remitía a un mísero papel. Cuando llegó la oportunidad de irse de Londres, sintiéndose incomprendida, no había dudado ni un minuto en aprovecharla. Ella no estaba sola, tenía a su novio de hacía seis años con ella. Lo había conocido meses antes de terminar su educación escolar en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Introdujo la llave en la puerta y el celular empezó a sonar con una música estridente.

-¡Por fin llamas! – Contestó algo impaciente- ¡Era hora!

-Se me hizo tarde – dijo la voz de una mujer.- Esa conferencia con ese maldito arrogante…

-Si bueno, April…- dijo Ginny cortante.- No me interesan tus entrevistados.

-Si tú supieras… - Ginny bufó.

-Si yo supiera ¿qué?

-Nada… ¿Cómo estás? ¿Hiciste las pruebas?

-Si.

-¿Y bien? ¿No piensas decirme cuáles fueron los resultados?

-Negativo.- dijo Ginny con un hilo de voz.

-¡Ginny! ¿Sabes lo que eso significa, no? – April sonaba espantada.

-Si lo sé; ¡un verdadero desastre!

-No deberíamos ponernos así… después de todo, era lo que sospechábamos –Suspiró April resignada.

-Te juro que no se cómo se lo voy a decir… Pierce se había hecho la idea.

-Estaba muy ilusionado, ¿no? ¡Como para no estarlo! – Dijo April mitad divertida mitad preocupada- ¿Alguien más lo sabe?

-No y agradezco a Merlín que así sea.- murmuró Ginny.- Creo que es mejor que todo siga así…

-Y si le cuentas a tu cuñada, ¿Hermione se llamaba? – preguntó April, esperanzada con la idea de que Ginny cambie de opinión.

-Hace años que no hablo con Hermione, April. – dijo Ginny.

-Llámala.

-No, no quiero.

-¡Es la esposa de tu hermano!

-Me carteo dos veces al año con Ron- le recordó Ginny con voz cansada.

-Ella fue tu gran amiga.

-Si, la adoro, pero nos distanciamos. No saben nada de mi… Ya sabes que yo tuve que hacerlo, no podía perder una oportunidad de trabajo…

-¡Eres imposible, Ginny! ¡Tu familia no te perdonará tu desinterés!– Se enojaba April.

-Me lo agradecerán… - dijo Ginny sin inmutarse.- Así estamos bien, hace años que…

-¿Por lo menos vendrás a mi cumpleaños el fin de semana? – la interrumpió April

-¿Viajar a Londres? - preguntó Ginny, como si la idea fuese peligrosa.

-Vamos, sólo tienes que aparecerte y no tienes guardia en el hospital.

-Está bien. – Aceptó Ginny - ¡Pero no me quedaré a dormir! Cuando el festejo termine, volveré a aquí…

-Si bueno, está bien, volverás a tu adorado Liverpool…

-Llevaré a Alma…

-¡Te convenía! Oye Gin, tengo que cortar.- dijo April- Viene mi jefe, es un fastidio… la redacción de corazón es un terrible despelote y…

-Está bien, nos hablamos para arreglar lo de tu cumpleaños.

-Adiós. – April cortó.

Ginny se arrojó en el sofá y sacó unos papeles de su cartera, mirándolos fijamente. ¡Negativo! ¿Cómo se había permitido dudar? Su mente se lo recordó varias veces, pero ella, lo negaba y lo negaba. Parpadeó, pensando súbitamente en que su vida tenía que continuar como hasta ese presente. Todo estaba bien, tenía que tranquilizarse… tenía un trabajo, podía con sus obligaciones. Sonrió, pensando en que si creía en ella, ¿por qué dudarlo? Así había podido ser feliz, a su manera.


Nota: Se ruegan reviews. Aunque no se pueda decir mucho porque recién arranca, son muy importantes, dan ganas de seguir escribiendo.

Desde ya, gracias por leer!

Joanne.