Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer
EL DUQUE Y LA CORTESANA
EPÍLOGO
- Puede que escuchara a la duquesa regañando? – le pregunté a Edward en cuanto entró en la habitación de los niños donde alimentaba a la pequeña Vanessa.
- Es probable – sonrió mi esposo displicente mientras se tumbaba en el chaisse longue a mi lado
- A quién esta vez?
- Charlie y Henry.
- Qué han hecho?
- Esgrima en el salón.
- Oh, por favor, entiendo que desee que nos volvamos a Londres cuanto antes.
- Son sus nietos.
- Sí, pero me temo que no esperaba que fueran tan traviesos.
Edward se encogió de hombros con desinterés.
Dos días antes había tenido lugar la boda de Alice con James Whiterdale, después de un noviazgo que había durado cuatro años, aunque ellos aseguraran que el primer año, que había coincidido con el luto que habían hecho por el duque, no habían continuado el cortejo.
La boda, algo apresurada, después de cuatro años, había dado lugar a los comentarios divertidos y a la vez malintencionados de mi esposo, sobre la llegada de un nuevo sobrino, en menos de los nueve meses de rigor.
Y, por alguna razón, yo creía que no eran infundados.
Con motivo de la boda, nos habíamos reunido toda la familia en la propiedad de Bath, y una casa con ocho niños, era más de lo que la duquesa podía soportar.
Después de lo que habíamos tardado Edward y yo en engendrar nuestro primer hijo, los siguientes habían llegado con facilidad.
Con eficaz precisión, en cuanto dejaba de amamantar, resultaba embarazada nuevamente.
Así era que en cuatro años, habíamos tenido cinco niños, Edward Charlie, el heredero que ya tenía cuatro, Anthony que cumpliría tres el mes siguiente, los mellizos Lizzie y Jake de un año y medio, y la pequeña Vanessa, la benjamina de dos meses de edad.
Edward me había acompañado en todos y cada uno de los partos, aun cuando sus nervios quedaron destrozados durante el nacimiento de los mellizos.
Charlie era el más travieso, y en cuanto se encontraba con su primo Henry, el hijo de Rosalie y Emmett al que le llevaba cinco meses, todos sabíamos que los días tranquilos se habían acabado.
Henry tenía dos hermanas, Lilian, de dos años y la pequeña Vera, de sólo uno.
Rosalie y Emmett vivían bastante cerca de nuestra propiedad en Londres por lo que nos veíamos con asiduidad, y Rose se había convertido en una hermana para mí.
Alice también lo era, pero ahora, casada con James, se trasladaría a las tierras altas y ya no nos veríamos tan a menudo.
Esa noche, después de alimentar a la pequeña Vanessa y dejar en sus camas a cada uno de nuestros hijos, me reuní con mi esposo en nuestra habitación.
Edward me esperaba tumbado bajo las mantas.
- Venid aquí – susurró estirando su mano hacia mí
Me acerqué a él y subí a la cama después de deshacerme de la bata que cubría mi largo camisón.
Me recostó sobre él, mientras sus manos levantaban los lados de mi camisón.
- Estáis cansada? – susurró bajando sus labios por mi mandíbula.
- Exhausta.
- Cuánto?
- Lo suficiente – sonreí divertida
Se separó de mí para observar mi rostro.
- Entiendo que no tenéis ganas...
- Siempre tengo ganas – susurré antes de lanzarme sobre sus labios.
Me volteó sobre la cama y me hizo el amor con la ternura que había dedicado a mi cuerpo desde el mismo día que me había conocido hacía ya más de cinco años, en la mansión de Venecia de su primo Lord Marco Vulturis.
Recostado sobre mi cuerpo atosigaba mi oscurecido pezón con sus dedos, bastante tiempo después.
Una blanca gota de leche asomó por mi pezón, provocada por su constante asedio.
Bajó sus labios hasta ella y succionó de él, deleitándose con unas gotas del alimento que mi cuerpo producía para nuestra hija.
- Hasta cuándo amamantaréis a Nessie?
- Creo que hasta que cumpla diez.
- Diez meses? Más que con los demás. – comentó extrañado
- Diez años – le corregí divertida – Es la única garantía de que no volveréis a embarazarme pronto – expliqué y se carcajeó divertido.
- La duquesa me comentó hoy que, teniendo el heredero y dos repuestos, no hace falta que sigamos intentándolo.
- Odio que hable de ellos en esos términos – gruñí – Implica que sus vidas sólo son importantes en caso de que se perdiesen las de los demás.
- Lo sé. Lo sé y honestamente no creo que realmente piense que sus vidas no sean importantes. Sabéis que les ama a todos por igual, pero no es fácil cambiar tantas décadas de educación tradicional. Creo que fue su forma de decirme que no le molestaría un poco de paz sin tantos niños pequeños.
- Lo sé – acepté
La duquesa me había sorprendido más que gratamente en esos últimos cinco años.
En varias ocasiones, había ocupado el lugar de madre que yo realmente necesitaba.
Me había acompañado durante los nacimientos de mis hijos, y me había ayudado en su educación, explicándome todas aquellas cosas de las que yo no era completamente consciente, en lo concerniente a la educación de los hijos e hijas de un duque.
Pero aún entonces, a veces tenía ideas que no casaban con las mías, y me exasperaban.
No obstante, desde que contaba con su apoyo y su ayuda, nunca me había sentido fuera de lugar en mi papel de duquesa de Masen.
- No deseáis más niños?
- Me gustaría esperar un poco, quizás. Lizzie y Jake apenas caminan y ya está aquí Nessie.
- Contrataremos más niñeras – ofreció Edward y no quise imaginar aumentar nuestro séquito de niñeras en más de tres
-Y cada vez que tengamos que viajar necesitaremos dos carruajes más. Pareceremos una comitiva real cada vez que viajemos al campo.
Edward rió divertido.
- De acuerdo – aceptó – Lleváis razón, como siempre. Pero no me pidáis que no os haga el amor.
- Nunca lo haría.
Prueba de ello fue que mi esposo no tardara en volver a hacerme el amor.
- Hemos recibido una invitación para la fiesta de compromiso de Lady Tanya Denali – me informó horas después Edward, recostándose junto a mí.
Durante los dos primeros años de mi matrimonio, había tenido que soportar las miradas furiosas y despectivas que Lady Tanya me dirigía, cada vez que coincidíamos en cualquier fiesta o reunión, aunque no eran muchas a las que habíamos asistido Edward y yo.
Habiendo pasado gran parte de esos cuatro años encinta o acabada de alumbrar, las excusas habían sido fáciles de encontrar.
Pero la duquesa continuaba insistiendo en que debíamos dedicar más atención a las relaciones sociales, así que habíamos accedido a asistir a tantas reuniones como fuéramos invitados, aunque sólo fuera por cortos instantes.
Pero Vanessa había nacido sólo dos meses atrás, y los últimos meses de mi embarazo no había asistido a ninguna reunión, por lo que la anterior temporada habíamos estado bastante ausentes.
- Cuándo? Va a casarse finalmente?
- Parece ser que sí.
- Tal vez entonces deje de culparme por haberme quedado con el duque al que aspiraba.
- Ha conseguido un duque después de todo. Va a casarse con el duque de Forks.
- El duque de Forks? Pero ese hombre tiene edad para ser su padre, además de que ha enviudado dos veces.
-Sí. De hecho su hija mayor tiene la misma edad que Tanya. Pero la desaparecida duquesa sólo le dio tres hijas mujeres, su segunda duquesa no le dio hijos. El hombre quiere un heredero y como Tanya es una mujer joven…
- Oh, Dios, pobre Tanya.
- No me caben dudas de que ella estará más que dichosa con ese arreglo. Tiene veinticuatro, seguramente creía que se quedaría soltera.
- Oh, por favor, es ridículo.
- Dejémoslo, amor mío. Estoy seguro que tenemos mejores cosas que hacer en nuestro lecho, que hablar de la vida amorosa de Tanya Denali.
- Seguramente sí – concedí sonriente antes de volver a entregarme al amor de mi esposo.
Dos semanas después nos presentábamos en la mansión de la familia Denali, para la fiesta más importante de la temporada, a la que asistiría la mismísima reina.
- Su excelencia, el duque y la duquesa de Masen – anunció el lacayo en cuanto estuvimos frente a los anfitriones.
Todas las miradas recayeron sobre nosotros.
Con paso firme nos adentramos en el salón.
Las miradas de admiración que nos dirigieron y las constantes reverencias que se dieron a nuestro paso me amedrentaron un poco.
Pero Edward y su madre me habían preparado para esto y cuando Edward se detuvo delante de la reina, por alguna razón me sentí confiada y tranquila.
Fue en ese momento que lo supe, cuando esa mujer me observó y sonrió sinceramente, lo sentí real.
Aunque nunca lamentaría nuestro pasado, ya no éramos el duque y la cortesana.
Nos habíamos convertido en el duque y la duquesa de Masen.
Ahora sí, llegamos al final!
Espero que lo hayáis disfrutado.
Vuelvo a decir, gracias por la paciencia con este fic, y gracias por el enorme apoyo que recibió siempre.
Quienes la hemos seguido desde el principio hemos vivido sangre, sudor y lágrimas con el fic, entre esperas y retrasos.
Espero que al final haya valido la pena.
Me encantó escribir esta historia pero me ha costado un montón, así que pido disculpas por haber tardado tanto.
Gracias a todos los nuevos lectores, gracias por los reviews, alertas y favoritos.
Gracias a las diseñadoras de portadas y tráiler.
Gracias por el apoyo y espero que nos sigamos encontrando en nueva historias.
En mi perfil encontraréis los tráiler del fic. Recomendadísimos.
Besitos y nos leemos!
Ahora que acaba este fic, seguramente reorganice la actualización de mis otras historias, aunque aún no lo tengo definido, pero lo comunicaré en sus respectivos capítulos.