Título original: "A Second Chance"

Autor: EngelMegane

Traductor: Alia Inverse


N/A.: ¡Cuánto tiempo sin vernos, chicos! ¡Bienvenidos a otro capítulo de Una Segunda Oportunidad! Por fin, ¡terminé los parciales! Pero me siento como si mi cerebro no tuviese más neuronas después de todo el estudio que he hecho. D: Y, sólo podía pasarme a mí, la Noche Cultural justo coincidía el día antes de nuestros parciales, así que tengo agujetas en mente y cuerpo después de eso. Tengo los dedos cruzados a la espera de resultados, o puede que llegue a llorar si veo que he suspendido algo. Pero estoy tan feliz que no puedo evitar el escribir otro capítulo, ¡sobre todo porque la traducción al francés de este fanfic ya está lista y publicada! ¡Yay!

¡Tre-Trescientos ochenta y cuatro comentarios en 10 capítulos! O.o Madre mía, ¡nunca esperé que esta historia sería tan querida por todos! Muchas gracias a todos los que añadieron esto a sus favoritos y alertas, a mis seguidores que siempre se han tomado el tiempo de darme críticas, ¡y sobre todo a Natila y IMNight por traducir el fic al vietnamita y el francés respectivamente! Por favor, haced clic en los enlaces de mi perfil si queréis verlos, para que los hablantes de la lengua puedan entender más claramente y tenga menos problemas con la historia. Traducciones y otros trabajos de fans también son bienvenidos, ¡y por favor no dudéis en decírmelo para que pueda colocarlo donde todos lo vean! :) (¿Es demasiado pedir un fanart…? *tonfeada*)

De nuevo, los avisos y disclaimers están en el primer capítulo. Lo único que puedo decir es… las cosas se vuelven serias en este capítulo.


"¡Alaude!" Giotto saltó de la cama, con los ojos como platos, sudor frío resbalando por un lado de la cara. Lentamente trató de recuperar el aliento, orientándose, enfocando la vista familiar de su habitación de nuevo, silencioso y medio oculto en la oscuridad.

Con dedos temblorosos se llevó la mano a la cara, cerrando los ojos y sintiendo un torrente de sudor en su piel húmeda. La otra se agarró con fuerza de las sábanas, sus nudillos palidecieron mientras trataba de recordar lo que había visto antes de despertar, espirando largamente, para calmar a su corazón desbocado.

Había sido un sueño. O, para ser más precisos, había sido una pesadillo. Giotto estaba acostumbrado; su intuición siempre se manifestaba incluso en sus sueños, sobre todo en tiempos de peligro para su Famiglia, y era en esos momentos cuando 'veía' con mayor claridad, a veces cosas buenas pero aún más veces cosas malas. El único inconveniente de esto era que no podía recordar con claridad qué es lo que había pasado en sus sueños. Ahora mismo todo cuanto podía recordar era la cara de su Guardián de la Nube, y abstractos, pequeños trozos de gritos, chillidos, lucha… pero sabía lo suficiente para sentirse inquieto, sabiendo que cada vez que tenía estos sueños, algo estaba a punto de pasar.

Algo horrible, o peor.

Sacudiéndose lo que le quedaba de sueño se levantó de la cama, su pijama pegado a la piel, abriendo las ventanas y dejando que el fresco aire de la noche le despejase. La mansión Vongola estaba en silencio a esta hora de la madrugada, era casi relajante, la luz de la luna creaba sombras etéreas sobre el suelo, cubriendo los árboles y flores de una luz blanquiplateada.

La calma antes de la tempestad. Sin otra palabra cerró de nuevo las ventanas, corriendo el pestillo y soltando el aliento que no había sentido contener. Ya no iba a conseguir nada más de sueño, así que podía hacer algo productivo en vez de preocuparse por algo que aún no era definitivo. Pero todavía se preocupaba, sobre todo dado que era Alaude el protagonista de su sueño. El hombre era fuerte, el más fuerte de todos sus Guardianes, la Nube que se negaba a ser retenida, deslizándose por su propio camino mientras seguía protegiendo a la Famiglia.

¿Acaso esa independencia le había puesto en peligro?

Giotto no tuvo tiempo para contemplar esto cuando oyó un leve sonido, procedente del cuarto junto al suyo. Al principio pensó que se trataba tan sólo de su imaginación, pero conforme el sonido se hizo más claro (y sin duda más alto), lo reconoció al momento y dejó la habitación, apresurándose en silencio mientras abría la puerta al cuarto de Tsuna.

Alcanzó el lado de su hijo, que estaba revolviéndose y pataleando en las sábanas, quejándose y sollozando de dolor mientras una alucinación desconocida mantenía prisionero al niño, agarrándose a las mantas mientras giraba la cabeza, tratando de escapar de su trance de pesadilla.

"¡N-No…! ¡Pa-Para…!" Su cara retorcida por el dolor, las lágrimas se deslizaban por su mejillas y sus gritos se hacían más fuertes. "¡N-No lo hagas…!"

"¡Tsuna!" Giotto sujetó al niño por los hombros, tratando rápidamente de despertarle, sus ojos azules se entrecerraron con preocupación conforme el miedo se apoderaba de él, su corazón latía desbocado en su pecho. "¡Tsuna! ¡Despierta!" Lo que más le asustaba era cuando su hijo estaba atrapado en una de sus frecuentes pesadillas, y él no podía hacer nada más que tratar de despertarle de su sueño sin descanso. Ya no podía recordar cuantas veces había irrumpido en el cuarto sólo para presenciar al niño llorando y gimiendo en sus sueños, y la pena y dolor que sentía cuando no podía hacer nada para evitarlo.

"¡Tsuna!"

El castaño se desertó conteniendo el aliento, con los ojos marrón caramelo desenfocados y abiertos de terror mientras buscaba una cara conocida, agarrándose a los brazos que le rodeaban como una sanguijuela. Una lágrima consiguió escapar y se deslizó por la mejilla empapada de sudor, la visión de la cara de su padre le trajo alivio, miedo y ansiedad todo al mismo tiempo.

"¡Papá!" Tsuna rompió a llorar, agarrándose a su rubio padre como a un salvavidas, sollozando abiertamente ahora que alguien había venido a por él. El hombre sujetó al niño cerca de sí, dejando que llorase hasta quedarse a gusto, sus grandes manos apoyadas en la espalda del niño conforme éste se acurrucaba junto a él, con la cara enterrada en su hombro.

"Shh. Está bien, Tsuna. Papá está aquí." Giotto tarareó una nana suavemente, dibujando círculos en la espalda del niño, sintiendo cómo las lágrimas empapaban sus ropas y llegaban a la piel. "Todo está bien." Y pensar que hacía un año no era capaz de tocar a su hijo así. La primera vez que ocurrió, Tsuna se retrajo todavía más, apretándose contra la cabecera y mirándole con miedo y lágrimas en los ojos, como si el rubio fuese el que había causado la pesadilla en primer lugar. Pero ahora Tsuna confiaba en él con todo su ser, y se juró a sí mismo que nunca traicionaría la frágil confianza que el niño le había dado.

Siguió balanceándose adelante y atrás, acomodándose en la camita con Tsuna sentado en su regazo y apoyándose en él con alivio. Esperó hasta que los lloros se convirtieron en sollozos, no paró hasta que el niño fue al fin capaz de levantar la cabeza, con la cara roja, y exhausto de tanto llorar.

"¡T-Tsu-Tsuna estaba-hic-tan a-asustado!" Hipó Tsuna, su voz tomada y ronca por sus gritos. Sus dedos se curvaron alrededor de la camisa blanca con fuerza, sus temblores recedieron lentamente ante los cariñosos cuidados de su padre. "¡T-Tsuna-hic-so-soñó que estaba haci-hic-haciendo daño a Pa-Papá… y-y a tío G, y a t-tío-hic-A-Asari también…!"

"Shh, todo está bien, Tsuna. No has hecho daño a nadie." El líder Vongola calmó a su hijo en voz baja, revolviéndole el pelo castaño y secando el resto de las lágrimas con el pulgar. "Estamos bien. Estamos bien Tsuna, ¿Lo ves?"

"Pe-Pero también había un-hic-hombre c-con nosotros, y é-él te estaba haciendo daño a ti también, P-Papá… pero y-yo no sabía qui-quién e-era…"

"¿Un hombre?" Giotto miró a Tsuna con sorpresa, y una pizca de preocupación. Normalmente los sueños de Tsuna eran sobre ellos y los hombres que mataron a su familia biológica, y ésta era la primera vez que le oía hablar sobre alguien que no conocía. "¿Cómo era, Tsuna?" No se dio cuenta de la urgencia en su tono, o de lo serio que sonaba. "¿Puedes decírmelo?"

Tsuna frunció el cejo mientras pensaba, claramente tratando de recordar al hombre que había visto en su pesadilla. "Um.. Te-Tenía el pelo largo y negro, y-y ojos de un bonito color rojo…"

Giotto se levantó de golpe, mirando a Tsuna con ojos como platos. ¿Qué quería decir su hijo? Sólo conocía a una persona con esa apariencia. Y, si no se equivocaba, su hijo estaba dormido en el momento de su encuentro. ¿Así que cómo? ¿Cómo sabía Tsuna de Carmine Neve? Salvo que… sus ojos azules se agrandaron ante el súbito pensamiento que cruzó su mente.

¿Era posible? ¿Era posible que… Tsuna tuviese también híper intuición?

Tsuna estaba empezando a preocuparse por su papá, cuyos ojos estaban entrecerrados, mirándole con una expresión extraña. ¿Había dicho algo malo? Con cautela alzó la mano para tocar la mejilla del otro, sus temblorosos labios se fruncieron.

"Papá, ¿qu-qué pasa? ¿H-ha dicho Tsuna algo malo?"

Dándose cuenta de que solo estaba hacienda que el niño se pusiese más nervioso, Giotto arregló su expresión en una más tranquila y reconfortante, sacudiendo la cabeza con suavidad.

"No, Tsuna. Es sólo que a papá se le había ocurrido algo, eso es todo." Le alborotó el pelo y cambió rápidamente de tema cuando vio que el más joven ocultaba un bostezo con la mano. "Ahora vuelve a la cama, Tsuna. No podrás jugar con los demás mañana si no duermes bien."

El niño se apresuró a negar con la cabeza, agarrándose a la ropa de su padre para impedir que el otro se moviera. "Te-tengo miedo." Admitió, todavía abrumado por la pesadilla que había sufrido hacia un rato. "T-Tsuna no quiere tener más sueños malos."

Giotto sonrió. "Entonces Papá se quedará y espantará a todos los sueños malos." Levantando al niño en sus brazos le abrazó, riendo cuando Tsuna soltó un gritito y rió, sus miedos desvaneciéndose cuando su padre le empezó a hacer cosquillas sin compasión. "¡P-Papá, p-para!" Rió, tratando de sujetar la mano que se acercaba a sus puntos débiles. El rubio continuó durante un rato, sin pausa, hasta que el niño se quedó sin aliento y se relajó en la cama de nuevo.

Giotto envolvió las sábanas alrededor de la forma de su hijo, a medias entre sentado y tumbado en la cama, con el codo apoyado en la almohada de Tsuna. El niño bostezo de nuevo, con los párpados caídos mientras sonreía a su padre con cansancio. "Papá… no te vayas todavía…" Murmuró, una pequeña mano cogida a la más grande.

"Me quedaré, Tsuna. Te lo prometo." Ojos azules se suavizaron mientras sus labios rozaban la frente del niño. "Buonanotte, mio figlio."

"Buonanotte, Papá…"

Sin prisa pero sin pausa Tsuna se durmió de nuevo, agarrado a la mano de su padre como asegurándose de que el mayor no iba a moverse. Giotto se dio cuenta y se rió, mirando con cariño al niño antes de alcanzar a Nuts, que se había caído de la cama en algún momento de la noche. Con cariño colocó el león de peluche al lado de su hijo, antes de volver a acariciar su pelo castaño, satisfecho con permanecer allí y observar la cara durmiente de su hijo hasta la mañana.

-KHR-

Ahora que estaba relativamente seguro de que algo estaba a punto de pasar, Giotto se sentía más reacio que nunca ha abandonar la mansión, poco dispuesto a dejar los niños tras de sí ahora que había decidido desmantelar la mayor parte de su fuerza militar. Pero había una reunión a la que debía acudir, una congregación mensual de los líderes de la Mafia en la que era obligatoria la presencia, suya y de todos sus guardianes. Era un alto al fuego temporal, para hablar de los asuntos más urgentes de su mundo, matones rebeldes, objetivos principales, criminales mafiosos y cosas por el estilo. Era también la oportunidad perfecta para arreglar disputas entre clanes rivales… es decir, siempre que no hubiesen tenido éxito en sus múltiples intentos de asesinato el uno contra el otro.

Se detuvo en la salida de la mansión, ya vestido y listo para marchar. La mayoría de los Guardianes ya estaban presentes al igual que sus hijos, que se encontraban en las escaleras, no acostumbrados a ver a todos sus padres marcharse al mismo tiempo. La preocupación estaba presente en las caras de Tsuna y Chrome, indiferencia en la de Hayato y Kyouya, una sonrisa en la de Takeshi y un fruncimiento de ceño en la de Ryohei.

"¿Alaude no ha llegado todavía?" Lampo miró a su alrededor, bostezando y quejándose por lo bajo, pasando a Lambo, que estaba dormido, a una doncella a la espera. "Vaya, haciendo que el magnífico yo tenga que esperar…"

"Bueno, él siempre es así." G puso los ojos en blanco mientras se volvía a su hijo peliplateado, que estaba evitando mirarle por todos los medios. "Oi, Hayato. Recuerda lo que te he dicho. Nada de colarse en el sótano, nada de dar problemas mientras estamos fuera, y no-"

"Y no hagas daño a cualquiera que se acerque a Décimo, sobre todo a los otros niños. Vale, vale, ya lo sé, viejo." Rezongó Hayato, poniendo los ojos en blanco, ojos verde pálido mostrando su preocupación incluso si su postura no la delataba. "No me fastidies."

Una vena saltó en la ceja del Guardián de la Tormenta. "¡Mocoso…!"

"¡AY! ¡Au au au au AU! ¡Suéltame la oreja, viejo!"

"Cuídate, Takeshi, y trata de no darle problemas a nadie de la casa." Asari estaba arrodillado para mirar al moreno a sus ojos dorado-marrones. "Siempre puedes entrenar con la espada en los jardines. Se bueno, y cuida del resto, ¿de acuerdo?"

"¡Síp! ¡Que te diviertas, Otou-san!" Takeshi se estaba riendo y afirmando con la cabeza alegremente. "¡Estaremos bien!"

"Yo EXTREMADAMENTE no entiendo por qué tienes que irte, tío!" Ryohei exclamó al Guardián del Sol, disgustado por el hecho de no tener un compañero de lucha durante los próximos días. Entonces cargó contra el joven sacerdote, que estaba preparado y detuvo el puñetazo con un brazo. "¿Es…!" Un gancho. "¡Extremadamente…!" Un golpe por la izquierda. "¡…importante?"

"Lo es, ¡HASTA EL LÍMITE!" Contestó Knuckle a su sobrino, incluyendo sus movimientos en la pelea., un derechazo, un golpe directo y una finta. "¡No te preocupes…! ¡Volveremos… antes de que os deis cuenta!"

"¡EXTREEEEMO!"

Daemon se estremeció ante la cantidad de decibelios al otro lado del cuarto, tapando los oídos de su hija hasta que el volumen bajó considerablemente. "Ahora, mis queridísimos niños, Padre se irá por unos días. Por favor cuida de tu hermana, Mukuro."

"Kufufufu… Por supuesto. Padre, ¿cuándo volverá?" Preguntó Mukuro con tranquilidad, colocando un brazo sobre los hombros de su gemela para calmarla, pues estaba claramente disgustada por ello. "No te preocupes Chrome, Padre volverá pronto."

"No te angustias, querida mía." El Guardián de la Niebla cogió a sus hijos de las manos, haciendo un gesto de cabeza a su niña. "Volveré tan pronto como pueda."

"Por favor tenga cuidado, Padre." Chrome apretó la mano de su padre, preocupada por su seguridad. "Vuelva sano y salvo."

Él sonrió y asintió, secretamente orgulloso de la sorpresa que había preparado no sólo para ellos dos, sino para todos los niños. Elena, que ya conocía la existencia de todos los niños Vongola, enseguida les había cogido cariño, y los niños a su vez, sin prisa pero sin pausa habían llegado a adorarla, asimilándola como una figura materna para todos ellos, aunque a Kyouya, a Hayato y quizá a Mukuro les llevó un tiempo el verla así. Ella conocía las reuniones mensuales y, al enterarse de que los niños iban a quedarse solos, se había ofrecido a ir a la casona y cuidar de ellos en lugar de sus padres. Por supuesto Giotto había rehusado en un primer momento, no queriendo importunar a la mujer, pero ella había insistido y Daemon, incapaz de ponerse en contra de su amante, la había apoyado, sabiendo que la inocencia de Chrome estaría más segura en su presencia. La mujer llegaría más tarde, después de que ellos se marcharan y Daemon deseó estar allí para ver las caras de felicidad de los niños cuando la vieran.

"Papá, ¿estaréis fuera mucho tiempo?" Con todo lo que estaba ocurriendo, Tsuna también se puso nervioso, sintiendo la ansiedad de la separación, sus nervios obvios por la forma en que Nuts estaba siendo ahogado por su abrazo. Giotto sonrió y se arrodilló, ocultando su propia ansiedad mientras tocaba la mejilla de su hijo y plantaba un rápido beso en su frente. "No, es sólo por unos días. No te preocupes Tsuna, volveremos tan pronto como podamos."

"Pero…" El niño parecía dudar, un sentimiento conocido le golpeó, el mismo que había sentido mientras hablaba con Hayato y Takeshi hacía unos días. No podía entenderlo, pero algo le estaba advirtiendo de que detuviese al otro por todos los medios. Era raro, y estaba empezando a tener miedo pero Tsuna aisló esos sentimientos a regañadientes para que el mayor no tuviese que preocuparse por él. En cambio negó con la cabeza, esforzándose por sonreír al tiempo que abrazaba a su padre con fuerza. "No es nada, Papá. No te preocupes por nosotros, estaremos bien."

"¿Estás seguro?" Giotto sabía que tenía que marcharse, y ese conocimiento hacía que le doliera su cabeza, su intuición enloquecida le hacía dudar en su resolución. Pero pondría a su Famiglia en un peligro aún mayor si se quedaba; los otros clanes mafiosos pensarían que su ausencia significaba que no querían colaborar, y podrían decidir atacarles. Vio un destello de preocupación en los ojos de su hijo, y algo más, merodeando en sus profundidades de color caramelo… pero lo achacó a su imaginación, apartándose del abrazo de su hijo para revolverle el pelo. "Se bueno, ¿vale? Tú también, Kyouya," Añadió dirigiéndose al Moreno que estaba apoyado en el muro, observando la despedida con cara impasible. "Tu padre no está aquí, pero se encontrará con nosotros allí y volveremos juntos. Estoy seguro de que también te diría que te cuidases." Sonrió al niño.

"Hm." El niño mayor asintió para indicar que le había entendido, con los ojos entrecerrados mientras su mirada revoloteaba de un ligar a otro, como si estuviese buscando algo. Giotto le dejó estar, preguntándose que era lo que buscaba, cuando un sirviente anunció que todo estaba listo y estaban preparados para irse.

"Tenemos que irnos, Tsuna." Abrazó a su hijo de nuevo con fuerza antes de dejarle marchar, levantarse y avanzar hacia la puerta conforme sus Guardianes daban abrazos de última hora. "Os veremos pronto."

"Adiós, papá. Ten cuidado." Tsuna y los demás observaron mientras, uno por uno, sus padres desaparecieron a través de las puertas de entrada y dentro de los carruajes, las puertecillas cerrándose con fuerza al tiempo que los caballos se encabritaban y se ponían en marcha, dejando la mansión de los Vongola y yendo carretera abajo.

-KHR-

Giotto estaba mirando a través de la ventana, estremeciéndose ante la presión casi insufrible mientras su cabeza y su intuición gritaban en agonía con cada latigazo y cada bufido de los caballos, que les llevaban más y más lejos de la casona y de los niños. Se sujetó la cabeza, tratando de forzar a sus presentimientos a desaparecer, de convencerse de que todo estaba bien, pero cuanto más lejos estaban, peor se volvía su dolor de cabeza.

"¿Giotto?" Las dos personas que estaban con él, Asari y G, miraron al rubio con preocupación, el japonés decidiéndose a hablar al ver el dolor plasmado en la cara del otro. "¿Te encuentras bien?"

"S-Sí…" Cerrando los ojos trató de relajarse, trató de no pensar en nada, pero un zumbido en el peor momento hizo que gruñese por lo bajo. "Es sólo que… mi intuición está tratando de matarme… me está diciendo que volvamos ahora mismo… como si Tsuna y los demás estuviesen en peligro…"

Los Guardianes de la Lluvia y la Tormenta intercambiaron una mirada. La intuición del líder Cielo nunca se equivocaba; de hecho, les había salvado en múltiples ocasiones, y una declaración como esa no podía tomarse a la ligera, dado que implicaba a los niños. Pero tampoco podían ignorar la reunión mensual de la mafia; hacerlo sería una muerte instantánea para la Vongola Famiglia.

"Giotto, tranquilízate. No va a pasarles nada." Pero por mucho que tratase de convencerse a sí mismo, su voz sonaba extrañamente monótona, tomándose en serie las premonitorias palabras. Maldita sea, ni siquiera él mismo creía en lo que estaba diciendo. "Los Neve también estarán en la reunión. No podrán hacer nada si Carmine Neve y sus Guardianes están allí."

"Eso es cierto." Añadió Asari, asintiendo con la cabeza, aunque él también estaba preocupado. "Calma, Giotto. Nuestros hijos estarán bien." El músico sonrió.

Giotto les dedicó una pequeña sonrisa, agradecido por sus palabras, pero confiaba en su intuición por encima de todo. No podía equivocarse. No cuando su intuición estaba de esa forma. Todos permanecieron en silencio durante el resto del viaje, los dos hombres incapaces de encontrar las palabras adecuadas para su preocupado líder, que siguió mirando por la ventana, deseando no por primera vez no tener una visión tan aguda y precisa de los acontecimientos.

-KHR-

Alaude se despertó poco a poco con un terrible dolor de cabeza, sintiendo como si su cabeza se fuese a partir en dos en cualquier momento. Su entorno estaba borroso, su visión se nublaba mientras trataba de recordar qué había pasado antes de que perdiese el conocimiento. Sus ojos se abrieron de golpe y se levantó de golpe pero un dolor agudo en el cuello hizo que tuviese que tumbarse de nuevo, su mundo girando mientras gruñía de dolor.

Maldita sea. Había bajado la guardia demasiado pronto. Probablemente tenía una contusión, y no podría moverse en condiciones durante unos minutos, horas si dejaba que llegase a ese extremo. Miró a su alrededor con cautela, pero no sintió a nadie a su alrededor, lo que consolidó su teoría de que sólo querían retrasarle, lo suficiente para darles a los Neve el tiempo suficiente para llevarse a los niños de la mansión sin problemas. Luchó por levantarse, estremeciéndose ante la presión, tambaleándose hasta el árbol más cercano y tratando de recuperarse. Ni en sueños iba a dejar que algo como esto le detuviese.

Miró a su alrededor, tratando de averiguar dónde estaba. La marabunta que le había atacado no era muy lista, dejándole tan cerca de la carretera. Sería fácil parar a un carro que fuese a la ciudad más cercana, alquilar un caballo y seguir con su camino. Ordenando a su dolor de cabeza que desapareciese, con su visión todavía borrosa encontró algo amarillo en una rama, resaltando sobre el verde que le rodeaba. Oyó los piidos desesperados al tiempo que levantaba la mano débilmente y dejaba que el pájaro fuese a ella, mientras se apoyaba contra el tronco.

"Cálmate." Dijo con más control del que realmente sentía. Deshizo su corbata rápidamente con una mano, con dedos temblorosos por el esfuerzo, y rasgó una tira con los dientes, atándola con cuidado alrededor de la pata del animalito.

Deberían haberle matado cuando tuvieron oportunidad, y Alaude haría que se arrepintiesen de ese error con intereses.

"Ve," ordenó al pájaro, "ve con Kyouya. Deprisa."

El canario no tardó en despegar, saltando de su mano extendida y partiendo hacia los cielos, y sólo cuando el pájaro desapareció Alaude se permitió el caer, apoyando la cabeza en el tronco y sabiendo que no podría moverse por un rato, su pecho moviéndose con el esfuerzo, su cara retorciéndose de dolor.

Sólo podía rezar por que la mascota de su hijo llegase a tiempo.

-KHR-

"… Se han ido." Takeshi no se había dado cuento de lo mucho que la presencia de su padre significaba para él hasta que se quedaron solos, el resto de los niños tampoco hablaron pues ellos también sentía la nostalgia ahora que sus padres realmente se habían manchado. Con miedo y aprehensión, trataron de que el pánico no les dominase, de que no resurgiese el trauma de perder a un padre y se buscaron los unos a los otros, tratando de encontrar sosiego en el conocimiento de que sus padres seguro que volverían a por ellos. Ryohei aceptó en silencio los abrazos de Tsuna y Chrome, Hayato asintió a la sonrisa que le dedicó Takeshi, Mukuro y Kyouya entraron en un alto a fuego temporal por el bien de sus hermanos.

Luchando por evitar la depresión, cada niño se marchó por su lado, asintiendo alegremente con los sirvientes y doncellas que les acompañaron a sus habitaciones, preocupados por los señoritos. Kyouya se paró al lado de una ventana, observando el cielo azul desprovisto de nubes con mirada calculadora, escrutando con intensidad ese cielo sin fin.

"¿Kyouya?" Mukuro estaba observando al otro, curioso pero empezando a preocuparse. Su 'hermano' sólo tenía esa mirada cuando había problemas, y él también podía sentir algo en el viento. "Kufufu… ¿Qué estás mirando?"

"Es extraño…" La joven alondra le ignore, murmurando para sí mismo mientras aguzaba sus sentidos al máximo. "Hibird no ha vuelto todavía."

"¿Ese pájaro molesto que te sigue a todas partes?" El niño con el pelo de piña también se había dado cuenta de esto, notando la desaparición de la abominación amarilla que seguía al otro a todas partes. Ahora estaba más en guardia que nunca, el preocupante sentimiento seguía creciendo.

El otro chico le lanzó una mirada de odia ante la mención a su querida mascota. "Te morderé hasta la muerte, herbívoro."

Mukuro se permitió una sonrisa autosuficiente, su tridente se empezó a materializar en su mano mientras el moreno adoptaba a su vez una posición a la defensiva. Pero justo cuando la pelea iba a desatarse, sintieron un escalofrío por la espalda, y ambos se volvieron hacia la ventana, sintiéndose observados. Ambos apuntaron inmediatamente sus respectivas armas hacia la ventana, escaneando la zona en busca de algo extraño. El exterior estaba en calma, ni una hoja fuera de su sitio, pero su espía también se había marchado, poniéndoles a los dos en guardia.

"vaya, vaya… parece que hoy vamos a divertirnos…" Mukuro comentó tranquilamente mientras bajaba su arma, pero no se desintegró, sus ojos buscaban el peligro mientras se volvía de medio lado para hablar con el otro. "¿Qué vamos a hacer, Kyouya?"

El otro chico estaba a punto de contestar cuando alguien anunció su llegada, sorprendiéndoles cuando vieron que se trataba únicamente de su tía. "¡Mukuro! ¡Kyouya!" Les saludó Elena con cariño, y los niños ocultaron su sorpresa con rapidez, mientras ella se agachaba para darle a cada uno un abrazo. "¿Cómo estáis?"

"¿Señorita Elena?" Mukuro hizo una educada reverencia, escondiendo su ceño tras una sonrisa encantadora y dando golpecitos en la mano que sujetaba a la suya, mientras Kyouya permitía el contacto puesto que, divertido, había catalogado a la mujer como carnívora tras su primer encuentro. "¿Qué estás haciendo aquí? Padre no está en este momento."

La mujer asintió, sintiendo algo… fuera de lugar en la casona, pero lo ignoró como poco importante. "Cuidaré de vosotros mientras vuestros padres están fuera." Elena revolvió el pelo azul, sonriendo al otro niño, que se había movido hacia la ventana, mirando al cielo. "¿Dónde está el resto?"

Kyouya ignoró la conversación en ciernes, todavía escaneando los cielos en busca de su pájaro perdido cuando, de pronto, una mota amarilla pasó zumbando, aterrizando en el marco de la ventana y lanzándose a sus brazos. El niño enseguida ayudó al pájaro a recuperar el equilibrio, mientras este piaba y se arreglaba las plumas con alarma, sus ojitos negros moviéndose de forma alocada con obvia angustia.

"¿Cuál es el problema?" Murmuró al canario, alisándole las plumas, tratando de calmar su corazoncito.

Y entonces fue cuando se dio cuenta de la ausencia de pergamino que debería estar atado a la patita del animal, en su lugar un trozo de tela negra. Entrecerró los ojos, y desató la tira de tela, colocando al animal en su cabeza, que se acomodó entre los bucles morenos, exhausto por el estrés físico y psíquico.

"Herbívoro," llamó a Mukuro, que dejó su conversación con Elena y miró al pedazo de tela en sus manos, reconociéndolo al instante por lo que era.

Elena se sobresaltó cuando vio el ceño en las facciones del joven niño, hacienda que pareciese mayor de lo que era. "Mukuro, ¿ocurre algo?"

"Nada, señorita Elena." El niño la cortó con suavidad, apartando la vista del otro, tomándola del brazo y llamando a un sirviente que la llevase al despacho. "Kufufufu… A Chrome le gustará verte de nuevo. Haré que alguien te acompañe." Lanzó una mirada furtiva a la alondra, que apartó la vista, gruñendo, con las tonfas preparadas y brillando con la luz del sol mientras iba a saludar al primero de sus… huéspedes no deseados. El hijo de la Niebla observó divertido conforme el otro se marchaba para impedir la entrada a los intrusos, preguntándose cómo hacer para mantener ignorantes a la mujer y el resto de sus hermanos, especialmente su hermana gemela y Tsunayoshi.

"Yo también os he echado a todos de menos." Elena sentía que algo iba mal. Mukuro estaba serio, demasiado serio para su personalidad habitual, y eso le preocupaba. "Mukuro," le llamó antes de irse con el resto de los niños, haciendo que el niño la mirase.

"¿Me lo dirías si pasase algo, verdad? Preguntó con amabilidad, queriendo que el niño confiase en ella. Aunque Chrome se había confiado a ella, Mukuro se mantenía al margen, actuando como el perfecto señorito pero la desconfianza del chico le descolocaba. No quería agobiar al niño, y en su lugar decidía confiar en él, esperando que hiciese lo mismo.

Mukuro parpadeó, algo sorprendido por que ella no preguntase nada, al contrario que el resto de los adultos. Sintió un repentino aprecio por ella, y agitó la cabeza, sonriéndole. A lo mejor no era tan mala. "Todo irá bien, señorita Elena. Por favor, cuida de Chrome y de los demás por mí."

"¡Mukuro…!" Elena no pudo contestarle pues el niño desapareció en un banco de niebla, dejando un espacio vacío en su lugar. Todo irá bien… ¿Qué quería decir? Las palabras del chico le preocuparon, incluso mientras entraba al cuarto de los niños, que sonrieron y la saludaron con entusiasmo.

"¡Tía Elena!" Tsuna fue el primero en avanzar, abrazándola con fuerza, agradecido por su presencia. Chrome sonrió a su vez, pero no se acercó, dejando que el chico acabase primero. Takeshi y Hayato también estaban allí, así como Ryohei, que tenía a Lambo sentado en su hombro, el bebé gritando y balbuceando con alegría mientras se agarraba con fuerza a los mechones de pelo blanco.

"¡Es tía Elena al EXTREMO!" Gritó el boxeador, avanzando y sonriendo a la mujer que le devolvió la sonrisa y le tomó a Lambo entre sus brazos. "¿Cómo te va EXTREMADAMENTE!"

"¡Me va extremadamente bien, Ryohei!" Se rió ante su entusiasmo, arrullando al bebé en sus brazos. "¿Cómo estáis los demás?" Observó a los ocupantes del cuarto, viendo a Hayato en el rincón con la nariz metida en un grueso libro viejo, mientras Takeshi se movía junto a la ventana con su hakama de entrenamiento y tirando una pequeña pelota arriba y abajo.

"¡Hola tía! ¡Cuánto tiempo!" Con una precisión que casi daba miedo, el hijo de la Lluvia apuntó y tiró la pelota, que cayó limpiamente en una caja junto al hijo de la Tormenta, el material rozándole suavemente la mejilla mientras el otro levantaba la vista para lanzarle una mirada envenenada.

"Ya veo que seguís igual que siempre." Elena entró en la habitación, sentándose en un sillón y colocando a Lambo en su regazo. Con amabilidad indicó a Chrome que se sentase a su lado, habiendo echado mucho de menos a la niña y satisfecha cuando la niña la siguió y se sentó en el brazo del sillón.

"¿Cómo estás, querida?" Elena le preguntó, alargando la mano para apretar el bracito de la niña. Chrome estaba muy delgada para su edad, algo en lo que se había fijado desde el principio. "¿Estás comiendo bien?"

"Estoy bien, señorita Elena." Chrome respondió tímidamente, sonriendo dulcemente a Lambo, que la cogió de los dedos y empezó a jugar con ellos con felicidad. "Padre y el resto cuidan bien de mí."

"Me alegro entonces." La mujer sonrió a la niña, mientras convencía a Tsuna para que se sentase a su lado a hablar.

Chrome se detuvo de repente, mirando hacia la puerta con un dejo de preocupación en su ojo púrpura. Hayato también paró, cerrando de golpe el libro y mirando alrededor de la habitación, mechones plateados enmarcaban sus brillantes ojos verde-azulados.

"¿Eh? ¿Qué pasa, chicos?" Tsuna, habiendo notado la espeluznante quietud del cuarto, preguntó con curiosidad, mirando de un hermano a otro.

"Tsuna." La voz de Takeshi era extrañamente monótona, y sonaba algo extraña. "¿Podéis quedaros aquí Chrome y tú? Tengo que comprobar algo fuera."

"Sí, yo le acompaño." Hayato estaba de pie en un segundo, siguiendo los pasos del pequeño espadachín, cuya mano ya estaba en el pomo de la puerta. "Sólo será un momento."

"¿Dónde vais?" Elena les preguntó preocupada, observando cómo Ryohei se levantaba también, siguiendo a los chicos más jóvenes. Takeshi se fue con un saludo, Hayato bajó la cabeza y Ryohei haciendo ruido mientras, uno por uno, desaparecían de la vista.

"¡Os acompañaré al extremo!"

"¡Esperad! ¡Iré con vosotros!" Tsuna hizo por levantarse y seguirles, pero Chrome le detuvo con una mano en la manga mientras negaba con la cabeza en silencio, asintiendo una vez tras compartir una mirada con su hermano peliplateado.

Ya sabes que hacer.

La puerta se cerró tras ellos, y los tres niños intercambiaron miradas de seriedad antes de partir en direcciones opuestas, hacia los débiles sonidos de lucha y gritos que casi no se oían en la distancia.


N/A.: *Buonanotte y mio figlio – Italiano para buenas noches e hijo mío, respectivamente.

Quería preguntaros algo. ¿La trama se mueve muy despacio o muy rápido? Veréis, yo soy el tipo de persona que prefiere desarrollar algo a lo largo del tiempo, así que me disculpo ahora si algunos de vosotros os sentís frustrados por la falta de acción. Pero, en el capítulo siguiente ¡Veréis lo que todos estabais esperando! En cuanto a lo que es… ya lo veréis. :)

¡De nuevo, leed y comentad todos! ¡Gracias por leer, y nos veremos la próxima vez!


N/T.: ¡Nueva imagen de portada para la historia! ¡La imagen es 100% original de la versión española!

Y en otro orden de cosas, respondiendo a la pregunta de ximena, todos los personajes de la familia Neve son personajes creados por EngelMegane así que no aparecen en el manga. Se menciona en una nota de autor al principio del capítulo 9. :)


Siguiente capítulo: Resolución

"Te dije que no podrían hacer nada."

¿Cuál era la relación entre Tsuna y él mismo?

La única persona que puede derrotarte... soy yo.

De cualquier forma, el cielo nunca le querría entre sus filas.

"¡No podemos dejarte aquí!"

(Y una nota de autor bastante larga)