Lamento el atraso, pero no estoy con tiempo para nada… y hay tantas actualizaciones que quiero leer. Me siento desdichada.
Para quienes me preguntaron qué piensa Harry o qué pensaba Terry… un poco de ambos.
¡Ah! ¿Por qué creen que es NC-17? XD
"Capítulo" dedicado a Floor Whitlock. ¡Gracias por tus comentarios!
Sin más demora, ¡a leer!
***3***
Tiempo después.
El pequeño grupo estaba esperando a que las puertas del Auditorium del Instituto de Administración por fin fuera desbloqueado y por ellas saliera el feliz homenajeado. Él sabía que uno de sus acompañantes en ese Hall no estaba muy a gusto con su presencia, a pesar de la pasada amistad escolar que los había unido. Pero Terry tenía toda una historia con Draco, había vivido cosas muy intensas con él… había sentido muchas cosas y algunas eran bastante profundas… aunque no se dio cuenta de ello hasta que fue demasiado tarde.
Ahora que volvían a ser simples amigos, debía actuar como tal, aunque eso signifique compartir con el tipo que se lo levantó. ¡Bueno!, ¿quién puede competir contra el grandioso Niño-que-vivió-y-venció-mil-y-una-vez? Sabía que no tenía mayor cabida en esa situación, Potter se lo había dejado muy en claro durante el cumpleaños del rubio. Y aunque Terry no sabía si sentirse halagado o asustado por el recelo que el mismísimo Héroe de Guerra manifestaba cada vez que él se acercaba a su actual pareja… no dejaría que Potter –por muchas medallas de Merlín primera clase que tenga- lo alejara de su… amigo. Y si ese grandísimo animal llegaba a lastimar a Draco… no sólo le caerían las siete plagas de Slytherin, el propio Terry Boot le mostraría cuánto había aprendido del Ejército de Dumbledore.
Una corriente mágica barrió las puertas dobles, delante del grupo. Segundos después, Draco Malfoy aparecía detrás de ellas… Terry le había dicho muchas veces, cuán hermoso lucía con ropa muggle, cuan bien le quedaban los sacos y las chaquetas, lo increíble que le quedaban las camisas y los pantalones de tela a medida… Oh, Merlín, era toda una visión y Terry no puede dejar de recordar lo suave y cálida que era su piel pálida bajo sus dedos.
-¡Draco!- grita una casi histérica Parkinson.
-¿Qué tal?- se apresura él a preguntar, cuando lo ve salir con una sonrisa radiante.
-Termine con un extraordinario…- menciona sin poder contener la exaltación.
-¿En serio?, ¿un extraordinario?- suelta más de uno, en un corro entre alegre y sorprendido.
Potter suelta una carcajada animada, emocionada, orgullosa… se nota que le va a saltar encima al rubio en cualquier momento. Pero ellos no se han mostrado como pareja en público, no abiertamente al menos. El Profeta había insinuado muy peyorativamente y en absoluto rechazo contra el rubio, algún tipo de acercamiento o de relación de amistad, pero nada como lo que realmente tenían. Ya sea a petición de Draco o por el celo a la vida privada del moreno… Terry asume que deberá pasar mucho tiempo para que lo hagan público.
En cambio Terry no había tenido problemas para mostrarse junto al rubio, frente a todo el mundo. Ya sea paseándose con él por la Universidad o tomados de las manos durante la última fiesta, el castaño se había mostrado contento y orgulloso de estar así con el hijo de Lucius Malfoy, el antiguo príncipe de las serpientes. Y si hubiese podido, si se hubiese dado cuenta antes de sus sentimientos, si éstos hubiesen sido correspondidos y si hubiesen llegado a 'algo más', ya lo habría gritado a los cuatro vientos.
-Si y soy el tercer extraordinario en los últimos cincuenta años.-
-No lo puedo creer…- dice Bullstrode, ambas chicas aplauden y asienten encantadas.
-Argh… eres un nerd, Draco, de verdad… no sé que mierda haces con tu vida…-
-Oh, si que lo sabes Blaise… un año de autodidacta y cuatro de estar con la cabeza escondida en los libros.- ríe.
-Por eso… eres ñoño.- vuelve a quejarse y a burlarse.
-¿Y?- inquiere Nott y el castaño presume que se refiere a su proyecto de administración.
-Te lo dije, la innovación está actualmente enfocada en el desarrollo de empresas autosustentables que fusionen lo mágico y lo muggle.-
-Especialmente en un rubro que ha sido poco explotado por el mercado mágico inglés, el turismo.- acota Terry.
-Turismo mágico-muggle. Quién te vio y quién te ve…- menciona Goyle con sonrisa ladina.
-Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas.-
Todos los Slytherin rodaron los ojos.
-¿Quién, Gandhi o esa señora de Calcuta?- soltó Zabini sin una pizca de consideración.
-Coelho, idiota… pero para qué te voy a decir quién es, si eres un ignorante…- espetó con una sonrisa oscura y una ceja elegantemente alzada.
-Ya, Don Muggle.- le dice, muy suelto de cuerpo. Todos ríen, demasiado contentos por el rubio, que por el sarcasmo de ambos amigos.
-Entonces, supongo que nos reuniremos a celebrar hoy en la noche, ¿no?- Parkinson levanta sus cejas insinuadora.
En cuanto Draco y Potter intercambian miradas, eso significa un no.
-Si se esperan hasta el jueves, puedo cerrar el VinC… podemos celebrar ahí.- propone el enorme Goyle.
-No es la idea que Graham, Johann, tú y Milli estén limpiando todo el desastre que dejemos…- responde el rubio.
-Si no te molesta la rústica cocina de los Black, podemos trasladarnos allí… incluso podemos pedir la cena…-
-¿Qué?, no me insultes Potter… no comeré comida preparada o un plat de résistance que tenga sabor a hule.-
-Yo sólo digo…- ríe y levanta sus manos en señal de defensa.
-No. La celebración será este jueves en VinC, e invita a tus Griffindors Potter… para que prueben lo que es comer bien.- Vaya, el hombre tenía carácter.
Siguieron conversando un poco más, cosas sin importancia y algunas relacionadas a la próxima celebración… otra fiesta Slytherin-Griffindor, salpicada de Ravenclaws. El ambiente se mantenía ligero y exultante. En algún momento salieron los profesores examinadores del Auditorium, saludaron y felicitaron a Draco una última vez antes de marcharse. Ellos continuaron allí, simplemente hablando y Terry sintió una egoísta satisfacción cada vez que veía las ganas de Potter por tocar al rubio… se le veía en las manos, que movía sin cesar, siempre parándolas a centímetros de los dedos de Draco, a centímetros de su antebrazo, de su codo, de su cintura… o cada vez que el moreno miraba su boca con obnubilación, mientras el otro hablaba de cualquier cosa.
-Ahm… creo que ya deberíamos irnos…- menciona Parkinson después de un momento.
-Ah, sí…- dice Zabini, levantando las cejas inquisidor. –Hay que darles su espacio al par de tortolos.-
-Eso sería bueno…- responde Draco.
-Que frío te has vuelto con los amigos, Draco…- se burla Bullstrode.
Todos se comienzan a despedir. Cuando le toca el turno a Terry, simplemente lo abraza y le desea lo mejor. … Y lo único que puede hacer es esperar que algo del exquisito aroma del rubio quede en su ropa…
Cuando por fin se quedan solos, únicamente los dos en el Hall, Harry le sonríe con una intensa fuerza calentándole el pecho, estremeciéndolo completamente y provocándole una pizca de nerviosismo. Muchas novedades para un solo día…
Camina hacia una banqueta de madera y recoge su abrigo, sintiendo entre los pliegues de gruesa tela, un muy conocido rollo de pergamino. Suspira profundamente, apreciando el dulce aroma de la frondosa maceta junto a él. Los magos de administración debían gustarle mucho esas flores, porque las tenían diseminadas tanto en las aulas, como en el Instituto de profesores y el Hall de la escuela. Antes no les había prestado mucha atención, pero con el tiempo había aprendido a apreciar la belleza de esas pequeñas flores, la suavidad de su olor y esa sensación de compañía que le regalan cada vez que debía esperar al rubio, al finalizar alguna clase, después de hablar con algún profesor… o como ahora, después de su examen de titulación. De alguna forma se había enamorado de ellas… eran como una conocida compañera a lo largo de ese tiempo de 'idas y venidas'. Le recordaban la parte más fea y la parte más bella de su relación con Draco… Ahora serían testigos de un nuevo cambio, del inicio o quizás el cierre de un proceso.
-¿Te gustan?- pregunta el rubio, a su lado. No hay mucho contacto entre ellos, aunque discreta, la universidad sigue siendo un lugar público.
-No las conocía… pero creo que he aprendido a encontrarles la gracia.-
-Se llama Tradescantia…-
-Tradescantia…- repite.
-También se le conoce como 'Amor de hombre'.- Harry lo mira, sus ojos se conectan profundamente y siente unas ganas irrefrenables de besarlo. Eso no debía ser una coincidencia. –Y entre los muggles se la conoce como 'Judío errante', creo que hay una historia sobre eso. Un hombre judío que desprecio al hijo de ese Dios muggle… por ello es una planta naturalmente rastrera, aunque a través de la magia se la ha adaptado como una trepadora.-
-Me gusta más 'Amor de hombre'…- dice y simplemente toma su barbilla con una de sus manos, conduciendo esos labios al encuentro de su propia boca.
-Harry…- se repliega ligeramente, impidiendo el contacto. –Alguien puede vernos.-
-No me importa…-
-Harry…- suspira sobre sus labios.
-Quiero que nos vean, quiero que el estar juntos sea algo normal…- le dice, mirándose ambos a corta distancia, en una situación tan comprometida como si fuese un beso real. -Quiero tomarte de la mano, quiero acariciar tu espalda o besarte cuando quiera… no quiero tener que aguantarme.-
-No lo sé…- lame sus labios y esa suave piel rosada, se torna brillante de humedad.
-Hagámoslo juntos. Para ti es tan difícil como para mí…-
El Hall está en completo silencio, en aparente calma y parece completamente deshabitado salvo por ellos dos y la espectadora Tradescantia. Draco desvía los ojos y mira alrededor, cuando por fin se siente protegido y amparado por la quietud del recinto, se detiene a pensar en las implicancias. En la idea de abandonar la tranquilidad de lo privado, de exponer su pequeño rincón mágico en el mundo muggle… la idea de volver a ser asediado, con nuevos motivos, bajo nuevos rencores.
Estar otra vez bajo la lupa, expuesta toda su vida a las habladurías, a las indicaciones, a los gestos sin disimulo, como un corruptor que no detiene su macabra obra… destruyendo, pervirtiendo al hombre que era emblema del bien y la justicia por antonomasia. No era buena idea, para nada… pero Draco sabe que no puede mantenerse oculto para siempre. Si va a vivir en Inglaterra, deberá enfrentarse a la masa alguna vez. Enfrentar a la larga Lista de mártires, que buscan ser liberados a través de su propia carne… concatenados dolorosamente a sus propios recuerdos, a las familiares imágenes de la muerte.
-Necesito tomar aire…- dice y se encaminan ambos a las afueras del Hall de la Escuela de Administración. Draco avanza a paso lento, hasta un pequeño jardín, desde ahí se puede ver el alto edificio de la biblioteca.
-No será tan diferente a lo que hacemos ahora…- comenta Harry después de un extenso y meditabundo silencio. –Caminar juntos, pero con nuestras manos unidas… tener la posibilidad de acercarme a ti y darte un beso. ¿Qué tan malo puede ser eso?-
-Es malo cuando se tiene a fanáticos reaccionarios dispuestos a lanzar una maldición si lo creen justificado. Y el bastardo de Draco Malfoy corrompiendo al epítome de todo lo bueno y lo bello del mundo, es suficiente justificación.- se miran. Draco percibe por detrás del moreno, cómo aumenta la afluencia de estudiantes, seguramente era cambio de período. –Tú lo viviste conmigo, de primera mano. ¿Sabes lo que son seis años de lo mismo?- Era algo mucho más que 'extenuante'.
-Tú dijiste que no querías ser una victima, que no te dejarías guiar por lo que el resto dijera… Esto será-
-Ey, Potter,- escuchan desde una esquina, cercana a los salones de Teoría Mágica. –cuánto tiempo sin verte… ¿Qué haces por aquí?- El chico se acercó sin importarle saludar a nadie más. –¿Andas en misión oficial de auror?- comenta con plena intención.
-No…- gruñó, sin siquiera saludarlo.
-¿El hijo de Lucius Malfoy anda en algo malo de nuevo?- y recién entonces mira a Draco.
No había que ser adivino para saber que esas palabras eran gracias a El Profeta, quien se había dedicado por años a nombrar al rubio simplemente como el Hijo de Lucius Malfoy. Impidiendo que la gente dejara en paz el nombre de su padre y de paso, ligándole todos los males y los crímenes de los que fue autor. Sí, estaba cansado de eso, pero continuar simplemente quejándose no era la solución…
-Piérdete McMillan.-
-¿Qué pasa contigo?- frunció el ceño a su vez.
-Nada, pero mejor vete…-
-Si la cosa es con este, no te desquites conmigo, joder…-
En cuanto Draco vio esa mirada y casi presintió la vena palpitando en la frente de Harry, pensó que eso no pintaba nada bien. El moreno le había mostrado cuán impulsivo podía llegar a ser y su manía por ser el protector de los débiles, algunas veces podía volverse algo contraproducente.
Draco sabía que cualquier información que tuviese que ver con Harry Potter era motivo de portadas de periódicos, cotilleos e indiscreciones… y Ernie McMillan no le producía otra cosa más que recelo. Significaba exponerse…
Cuando la mandíbula de Harry se tensó, Draco supuso que, si bien no había muchas alternativas… exhibirse sería irremediable.
-Harry…- dice y aunque su sentido de superviviencia gritaba por discreción, finalmente toma su mano demostrativamente. –Tranquilo.-
Cuando ambos se lo quedan mirando, Draco afianza el agarre. Harry le sonríe gratamente sorprendido, mientras que el idiota Hufflepuff se lo queda mirando y lo indica con su confianzudo dedo índice. Algunos estudiantes que pasan cerca, se los quedan mirando. El auror Potter estaba de visita en la Universidad, eso siempre era una novedad.
-¿Éste…?- balbucea.
-No es un éste, McMillan… y de verdad te sugiero que saques tu trasero de aquí o me verás realmente enojado.- escupe.
-¿Ves?- le pregunta el rubio, sin siquiera fijase si el otro idiota se ha ido o no. Ignorando al muy…
-Vamos, Draco…- aprieta sus poderosos dedos contra los pálidos. Le sonríe, sabiendo que es el momento perfecto.
-¿Qué…?- apenas escucha el balbuceo sorprendido del otro.
-Harry.-
-Tengo algo para ti.-
-¿Algo?, ¿dónde?- puede sentir la gente alrededor, todos están mirándolos, espiándolos.
-En un lugar que debimos haber pisado hace bastante tiempo ya…-
-No creo que sea conveniente…-
-… y si las cosas no resultan bien, te prometo que será la ultima vez que lo hagamos…- No puede hacer más que morderse los labios, indeciso, inseguro. -Vamos, Draco, por favor… hay algo que quiero darte. Es importante y te gustará.-
-No sé…- suspira, -no creo que sea buena idea.-
-Por favor…-
-Harry…-
-Vamos, por favor…- insistió.
-¿No te rendirás?…-
-No.-
-Está bien…- dice finalmente, tragando un molesto nudo apretando su garganta.
-Nos voy a desaparecer.-
-Ok…-
Lo presentía, como una visión fatídica del futuro. Cuál podría ser una mejor palestra de exhibición, sino era el Callejón Diagón, con sus callejuelas estrechas, con sus tiendas abiertas y las amplias vitrinas. Con su gente cotilla y sus reporteros siempre pululando en busca de alguna posible –aunque sea remota o ínfima- noticia de la cual dejar registro.
En cuanto dieron el primer paso, los murmullos comenzaron a hacerse notar. Primero como cuchicheos suaves entres dos o tres personas… para cuando llegaron al emporio de lechuzas, el lugar se había envuelto como en el zumbar inquietante y monótono de un panal de abejas.
No ayudó a la exaltada multitud, que Harry Potter le pasara un brazo por la cintura y lo pegara a su cuerpo. Íntimo. Protector. ¡Oh, Merlín! Draco sentía que se le salía el corazón por la boca. Todo el mundo los miraba… todo el mundo tenía los ojos puestos en él, estaban mirándolo, acribillándolo a él. ¡Todos lo miraban a él! Tantos ojos escudriñándolo, tantos ojos… tantos ojos.
Por fortuna, no se detuvieron hasta que el moreno lo condujo al interior de Gringotts. Draco sintiéndose un poco nervioso y mareado, lo miró cuestionador, pero el otro solo le pidió calma con uno de sus usuales besos en la sien; antes de pasar hacia el duende encargado y extenderle un grueso rollo de pergamino.
-El Departamento de Tesoros y Herencias Familiares desbloqueo tú cuenta y la de Snape. Tienes una parte de lo que te corresponde y podrás hacer lo que quieras con ella.- Le había mencionado el moreno antes de ser conducidos al carrito que los llevaría a las bóvedas…
A pesar de la alegría inicial, el retorno a casa fue peor de lo imaginado. Cientos de magos, brujas y decenas de reporteros de los diversos periódicos y revistas mágicas, custodiaban las amplias puertas del Banco de los Duendes, saltándoles encima en cuanto salieron. Harry lo aferró fuerte mientras se enfrentaban a la multitud. Gritos de incredulidad se escuchaban de fondo, como una mala banda sonora. En algún momento de ese caótico choque, entre los gritos y los insultos, una de las gemelas Patil se les plantó delante y le exigieron a Harry dar una declaración… y el moreno así lo hizo.
Mencionó que no tenía por qué hacerlo, que ese no era problema de ellos y que no les importaba lo que dijera la comunidad mágica, pero Draco Malfoy era su novio desde el pasado año nuevo. La barahúnda fue la esperada y debieron llegar los aurores para que les dejaran marchar…
Quizás había sido un poco precipitado… muy impulsivo… muy Potter.
En menos de una hora todo se había vuelto un desastre. El Profeta, Londres Mágico Hoy, Incantatem News y todo pasquín noticioso, incluido El Quisquilloso, había sacado un número especial, de tiraje rápido y de pocas páginas. "El Salvador del Mundo Mágico tenía una relación con el hijo de un mortifago"… Bueno, esas no eran las palabras que utilizaron, pero ese era el mensaje ulterior… las palabras malsonantes evidenciaban elocuentemente, cuánto aún despreciaba la comunidad mágica, al último de los Malfoy.
Eran seis años, ¡joder!… ¿cuánto más iba a durar eso? Era ridículo, era una soberana estupidez. El rubio había pagado más de lo que correspondía, ¡¿por qué no le dejaban en paz?
La expresión en el rostro del rubio, le estrujó el pecho a Harry.
La llegada de sus amigos –tanto de Griffindor como de Slytherin- exaltados, sorprendidos y muy asustados no ayudó de mucho a subir los ánimos o a disminuir el nudo en sus gargantas. Algunos le recriminaron no pensar en las consecuencias, otros estuvieron a centímetros de partirle la cara al moreno y se quejaron con el rubio por su falta de sentido común…
Lo que debía ser un día de regocijo había terminado con un Draco perturbado, terriblemente inquieto y con el inicio de una jaqueca que le partiría la cabeza… una de esas migrañas fulminantes que hace tiempo no tenía.
-¿Cómo se te ocurrió hacer algo así, compañero?- se había quejado Ron.
-¿Qué tiene de malo?-
- Una cosa es que mantengan una vida 'privada' y que nosotros no pongamos objeciones… después de todo los conocemos y queremos tu felicidad.- comenta el pelirrojo, como si fuese algo innegable. –Otra cosa muy distinta, es que lo hagan público… es obvio que la comunidad mágica no lo va a aceptar así como así.-
-¡Pero es mi maldita vida, mierda!- gritó rabioso. -Quiero a Draco, él es parte de mi vida y lo quiero siempre conmigo… siempre, aquí, en el Ministerio, en el Caldero Chorreante o en cualquier puto lugar…- sus palabras destilaban desasosiego.
-Pero para todos él sigue siendo… quién es…-
-No es algo muy alentador.- suelta Zabini con voz amarga. –Estoy hasta las narices de esto…-
***4***
Es increíble cómo uno se puede volver un completo idiota por otra persona. Como somos capaces de mover cielo, mar y tierra por buscar su felicidad… porque su alegría y bienestar es también la tuya. Porque si ambos se sienten tan satisfechos, tan exultantes, si todo se siente tan completo, tan normal y correcto, tan equilibrado y poderoso, es porque están juntos. Amándose y haciéndose feliz el uno al otro. Conociéndose y compartiendo la necesidad… haciendo el amor dónde sea que les pille la ardorosa lascivia, comiendo platos para llevar, comida casera o improvisando un poco de galletas, embutidos y vino, conversando y exponiendo sus vidas, sus almas y sus sentimientos… tomando largos baños de tina y disfrutando de la maravillosa compañía. Sexo. Baño. Comida. Conversación.
Exquisitos e impagables momentos, que no pueden hacer más que dejarte con una tonta sonrisa en la cara, con cada musculo del cuerpo relajado y retozando ambos durante eternas tardes de sábado… las mañanas del domingo o durante la semana, después del trabajo…
Dicen que llegar al segundo –a veces tercer- año de relación, las cosas se enfrían un poco. La rutina, lo cotidiano, verse todos y cada uno de los días, la perdida de la individualidad, del tiempo y del espacio personal, complejiza lentamente la vida en pareja. Ya sea el noviazgo o el matrimonio, se vuelve ligeramente tirante y se llega al primer bache de la relación. La primera crisis, donde las cosas se pueden solucionar o pueden morir…
Harry se sorprende de no haber pasado por ninguna de esa crisis aún, ni la de los tres meses, ni la del primer, ni la del segundo año. Quizás sea porque su relación nació desde la peor de las crisis y desde el más profundo dolor. Eso mengua los intereses bélicos, los sinsentidos y le quita importancia a las tontas nimiedades que normalmente gatillan el caos.
Quizás ambos eran demasiado conscientes de que perder el tiempo con estupideces no era una alternativa… y en lo único que piensan es en hacerse felices…
Harry suspira por la nariz, honda y lánguidamente, deslizando la punta por sobre la piel del estómago de Draco, acariciando los contornos de su ombligo. Aspirando el exquisito olor de su cuerpo, fresco, suave, un poco frutal y un poco a tostado… como a sol, como los rayos que entraban por la ventana e iluminaban su pálida piel. El sol dejaba su aroma sobre ese cuerpo perfecto…
Acaricia su cadera y remueve la sábana blanca, lo único que les cubre de la desnudez. No han podido soportar más ropa o cubre cama, debido al calor veraniego de la noche pasada.
"Si realmente amas a mi amigo, te lo llevarás y no lo dejaras pasar otra vez por esto, Potter". Zabini tenía razón. Inglaterra era muy pequeña para ambos y no había necesidad de pasar por semejante calvario otra vez. No.
Harry mando a la mierda toda consideración y le exigió al Ministro Kingsley, revocar o al menos rebajar, el arraigo mágico del rubio. Mandó al jefe Bower a joder con su tía, en su propia cara, después de que el muy hijo de puta se refiriera a Draco, en malos términos. Sermoneándolo sobre moral, sobra las asquerosidades que hacen los maricones –aunque Harry había salido del closet apenas terminada la guerra- y la clase de gentuza sin valor y sin criterio, como eran los Slytherin, los hijos de mortifago y en concreto, el hijo de Lucius Malfoy. Nada que Harry no haya escuchado antes… y eso lo encabronaba aún más.
Siendo ambos hombres profesionales, con herencias cuantiosas y con reconocimientos de guerra y académico, no creyó que les fuera difícil hacerse un sitio en la comunidad mágica de Rouen. Los grandes aportes realizados por Abraxas, Gwendolin y cientos de ancestros Malfoy para el desarrollo de la ciudad, fueron un ejemplo de todo lo que les esperaba. Rouen –a diferencia de cualquier ciudad británica vinculada a la Comunidad Mágica- les abrió a ambos, todas y cada una de sus puertas.
Harry jamás había sentido vergüenza de su cultura y procedencia inglesa hasta ahora. Francia era un crisol de oportunidades.
Beso la piel cálida bajo el ombligo, extendiendo el contacto hasta su cadera derecha.
Al contrario de lo que pensaron sus amigos y familia adoptiva, dejar Inglaterra, su trabajo, su casa y sus conocidos, no fue un sacrificio… sabía que sonaba egoísta, pero por el bien de su relación con Draco, debía serlo. Debía ser egoísta por una vez en su vida.
Aunque Ron no había podido, ni querido entenderlo.
-Mira, puedo hacerme el ciego y dejar que te folles al hurón, si eso te hace feliz Harry… pero no puedo dejar que sacrifiques todos tus sueños por él.-
-No lo entiendes Ron…- le había dicho el moreno, –quedarme aquí sí sería un sacrificio.-
-¿Quedarte con tus amigos sería un sacrificio?- dijo incrédulo. -¿Sacrificarías todo lo que tienes aquí, incluso a tus amigos y familia por él?, ¿por él?-
-¿Por qué me haces elegir?- lo había mirado intensamente. –Yo no quiero cambiarlos a ustedes por Draco, él es mi pareja y ustedes mi familia, no son cosas incompatibles.-
Harry recuerda que había tardado tanto en tratar de convencer a Ron, que durante la última conversación que habían mantenido –mientras el moreno recogía todas sus cosas de su antiguo casillero en el Departamento de Aurores-, había terminado por emplear un truco bastante… Slytherin, si había que mencionar.
-Se supone que solo querías… joder con él… nada más.-
-Ron…- había comenzado, sentándose en la banca y luciendo derrotado. -¿No quieres verme feliz?- cuestionó y el pelirrojo había abierto grandes ojos, -porque lo soy, realmente. Los Weasley son la familia que nunca creí tener, tú y Hermione son mis mejores amigos… y Draco es la persona que me llena, que me complementa. Es la primera persona que me aprecia por ser Harry, que comprende mis miedos y entiende por lo que he pasado… aparte de ustedes, claro.- su amigo parecía pensativo y sus hombros lucían caídos, como si se sintiera desolado por tal revelación. –Sé que él fue un miserable con nosotros en Hogwarts… pero si supieras por lo que ha pasado. Él ha visto, ha sentido… ha vivido cosas que ni te imaginas. Mis peores miedos son comparables a los suyos.- Ron no decía nada, pero Harry sabía que si bien no había hecho que el pelirrojo sintiera más agrado por el rubio, que antes, al menos ahora no pondría tantas objeciones cuando el moreno se fuera del país. -¡El me comprende Ron y yo lo comprendo a él!-
La sensación de los suaves y pálidos dedos de Draco acariciando su cabello, lo alejaron de ese recuerdo. Era un movimiento lento, muy lento, amodorrado pero muy tierno, muy familiar, tan íntimo y afectuoso… y como siempre, Harry se sorprende del estremecedor poder de una simple caricia. El rubio apenas le toca el cabello, lánguidamente, más dormido que despierto y el moreno puede sentir un tibio calor que se agolpa en su pecho. Una sensación tan amplia, tan basta, tan increíblemente reconfortante y esperanzadora, llena de energía y calidez. Dulce. Mágica. Cualquier cosa es sacrificable por eso.
-¿Qué hora es?- escucha, después de un largo y somnoliento suspiro.
-Van a ser las diez y treinta.- dice, luego de ver rápidamente el reloj en la mesita de noche, a través de los doseles de tul blanco traslucido.
Harry usualmente no entendía de esas cosas hogareñas, esos detalles y remilgos que a veces tenía el rubio, cuando elegían algún elemento necesario para el departamento. Y no es que Draco le hubiese exigido mucho, a diferencia de lo que el moreno había pensado… supuso que ver la parquedad de muebles y electrodomésticos en el antiguo departamento del rubio, debió darle alguna pista. Ya no era el chico pijo y excéntrico que había sido en su juventud.
Habían escogido un departamento amplio, pero sólo para dos. Una gran suit principal y una para invitados, un baño, cocina y living comedor, además de una plaza para vehículos en el estacionamiento. Como el lugar ya venía relativamente amueblado con los enseres principales, con Draco y su fluido francés, debieron salir a comprar sólo cosas como sábanas, manteles… y ese maravilloso tul, entre otras cosas. Ahora esa pieza de tela blanca transparente, que ungía de dosel, era uno de sus objetos favoritos en todo el departamento…
Harry no se había dado cuenta de su prodigiosa utilidad, hasta que un día, después de regresar de la Central Francesa de Instrucción de Aurores –donde estaba realizando una aclimatación y posteriores estudios en Defensa aplicada y Estrategias de campo, gracias a Kingsley- había encontrado al rubio durmiendo sobre la cama. Vistiendo únicamente un pequeño short, que arremangado como estaba, no cubría más de lo estrictamente necesario y la habitación iluminada sólo con la luz dorada de la lámpara, sobre la mesita de noche.
El moreno se había sentido como un voyeur cuando se había acercado, mirando a través de la traslucida tela, mientras el rubio dormía plácidamente. Mirando su piel pálida, seguramente suave y tibia, visible gracias a la insignificancia de la prenda que vestía. Observando con la boca seca la piel inmaculada de sus muslos, subiendo deliciosamente hasta el pliegue de carne que iniciaba esas carnosas nalgas… podía ver esa apetitosa curva perderse bajo el borde del short… ¡Oh Merlín!, a pesar de ya haber visto miles de veces al rubio desnudo… esa había sido una de las imágenes más eróticas que recuerda. Quedársele mirando desnudo a través del dosel, se había transformado en un exquisito e irresistible pasatiempo…
Es que era inevitable que Draco le sacara ese lado primitivo, a la luz… con él se volvía un poco animal. Pensaba, se sentía y actuaba como un animal. Necesitándolo con desesperación y tomando todo de él cuando están juntos… bebiendo de sus labios, impregnándose de su cuerpo, abrazándolo, acariciándolo, haciéndole le amor con lujuriosa ansiedad. Empujándose dentro y corriéndose en su interior, llenándolo por completo, sintiendo placer ante la sola idea de dejar su semen dentro del rubio y que él lo sienta, que se sienta húmedo y saciado… Lleno. Una parte de él mojando su interior.
También se vuelve un animal cuando otros lo miran con demasiado interés en los ojos, Harry casi puede leer el sucio deseo y las malas intensiones. Y aunque sabe que los hombres celosos y posesivos no siempre son bien recibidos, no puede evitar delimitar territorio y mostrarse protector. Haciéndoles ver que el rubio le pertenece y gruñéndoles alguna advertencia solapada. Al principio había sido por inseguridad de sí mismo y aunque ahora estaba seguro que Draco lo amaba, no podía evitar que su pecho se apretara y bramara, que su sangre hirviera y que su magia chispeara rabiosa cada vez que algún tipejo le insinuaba cosas a su rubio. Era algo incontrolable y si no fuera porque Draco podía 'leerlo' y buscaba evitar esas situaciones, sería algo destructivo también.
Ya lo decía él, con Draco se volvía un animal. Celoso. Primitivo. Salvaje.
Con esa misma ansiedad arcaica que le gruñía en el interior, Harry besó, lamió y marco a consciencia la piel sobre el hueso de la cadera, dejando rastros de saliva mientras deslizaba sus labios y rozaba su lengua, acaparando todo ese cálido espacio de carne hasta la unión con el muslo… y un poco más abajo… hacia la ingle.
-Mmh… Harry…- gime suavemente, doblando y abriendo una de sus piernas para darle más espacio entre ellas. –…Granger…-
-¿Mm?- ni siquiera estaba muy consciente de lo que escuchaba, sólo tenía atención para ese muslo interno que estaba bajo su boca y para esa polla suave, que comenzaba a erguirse, a hincharse y endurecerse en su mano izquierda.
-Recuerda que…- suspiró y movió ligeramente las caderas. Harry le había dejado dos enormes chupones en la cara interna del muslo derecho. -Granger por Flu…-
-Después.- deslizó sus labios hasta una pequeña y angosta zona entre la ingle y los testículos y chupo fuertemente. Draco jadeo y se arqueo de esa forma tan deliciosa, un poco felina, un poco hipnótica, mezcla de placer y quizás un poco de dolor.
-La habitación, Harry…- cuando lo escuchaba hablar en esos largos suspiros, es que Draco estaba completamente entregado, que se dejaría tomar y hacer lo que sea. –llegan el martes…- dice, pero sus pálidas manos se concentran en acariciar la cabeza de Harry entre sus piernas. El moreno puede sentir como los largos dedos de una de las manos le tocaban suavemente la mandíbula y detrás de su oreja izquierda, mientras la otra mano le acariciaba la nuca. –Harry…- se queja.
El moreno finalmente levanta la cabeza y sube hasta posicionarse frente a frente sobre el rubio. Mira sus hermosos ojos que ya están nublados de deseo y no puede evitar sonreír internamente. Era el hombre más cautivante y sensual que hubiese conocido y era suyo… y la polla de Harry también sabía que ese rubio era suyo, porque ya estaba erecta y dura, colgando ansiosa entre las piernas de su dueño.
-Es idea mía o prefieres ir a limpiar una tonta habitación, que hacer el amor conmigo.- pregunta, fingiendo enfado.
-No, claro que no.- responde el rubio, suspirando larga y suavemente. –Pero después te quejas porque falta no sé qué y quieres que Weasley se sienta cómodo, para que luego no ande denso cada vez que él y yo nos encontremos en la misma habitación.-
-Supongo que tienes razón…- dice y piensa que a pesar del tiempo, Ron sigue igual de intransigente. Al menos ya no lo miraba despectivamente como antes, cuando la única función del rubio en la vida del moreno, era la de dejarse follar. –Pero me gustabas más cuando anteponías tus propios intereses…- hace un puchero mientras baja una de sus manos y a vista y paciencia de Draco, se masturba la tiesa polla con un par de largos tirones.
-Lo que sucede es que tú cerebro está sin sangre.- ríe. –Eres un obseso…- Harry siente como alarga su mano y le toma el pene, acariciándolo y jalando un poco del tronco, frotándole el glande, la capucha de carne rosada y el orificio.
-Asume que te gusta mi polla, desde la primera vez que la viste…-
-Quizás…- casi ronroneó.
-Desde la primera vez que la tuviste en las manos…- el rubio le sonrió con los ojos brillantes y Harry siguió enumerando incitadoramente, -o en esa deliciosa boca tuya…- le beso profundamente, antes de tomarle de ambas manos y apresarlas por sobre sus cabezas, -o la primera vez que estuve entre tus piernas, hundiéndome dentro tuyo…- le murmura sobre los labios, mientras deja caer su cuerpo sobre el rubio. No sabe si es él quien está tan caliente, pero siente el pálido cuerpo apenas tibio contra su piel.
-Si, lo recuerdo…- Draco le besa, le muerde los labios y la barbilla, baja un poco y se ensaña con su manzana de Adán. –Tu polla se llevaba bastante bien con los orificios de mi cuerpo…- sonríe y le abraza la cintura con sus piernas.
Harry invoca un accio no verbal y desde la cómoda al otro lado de la habitación, vuela hasta ellos el cinturón de piel que Draco le compró en navidad, hace dos años. Que si bien se lo entregó con un par de meses de atraso –digamos después de hacerse novios-, era el primer regalo que el rubio le había dado y por eso, tenía un lugar especial en el corazón del moreno… y aunque el cinturón no parecía tener nada de especial, con su rubio, nada era por simple casualidad. Después de un par de tragos en el cuerpo y de un poco de manoseo preliminar, Draco le había contado cuánto le gustaba su cinturón del uniforme de aurores… desde el inicio había fantaseado con miles de utilidades para esa rustica y masculina prenda de piel de dragón. Pero ese cinturón de auror ya no era necesario… y aunque Harry también usaba el regalo de Draco con sus jeans para salir –cargando todo el día con los recuerdos impregnados en la prenda- era un objeto casi netamente de uso… íntimo.
En cuanto el cinturón llega hasta ellos, Draco se ríe y levanta sus muñecas hasta el cabecero de la cama. Le mira con esos grises ojos brillantes de deseo y ansiedad, comenzando a respirar aceleradamente de anticipación. Harry sabe que el rubio adora estar amarrado y sometido… ¡si son tan complementarios!
-A pesar de que la primera vez que te hablé,- dice sujetando sus muñecas en un amarre firme, pero no demasiado apretado -después de cinco años sin saber nada de ti, fueron las palabras más desafortunadas que he dicho… no me arrepiento de haberme arriesgado de esa forma… como si hubiese saltado de mi escoba sin la varita encima…- acaricia su rostro y besa sus sonrojadas mejillas.
-Tampoco yo me arrepiento de haber aceptado esa propuesta tan vulgar y torpe…-
Ambos sonríen y Harry comienza descender por su cuerpo… ama a Draco, adora conversar con él, pero existe un límite para el dolor de tener la polla y los huevos duros.
Después de dos años de relación y casi un año de sexo indiscriminado y antojadizo con Draco, Harry sabe al dedillo qué le gusta y qué no. Conoce todos sus puntos sensibles, sabe cómo volverlo loco con un par de caricias y derretirlo desquiciado con una mamada… en parte, porque el moreno se ha hecho adicto a ese espacio entre sus pálidas piernas. ¡Mmh!, y ahora puede ver unas sexys marcas rojizas de chupones en su muslo izquierdo y cerca de sus testículos… eso sólo le provoca un tirón de deseo.
Besa superficialmente las marcas, antes de hacer lo propio lamiendo la base de la polla frente a su rostro. Siente al rubio removerse y entonces le lame toda la extensión, acariciando y poniendo especial atención en cada vena y saliente, en el frenillo, en la curva hacia sus testículos y en esa carnosa cabeza, rosada y húmeda. Relaja los músculos de la garganta y se la mete entera, todo lo entera que puede… y comienza a subir y bajar, apretando los labios en torno y chupando intensamente el glande cuando llega arriba. Succiona con fuerza y Draco gimotea lastimeramente, casi llegando a la desesperación, arqueándose como una serpiente siendo torturada y exhalando con expresión necesitada.
-Harry…- gime largamente y mueve las piernas con ansiedad, las abre y se entrega por entero. –Ahh…- exhala, -¡Circe!, Harry…- el moreno hace vibrar su garganta y presiona la lengua, apretando la carne del rubio contra su paladar y sus dientes. -¡Ah!, ¡ah!… ¡ah!-
Su saliva le resbalaba por la barbilla y se deslizaba deliciosamente por la polla del rubio, haciéndose largas y espesas gotas que bajaban sensualmente por las íntimas curvas de ese cuerpo amado, ese cuerpo que comenzaba a brillar de sudor… el sudor que sentía bajo la palma de sus manos viajando por su abdomen y entre sus pectorales. También podía sentir sus pálidos muslos calientes, así como los músculos de sus costados y como sabía Harry, lo estaría su cuello tenso. Caliente, su rubio estaba caliente y tenso bajo sus manos. El moreno lo conocía demasiado bien, conocía cada temblor, cada sonido saliendo de esa apetitosa boca, cada movimiento, cada presión… sin necesidad de mirarlo, sabía que Draco estaba con los ojos cerrados, jadeando con la boca abierta, sabía por el sonido de la madera del cabecero y el movimiento involuntario de sus manos jalando la amarra en sus muñecas, que estaba en lo más profundo del placer… Draco estaba relajado, olvidando todo salvo el negro brillante, satinado, de la intensa excitación, de la honda y ardorosa lujuria…
Untó sus dedos con la saliva que ya le resbalaba por el perineo y los hundió en él, deleitándose del calor abrazante y la textura sedosa de su interior. Esa pequeña y apretada abertura que ahora se cerraba celosamente en torno a sus dedos, pronto acogería a su polla… ese diminuto espacio se abriría para él.
Movió con fuerza sus dedos, penetrándolo con intensidad a medida que buscaba la zona de la próstata. Rotándolos y haciendo tijeras con los dedos y enterrándolos profundamente hasta frotar esa maravillosa glándula que tenía al rubio al borde de la desesperación, jadeando ahogadamente y estremeciéndose. Succionó con intensidad y entonces Draco se doblo de forma casi dolorosa. El moreno casi puede sentir el sabor del pre-eyaculatorio del rubio empapar su lengua.
-¡Harry! ¡Ya!… ¡no puedo…!, ya, ya…- jadeaba con un enloquecimiento que le provocaba al moreno una sonrisa depredadora. Con la mente nublada y la necesidad goteando entre sus piernas, el moreno lo contempla como a una pieza de arte… sonriendo con morbosa lascivia. –Por favor, por favor, por favor…- y siguió repitiendo, llamándolo.
Harry llega hasta su rostro y lo besa con la misma depredación, mordiendo, chupando, presionando su lengua… nunca tendría suficiente de él. Levanta una de sus piernas y la deja sobre su hombro izquierdo, con denodada devoción acaricia con sus labios la cara interna de la rodilla.
-Harry… ya…- se remueve y tira de sus manos atadas… es hermoso, hermoso.
-Pon tu otra pierna en mi cintura…- le dice y se sorprende de que su voz suene tan ronca, oscura, tan profunda y estremecedora. Draco tiembla y le obedece, mirándolo nublado de deseo.
-Harry…-
El moreno se agarra la polla y se aplica un hechizo lubricante, no verbal y sin varita… no por nada es El Héroe… la apoya contra su entrada y empuja el glande dentro. Cierra los ojos y siente a plenitud la deliciosa presión, mueve circularmente las caderas del rubio, antes de penetrarlo completamente. Hondo, profundamente, hasta que sus huevos choquen contra las suaves nalgas de su rubio. De fondo puede escuchar la sonora respiración de su novio… tratando de acostumbrarse a la intromisión, siempre difícil al inicio…
-Te amo, Draco, joder…-
-Harry… Harry, dámelo fuerte…- se arquea y lo apura impulsándolo con los talones. –Fuerte…- jadea, -fuerte…-
-Joder…-
Lo besa rápida e intensamente, mordiendo un poco su labio inferior. Tomándolo de caderas y nalgas, agarrándolo de donde sea, se apalanca y comienza a empujar… penetrándolo con fuerza, empalándolo, dándole duro… duro, adentro-afuera.
-¡Draco! ¡Dios Santo!- Aún estaba tan apretado.
-¡Ah! ¡Harry! ¡Así, Circe!, así, así…-
La habitación se llena de sonidos. La cama que comienza a golpear la pared, los jadeos y los gimoteos necesitados del rubio y las exhalaciones guturales, casi animales, de Harry, el golpeteo sordo de sus huevos chocar y ser apretados contra el delicioso culo del rubio… el lascivo sonido de la humedad de su polla resbalosa, frotar contra las paredes internas de Draco. El sonido del sexo pleno, de las palabras amorosas, las palabras incitadoras y los murmullos incoherentes…
Los lloriqueos casi lastimeros del rubio cuando Harry le da duro en la próstata, machacándole fuerte, tan fuerte como sabe que le gusta. Le hinca los dedos en la cintura, aferrándose a su cuerpo como si se sujetara a la consciencia, mientras la vehemencia le llena de ardor la sangre y se empuja duro, sin parar, una y otra vez… los músculos comienzan a dolerle, puede desgarrarse o partirse un hueso pero sabe que nada puede detenerlo… y sigue empujando, partiéndole el culo… perforándole las entrañas, abriéndolo.
Esta tan caliente, sumergido en el frenesí del movimiento, de perderse en el fuego de la lujuria que lo ahoga… sólo es consciente del calor voluptuoso de ese cuerpo que lo acoge y es pleno deseo, lúbrico y brioso deseo. Y verdaderamente se ahoga en el fuego que le abrasa los pulmones y el corazón, esa ardorosa y espesa lava de necesidad resbala desde su estomago hacia su bajo vientre, hacia sus huevos… hacia la línea límite. Profundo. Embriagante.
Mira a Draco retorcerse sensualmente en espasmos de electricidad atravesándole el cuerpo, mezclándose con el balanceo arriba-debajo de las estocadas del moreno, gimoteando y boqueando ahogadamente. Tiene la frente húmeda y los labios rojos e hinchados, maltratados de besos y mordidas, de contenerse y de sufrir de placer. Harry no puede dejar de mirarlo y la simple visión de su entrega, le arrastra inminentemente al orgasmo…
-¡Joder!… Draco, ¡joder!…- gime con los dientes apretados, la mandíbula tensa, absorbiendo esa cautivante visión. -¡Dios mio!… ¡me vengo!, me vengo…-
-¡Si!, ¡Harry!… ¡Ah!, mis manos…- jala del cinturón, -mis manos…-
Harry no recuerda en qué momento lo ha desatado… sólo sabe que es rodeado por los brazos amorosos de su novio, que lo aprieta contra su cuerpo, adhiriéndose a él, aferrándose como una necesidad dolorosa mientras se abre para Harry, quien manteniéndolo sujeto de las nalgas, le abre sus voluptuosas y turgentes carnes, dándole libre espacio a su polla… sintiéndolo esos enloquecedores espasmos…
-¡Ah! ¡Ah!- el rubio jadea desinhibido, antes de morderle con fuerza un hombro. -¡Córrete!, yo…- Presionando sus dedos hundidos en su cabello, -¡Lléname Harry, córrete dentro!… ¡hazlo, hazlo! ¡Ah!- entonces cierra sus piernas apretadamente en torno a su cintura y le estruja la polla dentro.
-¡Draco!, ¡me voy… Merlín bendito!- exhala y entonces ve los miles de puntos brillantes frente a sus ojos…
No escucha nada y al mismo tiempo, siente en la lejanía las exclamaciones extasiadas de Draco, siente como la cama golpea una ultima vez… y siente como eyacula explosivamente dentro del rubio, como un tirón en los huevos, siente que se viene dentro en chorros calientes que se riegan y rodean todo, mojando, lubricando las paredes… y Harry sigue empujando un par de veces más… sintiendo su polla siendo ordeñada, hasta la ultima gota. Sintiendo la lujuriosa humedad del semen que se chorrea allí donde sus cuerpos se unen… Y el calor orgásmico es sólo equiparable al calor embriagante que llena su pecho, porque están haciendo el 'Amor'…
El sonido de las respiraciones lo cubre todo, las fuertes inhalaciones y las liberadoras exhalaciones. Harry no quiere separarse demasiado… no quiere perder el cálido contacto del rubio, su respiración errática acariciándole el cuello o sus labios carnosos besándole tierna y lánguidamente.
-Te amo…- escucha, acomodándose a un lado del rubio, dejándole respirar sin el peso de su cuerpo. –Te amo, Harry… te amo demasiado, siempre…- se abrazan apretadamente.
-También te amo… como no he amado a nadie…- hunde su rostro en la zona del cuello, bajo la oreja del rubio. Presiona un pequeño beso, mientras lo siente acariciarle la espalda aún húmeda.
-Creo que me gusta que me amarres…-
-¿En serio?- responde con ironía.
-Pero tiene una explicación, so mamerto…- el moreno lo mira sonriendo, -si lo pienso es algo muy… como abstracto. Quizás sea por el hecho de que, a pesar de no poder tocarte, igual estas para mi, mimándome, amándome… a pesar de la restricción o de la imposibilidad… y entonces, de alguna manera siento que necesito demostrártelo de otras formas, no sólo con mis manos… y te miro más, te beso más, te busco más, te… te necesito más, mi cuerpo te necesita más.- Harry lo escucha y suena como si el rubio lo hubiese estado meditando por mucho tiempo. El moreno levanta la cabeza y ambos conectan sus miradas.
-No sé cómo puedes ser tan fascinante…- le dice y no es un simple halago. No lo dice sólo por decirlo. Llevan dos años juntos y Harry aún no termina de sentirse fascinado con él, de sorprenderse y admirarse del rubio… Dos años y todavía se siente como un jovencito deslumbrado, embobado por su belleza, por su inteligencia, por su fortaleza, por su entrega.
-¿Qué es lo fascinante?- Draco lo mira sonriente, descansando lánguido de espaldas sobre la cama. Aún respira un poco agitado, sus majillas y la piel de su cuello todavía guardan un poco de rubor. Su hermoso cabello rubio sigue alborotado, brillando primorosamente contra las sábanas color marfil, su frente todavía un poco húmeda retiene unos cuantos cabellos.
-Tú eres completamente fascinante. El hecho de que seas tan perceptivo y que tengas esos comentarios que me dan ganas de abrazarte y besarte entero.-
-Oh, muy bien…- dice con una sonrisa ladina, deslizando los brazos por el cuello del moreno y acercándolo a un dulce beso.
Ambos se acomodan estrechamente para descansar, Harry sabe que ya debería contactar con Hermione por Red Flu, a su amiga le gustaba planificar todo perfectamente y con la suficiente anticipación. Era sábado y si las cosas marchaban bien, sus dos amigos llegarían el martes, para pasar una semana con ellos en Rouen. Lo que significaba, de alguna forma, que Draco estaría tenso y un poco alterado los primeros días. Con Hermione se llevaba más que bien, ambos eran muy parecidos y compaginaban en muchos aspectos… pero Ron era otra cosa. Ugh, mejor ni lo pensaba.
Harry se recuesta de lado, abrazando a Draco que aún se mantiene de espaldas. Lo acerca a su cuerpo y lo abraza estrechamente, besando sus labios con suave cansancio, perezosamente, degustando el sabor placentero y embriagante del orgasmo que se aleja lentamente… y aún más importante, el dulce gusto llenador y perenne de hacer el Amor. El moreno le frota su nariz en el cuello, sintiendo como el rubio acomoda sus caderas y piernas dentro del abrazo. Le encanta cuando cierra las piernas así… es adorable, vulnerable, como una pequeña criatura tímida, avergonzada de la humedad entre sus piernas.
¡Draco es tan hermoso y erótico!… y Harry tan instintivo y predador…
A pesar de las piernas juntas del rubio, lo acomoda contra su pecho y deslizando una de sus manos, acaricia el espacio entre sus piernas, sus suaves nalgas, el bulto de sus testículos que acaricia con adoración, sintiendo plenamente la textura de la piel del escroto; toca el perineo y desliza sus dedos por el surco de sus nalgas, tocando ese pequeño y suave anillo de carne. Esta húmedo y Harry se estremece de excitación, de posesividad. Mete dos de sus dedos dentro del rubio y remueve la cálida viscosidad que moja su interior… su semen que se escurre eróticamente entre sus dedos hacia fuera…
Todo el mundo lo mira como si fuese un honorable, inocente y buen niño… como si no tuviera necesidades, como si no tuviera pensamientos oscuros y sucios, o como si no fuese al baño como un humano normal. Con Draco puede ser él, simplemente Harry, con sus conflictos internos, con sus esquinas oscuras, con sus pesadillas y noches de insomnio, con sus ataques de rabia o sus momentos de intenso nerviosismo e inseguridades. Es difícil aceptar lo implicado que está con Draco, lo sometido que se siente a los sentimientos que lo embargan. La dependencia, la complementariedad, la pertenencia, la posesividad… tantas cosas. Ya no puede vivir sin él, está completa, absoluta y estúpidamente enamorado… es lo más bello y también, lo más estremecedor.
-En qué piensas… pequeño pervertido…- pregunta el rubio, moviendo ligeramente las caderas… escuchándose claramente, el sonido de la humedad. A veces Harry se pregunta cómo Draco le aguanta lo 'pervertido'.
-En que… sintiéndolo mucho por Hermione, tendrá que seguir esperando que la contacte, porque no pienso salir de esta cama en un buen rato más.-
-¿En serio?- Harry sonríe de esa forma oscura. –Ya qué…- se eleva de hombros fingiendo desinterés.
* Fin. *
Ahora si, final de los finales =)
No quiero ser auto-referente, pero tuve que mencionar la graduación de Draco =P ¡Quiero su misma suerte! La diferencia es que el rubio es aplicado e inteligente…
…Y Potter, siempre he creído que es un poco pervertidillo =D
Espero que les haya gustado y ojalá nos leamos próximamente…
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