Disclaimer: Caraqueña, morena, bajita. No, no soy JK Rowling así que los personajes/lugares no me pertenecen. ¿Te gusta? Disfrútalo, pero no te atrevas a plagiarnos.

Capítulo 1: Miradas.

"Este es Ottery St. Catchpole. Es como cualquier pueblo de Inglaterra; pequeño, posee campos abiertos y casas de todo tipo. En él habitan familias legendarias de gran abolengo que se conocen y conviven juntas desde hace muchísimos años. Su clima es estable, adornado por un verano soleado y un invierno acogedor. Los días comienzan al despuntar el sol. Las mujeres vigilan la cocina, los hombres van temprano a trabajar. Por las calles se pueden ver criados de aquí allá realizando recados mientras que en las casas las jovencitas se alistan para las visitas matutinas y los herederos se encargan de aprender todo lo que pueden de sus respectivos negocios familiares.

Todos tratan de aprovechar cada minuto del día. Sin embargo, ningún día es tan productivo como los días de la familia Weasley. Aquella pelirroja prole que pertenece al círculo de los fundadores del pueblo. Llegaron en compañía de los Potter, los Longbottom, los Lovegood y los Malfoy. Se consideran los más sencillos y generosos de la región, siempre tienden una mano de ayuda cuando es necesario. Encabezados por Arthur Weasley y su esposa Molly, quienes dedicaron su vida al comercio y a la elaboración de dulces caseros.

Su casa está ubicada al norte de Ottery. No es muy grande, comparada con las mansiones de los alrededores. Posee tres pisos únicamente. El tercer piso, donde se hallan los cuartos para invitados, que se convirtieron en los cuartos de los nietos de los patriarcas. Son nueve en total. También hay una trampilla en el techo, que se abre y deja caer una escalerilla que guía hasta el desván de la casa, y un balcón unido al cuarto de la izquierda

El segundo piso consiste en las habitaciones de Molly y Arthur y los hermanos Weasley, que se convirtieron en los cuartos de los matrimonios formados. Son siete en total más el cuarto de útiles donde se guardan las sábanas, almohadas y demás objetos extras que pueden hacer falta. Todos ubicados en el pasillo de la derecha, mientras que el pasillo de la izquierda hay tres puertas que llevan a la biblioteca y dos cuartos para huéspedes.

Finalmente, el primer piso. Aquí se encuentran el recibidor, el saloncito de té, el salón de visitas, la sala de estar, el despacho de Arthur junto a las escaleras que conducen a los pisos superiores, la sala de entretenimiento, el comedor y, muy al fondo, la cocina. Esta última habitación tiene una puerta trasera, que conduce al establo, el granero y unos considerables kilómetros de un campo abierto destinado a la siembra del trigo.

Y limitando al sur con aquella siembra, con una distancia considerable de por medio, se encuentra la Mansión Malfoy. Muy similar a la casa de los Weasley, pero con unas dimensiones mayores. Ambas familias están unidas por extensos campos de trigo y durante muchos años se habían peleado por ellos. Motivo por el cual la relación que mantenían, dejó de existir.

Rodeando a estos terrenos, se encuentran las ruinas de una casa (que le perteneció a la fallecida familia Potter, antes Peverell), la extravagante casa de los Scamander (Antes Lovegood) llena de jardines vistosos y bien cuidados y la cálida posada de los Longbottom. Las cinco familias se establecieron y poco a poco fueron llegando extranjeros que decidieron quedarse, personas necesitadas de un hogar, gente desterrada y chicos que no encajaban en ningún lugar... Todos y cada uno de ellos poseedores de dones y poderes inimaginables.

Este es Ottery St. Catchpole. Es como cualquier pueblo de Inglaterra; pequeño, posee campos abiertos y casas de todo tipo. En él habitan familias legendarias de gran abolengo que se conocen y conviven juntas desde hace muchísimos años. Su clima es estable, adornado por un verano soleado y un invierno acogedor. Los días comienzan al despuntar el sol. Las mujeres vigilan la cocina, los hombres van temprano a trabajar. Por las calles se pueden ver criados de aquí allá realizando recados mientras que en las casa las jovencitas se alistan para las visitas matutinas y los herederos se encargan de aprender todo lo que pueden de sus respectivos negocios familiares.

Pero lo mejor de este pueblo, que es como cualquier pueblo de Inglaterra, es que su gente… sabe hacer magia."

Victoire Weasley elevó su mirada una vez que terminó de leer su ensayo. Al otro lado del aula el profesor Binns le sonrió con afecto, satisfecho ante lo que acababa de oír. Y fue precisamente ese gesto el que desconcertó a la rubia que aún se encontraba parada frente otras diez personas. Reconocía que no se había esmerado ni un poco al escribir la tarea, pero el viejo profesor de Historia parecía contento.

Dando gala de su descendencia veela ella le dedicó otra sonrisa encantadora que dejó embobado a la primera fila de alumnos que la observaban. Su mejor amiga, sentada a la esquina derecha del salón, rió sin disimulo.

-Veo que ha entendido el punto, Srta. Weasley -. Comentó a la vez que le indicaba que se sentara -. Una muy buena descripción de su casa y me ha gustado que añadiera la procedencia de su familia. Le doy un diez.

Sin poder creer que su mediocre trabajo impresionara al profesor, tomó asiento. Intercambió un par de miradas con Berenice antes de que la morena se levantara y comenzara a leer para luego apoyar su mentón en la mano de forma desganada. Odiaba la escuela. Detestaba las ideas revolucionarias de su abuelo y los demás fundadores por querer darles independencia a las mujeres.

Ella hubiese dado lo que fuera por estar limpiando los rincones de la casa Weasley con sus primas y tías. Sonrió para sí al darse cuenta de sus pensamientos. ¡Si la escuchara su tía Hermione! Sin duda le estrellaría un libro en la cabeza. Sin embargo, para alguien tan superficial como ella, aprender no era una prioridad. Y es que no entendía cómo demonios la gente podía tener cabeza para la tediosa teoría y fuerza de voluntad para practicar a diario hechizos impronunciables.

Observó a las demás muchachas de su clase. Todas se veían gustosas de estar allí, aunque la primera nieta de los patriarcas Weasley estaba segura que se debía más a la compañía masculina que a otra cosa. Por la ventana un sol deslumbrante le pedía a gritos que saliera y Victoire estaba segura que de no estar allí, se encontraría camino a casa de Berenice a tomar el té de las once con un bonito vestido de verano acompañada de su hermana Dominique.

Mas eso no era posible. Sentada en su respectivo banco pensó que su abuelo Arthur trataba de avanzar demasiado pronto la sociedad en la que vivían. Entendía que ellos no eran simples muggles, que podían lograr muchísimas más cosas gracias a los dones que habían heredado... que podían construir un futuro provechoso antes que la gente que habitaba fuera de Ottery. ¿Pero no era una exageración hacer que las mujeres dejaran sus deberes de la casa para abrirse paso a un mundo intelectual que seguramente no estaba hecho para muchas? Todas las reglas que la sociedad conocía habían sido eliminadas. Borradas. La etiqueta seguía presente, el comportamiento era el mismo, las señoritas todavía obedecían a sus señores. Claro que ahora también leían, escribían y aprendían. ¿De qué servía todo aquello? Era información absurda que la chica olvidaba apenas llegaba a su hogar.

Las mujeres no estaban diseñadas para aprender. Punto. Ellas obedecían. Compraban y confeccionaban vestidos, se arreglaban, asistían a bailes y eventos, buscaban marido, atendían hogares, criaban hijos. Más nada. Primitivas, básicas, vanidosas y superficiales. Los hombres no buscaban a alguien que lo amara con palabras; ellos buscaban un adorno que llevar del brazo. O al menos eso era lo que desde pequeña le habían inculcado y lo que había visto en las temporadas de fiestas de Londres. Los muggles así lo creían. ¿Por qué los magos pensaban de otra forma?

El sonido de campanas sonando la sacó de su ensoñación. Eran las doce en punto, la hora favorita de Victoire. ¿La razón? Indicaba la salida de lo que ella solía llamar "cárcel matutina". Salió del aula con Berenice pegada al hombro, intercambiando uno que otro comentario.

En la entrada de Hogwarts, la escuela improvisada de Ottery, se encontró con Teothore Lupin, un chico que contaba con apenas trece años y vivía con la familia debido a su temprana orfandad que lo había dejado al cuidado de Harry Potter, y su hermana menor, tan rubia como ella misma, Dominique esperándola al lado de un carruaje rojo escarlata.

-¿Qué tal te fue con tu ensayo, Vic? -. Preguntó Teddy una vez que ya se hallaban en el interior del transporte. Su tono era despreocupado y no dejaba de ser educado.

-Mejor de lo que creí que me iría, Ted. -. A la rubia no se le pasó por alto que él la había tuteado sin permiso. Aunque verdaderamente no recordaba que el moreno la hubiese tratado de "usted" alguna vez.

Dominique los miró a ambos con las cejas arqueadas y sus infantes ojos azules llenos de curiosidad. Contaba con apenas once años y acababa de ingresar a la academia de magia. Solía ser parlanchina e imprudente, lo que le acarreaba más de un problema con su madre y su abuela Molly. El carruaje se detuvo frente a la Mansión Weasley, aquella casa que Victoire había descrito tan bien en su tarea. Ambas chicas se dispusieron a bajar, pero él no se movió ni un milímetro.

-¿No bajas? -. Inquirió la mayor mientras que la otra niña ya atravesaba la puerta principal de la casa y se perdía en su interior. El chico negó.

-Me han asignado una tarea muy importante. -. Respondió con aire misterioso, haciendo que bufara demostrando que no la impresionaba -. Tenemos invitados esta noche y los escoltaré.

-¿Tu? -. El desdén que empleó en la palabra fue notorio y logró herir el orgullo del Lupin -. Eres solo un niño, Teddy.

-No puedes hablar mucho, pequeña Vic. Recuerda que soy mayor -. Se defendió de manera un tanto absurda -. Además, eres una remilgada.

Victoire se sonrojó ante el insulto y quiso responderle, pero cuando se dio cuenta los caballos halaban el carruaje muy lejos de la casa y la voz autoritaria de la Señora Weasley la llamó para que terminara de entrar. Frunció el ceño al cerrar el portón y tiró bruscamente su abrigo sobre el perchero antes de comenzar a subir las escaleras pensando que Teddy Lupin era el niño más detestable que había conocido.

Por supuesto no sabía que los años la harían cambiar de opinión.

.***.

La noche fue, para Victoire y el resto de sus primas, un alivio. Al parecer tendrían invitados muy importantes por lo que tuvieron un motivo que las alentó a vestir sus mejores prendas y joyas. La mayor pasó toda la tarde ayudando a las pequeñas a escoger que se pondrían. Los adultos no se veían muy complacidos con lo que sucedía, la única que tenía una sonrisa en el rostro era la abuela Molly.

Molly II cepillaba con tranquilidad sus mechones rojos tan suaves que parecían seda, mientras observaba a Rose, Lily y Roxanne dar vueltas en el cuarto tratando de imitar un vals con sus faldas agitándose sobre el piso. Audrey Walter, ahora Weasley, se encontraba sentada en un taburete con su segunda hija, de un año, sentada en las piernas. Era su turno de vigilar a las niñas, puesto que los varones habían resultado un tanto reticentes a ponerse sus trajes de gala.

-¿Quiénes vendrán a cenar, mamá? -. Preguntó Molly colocando el cepillo de plata con detalles de latón sobre la peinadora. Las otras se detuvieron para mirarla, atenta a sus palabras.

La castaña no supo que responder. Se suponía que no debía decir nada, que debía mantener silencio. Ellas no podían enterarse de lo que estaba a punto de pasar. Se fijó en Rose y esta pudo darse cuenta de que su tía la veía con temor y preocupación. Quiso preguntar qué sucedía, pero Audrey se levantó del taburete a la par que la puerta del cuarto se abría.

Por ella ingresó Victoire portando un vestido rojo con detalles en dorado. Roxanne y Lily emitieron gritos de sorpresa y admiración. Dominique empujó a su hermana para poder pasar y enseñar el suyo, de varios tonos azules. Audrey rió ante la vanidad de sus sobrinas justo cuando Arthur Weasley se plantó en el marco de la puerta.

-Niñas, bajen. La abuela quiere que se ubiquen en sus respectivos asientos, tu también Audrey -. Pidió con voz cálida, aunque todas sabían que aquello era una orden. Obedecieron sin rechistar, mas el hombre se interpuso en la entrada para evitarle el paso a Rose. -. Tu no.

La pelirroja se preguntó que había hecho. Su abuelo cerró la puerta y la hizo sentarse en la cama junto a él. El silencio los invadió por unos minutos, en los que Arthur parecía querer decir o hacer algo y no se atrevía. Rose, con sus seis añitos recién cumplidos y su meticulosa habilidad de observación se dio cuenta de que algo pasaba. Algo muy grave. Ella conocía bien al patriarca de la familia, puesto que desde pequeña se la pasaba pegada a sus pantalones. Se querían, respetaban y conocían.

-¿Qué pasa, abuelo? ¿He hecho algo indebido? -. Se atrevió a hablar algo temerosa. En su interior una voz le decía que mejor era callarse y no enterarse nunca de lo que le iban a decir.

-Rose... -. Arthur miró fijamente a su nieta, decidido a contarle la verdad. Por muy joven que fuese, sabía que ella entendería la situación. Era la más inteligente de todas. Pero al mirarla a los ojos, aquellos iguales a los de él, se dio cuenta de que no podía, no en ese momento. -. Te traje un regalo. Quería dártelo antes de bajar a cenar.

-¿Un regalo? -. La emoción se pintó en su rostro infantil, olvidando todas sus preocupaciones. Su abuelo sonrió sintiéndose el hombre más canalla del mundo.

-Sí. Un regalo. -. Sacó de su chaqueta una cajita de terciopelo rojo y lo abrió. El contenido hizo que los ojos de la niña brillaran con intensidad -. Era de mi tatarabuela... tu abuela Molly lo usó, pero decidí que era el momento de pasarlo a la siguiente generación. Debería ser de Ginny, pero a ella no le gustan las joyas... así que quiero que tu lo tengas.

La oji azul dudó unos segundos antes de tomar con cuidado la cajita entre sus manos. Sacó de ella un delicado anillo de plata con una piedra color esmeralda coronándolo, seguramente había sido hecho por duendes. Se lo colocó en el dedo anular de la mano izquierda y, como bien había supuesto, eran unas tres tallas más grandes. No le hizo mucha gracia. De repente, la prenda comenzó a empequeñecer y se amoldó a su dedo. Con sorpresa volvió a mirar a su abuelo.

-Es mágico -. Explicó tomando la caja y guardándola nuevamente -. Y es tuyo. Quiero que lo cuides Rosie, posees una de las más valiosas joyas de la familia.

Ella asintió admirando una vez más el presente antes de que ambos salieran de la habitación y bajaran al comedor, donde toda la familia esperaba ya sentada en la mesa. Rose pudo notar más de una expresión en los rostros de sus tíos, de sus padres y sus abuelo, pero no dijo nada. Se ubicó en su asiento, entre James y Fred. Nadie hablaba, por lo que los toques en la puerta principal resonaron haciendo eco en toda la casa.

Una de las criadas abrió y recibió a los invitados para después guiarlos. Cinco cabezas platinadas, eso fue lo primero que el clan notó. Estas contrarrestaban con el color rojo dominante que había en la estancia. Los adultos los reconocieron de inmediato, los jóvenes mantuvieron una postura calmada por dentro más de uno reía por el color de cabello de los recién llegados. Detrás de estos, dos cabezas oscuras se hicieron notar. Victoire tuvo que colocarse de puntillas para poder ver a Teddy y supo de inmediato quién lo acompañaba. Era el gobernador Kingsley.

-Bienvenidos sean, Gobernador Kingsley, familia Malfoy -. Recibió el patriarca. Teddy, que acompañaba a los invitados caminó tranquilamente hasta su puesto, al lado de Harry.-. Acacia, por favor ayuda a los señores a acomodarse -. Ordenó a la sirvienta.

Cinco minutos después la cena era servida. Una que otra charla amena salía a la luz, tratando de acabar con el aire tenso que se apoderó del ambiente. Los pequeños se miraron entre ellos, preguntándose porque sus vecinos y enemigos de toda la vida estaban allí sentados cenando pacíficamente. Rose, en cambio, no podía ni probar bocado. Los ojos grises del menor de los invitados no la dejaban. Estuvo tentada de lanzarle una de las rodajas de pan, pero sabía que eso le ocasionaría un regaño seguro. Calculaba que tenían la misma edad, pues no se veían más alto que Albus.

Cuando se dio cuenta de que no podría comer en paz se resignó a cruzar los cubiertos sobre el plato, señal de que había acabado su cena. Elevó sus ojos azules, mirando fijamente los del chico. Ahora se observaban descaradamente, retándose. El sonido de una cuchara golpear el cristal de una copa hizo que desviaran su atención en direcciones opuestas, avergonzados. ¿Qué acababa de pasar?

El gobernador se puso de pie aclarándose la garganta.

-Me disculparán ustedes, mis queridos Weasleys y Malfoys... pero no he tenido el placer de conocerlos como es debido. Mi trato ha sido únicamente con Arthur y Lucius -. Señaló a ambos líderes de la familia. -. Me gustaría, si es posible, que se presentaran.

Molly miró a su marido con algo de nerviosismo. Este se mostraba sereno y con un gesto la señaló, esperando que se encargara de la situación. Sabía muy bien que pretendía aquel hombre, porque tenía bien claros cuáles eran sus propósitos. La señora de la casa asintió.

-Molly Weasley -. Comenzó por sí misma -. Este es mi hijo William, primogénito de la familia, y su esposa Fleur, sus hijas Victoire de doce, Dominique de once y su hijo Louis de ocho. Charlie, el segundo, que aún permanece soltero -. A nadie se le escapó el resentimiento que portaba la última frase -. Percival y Audrey, sus niñas Molly de nueve y Lucy de un año de edad. -. Se detuvo unos instantes, viendo a su cuarto hijo con aprensión dando a entender que aún pensaba en Fred, el gemelo muerto. -. George y Angelina, con Fred de siete y Roxanne de tres. Ronald y Hermione, con Rose de seis y Hugo de cuatro. Y finalmente mi hija Ginevra Potter, con su esposo Harry, sus hijos James de siete, Albus Severus de seis y Lilian de cuatro. Y por supuesto, Teothore Lupin, ahijado de Harry.

Los Weasley sonrieron ante la cara de Kingsley, que parecía mareado. No obstante, no sabían que esa era la intención de Molly. Marearlo. Lucius bufó y miró a la mujer junto a él.

-Narcissa Malfoy -. Comenzó imitando el orden -. Mi hijo Draco, su esposa Astoria y mi nieto Scorpius de seis.

Fue tan vaga, tan simple y rápida su respuesta que al clan pelirrojo le entró tristeza. Estaban tan acostumbrados a vivir como conejos que no podían imaginar siquiera como era la vida de aquel frívolo clan. El gobernador se vio complacido. Después de eso, nadie volvió a hablar. Una hora después, los Malfoy se marcharon sin dar explicaciones de su visita. Y la duda prevalecía en las mentes de los chiquillos.

.***.

Cuando Rose se levantó el cielo estaba cubierto de nubes grises y Teddy se había marchado a la escuela junto a Victoire y Dominique. Lo sabía porque su reloj marcaba las nueve de la mañana. Se mantuvo sentada en su cama, sin despegar la vista de su recién adquirida joya. La curvatura de plata que cubría su dedo la hizo recordar al pequeño de ojos grises. Scorpius, lo había llamado la mujer de Lucius Malfoy.

Se sonrojó al recordar las miradas que habían compartido, confundida por la actitud de la que se había visto presa la noche anterior. En su cabecita infantil no entendía que eran ni que producía las cosquillas que en ese momento, recordando, sentía en el estómago. Pensó que tal vez debía decirle a su madre, quizá estaba enferma. Apoyó nuevamente la cabeza sobre la almohada, dispuesta a conciliar el sueño por segunda vez. Odiaba no comprender.

Era verdad que era inteligente y sabía hacer un par de trucos de magia pero todavía estaba muy pequeña para entender verdaderamente asuntos importantes. Estaba muy pequeña para preocuparse por cosas y cosquillas sin sentido. Con ese pensamiento rondándola volvió a dormirse.

N/A:

Bueno, Fanny regresó. He de decir que las que me impulsaron a hacerlo fueron Melanie y Paula (amigas de por ahí), revivieron mis ganas de escribir. Y como esto andaba enterrado entre mis carpetas, decidí subir. Es mi regalo de año nuevo para quienes me conocen y los que han decidido subirse a mi barco.

No tiene demasiada profundidad el fic, que será un poco largo. Habrán varias parejas, la principal de ellas es Rose/Scorpius, porque me ha entrado la manía de enredarlos a todos. En los próximos capítulos se irán desarrolando, este primer chap es como una breve introducción. Como pudieron notar, están en una época distinta. Son más refinados, elegantes, la ropa y el ambiente es otro, etc, etc. Quise darle un toque romántico al asunto. ¿Quién no desea un amor de esos chapados a la antigua, lleno de drama y complicaciones? Yo me fastidié de escribir en Hogwarts y hacerlos muggles ordinarios no me tentaba para nada.

Y sabiendo que me voy por las ramas, me marcho. Espero que les haya gustado, la semana que viene (Quizá antes) vendré con el segundo.

Besos, feliz año para todos.

¿Me dejas un review? ;)

FannyLu