Han pasado seis meses desde que titán venció a los tres mutraddi con ayuda del G3 y el ejercito estadounidense y desde que Octus fue iniciado nuevamente . Lance lucha contra su experiencia humana, sus pasiones y adicciones amando y sufriendo en silencio. Los Mutraddi siguen llegando a la tierra y el caos se apodera cada día más de Galaluna, Titán aún resiste.

Píldoras & Terrores nocturnos

Sus dedos torcidos se clavaban con ímpetu en las sábanas blancas, tanta y tan enfermiza era su fuerza que una de sus uñas se levantó y comenzó a sangrar. Todos sus músculos se tensaron en insoportable sufrimiento, su espalda se arqueo levantándolo de la cama en una posición extraña, aterradora, retratando la agonía que se proyectaba en sus párpados amoratados. Su pecho se comprimió, el aire no entraba a sus torturados pulmones y sin embargo seguía murmurando lo que seguramente se escucharía si uno entrara a uno de los círculos del infierno, al más bajo y doloroso. Sus labios agrietados y secos se separaron dejando escapar una inhalación ahogada que era más un grito desesperado en silencio, una imploración por un respiro de realidad que derrumbara todas sus pesadillas. Por fin sus ojos del color de la medianoche se abrieron, pálidos, inyectados en sangre; bailaron frenéticamente por unos segundos de un punto de la habitación bañado por las sombras a otro. Se incorporó en su cama jadeante con la cabeza palpitando dolorosamente y las tétricas imágenes aun proyectándose atrás de su mente. Estaba llorando y las lágrimas quemaban sus mejillas blancas, los sollozos se aprisionaban en su garganta y el nudo que allí se formaba era insoportable. Los veía, aun podía verlos, los recuerdos de la sangrienta muerte de su padre, sus duros años de torturas y entrenamiento militar desalmado, las burlas, los golpes, sus venas abiertas sangrando, su pueblo muriendo de hambre, de sed, de tristeza.

Rápidamente se incorporó y abrió el cajón de su mesa de noche, allí, en varios frascos pequeños había una inmensa colección de drogas psiquiátricas y alucinógenas. Hacia unos meses que las estaba tomando sin ninguna clase de reparo o prescripción médica. Sin pensarlo, tomó dos calmantes y cuatro cápsulas de antidepresivos y los tragó con su saliva. Luego, se dirigió hacia la ducha y abrió el agua caliente; pronto el dolor y el miedo fueron cediendo, apaciguados por el calor del agua y sus vapores y seguramente también porque los químicos de sus medicaciones ilegales comenzaban a hacer efecto y hacer hermosos estragos en su sistema.

Tras darse una rápida ducha y vestirse con una jeans rotos, una playera negra, una chaqueta de cuero y un par de botas de combate bajó a la cocina dónde Octus en su forma de padre preparaba el desayuno que consistía en huevos fritos y tocino con jugo de arándanos.

–Buenos días Lance– saludó la princesa dejando a un lado el libro que leía y dándole una sonrisa cálida y preciosa con sus labios de cereza dulce que pronto lo hizo olvidar de todos sus sueños aterradores y todos sus problemas.

–Buenos días princesa– contestó él secamente procurando mantener su distancia y formalidad.

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Estaba sentado en su auto a pocos metros de la preparatoria Sherman viendo como Octus en su forma de Newton e Ilana entraban a la escuela, les había dicho que siguieran sin él pues no tenía clase a las primeras horas de la mañana. La falda de la princesa se movía con su caminar dejándolo ver sus hermosas y largas piernas blancas, unas piernas que quería tener alrededor del cuello apuñalando el cielo de placer. Encendió un cigarrillo y sacó de la guantera una botella de vodka con sabor a cereza. En Galaluna la única bebida alcohólica que existía era la Nyxia, que era preparada una vez al año a partir de la flor de la lunaria, la flor favorita de la princesa y el escudo de armas de la nación, y que sólo se bebía en el festival de la cosecha y en los eventos más importantes. Los altos mandos de la milicia les daban una dotación a los soldados para hacerlos olvidar del hambre y el frío en la guerra, por eso Lance se había acostumbrado al alcohol desde muy joven para apaciguar su dolor y sus problemas. La Nyxia tenía un sabor muy similar a las cerezas de la tierra y era por eso que este vodka era su nuevo favorito. Después de beber unos largos tragos decidió no entrar a clase en todo el día, le enfermaba la idea de tener que caminar por aquellos pasillos colmados de jóvenes y tener que sentarse a escuchar unas lecciones inútiles; A veces se preguntaba por qué seguían con toda esta farsa de hacerse pasar por humanos, las cosas en Galaluna no mejoraban si no estaban cada vez peor, por mucho que quisiera resistirse al caos él mismo lo era y la única razón para aguantar todo esto era la princesa. Decidió respirar profundo y quedarse en su auto hasta fumarse toda la caja de cigarrillos y acabarse el vodka mientras escuchaba algo de música punk.

Un par de horas más tarde Lance se distraía mirando una bandada de pájaros de colores picotear en el tejado de la secundaria y revolotear de aquí para allá mientras un gran gato naranja los perseguía. Le habían gustado los gatos desde que había llegado a la tierra, pues por alguna razón se identificaba con ellos. Mientras pensaba en todo esto un ligero golpeteo en la ventana lo sacó de sus cavilaciones, juntó al auto estaba Kristen, la chica gótica con la que Lance había salido un par de meses atrás.

–Kriss– Dijo Lance bajando la ventana y dándole una sonrisa apagada.

–Hey Lance– Contestó ella algo tímida con una sonrisa nostálgica. Lance sabía que la chica realmente se había enamorado de él, tristemente él sólo la había usado como una distracción, alguien con quien divertirse un rato, al final se había aburrido de pasar tiempo con ella y le había terminado.

–Escucha, esta noche estoy organizando una fiesta en el hotel abandonado del bosque–Dijo la chica dándole un panfleto de colores –Me gustaría que fueras. Ya invité a tus amigos, los de tu banda. Invité a tu hermana también, parecía muy emocionada. Me gustaría verte allá Lance, podríamos pasarla muy bien. – Dijo ella mientras jugueteaba con su cabello y lo miraba coqueta. Luego se mordió los labios como tratando de conseguir fuerzas para decirle algo más –Te he visto algo distante, casi como si estuvieras enloqueciendo, unos días te ves tan triste y otros espantosamente enérgico. ¿Seguro estás bien? Estoy muy preocupada por ti, deberías buscar ayuda profesional. Me han dicho que a veces tú…

–Ese no es tu problema, déjame en paz Kristen– Contestó él encendiendo el auto al tiempo que veía a Ilana y Newton aproximarse.

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Lance estaba sentado en el sillón de la sala, esperando que Ilana estuviera lista para partir. Realmente no le agradaba mucho ir a fiestas de la escuela, pero la princesa estaba tan emocionada y sus ojos dulces lo miraron tan suplicantes que no le quedó otra opción más que acceder a ir con ella. Él prefería pasar las noches en algún bar de mala muerte, escuchando música, coqueteando con extrañas y drogándose hasta perderse a sí mismo. Si no, pasaba tiempo con sus amigos los músicos marginados, componiendo canciones, filosofando acerca de la vida y desocupando botellas de alcohol. A veces, cuando no podía dormir iba a un club donde se organizaban peleas clandestinas y allí desahogaba todas sus frustraciones a través de sus golpes inundados de adrenalina.

La princesa bajó las escaleras por fin, lucía un hermoso vestido corto de seda color granate con una cinta en su suave cabello rubio, exactamente el color de una de las lunas de Galaluna, ella misma era la luna primordial, la más hermosa de todas, la que mantenía el planeta con vida y a su corazón latiendo.

–La princesa es tan dulce, tan inocente… La protegeré así mis venas se sequen y mi sangre cubra toda la tierra– se sorprendió Lance diciéndose a sí mismo, por suerte, Newton estaba al teléfono con Kimmy y no lo había oído.

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La noche era clara porque la luna de la tierra resplandecía llenando el cielo nocturno. Octus estaba sentado en la parte de atrás e Ilana estaba en el asiento del copiloto y miraba a Lance fijamente. Era increíblemente guapo. Sus ojos de azul oscuro casi púrpura, su piel pálida y tersa, sus rasgos duros y masculinos, su cabello largo del color de la tinta, como el ala de un cuervo que llegaba hasta su firme mandíbula, su cuerpo musculoso y el aroma a tabaco y café que despedía la enloquecían. Si tan sólo supiera como hablar con él, como llegar a conocerlo, como hondear en sus secretos más oscuros, como masticar su corazón tierno, como abrazarlo y sentir su calor…Pero él estaba siempre tan distante, frío y rígido como una hermosa estatua, ella tan solo deseaba abrir su pecho y presenciar todas aquellas mariposas de colores y cucarachas que lo comían por dentro.

– ¿Pasa algo Princesa? – Dijo Lance sobresaltándola y haciéndola enrojecer al ser descubierta mirándolo embelesada.

–No es nada, tengo algo de frío– contestó ella diciendo lo primero que se le ocurrió. Lance encendió la calefacción del auto y posó nuevamente sus ojos en el oscuro camino. Ilana recostó su cabeza contra el vidrio de la ventana y miró el bosque a través de su fantasmal reflejo.