Los personajes pertenecen a S. Meyer, la historia es producto de mi imaginación.


Inevitable

.

.

.

Son las diez de la mañana y estamos solos en el departamento de Edward. Su madre se ha marchado a trabajar. Antes de salir me ha dado una extraña mirada. No ha dicho nada, pero pude ver la preocupación a través de sus ojos. Está preocupada por Edward y no la culpo. Yo también lo estoy. Soy incapaz de trasmitir mi inquietud en voz alta pero no puedo dejar de pensar en que ocurrirá con Edward si esto termina mal… ¿Volverá a la calle? ¿Se dejará ir? Ambas posibilidades me aterran. Quiero que él sea feliz, que tenga todas las vivencias que yo no pude tener. Me gustaría poder cuidarlo durante el resto de su vida… pero estoy cansada y con cada minuto que pasa me siento más y más perdida. Me cuesta mantener la atención y estar presente. Edward lo nota, pero finge que todo está bien. Pequeño optimista. Todavía no acepta que todas las cosas tienen su final, incluso la muerte.

Hoy es un día especial. Finalmente, y luego de años de silencios y mentiras lograré llenar los vacíos de mi historia. No sé si Edward es consciente de la importancia que tiene esto para mí.

Jamás pensé que aquel chico que se coló en mi habitación lograría traer la verdad a mi vida. Edward decía que yo era un ángel, pero para mí el verdadero ángel era él. Fue él quien me sacó de la oscuridad y trajo la luz a mi vida cuando yo me había resignado a sufrir en soledad…

Lo vi salir del pequeño cuarto de baño sacudiendo su cabello húmedo por la reciente ducha. Parecía estar sumido en sus pensamientos. Lo observé en silencio grabándome su rostro para siempre. Dios, lo quería tanto… me encantaría quedarme con él para siempre. Sus ojos se fijaron en los míos y durante unos segundos nos miramos sin decir nada. Jamás pensé que sería capaz de conocer este tipo de amor. Pero aquí estábamos, mi loco y muerto corazón le pertenecía por completo.

—Te amo— le dije con emoción en la voz. Edward se acercó hasta mí, mirándome con dulzura. —Te amaré siempre, no lo olvides.

—Nunca, yo también te amo—dijo rodeándome con sus brazos y apegándome a él. —Eres la persona más importante para mí y pase lo que pase voy a estar aquí contigo.

—Lo sé—dice besándole los nudillos— Gracias.

Nos sumimos en un cómodo silencio disfrutando de la mutua compañía. Pero entonces el timbre sonó y nuestra burbuja estalló. Inhalé profundo. Quería quedarme en los brazos de Edward para siempre, pero la realidad nos llamaba. Era el momento que había estado esperando durante mucho tiempo…

—¿Estás lista? —preguntó Edward con preocupación— Si no quieres podemos dejarlo para otro día. No es necesario que hables con tu familia, podemos mirar una película o salir al parque…

—Edward, estoy lista.

Él dejó caer sus hombros y asintió. Se separó de mi y caminó hacia la puerta de la casa. Lo vi correr los pestillos y abrir la puerta. Mantuve mi vista fija en él, sin moverme, aunque lo único que quería era salir corriendo. Pero tenía que ser fuerte. Debía enfrentarme a esto de la misma manera en que me había enfrentado a todo lo demás.

Lo primero que pensé cuando las tres personas cruzaron el umbral de la puerta fue que no se parecían a mis recuerdos. De alguna forma, la imagen de mi familia que siempre me perseguía era una muy antigua, de cuando Alice llevaba el cabello largo, mamá se trenzaba el suyo y papá era mucho más joven. Las tres personas que estaban junto a Edward me parecían sujetos extraños. Los rasgos pertenecían a los miembros de mi familia perdida pero no eran ellos…

Con el sentimiento de desazón golpeándome con fuerza di un paso hacia adelante para llamar su atención.

La primera en reaccionar fue mamá. Vi como su boca se transformaba en una mueca de asombro y como sus ojos se llenaban de lágrimas. Y para mi desdicha resulta que no avanzó hacia mí, sino que se apegó a Alice como si quisiese resguardarla de un peligro.

Yo.

Me paralicé en mi lugar mientras el sentimiento de inseguridad me llenaba. Aparté la vista de mi madre y miré a papá: él no parecía estar en mejor estado que mamá. Su rostro estaba rojo y sudado, y sus manos estaban apretadas en puño. Tampoco dijo nada. Miré a Alice… pero ella estaba ocupada observando a Edward. Sentí a la familiar ira llenándome el estomago y los pulmones. ¿Esto era todo? ¿Me veían por primera vez en años y solo se quedaban allí de pie como estúpidos…?

—Cielo, ven aquí—dijo Edward con suavidad, avanzando hacia mí. Desvié mi atención de los extraños a quienes llamaba familia y miré a Edward intentando con todas mis fuerzas no comenzar a levitar. Una parte de mi quería hacerlo. Quería volar sobre sus cabezas y gritarles lo mucho que detestaba sus miradas de pánico. Asustarlos hasta aniquilarles sus débiles mentes y hacerles sufrir por cada segundo de soledad que me habían hecho pasar. Pero sabía que eso estaba mal y que si lo hacía no habría vuelta atrás. Ellos saldrían arrancando y no mirarían hacia atrás… y todo terminaría mal.

No, tenía que controlarme.

Me acerqué a Edward a paso lento, como un perro fiel que se reúne con su amo. Edward era mi puerto seguro en aquel escenario hostil. Era el único que me miraba con ojos de cariño y no de miedo. Él confiaba en mí y yo no le defraudaría por mucho que quisiese lastimar a mi familia.

Nos tomamos de la mano sin importar la imagen que representábamos: la chica muerta con el chico de la calle. Ignoré la mirada afligida de Alice y me apegué más a él. Edward y yo estábamos juntos en esto.

La habitación parecía haberse encogido. Las cinco personas que estábamos allí repletábamos el lugar. Era extraño ver a mis padres fuera de los ambientes de lujos a los que estaban acostumbrados a rodearse. Pero ellos no parecían ser conscientes de las diferencias de clases que se vislumbraban en la decoración del departamento. Estaban demasiado aterrados observándome. La incomodidad que sienten es notoria, no hacen ni el más mínimo esfuerzo por disimularlo. No sé por qué esto me molesta. Había imaginado algo diferente. Es mi culpa, debería dejar de soñar despierta. No todas las personas son Edward y su madre que pese a todos los recelos actuó con cordialidad frente a mí.

Soy consciente de que debe ser algo difícil de asimilar. Soy la hija muerta que velaron y enterraron y que sin embargo está frente a sus ojos. Están aterrorizados. ¿Puedo culparlos? Quiero hacerlo. No soy tan buena y estoy enojada. El sentimiento de injusticia es fuerte. Estoy controlándome, guardo mi ira para otro momento y espero a que se acostumbren a mí.

Ellos continúan en silencio clavándome sus miradas horrorizadas. Sus ojos viajan por todo mi cuerpo y se detienen en mis manos entrelazadas con las de Edward. No puedo leerles la mente, pero es casi como si pudiera. Las preguntas silenciosas están en sus rostros. Están curiosos sobre mí, pero no son capaces de abrir la boca. Me temen demasiado.

—Hola—digo llenando el silencio de la habitación— ¿Cómo están? — Intento sonar tranquila y cuerda, aunque no soy lo uno ni lo otro. Mi cordial saludo no surge el efecto deseado y veo como la incredulidad y el asombro van en aumento. La única que parece estar más o menos bien es Alice. No sé qué más hacer para que esto resulte. No existe un manual que te indique como tratar con tu familia cuando estás en estado fantasmal…

Edward parece entender mi incomodidad y me da un ligero apretón en la mano.

—Bueno, dado que parecen estar un poco sobrepasados creo que lo mejor es que Bella y yo les contemos sobre la situación. Deben tener muchas dudas y entendemos que verla después de tanto tiempo puede ser un tanto abrumador, ¿no? — Edward toma la dirección de la conversación con naturalidad, como si estuviese acostumbrado a lidiar con el reencuentro de novias muertas junto a sus familias. Agradezco su gesto y dejo que sea él quien nos guie. Mi familia y yo somos un caso perdido y me parece bien que alguien nos empuje a la dirección correcta o vamos a estar parados en este cuarto durante años sin lograr sacar nada en limpio.

—Esto no puede ser real— dice mi madre con dolor en la voz interrumpiendo la gestión de Edward—Dime, ¿Dónde has conseguido a esta actriz? ¿Crees que te vamos a dar algún dinero por esto? ¿Crees que somos estúpidos? — con cada frase que escupe de su boca veo como se acerca más y más a nosotros. No me mira a mí, mira a Edward. —¿Qué pretender con esto?

—Señora… esto no es una treta.

—¡Mientes! Yo enterré a mi hija, la vi muerta. ¿Cómo quieres que crea que esta impostora es mi bebé?

—Mamá…—dice Alice acercándose a ella— Edward no está mintiendo. Es Bella, está aquí. Siempre ha estado aquí—dice mi hermana mirándome con tristeza— Te lo dije mamá, de alguna forma Bella ha logrado quedarse durante este tiempo.

—¡No! ¡Es mentira! ¡Mi hija está muerta!

—Lo estoy—digo soltándome del agarre de Edward— Estoy muerta. Dentro de mi no hay un corazón que lata y no necesito respirar… y hasta hace poco nadie podía verme. Pero estoy aquí mamá, no podía irme y dejarlos solos. Por eso me quedé. Pero ustedes sí se fueron y me dejaron atrás— dije con rabia— Me quedé en esa casa sola, lista para pudrirme porque ustedes huyeron de mí. Edward me encontró y me trajo aquí. No sé cómo he logrado tener este cuerpo, pero no es para siempre. Estoy desapareciendo rápidamente. Es tiempo prestado mamá, tiempo que tendré que devolver en algún momento. Pero por ahora estoy aquí, estoy con Edward y quiero estar con ustedes todo el tiempo posible. Pero no puedo si no me crees.

Mis palabras parecieron penetrar en mi mamá. Guardó silencio y me observó. Temí que volviera a gritar y a repudiarme, pero mi deseo de tenerla cerca era mayor a mi temor de ser rechazada y caminé con cautela hacia ella. Ella dio un pequeño respingo al ver mi acercamiento, pero no retrocedió. Interpreté eso como una buena señal, di un paso y luego otro hasta quedar frente a ella. Estamos allí, tan cerca como es físicamente posible. Estiro mi mano y la llevo hacia la suya, dejando que nuestras pieles conecten. Toco sus dedos y la palma de su mano con delicadeza. Sé que ella me siente, veo las lágrimas caer por sus pálidas mejillas y de pronto ella está estrechándome en sus brazos.

Me dejo querer.

El abrazo es duro y apretado. Siento sus huesos clavarse contra mi cuerpo y una ligera incomodidad al tener a otra persona tocándome. Es una sensación maravillosa. Me siento viva. Viva y amada. Me encuentro sollozando en los brazos de mi madre mientras pienso en todos esos años en que la observé en silencio, en que quise estrecharla contra mi cuerpo y besar sus mejillas. Lo hago. Hago todo lo que quise hacer durante tanto tiempo…

Beso su cara una y otra vez. Las caricias caen sobre sus mejillas, nariz y frente y ella ríe encantada. Su risa es un sonido maravilloso que me llena el alma y diluye la rabia acumulada. Estoy feliz. Tan feliz que de pronto siento como mis pies se deslizan del suelo y mi cuerpo se eleva a diez, luego quince centímetros del suelo. Mamá me sigue abrazando a pesar de que ve como mi cuerpo levita por sobre su cabeza.

—Mi bebé…—dice sollozando— Tienes que enseñarme a hacer eso— bromea. Mi dicha es tal que me alejo de ella solo para mostrarle lo que puedo hacer en el aire. Me muevo por el lugar revoloteando junto a Edward y dándole un pequeño beso en la boca y luego vuelvo junto a mi madre girando sobre mis pies.

Soy libre.

Veo a Alice y mi padre observando la escena con asombro y lagrimas en los ojos. Me atrevo, ignoro mi temor al rechazo y voy a por ellos. Alice deja escapar un chillido cuando paso junto a ella revolviéndole el cabello que sé que tanto se esfuerza en peinar y luego me centro en mi padre dándole un pequeño golpecito en el hombro antes de darme una vuelta en el aire y reír. Vuelvo junto a Edward y mi madre, dejándome caer delicadamente contra el piso.

Edward enreda sus brazos en mi cintura y con una sonrisa en el rostro me dice: —Te tengo.

Y sí, me tiene.

.

.

.

Ver a Bella juguetear feliz con su familia fue algo precioso. Ojalá hubiese grabado el momento. Nunca la había visto tan feliz, tan libre y despreocupada. Por un momento temí que su energía asustara a su familia, pero fue al revés: Los conquistó con ella. Todos se relajaron después de eso. Incluso Alice, que desde que entró al departamento parecía llevar una espina clavada en su trasero, se veía más tranquila, como si le hubiesen quitado un peso de encima. Me pregunté que estaría pensando en estos momentos. Sabía que Alice tenía sentimientos contradictorios en cuanto a su hermana… ¿Le gustaba o irritaba ver el recibimiento que su madre le estaba dando? Después de todo, fue ella quien facilitó las cosas para que este encuentro se produjera. Alice fue por su padre y luego se comunicó con su madre para que acudiesen a esta visita…

Quería pensar que en el fondo estaba feliz por tener a su familia reunida y que los sentimientos de envidia y egoísmo se habían marchado para siempre. Alice se merecía vivir sanamente y no corrompida por sentimientos que no le producían más que dolor. Tanto Bella como Alice habían tenido su cuota justa de sufrimiento y era momento de sanar las heridas. Pero para que ello ocurriese aun tenían que superar un último obstáculo. Era ese el objetivo por el cual nos habíamos reunido hoy. Para que Charlie Swan finalmente rompiera el silencio y trajera luz sobre la tragedia que había azotado a la familia y que durante años había sido el motivo de acongoja de Bella.

La razón por la que Bella fue asesinada aquella noche…

Charlie pese a la dicha parecía estar consciente de que algo más debía ocurrir para que las cosas entre ellos quedasen claras y se mantenía un tanto al margen de la efusividad de Bella y su madre que parecían estar en una burbuja de alegría. Odiaba saber que esa alegría podría esfumarse repentinamente apenas Charlie abriese la boca, pero era mejor resolver las cosas de inmediato. Habían vivido demasiado tiempo tras mentiras y caretas y era tiempo de enfrentarlas. A pesar de que una buena parte de mi deseaba mantener a Bella en la seguridad de la ignorancia, sabía que ella merecía conocer la razón por la que se vio envuelta en aquel crimen. Sin embargo, esperé a que ella fuese quien diera el pie inicial. Era su historia y ella debía decidir el momento en que conociera los detalles que se le habían negado.

No ocurrió de inmediato. Bella, Alice y su madre se enfrascaron en una conversación larga sobre lo que habían hecho a lo largo del último tiempo. Tanto Renée como Alice le preguntaron sobre su estadía en la casa familiar y como había sido para ella estar allí siendo testigo de todo, pero sin participar de nada. Bella fue honesta con ellas y les confesó los sentimientos lúgubres que la acompañaron la mayor cantidad del tiempo. No disimuló la congoja que le produjo ser testigos de las peleas familiares y de los errores que ella consideraba se estaban cometiendo. También habló de mí. Habló de como nos conocimientos y la manera en que nos fuimos acercando poco a poco hasta que nos volvimos inseparables y de lo mucho que me quería. Aquello último lo dijo mirando a Alice, quien no parecía estar afectada por la declaración.

—Edward es mi mejor amigo— dijo Bella con una sonrisa— Lo amo mucho. Me gustaría poder hacer muchas cosas con él, pero no sé hasta cuando podré estar por estos lados así que vamos paso a paso.

—¿Crees que te tendrás que ir? — preguntó Alice tímidamente— Has estado muy poco en este estado… ¿Qué va a pasar contigo? ¿Volverás a ser invisible?

—No lo sé—dijo Bella— No tengo claro cuales son las reglas de mi condición. Todo ha sido una sorpresa tras otra. A veces siento que tengo muy poco tiempo porque me siento agitada e irritada y pierdo el control de mis emociones con facilidad y otras veces siento que tengo mucho tiempo para hacer todo lo que quiero y que nada puede detenerme. Me gustaría investigar más al respecto para poder saber qué me depara el futuro. Pero para entender el futuro primero tengo que tener claro mi pasado—dijo dando una significativa mirada a su padre quien asintió con la cabeza, aceptando sus palabras— Papi, ¿quieres hablar de ello?

Charlie aceptó el gesto y se acercó hacia donde las mujeres de su familia estaban reunidas, acuclilladas junto a mi sillón. Yo me aparté un poco dándoles el espacio y la intimidad para que pudiesen hablar. Tenía que quedarme por allí en caso de que las cosas se pusiesen malas y Bella me necesitase, pero no quería molestar y entrometerme más de la cuenta. Mi intervención en esta historia había terminado, ahora era cosa de ellos desenredar la madeja de secretos que habían armado.

Charlie Swan empezó a hablar con la voz tambaleante, dudoso de seguir o callar, pero las miradas de las mujeres que tanto amaba parecían fortalecerlo a medida que hablaba:

—Fue una venganza. Lo que le hicieron a Bella fue una venganza contra mí por haber delatado a un amigo a la policía—dijo refregándose la cara con las manos. Estaba temblando ligeramente mientras hablaba—

—¿Qué? ¿De qué estas hablando? — inquirió Renée perdiendo la compostura. Sus ojos inquietos estaban fijos en su expareja— ¿Una venganza? ¿Alguien nos hizo esto a propósito? ¿Es por esto por lo que no quisiste que investigáramos? Dios mío, Charlie. ¿En qué lío nos metiste?

—Lo siento mucho, jamás pensé que las cosas fuesen a salir así. Lo único que quería era protegerlas. Si hubiese sabido que ese animal iba a hacer una cosa así lo habría matado yo mismo. Pero fui un estúpido, confié en el FBI, creí que ellos serían suficientes para detener a Aro.

—Aro Vulturi— murmuró Bella— ¿Él me hizo esto? —preguntó confundida— Pero… él era tu amigo, lo recuerdo. Me regaló una colección de poesía italiana para uno de mis cumpleaños.

—Fue él. Fuimos amigos desde que estábamos en la universidad, buenos amigos. Incluso fue a nuestra boda. Pensé que era un buen sujeto, pero no fue así. Tenía negocios de trata de personas y de narcotráfico… estaba usando mis rutas comerciales para eso. Lo descubrí y llevé los antecedentes al FBI. Creí que estaba haciendo lo correcto. Lo hice para no ponernos en peligro, los negocios en que estaba involucrado Aro eran de grueso calibre y no quería que nos salpicara, creí que el FBI era una opción segura. Jamás imaginé que nos costaría tan caro. Pensé que podía protegernos, que mi dinero era suficiente como para que no les pasara nada. Pero me equivoqué, Aro fue más inteligente que yo… —las últimas palabras fueron dichas en apenas un susurro—

—Pero él murió hace muchos años, Charlie— dijo Renée confundida— Murió mucho antes que atacaran a Bella. ¿Cómo es posible que él estuviera tras el ataque a Bella? Estaba muerto. Salió en todas las noticias: Su helicóptero estalló.

—¡Fue una farsa! El hijo de puta engañó al FBI y se las ingenió para esconderse. Yo no lo supe hasta mucho después. Pensé que estábamos a salvo. Creí que estaba muerto y que todo había terminado, pero no fue así. Cuando fuimos a reconocer el cadáver… tu cuerpo hija —dijo Charlie mirando a Bella— no estaba en tan mal estado como le hice creer a tu madre. Yo entré antes que ella y el forense me mostró tu cuerpo y me entregaron las cosas con las que te habían encontrado… ¡Tenías una puta medalla colgando en tu cuello! La reconocí de inmediato, era la misma cadena que llevaba Aro Vulturi durante la universidad. Hizo que la dejaran en tu cuerpo para que yo supiese que él estaba tras tu asesinato, fue un mensaje para mí. Por eso tuve que mentirle a tu madre diciéndole que estabas físicamente irreconocible, porque ella también reconocería la medalla y exigiría respuestas y yo no podía dárselas. Ella querría investigar y tu madre y Alice habrían terminado muertas igual que tú, cielo. Convencí a tu madre para que no levantáramos una investigación oficial, pero moví a mis hombres para que descubriesen la verdad sobre Aro. Necesitaba saber si el cabrón estaba realmente involucrado y fue así como descubrí que estaba vivo. He estado años luchando para lograr aniquilarlo, pero no lo he logrado. Lo último que supe de él es que se había establecido en Chicago. He estado los últimos tres años llevando negocios allí con la esperanza de encontrar su cueva y aniquilarlo, pero no he podido lograrlo. Se esconde como una vil rata de alcantarilla en el submundo de la mafia de Chicago…

—Charlie…—murmuró Renée con la voz cargada— ¿Cómo has podido vivir todo este tiempo con esto en silencio?

—¡Tenía que hacerlo! No podía poner a Alice y a ti en peligro Renée. Puedes odiarme todo lo que quieras, pero no me arrepiento de haberte mentido. Están las dos vivas y seguras y eso es lo importante.

—¡Debiste habérmelo dicho! — gritó Renée— ¡Soy tu esposa! ¿Con qué derecho me hiciste a un lado? Debí saberlo. Isabella y Alice son mis hijas. Tú eres mi marido. Si hubiese sabido que estábamos en peligro nos habríamos ido del país. Podríamos haber vuelto a Francia donde mi familia nos habría protegido. Podríamos haber enfrentado esto juntos y no separados. Mira lo que ha pasado: Nuestro matrimonio terminó y Alice ha estado viviendo sola durante meses. Dejé a mi hija en un país ajeno sin saber que hay un demente tras nuestros pasos…

—Alice estuvo protegida. Hay una agencia de seguridad que la resguarda… jamás estuvo sola. Incluso hablo con uno de sus amigos para saber como le va. No te preocupes por eso.

—¿Estas bromeando? —inquirió Alice con ira en la voz— Eres un imbécil, papá. He estado viviendo sola durante meses y me he sentido sola durante años. Si le hubieses dicho a mamá lo de Aro Vulturi las cosas podrían haber sido muy diferentes. Quizás mamá te habría exigido un informe detallada sobre su muerte para estar segura de que lo estaba y habrían descubierto que estaba vivo y Bella estaría viva. ¡Podríamos habernos cuidado mejor! ¡Bella no habría salido a hacer esa estúpida llamada en plena noche de haber sabido que un hombre nos seguía! ¿Crees que somos la única familia con enemigos al asecho! ¡Tengo amigas cuyas familias llevan años de conflicto armado con otras familias y están acostumbradas a cuidarse la espalda! Quizás si mamá hubiese entendido por qué no querías investigar el asesinato de mi hermana no habría actuado toda creepy y habría llevado el duelo de manera diferente y yo no habría terminado odiando a mi hermana por algo que no es su culpa.

—Alice…—murmuró su padre con sorpresa, perdido en el descontrol de su hija menor— Las cosas no eran tan fáciles…

—Pudieron serlo, solo te faltó confiar en nosotras. Si nos hubieses visto como tus iguales en vez de pequeñas criaturas indefensas a quienes hay que cuidar las cosas serían muy diferentes…

Luego de las confesiones de Charlie y el desahogo de Renée y Alice la habitación se sumió en un incomodo y denso silencio. Todos parecían estar perdidos en sus pensamientos. Me imaginaba lo duro que era para todos ellos enfrentarse a los errores del pasado. Habían sufrido mucho por las acciones de un tercero y empeorado la situación por el mal juicio de Charlie. A pesar de todo, yo podía entender al padre de Bella. No había actuado con maldad sino por el amor que tenía hacia su familia. La imperiosa necesidad de mantenerlas alejadas del peligro lo habían hecho cometer varios errores. Pero no era un mal hombre…

—No existen las mujeres de Chicago, ¿cierto? — dijo Bella rompiendo el silencio—

Charlie hundió los hombros.

—No— respondió mirando a Renée— Soy hombre de una sola mujer y siempre lo he sido.

—¿Y las mujeres con las que te juntabas?

—Era una forma de despistarlas. Estoy trabajando con personas de no muy buena reputación para lograr detener a Aro y fue lo único que se me ocurrió para que no me descubrieran.

—¡Que imbécil! —exclamó Renée— ¿Me dejaste creer que me estabas engañando antes que contarme la verdad? Charlie, nos estamos divorciando. ¿Qué pensabas hacer? ¿Esperabas hasta tener una sentencia de divorcio para decirme que todo era una farsa? ¿Cómo pudiste dejar que me estabas engañando? Sufrí mucho Charlie, pensé que no me amabas.

—Fue una estupidez, lo reconozco. Estaba cerca de Aro y pensé que lo atraparíamos pronto. Apenas tuviese la cabeza de ese malnacido iba a ir a buscarte y contarte todo. Las cosas están feas y pensé que sería más seguro para ti estar en Francia… lo siento mucho Renée, no debí haberte hecho sufrir de esa manera. No quería hacerlo, pero contar la verdad me aterraba, no quería exponerlas. De hecho, si no fuese porque Alice y este jovencito—dijo mirándome — interrumpieron en mi oficina y encontraron parte de mi investigación no estaría contándoles esto. Mi plan era mantenerlas lo más apartada del asunto posible.

—Hemos sufrido por nada—dijo Bella en un susurro— Todo este sufrimiento no ha valido la pena. No puedes volver a hacer algo así papá. Tus decisiones han hecho que estemos todos repartidos por diferentes lugares en vez de estar juntos como una familia. Soy capaz de entender tus razones, pero aun así me duele mucho saber que pudimos haber estado juntos desde un inicio…

—Nunca quise lastimarlas. Ustedes son lo más importante para mí, daría mi vida con tal de tenerlas seguras. Dios, nunca creí que podría dañarlas tanto… Que ironía, lo único que quería era protegerlas y terminé siendo yo el responsable de su sufrimiento. Sé que es muy pronto, pero me gustaría que algún día pudieran perdonarme, las amo a las tres y me encantaría que pudiésemos aprovechar el tiempo que nos queda para estar juntos. No sé que clase de milagro ha hecho que podamos tener a nuestra Bella de vuelta, pero quiero que los cuatro podamos aprovechar cada instante que nos fue robado…

—Estoy de acuerdo—dijo Renée estirando la mano hacia su marido. Charlie aceptó el gesto titubeante, como si temiese que Renée fuese a arrepentirse y lo echase a un lado— Estoy muy enojada contigo, Charles. Me duele ver la poca confianza que me tienes, pero me niego a guardarte rencor porque siento que eso es lo que quiere Aro Vulturi de nosotros. Estoy segura de que él ha disfrutado el vernos separados, feliz por el espectáculo que le hemos dado, pero esto llegó a su fin. No voy a volver a Francia a menos que ustedes lo hagan conmigo y mañana mismo hablaré con mi abogada para que terminemos con los planes de divorcio.

El rostro de Charlie Swan se iluminó con las noticias dadas por su esposa y todos en la habitación fuimos testigos del caluroso beso y abrazo que compartió la pareja. Yo desvié mi mirada avergonzada al rostro de Bella y Alice, quienes no cabían más del gozo a ver a sus padres reunidos. Me alegré por ellas, merecían esa felicidad después de tanta tragedia.

Me pregunté qué pensaba Bella de los recientes acontecimientos. ¿Había alcanzado la paz que su alma buscaba? ¿Había terminado con su propósito en esta segunda oportunidad que la vida le daba? Me aterraba saber la respuesta. Mis sentimientos eran poderosamente contradictorios. Por una parte, estaba dichoso de poder ayudar a la familia Swan a reencontrarse y sacar a la luz los secretos que durante años el padre de familia había ocultado, pero por otro me aterraba lo que eso podía significar para la estadía de Bella. Ella siempre había dicho que se quedaba en la tierra porque su familia la necesitaba, ¿Pero ¿qué ocurriría una vez que sea consciente que su familia está bien? La idea de perderla me aterraba, pero no podía seguir fingiendo que Bella era una muchacha normal. Ella estaba muerta y debía aceptar que en cualquier momento tendría que despedirme de ella. Aunque mi corazón llorase por ello…

Solo esperaba tener un poco más tiempo juntos…

El resto de la visita de los padres de Bella fue menos terrible. Tomaron algunas decisiones rápidas logísticas: Renée buscaría una nueva casa para ellos, en un sector seguro de la ciudad donde Bella pudiese contar con mayor privacidad. Mientras tanto se hospedarían en un conocido hotel de la ciudad. Renée fue bastante comprensiva con el hecho de que Bella prefería quedarse en mi casa antes que mudarse a un hotel donde tendría que enfrentarse a las miradas curiosas de las personas. Alice se marcharía de la casa de la amiga en la que se hospedaba, quería estar lo más cerca de su madre posible y todos la entendían. Había vivido demasiado tiempo sola y quería recuperar el tiempo.

La situación con Charlie era un poco más delicada. Él insistió en que debía mantener un ojo en Chicago debido a los últimos movimientos realizados por Aro Vulturi en aquella ciudad acordó que dejaría a personas de su confianza en aquella ciudad para quedarse con su familia en Seattle. Él también estaba deseoso de estar con su familia y aprovechar el máximo de tiempo posible con Bella…

Ninguno sabía con exactitud cual era la condición de Bella ni por qué podía estar entre nosotros a pesar de que su cuerpo había sido destruido. Había muchas preguntas y pocas respuestas, pero Bella insistió en que eso no tenía que desanimarnos y que debíamos esforzarnos en ser lo más felices que pudiéramos durante el tiempo que teníamos. Yo acepté, me negaba a dejarla escapar. No importaba cuanto tiempo nos diese el destino, yo aprovecharía cada segundo a su lado.

Los Swan se fueron antes que mi madre volviese del trabajo con la promesa de reunirse lo más pronto que pudiesen. Bella se despidió entre abrazos con su madre y padre y con una sonrisa de Alice, quien parecía haber rejuvenecido años durante el transcurso del día.

Cuando finalmente nos encontramos solos en el departamento, nos fuimos a mi dormitorio a descansar. Había sido una mañana impensada y llena de emociones. Nos recostamos sobre mi cama, Bella apoyada contra mi pecho y nos acariciamos en silencio, sin decir palabra alguna.

Comenzamos a besarnos sin apuros, simplemente disfrutando de nuestros labios. Nos tocamos por encima de la ropa y poco a poco nuestras caricias fueron subiendo de tono hasta que me encontré con el torso desnudo y jugando con los pechos de Bella. Nunca la había tenido así y fue un descubrimiento asombroso. Durante el tiempo que llevaba con Bella había pensado en el sexo en repetidas ocasiones, pero nunca había hecho un movimiento para incomodarla. Sabía que ella había sido virgen al momento en que la habían atacado y que no había tenido ese tipo de experiencia en vida. Y yo no quería presionarla. La amaba y me moriría antes de lastimarla con mis alocadas hormonas. Pero era ella quien llevaba el ritmo de las caricias y que me exigía devolverle los besos y toqueteos por debajo de la ropa.

Lo hicimos sin prisas, disfrutando de los movimientos y las sensaciones que descubríamos a medida que nos dejábamos guiar por la lujuria. Intenté ser lo más suave posible, pero me encontré perdiendo el control y embistiendo con dureza en el interior de Bella. Sus gemidos llenos de éxtasis me llevaron al borde de la locura. La sentí correrse con un suspiro de placer y aceleré mis estocadas hasta que mi propia liberación llegó.

Nos quedamos recostados en la cama con mi miembro aun en su interior. No podía quitar la enorme sonrisa de mi rostro al pensar que había tenido sexo con Bella. ¿Alguna vez pensé en sentirme así de feliz? Claro que no. Estaba sumido en la mayor felicidad que había experimentado jamás, tranquilo, sin temor del futuro.

—Te amo, Edward—dijo Bella dando un besito en el centro de mi pecho— Me has hecho la mujer más feliz de este planeta.

—Eres maravillosa. ¿Crees que podamos hacer esto otra vez? — pregunté sintiendo como mi miembro volvía a endurecerse en el interior de Bella— ¿Hasta qué mamá regrese del trabajo?

—Creo que podemos hacerlo por siempre, soy un fantasma: no me canso fácilmente—dijo pícaramente.

Rugí y me lancé sobre ella. La amaba con locura y quería demostrárselo a cada centímetro de su piel…

Jamás creí en las historias de fantasmas, la vida no me interesaba, pero conocí a Bella y todo eso cambio. Estoy enamorado de ella, quiero hacerla feliz. Sé que esto no es para siempre y que algún día nuestra burbuja de felicidad va a explotar, pero quiero arriesgarme. Quiero cosechar la mayor cantidad de recuerdos posibles con ella hasta que llegue el momento de verla partir. Entonces viviré como a ella me ha enseñado a hacerlo y esperaré el día hasta que nos juntemos otra vez, porque estoy seguro de que allí donde vaya ella iré yo, solo es cosa de tiempo.

Fin.


Después de laaaaargos años logré escribir este último capitulo. La verdad es que lo escribí facil unas cincuenta veces porque nunca lograba quedar conforme con su resultado. Para escribir este final tuve que releer la historia y quiero decir que hay muchas cosas que cambiaría de la redacción, pero que el fondo sería igual. Pensé durante mucho tiempo en como terminar esta historia. A veces pensaba en dejarla incompleta solo porque me daba pena en lastimar más de la cuenta a los personajes, pero estoy conforme con el resultado.

Hay cosas que quizás piensen que quedaron abiertas como el final de Aro: él nunca sufrió consecuencias por lo que le hizo a Bella. Fue a proposito, muchos de nuestros abusadores están en total impunidad. A veces no basta con tener millones bajo el brazo, la justicia simplemente no llega. Sobre la conducta de Alice tengo que hacer un mea culpa: me dio pena ver como la trataban en los primeros capitulos y quise cambiar eso. Pero la verdad es que así es el mundo con las niñas que no tienen un apoyo familiar. Las mascan hasta dejarlas en el piso.

Espero que puedan disculpar mi demora y les cuento que tengo un fic en proceso que se llama Broken y que me gustaría que leyesen. No he podido actualizarlo como prometí porque la muy estupida de mi no hizo un respaldo en la nube del fic y mi computador lleva 3 meses muerto. Le pedí el computador a mi hermana para terminar este capitulo. Estoy juntando el dinero para mandar mi computador al tecnico y recuperar el fic. Estaba completo y me da mucha pena pensar en tener que reescribirlo...

Denme sus opiniones sobre el final y digan si les gustaría un epilogo.

Milla