¡Hola a todos!, en estos comienzos de primavera les traigo la continuación de ESTRELLA Saeko, espero les agrade y me dejen su review.

Esta historia narra las circunstancias de Kotaro Ishida, hijo mediano de Sora y Matt, quien se encuentra viviendo la crisis de sus veintes y a la vez buscando el verdadero sentido del amor verdadero.

Es un hecho que es aconsejable conocer a estos personajes antes de leer sobre ellos.

Los dejo con la lectura.

O

MARTE Mayumi

Por CieloCriss

Un suave golpecito lo despertó. Kotaro Ishida abrió los ojos lentamente al notar que alguien le había tocado el hombro. Entre sus manos sintió la estrella de cinco picos plastificada que le había dado confort esa noche. Miró rápidamente la figura fluorescente y descubrió que era de día y ya no brillaba.

"Tío Kotty…", llamó con pudor el hijo menor de Toshiro y Yuriko Takaishi.

"Buenos días, Yuki", el pelirrojo Ishida se sentó y acarició la melena del pequeño preescolar.

Le pareció curioso encontrarlo despeinado, tenía el cabello ligeramente desparpajado, lo que le daba un toque Yagami a su figura. "¿Qué sucede?, ¿te ha enviado mamá para que desayunemos?".

El niño se trepó a la cama y asintió, luego se acercó a su tío y le dio un cepillo.

"Sí, pero primero péiname", ordenó con entusiasmo, lo que hizo que el mayor sonriera.

"Me gustas despeinado, te pareces a tu tío abuelo Taichi".

"A abuelito Cody le gusta que me cepille bien y me peine como él, pero no sé hacerlo… papá lo hace por mí", informó el sobrinito.

Kotaro suspiró y obedeció al pequeño. Tenía el cabello suave y castaño oscuro, le dio pena recordar que justo de ese tono era el cabello de Saeko.

"Listo. Has quedado muy guapo", aseguró.

Yuki asintió. Se acercó al oído de su tío y le susurró:

"Dile a papá que lo hice yo solito ¿sí?".

"Claro que sí, campeón".

El niño se entusiasmó, luego trató de cepillar el cabello de su tío Kotaro, no obstante, esa misión le fue imposible.

"Déjalo, a mí me gusta el look Takaishi", admitió Kotty.

"Kottío… ¿ya no te vas a pelear con Takumi?", preguntó de repente el nene.

Al estudiante universitario le volvió la desazón. Recordó la noche pasada: la pelea a gritos con su hermano menor y el triángulo amoroso insufrible con Hikaru Yagami en medio de todo.

Sacudió la cabeza y de nuevo resopló. Bajó su mirada cobriza y se halló con los ojos esmeraldas del travieso chiquillo que tanto le recordaba a su propia niñez perdida y nunca superada.

"Ya no reñiré. Pelear es malo ¿cierto, Yuki?"

"Sólo pueden pelear los samurai que tienen honor y luchan por la justicia", afirmó, agarrando una almohada y blandiéndola como una katana.

"Vamos a desayunar", propuso Kotaro. Se levantó y estiró los brazos junto con un bostezo. Quiso echarse en los brazos al hombrecito, pero de inmediato el niño rezongó.

"No me cargues, ya soy grande", declaró.

El mayor volvió a reírse, en primer lugar, su sonrisa se llenó de ironía al recordar que su sobrinito era demasiado "adulto" para que lo cargaran pero demasiado "bebé" para no peinarse… y luego, su sonrisa se volvió triste, ¿no era ese niño igual él, que siempre había querido que dejaran de llamarlo Kotty para sentirse mayor?

La noche pasada le cayó como baldazo de agua cuando salió de su habitación.

En el comedor ya tenían servido el desayuno, pero los olores de la comida de su madre no le quitaron la depresión a Kotaro. Por el contrario, se sintió pésimo por recordar lo que había pasado en la madrugada, ¿por qué Hikaru Yagami se había enamorado de él? ¿por qué su hermano tenía que mirarlo con resentimiento?, ¿por qué había protagonizado esa escena tan inmadura la noche pasada?… por un momento, la escena de su recuerdo se volvió vívida: Rememoró los ojos curiosos de sus sobrinos Yukio y Shinobu mirándolo; los ojos cristalinos y enfermos de su madre; los ojos zafiro y decepcionados de su padre; los lodosos ojos de Hikaru en desesperación, y la mirada lobezna y plateada de su Takumi.

Se guardó la estrella de plástico en el pijama porque no tuvo fuerzas para cambiarse. Se acercó con sigilo a la mesa y quedamente dijo buenos días.

"Buenos días", respondió Shinobu Takaishi, su sobrino mayor. El chico de 12 años lucía guapísimo a pesar de que ya no llevaba el uniforme de la secundaria que estrenaría la próxima primavera.

Lo vio leyendo el libro azul sobre las constelaciones mientras sorbía un té verde con unos ademanes varoniles y desinteresados.

"¿Sigues leyendo?", preguntó Kotaro, aunque la pregunta fue floja, como si sólo la hubiera hecho para mantener un tema de conversación. Shinobu asintió y le dedicó una sonrisa coqueta, como las de su primo Seiyuro.

A Ishida le gustaba ese crío tan misterioso que presuntamente hacía viajes astrales. El chico era una agraciada mezcla entre todos sus parientes: el porte educado y contestatario de su padre Toshiro, la simpatía de su tío y padrino Seiyuro, la dulzura de su abuelo Takeru, la disciplina del abuelo Iori, la habilidad física del tío abuelo Taichi, los hobbies del tío abuelo Yamato, la entereza de su madre Yuriko y el misticismo de la abuela Hikari… simplemente el chico era una caja de Pandora, pero en el buen sentido de la palabra.

"Por tercera vez lo terminé", se refirió al libro, "Siento que cada vez que lo repaso encuentro una estrella nueva en el cielo", comunicó y de nuevo se absorbió en el librejo.

Llevaba ropas prestadas de Takumi, por lo que el muchacho lucía un aspecto impecable que parecía hacerlo tan cool como sus dos hermanos rubios… lo que lo hizo pensar, ¿habría algo de él en ese chico mágico que no fueran la conexión con unas estrellas de mentiras?

Sora salió de la cocina cargando una olla llena de arroz blanco. El olor a sopa miso ya estaba en la mesa. Sería un desayuno oriental, aunque todavía quedaban galletas para remojarlas en el té verde.

"Mamá…", saludó el hijo mediano del matrimonio Ishida.

Sora estaba ligeramente pálida y con ojeras, pero su sonrisa estaba impecable y llena de amor, como siempre.

"Escucha… de verdad siento mucho mi comportamiento de ayer".

Después de recibir ayuda de su hijo para dejar el arroz en la mesa junto con los tazones, Sora besó en la frente a su Kotty poniéndose de puntitas.

"Lo sé", dijo, "sólo espero que lo resuelvas, no hay nada más triste que ver a mis hijos discutir… quizá deban hacerlo más, sobre todo si hay amor de por medio, pero a las madres nos duele mucho…".

Kotaro asintió.

"Hablaré con Takkun para arreglar las cosas, ¿dónde está él?".

"Salió con tu padre por provisiones, al parecer el campamento va en serio".

"Entiendo…" mencionó Kotty, "aunque mamá, no te ves bien, ¿cómo te sientes? ¿te has hecho exámenes médicos?... sé que no es la gran cosa el hospital donde presto servicio, pero podemos ir a hacerte unas pruebas".

"No te preocupes, luego hablaremos de eso, ahora lo importante es desayunar para estar listos cuando lleguen a recoger a los niños".

Kotaro asintió algo frustrado. Le perturbaba ver cansada a su madre, sobre todo porque no se veía tan llena de vida como antes. Se sintió torpe por haber estado deprimido y encerrado en su departamento sin pensar en que quizás su familia lo necesitaba.

"¡Tía Sora!", presumió Yuki, rompiendo el hielo de la conversación, "¡me he peinado yo solito!, ¿verdad tío Kotty?".

"Así es, pequeñín, pero llámame tío Kotaro ¿quieres?".

"Me gusta más llamarte Kottío, el guerrero de las llamas", alucinó el extrovertido pequeño mientras, en contraste, comenzaba a comer el desayuno con delicadeza y educación, lo que no dejaba en duda que Yuriko Hida había hecho buen trabajo criándolo.

Sora, Kotaro y los chicos de Toshi y Yuri se dedicaron a comer tranquilamente, incluso Shinobu dejó sus lecturas y se concentró en saborear la comida casera de una de sus tías favoritas.

No era que Sora Ishida fuera la mejor cocinera del mundo, incluso la señora pocas veces cocinaba, pero en los últimos años sus alimentos se habían convertido en accesorios entrañables en la vida solitaria de Kotaro como estudiante universitario.

La comida fría que le ofrecían en el hospital comunitario era malísima y casi siempre la donaba a algún necesitado. En su departamento de soltero sobrevivía con ramen instantáneo y pasaba grandes periodos de hambruna por su terquedad de no pedir recursos a sus padres a pesar de que éstos tenían un buen nivel económico.

Ahora mismo, sin embargo, no le importaba ser el hijo consentido de mami y papi por unos días. Necesitaba estar en su hogar, arreglar las cosas con Takumi, hacer sonreír a Hikaru nuevamente y averiguar la causa de las ojeras de su madre. Todo eso iba más allá de su depresión y de la muerte de Saeko, ya que después de todo, como había dicho Shinobu, Saeko no era su estrella, sino un cometa que había pasado por su vida y ya se había extinguido.

El timbre sonó en el hogar Ishida justo cuando los integrantes finalizaron el desayuno.

"Vayan a lavarse los dientes, chicos", pidió Sora. Shinobu asintió e inmediatamente llevó tras él a su hermano menor.

"Los samurai con dientes de leche no se lavan esas piezas, ¡los dientes débiles se van a caer de todos modos!", razonó el chiquillo ante las risas de su hermano.

"Las caries son las enemigas mortales de los samurai, Yuki, y el mal aliento te alejaría de mí y de tus futuras doncellas", bromeó el mayor, lo que bastó para que el menor tomara la delantera y se introdujera en el sanitario.

Kotaro los envidió un instante. Su relación con Takumi había sido opuesta totalmente. En ningún momento su hermano 7 años menor lo había idolatrado, quizás, si acaso, las cosas había sido al revés.

Sora abrió la puerta digital. Toshiro Takaishi apareció tras ella jalando una carriola en calidad de zombi. La cría de Seiyuro número uno, Seiya, se revolcaba en la sillita mientras lanzaba patadas voladoras y chillidos extraños que no parecían ni risa ni llanto. Seichiro, la cría número dos, se le había montado en la espalda y le mordisqueaba la ropa sin pudor alguno.

"Son unos pingos desastrosos", opinó como saludo con su semblante cansado y boca reseca, "no dormí un segundo, creo que Hidemi se ha ganado el cielo por tener que cuidar a esta tropa y Seiyuro quizás termine de purgar sus culpas en vida en lugar de en muerte".

La señora de la casa desaprobó ese comentario pero no pudo evitar soltar una sonrisa.

"Lo hiciste mejor que Yamato, Toshi", aseguró, "la primera vez que cuidó a Seiyuro, él y Taichi lo perdieron en el centro comercial junto con Mimi, quien ese mismo día dio a luz a Benjamín, no me preguntes por qué, pero creo que hasta hubo un supuesto acto terrorista en el mall por culpa de esa situación".

"Me sé la historia, creo que estuve ahí, nos evacuaron a todos, pero no encontraban ni a Sei ni a Mimi-san", recordó el castaño.

"¡Papá!", gritó ilusionado Yukio, corriendo hacia su padre para abrazarle. Los trillizos presentes lo notaron y enseguida comenzaron a chillar para exigir la atención de su figura a seguir.

"¡Yuuuuu!", Seichirou saltó de la espalda de Toshi, por suerte Kotaro lo atrapó y lo dejó en el suelo para que se encaramara en Yukio. Seiya salió de la carriola como si nunca hubiera sido un obstáculo para su edad.

"Kiiiii", completó el energético rubito y los dos se pegostearon al castaño con adoración.

"Qué bien, vamos a jugar a los samurai y los entrenaré, primitos".

"Hola papá", ajeno a la próxima destrucción de la casa Ishida que planeaban su hermano y sus primos, Shinobu saludó a su padre y le preguntó por su madre, Yuriko.

"Regresa hasta en la tarde, iremos a recogerla a la estación".

"¿Qué pasó con Seiji?"

"Sei me llamó y me dijo que dieron de alta al niño y que vienen en camino", informó, "el problema es que tengo que hacer unos pagos hoy mismo y creo que no podré esperar a mi hermano del ama".

Toshi se ruborizó, luego se aclaró la garganta.

"Tía Sora, ¿crees que pueda dejar a Seiya y Seichirou contigo hasta que llegue Sei?", preguntó intimidado.

"Por supuesto", dijo Sora, "no es ninguna molestia, Toshi, adoro a mis sobrinitos".

"Me siento mal, ayer te dejé a los míos y ahora te dejo a los pingos de Seiyuro…", se condolió Toshiro, "y te ves cansada, tía Sora, ¿te sientes bien?".

Kotaro estuvo a punto de presionar a su madre para que admitiera que algo no andaba bien con ella, pero una especie de fuerza externa lo hizo permanecer silente. Quizá fue la mirada de Shinobu Takaishi-Hida lo que lo hizo callar, o tal vez fue el temor de hablar con la voz quebrada y al borde del llanto.

Shinobu cerró su inseparable libro y lo guardó en su mochila. Arrancó un trozo de papel y dibujó algo que Kotty no alcanzó a ver.

"Yuki, ya nos vamos", avisó a su hermano menor, "otro día juegas con los trillizos".

Debido a que las órdenes de su hermano mayor eran sagradas, Yukio hizo que sus primitos lo soltaran y quedaran frente a él. Luego sacó su sable de kendo, hizo arrodillarse a los pequeños –que morían de risa- y les dijo:

"Honren la justicia y la paz de nuestra Tierra y nuestro Mundo Digital, sólo así podrán convertirse en héroes de oro", indicó con seriedad, guardando su katana y dirigiéndose a su padre, a quien le tomó la mano con total diligencia.

"¡Adiossh!", dijo Seichirou.

"Buuuuuuaaaa", lloró Seiya al ver que su ídolo de 5 años se iba a marchar.

"Estaré bien, Toshiro, Seiyuro no tardará en llegar…", dijo Sora.

"Yo le ayudaré a cuidar a los niños", agregó Kotaro.

Toshiro finalmente asintió y decidió marcharse, no sin antes despedir y agradecer el hospedaje de sus hijos en casa de los Ishida.

"Traeré la ropa que les prestaste cuando la lavemos", agradeció nuevamente.

"Toshi, no te preocupes por eso".

"Ya no te portes mal Kottío", se despidió Yukio con una carita maliciosa que hizo que el mediano de los Ishida se sonrojara.

¿Era normal que un niño de preescolar lo hiciera avergonzarse?

Shinobu fue el último en salir del enorme condominio. Antes de irse, le dio a Kotaro el papel que acababa de rayonear.

El pelirrojo vio puntitos en una hoja, unidos por unas líneas punteadas.

"¿qué es esto, Shin-chan?"

"Es una pista para conseguir a tu estrella, pero también es una constelación dolorosa", dijo con aire sonriente y a la vez actitud altiva y lejana.

Mientras la puerta se cerraba, los llantos de Seiya se incrementaron, Seichirou trepó el cuerpo de su tío Kotaro y le mordisqueó la camiseta, y Sora lanzó un suspiro muy largo, que por un momento pareció una melodía triste.

O

Seiyuro y Hidemi Takaishi llegaron a casa de los Ishida a media mañana. La joven madre llevaba a un dormido Seiji en brazos, envuelto en un cobertor azul. Se veía un poco nerviosa y desvelada, pero era Seiyuro –el padre- quien más conmovía a Kotty.

"Seiji está bien, pero necesita descansar y me preocupa que no podamos hacerlo reposar", suspiró, "voy a ir a un curso de escuela para padres de hijos múltiples o algo así para mejorar la vigilancia".

Con su mano libre, Hidemi le dio un jalón de oreja a su marido.

"Deja de echarte la culpa por lo que pasó, Sei", regañó con la dulzura que siempre la había caracterizado, "No eres omnipresente, fue un accidente lo de Seiji".

Seiyuro asintió no muy convencido.

"Ánimo primo Sei".

"Gracias Kotty, ¿y dónde están mis otros dos demonios rubitos?", indagó al primo pelirrojo.

"No me digas Kotty", pidió el joven, "por los niños no te preocupes, mamá los durmió, enseguida los traigo".

Kotaro dejó a las visitas en el living y regresó con la carriola donde descansaban los pequeños.

"¿Cómo es posible que estén dormidos?", preguntó.

"Mamá es buena con los niños", presumió Kotaro, "me dijo que los pequeños se parecen mucho a ti, así que empleó las técnicas que usaba cuando te cuidaba para que no destruyeras el mundo".

Sei dejó salir una sonrisa amena, como si añorara tener tres años y hacer travesuras. Fue como si se sintiera más orgulloso que preocupado por sus pequeños.

"No es eso, es sólo que le dieron mucha guerra a Toshiro por la noche y estaban cansados… a veces basta con una dulce canción de Noa para que se duerman", Sora Takenouchi apareció por el pasillo, vestida con un kimono. Se había agarrado en cabello, como si fuera a salir.

Su semblante seguía pálido, pero el maquillaje que se había puesto había aminorado las ojeras.

-Eres la mejor, tía Sora- agradecieron en coro Hidemi y Sei, sonaron como si se hubieran puesto de acuerdo.

-Lo es- reforzó Kotaro.

-De verdad muchas gracias… tenemos que irnos ya, no queremos que los niños se despierten y se enfríen en la calle- comentó Hide.

Hidemi besó a Kotty y abrazó a Sora. Lo mismo hizo Sei, aunque comentó con sinceridad:

"Esta casa -que siempre transmite calor y alegría- se siente un poco triste, así que espero que cualquier problema que esté sucediendo aquí se resuelva pronto".

Kotaro agradeció la compenetración que tenía su primo favorito. De alguna manera, a pesar del carácter alegre y despistado de Seiyuro, éste siempre podía darse cuenta cuando había oscuridad en cualquier rincón del mundo. Incluso, Ishida creía que la paternidad había afinado los sentidos de su primo en ese aspecto, aunque plantear que Sei era "sensible" seguro habría sido una tontería para el resto del mundo.

"No te preocupes".

"La tristeza se quita con calor", se rió, luego revolvió el cabello de Kotaro como si todavía fuera un pequeño de primaria, "después vendré a platicar contigo".

Sin más, el rubio Takaishi se marchó junto con su familia. Kotaro Ishida ni siquiera pudo replicar, aunque en realidad no le apetecía hablar con su primo de sus problemas… era suficiente con el hecho de que Toshi lo encontrara deprimido, por eso ¿sería necesario platicar su faceta de inmadurez a otro de los hombres que más admiraba?

Porque además de afecto, Kotaro estaba seguro de que Seiyuro era uno de sus héroes… quizá por ello le era simpático darse cuenta de que las nuevas generaciones –léase sus adorados sobrinos trillizos- seguían al líder Yukio, hijo de su también primo Toshiro.

"¡Ah!", se molestó de pronto, "todo pasa tan rápido… tuve un deja vù, fue como si esta escena ya la hubiera vivido antes".

En realidad mintió al soltar esa frase, pero sirvió para romper el hielo con su madre, quien le miraba preocupada.

"Seguramente tu hermano tendría una buena forma de metaforizar los deja vù", Sora se refirió a Takumi, "pero hijo mío, que no te atormenten esos momentos extraños, en ocasiones los deja vù son regalos de la mente".

Kotty asintió. Al ver arreglada a su madre supuso que iba a salir. Él seguía en pijamas y no le apetecía cambiarse y salir de la casa, pero estaba dispuesto a acompañar a su mamá adonde fuera, sobre todo porque la veía mal.

"¿A dónde vas, mami?", preguntó Kotaro, frunció el entrecejo y se deleitó mirando lo hermoso que envejecía su madre.

Sora tenía una belleza natural muy elegante a pesar del paso de los años. Su cabello permanecía cual mandarina y solamente tenía un discreto mechón de canas. Las arrugas en los ojos y la frente eran discretas, por eso, si la veían en la calle, le calculaban menor edad.

"Habrá una junta en el despacho sobre la colección de primavera-verano", dijo.

"Ayer casi te desmayaste, ¡déjame ir por ti!, sé que aún no termino la licenciatura, pero sé manejar tu negocio, lo sabes".

"Lo siento cariño, es algo que debo hacer yo, ya casi no asisto a las juntas ¿sabes?, tu padre es muy posesivo al respecto. Aún así es importante que vaya y tú necesitas descansar".

"¡Mamá, no he hecho nada de servir en los últimos meses!" se exaltó el pelirrojo, "falté a clases, papá dio de baja mi matrícula por el semestre y porque se murió mi ex novia estuve encerrado días enteros en mi departamento".

"Kotty, a eso no se le llama descansar, a eso se le llama dolor", la madre acarició la mejilla de su pelirrojo con ternura, "Eres muy bueno conmigo y los demás, pero falta que pienses más en ti".

"La que no piensa en sí misma eres tú… siempre… por tu emblema y tu carácter lo has sacrificado todo por nosotros… y ahora… justo en estos momentos, tu palidez y el tono de tu voz me preocupan más que las peleas con Takumi y la muerte de Saeko".

"Kotty…".

"Mamá, por favor dímelo, ¿estás enferma?", rogó el muchacho, tomando las manos de su progenitora con intensidad.

Los ojos de ambos se compenetraron. Eran del mismo tamaño, de tonalidad rojiza y con pestañas largas.

"Sí", confesó Sora, "estoy un poco delicada".

Kotaro se abrazó a su madre, la abrigó con el amor de un hijo adulto que busca proteger a sus seres queridos.

"Es grave ¿verdad?".

"Nada es imposible", Sora besó la frente de Kotty, "me preocupas más tú, que no vives en armonía".

"¿Qué tienes, mamá?, dímelo… de verdad… sea lo que sea… te cuidaremos…".

"Aún no es tiempo ¿de acuerdo?".

Con resignación el joven asintió, no obstante, quedó con el pecho entumido y adolorido. Se imaginó lo peor… desde que trabajaba haciendo su servicio social en el hospital siempre pensaba lo peor.

"¿Te puedo acompañar?", preguntó Kotaro.

Sora tomó su bolso.

"No hijo, necesito que te quedes aquí, ¿no recuerdas que tenemos qué preparar el campamento?", recordó la pelirroja, "Tu padre le llamó a tu hermana y estoy segura que vendrá cuanto antes, especialmente porque está preocupada por ti".

"¿Sabe lo de Hikaru y Takumi?".

"No lo sé", confesó la madre, "lo que sí sabe es que no habíamos podido comunicarnos contigo".

"Mamá, ¿de verdad vas a estar bien yendo sola?".

"Por supuesto. No soy ninguna inútil ¿eh?", le hizo un cariño más en la mejilla, "estoy bien, hijo; a veces las apariencias engañan".

"Entiendo…".

"Espera a tu padre y hermano, haz las paces con él", pidió con tranquilidad, "si viene tu hermana, bésala a ella y a las nenas de mi parte, estaré de vuelta en la noche".

Ishida mediano le asintió a su madre tratando de disimular su impotencia. Suspiró al verla marchar, se echó en el sofá y por alguna razón le salió un sonido gutural de la garganta.

Los sentimientos se lo estaban comiendo.

No sólo era desesperación por la situación de Takumi y Hikaru, sino nostalgia por Saeko y preocupación por su mamá.

Su abuelo materno había muerto de males del corazón. ¿Era que su madre era cardiópata?, ¿y si tenía insuficiencia renal?... después de todo la abuela Toshiko había tenido fallas renales en algún momento.

Sacudió la cabeza.

Entendió que el día de campo no sólo era para que hiciera las paces con su hermanito y encontrara su armonía. Ese día, cuando estuvieran los tres hermanos Ishida-Takenouchi juntos, sus padres harían el anuncio… Kotaro no quiso pensar en el contenido de ese mensaje.

Pulsó el botón para prender la tele. De manera digital configuró el viejo reproductor de videos de su infancia y puso uno de los eternos videos de los viajes espaciales de su padre.

Su favorito era el de cuando su padre, vestido como el astronauta más cool del mundo, pisaba suelo marciano junto a su eterno camarada Gabumon, quien también le parecía el digimon más genial del universo.

Kotaro ya no tenía seis años, pero podía pasar horas viendo a Yamato en las misiones espaciales que tenía videograbadas.

¡Cuánto habría querido ser como su padre! ¡Cuántas veces no había soñado con explorar la vía láctea en traje de astronauta y con Tsunomon en su regazo!

Sin embargo, esos anhelos se habían convertido en sueños de infancia. En ningún momento se había animado a estudiar lo mismo que sus progenitores por temor a volverse una sombra… no se arrepentía de sus decisiones, le gustaba el marketing y su otra carrera de Trabajo Social. Bien le había dicho su sobrino Shinobu el día anterior: que las estrellas del cielo no le pertenecían, que las suyas estaban en su techo, y que su estrella no era un comenta vagando por el firmamento.

Las estrellas de Kotaro Ishida estaban en su habitación y eran de plástico. No era que fueran menos que las del cielo, era sólo que el pelirrojo no le encontraba significado a la metáfora.

Suspiró varias veces. Resopló. Gorjeó. Bufó… jugó con su respiración para encontrar un poco de paz pero no funcionó. Se sentía muy ansioso, con el corazón en taquicardia y un sueño mordaz que le cerraba los párpados aunque al mismo tiempo le impedía dormir.

Quizás se sentía así por la melancolía de ver a su padre en Marte. Era como si esos videos fueran de otra época, de otra dimensión, en la que él se volvía niño y se ponía a ver esas imágenes todo el día mientras comía caramelos.

Una vez, recordó, su padre le había dicho que Marte era rojo, como el amor. Su madre, que estaba presente en dicha conversación, le comentó entonces que su marido tenía razón, porque éste le había pedido matrimonio desde el planeta rojo.

"Después de escarbar y conquistar a Marte en el nombre de la tierra, tu padre y Gabumon se alejaron de la comitiva de astronautas y en un lugar un poco más lejano, pusieron un estandarte en donde escribió: Marte es rojo, como el amor, ¿te casas conmigo, Sora?".

Las palabras de su madre se reprodujeron nítidas en su mente, por eso las mejillas del joven se tornaron carmín.

¿Podía haber una propuesta de matrimonio más hermosa que la que su padre había hecho a su madre?

La respuesta era negativa.

Kotaro Ishida apagó el televisor y el reproductor de video para luego volver a respirar agitado.

Su madre era amor y había envuelto a su padre, que era amistad. Él también tenía el emblema del Amor, pero no era capaz de discernir entre el revoltijo de sentimientos que vivían dentro de él.

No le gustó delimitarse como el mediocre de la familia. No le gustó la idea de que Saeko fuera su única estrella… quizás el amor sólo era Marte para sus padres y no para él.

Cerró los ojos, tratando de esclarecerse la mente. Se imaginó que en su cerebro había una pizarra llena de letras que debían ser borradas. Por eso, en esa misma imaginación, cogió un borrador y empezó a desaparecer las palabras y los enunciados.

El amor era rojo, la ignorancia blanca. Ahora que su mente estaba vacía, tenía que buscar un color… tenía que…

"¡Kotty, despierta!", la voz alerta y mandona de Mayumi Ishida lo hizo abrir los ojos de manera abrupta y erguirse sobre el sofá de la sala.

Al principio pensó que estaba soñando y que su hermana estaba en su sueño para ayudarle a encontrar algo de paz y sentido a su vida. No obstante, la maleta con rueditas de su hermana se veía real, lo mismo que la estancia de su viejo hogar.

"¿Es un sueño?", preguntó con inocencia.

"¿Quieres que te pellizque para que salgas de la duda?", Mayumi puso la mano en la cintura con estilo. Vestía un pantalón vaquero y una blusa color coral. Llevaba sus piercings y tatuajes, el cabello le caía con gracia hasta los hombros y los ojos celestes centellaban, llenos de vigor.

Ella se veía tan viva, tan bella, que de ninguna manera podía ser un sueño. Su hermana estaba de visita, por lo que Kotaro se apresuró a pararse y a echársele encima en busca de un abrazo fraternal.

"¡May, viniste!", dijo como si fuera pequeño. Su hermana alzó la ceja con incomprensión.

"¿Por qué estás actuando como bebé, Kotty?, ya nada más te falta babearme", reclamó May, sujetando a su hermanito de los hombros y separándolo de ella.

"Lo siento, es que me da mucho gusto verte… ni siquiera me he dado cuenta de que llegaste, aunque mamá dijo algo al respecto, ¿aún tienes llave de la base materna?".

"¿Por qué no habría de tener contraseña de la casa de los viejos?", ella reclamó, "¿O piensas eso porque estoy casada con un orangután y tengo dos hijas?".

Kotaro abrió ilusionado sus ojos rojizos.

"¡Es verdad, mis sobrinas!, ¿dónde están?"

"Se han quedado en el pueblo con su padre", explicó con indiferencia Mayumi, "Taik tenía una junta qué atender y vendrá a Odaiba mañana junto con las mellizas".

"¿Pero las va a cuidar bien?", Kotty sintió un poco de remordimiento por hacer esa cuestión, no era que dudara de las capacidades de crianza de su cuñado, pero era un hecho que seguramente su hermana cuidaba mejor a Akiko y Natsumi.

"Más le vale", gruñó Mayumi.

El pelirrojo tragó saliva, la rubia se mofó de su hermanito.

"Por supuesto que las cuidará bien, está bien entrenado y tiene dotes paternos más habilidosos que los de mi suegro Taichi", explicó, desfragmentando el resto de su equipaje de su brazalete, que estaba un poco saturado de información.

Inmediatamente, Kotaro llevó los bultos al antiguo cuarto de su hermana, que estaba impecable a pesar de que los pequeños Takaishi-Hida habían dormido ahí la noche pasada.

"¿Mis papás te mandaron llamar, hermana?", preguntó Kotaro, mientras May se dejaba caer en la cama como si fuera adolescente.

"Papá mencionó algo al respecto sobre un día de campo y tu depresión", admitió Mayumi, "pero de cualquier manera tenía que venir a la urbe contaminada".

"Deberías quedarte aquí, me haces falta", hizo un puchero Kotty.

"Kotty… lo que te falta es disfrutar de la vida por ti mismo, no necesitas a tu hermana mayor ni a tus sobrinas para ser feliz", ella sermoneó con firmeza, mientras el mediano Ishida asentía y se le ponían rojas las orejas.

"Por favor, no me llames Kotty, me siento infantil cuando me llaman así", pidió.

"Te seré sincera, no sé si algún día pueda dejar de llamarte así", admitió May, "tómalo como una debilidad de tu hermana mayor ¿vale?".

"… por ahora supongo que está bien".

"Así me gusta…", May miró su reloj, luego habló, "Tengo dos horas enteras para escucharte… si quieres que tu hermana te dé un consejo, no omitas detalles importantes".

"¿Qué tienes qué hacer después?".

"Pendientes".

"¿Puedo saber cuáles?"

"Te voy a llevar conmigo a resolverlos".

O

Las dos horas fueron rebasadas por la lengua de Kotaro Ishida. Con su hermana no le importaba verse débil y vencido, a ella siempre le hablaba con la verdad, ella siempre lo cobijaba.

Ni siquiera era que lo consolara, porque Mayumi Ishida era una mujer de carácter fuerte. Era simplemente que se trataba de su consentida hermana mayor, por quien era capaz de dar la vida y sacrificar todas las estrellas.

Kotaro siempre relacionaba a Mayumi con su madre a pesar de que no se parecían físicamente ni tenían un carácter similar.

Sin embargo, la manera en que su hermana hablaba era como evocar al Marte rojo que su padre le había ofrecido a su madre en épocas lejanas… Mayumi era Marte, porque era el resultado del amor de sus padres.

Le contó lo de Saeko con la mayor calma que pudo. Narró con la voz débil lo que había sucedido en Navidad con Hikaru y Takumi…

El día recién pasado se lo dibujó con detalles, lo mismo que cada etapa de su depresión. Le pidió ayuda y se restregó en ella. Kotaro también recordó sus aventuras de la fusión prohibida y las memorias borradas, cuando Mayumi lo tenía como prioridad y lo cuidaba como si fuera sagrado.

Echó de menos esa época. No era que hubiera perdido el cariño de su hermana, era simplemente que el tiempo los había obligado a tomar roles de adultos. Mayumi tenía una familia encantadora y aún seguía teniendo un espíritu libre y aventurero.

Kotaro, en cambio, sentía que su alma estaba encerrada en la habitación de su infancia, con las estrellitas de plástico.

"May, por favor, dime algo", rogó Kotaro cuando terminó de hablar y de secarse las lágrimas.

Mayumi cerró los ojos, su rostro lucía ligeramente compungido.

"Kotaro, no importa lo que te diga, eres tú quien tiene la solución a todo esto, a excepción de lo que está relacionado con la supuesta enfermedad de mamá".

"¿Pero qué debo hacer con lo de Takumi y Hikaru?", preguntó inquieto Kotty, "entiendo que debo retornar el rumbo de mi vida y lo haré, pero no quiero dañar a mi hermanito ni a su mejor amiga en el camino, ¡de verdad no quiero hacerle daño a los niños!".

"Mhhh".

"Por eso dime, May, ¿qué debo hacer con eso? ¿Cómo lo resuelvo?".

"No le preguntes a un elegido del emblema de la Amistad lo que sólo puede responder un elegido del emblema del Amor", fue la contestación de la rubia, quien de nueva cuenta miró su reloj.

Kotaro se sintió terriblemente traicionado con esa respuesta. No era que esperara que su hermana le resolviera la vida, pero añoraba que le aconsejara, que le diera pistas, que le diera consuelo.

"No me gusta lo que me dices, parece que te lavas las manos del problema".

"Kotty, no hay nada peor que una hermana que se interpone en la vida amorosa de sus hermanos menores", mencionó Mayumi al tiempo en que le sonó su celudigital.

Era su marido, Taiki Yagami. Llevaban casados más de dos años, pero si se les veía en la calle no parecían esposos, sino mejores amigos o novios.

"¡Taik, deja de molestarme!, ya te dije que en la pañalera están las ropas de viaje de las niñas, también te he dejado la receta para que compres la pomada para las rozaduras, si veo irritadas las pompas de Aki otra vez te voy a castrar", sin más, la chica colgó la llamada. "¿En qué íbamos?"

"En que no quieres meterte en líos conmigo y Tk"

"Ah, sí, eso", May se rascó la cabeza, su cabello dorado hizo un movimiento lleno de gracia, "creo que en este momento no comprenderás mi punto de vista y ningún consejo será suficiente para ti, por eso te lo digo, busca dentro de ti, en tu emblema del Amor y lucha por conseguir lo que te dicte tu espíritu… a veces no basta con dejar que la vida nos lleve, a veces tenemos que ir a contracorriente".

"Eh… Gracias".

"También tienes que cambiar de actitud y dejar de hacerte la víctima, tienes 23 años, Kotty, no puedes dejar que unos pubertos manejen tu vida, no puedes andar deprimiéndote por los que mueren, debes de superarlos y vivir por los que se quedan".

"¡De verdad gracias, hermana!".

"Joder, se ha hecho tarde y no podré ir a entrevistarme con los inversionistas".

"¿Inversionistas de qué, May?"

La rubia indicó a su hermano que esperara. Abrió su computadora y mandó un correo electrónico con rapidez.

"Es que voy a abrir un negocio de invernaderos en vertical en Tokio, la idea es reproducir plantas del Mundo Digital en la Tierra", explicó con tranquilidad.

"¡Eso suena guay!, ¿significa que te vienes a vivir a Odaiba?".

"Al idiota de Taiki lo acaban de nombrar director de una escuela secundaria de por aquí, así que no hay remedio", confesó la rubia.

"¡Esa es la mejor noticia!".

"No para mí, ya que tendré que regentear las tierras de la bisabuela Ishida a distancia y sólo podré ir de vez en cuando al pueblo", suspiró, "sin contar que estoy encinta, lo que dificultará las cosas".

"¿Encinta?... es decir, ¿estás embarazada otra vez?", las mejillas de Kotaro de nuevo se inflaron y se pintaron en tonos escarlatas, May sonrió al notar lo encantador que era el pelirrojito a pesar de que ya era un adulto.

"Me cuidé, pero Taiki es un bestia, no sé cómo sus espermas atravesaron las trampas que le puse…", maldijo la rubia.

"¡Es demasiada información!", Kotaro fingió que se cubría los oídos.

"Eso es lo que te falta hermanito, un poco de perversión y depravación".

"Tal vez tengas razón, pero dime, ¿cuántos meses tienes?".

"Tres. Eres el primero en saberlo y quiero que andes con la boca sellada hasta que dé la noticia ¿quieres?, sobre todo por lo que dices de que mamá está enferma".

El pelirrojo asintió apenado. De alguna manera, la situación se estaba volviendo muy surrealista… todos sus amigos y su hermana estaban trayendo niños al mundo y haciendo vidas apartadas de la de él.

"Seré discreto".

"Será varón, estoy segura", bufó May, "aunque por lo menos será sólo uno".

"¡Será parecido a Taik!".

"Dios me libre, yo quiero que se parezca a mi padre o a mis hermanos", fueron las palabras de Mayumi, "ahora cámbiate, ¿quieres?, vamos de visita".

"¿Adónde?".

"Con los Izumi".

O

Kotaro no visitaba muy frecuentemente la casa de la familia Izumi-Tachikawa. En realidad se llevaba muy bien con el excéntrico matrimonio y con la mayoría de los hijos de éste. Sin embargo, por alguna razón, eran contadas las ocasiones en las que se paraba ahí desde que Osen Izumi y Benjamín Tachikawa se habían ido de la casa.

Koushiro Izumi era catedrático de varias universidades y seguía desarrollando software sobre el Digimundo y su relación con la Tierra. Mimi, su esposa, era una repostera famosa que incluso tenía su propia línea de postres vendiéndose en los supermercados.

A Kotaro siempre le habían parecido una pareja singular, pero con el paso de los años las diferencias entre el reservado señor Izumi y la sociable señora Tachikawa se habían vuelto un curioso romance que era digno de observación.

De ese matrimonio tardío, Osen y Ben se habían convertido en hermanastros y habían nacido otros dos niños, a quienes Kotaro cuidó cuando eran pequeños.

La risa afable y las travesuras de Tulo Izumi eran difíciles de olvidar, lo mismo que la damita Izumi-Tachikawa, la integrante menor de ese extraño núcleo familiar.

Ir a casa de los Izumi era sencillo, sólo había que subir un par de pisos en el condominio en el que habitaban, ya que la mayoría de los antiguos elegidos había comprado departamento en el edificio residencial.

"May… ¿a qué venimos aquí?", preguntó Kotty, acomodándose la camiseta azul que acababa de ponerse.

"Es Osen… está aquí", expresó.

"¿O-chan?", preguntó Kotaro, recordando con nostalgia a la mejor amiga de su hermana.

"Está embarazada también, pero tiene amenaza de aborto", explicó la rubia.

"¿Que qué? ¿embarazada? Pe-pero… ¿de quién?... ¡no sabía!…"

"Cállate Kotty, se supone que esto es top secret", regañó la hermana mayor.

"Lo siento… es que no sabía… ¿ella está bien?", los hermanos Ishida se pararon frente a la puerta del departamento Izumi.

"Siempre ha tenido un cuerpo frágil y tampoco trae muchos ánimos; Osen ya me lo había contado, que estaba esperando un bebé, pero no sabía que se había puesto delicada hasta que Mimi-san me llamó…"

"Ya veo, ¿es por eso también que has venido?", Mayumi le asintió a su hermano, "¿y no está mal que me hayas traído?, O-chan quizá quiere discreción".

"Una de tus virtudes siempre ha sido el de saber ayudar a los demás, esta vez pienso que tú y Osen se pueden ayudar mutuamente".

"Pero… si ella espera un bebé, ¿quién es el papá?... es que…" Kotaro recordó a los últimos novios de la pelirroja Izumi y se estremeció.

"Osen no dirá el nombre del papá de su bebé y debemos respetar eso ¿entiendes?", pidió May, a lo que Kotty asintió.

La rubia tocó la puerta mientras el pelirrojo se estremecía. ¿Pero qué estaba pasando a su alrededor? ¿Por qué no sabía nada de la vida de sus amigos?

La puerta se difuminó y de otro lado apareció Tulo Izumi, un muchacho de 19 años con intensos ojos oscuros y cabello color naranja.

El chico se emocionó al ver llegar a los Ishida, quienes miraron extrañados que el muchacho traía consigo un biberón y una sonaja.

"¡Hola!", les sonrió, "Bienvenidos a esta casa de locos; pasen, por favor".

Lo dijo animoso, aunque se le percibía atolondrado, como si no supiera qué hacer. Tulo los hizo sentar en una sala minimalista que estaba llena de leche, talco y tornillos. Al fondo, un robot estaba destruido casi al 100 por ciento. Por donde estaba la cocina, se oían llantos de bebé.

"¿Qué está pasando? ¿Osen ha dado a luz?", preguntó Mayumi, poniéndose de pie al analizar que olía a mierda de bebé y a leche en polvo.

"Eh, este… la verdad…", la rubia sujetó a Tulo Kosuke Izumi de los hombros, el pelirrojo soltó la mamila y la sonaja, asustado.

"¡Dilo con claridad!, ¿por qué no me han avisado?".

"Hermana, lo estás petrificando", opinó Kotaro, defendiendo al pelirrojito Izumi, "mejor déjalo hablar".

"¡Pero si es May-chan!", chilló entonces Mimi Izumi, saliendo de la cocina con un bebé en brazos. "Con razón estabas tardándote, mi duquecito".

Tulo le asintió a su madre y tragó saliva. Kotaro y Mayumi observaron al bebé que llevaba Mimi en brazos.

Sabían que era niña porque estaba vestida de rosa. La bebita –que tenía en su cabeza dispersos cabellos color miel- lloraba sin cesar, aunque su llanto dulce.

"Mimi-san ¿qué está pasando?", preguntó Kotty, pestañeando.

"¡Pasa que seguramente va a ser el fin del mundo, eso pasa!", gritó histérica Mimi, "Pasa que tengo a mi hijastra postrada en una cama y embarazada de un hombre invisible, ¡claro, eso pasa!... y lo que es peor, ¡pasa que MI BENJI es un cabronazo que de príncipe no tiene nada!".

"Para que ella hable así de Ben quiere decir que la cosa está gruesa", opinó Kotaro a su hermana, quien le dio un codazo.

"Mami, ellos no entienden", comentó Tulo, arrebatándole la bebita a su madre para mecerla en su regazo y desaparecerle el llanto.

"Es que Benji es el colmo, ¡llegó ayer de New York con esta criatura!"

Mayumi soltó una extraña tos y Kotaro se talló los ojos.

"Muy tranquilo vino a la casa y me dijo: es mi hija, vine a dejártela para que me la cuides y me ayudes a elegirle nombre".

"¿Cómo?", corearon los Ishida.

"¡Y cuando le pregunté por la madre de la niña me dijo que no me metiera en sus asuntos!", lloró Mimi, "¡yo soñaba que se casaría con una princesa y formarían un hogar perfecto, pero todo se fue al caño cuando se le puso ser modelo y comenzó a tener esas malas influencias con esas mujeres cualquieras!".

"¿Te puedes callar, madre?", renegó Ben, saliendo con serenidad de su habitación vestido con una pijama de seda azul marino, "Ah, hola May, ¿qué tal Kotty?", saludó casualmente.

"¿¡Cómo me pides que me calle?!, ¿no teníamos suficientes problemas ya con el embarazo de tu hermana?".

"La Cerebrito no es mi hermana y la mocosa que nació no tiene nada qué ver con ella y el mocoso que espera, ¿es que no lo entiendes?", Ben bostezó, "y yo que pensaba que te pondrías feliz por convertirte en abuela, pero ya veo que no, ni siquiera le has elegido nombre".

"¡El nombre se lo debes elegir tú, padre irresponsable!", reclamó la abuela, mientras Tulo seguía meciendo a la nena y los Ishida no sabía si largarse o esconderse de esa escena.

"No me llames irresponsable, bella madre… velo como una especie de venganza, ¿no me tuviste también fuera de un matrimonio? ¿no le ocultaste a todo el mundo que estabas embarazada hasta que viniste a parir aquí a Japón?".

"¡Eres un grosero, Benji!, Michael y yo en ningún momento actuamos de manera irresponsable, ¡tú ni siquiera quieres decirme el nombre de la madre de la niña!".

"La Cerebrito tampoco habla del padre de su engendro", se excusó.

"¡Esto no es una competencia, hermano!", renegó Tulo, quien perdió, por unos segundos, su sonrisa natural.

"Osen-chan está delicada y tiene sus razones, pero tú no tienes perdón", manifestó Mimi.

"Da la misma, me voy a dormir otro rato, en la noche inauguro un bar en Shibuya y necesito ir fresco".

"¡Nada de que te vas a dormir, ahora mismo le vas a comprar más leche a Lily!", ordenó con furia la antigua poseedora de la Pureza.

"Siempre sospeché que elegirías Lily", meditó en voz alta Benjamín Tachikawa, quien era modelo profesional y empresario; "ahora regreso con tu dichosa leche, madre", se despidió.

"¡Tan siquiera vístete!", le gritó Mimi, no obstante, al impecable Ben no le importaron sus fachas.

"May, hay mucho qué platicar, pero lo dejo para después, seguro que viniste a ver a la Cerebrito… aún así admira a mi mocosa, está más bella que las tuyas", con toda la calma del mundo, y tras ponerse una gorra y unos lentes oscuros, el ex principito Tachikawa desapareció tras la puerta.

Hubo unos segundos de silencio que ayudaron a que Mimi se tranquilizara un poco. Por indicaciones de Kotaro, la mujer se sentó y comenzó a echarse aire con las manos.

"Lo siento, sé que fue un espectáculo, pero no es para menos".

"¿Ben trajo a esa niña y dijo que era su hija?", quiso reafirmar Kotty, mientras Mayumi examinaba a la criatura que cargaba Tulo. Parecía que la rubia quería cerciorarse de si los encantos de esa bebé eran capaces de contender con las gracias de sus mellizas.

"Sí, ayer en la noche… Izzy y yo nos enfadamos mucho, sobre todo porque llegó y me ordenó que la críe y que le ponga nombre. Al igual que Osen-chan, no nos dice nada de su pareja… pero Benji es peor, su cinismo me enerva".

"¿Y ese robot?", preguntó Mayumi.

"Es un prototipo que hice en la universidad, pensé que podría ayudarnos a cuidar de la bebé, pero no resultó como quería", respondió Tulo, "Por cierto, mami, el nombre de Lily le queda bien a la niña, será en honor a Lilymon ¿eh?".

"Lily Tachikawa… se oye muy bien y la niña muy linda", opinó Kotaro, quien por unos instantes se estaba olvidando de sus propios problemas.

"¡Sí!", se ilusionó Tulo Kosuke, a quien a menudo llamaban Tuuke de cariño.

"Mimi-san, le daré una paliza a Ben cuando lo vuelva a tener cerca, pero por ahora voy a pasar a saludar a Osen", avisó May.

"Sí, gracias May-chan, no sabes el gusto que me da que estés aquí, Osen-chan no ha estado bien, y creo que la llegada de Ben con la bebé la tiene tensa".

"Ya veo…".

"Hermana, yo te espero aquí", dijo Kotaro.

"Me quedo contigo", se acopló Tuuke, cediendo la bebé a la abuela, quien arropó a la niña con amor y desesperación al mismo tiempo.

"Pobrecita mía, tu padre es un malcriado y es mi culpa", lloró, "ven, que te voy a dormir antes de que llegue tu abuelito Izzy".

La señora Izumi se fue a la cocina, arrastrando tras de sí una cunita móvil. May se dirigió a la alcoba de su amiga y Kotaro quedó en el living, mientras Tulo recogía las piezas de su androide.

"Al principio era graciosa la situación, pero ya llegó al punto en que me duele la cabeza", admitió Kosuke, "para colmar las cosas, creo que mi prototipo no funcionó muy bien para cuidar a mi sobrinita y ayer causó caos".

"Debe ser muy difícil para la tía Mimi enfrentarse a lo de Ben, que llegue con la bebé sin antecedentes, lo mismo que Osen-san".

"Bueno, lo de mi hermana Osen es diferente, ella ha sufrido mucho", comentó con seriedad el Izumi, "no hay día que no llore, no hay día que no lleguen flores de Soji-san y dibujos de Zet-san; es como una guerra fría…"

"¿Qué dices?".

"Es que mi hermana está atrapada en un triángulo amoroso… a veces pienso que los ama a los dos, ¿pero se pueden tener dos amores verdaderos en una sola vida?", filosofó el muchacho de 19 años, "yo no lo creo, yo sólo amo a una persona".

"Lo dices muy seguro, Tulo-kun".

"¡Es que la amo!", se le iluminaron los ojos y lanzó los tornillos como si fueran flores, "la amo y quiero tener hijos que leviten, como ella".

"¿Eh?".

"Para no generarle más trauma a mi mamá, voy a casarme antes", bromeó Tulo, "¿qué piensas al respecto, Kotaro-senpai?".

"¿Sobre que quieres que tus hijos leviten?".

"No, sobre el amor".

"Nunca creí tener una conversación sobre amor con uno de los pequeños que cuidaba en mi infancia…"

"Es que crecimos ¿no?" opinó Tulo.

"Sí, supongo".

"Entonces, Kotaro-senpai, ¿Qué opinas del amor? ¿piensas que puede haber más de un amor en el corazón de una persona?".

"Yo sólo sé que el amor es una estrella", fue la respuesta que dio Kotty, Tulo se sonrió, un brillo demencial se asomó a sus ojos.

"¿Estrella de cinco o seis picos?", preguntó de repente.

"¿Eso qué importa?", renegó Kotty.

"Importa mucho, ¿no?", aseguró Izumi, poniendo una cara traviesa, "Si es una estrella, será mejor que no parezca un símbolo pagano".

"¡Era una metáfora, Tuls!", se enfadó Ishida, "Además, me refiero a las estrellas de verdad, no a los dibujos de estrellas como éste".

Sin darse cuenta, sacó de su bolsillo a su estrella Saeko y se la mostró al hijo de Koushiro y Mimi con intensidad.

Tulo Kosuke estalló en risas.

"Es de cinco puntas entonces", afirmó, observando la estrella, "pero no la lleves escondida en el bolsillo, senpai, úsala como amuleto de la buena suerte".

El de 19 años desfragmentó su brazalete y programó en un software que Kotty no conocía. En un dos por tres, imprimió un delicado hilo plateado del aparato.

Luego le quitó la estrella y la amarró a esa cadena. La entregó a Kotaro como si fuera un profesional de la joyería.

"Si la estrella es el amor, lúcela ¿no?, la cadena es de plata pura", dijo.

"¿Quieres que me cuelgue una cadena con un pegoste de estrella de juguete que estaba en el techo de mi ex cuarto?".

"Se vería muy cool, ¿a que sí?, si vas a los bares y discotecas seguramente brillarías un montón, y podrías atraer a muchas mujeres… si lo pienso bien esta estrellita podría ser como un imán… debería obtener los derechos de autor de esa idea".

"Estás loco, ¿te lo han dicho, cierto?", regañó Kotty, pero aún así se colgó la estrella en el cuello, aunque la ocultó bajo su camiseta.

"A diario, sobre todo desde que me mudé con Satoru Ichijouji" explicó el pelirrojo menor después de terminar de recoger las piezas destruidas de su robot, "de hecho, regresé a casa por lo de mi hermana, aunque de repente es diferente estar aquí, me sucede que quiero irme y desatender la situación, pero luego no puedo, mamá me necesita y papá se está aislando".

"Eres un buen hijo".

"Y eso que no me tenían fe, ya sabes, tú mismo dices que estoy loco", bromeó.

"¿y Koemi-chan?"

"En un internado en Estados Unidos, ella seguramente sabía lo de la hija de Ben y no nos dijo nada porque éste compró su silencio, quizás está molesta porque es muy celosa… en fin, sólo sé que vendrá cuando nazca el bebé de Osen".

Kotaro ya no preguntó más sobre la hija menor de los Izumi. A su juicio era una niña de carácter netamente materialista que nunca estaba en casa pero era tan hermosa como Mimi Tachikawa. Cuando era el niñero oficial de la ya no tan nueva generación, Koemi Izumi era la niña más indiferente y autosuficiente de todos esos niños que había tratado de cuidar. A Koe la recordaba jugando monopoly en soledad o contando dinero que conseguía de vender limonada afuera de la escuela primaria.

La señora de la casa les llevó unos snacks y dejó a la bebé dormidita en la cunita móvil que colocó enfrente de ellos.

"Iré a darme una ducha, ¿la vigilan por mí?".

Kotaro asintió mientras inspeccionaba, de lejos, a la bebé.

"Tiene los ojos de mamá", presumió Tulo.

"Mis sobrinas también se parecen a mi madre… me siento orgulloso por eso".

Tulo se rió.

"¿No será porque es como si se parecieran a ti?", cuestionó Izumi, recordando lo mucho que se parecía Kotaro a Sora.

"¡No es por eso!", se indignó Kotty.

"Lo sé, sólo bromeaba… es porque son niñas, por eso no puedes evitar adorarlas, son mágicas".

"Sí", concordó el pelirrojo Ishida.

"No luces muy animado, Kotaro-san, ¿no quieres venir en la noche a la inauguración del bar de mi hermano?".

"¿De verdad va a abrir un bar?".

"Sí. A pesar de lo joven que es, Ben dice que su carrera de modelo va en decadencia por la edad, así que piensa hacer negocio con bares y antros para jóvenes", explicó Tulo, "Mi madre no está de acuerdo, papá menos, pero Ben siempre ha hecho lo que quiere… de hecho, todos en casa siempre hemos hecho lo que hemos querido, quizás ese sea el problema".

"No te preocupes, estoy seguro que superarán esta etapa difícil", animó Kotty.

"Sí, lo que queda es confiar en mis hermanos y en sus decisiones, por eso le digo a papá y a mamá que no se preocupen tanto", confirmó Tulo, haciendo una torre con los engranes que había juntado.

El pequeño Izumi siempre había sido positivo y de alma creativa. De más chico tenía problemas para concentrarse en una sola cosa, sin embargo, con el tiempo había aprendido a superar el déficit de atención. Ahora ponía atención y podía seguir haciendo varias cosas a la vez.

Kotaro se admiró de que mientras hablaban él ya había construido una figura con las piezas inservibles del robot. Al mismo tiempo, con su pie se había dado a la labor de seguir meciendo a su nueva sobrina.

Le encantó pensar que Tulo Izumi fuera el alma predestinada para su prima Min, la que levitaba. Sencillamente ellos parecían encajar perfectamente… mucho más que Hikaru y Takumi, mucho más que Hikaru y él.

"¿Entonces, irás a la inauguración del bar?", preguntó de nuevo.

"No estoy seguro".

"Espero que decidas ir… te veo muy triste, Kotaro-san, ¿sufres mal de amores?", acechó Tulo, "Sato y yo te echamos de menos, tus lecciones nos hacían buenos chicos, ahora en cambio somos un desastre, él es especialmente un cabrón".

Tulo le entrecerró el ojo a Kotaro, quien le sonrió.

"Si la situación se presta, iré… también los echo de menos a ti y a Sato; y quiero ver a Ben inaugurando su negocio".

"Yo lo quiero ver cuidando de lleno a Lily-chan", se burló Tulo, "es que es un negado, se nota que siente que si la carga la va a romper, yo creo que por eso vino a refugiarse con nuestra bella madre".

"Es que los bebés son muy frágiles", opinó Kotaro.

"Nah, son fuertes", contradijo Tulo, "te lo dice un chico que fue al Digimundo con apenas unos días de nacido".

"¡Pero tú creciste por la magia del Digimundo!", reclamó Kotty.

Los dos se rieron, aunque la sonrisa de Kotaro fue cansada. May salió de la habitación de Osen justo después.

Caminó directo a donde estaban los dos pelirrojos, los miró con intensidad, por lo que de inmediato los dos se pusieron de pie. Tulo, que tenía poco respeto por sus mayores desde que había cumplido la mayoría de edad, la saludó con desfachatez.

"Estoy a sus órdenes, mi generala", le dijo en tono irónico. Mayumi lo ignoró y se dirigió a su hermano menor.

"Osen quiere hablar contigo, Kotty".

"¿Eh?", se exaltó Kotaro, "¿Le has dicho que estoy aquí?".

"Esa era la intención, ¿es que eres tan ingenuo que no te das cuenta de nada? ¿Y así quieres salir del hoyo?", ironizó la rubia, moviendo hacia atrás el cabello que se le había desordenado.

"Gomen, oneesan".

Mayumi achuchó los cachetes de Kotaro.

"Sólo ve y obedéceme", mandó.

"May-san me recuerda a mi hermano Ben, pero al menos no te maltrata, Kotaro-san", opinó Tulo, dramatizando, "¡Es que la generala es tan cool!".

"Y tú, niñato", ordenó May a Tulo, quien peló los ojos desconcertado porque la generala Ishida le había prestado atención (ya que casi siempre le ignoraba, sobre todo si se portaba insolente), "dime dónde diablos está la tienda de autoservicio más cercana, necesito hallar al irresponsable de Ben para darle una lección de vida".

Tulo se sonrojó y, como si fuera autómata, dibujó un perfecto mapa de la ciudad encerrando en un círculo todos los supermercados cercanos de la colonia.

"Por órdenes de prioridades mi hermano irá a este supermercado", apuntó el Izumi, "no le gusta que la gente lo reconozca y esta tienda de autoservicio es de los Inoue, venden las provisiones que necesita Lily y él va ahí porque sabe que si lo reconocen no lo molestarán con autógrafos".

"Hasta que sirves de algo, niñato", dijo la rubia.

Tulo Kosuke hizo una reverencia.

"Dale una lección a mi hermano, generala", pidió burlesco.

Kotty vio partir a May, quien le ordenó que la esperara ahí con los Izumi. Tulo siguió haciendo sus asuntos, uno de los cuales consistía en cuidar de la bebé. Y él, sin saber por qué, fue al cuarto de la mejor amiga de su hermana.

Caminó lentamente hacia la recámara. Si no se equivocaba era la que estaba al fondo a la derecha del pasillo principal. Tulo no le prestó atención ni le volvió a dirigir la palabra, pero Kotaro tuvo la esperanza de que el muchacho lo interrumpiera, porque no tenía idea de qué platicar con una Osen encamada y embarazada.

La situación se le hacía sencillamente surrealista, aunque en realidad siempre que le tocaba convivir con la amiga de su hermana era porque situaciones poco cotidianas provocaban interacción entre ellos dos.

De pequeño había sido diferente, porque la pequeña Osen Izumi platicaba con todo el mundo sobre los digimon y la tecnología. Kotaro Ishida era víctima frecuente de la pelirroja, ya que ésta siempre le estaba explicando las cosas que no entendía. Sin embargo, cuando crecieron un poco, Osen perdió el amor por quitarle las dudas de la cabeza y se hizo más callada, más ensimismada en sus secretos y sus conocimientos.

Tocó la puerta, de inmediato la hija mayor de Koushiro le permitió entrar.

"Osen-san, ¿puedo pasar?", avisó con educación el pelirrojo.

"Claro que sí, Kotty-kun", respondió tranquilamente la joven.

Kotaro le regaló una sonrisa en cuanto la vio, pero por dentro sintió un vértigo. La chica daba compasión y se veía como una débil muñeca de porcelana. Sus cabellos rojizos estaba opacos, aunque los llevaba largos, cosa rara en su amiga.

Tenía los brazos pálidos y lleno de moretones, los cuales le habían salido a causa de que seguramente las enfermeras habían tenido problemas en pincharle la vena para canalizarla. En efecto, O-chan estaba canalizada y a su derecha, cerca de la ventana, había un cilindro de oxígeno, aunque por suerte no llevaba la mascarilla en esos momentos.

El hijo de Sora y Matt se mordió los labios para evitar soltar alguna expresión de preocupación. Respiró lo más sereno que pudo y se dedicó a buscar el vientre abultado de Osen.

Le pareció un poco mediocre si lo comparaba con las panzas enormes que había visto en su amiga Hidemi y en su hermana, pero supuso que se debía a que Osen no tenía un embarazo múltiple. Su vientre redondo apenas sobresalía de las sábanas, incluso eran más notables las ojeras que la chica tenía bajo sus ojos negros.

"No te preocupes, no muerdo", la voz se le oía cansada, sin embargo, parecía contenta de recibir visitas.

Kotty asintió de manera un poco boba. El olor a rosas lo distrajo y descubrió que la habitación de la chica Izumi parecía un jardín y al mismo tiempo una exposición de arte.

Por cada arreglo floral había un dibujo, así que los muebles estaban llenos de jarrones y las paredes llenas de pinturas. Kotaro descubrió que los trazos de los dibujos eran Zetaro Ichijouji.

"Llegan todos los días", aclaró Osen, "me refiero a las rosas y a los dibujos… me los mandan Soji y Zet".

"Ya veo", contestó el pelirrojo Ishida-Takenouchi, "Te adornan la habitación".

"Sí…", concordó.

Kotaro notó que Osen no tenía puesto su brazalete digital, ni tenía cerca ningún aparato electrónico, ni siquiera la televisión.

"¿Y tu computadora?", preguntó sin poder contenerse.

"Papá me prohibió usarla", respondió cerrando los ojos. A mí me pareció una locura que el señor Izumi, el mayor fan de la tecnología que conocía, hubiera prohibido a su hija usar la computadora. "Por mí está bien, tengo que cuidarme… mi mamá murió porque no sabía que tenía un embarazo ectópico, no tuvo reposo y se le adelantó el parto… papá dice que yo sobreviví a ese parto por un milagro…".

"No puedo creer que estés esperando un bebé", Kotaro finalmente agarró confianza y se sentó en la silla de las visitas, "¿te puedo tocar el vientre?".

Osen se sonrojó y asintió, Kotty puso su mano en la minúscula pancita de la pelirroja.

"No creo que patee", comentó, "se mueve más cuando me duermo o me alimento".

"¿Sabes si es niño o niña?".

Ella asintió.

"Es niño", respondió, "eso dijo el especialista en obstetricia".

"Mi hermana también se ha vuelto a embarazar… aunque creo que eso era un secreto.

"No te preocupes, ella me lo dijo", dijo, "le hice prometer que me enseñaría a ser mamá, a Taiki le pediré que me ayude a ser papá de mi bebé".

Kotaro suspiró, se raspó la garganta y quiso hablar, pero se censuró. La ojinegra lo notó y le dedicó una sonrisa muy dulce.

"No te preocupes, puedes preguntar por el papá de mi bebé…".

"Mayumi dijo que era top secret", admití, avergonzado.

"Tarde o temprano dejará de ser top secret", ella dijo, "quiero contártelo a ti porque siempre que hablo contigo siento mucha paz… tal vez siento eso porque Kotaro-kun es el elegido del emblema del Amor".

"Honestamente no soy un digno representante de la cresta, ni siquiera entiendo completamente lo que es el amor", lamentó Kotaro.

"El amor es una utopía", rápidamente dijo Osen, "Eso es lo bonito y al mismo tiempo triste de ese sentimiento".

Los dos se silenciaron.

"¿Por qué no quieres decir quién es el papá de tu bebé, Osen?", indagó por fin Kotaro Ishida.

La pelirroja cerró los ojos. Sus pestañas negras se le humedecieron, por lo que ella se limpió las lágrimas con las sábanas. A Kotty, por breves instantes, se le apachurró el corazón.

"Si te soy sincera, yo no sé quién es el papá de mi bebé", respondió la elegida del emblema del Conocimiento.

"¿Cómo?".

"Suena horrible, ¿no crees?, debe ser lo peor que hay el no saber quién es el papá de mi bebé, se oye sucio y promiscuo de mi parte", se lamentó.

"No debes ser tan severa contigo misma, O-chan", Kotaro le besó las manos, "no es bueno ni para ti ni para el bebito".

El sonido de una impresora interrumpió la desganada conversación. En la esquina opuesta, debajo de un jarrón con jazmines, el aparato comenzó a imprimir en una hoja en blanco.

"Debe ser el dibujo de Zet del día, ¿me lo traes por favor?", pidió Izumi.

Como si fuera resorte, Kotaro saltó hacia la impresora, agarró la hoja impresa y se la llevó a la chica.

Vio de reojo que se trataba de un digimon bebé, un Pabumon.

"Es la evolución anterior a Motimon, un Pabumon... es el que sale del digihuevo que se convertirá en un Tentomon", me explicó muy animada, "Zetaro dice que no importa de quién sea mi bebé, porque éste tendrá a un Pabumon como compañero digital y con eso bastará para él".

"Zetaro es sin duda muy bondadoso", atinó a decir el hijo mediano del Sorato.

"Soji también lo aceptará", agregó la pelirroja, "los dos desean que yo sea feliz y dicen que lamentan haberme presionado…".

"¿Presionado?", preguntó Kotaro.

"La razón por la que no sé de quién es mi bebé es porque salí con los dos casi al mismo tiempo… suena enfermo, pero fue un acuerdo de los tres… ellos querían dejar de pelear, querían que decidiera por mí misma, pero yo…".

"Tranquila, no hables de cosas que te duelen…"

"Pero yo nunca he sido capaz de elegir a uno sobre el otro. Zetaro Ichijouji y Soji Yagami son irremplazables para mí, nunca fui capaz de desechar a alguno para quedarme con el otro, fui egoísta… Aunque, la verdad es que mis malas decisiones me llevaron a salir con los dos y a ignorar sus sentimientos, quizás, al final, nunca los amé verdaderamente", dijo con mucho temblor en la voz.

"O quizás todavía los amas a los dos", contradijo, de repente, Kotty, "uno no puede limitar los sentimientos de amor a una persona, así no aplica para todos los humanos, ¿no crees?".

"No sé…".

"Tal vez significa que los quieres mucho, pero ninguno de ellos es tu predestinado ¿No será eso?".

"No sé si creer en lo predestinado", objeto Osen con su tono racional, "No aplica para mí ni para mi forma de pensar… lo único que sé es que voy a tener a un bebé y sólo uno de los dos será el papá".

"¿Te quedarás con el que sea el papá?".

"No lo sé, pienso que sería injusto para quien no lo sea, peor a la vez quiero que el bebé tenga una figura paterna".

"O-chan, ¿tú decidiste salir con los dos al mismo tiempo?", preguntó con cautela el pelirrojo.

"Lo más triste es que fue un acuerdo de los tres, no sé cómo pude aceptarlo… quizás me pareció fácil… es algo muy open mind, ¿no crees?".

"Sí que lo es", sinceró el pelirrojo, "pero no por ello es malo".

"Zet y Soji sienten muchos remordimientos, por eso me envían los regalos. No obstante, en el fondo lo que quieren es resultar ganadores de la contienda, ¿verdad?", ella suspiró, "es lo normal, les gustaría que fuera su bebé… pero yo… yo lo único que deseo es que él pueda nacer sano".

"¿Estás muy mal? ¿Has tenido que usar oxígeno? ¿Es que te ha dado asma otra vez?", cuestionó preocupado el pelirrojo.

"Cuando supe que me embaracé seguí trabajando… estaba muy emocionada con el trabajo, adoro la criptología y todo lo que conlleve descubrir claves… traté de no darle demasiada atención al embarazo, pero finalmente se me salió de las manos… mis padres me encontraron en un hospital de Kyoto hace una semana y me trasladaron a casa… mi padre tiene mucho miedo de que el bebé o yo fallezcamos, justo como sucedió con mi mamá".

"¿Cómo se llamaba tu mamá, Osen-chan?"

"Yue".

"Estoy seguro de que Yue-san no permitirá que nada malo les pase a ti y al bebé", comentó Kotaro, "también sé que Zetaro, Soji y tú resolverán esta situación de modo que el bebé sea feliz… Osen-chan, tú tampoco debes culparte, ¡es ahora cuando más te debes dedicar a sonreír!".

Osen Izumi asintió, ella misma se sobó la pancita.

"Tienes razón".

"Entiendo que no quieras contarle a tus padres que saliste con los dos chicos en tiempos similares, pero no tienes nada de qué avergonzaste, no estabas haciendo nada malo… incluso, a como conozco a Soji-san, seguramente él se los propuso a ti y a Zet".

La pelirroja agachó la cabeza. Kotaro la abrazó.

"El amor no es una utopía… es un sentimiento que trabajamos y moldeamos con nuestras acciones y emociones… cuando menos lo esperes lo sentirás plenamente y no tendrás problemas para decidir…".

"¿Y mientras tanto?", preguntó Osen.

"Estarás muy ocupada siendo mamá, Osen-chan".

"Sí… quiero hacerlo bien, nunca he sido muy maternal, pero quiero hacerlo bien", admitió, exasperada, "Kotty-kun, nunca dejes crecer tanto un triángulo amoroso… al final nadie es plenamente feliz, lucha siempre para que el amor no sea un triángulo".

Kotty quedó helado y sintió un escalofrío. Lentamente le asintió a su amiga, lentamente comprendió por qué su hermana le permitió hablar con Osen Izumi.

O

Kotaro Ishida no quiso saber los detalles de la plática entre su hermana y Benjamín Tachikawa.

Bastaba con verle a May las manos rojas para saber que había cacheteado a Ben; bastaba con verle las cejas fruncidas para saber que la rubia le había dado una lección al principito.

Salieron de la casa de los Izumi igual de tensos que como entraron, aunque Kotaro sentía que había aprendido una lección después de haber hablado con Osen.

Sobre todo, el consejo de la pelirroja sobre los triángulos amorosos le causaba taquicardia, quizás porque sonaba como una premonición.

¿Construirían un drama de telenovela su hermano, Hikaru y él? ¿Sería capaz de deshacer el triángulo antes de que fuera demasiado tarde?

Sacudió la cabeza y se tocó el pecho mientras caminaba con su hermana rumbo a su departamento. Si Kotaro se ponía a pensar, no tenía ni la más remota idea de si estaba enamorado realmente de Hikaru Yagami.

Recordaba con ansiedad los labios de la adolescente y el calor de la piel de ésta, pero al mismo tiempo la imagen del rostro de su hermano le desgarraba la piel. Sencillamente todo parecía un mal sueño, aunque su situación era por demás tonta si se comparaba con la de Osen.

"Gracias por llevarme a casa de O-chan, hermana", dijo en bajito, mientras Mayumi abría la puerta de su viejo hogar.

"Me alegra, espero que a ella le haya hecho bien también", fue la aportación de May.

"Eso no lo sé, pero hablamos sobre triángulos amorosos y no supe qué aconsejarle".

Mayumi encendió las luces de su antigua casa. Los hermanos se descalzaron y, cuando entraron, vieron a Takumi Ishida, el menor de los tres, recostado en su piano de cola.

"Triángulos amorosos…", repitió Takumi, observando con aparente frialdad a su hermanos mayores, "¿de qué material son los triángulos amorosos, Kotaro-oniisan?".

"Tk, hola… yo…"

"Los triángulos amorosos son de sangre y saben a limón con sal", dijo, luego recorrió las teclas del piano con un movimiento brusco, pero musical.

"Escucha hermanito, nosotros no debemos… no debemos pelear así, no por esas circunstancias", empezó a decir Kotaro.

Takumi sonrió, dejó a un lado su piano y se acercó a sus hermanos.

"¿Por evitar triángulos amorosos no quieres pelear conmigo?", preguntó.

"Así es", respondió el pelirrojo.

"Qué cobarde eres", opinó Takumi.

"¡Y tú, qué idiota eres, mocoso!", Mayumi agarró a Tk de la oreja y lo zarandeó, "¿es que estoy pintada en la pared? ¿o por qué demonios no me saludas?".

Takumi pestañeó, miró a su hermana y aunque su gesto no cambió en absoluto, comenzó a sudar.

"Estoy por hacer una declaración de guerra a mi hermano Kotaro… las salamandras pueden esperar a que llegue la primavera mimetizándose en los copos de nieve", comentó con molestia.

"Yo no soy ninguna salamandra, así que no puedo esperar. Soy prioridad sobre cualquier guerra absurda que esté diseñando tu cerebrito de bebé".

"Desgraciadamente tienes razón", acordó Takumi, abrazando sin gusto a su hermana mayor, "Eres como la Organización de Naciones Unidas".

Mayumi asintió.

"¿Y sabes, grosso modo, lo que hace ese organismo?... te lo diré lo sepas o no: detiene las guerras insensatas entre países hermanos", explicó a Tk, el cual ya estaba más alto que ella.

Takkun resopló. Miró detenidamente a Kotaro, quien a su vez le devolvió la mirada con fuerza.

"Cómprate un escudo, aniki", dijo, "Si no lo aclaramos, empuñaré la espada".

"¿A qué te refieres?", preguntó Kotaro, mientras una gota de sudor le corría por la frente a pesar de que estaban en invierno.

"He cumplido con papá, he sido claro contigo, he sido muy claro… joder… necesito oír música", fue la respuesta de Takumi, aunque más bien lo que dijo se escuchó como un monólogo.

Frunció el rostro y cuando ya no pudo con su presencia frente a sus consanguíneos, corrió a su habitación y se encerró en ella.

Kotaro se dejó caer en el sillón y se cubrió los ojos.

"¡Por supuesto que no has sido claro conmigo, Takumi!, se quejó Kotty.

"No le pidas peras al olmo, sabes muy bien que Takumi siempre habla con frases raras, has tenido más de 16 años para aprender a comprender las ideas principales de su lenguaje", Mayumi puso los ojos en blanco y se masajeó las sienes, "Es simple, lo que quiere Tk es que te decidas o no a contender por el amor de Hikaru. Quiere que sea una pelea justa para no perderte".

"¡Ni siquiera he dicho si quiero luchar por Hikaru!... ella, Karu-chan, es sólo una niña, es verdad que nos besamos pero… yo… realmente… no quiero hacerle daño a nadie, mucho menos después de ver lo que pasó con el caso de O-chan".

"Kotty, tú eres quien es todo un caso", se desesperó Mayumi, "pero allá tú… Tk es un chico fácil de comprender aunque no lo parezca, sólo quiere honestidad de tu parte, ya depende de ti si quieres crecer, y, sobre todo, ya depende de Hikaru si quiere seguir jugando con fuego".

El mediando de los Ishida quiso responder al regaño de su hermana pero el móvil de ésta de nuevo los interrumpió. De nueva cuenta era Taiki Yagami, el esposo de May.

Kotaro vio que su hermana le hacía una seña para que lo esperara y caminó lejos de él. El joven le asintió con torpeza. Se dio cuenta de que sus padres no estaban en casa… ¿acaso su padre había ido a buscar a su mamá al trabajo?

No supo responderse. Sólo se supo perdido en su propia casa, sintió como si no hallase su propio corazón.

Se sacó la cadenita con la estrella Saeko y la apretó contra su cuerpo. Después deambuló hasta el balcón y se puso a mirar las estrellas de verdad, no a las de su cuarto.

Los astros quemándose a toda velocidad en medio del cielo no terminaron de hacerle comprender su situación. En cierta medida, la figura fluorescente que colgaba de su cuello tenía más sentido que cualquier estrella.

Mayumi salió al balcón y le arrojó un suéter rojo, para que no se enfriara.

Kotaro la percibió sana, fuerte y a la vez un poco fría, como Marte. Luego miró al firmamento y percibió al planeta enrojecido y perfecto, como el amor de sus padres, como su hermana mayor.

"Tú eres mi Marte, hermana", admitió conmovido, poniéndose el abrigo.

"¿Tengo qué decirte que eres mi Venus, Kotty?", preguntó ella con su humor negro.

"Quizás… después de todo esos dos planetas recibieron las huellas de mi papá en su suelo".

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Fin del capítulo cuatro

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Gracias por leer. Se que este capítulo estuvo largo y no pasó gran cosa con la trama principal, pero tenía la necesidad de escribir sobre la fraternidad entre los hermanos Ishida antes de lanzarlos a cualquier guerra… quería que Mayumi viniera de visita con sus hermanos y los opacara con su genialidad… y claro, me apetecía escribir escenas de posibles futuros sobre personajes como Ben Tachikawa y Osen Izumi (quienes, contrario a Toshi y Sei Takaishi, no tienen la vida resuelta, al menos no todavía).

Pienso que todo es un aprendizaje para Kotaro y yo, por mi parte, me relajo con el sufrimiento de mis personajes… no apareció Hikaru, pero Takumi no se quedó con las ganas de hablar en la última parte… a veces lo pongo demasiado hosco o intratable, pero ya me encargaré de explicar mejor lo que siente el personaje y su singular manera de pensar.

Quedan muchas dudas importantes que comenzarán a explicarse en el siguiente capítulo: ¿Kotaro está realmente enamorado de la mejor amiga de su hermano? ¿De ser así, los hermanos Ishida se declararán la guerra? ¿Por qué Sora parece enferma? ¿Qué piensa Taichi Yagami de que dos Ishida peleen por el amor de su hijita menor? Y lo más importante, ¿qué demonios sucede en la mente de Hikaru?

La trama principal ya se trabajará con más ímpetu, así como la situación de Sora, aunque podremos seguir sabiendo sobre otros personajes que ustedes conocieron en mi trilogía de la Fusión Prohibida.

Saludos,

CC.

PD. Espero su comentarios y sugerencias.