Disclaimer: Los personajes de Inuyasha son propiedad exclusiva de Rumiko Takahashi.

Aroma del alma

-por: sakuraflower94-

Este fic lo quiero dedicar a mi querida lectora black urora, que me pidió escribir algo sobre las reencarnaciones de Rin y Sesshomaru rastrándolas. Pues este es el resultado de lo que ella me platicó que le gustaría ver y mi loca imaginación.

Capitulo 1: La barrera del tiempo está rota

El viento agolpeaba ferozmente su rostro, las ramas le azotaban la cara sin embargo él seguía corriendo a toda velocidad tras su primo. El bosque se hacía cada vez más denso y oscuro. Las pequeñas ramitas crujían bajo el peso de sus pies, varias veces tuvo que saltar un tronco que crecía como un obstáculo del suelo. Era ya crepúsculo pero tenía un aire pesado y sumamente lúgubre. Una carcajada malévola y sonora invadió los oídos de Sesshomaru. Apretó enfurecido la mandíbula y, acelerando lo más que podía, terminó por abalanzarse sobre el castaño dejando escapar un quejido frustrado y totalmente enfurecido de su garganta.

Rodaron por el piso forcejeando mientras daban vueltas por el suelo. El castaño, con un ojo azul y el otro marrón, logró apartar al peli plateado, pateándolo, pero ese lo agarró por el tobillo atrayéndolo hacia sí. El castaño, para sacárselo de encima, terminó arañándole la cara a Sesshomaru. Ese sacudió levemente la cabeza, regenerando la piel arañada en su rostro, para después desenfundar a Bakusaiga y mandar relámpagos verdes, sumamente destructivos, hacia Akito, su primo.

Akito logró esquivar, desenfundó su propia espada y terminó por agitarla, trazándola por el pasto, mandando una ola de viento hacia Sesshomaru y dejando una huella de fuego en el pasto. Sesshomaru de inmediato saltó al aire y de ahí volvió a agitar la espada haciendo que un resplandor fosforescente verde emanara desde el interior de la espada. Aterrizó con fuerza clavando a Bakusaiga en el suelo con fuerza y otra corriente de electricidad masiva y destructiva fluyó por el filo desintegrando el suelo.

Akito bloqueó los relámpagos clavando su espada en el suelo. Terminó absorbiéndolos, regresándole el ataque a su primo. Sesshomaru esquivó con facilidad, los relámpagos cesaron destruyendo como ultimo un par de arboles. Sesshomaru se abalanzó sobre su primo blandiendo la espada con fuerza soltando un rugido furioso. Akito interceptó con su espada la espada de Sesshomaru, haciendo que los filos metálicos chocaran entre sí.

El choque resonó pero el impacto entre las espadas era tan fuerte que terminaron repelándose. Ambos terminaron retrocediendo un poco solo para volver a impulsarse hacia el otro con el propósito de acabar con el otro. Akito logró desarmar a Sesshomaru en medio de un choque pero Sesshomaru con una sola mano cogió un tronco partido en dos para lanzárselo a Akito quien lo esquivó por poco.

Así ganó tiempo para conseguir su espada, esta vez volviendo a embestir con fuerza, incapacitando a Akito de atacar. Al castaño le era cada vez más dificultoso resistir las embestidas de Sesshomaru, haciéndolo retroceder mientras bloqueaba los ataques furiosos de Sesshomaru.

Le era casi imposible a Sesshomaru no rugir enfurecido y frustrado con cada embestida que le proporcionaba a su primo. Nada le importaba solo quería matarlo por ser un malnacido. ¡Cómo lo odiaba! Nunca le perdonaría por lo que había hecho a sus hijos anteriores con Rin y tampoco por lo que le había hecho a Rin esa noche. ¡Lo odiaba con todo su ser! Quería verlo muerto así como yacía Rin allá en el castillo.

Terminó deshaciéndose de su propia espada, cerró su mano derecha en un puño, llevó al codo hacia atrás, juntó fuerza demoniaca en el puño hasta hacerlo brillar en un verde cegador y con toda su furia golpeó el filo de la espada de Akito. Akito perdió el equilibrio, la fuerza de Sesshomaru era demasiada. Akito salió volando hacia atrás pero Sesshomaru lo agarró por uno de sus tobillos, tiró de él, con otra mano lo cogió por la muñeca derecha y terminó mandándolo al piso con fuerza cuando le proporcionó una excesivamente fuerte golpiza en la cara con el mismo puño con el que había golpeado el filo.

El impacto de la cabeza de Akito contra el suelo fue tanto que el suelo terminó crujiéndose. Akito terminó soltando la espada la cual salió disparada al aire hasta clavarse en el piso no muy lejos de allí. Sesshomaru le sujetó con fuerza el cabello a su primo manteniendo en lugar la cabeza del castaño para poder golpearlo cuantas veces se le antojaran y lo hizo muchas veces.

Mientras su puño resplandeciente proporcionaba golpe tras golpe sin cesar de su garganta se escapaban quejidos cada vez más quebrados pero no menos frustrados y furiosos. Akito no opuso resistencia, la verdad porque no podía. Su vida se encontraba en peligro y por instinto su cuerpo empezó a producir destellos débiles de electricidad. Sus manos empezaron a cambiar de forma, comenzaron a palpitar.

Sesshomaru terminó por cogerlo por la cabeza con una sola mano y lo arrojó con fuerza desmedida hacia los arboles. Completamente inconsciente, el castaño voló con velocidad hacia los troncos y Sesshomaru, en menos de un segundo, cogió la espada de Akito y, soltando un último quejido, se la lanzó.

El filo perforó el centro del pecho de Akito, terminó clavado, completamente inmóvil, contra un árbol, sangrando pero aun respirando. Sesshomaru trató de normalizar su respiración sintió alivio pero incluso si mataba al desgraciado nada le podía devolver a Rin.

Terminó tomando Bakusaiga del piso y la regresó a la funda, estaba por irse cuando escuchó un leve golpe contra el suelo. Volteó y se encontró con su primo, la espada aun incrustada en el pecho, con sangre escurriéndosele por la comisura y una sonrisa perversa en los labios. Una baja y burlona risa se escapó de la garganta del castaño mirando de reojo a Sesshomaru con un destello peligroso en los ojos.

Su cuerpo empezó a producir corrientes cortadas de electricidad roja. Sesshomaru endureció su mirada, reflejando en su rostro claro disgusto. Akito llevó sus manos hacia la espada y se la sacó con lentitud dejando que la sangre brotara de su cuerpo.

-¿Ya terminaste? – le preguntó peligrosamente suave dejando caer la espada al suelo con el filo completamente cubierto con su sangre. Sesshomaru afirmó con expresión su disgusto llevando la mano derecha hacia la empuñadora de Bakusaiga otra vez.

-Y yo que pensé que querías matarme por haber matado a Rin. – se burló Akito haciendo que Sesshomaru gruñera ajustando su agarre sobre la empuñadora de Bakusaiga.

El castaño volvió a soltar una risita mientras destellos rojos seguían saliendo y perdiéndose en su cuerpo.

-Lástima que la que terminó muriendo fuera ella cuando el corte era claramente dirigido a tu bastardo.

Sesshomaru con la mención de su hijo gruñó mostrando peligrosamente sus colmillos. De una sola vez desenfundó nuevamente la espada, más que listo a embestir de nuevo. Akito volvió a reír mientras sus ojos se tiñeron de un rojo intenso y su voz se profundizó convirtiéndose en eco grave.

-Me voy a encargar de exterminarte Sesshomaru – sentenció Akito seriando su semblante y su voz grave resonando. –a ti y a toda tu descendencia hanyou junto a tu hermano y su familia igual de sucia que la tuya. Contigo muerto podré absorber todos tus poderes y seré el más poderoso de todos. ¡El más poderoso de los Taisho!

-Entonces sigue fantaseando porque eso nunca va a pasar, primo. – dijo Sesshomaru con sarcasmo evocando sus poderes que terminaron transmitidos a la espada. Bakusaiga brilló fuertemente en un resplandor verde, por detrás de Sesshomaru una cortina de relámpagos verdes apareció destruyendo todo a su paso; arboles, piso.

Akito terminó empuñando su espada en un solo movimiento. El filo de su Colmillo brilló en un rojo vibrante y, clavando la espada en el suelo, imitó uno de los ataques anteriores de Sesshomaru. Los relámpagos se encontraron y causaron una explosión cada vez que un relámpago verde se encontraba con un relámpago rojo.

Choques entre espadas y un hueco cada vez más grande, arboles tirados por todos lados y si fuera poco cada uno lanzaba su propio ataque uno más fuerte que el otro. Sesshomaru terminó por evocar a la serpiente dormida en su Colmillo construida de electricidad. La silueta de una poderosa serpiente que mínimo medía quince metros salió del filo metálico, torciéndose, rugiendo haciendo que todo el alrededor temblara.

Con solo blandir la espada la serpiente reaccionó y se impulsó con su boca abierta hasta el máximo hacia Akito. El castaño recibió el golpe completo y centenas de heridas se abrieron dejando que sangre brotara en cantidades masivas. Aun así Akito seguía vivo. Cayó de rodillas, cansado, con la respiración abrupta y copiosa. Sesshomaru volvió a agitar su espada haciendo que la serpiente volviera a atacar, proporcionándole más y más cortaduras a Akito.

Sesshomaru fortaleció el poder de la serpiente, terminó por blandir una última vez a Bakusaiga haciendo que la serpiente al atacar tuviera la suficiente fuerza para desgarrar el cuerpo de Akito. Él trató de resistir pero la fuerza era inexorable y su cuerpo terminó sucumbiendo bajo la desgarradora presión de la serpiente.

Todo terminó rompiéndose con un grito desgarrador por parte de Akito. La imponente figura de serpiente fue desvaneciéndose regresando a su dueño en el núcleo de la Bakusaiga. Trozos de carne estaban esparcidos por el suelo pero aun así la esencia de Akito seguía en el aire. Sesshomaru enfundó la espada cuando nada sucedió pero definitivamente no le gustaba el hecho de que la esencia de Akito seguía en el aire.

Dejó el claro completamente destrozado e irreconocible y no se dio cuenta cuando los trozos de carne empezaron a juntarse y una cortina de humo rojo terminó desapareciendo junto con cada trozo de carne que le pertenecía a Akito.

El palacio estaba envuelto en un mantel fúnebre, la noche parecía eterna, la más larga de todas. El exterior del castillo de pronto se convirtió en la vista más sombría. Todo se encontraba en silencio nadie se atrevió articular ni una sola palabra. El palacio entero guardaba luto; los soldados, las mucamas. Hasta el dragón de dos cabezas en el establo había sentido algo anormal y manifestó su tristeza aullando sin parar, vocalizando su tristeza con chillidos ensordecedores.

Al ver pasar a su amo todos bajaron cabezas, Sesshomaru corrió la puerta mostrando un semblante firme y sereno. Las mucamas de menor importancia terminaron saliendo del cuarto en silencio con cabezas agachadas mientras que Mizuki, la nana de Rin, su hermano Inuyasha, su mujer y Jaken permanecieron en los aposentos de su hembra.

Kagome como sacerdotisa estaba rezando junto al lecho de Rin mientras Mizuki se encontraba sentada junto a Rin sollozando hablándole suavemente mientras le cepillaba el cabello. Jaken tampoco pudo evitar llorar y apoyado sobre su báculo de dos cabezas lloró la muerte de Rin.

-Salgan todos. – ordenó Sesshomaru con autoridad. –Déjenme solo con Rin.

Kagome dejó de rezar, Inuyasha salió primero, siguió Jaken y finalmente Mizuki. Cerraron la puerta la habitación de pronto se quedó vacía y en un sepulcral silencio. Acortó con un par de pasos la distancia hacia el futón donde yacía su Rin.

Era tan pálida que en varios lugares la piel ya se tornaba morada. Su cabello negro como el mantel de la noche sin estrellas y luna acentuaba aquel contraste. Al tocarla era como si hubiera tocado hielo pero a pesar de todo, a pesar de estar muerta, era perfecta. La habían vestido en una yukata fina y sedosa y la habían limpiado de sangre pero él sabía que aquella mortal herida permanecía en la espalda blanca de ella.

"Rin" – cerró los ojos con anhelo, dolía hasta pensar su nombre en aquellos momentos. "no logré conservarte. No pude impedir que aquel imbécil te arrebatara de mi lado." – apretó frustrado la mandíbula hasta hacer crujir los dientes. ¡Como dolía! Era como si algo invisible estuviera asfixiándolo, estrujando el pecho impidiéndole respirar. Había un hueco enorme en medio de todo aquello como si algo sumamente filoso traspasara su pecho.

Cerró furioso su palma libre, incrustando las garras en la piel haciendo que sangre se escurriera por su piel. Incluso la Tenseiga no podía regresarla a la vida, ya había pasado demasiado tiempo.

-Sesshomaru – llamó bajamente Kagome desde la puerta. Sesshomaru solo la miró por un rabillo del ojo con molestia. –Yo sé que no es el momento más adecuado pero dada la importancia solicito una conversación contigo.

Sesshomaru seguía mirándola firmemente por el mismo rabillo y aunque no dijo nada e incluso desvió la mirada hacia Rin hizo entender que escuchaba.

-Como una humana, y sobre todo sacerdotisa, puedo decirte que nuestra raza guarda una convicción que con el paso del tiempo resultó bastante cierta. ¿Alguna vez has escuchado hablar que los humanos son la única raza capaz de vivir eternamente, no siempre en el mismo físico pero sí espiritualmente?

Sesshomaru la miró suspicaz de reojo mientras seguía agachado junto al futón. Aquella humana logró capturar su interés en el asunto.

-Explícate. – exigió fríamente, usando su voz grave pero baja.

-Los humanos somos hechos de un físico, el cuerpo y la parte espiritual, el alma. El alma es como una energía, algo que le da vida al físico pero es limitada y nunca puede manifestar su completa energía. Cuando el físico se desintegra el alma queda y continúa existiendo un tiempo como una bola de energía sobrenatural buscando otro físico para vivir. Cuando eso pasa a esa aparición le decimos reencarnación. La misma alma se ha reencarnado, ha vuelto a nacer dentro de un físico distinto sin nociones de su vida pasada. Claro que puede suceder que el alma si se queda con partes de su vida pasada, momentos especiales. También, los almas son los portadores del aroma por eso las reencarnaciones suelen tener el mismo olor a pesar del físico diferente.

-¿Me quieres decir que Rin ha reencarnado o que va a reencarnar? – interrogó indiferente pero con una ceja alzada mostrando curiosidad.

-Es muy probable. Tal vez en alguna parte del mundo el alma de Rin ha reencarnado y ni tú ni yo sabemos eso. Pero – de pronto serió su semblante, endureciéndolo. –ten presente que no será el mismo físico tampoco puedo asegurarte que recordara algo o que tendrá el mismo nombre. Incluso no puedo asegurarte si el alma reencarnará en un cuerpo femenino o masculino. Dime una cosa Sesshomaru ¿qué harías si descubres que la esencia de Rin se encuentra en el cuerpo de un muchacho?

-Lo rastraría, lo capturaría y lo tendría aquí en el castillo conmigo. – su voz gélida y una expresión fría hizo que Kagome se erizara horrorizada por cómo sonó aquello.

-¿Acaso te diste cuenta lo depravado que sonó eso? – le preguntó aterrada y escandalizada. – ¡Se escuchó como si hablaras sobre una presa a la que harás tu esclavo sexual!

Sesshomaru mostró su disgusto a través de una mueca que si pudiera mataría. Kagome tragó grueso y forzando una sonrisa y risita nerviosa trató de enmendar su metida de pata.

-No me hagas caso solo pensaba en voz alta. – decía sonriendo nerviosa mientras hacía señas con sus manos. Sesshomaru no suavizó el semblante era igual de frío y amenazante que antes. –Pero en serio Sesshomaru, ni siquiera sabes dónde buscar.

-Acabas de decirme que el alma es el que lleva aroma así que no será un problema detectar la reencarnación. – habló monótonamente y sin emoción, traspasándola con sus ojos dorados.

Durante los siguientes 60 años había estado buscando las reencarnaciones de Rin pero siempre cuando daba con una, al llegar, esa ya se veía asesinada. Era horrible llegar y encontrarse con un niño o una joven tirada en el suelo bañada en charco de sangre con la mirada vacía y apagada y aquella herida abierta en el cuerpo.

Con cada intento de recuperar a una reencarnación de Rin, Sesshomaru se volvía cada vez más frío, callado y cruel, aun más de lo que ya era. Había conseguido capturar a algunas reencarnaciones, pero tarde o temprano terminaron muriéndose misteriosamente después de tenerlos una semana en el castillo. A pesar de que todos aquellos cuerpos eran contenedores del alma de Rin a ninguna reencarnación llegó a amar por la simple razón de que no se veían como ella. Hasta sus nombres eran diferentes. En una ocasión logró capturar a un niño de 8 años, otra reencarnación del alma de Rin.

A cada una de las reencarnaciones que había capturado había encadenado para que el alma de Rin nunca más se fuera de su lado. Pero nada de lo que hacía parecía retener lo inevitable; que él volviera a perder la esencia de Rin. Era como si todo quisiera que ya nunca más la tuviese a su lado, ni en físico ni a nivel espiritual. Él, como poseedor de Tenseiga, esperó que controlara todo lo que tenía que ver con lo espiritual, y eso la incluía a ella.

Ella le pertenecía en todo el sentido de la palabra. Su físico era suyo y su alma era suya. Pero Tenseiga le fallaba. Falló en salvar la vida de sus anteriores hijos con Rin, falló revivirla, falló retener todas las reencarnaciones, siempre llegaba tarde para poder hacer algo.

Fallo tras fallo, fracaso tras fracaso. Y así pasaron 60 años de su vida buscando, encontrando y perdiendo una y otra vez. La única constancia en su vida era Tsukuyomaru, su tercer hijo con Rin y el único al que logró proteger de su primo Akito. Ahora él tenía 60 años pero seguía teniendo apariencia de seis. Era muy parecido a él, tanto en apariencia como en carácter. Al menos tenía algo para seguir volviendo a castillo.

Pero él no era un padre ejemplar. No le daba ningunas demostraciones de afecto a su hijo pero lo quería, muy a su manera, pero lo quería. Mizuki, como nana y nodriza de Rin, era la asignada para cuidar al cachorro pero pocos años después de la muerte de Rin, debido a su condición humana, murió y el niño desde entonces había estado a cuidado de las demás nodrizas en el palacio.

-60 años después, era Sengoku-

Kagome, ahora convertida en anciana, solicitó la presencia de Sesshomaru en su casa a través de un mensaje escrito para decirle una información muy importante que lo trataba a él, su espada Tenseiga y las reencarnaciones de Rin. Hacía poco tiempo desde que la ultima reencarnación con la que dio Sesshomaru había sido asesinada como las demás. Era un niño de aproximadamente 3 años. Cuando Sesshomaru había llegado ya era demasiado tarde, el niño había estado muerto por más de 1 hora, estaba tendido en el suelo boca abajo con mirada apagada y completamente vacía y aquella horrorosa cortada en la espalda, bañado en charco de sangre.

Apareció caminando con paso parsimonioso, haciendo menos ruido posible, de noche. No le gustaban las aldeas donde todo simplemente apestaba a humanos. Desde la entrada había cogido todas las hierbas en los medicamentos que hacía la esposa de su hermano para curar a los heridos Arrugo las cejas, aquellos olores eran realmente irritantes para el todo lo que tenía que ver con los humanos lo irritaba.

Entró apartando la tela que estaba colgada de la cima de la entrada encontrándose con la esposa de su hermano vistiendo ropas de sacerdotisa convertida en una anciana de unos 80 años. No dijo nada solo se quedo ahí parado cerca de la entrada a la cabaña, recargado contra la pared de madera con brazos cruzados y aquella expresión fría, esperando a que la mujer hablara.

-Sesshomaru – empezó Kagome respirando honda y roncamente. –durante estos 60 años yo he estado investigando el modelo por el cual el alma de Rin reencarna, y es que cada tercera reencarnación es un físico masculino. Lastima esta ultima reencarnación ha sido realmente la ultima en esta época, aquí ya no vas a encontrar a Rin.

-Pues has que pueda hacerlo. – espetó Sesshomaru entre dientes desde su lugar con su voz amenazante y mirada gélida y asesina.

-Lo siento Sesshomaru pero ni que me amenaces puedo hacer que puedas encontrarla en este tiempo. – le contestó Kagome seria, no iba a dejar intimidarse por él. Nunca lo había hecho con nadie y ahora tampoco lo iba a hacer.

Sesshomaru se la quedó viendo con una expresión gélida, realmente no le gustaba que le contestaban.

-Tu Tenseiga tiene el poder de abrir camino al inframundo con la técnica de Meidou zangetsuha. – continuó Kagome ignorando la expresión intimidante de Sesshomaru. –Pues entonces, también esta comunicada con el mundo paralelo.

-Explícate. – demandó Sesshomaru.

Kagome guardo silencio por unos instantes para respirar y recuperar el aire para seguir hablando.

-El mundo paralelo es un mundo que existe simultáneamente con el nuestro. Pero no podemos verlo porque la barrera del tiempo lo separa del nuestro. – desvió su mirada al interior de la cabaña. –La única manera de romper con esa barrera es usando el Meidou zangetsuha de tu Tenseiga. Si cortas el aire verticalmente se abrirá un pasaje. No puedo asegurarte en que parte de ese mundo paralelo te transportará. Yo no conozco a ese mundo tanto como para decirte qué puedes esperar a ver allá. Lo único que te puedo decir es que la próxima reencarnación de Rin estará allá y será en un físico femenino.

Un profundo silencio se formó en la cabaña, Sesshomaru se quedó un tiempo más, y cuando Kagome ya no tenía nada más que decirle, marchó de la cabaña hacia el castillo para conseguir a esa reencarnación y traerla de vuelta a donde pertenece; a su lado. Con él, el único dueño y señor de su físico y el alma.

-¿Ya se fue el pesado ese? – interrogó Inuyasha malhumorado, adentrándose en la cabaña. Kagome guardó silencio, sinceramente Inuyasha nunca iba a cambiar. Siempre sería un malhumorado e impulsivo, pero a ella le encantaba de esa manera.

De pronto una expresión melancólica se paseó por el rostro arrugado de Kagome, de pronto la realidad de sus vidas la golpeó regresándola a la inevitable realidad y es que ella fue la única que había cambiado en todos esos años. Especialmente físicamente, mientras ella envejecía, Inuyasha no había cambiado absolutamente nada. Seguía siendo un hombre de apariencia joven aunque tenía muchos más años que ella. Pero esa era la diferencia. Él era un hanyou y ella una humana y aunque trataron de negárselo, de taparse los ojos y las mentes, el tiempo implacable se ha encargado de hacérselos recordar muy bien.

Sería una egoísta si dejara que él siguiera al lado de una anciana cuando libremente podría estar con otra mujer mucho más joven y atractiva. No quería encadenarlo a una vida de martirio. Y aunque Inuyasha nunca se quejaba de su físico ella era la que a veces no quería que él fuera cariñoso con ella porque se daba asco ella misma. Siempre se ponía a pensar si Inuyasha también sentía asco cuando la besaba o cuando la abrazaba. Ya desde hacía más de 20 años que no intimaban a causa de que ella no quería e Inuyasha en ningún momento insistió porque sabia exactamente la razón por la que ella decía que no. Y no importaba cuantas veces le decía que no le importaba su físico envejecido ella seguía evitando cualquier contacto algo mas intimo.

-Inuyasha – lo llamó en un suspiro cansado, él se había sentado en el piso al lado de ella con las piernas cruzadas y los brazos cruzados las manos escondidas dentro de las mangas de su haori rojo abrazando a Tesseiga. –yo ya estoy muy vieja y cansada. Tú mereces a una mujer joven y bonita y no un espanto como yo.

-Kagome no seas idiota – espetó fastidiado. –tu físico no me importa.

-Pero a mí sí, Inuyasha. – protestó Kagome. El peli plateado no dijo nada solo dejó salir un bufido de su boca.

–Inuyasha – siguió Kagome. –Necesito que me quites la vida para que mi alma pueda reencarnar y empezar desde cero.

-¡Que! – exclamó incrédulo, ella no podía estar hablando en serio. -¿Te has vuelto completamente loca mujer? – siguió vociferando a todo el pulmón con su carácter de pesado. – ¡Sí, eso debe ser! Seguramente la vejez te puso agrio el cerebro y estas delirando. ¿No será que tienes fiebre? – cuestionó tocándole la frente y tocándosela a sí mismo para comparar las temperaturas, pero su temperatura estaba completamente normal.

-Te lo estoy pidiendo Inuyasha. Si no lo haces tú, se lo pediré a Sesshomaru – habló decidida. –estoy segura él no titubeará para hacerlo.

-Tú no iras con Sesshomaru ¿me oyes? – se alteró Inuyasha, gritando, sujetándole bruscamente los brazos a su mujer. La reacción de Inuyasha asustó a Kagome pero era algo de esperarse, al fin de cuentas lo que se lo pedía no era nada fácil para él.

-Ese imbécil no te va a poner ni un solo dedo encima mucho menos si es para asesinarte.

-Entonces hazlo tú. – dijo con firmeza. –Pero hazlo ahora mismo. Es necesario para mí reencarnar cuanto antes.

El semblante de Inuyasha se ensombreció instantáneamente. Bajó la cabeza, derrotado, soltando los brazos de Kagome.

– ¿Y cómo voy a volver a encontrarte? – preguntó con voz baja y totalmente seria

-Con tu nariz – le dijo con dulzura acariciándole levemente el rostro con sus manos arrugadas. El peli plateado se presionó la mano de Kagome contra la mejilla para sentirla mejor a la vez que sentía como el pecho se le desgarraba. –usa tu olfato Inuyasha. Cuando huelas mi aroma, en ese momento me encontraras.

-Pero ¿y cuándo será eso? – cuestionó quebrado.

-No lo sé – respondió Kagome serena pero sus ojos cansados y viejos se humedecieron. –yo espero que no demasiado tiempo.

Sollozó mientras seguía presionando la mano de Kagome contra su mejilla. Apretó frustrado la mandíbula y crujió con los dientes mientras la palma que tenía libre la cerró en un puño que reflejaba su impotencia en aquellos momentos. La presión de sus garras contra la piel fue tanta que perforó la piel y empezó a sangrar, Kagome notando eso inmediatamente lo cogió por la muñeca exigiéndole dejar de lastimarse con las garras.

El peli plateado seguía escondiendo su rostro porque no quería que viera lágrimas en sus ojos, que estuviera por llorar como un niño indefenso por tener que hacer lo que ella se lo pedía. Hipó quebrado, Kagome le acunó el rostro entre sus manos y buscó un contacto visual con él. Él trató de serenarse pero sin éxito, una lágrima por cada mejilla rodó mejilla abajo.

-Perdóname Kagome. – hipó quebrado, posando sus manos sobre los de Kagome en sus mejillas.

-No hay nada que tengo que perdonarte.

-Sí, sí tienes. – protestó Inuyasha serenándose por un instante pero otra vez ese dolor en la garganta y el pecho le cortaron la respiración y volvió a sentir un escozor en los ojos. –Por lo que voy a hacer contigo.

-Te lo he pedido yo. Adiós Inuyasha. – dijo quebrada Kagome hipando, mientras Inuyasha se vio incapacitado de hablar porque el llanto simplemente le asfixiaba. –He sido muy feliz a tu lado, siempre te he amado tal y como eres por eso nunca cambies.

-Adiós Kagome. – logró decir entre lagrimas. –Gracias por haberme aceptado por lo que soy, haber estado a mi lado, haberme dado hijos y por haberme hecho feliz.

Sollozó con más fuerza, ajustó sus garras y, titubeando, terminó por traspasar el pecho de Kagome, ocasionándole un inmenso dolor pero no gritó. Solo se esforzó en esbozar una débil sonrisa mientras dos lágrimas salieron de sus parpados un poco antes de cerrarlos para siempre. La poca y superficial respiración que aun podía sentir se cortó. Las manos de Kagome cayeron muertas y pesadas a cada lado de su cuerpo. La tenía abrazada, miró su expresión tan pasible y sin ningún rastro de que hubiera sentido dolor alguno. La mano con la que la había matado estaba temblando. Miró sus garras, estaban repletas de sangre, la sangre de su Kagome.

Estaba encerrado en su cuarto meditando sentado junto a la ventana parcialmente abierta. El silencio y las penumbras iluminadas levemente por la luna consumían el cuarto y el que no podía dejar de repasar las palabras de Kagome, las palabras sobre ese otro mundo en el que el alma de su Rin reencarnaría.

Reencarnará… eso quería decir que aun no lo ha hecho. Olfateó el aire y no había cogido el aroma de Rin. Respiró calmado aunque por dentro se sentía fatal. Cerró los ojos para volver a meditar.

De pronto abrió los ojos parsimoniosamente, alzó su mirada hacia el rincón donde estaban guardadas sus armas para fijarse especialmente en Tenseiga. Se la quedó viendo un tiempo y después le bastó extender la mano y llamar la espada mentalmente para que esa empezara a vibrar descontroladamente y en el momento siguiente volara hacia su dueño.

Sesshomaru la recibió atrapando con su palma extendida, cerrando los dedos alrededor de la funda. Llevó su otra mano hacia la empuñadora para cerrar su palma alrededor de ella y empezar a sacarla lentamente de la funda.

El filo metálico resplandeció, era como una espada normal. Se quedó observando fijamente el filo plateado a la vez que las palabras de Kagome volvieron a repetirse en su mente. A la medida que el repasaba nuevamente palabra por palabra la Tenseiga comenzó a vibrar y cada vez con más fuerza, su filo se oscureció desprendiendo una pequeña cortina de una luz morada.

"Tenseiga… Llévame con Rin" – le ordenó mentalmente a la espada. Tenseiga seguía vibrando con fuerza, la oscuridad del filo se intensificó un tanto más, desprendía palpitaciones cada vez más frecuentes y abruptas, la espada estaba más que lista a cortar y romper la barrera que separaba a los mundos.

Se paró del suelo, caminó hasta el centro de sus enormes aposentos y blandió la espada una sola vez de manera vertical. Por un instante nada pasó pero luego una parte de su cuarto desapareció con la cortada. Un pequeño pasaje en forma de luna creciente se formó en medio del aire. Resplandeció en un brillo violáceo intenso.

Al principio era como si aquella parte de su cuarto había desaparecido en la nada porque era como si viera el universo con galaxias, estrellas y esas masas de polvos, pero poco a poco el pasaje comenzó a esclarecerse, tornándose cada vez más luminoso. Visualizó objetos, algo parecido a un pasillo, escuchó ruidos y voces pero como ecos y muy lejanos.

-el mundo paralelo, 500 años después-

Un grito agónico resonó por la sala de partos.

Respiró temblorosa recuperando fuerzas para volver a pujar. Gruesas gotas de sudor cubrían su rostro, su flequillo se pegaba mucho a su frente. Apretó la mano de su marido y volvió a pujar. Cayó exhausta y la sala fue llenada con el penetrante y sano chillido del bebé.

Los abuelos de la recién nacida, su hermano mayor y sus tíos con su propia hija pequeña estaban esperando en el pasillo.

-¿Todavía falta mucho para que vea a mi onee-chan? – preguntó el niño de dos años con el pulgar metido en la boca. La abuela le sonrió y, sentándolo en su regazo, le respondió con suavidad

-No sé, Kohaku.

-Se tarda mucho mi onee-chan en salir de la pansa de mamá. – hizo una mueca de gruñón cruzando sus brazos. Abuela carcajeó divertida. Su nieto era de lo más adorable cuando se enojaba.

-Sí, es cierto. – le dio la razón. –Se tarda mucho. Hace horas que entraron a la sala y aun no sale nadie a decirnos nada.

-Mama – llamó la tía de Kohaku. – Kagome se hizo caca, así que voy al baño para cambiarle el pañal.

-Está bien, hija. Nosotros aquí esperaremos.

Los que se quedaron en el pasillo esperando guardaron silencio. Kohaku seguía en el regazo de su abuela esperando saber noticias de su onee-chan. Pasaron varios minutos más de la aburrida espera pero finalmente la puerta de la sala se abrió y por ella salió el yerno de la mujer.

-¡Ya nació! – declaró el hombre chillando de la emoción de ser padre por segunda vez y esta vez padre de una niña. El suegro del hombre se acercó para abrazarlo y felicitarlo mientras ambos lloraban en los hombros del otro.

-¡Soy abuelo de nuevo! – lloró emocionado el abuelo de Kohaku. – ¡Y los datos, quiero oír los datos! – gritó el anciano con lagrimas en los ojos.

-3 kilos con 650 gramos, 51 centímetros completamente sana. – le respondió el hombre.

El anciano lloró con más fuerza, orgulloso. Los lamentos tan graciosos y exagerados resonaron por todo el pasillo, llamando la atención de los demás pacientes y sus familiares también, la tía de Kohaku volvió con la pequeña en brazos completamente descolocada por el llanto de su padre y cuñado.

-¿Qué? – preguntó asustada. – ¿Qué pasó? ¿Qué me perdí? – se exasperó.

-¡Ya nació la bebé! ¡Y está sana gracias a Dios! – exclamó contenta la anciana. – ¿Y ya tienen el nombre? – preguntó de repente.

-Pues… lo hemos decidido juntos. – titubeó el hombre recibiendo una severa mirada de sus suegros.

-¿Y cuál han decidido? – interrogó intimidante el abuelo alzando las cejas.

-Rin. Le hemos puesto Rin.

La bebé descansaba tranquila entre los brazos de su madre, le gustaba mucho el calor que percibía su pequeño cuerpo. Una pequeña y cegadora esfera de luz azul emanaba de su pecho pero nadie lo podía ver.

La puerta del cuarto se abrió y por ella entraron todos sus familiares, sus padres, su hermana con su hija, su marido y su hijo mayor.

-Está dormida. – susurró la joven madre desde la camilla.

-Es preciosa. – susurró su madre a su lado admirando la bebé dormir.

Kohaku, mientras tanto, arrugo la frente haciendo un puchero enojado porque por su baja estatura no podía ver a su onee-chan por más que trataba de estirarse. Y como todos estaban absortos en observar a su hermanita tuvo que usar otra táctica.

Tosió levemente para llamar la atención.

-Mamá – comenzó serio y con importancia. – ¿puedo ver a mi onee-chan?

-Claro que sí mi amor. – sonrió su mamá bajando un poco a Rin.

Kohaku se acercó a la camilla y miró fijamente a su onee-chan. La miró por un tiempo relativamente largo parpadeando varias veces y todo aquel tiempo tenía esa expresión seria en el rostro.

-Mamá – llamó de repente, todo serio.

-Dime mi cielo.

– ¿Por qué mi onee-chan tiene esa luz azul en su pecho? – preguntó inocente.

Todos lo miraron un tanto descolocados.

-¿Cual luz mi amor? – preguntó su madre extrañada.

-La que está en su pecho. – respondió con inocencia el niño. –La prima Kagome también tiene una luz en su pecho. ¿Están enfermas?

-No, Kohaku, no están enfermas.

-Kohaku, mi cielo – lo llamó repentinamente Kaede, mirándolo fijamente como si acaba de descubrir algo que antes no había notado. –ven conmigo. – le extendió la mano, el niño la cogió y salieron del cuarto.

-Kohaku, mi cielo – lo llamó cariñosamente Kaede – ¿cómo es eso que Rin y Kagome tienen luces en sus pechos? – interrogó pero el niño no dijo nada solo miraba con sus ojos agrandados e inocentes a su abuela. – ¿Puedes describirlas?

-Pues – empezó Kohaku pensativo tocándose con el índice la punta de su barbilla. –La luz de mi onee-chan tiene un resplandor azul y es muy fuerte y está aquí – señaló su pecho. –justamente en el centro de pecho y la luz de Kagome está un poco más al lado – acercó su mano donde estaba el corazón. –y es rosa. – concluyó infantilmente.

Kaede posó una de sus manos sobre la melena de su nieto, acaba de darse cuenta de lo especial que era su pequeño nieto.

Un hueco apareció en una de las paredes del pasillo del hospital, un resplandor violáceo brilló intensamente a la vez que una figura, calzando botas negras, atravesó finalmente el hueco. El pasaje se cerró momentos después como si nunca había existido. Sesshomaru miró extrañado el lugar. Miró a la derecha y a la izquierda. Era un espacio totalmente cerrado entonces como era posible que tuviera tanta luz como si fuese de día.

Alzó la mirada para mirar hacia arriba pero al hacerlo la intensidad de las luces le ocasionó una terrible punzada en los ojos. Gruñó tapándose los ojos ¡en qué demonios se había metido! Esa cosa en el techo había intentado lastimarle los ojos y se lo haría pagar. Nadie intentaba atacarlo sin recibir su castigo. Al instante ajustó sus garras y en un solo movimiento rompió todas las luces del pasillo dejando a todo en oscuras.

Trozos vidriosos rodaron por el suelo, la oscuridad le caía mucho mejor que la maldita luz extraña. Olfateó el aire buscando la esencia de Rin. Logró coger un leve indicio, caminó por el pasillo pero a la distancia podía ver el abrupto pasaje entre la oscuridad y aquella luz anormal. Endureció su mirada preparó nuevamente sus garras otro que quería su fin. Volvió a romper las luces dejando otro pasillo completamente en oscuras.

Escuchó como varios se alarmaron por la oscuridad pero a él no le interesaba aunque no le gustaba para nada que el lugar estuviera repleto con el olor a humanos y con lo que odiaba a los humanos. Avanzó. Caminó con paso decidido por varios pasillos más y si uno estaba iluminado terminó por dejarlo en oscuras antes de que su vista se viera afectada nuevamente.

Finalmente dio con el cuarto, trató de correr la puerta. Encontró algo raro salir de la puerta, tocó el picaporte y trató de correrla pero la puerta no se abrió. Intentó nuevamente y la puerta no se movía por un solo centímetro. Estaba por perder la paciencia, la reencarnación de Rin estaba adentro y no iba a dejar que una puerta maldita le imposibilitara el paso.

Preparó nuevamente las garras para abrirse el paso tumbando la puerta. Rasgó la puerta pero no la tumbó, ¿qué clase de brujería era esa? ¿Acaso la puerta también le estaba declarando guerra al no dejarlo pasar a conseguir la reencarnación de su Rin?

Preparó su puño, si no funcionaba con garras entonces funcionará con el puño. Juntó su fuerza demoniaca haciendo que su brazo derecho resplandeciera en un acido verde. Golpeó la puerta y esa no pudo resistir y se abrió inmediatamente golpeando contra la pared. Entró, el cuarto estaba sumido en penumbras porque el pasillo no tenía más luz y porque las cortinas en las ventanas estaban tapando la verdadera luz del día pero lo que realmente terminó de descolocarlo era el hecho que acaba de entrar en un cuarto lleno de bebés.

De repente se sintió mareado por tantos escuincles pero logró mantenerse lo suficiente sereno por fuera para poder buscar con todos sus sentidos la esencia de Rin. Olfateaba entre cunas a la vez que avanzaba por entre ellas hasta que dio con la que tenía a la bebé que portaba la esencia de Rin. La vio dormir y al fijarse mejor vio que algo azul emanaba de su pecho.

Alargó dos de sus garras para tocarla pero, cuando estaba por lograrlo, sintió la presencia de alguien más.

REVIEWS…REVIEWS…REVIEWS…REVIEWS

¡Hola chicas/chicos! Aquí con una nueva historia. Por favor… no se confundan con el rating. El que haya puesto este fic bajo M no quiere decir que habrá mucho lemon, de hecho prepárense a que casi no lo habrá por la simple razón de que es tiempo para mí variar. La única razón pesada que lo puse bajo M es porque tendrá muchas peleas y porque black urora lo deseó.

Después, tomen este fic al estilo anime. Digo… yo lo trataré de hacer al estilo de anime de Inuyasha pero en escrito. El que quiera acercar el estilo no quiere decir que lo haré 100 % igual, solo meteré algunos elementos como las peleas, el viaje entre las épocas y un enemigo con un sinfín de vasallos a su disposición para conseguir poder. En serio que la trama que yo estoy formando no tiene nada que ver con la trama de Inuyasha.

Es un fic combinado porque tendrá escenas en época Sengoku pero también tendrá muchas escenas en la actualidad. Es muy temprano para cuestionarles mucho tal vez el principio del capi ha sido bastante confuso y estaría realmente impresionada si después de leerlo tienen más de 50% de idea de lo que trata. Por ahora solo les quiero decir que es totalmente normal que los capis sean confusos.

Digo, el fic empieza con una pelea entre Sesshomaru y su primo Akito y ni siquiera sabemos por qué. Bueno si sabemos, en parte, fue porque Akito mató a Rin pero no sabemos por qué la mató, si la mató a propósito o por accidente. No entendemos realmente que pasó entre Sessh, Rin y Akito. Menciono a unos hijos de Sessh y Rin pero solo existe uno.

Después, que puedo decir más sobre el capi sin revelar demasiado. Que generalmente ha sido un capitulo bastante triste y que espero lloraron en algunas partes o que por lo menos se le humedecieron los ojos. Luego, hubo varios momentos chistosos también así que hubo una dosis mediana de tristeza y humor.

Ahora… Sesshomaru la reacción que tuvo al llegar a esa nueva época creo que fue bastante normal. Digo… tal vez pensaron que su reacción a luz artificial era algo exagerada pero si lo ven desde otro punto de vista créenme que es completamente normal y lógica. Él es un demonio con sentidos muy agudos, tanto el olfato como el oído y por supuesto vista. Y digamos que nuestra época usa tantas sustancias químicas y artificiales que en un demonio como Sesshomaru puede causar un efecto negativo. En este caso que haya sentido punzadas al mirar directamente hacia la luz artificial. Porque puede ser más fuerte y porque Sesshomaru no está acostumbrado a eso y ser demonio podía afectarle. Ya verán eso en capítulos más adelante.

Si a ustedes le llamó atención alguna otra cosa más háganmela saber a través de review, como también háganme saber su opinión con su review. Trataré de actualizar cada viernes. Y ahora sin más que decir me despido ¡Hasta el viernes!