Bitácora del capitán: es 31 de diciembre del año 2014, a un par horas de dar por terminado el año me dispongo a actualizar estos capítulos olvidados por Dios.

Ya hablando enserio, ¿Qué tal? Prometí actualizar antes de que se acabara el año y por las barbas de mi abuela este año todavía no se termina òwó.

Ahora sí, si antes creía que me tardaba mucho en escribir ahora con trabajo, tesis y proyecto final de grupo siento que me muero. NOT YET!

Agradezco a todos los que se han dado una que otra vuelta por estos recónditos lugares para ver si hay alguna novedad y a los que no… pues también.

Para ustedes y siendo todo por el momento, disfruten de las actualizaciones y como siempre nos leemos al final.


Cap. 10 Llamando a la realidad.

Música, risas y siluetas que bailan y conversan entre sí era todo lo que podía notar a su alrededor, mientras bebía de su vaso de soda sus ojos rojos parecían perderse entre el tumulto de personas en busca de una respuesta cuya pregunta ignoraba.

Un persistente eco en sus oídos comenzaba a crisparle los nervios y aun así permanecía quieto, como si fuese una fría estatua de piedra capaz de respirar.

-…Kido… –un quedo murmullo se escuchó a su lado aunque eso no basto – Kido –volvió a repetir la voz sin éxito alguno – ¡Kido! – Repitió por tercera vez logrando que con un respingo el de rastas voltease a verle al único ojo visible que Sakuma Jirou le mostraba un tanto molesto.

-¿Q-qué pasa, Sakuma? – Preguntó el castaño confundido.

-¡Nada de "¿Qué pasa, Sakuma?"! – Se quejó el peli-largo poniendo ambas manos en la cadera, era el colmo, desde que llegó a aquella improvisada fiesta había intentado hablar con el oji-rojo, pero éste parecía ni siquiera estar presente en el mismo edificio – Estás completamente ido… ¿Te sientes bien? –

- ¿Eh? – Respondió distraído sobresaltándose de inmediato al notar la severa mirara del moreno fija en él – P-perdona – dijo con cierto nerviosismo pasando su vendada mano derecha por sobre sus rastas – yo sólo... he tenido muchas cosas en la cabeza últimamente –

-… Ya lo noté – dijo el peli-largo en un suspiro mientras tomaba con cuidado aquella mano herida – Kogure me comentó lo que pasó –

El corazón de Kido se agitó con el recuerdo de esa misma mañana apartándose, en un acto reflejo, de aquel contacto y dejando a Sakuma confundido.

-Lo siento ¿te lastimé? – Preguntó con verdadera preocupación bañando sus palabras.

-N-no… Yo… estoy bien. En serio – agregó lo último tras ver la incrédula expresión en el rostro del moreno mientras se frotaba con suavidad el dorso de la mano.

Sakuma iba a argumentar algo, entonces un superficial alboroto en la entrada llamó la atención de ambos jóvenes.

No muy lejos de donde se encontraban un nuevo invitado hacía su aparición pasando a través del gentío saludando a los que había a su alrededor. El pulso del oji-rojo se aceleró al tiempo que veía aquella persona caminar directo y sin escalas hacía la chica festejada dándole un sorpresivo abrazo.

-Hola, lindura ¿Esperaste mucho por mí? – hablo el oji-verde suavemente al oído de la joven de azulados cabellos.

-¡Fudou-san! – Exclamó Haruna regresándole el gesto mientras una enorme sonrisa se posaba en su rostro – ¡Qué bueno que pudo venir! –

-Ni de loco faltaría. Lo que me recuerda… – Dijo apartándose y sacando con cuidado del bolsillo trasero de su pantalón un crisantemo blanco ofreciéndoselo a la joven – Un amigo mío se moría por venir, tanto así que te manda este obsequio desde el más allá –

-Que dulce detalle, gracias Fudou-san – contestó aceptando la flor e ignorando los significados tras ella – ¿Puedo ofrecerle algo de tomar? –

-Descuida linda, desde hace rato vi donde está la barra de licores y planeo ir a servirme un buen trago. Disfruta de la fiesta, y aunque ya te lo hayan dicho mucho el día de hoy, lo repetiré: Bienvenida a casa, no es exactamente tu casa, pero bienvenida al fin y al cabo – dijo con una sonrisa juguetona en los labios acariciando dulcemente la cabeza de la peli-azul.

Tras recibir una tierna sonrisa acompañada de un "gracias" Fudou se apartó por un camino previamente definido, pues la barra de licores no era lo único que divisó en cuanto entró, su plan para esa noche era sencillo: beber, charlar con sus conocidos, pasar mínimo dos horas evadiendo a su antiguo mejor amigo y argumentar un largo y cansado día de trabajo para volver a su casa sin causar mayores ajetreos.

A pocos pasos de llegar a la barra se encontró con Genda quien tras superar el miedo de que le rompieran la nariz si se acercaba demasiado a la ya no tan pequeña Haruna, había recuperado su cercana amistad con aquel par de hermanos. Un apretón de manos y un superficial abrazo fueron el usual saludo de aquellos jóvenes que entre bromas se ponían al corriente de sus vidas.

La preocupación del peli-caoba fue notoria al ver la cicatriz, resultado del cercano encuentro con la muerte de su buen compadre, aunque estalló de inmediato a carcajadas al enterarse de la "historia completa" (sin dar demasiados detalles del chantaje y el trato final).

-Pues te lo mereces por idiota – Le dijo su amigo entre risas.

-Pues tú también te merecías que te rompieran la nariz y no te lo estoy echando en cara ¿o sí?– contesto el oji-verde con una dolida burla, pues era consciente que Genda hablaba con la razón.

Rieron, bebieron y se golpearon amistosamente los brazos, sólo eran dos viejo amigos disfrutando del momento.

No muy lejos de ahí Kido observaba, sin apartar la mirada ni un segundo, miraba fijamente al recién llegado ¿Sabría que estaban bajo el mismo techo? Y más importante ¿Habría ido a la fiesta aun sabiendo eso?

Muchas más preguntas sin respuesta clara pasaban a toda velocidad por la mente del joven todo lo puede, pero… ¿Qué podía hacer él al respecto?

Por otra parte el ojo visible de Sakuma, impregnado con el más puro fastidio viajaba de su deseado Kido al bastardo de Fudou una y otra vez, tronando la lengua en un claro gesto de desagrado y sin poderlo soportar más acerco su mano derecha al rostro del oji-rojo chasqueando sus dedos consiguiendo que, con un ligero sobresalto, Kido finalmente volviese a prestarle atención.

-¿Ahora qué hizo el bastardo? – Preguntó de mala gana interponiéndose entre Kido y el lejano Fudou.

Kido no respondió. El mero recuerdo de lo acontecido hacía apenas dos días le impedía pensar en cualquier otra cosa que no fuese las manos del oji-verde sobre su cuerpo, marcando como suyo cada centímetro de piel a su alcance y llevándolo sin compasión alguna a la completa locura. Apartó la mirada, intentando ocultar en vano la vergüenza que lo acogía.

Más ese pequeño acto, para muchos insignificante, bastó para que la expresión del moreno se endureciera y su sangre comenzase hervir. Además de eso y, como si de una aparición se tratase, Sakuma notó algo en Kido, algo tan pequeño que hasta hace unos segundos no le había encontrado un significado diferente a un mosquito muy hambriento.

En el cuello del de rastas, a duras penas cubierto por el cuello bien abotonado de la camisa, una profunda marca roja resaltaba tímidamente y en menos de un segundo las hábiles manos de Sakuma ya habían comenzado a aflojar la corbata y los botones de la prenda ajena apartándolas y exponiendo así la piel oculta del oji-rojo cubierta en gran parte de besos y mordidas que apenas empezaban a querer desaparecer.

-¡S-Sakuma! ¿Q-qué crees que estas h-haciendo? – se quejó Kido apartándose de inmediato del joven médico sintiendo como un extraño y aterrador escalofrió le recorría la columna vertebral.

Sakuma no dijo nada, permaneció quieto con la vista perdida en aquellas pequeñas marcas que Kido intentaba cubrir con tanta desesperación. Con la respiración agitada, las manos hechas puño, la rabia corriendo por sus venas y su ojo comenzando a salirse de su órbita usual el moreno hablo en un susurro intentando en vano sonar calmado.

-¿AHORA QUE HIZO EL BASTARDO?

Y en ese momento Kido guardó silencio.

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La música a todo volumen y las bulliciosas personas a su alrededor no bastaba para opacar las ruidosas carcajadas de aquellos jóvenes que sin soltar ni un segundo sus respectivos vasos disfrutaban de la noche con la mejor de las actitudes.

-¿Enserio le hiciste eso a Fubuki? – preguntaba Genda sin poder dejar de reír.

-Claro que sí, se lo ganó a pulso – le respondió Fudou entre risas dándole un nuevo trago a su bebida deseando que el alcohol lo ayudase a olvidar todo aunque fuese por una sola noche.

Ensimismados en su conversación ninguno de los dos se percató del barullo que se acercaba a ellos hasta que fue muy tarde.

-¡Fudou bastardo! – Se escuchó un grito por encima de la música haciendo que el aludido voltease solo para ver como un puño fuertemente cerrado se acercaba a gran velocidad hacia su rostro impactándolo y haciéndolo caer de espaldas sin saber qué había sucedido.

Aturdido y confundido, Fudou intentó incorporarse aunque un cuerpo sobre su ser, ahora bañado del alcohol que el mismo se había servido, se lo impedía mientras que una lluvia de golpes se cernía sobre su rostro sin dejarle otra opción que usar sus brazos como un triste escudo.

La música había dejado de sonar y las personas se apartaban formando un círculo alrededor de tal escena sin saber porque empezó o cómo detenerla.

-¡Maldito infeliz! – Continuaba gritando Sakuma, que al no recibir una respuesta clara por parte de Kido había imaginado el peor de los escenarios y sin decir una sola palabra se había abalanzado contra el desprevenido oji-verde – ¿¡Cómo te atreviste!? –

Después del shock de ver a su buen compadre ser derribado de un golpe Genda reaccionó lo suficiente para intentar detener sin mucho éxito a Sakuma.

Por otro lado Kido hacia hasta lo imposible por tratar de pasar a través del mar de personas en busca del moreno que sin decir nada había salido corriendo con una expresión en el rostro que le daba un mal presentimiento.

Tras varios segundos de no poder hacer otra cosa más que recibir golpes, Fudou ya se había recuperado lo suficiente para comprender un poco lo que pasaba en ese momento, así que cansado de esa situación, con un suspiro de fastidio y un simple movimiento, se las ingenió para detener uno de los puños de Sakuma y derribarlo en el suelo sometiéndolo fácilmente.

Con el labio partido, sus mejillas comenzando a hincharse y el lema de la Ley de Talos muy presente en su cerebro, Fudou cerró empuño su mano derecha levantándola por encima de su cabeza con la clara intención de devolverle todos y cada uno de los golpes que había recibido hasta hacer a Sakuma, que continuaba maldiciendo al oji-verde, rogar misericordia.

Segundos después dejó caer su puño añorando por el momento en el que éste impactase contra ese odioso rostro, pero… – ¡Fudou, detente! – gritó una voz y de inmediato se detuvo a centímetros de su objetivo.

Si se tratase de una voz cualquiera la habría ignorado cumpliendo su deseo de romperle la cara a golpes a la pequeña perra mal parida, pero no era una voz cualquiera ¡Era "su" voz! Kido estaba a sus espaldas a no más de metro y medio hablándole directamente a su persona.

Sus músculos se tensaron y su respiración se entrecortó ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué siempre era así?

Apartó a Sakuma empujándolo contra el suelo y se puso de pie sin atreverse a mirar de frente a quién lo había detenido, el moreno por su parte se incorporó como pudo con la clara intención de seguir golpeando a Fudou, intención que habría logrado si Genda no lo hubiese sujetado por la espalda justo a tiempo.

-¡Bastardo infeliz! – Continuaba Sakuma gritando como histérico mientras intentaba zafarse del agarre del peli-caoba – ¡Suéltame, Genda! ¡Aún no he terminado con él! ¿¡Cómo te atreviste a hacerle eso, maldito!? –

Las palabras del joven médico comenzaban a alterar a Kido y a fastidiar a Fudou que más preocupado que molesto decidió terminar con ese embrollo de una buena vez.

-¡Vaya! – Elevó la voz lo suficiente para callar a Sakuma por un segundo mientras mostraba una cínica sonrisa – Parece que ahora sí he metido la pata hasta el fondo, pero ¿sabes? He estado jodiendo a tantas personas en los últimos días que no estoy muy seguro de qué hice esta vez para merecer este "público" castigo ¿Te importaría recordármelo? ¿¡Qué fue exactamente lo que hice ahora!? ¡RESPONDE! – Concluyó gritando sorprendiendo a todos.

Apenas en ese instante Sakuma guardó silencio percatándose del ambiente que los rodeaba, todos los presentes permanecían expectantes a lo que sucedía, curiosos de saber que había desencadenado tal pelea. Todavía molesto el moreno dejó de dar pelea y se mordió el labio sintiéndose impotente y frustrado.

Y a pesar que la situación ya se había calmado un poco el ambiente seguía sumamente tenso y lo único que se podía escuchar eran los muchos murmullos que comenzaban a sacar disparatadas teorías sobre lo sucedido.

El corazón de Kido se encogía de vergüenza y sólo deseaba desaparecer para siempre de ese lugar sin dejar rastro alguno y eso era algo que Fudou sabía a la perfección sin tener que verlo directamente, debía actuar y debía hacerlo rápido.

-¡F-Fudou-san! – Exclamó la asustada voz de Haruna que temblando de preocupación se acercaba al de ojos verdes – ¿S-se encuentra bien? – pregunto dudando si debía tocar las heridas de a quien siempre vio como el mejor amigo de su hermano mayor.

-Claro que sí, linda – Respondió sin darle importancia mientras se limpiaba con el dorso de la mano el sutil rastro de sangre que brotaba de su labio, aunque al notar la cara de la joven continuó – Tranquila, un niño de seis años podría causarme más daños que el idiota de Sakuma, te lo digo por experiencia propia – concluyó guiñándole un ojo logrando que la asustada Haruna sonriera un poco.

Pero eso no era todo, oculta tras esa sutil sonrisa permanecía la latente curiosidad de saber el verdadero trasfondo de lo ocurrido y antes de que alguien más pudiese decir algo decidió aprovechar esa inusual oportunidad para emprender una no tan elegante retirada.

-¿Sabes qué, linda? Creo que estoy arruinando tu alegre fiesta. Lo mejor será que me retire – dijo con una superficial sonrisa en el rostro.

-P-pero… – intento replicar la peli-azul, pero el tierno beso que el de ojos verdes le dio en la frente se lo impidió.

-Sigue disfrutando de la fiesta, linda – le dijo en un susurro mientras se alejaba – Tú eres imbécil – Le dijo a Sakuma al pasar a su lado – Y a ti luego te hablo – agregó, esta vez dirigiéndose a Genda mientras continuaba su camino a la salida con la frente en alto aunque al estar a unos cuantos pasos de su objetivo giró sobre sus talones extendiendo los brazos y exclamó solemne – ¡Personas! Por esta noche paso a retirarme, pero si alguien siente curiosidad por lo ocurrido esta noche le pido de la forma más atenta que me pregunten directamente, así podré mandarlos muchísimo al diablo de forma personal, de lo contrario les recomiendo que lo olviden. Buenas noches y que se diviertan – concluyó con un tono jovial y divertido, pero que dejaba en claro que iba muy en serio.

Tras su partida pasaron varios minutos de incómodo silencio antes de que la música volviese a sonar y todos poco a poco volviesen a sus respectivos asuntos, todos menos uno, el joven de rastas permanecía con el corazón acelerado, las mejillas encendidas y la mirada perdida hacia la entrada principal. La vergüenza lo asfixiaba y sin decir ni una sola palabra salió de ese lugar, desapareciendo entre la multitud sin que nadie, ni siquiera Sakuma, se percatasen de ello.

La noche transcurrió sin ningún otro incidente y antes de darse cuenta un nuevo día había llegado.

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Sus ojos rojos, hinchados por el cansancio, permanecían perdidos en la brillante pantalla de su teléfono celular que lentamente marcaba las cinco de la mañana con veinte minutos. No lograba recordar cuantas veces se despertó sobre saltado por el recuerdo de aquel ardiente cuerpo sobre él obligándolo a revivir a flor de piel cada sensación y sentimiento experimentado aquella noche, impidiéndole conciliar el sueño.

5:21 am

Se levantó de golpe abandonando la calidez de su cama y lanzando con enojo el pequeño aparato contra las mullidas almohadas que no pudieron brindarle ni un minuto de descanso, tomó un par de toallas, algo de ropa y se introdujo al baño metiéndose de lleno bajo el tibio chorro de agua.

Sabía que algo no estaba bien y el simple hecho de no saber con exactitud qué era lo estaba volviendo loco. Ya había tenido suficiente de sentir lastima de sí mismo, tenía que hablar con Fudou y resolver ese problema como los adultos que, supuestamente, eran.

El problema era: ¿Cómo?

No podía ir a su casa así como así, lo más probable era que en cuanto lo viera le cerrase otra vez la puerta en la cara, además de que estaba casi 100% seguro que sus recuerdos se harían mucho más vívidos ahí ¡No! Necesitaba un territorio más "neutral", pero aunque lo citase en algún lugar, Fudou podría no presentarse o en caso de hacerlo, la conversación podría volverse demasiado intensa para un lugar público.

-¿Entrenador Kido? – Tan concentrado estaba que no se percató de que ya había pasado más de medio día hasta que uno de los chicos del club de futbol al que asistía llamó su atención – ¿Se encuentra bien? –

-¿Qué? E-eh… Sí, de maravilla – mintió frotando un poco el puente de su nariz antes de acomodar sus usuales lentes de sol – ¿Qué sucede? –

-Nada en especial, sólo que luce preocupado – Ese era el colmo, si el chico más distraído de aquel pequeño club se había percatado de su pobre estado mental entonces tenía un severo problema – Debería tomarse un día libre, trabajar tanto no es bueno –

-Descuida, estoy per… – Dentro de su mente parecía haberse encendido un enorme farol que disipaba toda la neblina de dudas que lo cubría.

-¿Entrenador? –

-¡Estoy perfectamente! – Exclamo con una sonrisa en los labios levantándose del pequeño banco en el que llevaba casi una hora sentado sin moverse – ¿Podrías avisarle al entrenador Endou que iré a la oficina por un momento? – Le pidió al pequeño y confundido chico a la par que se daba media vuelta y comenzaba a alejarse de ese lugar sin siquiera esperar su respuesta.

La "oficina" no era otra cosa que un sencillo almacén donde a duras penas cabían 20 personas de pie, lo habían arreglado y acondicionado para ser la sala de juntas de aquel pequeño equipo de fútbol aunque su principal propósito era almacenar los balones y uniformes de los chicos al final de cada entrenamiento.

Cuando Kido entró el lugar se encontraba completamente vacío tranquilizándolo de cierto modo, y mientras encendía su portátil se preguntó cómo había sido tan torpe para no darse cuenta de una respuesta tan obvia. Si quería hablar con Fudou en un lugar donde éste no se sintiera amenazado, donde huir no fuese una opción y, más importante aún, donde en caso de necesitar ayuda alguien pudiese socorrerle, ese lugar sin duda era el trabajo del oji-verde.

Y a pesar de no tener ni la más mínima idea de en donde trabajaba su viejo amigo ese problema podía solucionarse en un instante.

-Internet – Se dijo a sí mismo.

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Kageyama Reiji es un importante y vanguardista empresario reconocido por apoyar a las pequeñas y medianas empresas mediante trabajos publicitarios en conjunto.

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Épsilon Empires.

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Tel. 81-3-xxx-xxxx.

"El gran genio todo lo puede Lord Kido ha vuelto a la jugada" – Pensó el joven de rastas mientras anotaba todos los datos en su teléfono celular. Apagó la portátil, tomó una hoja en blanco y sacando una pluma del bolsillo interno de su gabardina garabateó varias instrucciones sobre el papel, indicaciones claras y concisas de los ejercicios que debían hacer los chicos antes de dar por terminado el entrenamiento de ese día.

Tomó el papel, su teléfono, las llaves de su auto y salió como bólido de la oficina, pasando únicamente a despedirse de su compañero entrenador para darle las instrucciones que acababa de escribir y a disculparse por su temprana retirada.

Con el motor de aquel viejo accord rojo ronroneando como un gatito Kido comenzó a recorrer la ciudad a gran velocidad desplazándose por las calles con suma suavidad intentando mantener grabadas en su mente las preguntas exactas con las que exigiría una respuesta decente o por lo menos una buena explicación de todo lo que había pasado en las últimas semanas.

Por otro lado, en el interior de aquella recién investigada empresa, un grupo de jóvenes charlaban animados alrededor de "la fuente de la vida" una de las más novedosas máquinas de expreso que el jefe Saginuma había adquirido para alegrar a sus empleados y cuyo nombramiento se dio durante la única e irrepetible Doble Death Week.

-Escuchen muy bien mi consejo – Hablo Haruya, un chico pelirrojo con un remolino de cabello sobre su cabeza que asemejaba una pequeña flor – Si aman a alguien viólenlo. Si llama a las autoridades, nunca fue suyo, pero si lo disfruta, siempre lo fue. – dijo con un tono solemne ante las inexpresivas miradas de sus compañeros que tras un largo silencio respondieron.

-Que imbécil eres – Dijo Midorikawa un chico de tez morena, ojos negros y cabello verde cual pistache amarrado en una coleta de caballo.

-Pendejo – Hablo cortante Fuusuke un chico cuyo rostro, cabello y expresión parecían haber sido talladas en hielo seco.

-No es su culpa, su mamá lo dejo caer muchas veces de cabeza cuando bebe – Lo defendió otro pelirrojo de ojos verdes cuyo nombre era Hiroto.

-Recuérdame que si la policía me llama preguntando si te conozco pida que te den cadena perpetua – Hablo Fudou mientras encendía el tercer cigarrillo de ese día.

-¿¡Pero qué les pasa!? ¡Esa es la realidad! – Se quejó el insultado pelirrojo cerrando los puños, listo para dar pelea.

-La única realidad Tulipánman, es que las últimas dos neuronas que tenías en la cabeza parecen haberse puesto en huelga – Respondió Fudou guardando su fiel encendedor en los bolsillos de su pantalón – Y te recuerdo que no debes usar tus experiencias sexuales con la Princesa de Hielo como medida estándar para clasificar a las personas, es de mal gusto. –

Ante esa respuesta Hiroto y Midorikawa soltaron una carcajada mientras que Haruya y Fuusuke miraron con odio al oji-verde.

-¡Qué no me llames Tulipánman/Princesa de Hielo! – Gritaron ambos al unisón lo que causo una nueva oleada de risas.

"¿Me pregunto si se dieron cuenta que sólo negaron los apodos y no todo lo demás?" – Pensaba Fudou conteniendo una sonrisa.

Entre risas siguieron discutiendo ignorando al joven que acababa de entrar a la empresa que entre curioso y temeroso miraba todo a su alrededor.

Era la primera vez que Kido entraba en un lugar como ese y se preguntaba cómo y con quién tenía que hablar para encontrar a Fudou.

-Buenas tardes ¿Puedo ayudarle en algo? – La voz de una joven lo sacó de su ensimismamiento. La joven de rubios cabellos y mirada desconfiada lo observaba desde el otro lado de la recepción.

-Eh… bueno, y-yo – Toda la confianza que había acumulado parecía haberse quedado en su auto.

-¿Kido? – Una voz diferente se escuchó como un suave eco atrayendo la atención del joven – ¡Vaya sorpresa! ¿Qué te trae por aquí? –

Fubuki Shirou avanzaba dando alegres saltos hacia donde Kido se encontraba y si bien su actitud se sentía rebosante de energía su aspecto dejaba mucho que desear.

-¿Fubuki? ¿¡Q-qué diablos te pasó!? – Preguntó de inmediato Kido al ver a su antiguo compañero con el cuerpo cubierto de vendas, el rostro tapizado de parches médicos y su plateado cabello alborotado como si una bomba le hubiese explotado en la cara.

-Preferiría no hablar de ello – Dijo con un tono melancólico recuperando de inmediato su usual sonrisa – Y bien pequeño petirrojo ¿Qué te trae por estos lares? – Pregunto divertido.

-¿Petirrojo? ¿Por qué peti…? ¡No! ¡Por favor no me cambies de tema, y-yo estoy buscando a Fudou! – Exclamó conteniendo su curiosidad por aquel extraño apodo.

-Oh~ Ya veo~ – Dijo Fubuki divertido mientras una burlona sonrisa crecía en su rostro – ¡Muy bien! Deja que el buen Shirou se encargue de todo – Dijo hinchando su pecho con orgullo, y tomando a Kido de la muñeca lo adentró aún más en ese edificio.

Con paso veloz lo guio hasta uno de los compactos cubículos en el que, contrario a lo que el peli-plateado joven pensaba, no había nadie.

-Qué raro, él suele estar en su lugar a estas horas – Se auto cuestionó Fubuki – Posiblemente esté en el baño. Espera aquí Lord Kido, enseguida voy por él – Dijo desapareciendo entre los cubículos antes de que Kido pudiese siquiera decir algo.

Estando ahí solo y con su corazón latiendo más y más fuerte, se limitó a observar todos los detalles de aquella área de trabajo.

Pequeñas notas adhesivas estaban esparcidas por todos los muros, cosas que hacer, cosas por revisar, dibujos obscenos y lo que parecía ser una larga conversación de cosas sin sentido que por respeto no quiso revisar, fotografías grandes y pequeñas donde Fubuki y Fudou salían sonriendo y bromeando junto a otros jóvenes en algún bar o casa desconocida, muñecos miniatura, figuras armables y un par de cubos Rubick. Aunque entre todas esas cosas había una que atraía la atención de Kido en especial por que permanecía boca abajo, un fino marco fotográfico que a pesar del aire antiguo que poseía sus bordes no lucía gastados y parecía encontrarse en buen estado por lo que no pudo haberse caído solo.

Sin poder contener más tiempo su curiosidad tomo aquel marco entre sus manos revelando con cuidado la fotografía que se mantenía oculta.

Un fantasma del pasado, una antigua memoria, un viejo recuerdo, eso era.

Fudou y Kido después de conocerse sonreían felices de la vida dentro de aquella fotografía tomada tantos años atrás como un recuerdo de la primera vez que salieron a divertirse juntos.

El recuerdo de ese día y de muchos días similares comenzaron a brotar dentro del oji-rojo dificultándole el respirar. Con manos temblorosas devolvió el marco a su lugar apartándose de ese lugar.

Apenas se había alejado medio metro cuando una voz familiar le hizo dar un brinco, Fudou reía a carcajadas no muy lejos de donde él se encontraba, permanecía dándole la espalda ignorando por completo su presencia en ese lugar.

¿Cuándo había sido la última vez que escuchó a Fudou reír con tanta sinceridad? Ni siquiera podía recordarlo.

Pensó en acercarse, hablarle directamente y negarse a irse hasta que todas sus dudas fueran respondidas, pero un simple suceso le impidió seguir pensando.

Aunque más que un suceso, una persona. Una joven de rosados cabellos atados en un alto cairel al lado izquierdo de su cabeza junto con un mechón que atravesaba elegantemente su fino rostro, llevaba una chaqueta negra que se amoldaba a su delgada figura, una corta falda roja, unas largas medias negras que le llegaban por encima de las rodillas y unos botines negros.

Aquella joven llego corriendo a gran velocidad aferrándose a la espalda del oji-verde de un salto y que más que molestarse por el brusco ataque sorpresa dejó a la chica con cuidado en el suelo para abrazarla tiernamente con su brazo derecho.

Tras un par de miradas coquetas y unas cuantas palabras, que Kido no alcanzo a escuchar, los rostros de ambos jóvenes comenzaron a acercarse poco a poco el uno al otro.

Kido estaba sin habla, su mente era un caos y antes de que llegara el inevitable fin de aquella escena salió corriendo sin mirar atrás.

-¿Por qué siempre te niegas a usar tu propio encendedor, Shinobu? – Cuestiono Fudou mientras se alejaba de la joven cuyo cigarrillo acababa de ayudar a encender.

-¿Por qué debería gastar mi encendedor cuando puedo usar un cigarro ya encendido? – Respondió Shinobu exhalando una delicada nube de humo.

-Siempre es lo mismo contigo, mujer – Se quejó Fudou.

-Lo mismo digo de ti, hombre – Se quejó Shinobu.

-Ya consíganse un cuarto de hotel, tortolitos – Se quejó Haruya metiéndose en la conversación.

-Y tu Tulipánman, ya llévate otra vez a la Princesa de Hielo al cuarto de audio – Refuto Shinobu.

-¡Qué no me llamen así! – Se quejaron al unisón Haruya y Fuusuke.

Todos rieron entretenidos ante toda la discusión, pues finalmente la tensión de la Death Week se estaba desvaneciendo.

-¡Marco-Fudou! – Se escuchó el reconocible grito de Fubuki salir de entre los cubículos.

-¡Polo-yo! – Respondió Fudou buscando de dónde provenía la voz de su amigo quien en cuanto vio al oji-verde salió corriendo hacia él saltándole encima como lo había hecho Shinobu momentos atrás, pero contrario a la chica, detuvo el avance del joven de golpe colocando su mano derecha sobre el lesionado rostro de Fubuki.

-¡Qué cruel, Fudou! ¿Por qué me maltratas tanto? – Cuestionó Fubuki con tristeza frotando suavemente la punta de su nariz.

-Cosechas lo que siembras – Respondió serio dándole otra chupadita a su cigarro antes de continuar – ¿Y bien? ¿Para qué me buscabas? –

-¡Ah! ¡Lo había olvidado! Tienes visitas – Dijo sonriendo con picardía ante la confusa mirada de Fudou – Un pequeño y lindo petirrojo espera por ti en tu cubículo – Concluyó disfrutando como la expresión del oji-verde pasaba de confusión a sorpresa y luego a un palpable miedo acompañado de un sudor frío.

Sin decir ni una palabra Fudou salió corriendo a toda velocidad hacia su lugar de trabajo encontrándolo justo como lo había dejado una hora atrás: Vacía. Revisó bajo la mesa y en los cubículos cercanos y nada. Con la respiración acelerada regresó veloz sobre sus pasos.

-Fubuki ¿Dónde está? – Le preguntó a su compañero peli-plateado con notario enojo.

-¿No está en tu lugar? –

-De estar ahí no te estaría preguntando ¿o sí? – La preocupación que estaba comenzando a sentir le impedía modular su tono de voz.

-Fudou – Hablo una voz a sus espaldas, al escucharla el nombrado volteo rápidamente, pero al ver a la chica rubia de la recepción chasqueó la lengua completamente molesto.

-¿Qué quieres? –

-Que pésimo carácter – se quejó la joven – Solo vine a decirte que el chico que te estaba buscando ya se fue –

-¿¡Qué!? ¿Por qué? –

-¿Qué, me ves cara de adivina? Solo dijo que tenía algo que hacer y se fue – Dijo indignada dando media vuelta regresando a su lugar.

Fudou sentía el corazón en la garganta. Después de todo lo que había pasado entre ellos, de todo lo que le había hecho y de cómo lo había tratado ¿y ahora, ahora Kido iba así como así a buscarlo a su trabajo? No, eso no estaba bien. Algo importante tenía que haber pasado, pero ¿Qué?

-Haruna – dijo en un susurro dando media vuelta echo a correr con teléfono en mano hacia la "prisión" que era una amplia habitación donde uno de sus muros había sido remplazado por una alta y gruesa reja dando una "agradable" visión de la calle principal.

La prisión que no era otra cosa que el comedor de la empresa estaba llena de mesas, sillas y bancas puestas por doquier y ya que debido a la gran cantidad de máquinas y aparatos que había en el interior, aquella zona era la que contaba con mejor recepción telefónica.

Marcó aquel número tan conocido para él, pero ante de dar comienzo a la llamada se detuvo. No podía, simplemente no podía hacerlo, el escuchar su voz directamente a través del teléfono sería como el cuchillo que evadió su corazón. Borro los números que había marcado y en su lugar accedió al directorio telefónico buscando a la fuente de su preocupación.

¡Ring! – sonó una vez.

¡Ring! – sonó dos veces.

¡Ring! – sonó tres veces y finalmente contestaron.

-[¿Bueno?]

-Haruna, linda ¿Eres tú? – Su preocupación había crecido tanto al grado de ser completamente palpable.

-[Sí, soy yo ¿Pasa algo malo, Fudou-san?] – Preguntó Haruna tras reconocer la voz del oji-verde.

-Eso mismo era lo que te iba a preguntar ¿Está todo bien? – Preguntó temeroso, pues el único motivo por el que creía que Kido iría a buscarlo sería porque algo malo le había pasado a la pequeña Haruna.

-[¿Quién? ¿Yo? Sí, estoy perfectamente ¿Por qué, paso algo?]

-¿Eh? No, todo está bien, solo me preocupe un poco – respondió soltando una bocanada de aire y llevándose a los labios su olvidado cigarrillo para tranquilizarse un poco.

-[¿Preocupado? ¿Por qué?]

-¿Eh? Pues bien… – Fudou dudó un momento antes de responder – Pues, Kido vino a buscarme al trabajo hace un rato, pero se fue antes de que pudiese verlo así que pensé que algo debió de haber pasado –

-[Ya veo… Fudou-san… usted y mi hermano… ¿Se pelearon?]

Fudou tragó seco.

-Pues… n-no, no es como si nos hubiésemos p-peleado – Confesó con cierta vergüenza recordando lo diferentes que fueron todas las peleas tontas y discusiones que había tenido con el oji-rojo hasta ahora.

La suave risa de Haruna al otro lado del teléfono le pareció alegre y ligeramente burlesca.

-¿Qué es tan divertido? – Preguntó ya más tranquilo el oji-verde.

-[Definitivamente usted y mi hermano son tal para cual] – Dijo Haruna ignorando el ataque de tos que le había dado a Fudou ante sus palabras – [Es que mi hermano me respondió exactamente lo mismo cuando le pregunte]

Un doloroso palpitar brotó en el pecho de Fudou que con paso lento avanzó hasta sentarse en una banca pegada a la reja dándole la espalda a la calle principal.

-Así suele pasar cuando sucede y sucede lo que acontece, linda – Dijo fingiendo una sonrisa – Por cierto… ahora que sé que estas bien, tengo que regresar a trabajar –

-[Claro, Fudou-san. Espero que las cosas entre usted y mi hermano se arreglen. Bye, Bye]

-Bye, Bye linda – Dijo antes de terminar la llamada recargándose sobre el respaldo de la banca con la cabeza hacia atrás, su cigarrillo en los labios y la imagen de Kido grabada en su cerebro – ¿A qué diablos viniste? – le preguntó al viento en un susurro sin pensar siquiera en recibir una respuesta.

-Con esa actitud dejaré de preocuparme por ti – Respondió una voz y al instante Fudou se incorporó sobre la banca regresando de inmediato a su posición desparramada al ver quien le hablaba. En la entrada de la prisión, Shinobu permanecía de pie con los brazos cruzados y una expresión de pocos amigos.

-Esa pregunta no iba para ti, pero aun así ¿Por qué estás aquí, Shinobu? –

-¿Y qué esperabas? – Preguntó relajando su expresión y caminando hacia Fudou – Primero sales corriendo como alma llevada por el diablo, luego vuelves molesto como si hubiesen vuelto a llenar tu computadora de virus, te pones pálido como si hubieses visto a la señora del aseo sin maquillaje y te vuelves a ir como si el jefe te estuviese pidiendo ayuda para hacer el inventario de fin de año – Al llegar a donde estaba Fudou no se detuvo ahí, colocó una rodilla a cada lado del oji-verde sentándose sobre su regazo con una mano sobre su pecho y la otra sobre el rostro ajenos pidiendo la atención del joven que le fue otorgada segundos después – Has estado actuando muy raro a últimas fechas ¿Está todo bien? –

El castaño suspiró pesadamente y cerrando los ojos se incorporó lo suficiente para ocultar su rostro en el suave pecho de la joven que lo recibía con tierno abrazo.

-Enserio, tu instinto maternal no deja de sorprenderme – Dijo riendo un poco antes de volver a suspirar – Metí la pata muy profundo –

-¿Y no puedes sacarla? –

-No en esta vida –

-Por eso siempre he dicho que los hombres son unos brutos sin remedio – Respondió Shinobu sonriendo tiernamente.

Permanecieron así por un rato dando y recibiendo consuelo hasta que el corazón de Fudou volviese a latir a su ritmo usual.

Sin embargo el rugir de un motor seguido por el rechinido de neumáticos quemándose contra el asfalto sorprendió a los jóvenes que separándose dirigieron sus miradas a la calle principal donde un curiosamente familiar auto rojo se alejaba a toda velocidad.

-Vaya lunático – Se quejó Shinobu poniéndose de pie – ¿Ya estas mejor? – Le pregunto al oji-verde ofreciéndole su mano.

Fudou se quedó pensando ¿Sería posible que ese auto fuese el de Kido? Era imposible, el de rastas era de los maniacos del orden, jamás había superado el límite de velocidad sin influencias externas (dígase: Haruna) además… ¿Qué no se había ido ya?

-Sí, creo que ya estoy mejor – Dijo aceptando la mano de la peli-rosa como apoyo para levantarse emprendiendo camino de regreso al interior de la empresa.

.

.

.

Aquella noche Kido intentaba de una y mil formas enfocarse en su trabajo, pero simplemente era imposible, la imagen de Fudou riendo con sus compañeros y abrazando a aquella linda chica se repetía una y otra vez en su cabeza.

La mente y corazón del oji-rojo era un completo caos, pero su viejo mejor amigo parecía no tener ningún problema con todo lo que había pasado y eso era lo que más lo fastidiaba.

-¡Hermanito! – Lo llamo Haruna desde la cocina – ¡Ya está la cena! –

-¡Voy! – Respondió dejando los papeles que intentaba leer y sus gafas de lectura sobre la cama.

Al llegar al comedor vio a su hermana menor y a su esposo hablando muy seriamente sentados juntos a la mesa, pero al verlo acercarse callaron de inmediato.

Kido no comentó nada, ocupó su lugar y tras agradecer la comida se dispuso a devorar cuanto alimento estuviese a su alcance pues con todo lo que había pasado se olvidó completamente de comer algo por la tarde.

La cena pasó tranquila, fue hasta el final del postre que los recién casados decidieron iniciar la conversación.

-¡K-Kido-san! – Exclamo Kogure más nervioso de lo usual – ¡Hay algo d-de lo que me gustaría hablar c-con usted! –

-Eh. Claro, Kogure – El oji-rojo no estaba de ánimo para nada aun así se esforzó todo lo que pudo para fingir una sonrisa – pero no es necesario que grites, dime ¿Qué sucede? –

-¡Si! ¡Perdón! Yo, lo siento, yo… – Comenzó a decir con sus mejillas tornándose de un rojo más intenso.

-Hermanito, lo que Yuya intenta decir es… Bueno, lo que nosotros queremos decirte es que… tu sabes, n-nosotros ya nos casamos y pues bien, nosotros… ¡Queremos mudarnos a nuestro propio hogar! – Soltó Haruna de golpe y los ojos de Kido se abrieron como platos por un segundo.

-Y-ya veo – Dijo el oji-rojo recuperando un poco de su escasa calma – ¿Y que tienen planeado? –

-Pues Yuya… –

-Y-yo – Intervino Kogure – hable con mi jefe y pues me dijo que podía darme un pequeño aumento, con eso y con lo que hemos estado ahorrando c-creo que podemos darnos el lujo de comenzar a pagar nuestra propia casa, así que… –

-Oh, suena bien – Dijo Kido pensando seriamente cada detalle – Entonces les ayudaré en todo lo que necesiten –

-¿En serio? – la sonrisa de Haruna comenzaba a soltar destellos de felicidad.

-A decir verdad yo también había estado pensando en mudarme – Confesó con una tristeza oculta tras una sonrisa.

-¿¡Eh!? ¿Por qué? – la notica tomó desprevenida a la joven.

-Pues… – Pensó un segundo antes de responder, después de todo no había rincón en aquella enorme casa que no le hiciese recordad los buenos momentos que pasó junto a Fudou – a decir verdad, en tu ausencia me di cuenta de que esta casa es demasiado grande para una sola persona, lo mejor sería que me consiguiera un espacio más apto para mí –

-Ya veo

-No te preocupes, Haruna – Dijo Kido intentando sonar confiable – Mañana hablaré con la encargada para avisarle y ahorrarnos el gasto del próximo mes de renta, después de eso tendremos cerca de un mes para encontrar un lugar que les guste y mudar todas sus cosas –

-¿Y tú, hermanito? –

Kido meditó un segundo.

-Creo que volveré a casa de los Kido, aunque esté en un distrito diferente podré seguir asistiendo al trabajo mientras me tomo mi tiempo para buscar un lugar para mí –

-¿Y Fudou-san sabe de eso? – Pregunto inocente ignorando el doloroso latir del corazón de su hermano.

-Esto no tiene nada que ver con él – Dijo dando por terminada la conversación y levantándose para llevar los trastes a la cocina.

En definitiva y a su parecer, alejarse para volver tomar las riendas de su vida era la única opción que tenía.


Chan chaka chan! Que les ha parecido la historia hasta este punto? Buena, mala, se merece una estrellita o un tomatazo? Que de ser lo último tendrán que esperarme a que vaya por Steve, él aguanta los ataques de verduras mejor que yo.

Ya poniéndonos serios… Si claro! Esa ni yo me la creo Jajaja

Pues me robare un poco de este espacio para hacer un comentario random, si quieren leerlo adelante, va para largo.

Hace unas semanas fui (junto con varios amigos del mismo grupo de la U) a la casa de una amiga que conozco desde la prepa, no recuerdo como o porque fue que nos empezamos a juntar específicamente en su casa, porque de todo el grupo de amigos ella es la que vive más lejos (con decir que en los eventos siempre ponemos como punto de encuentro el aeropuerto de Guadalajara XD) y bueno… el chiste es que nos reunimos, en cuanto todos comenzaron a llegar nos pusimos a hablar de diferentes temas: trabajo, crisis de la edad, tonterías, etc… lo que me encanto fue que en cierto punto nos pusimos a hablar de series de anime (comenzamos por pokemon y que Ash (Satoshi) con sus eternos 10 años aun no logra ganar ni un mísero campeonato de la liga pokemon) estuvimos hablando de diferentes temas como: censuras, traducciones, adaptaciones, doblajes y miles de cosas más y por un momento me quede de WOW! Realmente me hacía falta una de estas reuniones (por que por azares del destino este año no habíamos podido reunirnos como Dios manda)

Por lo mismo de que vive tan lejos las reuniones en su casa suelen extenderse hasta el día siguiente, pues a algunos los van a botar temprano (entiéndase que los van a llevar y que se regresen como puedan) y a otros les da flojera manejar de noche, así que pasamos el tiempo charlando y jugando hasta que el cuerpo aguante.

Esta vez jugamos dos juegos de mesa nuevos uno llamado "the resistance" (en el que soy pésima porque no tengo cara de póker) el juego consiste en que un grupo que se resiste al gobierno no se ha dado cuenta en que hay varios espías infiltrados que buscan arruinar sus misiones, el objetivo es que tienes que descubrir quien es quien (si espía o rebelde) y evitar que las misiones fallen (esto obviamente sin mostrar la tarjetita que dice que eres), cuando juegan muchos las cosas se ponen muy intensas òwó.

(Si hay dudas de este juego se le puede comparar al juego de los conejos del manga Doubt… claro sin los homicidios XD)

El otro se llama "Gloom" que me encanto y más por la introducción del juego "El mundo es cruel, el cielo gris y el té frio, pero hay una esperanza, se dice que entre mayor sea tu infelicidad en esta vida Mayor será tu recompensa en la siguiente" y de eso se trata básicamente el juego, cada jugador tiene una familia (bastante raras al puro estilo de Tim Burton) a las que tienen que hacer lo más infelices posibles antes de matarlos. Se escucha bien perturbador el asunto, pero es la cosa más divertida que he jugado por que tienes que ir contando una historia que involucre a los personajes (ya sean tuyos o de otro jugador) y que les pasa para darles puntos de infelicidad o de felicidad. Uno de los personajes de mi familia que me fascinó fue por así decirlo el "padre" que era literalmente un cerebro en una caja XD durante la última ronda que jugamos hubo un momento en el que ya había comenzado a matar a mis personajes que tenían muchos puntos de infelicidad y mis amigos (por no querer que les fuera a ganar) los estuvieron reviviendo varias veces D: y yo de ¡Ya déjenlos morir en paz DX! Jajajajaja estuvo bien entretenido.

Al final y tras una fiera batalla de Mario Kart nos fuimos a dormir relativamente temprano… a las 4 de la mañana XD

Ahora si voy al punto de este extraño monólogo (se es que se puede llamar así)

Ya que va a ser año nuevo propondré un brindis.

"Brindo por los amigos, mas no por aquellos que apenas son un capítulo más en nuestras vidas,
Sino por aquellos con los que se han llenado enormes libros de aventuras,
Por aquellos a los que aun después de tantos años continúan siendo una parte de la vida misma,
Por ellos que a pesar de tanto tiempo de no verlos a la hora del reencuentro no parece haber pasado ni un día.

Brindo por esos momentos en los que el odio aflora en la piel tras el primer golpe del tan temible "toma dos"
Cuando la conspiración y la traición son usadas para llegar a la victoria,
Y ruegas que los dados jueguen solo a tu favor,
Por aquellos a quienes maldice jurando una cruel venganza y que al final del juego abrazas prometiendo una sana revancha.

Brindo por aquellos a quienes amas de todo corazón y no dejas de darles pelea por dibujar un barco en vez de una palanca de velocidades,
Por las experiencias compartidas y la incitación a arriesgarse con nuevos juegos,
Por esas miradas discretas que solo sirven para anunciar el futuro triunfo
Y por eso momentos donde nos llamamos idiotas mutuamente al rompemos el cráneo buscando la respuesta a la sorpresiva pregunta del maratón,

Brindo por mis compadres y porque los años de conocerlos no sean ni siquiera la mitad de los que pasaremos juntos,
Porque sin importar los muchos cambios que tengamos en nuestras vidas encontremos en tan sencillas reuniones el consuelo y la energía para seguir adelante,
¡Por ellos bohemios!
Y que en los años venideros calvos, con canas, ciegos y sordos nuestros libros crezcan hasta convertirse en interminables enciclopedias"

Creo que ahora si me explayé bastante Jajaja pero es que enserio me hacía mucha falta una de esas reuniones XD

Y ahora retomo el contexto original de estopor favor no duden en dejar un review, PM, una crítica, una opinión o lo que gusten.

Si bien me muero de vergüenza al saber que alguien está leyendo las extrañas cosas que salen de cerebro, me llena de ilusión al leer lo que piensan de ello sin importar si es bueno o malo, yo lo acepto por igual.

Por eso los invito a que me pregunten lo que quieran, ya sea alguna sobre unas de las historias que he escrito, alguna duda existencial o alguna pregunta sin sentido como ¿porque es azul el mar? siempre procuro responder cuanto antes los mensaje que recibo.

También los invito a darse una vuelta por mi página "Black Cat Soul" en el cara-libro intento actualizarla seguido y por el momento estoy haciendo tiras cómicas de Así Pasa Cuando Sucede, pequeñas situaciones que a más de uno le debió haber pasado por lo menos una vez. Aún están en fase boceto porque todavía no me decido por un formato específico.

Creo que eso sería todo, nos leemos hasta el próximo año... en unos cuantos días más.