Capítulo 3: Noche de Amor.
En la casa de Linda había un despelote, puesto que familiares de ella y de Tulio no paraban de llegar al lugar trayendo comida, bebidas, y, por supuesto, muchos pero muchos regalos envueltos en elegantes paquetes con moños.
"¡Tulio, enciende la parrilla!" – exclamó Linda.
"¡Ya voy!" – dijo Tulio desde el patio trasero.
"¡Fernando, prepara la mesa!"
"¡Ahí voy, mamá!"
"Linda, déjame ayudarte a cocinar eso" – se ofreció su madre sonriendo.
"Oh, no, mamá, puedo hacerlo sola" – respondió Linda.
"¡Insisto!"
"De acuerdo" – aceptó a regañadientes.
Mientras tanto…
"Francisco, ¿podrías poner el carbón?"
"Claro, Tulio"
Francisco agarró una gran bolsa de carbón, la abrió y puso una moderada cantidad. Vertió alcohol, prendió un fósforo y encendió la parrilla.
"El fuego está listo, Tulio" – le informó.
Tulio agarró un gran trozo de carne de vaca y lo puso a asar.
"Esto quedará delicioso"
Blu caminaba hacia el centro de conservación sin dejar de mirar por detrás del rulo de la cola de Perla, cada vez sentía mas deseos de hacerle algo "malévolo"
"¿Qué pasa?" – preguntó ella al notar que él se estaba quedando atrás.
"Nada, sólo estoy mirando" – respondió sonriendo.
"¿Mirando qué?" – preguntó Perla mientras movía sensualmente el rulo.
Blu tragó saliva y se ruborizó al ver el movimiento del rulo, sacudió su cabeza para escapar de su trance por la atrapante vista de la zona íntima de Perla y sus crecientes e incontrolables deseos de aparearse y complacerla de una vez por todas. Tengo que mencionar que para Blu esto era todo un show.
"Estaba mirando el cielo" – respondió de forma estúpida – "Las estrellas son hermosas, ¿no crees?"
"Blu, no hay estrellas en el cielo" – dijo Perla mientras miraba hacia arriba – "¿Qué estás mirando?"
Blu no sabía de qué manera decirle a Perla de que estuvo mirando su cola, su rulo y su entrada por todo el viaje, pensaba que si se lo decía sería una falta de respeto a su intimidad, pero Blu se dio cuenta de que Perla caminaba y se movía sensualmente a propósito. De todas formas, no debía apresurarse a hacer algo tonto, como por ejemplo tocarla, un movimiento en falso con una de sus alas podría arruinarlo todo.
Para la suerte de Blu, se escuchó una explosión y el cielo se llenó de luces, definitivamente algún travieso estaba jugando con fuegos artificiales.
"Oh, Blu" – susurró Perla mirando las luces, muy asombrada – "Es hermoso"
"Te lo dije" – dijo él igual de asombrado – "Hay fuegos artificiales aún mejores" – agregó aliviado al notar que Perla se había olvidado de su pregunta.
"¿En serio?"
"Sí"
"Vaya" – murmuró mientras las luces desaparecían – "¡Me he perdido de esto toda mi vida!"
"Tranquila, esta noche será la mejor de tu vida" – aseguró Blu sonriendo – "El cielo se llenará de luces cuando sea medianoche"
"Hmm… eso suena muy romántico" – susurró ella.
"¿Por qué?"
"Ya sabes, en las películas de Disney la princesa debe besar o casarse con el príncipe cuando toque medianoche" – contestó Perla, cuyo rostro y ojos estaban iluminados por la emoción.
"Bueno… parece que nuestro caso es parecido" – admitió Blu, ruborizado.
"Pues sí, pero nuestro caso es mejor, porque a medianoche nosotros estaremos charlando a solas, y además habrán fuegos artificiales"
"¿Charlando a solas?" – preguntó Blu, sonrojándose aún más.
"Me habías prometido de que tendríamos algún momento a solas" – respondió Perla sonriendo – "¿Lo olvidaste?"
"No, no" – mintió – "Sólo se traspapeló"
"Aún no sabes mentir" – bromeó Perla, dándole un codazo amistoso.
Blu miró hacia el cielo, tratando de divisar algún otro fuego artificial. Para su desgracia, no había luces.
"¿Cuánto falta para llegar?" – preguntó Perla, emocionada.
"Unos diez minutos" – respondió.
"Bueno, vamos" – ofreció ella – "No tenemos que hacer esperar a Linda y a Tulio, seguramente se van a preocupar"
"¿Desde cuándo sientes deseos de estar con humanos?" – preguntó Blu.
"Quiero llegar lo más pronto posible, para que nuestro momento de estar a solas llegue más rápido" – respondió mientras se pavoneaba seductoramente a su alrededor.
Blu tragó saliva y miró el rulo.
Ella le sonrió al ver que la estaba mirando en su zona privada, puso un ala en su hombro y le sopló un beso. Blu desvió la mirada hacia la izquierda para que no viera que estaba sonrojándose.
"¿No quieres hablar aquí?" – ofreció Perla, con deseos sexuales muy activos – "Es una hermosa noche, no podemos desperdiciarla con humanos"
Blu se quedó pensando.
"Debemos aprovechar esta noche perfecta para nosotros" – continuó ella mientras cogía sus alas – "Sólo para nosotros"
"No lo sé…"
"Ven, conozco un juego perfecto para que podamos jugar solitos tú y yo" – dijo ella mientras lo arrastraba.
"Perla, espera" – susurró – "¿Cuál es ese juego?"
"Mmm… se llama el juego del amor"
"¿Juego del amor?" – preguntó Blu, ruborizado – "¿Es divertido?"
"Es extremadamente divertido, y además sólo se lo juega en parejas de a dos, o sea tú y yo" – respondió Perla, seductora.
"¿Es en equipos?"
"En este caso sólo somos nosotros dos, somos un equipo, y tenemos que cumplir con todas las reglas para que todo salga a la perfección y para que no haya ningún problema cuando empecemos"
"¿Cuáles son las reglas?" – preguntó Blu, sin entender de que Perla en realidad estaba buscando aparearse con él al jugar al juego del amor con ella.
Perla suspiró, decepcionada al notar que Blu no estaba captando la señal de que sentía deseos de que le haga el amor.
"Regla número uno, tienes que hacer lo que más desees" – respondió – "Regla número dos, tienes que hacerlo muy fuerte, regla número tres, trata de no gritar de placer para que no te escuche todo el vecindario, y finalmente, la regla número cuatro, seguir las otras tres reglas al pie de la letra"
"Parece un juego difícil" – opinó Blu, riéndose – "Hay muchas reglas, y no creo acordarme de todas"
Hubo un incómodo silencio.
"Perla, creo que no hay tiempo para jugar al juego del amor" – dijo Blu – "Tenemos que ir al centro de conservación ambiental"
"Maldita sea" – pensó Perla al ver que su primer intentó falló.
"¿Estás enojada por algo?"
"No" – respondió Perla – "Creo que me clavé una astilla en la pata" – mintió.
Blu se preparó para seguir con el viaje.
"Bueno, vamos" – susurró Perla mientras caminaba de aquella manera otra vez.
Blu desvió la mirada, tratando de evitar el sensual show de las caderas de Perla moviéndose a la izquierda mientras que su cola enrulada iba a la derecha y viceversa.
Pasaron aquellos diez minutos, y Blu estaba por darse un infarto de tantos deseos que sentía, pero este no era el día apropiado para crear bebés dentro del vientre de Perla, él tenía que cumplir con una de sus responsabilidades, aunque hacerle el amor a Perla y mantener su especie con vida era una responsabilidad infinitamente más importante. Blu se enojó por estar planteándose aquella delicada cuestión en su mente, no sabía si disfrutar la noche con Linda y su familia o disfrutar la noche con Perla en alguna habitación privada del centro de conservación ambiental.
Blu se elevó en el aire, estiró su pata y tocó el timbre.
Pasaron unos veinte segundos hasta que un hombre abrió la puerta y allí vio a los guacamayos.
Blu le sonrió y Perla agitó sus alas.
El hombre les cerró la puerta en sus caras.
"¡Papá!" – exclamó Linda desde el interior del edificio – "¡No seas malo!"
"¿Esos pájaros eran tuyos?"
"¡Pero si es Blu con su novia!" – exclamó.
"No es mi novia" – se quejó Blu en su mente.
Linda abrió la puerta.
"¡Hola, Blu!"
Blu y Perla batieron sus alas y aterrizaron en una mesa en el centro de la sala, donde todo el mundo los estaba viendo.
Linda fue al patio trasero.
"¡Tulio, Blu está aquí!"
"¿Vino con Perla?" – preguntó el doctor mientras se lavaba las manos.
"Sí, debes verla, está muy coqueta"
"¡Abran paso!" – exclamó Tulio mientras chocaba con sus familiares – "¡Abran paso, abran paso!"
Perla retrocedió, un poco asustada.
"Tranquila, no te va a lastimar" – le aseguró Blu sonriéndole.
"¡Hola!" – saludó el doctor – "¡Me alegro de verlos!"
"¡Igualmente!" – exclamó Perla, pero el doctor sólo escuchó un graznido femenino.
"¡Uuuyy!" – exclamó Tulio – "¡Perla, estás radiante!"
La guacamaya se ruborizó.
"Esas plumas, esos ojos, ese peinado, y ese… ¿rulo?" – el doctor miró el rulo con curiosidad – "¿Para qué te hiciste un rulo?"
Perla hizo una mueca y señaló sigilosamente a Blu.
"¡Oh, claro, ya entendí!" – dijo Tulio sonriendo picaronamente – "¡Tranquila, ya casi lo tienes comiendo de la palma de tu ala!"
Blu se ruborizó y miró el rulo otra vez con intención de presenciar otro provocativo show de las caderas de su contrapartida femenina.
"¡Mira, ya se está fijando en ti!" – exclamó el doctor alegremente.
Perla le sonrió, pero Blu no se lo tomó de forma simpática, así que le mordió la mano.
"¡Blu!" – exclamó Linda – "¿Qué te he dicho de darle mordiscos a la gente?" – preguntó severamente.
"Tiene razón, Blu" – le dijo Perla – "¿Desde cuándo muerdes a las personas?"
"Umh… la verdad no tengo idea" – respondió.
"Ya vengo, traeré a Fernando" – dijo Linda mientras subía por las escaleras.
Pasaron unos momentos, y todos los presentes se pusieron a charlar.
"¡Fernando!" – gritó Linda – "¡Pero qué diablos significa esto!"
"¡Uy, lo siento, mamá!"
"¿Qué te había dicho de abrir los regalitos antes de la medianoche?"
"¡Perdón, es que no podía soportarlo más!"
Todos comenzaron a reír desde el comedor.
Pasó un largo rato…
"¡Señores y señoras, es hora de la cena!" – exclamó Linda.
Toda la concurrencia se vio aliviada, tenían bastante hambre.
"¡El banquete llegó!" – exclamó Tulio mientras aparecía junto a Linda con carne de vaca, pollo, lechón, ensaladas y la clásica champaña.
Dejaron todo el banquete sobre la inmensa mesa.
"¡Cuidado!" – exclamó Linda al ver que Tulio estaba tratando de sacar el tapón de la champaña.
"Tranquila, lo tengo todo bajo control" – aseguró el doctor, pero un segundo después el tapón salió volando para todos lados, mencionando también que casi le pega en la cabeza a una mujer.
"¿Lo tenías bajo control?"
Blu aterrizó en el hombro de Tulio y Perla aterrizó en el hombro de Linda.
"¿Listos para un delicioso banquete navideño?" – preguntó Linda, esbozando una sonrisa.
Los guacamayos asintieron con la cabeza.
Un rato después…
"¡Mmm… esto está delicioso!" – exclamó Néstor, el padre de Tulio, al darle una probadita a la carne.
"¿Quién me pasa el chimichurri?"
"Aquí tienes"
Blu y Perla observaban como todos se divertían con charlas, chistes, anécdotas y viejos recuerdos. También observaban dos niños pequeños jugando por debajo de la gran mesa familiar.
"¿No se ven lindos?" – preguntó Perla, sonriendo al verlos.
"Eso creo" – contestó Blu algo confundido, pues Perla nunca había pensado que los humanos eran lindos – "¡Pero si son unos terribles!"
"¡Ayyy, pero si son tan inocentes cuando son niños!" – exclamó ella con un tono divertido – "¡Ya me dan ganas de tener uno!"
Blu tragó saliva al escuchar esa declaración tan íntima e importante.
"¿Ya ves que son terribles?" – preguntó él al ver que uno de los niños accidentalmente le dio una patada a una mujer que más tarde chilló de dolor.
"¡Marcos, Daniel, vengan acá!" – exclamó la madre de los niños, quienes luego de ser regañados terminaron contra la pared.
"¡Qué mujer tan rabiosa!" – exclamó Perla – "¡No me cae bien!"
"¿Por qué?" – preguntó Blu – "Una madre tiene que poner límites"
"Si yo fuera su madre no los castigaría por eso" – admitió ella, pensando en otras cosas íntimas – "Sólo son niños, son locos, juguetones e inocentes y nunca le harían daño a alguien, son muy amorosos"
"Vaya… ya suenas como una madre…" – murmuró Blu.
Pasaba el tiempo, todos reían, todos escuchaban y todos apreciaban la interminable y entretenida conversación.
Linda observó el reloj y vio que ya eran las once de la noche:
"¡Bueno, es hora del postre!" – exclamó mientras se acomodaba los lentes.
"¡Bien!" – exclamó toda la concurrencia.
Unos momentos después aparecieron Fernando y Tulio con una enorme bandeja que contenía una sabrosa ensalada de frutas junto con varias botellas de champaña y varias copas.
Al cabo de unos minutos todos los presentes saboreaban la ensalada de frutas de Linda.
"¡Linda, no sabía que cocinaras tan bien!" – exclamó Andrea, su madre.
"Bueno… todos tienen su primera vez, ¿no crees?"
"En efecto" – le correspondió Tulio.
Linda observó a los guacamayos, ellos estaban comiendo frutas.
"Oye Blu" – le llamó Perla.
"¿Qué pasa?"
"¿Por qué los humanos cortan las frutas en pequeños trozos?"
"Mmmm… es porque no les gusta comer frutas enteras" – respondió Blu, sonriendo.
"¿En serio? ¿Y por qué no les gustan las frutas enteras? ¡Son ricas!"
"No sé, Perla, creo que es por-"
"¡Bien, señoras y señores!" – exclamó Tulio interrumpiendo a Blu – "¡Creo que es hora de brindar!"
Todo el mundo corrió con sus copas a servirse champaña.
"¿Por qué o por quiénes brindaremos?" – preguntó Francisco, emocionado por el brindis.
"Me gustaría brindar por ellos" – respondió el doctor señalando a los guacamayos – "Son los últimos de su especie, y estoy seguro que un día, de que al menos un día se unirán en el amor"
Blu y Perla sonrieron avergonzados y ruborizados.
"¡Por Blu y Perla!" – exclamó Tulio alzando su copa.
Toda la concurrencia lo siguió y exclamó:
"¡Por Blu y Perla!"
"¡Qué sus vidas sean felices!"
Todos los presentes estallaron en aplausos y gritos.
"Ya casi son las doce" – dijo Blu mientras miraba el horizonte por una ventana.
Perla apareció por detrás de él y le preguntó: "¿Qué estás haciendo aquí?"
"Oh, Perla, sabía que me seguirías hasta aquí" – susurró él.
La parejita azul miró hacia el comedor y vio que la familia de humanos armaba un escándalo por la emoción de la Noche Buena.
"¿No sería mejor charlar a solas?" – preguntó Perla, mirándolo profundamente con esos ojos azules como el océano.
Blu asintió con la cabeza.
"Es por allá" – señaló – "Vamos"
Mientras caminaban hacia la habitación privada, se encontraron con escaleras.
"¿Cómo aprendiste a subir estas escaleras cuando no sabías volar?" – preguntó Perla.
"Es fácil" – dijo él, y subió un escalón – "¿Ves?"
"Sí, lo veo"
Blu subió otro más: "Es fácil, inténtalo"
Perla alzó una pata e intentó subir un escalón, al principio le costaba mucho, pero al final pudo ponerse al día con Blu.
"Las damas primero" – dijo él con caballerosidad.
Perla obedeció y siguió subiendo las escaleras.
Blu la siguió de cerca, aprovechando para mirar una última vez el rulo de la cola de su contrapartida femenina antes de iniciar la "charla privada". Para él era todo un show de cinco estrellas, ya que como el rulo levantaba la cola de Perla y él estaba un escalón por debajo, tenía una vista magnífica de su zona íntima y sagrada. El corazón le dio un brinco cuando Perla se agachó a propósito, y, más tarde, comenzó a caminar de la manera que Eva le había enseñado, moviendo su cadera y una pata a la izquierda y su cola a la derecha y viceversa.
Llegaron a la puerta de la habitación, Blu se elevó en el aire, sostuvo la manopla y la abrió. El interior de la habitación estaba bastante iluminado, había una gran televisión, un baño privado, una terraza, una cama para dos personas y un gran sofá lleno de cojines. Definitivamente era el cuarto de invitados.
"Que elegancia" – admitió Perla, impresionada.
Antes de que Blu pudiera decir algo, se escucharon muchos gritos desde el patio. El guacamayo miró el reloj de la mesita de luz y comprobó algo. Por fin habían tocado las doce.
"¡Perla, ya es hora!" – exclamó sonriendo.
Unos momentos después, la parejita azul se sentó a observar en la baranda de seguridad de la terraza.
"¡Tulio, ten cuidado!" – exclamó Linda, preocupada por su marido, quien traía un gigantesco misil pirotécnico.
"¡Tranquila, Linda, soy un experto en esto!" – le aseguró.
El doctor prendió un fósforo, lo acercó a la mecha y lo encendió. Salió corriendo hacia donde estaba la familia y exclamó: "¡Miren esto!"
El misil pirotécnico salió disparado a toda velocidad hacia el cielo. Al cabo de unos segundos estalló, y liberó consigo una inmensa cantidad de luces que no parecían tener fin.
Perla se asustó por el ruido de la explosión, pero Blu la contuvo.
"Tranquila, mira esas luces" – le susurró.
"Oh, Blu, es tan hermoso" – susurró ella mientras miraba la inmensa cantidad de luces iluminando el cielo.
Blu sonrió.
Pasaron unos diez minutos, y los dos guacamayos estaban extremadamente concentrados en ver y admirar todas las luces que invadían e iluminaban el cielo.
Perla apoyó su cabeza en el hombro de Blu y le dijo:
"Nunca había visto algo así"
"Yo tampoco"
"Pero me habías dicho que habías pasado muchas Navidades" – dijo Perla.
"Sí, así es, pero las Navidades en Minnesota no se comparan con las de Río de Janeiro" – le dijo Blu en respuesta.
"¿Por qué?"
"Por muchas cosas, allá hace mucho frío, casi nunca hay Sol, casi nunca deja de nevar, y además estaría sólo con Linda" – respondió – "Esta Navidad no sería feliz para mí si tu no estuvieras aquí acompañándome" – agregó cariñoso.
"Esto es tan mágico" – susurró ella – "Las luces en el cielo, el viento suave, el momento en sí es tan bonito, las luces son tan hermosas"
"Hermosas como tú" – le susurró Blu, acariciándola.
Perla sonrió, acercó su rostro y le dio a Blu su primer beso. Se abrazaron mutuamente con amor. El beso duró unos diez segundos, se separaron y se acurrucaron aún más.
"¿Esto significa que me amas?" – preguntó Perla.
"¿Es tan obvio?" – preguntó Blu con ironía – "Pues sí, te amo"
Perla sonrió.
"¿Y tú me amas a mí?" – preguntó él.
Ella no respondió con palabras, simplemente se arrojó sobre él y comenzó a besarlo por todos lados.
"¡Te amo!" – exclamó muy feliz.
Pasaron cinco minutos y ellos todavía estaban dándose besos, aquella unión no parecía querer tener fin. Unos tres minutos después se separaron, desesperados en busca de oxígeno.
"Eso fue genial" – susurró Perla dando un largo respiro.
"Sí, creo que sí"
"¿Y ahora qué?" - preguntó Blu.
"Blu, ahora somos novios, somos pareja, somos el uno para el otro, y nada ni nadie lo va a cambiar"
Perla tomó las alas de Blu y las condujo hacia sus piernas.
"¿Qué estás haciendo?"
"Oh, Blu, no sabes cuantos deseos tengo de perder mi virginidad" - susurró ella - "Quiero que seamos más que novios, quiero que seas mi esposo, y quiero que seas el padre de mis hijos"
"¿QUÉ?" – Blu estaba incrédulo – "Pero si estamos juntos hace diez minutos, es demasiado pronto para avanzar a ese nivel, ¿no deberíamos esperar más?"
Ella llevó las alas de Blu en medio de sus piernas, justo en esa zona sagrada.
Blu tragó saliva al sentir el toque mágico, no se esperaba esto tan pronto. (Y la verdad, ¡que bueno para él jajaja X)!)
Perla soltó un gemido y Blu sintió un gran hormigueo recorriendo su espalda.
"Blu, vamos a esa cama" – le susurró mientras se levantaba y lo arrastraba.
"¿Estás segura?" – preguntó Blu, que ahora estaba encima de Perla, cuyas piernas estaban muy abiertas.
Ella asintió con la cabeza enérgicamente.
"Oh, espera, tengo que hacer algo" – dijo él.
"¿Vas a tardar mucho?"
"Sólo serán diez segundos"
"De acuerdo, ve"
Blu batió sus alas, se dirigió hacia el interruptor de la luz y lo apagó.
Unos segundos después, volvió a la cama, donde más tarde se escucharon risitas y gemidos por parte de Perla.
¡FIN!
Wiiii xD!
¿No les dije que mantendría el Rating T? JAAAA! :D!
Disculpen la gran tardanza, estoy extremadamente ocupado por el Año Nuevo, ya que haremos un largo viaje para visitar a unos parientes lejanos, así que señores, no esperen más actualizaciones antes del Año Nuevo.
Si me encuentro con algo de tiempo, mañana actualizaré mis otras dos historias, pero lo veo difícil.
Gracias por leer este Fic.
Un saludo, su gran autor, Zir Agron.
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PD: a todas esas personas que leen mi historia y que no están registradas en la gran comunidad de Fanfiction, les invito con gran amabilidad a que se registren y hagan Fics de RIO o lo que deseen, sé que al principio se preguntarán "¿Y si mis historias no son buenas?" No pasa nada, nadie es perfecto y les aseguro que cuando yo me registré hace varios meses me estaba preguntando lo mismo, y ahora mírenme, me va bien, vamos damas y caballeros, les pido con amabilidad que se registren y ayuden a Fanfiction a alimentar sus secciones de RIO y/o de otras películas, series, libros, etc.
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