¡Hola queridísimos lectores! Estoy de vuelta con la actualización de esta historia. Primero que nada, pido disculpas por haber tardado mucho en continuarlo, pero estuve con muchos trabajos escolares encima. De verdad espero que me disculpen.
También les agradezco de corazón por seguir leyendo esta historia, por seguirla apoyando, y esperar pacientemente para que fuese continuada. De verdad gracias.
Y bueno, aquí está el capítulo. Disfrútenlo porfavor.
Fairy Tail no es mío, su propiedad es de Hiro Mashima.
Capítulo No. 03: "Insoportable"
-¡Vamos Elyze, yo sé que tú puedes!- grité con ganas, animando a la pequeña que trataba con todas sus fuerzas de manejar bien la bomba de agua, pero su magia estaba muy descontrolada, y terminó por explotarla en sus manos, haciendo que se mojara a sí misma. Sus mejillas se inflaron, desepcionada. Yo sólo sonreí, alentándola.
-L-Lo siento Juvia-sensei…- se disculpó, con una reverencia. Yo tomé sus hombros, sin dejar ir mi sonrisa.
-No te preocupes, es normal, apenas vas empezando. Ya verás que con el tiempo y la práctica, llegarás a dominar la técnica, solo sé paciente y perseverante…
Al escuchar mis palabras, sus ojos se deshicieron de la opaca sombra que los rodeaba, y tomaron un brillo esperanzador.
-G-Gracias, Juvia-sensei.
Le sonreí. Después, me centré en Oz y Vann, que ya habían derribado un gran número de rocas, con la técnica de lazzer acuático y bomba de agua, pero el que iba a la cabeza era Vann, con 10 rocas deshechas hasta ahora.
-¡Lo están haciendo muy bien, chicos!- los animé, haciéndolos sonreír. Eran muy buenos los dos, tenían un manejo de su magia formidable.
-.-
Después de un par de horas de entrenamiento, les concedí un merecido descanso. Oz intentó entablar plática con Elyze, y Vann se acercó a mí.
-Has mejorado mucho, Van.
-Gracias, Juvia-sensei- me contestó, sonriendo brevemente.
-Si sigues así, te aseguro que te convertirás en un mago competente para unirte a algún gremio- le dije, creyendo ciegamente en lo que decía.
-¿En serio?- preguntó, incrédulo.
-Por supuesto…
-Entonces, ¿podría unirme a su gremio?
Esa pregunta me sorprendió un poco debo admitir. No esperaba que Vann quisiera unirse a Fairy Tail.
-¿Y por qué quieres unirte a Fairy Tail?- fue lo primero que se me ocurrió preguntarle.
Él me miró fijamente, con un intenso brillo en su iris zafiro. Tomó una mano mía, helándome la piel.
-Porque no quiero separarme de usted….
Su rostro estaba demasiado cerca; empecé a hiperventilar, y mis mejillas se tiñeron de colorado. Esto era…extraño, pero me hacía sentir algo. Sus manos eran tan cálidas, y de alguna forma, se moldeaban a las mías. Por primera vez me fijé que era realmente guapo. Su mirada me provocó un escalofrío extraño en la espalda.
Pero, a lo lejos y sin que nadie lo notara, un par de ojos grises se fijaron en nosotros. Más precisamente en nuestras manos unidas. Sus ojos tomaron un tono oscuro muy tenebroso. Se volvieron fijos y letales, afilados y matadores. Ya no eran aquéllos preciosos ojos grises que juzgaban, ahora asesinaban sin siquiera darse cuenta. Y al dueño de esos ojos, algo se lo carcomía desde las entrañas. Algo que no estaba dispuesto a aceptar, a causa de su enorme ego.
Veía cada destello en los ojos de ese estúpido, cada relameo de labios que daba, cada respiración, cada pestañeo, cada centímetro que le quitaba a la distancia entre nuestros rostros…todo lo estaba enfureciendo.
De pronto, regreso de mi letargo momentáneo, y me aparto con una ligera brusquedad de él.
-V-Vann, y-yo…- logro articular, a pesar que mi corazón acelerado amenaza con convertirse en taquicardia.
Y él, al ver el estado en que me ha dejado, trata de arreglar las cosas.
-Juvia-sensei, lo siento es que…
-¡Juvia-sensei!- exclamó Elyze, salvándome la vida. Me levanté sin siquiera ser consciente de que lo hice, y prácticamente corrí a donde ella. Vann sólo soltó un hondo suspiro. Pero, ya no podía mas esconder aquello que sentía…
Gray al ver que la escena se había deshecho, volvió a su inexpresividad tan característica de él. Pero ahí, diminuta e imperceptible, se formó una sonrisa en sus labios; aunque aún no sabía la razón. Bueno, tal vez sí lo sabía, pero su ego más grande que el mundo le impidió aceptarlo.
-.-
El entrenamiento había terminado. Despedí a mis tres chicos, deseándoles suerte y que los esperaba mañana. Vann fue al último que despedí, diciéndole que tuviera cuidado al regresar a casa. Él se despidió de mi con un abrazo ligerito, y después de fue…
Caminando iba, lento. Su mirada estaba perdida, sin mirar a ningún lado, salvo el suelo. Revivía en su mente ese momento, en donde pudo sentir las cálidas manos de ella.
Esa mujer lo traía loco. Le hacía sentir como un completo idiota a sus ojos, y parecía que nada hacía bien si tenía su mirada puesta sobre él. Definitivamente, ella era toda una sorpresa. Además de hermosísima, era dulce y cariñosa, además de inteligente y sabia. Tenía una personalidad tímida, pero a la vez empática y amigable. La veía como al agua: aun con su color tan transparente, esconde muchos misterios, que sólo llegando hasta el fondo se puede descubrir. Para él, ella era así. Con sus ojos preciosos, castos; y su sonrisa, capaz de iluminar el mundo completamente. Para él, ella se había convertido en un mar implacable, que llenaba cada vez en mayor cantidad su corazón…
Sí, de alguna forma, se había enamorado de ella, de Juvia. A pesar de haber sido un tiempo cortísimo el que se conocían, ella lo deslumbró totalmente. Sonrió.
"Ella es…sí, ella es la indicada", se dijo en pensamientos, sin quitar su sonrisa. Pero, un fugaz pensamiento hizo que esa hermosa mueca pintada en su boca muriera en cuestión de segundos. ¿Y si ella tenía novio?, se preguntó.
"Ella ya me lo hubiera dicho…", intentó animarse con esas palabras. Pero, ¿quién era él para que su maestra le contara sobre su vida privada? Muy apenas pasaban de lo que era alumno/maestra, casi, casi se podría decir que eran amigos, pero no lo suficientemente cercanos como para que ella le tuviera ese nivel de confianza.
Entonces, algo llegó a su cabeza, más bien alguien. Gray Fullboster. Ese chico exhibicionista que tanto furor causaba entre sus compañeras féminas. Ahora que lo recordaba, su maestra se comportaba de una forma un tanto extraña cuando ese tipo andaba cerca de ella. ¿Ellos eran cercanos? Quería saberlo. De alguna manera presentía que entre ellos existía algo…
Suspiró. Él quería convertirse en todo para ella. Quería que, si ella en algún pasado suyo tuvo una mala experiencia, él quería convencerla de que con él todo sería distinto. Que él la amaba con locura. Con absoluta locura.
Se sonrojó al pensar eso. Era la primera vez que lo pensaba. Era la primera vez que se le confesaba a una mujer en sus pensamientos; la primera en que pensaba que una mujer era bonita. Vaya, ya estaba madurando. A pesar de contar con apenas 15 años, él era muy maduro para su edad…
…espera, eso era otro inconveniente: la edad. Ella le lleva 4 años. ¿Eso podría ser un impedimento? No estaba seguro. Sabía que de tener 19 a tener 15 años era una gran diferencia, no son el mismo tipo de pensamientos, ni el nivel de madurez. Pero, al menos quería intentar demostrarle a ella que era capaz de estar a su nivel, que él era maduro, seguro y responsable, como si fuera un chico de diecinueve años.
Oh vaya, estaba pensando demasiado en una misma cosa, algo no común en él. Pero ella lo obligaba a hacerlo, a pensar en ella, y a querer luchar por su amor.
Cansado, volvió a suspirar. Solo esperaba tener una oportunidad…
-.-
Juvia llegaba apenas a su casa. Eran las 8:00 pm. Llegó cargada de bolsas, ya que al último minuto Lucy, Myra, Levy y Erza la invitaron a ir de compras, ya que tenían la tarde libre. Y aunque ella se prometió no comprar nada, al final las ofertas terminaron convenciéndola, y se compró alguna que otra garrita que le gustó.
Dejó caer las bolsas al suelo, y suspiró de cansancio. Prendió las luces…
Pero lo que le esperaba ahí, la sorprendió.
-Bienvenida a casa, Juvia- exclamó una voz masculina, erizándole la piel. Era él. Estaba ahí, sentado en una de sus sillas del comedor, cruzado de brazos, sin camisa, y viéndola con una mueca sarcástica.
-¿Qué demonios haces aquí?- contestó, con la cara más pesada que pudo poner.
-Unos cuántos minutos.
Ella no respondió. Acomodó las bolsas en el sillón y colgó sus llaves. Luego se giró a verlo.
-¿Qué, piensas quedarte ahí toda la noche?- le espetó, con un deje de sátira en su voz. Él soltó una risa diminuta.
-Sólo si la pasamos en tu cama…
Una furia la llenó por dentro en cuestión de segundos. Era como si él le hubiese prendido fuego a una mecha, y la bomba hubiera explotado en su interior.
-Lárgate de aquí Fullboster- le dijo, dirigiéndose a la puerta y abriéndola para decirle con la mirada que se fuera.
-¿Hablas en serio?
-Muy en serio.
Soltó una carcajada, y luego volvió a mirarla fijamente. Silencio.
-¿No me oíste? ¡Dije que te fueras!- levantó un decibel su voz, tratando de no perder la paciencia.
-No lo haré.
-¿Por qué?
-Porque sé que en el fondo no quieres que me vaya.
-¿Estás idiota o algo?
-Jajaja, puede ser.
-Mira, no tengo ganas de jugar ahora, me siento cansada.
-¿De qué?
-No te incumbe.
Eso le heló la sangre. Juvia podía aparentar odiarlo, pero sabía que nunca sería capaz de aparentar frialdad…
-Estabas con ese.
-¿Qué?
-Estabas con ese crío estúpido.
-¿De qué hablas?
-Vamos, no te hagas la tonta Juvia.
Eso la indignó. ¿Quién se creía ese cabrón egoísta al llamarla tonta?
-¿Disculpa?
-¡Sé muy bien que estabas con ese Vann no-se-qué!
Su voz la alteró. Nunca, en lo que llevaba de conocer a Gray, lo había escuchado levantar la voz de ese modo, y con esa sensación que le provocaba.
-¿Y qué si estaba? ¿Qué más te da a ti?
La miró, furioso. Se puso de pie de un salto, agarró su delicado cuello con una de sus manos, e incrustó su espalda en la pared. Juvia estaba horrorizada. Empezó a sentir sus extremidades temblar.
-¿¡Qué te pasa idiota!?- le soltó con dificultad, ya que la presión en su cuello impedía que subiera aire a sus pulmones.
-¡No quiero!
Lo miró, confundida.
-No quiero que lo vuelvas a ver…- le dijo, un poco más relajado, mirándola directamente a los ojos.
-¿Quién te crees para ordenarme eso?
Gruñó él, haciendo el agarre más fuerte, asustándola más.
-¡Tú eres mía, Juvia! ¡Qué te quede claro!
Sintió como poco a poco se agitó. Estaba realmente enfadado. Y algo le decía que hablaba en serio.
Pero ella no pudo responder…porque sabía que de alguna forma, era cierto. Ella le pertenecía, en cuerpo y alma.
Poco a poco, él fue suavizando el agarre, hasta soltarla por completo. Ella sintió como una sensación de alivio llegó hasta su cuello, ya que por fin podía respirar a gusto. Su pecho subía y bajaba con rapidez, por la repentina confesión del hombre. Eso definitivamente no se lo esperaba. Y menos que se lo dijera así, enojado.
-…tú me perteneces, y no dejaré que ningún niñato cabrón se lleve lo que es mío- dijo con voz grave, casi susurrándole. Sus labios estaban pegados a su oído, mientras que sus manos se habían apoderado de sus hombros. Otra vez se veía en esa situación. Era simplemente insoportable. Tenerlo así, pegado a su cuerpo, con su torso desnudo, emanando ese olor brujo, que la hechizaba, la atontaba.
Sus respiraciones no se calmaban. Ella respiraba sobre su cuello, y él sobre su oído.
Un impulso lo hizo separarla un poco de él, delicadamente. La miró a los ojos un momento. Otra vez ese sentimiento. Cada que la veía, cada que fijaba sus ojos sobre esa mujer, un ardor intenso en su pecho le carcomía las entrañas. Cada que la miraba a los ojos, y veía reflejarse en ellos la mirada de aquél tipejo, una furia más grande que su ego empezaba a correrle por las venas, cegándole los sentidos. No lo iba a permitir. No dejaría que él se la quitara. Porque ella le pertenecía.
Agarró entre sus manos su níveo cuello de nuevo. Y sin dejar pasar tres segundos, arremetió con furia contra sus labios. Hizo que abriera su boca, juntando ambas lenguas. La obligaba a besarlo también; esta vez no esperaría que ella lo hiciera por voluntad propia. No se lo permitiría. Lamía sus labios con pasión, con los ojos cerrados, mientras que sus manos sin siquiera pedirle permiso incluso a su cerebro, fueron bajando por sus brazos, llegando a sus costillas, y resbalarse hasta su cadera. Fue ahí donde la represó. La acercó a su misma cadera, infundiéndole más pasión a su beso. Ella simplemente se dejaba hacer. Su voluntad era tan débil ahora. Resignada, aceptó desear sentirse suya. Aceptó que quería lo mismo que él, pero ella por amor, y él solo por mero egocentrismo. Pero, ¿qué podía hacer ella si lo amaba tanto? Sabía que aun cuando su amor era enorme, no lo era lo suficiente como para derrotar a su ego. Lo sabía perfectamente. Pero así lo aceptaba, así lo dejaba.
Con fuerza, siguió besándola, pero ahora ya no lo hacía por impulso. Ahora, un sentimiento cálido lo inducía. Algo más grande, más fuerte que su voluntad.
Deseaba continuar, realmente lo deseaba, pero la falta de aire hizo gritar a sus pulmones, implorándoles parar. Sin embargo, la separación fue lenta, saboreando sus labios una última vez.
Ahora, se sentía bien. El ardor en su pecho disminuyó un momento, dándole algo de tranquilidad.
Pero ella estaba inquieta. No sabía que sucedería después…
Se miraron. Fijamente. Y él, sin ser consciente, le gritaba tantas cosas, en su mente. Cosas que tanto su corazón como su raciocinio eran incapaces de aceptar aún, siendo tan claros incluso. Sin soltar ni una palabra, tomó que desde que ella entró se encontraba puesta sobre el respaldo del sillón y se la puso. Ella simplemente se quedó inmóvil.
Se la acomodó. Ya puesta, salió, sin mirarla. Y ella no lo detuvo…lo dejó marchar.
Él cerró la puerta tras de sí, y ella se quedó en silencio. Bruscamente, sollozos nacieron desde su pecho, haciendo que se desahogaran en lamentos. No pudo más. Se dejó caer al suelo una vez más, dejando a las lágrimas que nacían caer al suelo. No las iba a detener.
…afuera, un hombre solitario iba de regreso a su casa, con un sentimiento sin aceptar y una sensación de alivio, pero insoportable.
¿Qué les pareció? Por favor, siéntase libres de hacérmelo saber dejando su comentario.
De nuevo muchas gracias, y espero que continúen apoyando esta historia.
Lee Ab Koi