Darcy House

Londres

17 de febrero de 1812

Querida Georgiana

Sé muy bien que no me he ocupado de escribirte por demasiados días. No voy a justificarme esta vez, no tendría sentido, sólo voy a agradecerte la sinceridad de tus palabras y tu enorme capacidad de entender mis silencios. Creo de verdad que no hay nadie en el mundo que pueda comprenderme y quererme sin condiciones, como tú lo haces, hermanita. Sé que a veces no respondo de la misma manera pero te aseguro que me esfuerzo cada día por hacerlo, y que mi afecto tampoco tiene condiciones.

Tu curiosidad y tu inocencia al mismo tiempo me tranquilizan y me preocupan. Nuestra charla me hizo comprender que si algo pasara conmigo, tienes todo el derecho -y tal vez sientas la obligación- de conocer cómo se manejan los asuntos de familia, si bien el peso de las decisiones recaería en Richard. Pues bien, voy a explicarte algunos negocios familiares aún cuando dije que no lo haría. Ya sabes que en nuestro patronato de Pemberley viven algo más de cincuenta familias, algunas de las cuales además tienen miembros trabajando allí. En esos casos mantenemos un trato de renta anual que la mayoría paga con trabajo, pero algunos decidieron pagar con dinero o cosecha, y en ese punto tienen libre albedrío. De todo eso se encarga Mr Stack, quien cuenta con toda mi confianza. Sin embargo hay ocasiones que precisa consultarme algunos cursos de acción a seguir, por ejemplo cuando algún inquilino desea reformar su residencia o tiene algún problema mayor. Mr Stack también se encarga de manejar la producción y venta de la cosecha que tenemos en la región sur de Pemberley, en otro campo de nuestra propiedad. Las ganancias de ello generalmente se invierten en la ciudad, donde tenemos otro tipo de negocios e inversiones de las cuales no voy a explayarme, porque a decir verdad es de lo que menos entiendo yo mismo. Tenemos varios asesores de suma confianza que nos indican cómo invertir mejor. La mayor parte de nuestros ingresos proviene de allí, pero es un círculo; si algo anda mal en Pemberly no habrá ganancias que invertir. Igualmente ya hemos pasado por años de mala cosecha o con otros problemas, y los negocios existentes han sido suficientes para no vernos afectados. Con esto deseo que quedes tranquila, incluso años de malas decisiones no bastarían para arruinarnos. Totalmente aparte está nuestra herencia, que es por demás cuantiosa. Espero que mi explicación sea suficiente para satisfacer tu curiosidad y ansias de saber nuestros asuntos.

También me quedé reflexionando en lo que dijiste acerca de las obligaciones de un caballero y de la diferencia con las damas. No supe contestarte en el momento, más porque no sabía en qué términos hacerlo, pero te diré ahora que fuera de las ocasiones en que debo reunirme con Mr Stack o con los asesores por esos temas, mis ocupaciones son las de cualquier caballero: asistir a reuniones sociales, mantenerme a la vista de la sociedad y bien informado de asuntos políticos, participar de salidas de caza y del Club -, reunirme con otros caballeros en partidas de billar y practicar algún deporte social, que como sabes, en mi caso es la esgrima. Mañana asistiré a una reunión social de categoría. Si quieres luego te escribo de eso, porque en ese punto también, me cuesta mucho más hablar.

Si tienes alguna pregunta sobre lo que expliqué, puedes hacerla, pero debes saber que no tienes absolutamente nada por lo que preocuparte. No voy a pedirte que me respondas, tú sabrás cuándo necesites o quieras escribirme o hablarme, y espero que sepas muy bien que siempre estaré allí para leerte o escucharte. Tu hermano que te adora,

Fitzwilliam Darcy.

20 de febrero de 1812

Querida hermana

Sé que deseas que te cuente de la fiesta a la que asistí. Sucede que no hay mucho para contar. Se encontraba allí lo más refinado de la sociedad londinense y fue todo muy bien planificado y ejecutado, desde la música, los bailes, hasta la cena y la velada. Bailé dos veces, con las hermanas de Bingley, no me acostumbro fácilmente a compañía nueva. Además, a la vista de esta sociedad hubiese levantado sospechas pedir el baile final a alguien y no estaba de ánimo para alimentar rumores de salón. Sospecho que también quieres saber, Bingley aún no está con su espíritu habitual. También bailó dos veces, pero en él eso es una señal de no estar disfrutando de la velada. Puede ser mi percepción, pero tendrás la oportunidad de verlo por ti misma y sacar tus conclusiones: el domingo estamos invitados a una reunión en casa de Mr Hurst. Sí, tu también. Van a estar allí algunas jóvenes que como tú, aún no se presentan en sociedad, incluso creo que irá tu colega de clases Miss Padossy. Es otra oportunidad de practicar tu desempeño social, sin presiones, habrá música y tal vez algún baile. Lo harás maravillosamente. Tuyo, siempre,

Fitzwilliam Darcy.

25 de febrero de 1812

Querida hermana

Debo confesarte que tu nota me dejó muy preocupado. Fui muy sincero al decirte que estuviste muy bien en la reunión, no hubo ni un ápice de ironía en mi comentario, preciosa. Dices estar angustiada porque supones que nada te salió bien, que hiciste el ridículo en el baile y que nadie querría oirte tocar el piano otra vez por la cantidad de veces que equivocaste las notas. Nada más alejado de la realidad, te lo aseguro. Si hubo algún error en la ejecución pasó totalmente desapercibido por la energía de tu interpretación, y en cuanto a lo demás, no entiendo a qué te refieres. No hiciste nada que no esté acorde a tu lugar en la reunión.

Voy a contarte algo con el único objetivo de reforzar lo anterior. Tal vez recuerdes que Miss Bennet y Miss Elizabeth tienen tres hermanas menores, de las cuales no hablé mucho en mis cartas. La mayor de ellas, Miss Mary Bennet, toca el piano y no lo hace mal, se esfuerza, pero lo hace con una afectación que desluce todo lo que pueda haber aprendido. Sin mencionar que la vez que presencié su ejecución, el piano no estaba bien afinado o ella se equivocó mucho más que tú la otra tarde. Aún así se empeñó en seguir con otra ejecución hasta que fue literalmente retirada del instrumento. En cuanto a las hermanas menores, no voy a explayarme en sus acciones porque no sería apropiado, baste decir que su comportamiento con los oficiales del ejército que estaban presentes en esa misma velada distó mucho de ser refinado. Además, prácticamente corrían por el salón, reían sin recato alguno y bailaban de forma similar. Con esto no deseo criticar a esas muchachas, sino que veas la diferencia abismal que existe entre tu percepción de ti misma y la realidad.

Imagino que al leer lo anterior pensarás que no puede haber comparación, por la posición social. Cuál es entonces para tí un comportamiento adecuado para una dama de tu posición? El de esas damas a las cuales hasta hace un mes no querías parecerte? El de Miss Bingley, que en ocasiones parece disfrutar denigrando y burlándose de todo lo que no sea de su categoría? O el de nuestra prima Anne, que hasta hoy no puedo decir que verdaderamente conozca un pensamiento propio? Por mi parte prefiero a mi Georgiana, toda la vida. Nada tienes que reprocharte, querida. Te adoro con el alma,

Fitzwilliam Darcy.

6 de marzo de 1812

Querida Georgie

Hace ya varios días que no me escribes, ni me pides que lo haga. En realidad, demasiados días. Ni siquiera respondiste por escrito mi última nota, y aunque me agradeciste las palabras, temo que éstas no hayan sido suficientes para alegrar tu espíritu. He de ser yo ahora quien pida retomar esta nueva costumbre? Pues bien, lo haré. No voy a insistir en que cambies la idea que seguramente aún tienes sobre tu modo de comportarte, creo que en poco tiempo te darás cuenta sola que no tienes nada que reprocharte.

En realidad extraño nuestras cartas porque escribirlas me hacía pensar y analizar hechos e ideas, y casi siempre me dejaban con una tranquilidad de mente y alma que hacía años no sentía. Asique en esta ocasión voy a utilizar tu idea para contarte algunas cosas que ocupan mis pensamientos y que no encuentro otro modo de expresarlas.

Lo primero se refiere al contenido de la carta que recibí de Lady Catherine. Además de confirmar que espera mi visita para Pascuas junto al primo Richard, la misiva entera está dedicada a resaltar lo que a su juicio son ventajas y conveniencias de establecerse en un matrimonio de igualdad de clase... creo está de más decir que también alabó mucho los progresos de la prima Anne. En todos estos años he intentado ignorar las indirectas de nuestra tía sobre ese presunto acuerdo con nuestra madre, que estoy seguro, de haber existido, ella misma me lo hubiera dicho en vida. Pero te aseguro, hermana, que este año tendré que buscar la forma de dejar en claro mi posición al respecto. En esta ocasión, para reafirmar la idea de un matrimonio, llegó hasta contarme algunos detalles de la "reciente y feliz" vida matrimonial de su clérigo! No consigo imaginarme a ese hombre casado. No sé si te lo comenté, pero lo conocí en Hertfordshire, en la velada en Netherfield donde no tuvo mejor idea que presentarse como el humilde servidor de nuestra tía, a la cual alabó y destacó en una demostración de pomposidad bastante desagradable. Lady Catherine dice que conoció a su actual esposa allí en Hertfordshire, que es de su misma clase y que no podría haber escojido mejor esposa. Si no recuerdo mal, ese hombre es primo de las señoritas Bennet y lo ví con frecuencia en su compañía. Es más, creo que la estancia está vinculada a Mr. Collins, por lo cual sería lógico que procurara esposa en la familia. Si se trata de una de ellas, espero que sea de alguna de las menores, pues en ese caso el matrimonio tal vez acalmase su comportamiento, aunque dudo mucho que tía Catherine aprobase alguna de ellas como esposa de su clérigo y decididamente no las imagino limpiando alegremente la parroquia como la tía cuenta indiscretamente en su carta. Sé que no debería repetir tal cosa, pero es algo que despertó mi curiosidad. Creo que le preguntaré quién es, para mostrar algo de interés en todo lo que cuenta.

Ya debo haberte aburrido con mis ideas. Por favor, escríbeme algo. Con todo el cariño posible se despide tu hermano,

Fitzwilliam Darcy.