Disclaimer: Los personajes son de SM, menos algunos que son totalmente míos, así como la trama.

¡Hola! *-* Haré cambios de POV entre Edward y Bella para que se vea bien por donde va cada uno. Esto lo haré solamente hasta que Edward y Bella se vean implicados en la misma vida, entonces sólo haré un POV (Edward o Bella) y POV Narrador.

Capítulo 4

Bella POV

Ya habían pasado tres meses desde que había comenzado a trabajar de azafata. Todo seguía igual de bien, y gracias al dinero que había ido ganando, pudimos ir amueblando la casa poco a poco.

Al atractivo piloto Kyle no lo volví a ver., y sin saber por qué, me sentía un tanto decepcionada. Apenas faltaban tres días para Navidad, y la nostalgia y la tristeza se hacía palpable entre Renesmee y yo.

En ocasiones pasaba toda la noche sollozando por no saber de Edward en cinco años. ¿Por qué no había vuelto? ¿Me había olvidado acaso? ¿Se había cansado de esperar? ¿Me había sustituido por otra? Nada más pensar en todas esas preguntas, hacía que el dolor me desgarrara el pecho. No podía negar que más de una vez me sentí furiosa con Edward. Ni siquiera se había tomado la molestia de buscarme en los cinco años...

¡Dios! No podía echarle la culpa de mi condena, pero no podía evitarlo.

El día 23 de Diciembre, sería el último día que trabajaría en Heathrow, ya que comenzaban mis vacaciones de Navidad. Aquel día fue especialmente ajetreado, pues empezaban las vacaciones en muchos puntos de Europa, y eso hizo que el aeropuerto se abarrotara de gente.

En un descanso, Alyson y yo nos fuimos a un Starbucks del aeropuerto a tomar un café mientras esperábamos nuestro último vuelo procedente de México. Bueno, más bien fue ella. Yo alegué no tolerar el café, para librarme de tener que tomar uno.

Alyson y yo comenzamos a hablar de banalidades, y de lo que haríamos estas Navidades. La echaría de menos, era muy cariñosa.

Mientras me daba los detalles del viaje que haría con su novio Toronto, se quedó muda de repente. Alzé una ceja y la miré extrañada.

- ¿Qué ocurre? - Alyson me miró con mirada divertida, mientras miraba alternativamente hacia atrás. Afiné mi oído y oí los pasos tranquilos y pesados de un hombre. Esbocé una leve sonrisa casi imperceptible, pues sabía ya de sobra quien era.

- Es el piloto buenorro. Ya sabes, Kyle. -Murmuró con complicidad, evitando que alguien más lo escuchara. No pude evitar dejar escapar una leve risita y hacerme la sorprendida.

- ¿De veras? ¿Y viene hacia aquí? -Alyson asintió con brusquedad, y totalmente emocionada, y carraspeó, sentándose mejor en la mesa. Negué con la cabeza, pero me detuve en cuanto sentí su voz detrás de mí.

- Buenas tardes, señoritas. -Hizo un divertido saludo militar, y me miró de forma intensa, volviéndose alejar hasta el mostrador, donde hizo su pedido. Alyson no le quitó ojo de encima, hasta que se detuvo y se volvió hacia mí.

- ¡Dios! Es irresistible. -Se mordió su labio inferior, y rodó los ojos, simulando que babeaba, a lo que no pude más que reír con ganas, y ella conmigo.- Bueno cariño, debo irme a rellenar unos papeles en Aduanas. Ahora nos vemos en el vuelo.

Me guiñó un ojo divertida, y besó mi mejilla con rapidez, y se alejó andando con prisa, sin hacer mención de mi notable frialdad. Era avispada, desde luego.

Segundos después, pude percibir como el piloto suspiraba y carraspeaba discretamente. Estaba lo suficientemente lejos como para que un humano no lo escuchara, pero conmigo no fue así. Se levantó de la butaca del mostrador y se acercó a mi mesa con un caminar un tanto felino.

Alcé una ceja, mirando a mi móvil de forma disimulada, intentando no demostrar que sabía que ya venía. Carraspeó más notablemente, a lo que levanté la cabeza para mirarle a sus oscuros ojos.

Me dedicó una sonrisa ladeada, y con un punto tímido. ¿Tímido? ¿Era eso posible?

- Buenas tardes, señorita Swan. ¿Puedo sentarme a acompañarla? - señaló la silla con la cabeza de forma escueta, sin quitar en ningún momento su sonrisa.

Reí en mi interior, haciendo un gesto con la cabeza y apoyándome con totalidad en el respaldo de la silla.

- Claro que puede, señor Weitz. - enarcó una ceja divertido, y le dio un sorbo lento a su bebida, sin despegar su mirada de la mía.

- Creo que fui claro diciéndole que podía tutearme -dijo divertido, a lo cual asentí sin dudarlo.

- Fue muy claro, pero parece que usted también olvidó que yo le dije que me tuteara, ¿no? - Arrugé la nariz y sonreí levemente, para darle a entender que estaba siendo bromista. Asintió echándose hacia atrás, y fue su turno de enarcar su ceja.

- Muy observadora. -nos quedamos en un cómodo silencio por unos segundos, hasta que volvió a posar su mirada en mis ojos, y entreabrió su boca. Sabía que estaba formulando su pregunta o comentario de forma correcta. Hm, chico precavido.

- ¿Cuánto tiempo llevas por aquí? En mis años de trabajo, jamás la había visto. -Juntó sus manos sobre la mesa, sin dejar de mirarme.

- Apenas llevo tres meses trabajando aquí. -le expuse mi sonrisa más sincera, la cual me correspondió, pero sabía que le había entrado la vena curiosa, y que preguntaría más cosas. Le respondería a todo. O a casi todo, más bien.

- Tres meses... Y tú no eres de aquí, ¿me equivoco? Tu inglés es diferente. - Esbocé una sonrisa en mi yo interno, no se había equivocado.

- Muy observador. -Repetí sus mismas palabras, a lo que rió, y procedí a responder.- No, no soy de aquí. Nací en Arizona, y he vivido en Phoenix y Forks, un pueblo bastante discreto de Olympic.

- Vaya... ¿Y por qué viniste aquí? ¿Trabajo, familia u otra cosa? -en ese momento me tensé, y él lo notó.- Lo siento, no quise ser indiscreto.

No quería mentirle, pero tampoco podía decirle la verdad, así que me decanté por una verdad a medias. Negué con la cabeza y le sonreí para tranquilizarle.

- No, tranquilo. Solo que no me gusta recordar. Tuve complicaciones con mi esposo y nuestra familia. -carraspée y desvié mi mirada a mis manos, las cuales se revolvían nerviosas.- Así que decidí empezar una nueva vida aquí en Londres con Renesmee, mi hij... con mi hermana de diecisiete años.

Casi se me escapó decir que Renesmee era mi hija. No podría decirle eso, no sería lógico que una chica de veintidós años, que era la edad con la que me había empadronado, hubiera tenido una hija de diecisiete años.

Kyle me sonrió y fue él quien miro ahora sus manos, sonriendo por algo que estaría pensando. Como desearía ahora mismo tener el poder de leerle la mente. Si estuviera aquí Edward me lo habría dicho.

Edward...

Otra vez su imagen en mi mente, que estaba comenzando de nuevo a abrir la herida de mi pecho, pero la voz de Kyle lo impidió de nuevo.

- Una historia bastante complicada... Ya me extrañaba que una chica tan hermosa como tú no hubiese caído ya bajo la mirada de algún hombre.

Esta vez sonrió de una forma mucho más amplia, y con una mirada llena de significado que quise descifrar casi al instante, pero bajo sus ojos demasiado pronto. Si hubiera podido ruborizarme, me hubiera ruborizado de forma intensa. Fue mi turno ahora de bajar la mirada y sonreír.

- Como has dicho, es bastante complicado. Hace más de cinco años que ya no hablamos. -Tragué saliva bruscamente y desvié la mirada discretamente, para que no se diera cuenta de que le estaba rehuyendo la mirada.

Asintió con la cabeza y alargó su mano para acariciar con su pulgar el dorso de mi mano. Un escalofrío me invadió por la columna, y él pareció sentirlo, porque apartó su mano con rapidez, aunque no tenía certeza si era porque lo había notado, o por la frialdad de mi piel.

- Estás... ¿Estás divorciada? -lo dijo en voz muy baja, pero que pude escuchar con total claridad.

- No... Solamente separados. - mi voz sonó triste, a la vez que mi inerte corazón se encogía en ese momento con gran dolor. De mis labios salió un sollozo apenas audible, pero estoy segura de que lo notó por el movimiento tenso de mi cuello.

- Tranquila, no tienes que pensar en ello. Querría decirte que te comprendo pero no he vivido nada parecido, y no sé lo que se siente. -Hizo una mueca tímida, que me hizo sonreír por un momento.-

- No te preocupes. ¿Qué pasa con tu vida? ¿Es tan ajetreada como la mía? - cambié de tema radicalmente. No sería bueno si siguiésemos hablando de mi vida. Acabaría por gritar a los cuatro vientos que necesitaba a Edward.

- Nada interesante de mi vida. Nací en Sydney, estudié, a los veinticuatro años me saqué la carrera de piloto y ya está. Eso es mi vida, viajar y más viajar. Aunque me voy a quedar aquí en Londres a vivir una temporada en una pequeña casa que he comprado. He cambiado de compañía, y ahora viajaré mucho más a menudo a Londres, así que me convenía una casa aquí.

Fruncí el ceño curiosa y me incliné sobre la mesa para quedar un poco más cerca de él. Que Kyle se quedará demasiado tiempo alrededor de mi vida no me convenía. Nublaba mis ideas, y eso no era bueno. Nada bueno.

- ¿Donde está tu casa? - mordí mi labio inferior levemente, intentando que no se notara demasiado mi curiosidad.

- Hm... No lo recuerdo, espera que lo mire. - cogió su maletín, el cual estaba apoyado al lado de la silla y abrió uno de los departamentos, sacando un pequeño papel.- Es una urbanización llamada Broadgate. ¿Por casualidad sabes donde queda?

Sentí el calor en mis mejillas, a pesar de que sabía de que mi sangre no sería, pero el rubor estaba ahí. Lo tendría al lado de mi casa, día tras día, mes tras mes. No estaba segura si estaba preparada para tener una relación con gente que no fuera Renesmee, Josh o Mary. Pero asentí. Asentí de forma involuntaria.

- Sí. Ahí vivo yo. Si quieres puedo llevarte. Quiero decir, puedo acompañarte y mostrarte donde está.

Empezó a esbozar una sonrisa hasta hacerse bastante amplia, provocándome a acompañarle en esta batalla de sonrisas. Volvió a estirar su mano, y coger mi mano entre las suyas y me miró.

- Será un placer. ¿A qué hora terminarás?

- Dentro de cuarenta minutos habré terminado. De hecho, debo irme ya si quiero terminar pronto. -Me levanté mientras hablaba, y cogí mi bolso, y Kyle me acompañó, levantándose a la vez que yo. Metió una de sus manos en el bosillo de su pantalón, y se revolvió el pelo nervioso, quedándonos en silencio un poco incómodos.

Suspiré y di un paso hacia atrás, despidiéndole con la mano.

- Nos vemos a la salida, ¿de acuerdo? -mordió su labio inferior, a lo que el asintió. Estaba dispuesta a darme la vuelta, pero pude percibir con el oído afinado que estaba realizando movimientos con intención de acercarse a mí, por lo que me quedé quieta.

Cogió mis manos entre las suyas, y con un movimiento rápido se acercó a mí y depositó un casto beso en mi mejilla. Fue bastante... tenso, para mí. En cuanto se acercó, el intenso olor de su sangre y el característico olor de su piel, de su pelo, el olor a menta de su boca... Esa mezcla de olores me inundó las fosas nasales, aturdiéndome hasta el punto en que un nuevo escalofrío recorrió mi cuerpo.

Nos miramos a los ojos durante un instante, lo tranquilicé con una pequeña sonrisa y me di la vuelta con rapidez, marchando a paso ligero a mi puesto de trabajo.

Resoplé y cerré los ojos con fuerza por un momento. Si hubiera seguido ahí, no sé como hubiera reaccionado.

No sabía que hacer. Kyle estaba empezando a aturdir mis sentidos e implicarse en mi vida inconscientemente, pero Edward... Edward era el amor de mi vida, y sentía que le estaba traicionando.

Pero por otra parte sentía que era Edward quien se había olvidado de mí. Él era inteligente y astuto, podría haberme encontrado fácilmente, y podría haberme rescatado en estos cinco años de aquella maldita celda. Pero no, esperó. Esperó con el fin de no buscar problemas con los Vulturis, y solo ocasionó que mi dolor aumentara día a día.

Ahora mi corazón estaba dividido. Sólo había dolor y amor. Dolor por no buscar soluciones, por no haberse preocupado por mí, o al menos por su hija, y por lo mal que lo pasamos todo este tiempo. Y amor. Amor porque todo nuestro tiempo juntos no podía ser borrado, porque inevitablemente, le seguía amando.

Metida en mis pensamientos, y con movimientos totalmente robotizados, había terminado de embarcar a todos los pasajeros. Habían terminado los cuarenta minutos, ahora tocaba estar bastante tiempo con el hombre que estaba empezando a crear dudas en mis decisiones.

Caminé con rapidez hacia la entrada, no quería hacerlo esperar. Y ya estaba allí, apoyado contra un gran Audi negro, que el perfecto brillo ya te daba una idea de su desorbitado precio. Me acerqué con una sonrisa, escuchándose solamente un leve murmullo del viento y el sonido agudo de mis tacones.

En cuanto me vio, se colocó bien, me devolvió la sonrisa y abrió la puerta del asiento trasero. Entré con rapidez y él se sentó a mi lado. Cerró la puerta y miró su reloj. Frunció el ceño con suavidad y me miró.

- Me dijiste que hermana tenía diecisiete años. ¿Va al instituto o algo?

Abrí la boca y la realidad me golpeó. ¡Renesmee! Estaba aún en el instituto, y apenas quedaban quince minutos para que saliera. Asentí con la cabeza y coloqué un mechón tras la oreja mientras le daba indicaciones.

- Sí, va al instituto Hackney, queda a diez minutos de Broadgate, donde vivimos.

Asintió y se inclinó para decirle las señas a su chófer, el cual asintió sin pensarlo y arrancó. ¿Chófer? ¿Un Audi deslumbrante y caro? ¿Piloto? ¿Casa propia en Broadgate? Pero, ¿cuánto dinero debía de tener este hombre? Sacudí la cabeza y enredé mis dedos con mi bolso. Prefería no pensar en el dineral que tenía. Bien sabe Dios lo que odiaba estas cosas.

En el camino, hablamos sobre algunos comercios que tenía cerca la urbanización Broadgate, sitios interesantes que visitar y centros de ocio. Sin darnos cuenta, ya habíamos llegado, y pude ver por la ventana que la gente ya empezaba a agolparse en la entrada del instituto.

Miré a Kyle, que me miraba esperando una respuesta por mi parte y me dispuse a hablar.

- Voy a buscarla, no tardaré demasiado. - Asintió con una sonrisa ladeada, y con rapidez salí del vehículo.

Comencé a andar con rapidez a la entrada del instituto, pero en el camino los adolescentes se giraban a verme, y algunos hombres se atrevían a lanzarme una lasciva mirada, a las que respondía con frialdad.

Después de recorrerme los aparcamientos y el perímetro, no la encontraba, por lo que eché mano de mi olfato. No tardé mucho en encontrar su olor, podría reconocerlo entre más de mil personas. Empecé a seguir el rastro, hasta que la encontré, bajo un viejo roble leyendo, como de costumbre.

Sonreí de forma cariñosa al verla, y siseé en voz baja.

- Renesmee, cariño, ven.

Me miró rápidamente, y me sonrió ampliamente. Metió sus cosas en la maleta con infinita rapidez, y en apenas tres segundos estaba a mi lado. Me incliné y la besé en la cima de la cabeza, mesando por el camino sus cabellos.

- Escúchame, cariño. He venido en el coche con una persona. Cuando estemos en casa, te contaré quién es y todo, ¿de acuerdo? Ahora iremos con él, y te comportarás de forma normal. Es buena gente, te caerá bien. -le guiñé un ojo y asintió sin pensarlo.

Renesmee era inteligente, con ella las palabras sobraban, y sabían cuando era el momento de hablar,de preguntar y de las curiosidades.

Comenzamos a andar y me quedé quieta un momento, suspirando fuertemente. Me di la vuelta y la miré, alzando una ceja.

- Recuerda, para él no eres mi hija, eres mi... -iba a seguir hablando, cuando me interrumpió.

- Tu hermana, sí, lo sé. Mamá, metemos la misma bola a todos. - rodó los ojos divertida y reí con ella.

Caminamos rápido hacia el coche, pues no quería hacerlo esperar demasiado. Cuando llegamos, abrí el coche y entré, entrando justo detrás Renesmee. Kyle la miró y sonrió ampliamente, acercándose a ella para darle dos besos, a los que Nessie correspondió.

- Encantada de conocerle, señor. Soy Renesmee Carlie, la hermana de Bella -mi hija se presentó de forma educada, a lo que Kyle no pude más que sonreír y asentir.

- Lo sé, tu hermana me ha hablado mucho de ti. Me ha hablado bien, nada malo, descuida. - le guiñó el ojo, y mi hija rió, y desde ese momento supe que se llevarían bien.

Durante el trayecto, estuve la mayor parte del tiempo en silencio, eran Kyle y Renesmee quiénes hablaban todo el tiempo de libros, películas y otras cosas. Yo sólo miraba por la ventana y respondía en ocasiones con algunos monosílabos, pero mi mente estaba en otro lugar.

Mi mente seguía en Forks, otra parte estaba en Volterra y la última parte aquí, en Londres. Tenía que intentar que mi mente se fuera entera conmigo, a Londres, pero dudaba que fuera así.

Cuando llegamos a Broadgate, bajamos del coche los tres. El chófer de Kyle nos dejó en el parque central de la urbanización, donde había una gran fuente, muchos árboles, pájaros y niños jugando. Típico Central Park pero en pequeño. Típica escena familiar y navideña, también.

Renesmee miró su reloj y abrió los ojos desmesuradamente, y me miró a mí. De ser por ella, me habría tocado para transmitirme sus pensamientos, pero no era el lugar adecuado.

- Mamá, es tarde. Voy a casa, necesito estudiar, mañana tengo un gran examen. Adiós. -No me dejó hablar, simplemente soltó toda la frase de un tirón y se inclinó para besar mi mejilla. Depositó también un beso en la mejilla de Kyle y le dio un abrazo, el cual Kyle, bastante sorprendido, le correspondió, y Renesmee salió corriendo.

Eso nos dejó a Kyle y a mí solos. ¿Sería verdad que Renesmee tenía que hacer deberes, o lo hizo para dejarnos solos? Ya lo averiguaría.

Entre nosotros, solo se oyó un suspiro por parte de Kyle, hasta que se acercó a mí, y se metió ambas manos en el bolsillo. Me miró, como esperando que fuera yo quien diera el primer paso, y mordí mi labio inferior sin saber muy bien que decir, y cada vez que avanzaba el tiempo, cada vez era más tenso, hasta que mi mente logró procesar algo coherente.

- Mmm... Bueno, dime la dirección de tu casa, y podré mostrártela, si quieres. -lo oí suspirar, y pude notar por los latidos de su corazón que se había tranquilizado un ápice.

- Cierto, es verdad, no había caído. -Soltó una risita nerviosa y rebuscó en sus bolsillos el mismo papel que sacó en el aeropuerto para decirme donde vivía. Cuando lo encontró, lo volvió a mirar unos segundos y me miró.

- La dirección es Gardens Street 43, ¿te suena? - cerré los ojos y comencé a reír suave, a lo que pude sentir como al principio Kyle se quedó un tanto extrañado, pero después de unos segundos comenzó a reír conmigo. - Sinceramente, no sé por qué nos reímos, pero es agradable.

Enarqué ambas cejas y volví a reír por su comentarios, negando ahora con la cabeza.

- Me río porque me suena esa calle, la conozco a la perfección. Vivo en esa calle, no muy lejos -alisé mi chaqueta aún riendo, esperando su reacción.

Abrió los ojos sorprendidos, pero acabó sonriendo ampliamente conmigo. Se colocó a mi lado y alzó su brazo a la altura del mío.

- ¿Vamos? -lo miré por unos segundos y con seguridad, deslicé mi brazo bajo el de él, agarrándome a su brazo, y dejándome guiar.

Apenas tardamos dos minutos en llegar a la calle, y lo llevé hasta su casa, viendo un gran 43 pintado en la pared de la casa. La miré con una sonrisa sincera, recordándome a la casa de los Cullen. Era igual de grande y vistosa que la de ellos, con bastantes ventanales, pero a la vez un tanto clásica. Me quedé perdida en los recuerdos, cuando escuché su voz.

- Es bonita, ¿verdad? -solo pude asentir y después de unos segundos, descolgarme de su brazo y suspirar.

- Es preciosa, de veras. -Lo miré, y di un ultimo apretón a su brazo ante de separarme de él totalmente.- Espero haber sido una buena guía y una buena acompañante. Debo irme... Si necesitas algo, vivo cinco casas más hacia allá. -le señalé aproximadamente donde vivía y esperé a su respuesta. Sólo sonrió, y se quedó así varios segundos.

- Has sido una fantástica acompañante. Nos veremos pronto, Isabella. -Se inclinó y volví a sentir todas las nuevas sensaciones que sentí en el aeropuerto cuando me besó. Esta vez, tuve que tragar saliva para no concentrarme en la llamada de su sangre, ya que estaba empezando a estar bastante sedienta. No podía estar tanto tiempo rodeada de humanos.

Cuando me quise dar cuenta, ya tenía sus labios en mi mejilla, más tiempo de lo que duraría un beso normal. En esos breves segundos, tuve tiempo suficiente para sentir la calidez de sus labios, latiendo bajo ellos la sangre.

Cerré los ojos con fuerza, por las sensaciones, y un escalofrío me recorrió, por lo que desvié la cara un tanto brusco. Pude interpretar en su cara confusión. Esperaba que no pensara que había despreciado su beso, no quería eso. Intenté regalarle una amplia sonrisa para arreglar el mal momento, pero no sabía si lo había conseguido.

Cogí su mano, y le di un suave apretón, murmurando un adiós muy suave, que él pudo leer en mis labios. Me di la vuelta, sin ver su reacción, y anduve a paso ligero hasta la casa. Tenía que llegar, eran demasiadas sensaciones en un día... No sabía si eso sería bueno.